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Ayer subí el capítulo 9
pero me di cuenta que Wattpad no notificó como siempre,
así que si no lo has leído te sugiero
que lo hagas 😉
Gracias a los muchos comentarios del capítulo anterior me inspiré lo suficiente para hacer este. Espero que les guste 🥰
💰
Seokjin miró su departamento y un sentimiento extraño se apoderó de él, no quería estar en ese lugar a pesar de que había vivido ahí los últimos 10 años.
Con pesar cerró la puerta detrás de él y se quitó los incómodos zapatos que se había puesto para su cita con Yoongi. Cita de negocios se dijo, como si realmente importara la diferencia. Había salido con un hombre y este hombre le había pagado por ello.
Suspirando caminó hasta su cocina y deseó tener el hábito de Yoongi, Seokjin no era bueno limpiando ni manteniendo los lugares hermosos como el azabache. Su cocina se veía oscura y desordenada, habían cajas de pizza vacías por todos lados, latas de gaseosas. Seokjin arrugó su nariz esperando que no hubieran ratones.
¿Cómo había dejado que su lugar se viera más como un vertedero que como un hogar?
No tenía idea y realmente jamás le había importado antes, pero después de ver la bonita casa de Yoongi él sabía que algo no estaba bien. Había descuidado el único lugar en el que podía estar y descuidado era una palabra pequeña a lo que realmente había hecho con el departamento que su madre había comprado cuando llegaron a la ciudad.
Las deudas seguían esperándolo en la mesa de centro, una pila de sobres que hacían que el estómago de Seokjin se apretara y tuviera ganas de vomitar. Se sentía acorralado y dejó que todo se fuera a la mierda porque no le había importado nada, tuvo trabajos de poca paga pero de unas cuantas horas que le permitieron emborracharse hasta perder la noción del tiempo.
Jin no tenía idea cuando se había ido todo al carajo y lo más triste de todo es que no le había importado, pero ahora lo hacía, no quería perder el departamento, no quería vivir escondido por las malditas deudas, tampoco quería apagar su celular en todo momento porque los acreedores no dejaban de llamar para que pagara.
¿En que se había convertido?
Seokjin quería encontrar la fuerza de cambiar las cosas, empezar por algo sencillo como limpiar su departamento pero por más que quería hacerlo sus piernas no se movieron.
Maldita sea, se sentía perdido, solo y triste. Las lágrimas comenzaron a caer sobre sus mejillas mientras mordía su labio inferior con la esperanza de poder calmar en algo el dolor que tenía tan arraigado en su pecho.
Era la soledad, lo había pensado tantas veces que ahora lo creía. Se sentía solo, pero más que eso, sentía desesperanza por su situación y ese sentimiento era mucho peor que la soledad.
Su teléfono comenzó a sonar y agradeció el estar más calmado, quien sea que estuviera llamando no podría adivinar que segundos antes se estaba ahogando en su miseria.
Sacó el teléfono de su bolsillo y arrugó su ceño cuando el nombre de Yoongi apareció en todo la pantalla. ¿Que quería? Seokjin salió de la cocina y se fue hasta su habitación, el lugar que era un poco más habitable que el resto del departamento.
Se sentó en su cama y barajó la opción de no contestar y mandar al buzón la llamada, después de todo no habían conversado sobre más encuentros o algo por el estilo, pero la curiosidad de saber que quería Yoongi fue más grande.
—¿Yoongi? —fue lo que dijo apenas contestó, su corazón comenzó a latir más rápido lo cual era, raro.
—Hola si, no quería molestarte, pero dejaste tu billetera aquí en casa, estaba en el sofá.
Seokjin se palmeó los bolsillos y efectivamente su vacía billetera no estaba por ningún lado. —Gracias, me imagino que te diste cuenta mientras hacías aseo ¿No? —no pudo evitar la sonrisa que apareció en sus labios.
Un resoplido desde el otro lado de la línea le hizo sonreír mucho más amplio. Le agradaba Yoongi, la noche había sido realmente buena y el desayuno mucho mejor. Yoongi fácilmente podría convertirse en un muy buen amigo.
—No estaba haciendo aseo, fui a sentarme para ver una película con los niños y esa cosa estaba ahí.
—¿Que película?
—Una que hizo que me quedara dormido por segunda vez en el sofá y que ahora tenga un maldito dolor de cuello.
—Debe ser la edad —Jin se recostó en su cama y apoyó su cabeza en la almohada. La risa que brotó de Yoongi le hizo reír también, era tan cómodo, definitivamente ambos podrían ser muy buenos amigos.
—Entonces… ¿Quieres que te pase a dejar la billetera? Estoy en el auto ahora mismo, los niños están en su clase de natación, estoy libre ahora mismo.
Jin miró por su departamento y negó con su cabeza, era imposible que Yoongi entrara a su lugar, seguramente sentiría asco de Seokjin y ver la vida que realmente llevaba.
—Uhm no estoy en casa… Pero podríamos juntarnos.
—Está bien, dame la dirección y estaré allí pronto.
Seokjin lo hizo y luego se arrepintió cuando la llamada finalizó, no quería mentirle a Yoongi que había sido como un salvavida en medio del océano, pero no podía ser de otra manera, a pesar de lo amable que era todavía tenían un acuerdo monetario y Seokjin no quería pensar que Yoongi era así con él porque lo necesitaba, bueno, ambos lo hacían pero una parte pequeña en su mente odiaba la idea de venderse por dinero, mentir por dinero.
Se puso de pie y dejó el teléfono sobre la cama, tomó una ducha rápida y se vistió. Tomó una camiseta grande cómoda de color blanco, un pantalón oscuro y sus gastadas zapatillas. Peinó sus cabellos ligeramente, no era un hombre que se preocupaba demasiado, sabía que su rostro hacia casi todo el trabajo por lo que guardando su teléfono en el bolsillo de su pantalón salió de su habitación. Se puso su chaqueta deportiva, esa misma que Namjoon le había regalado y que había salido de un decomiso. Era de una marca costosa y Jin simplemente la amaba.
Miró por última vez su lugar y cerró la puerta, no alcanzó a caminar dos pasos por el pasillo cuando se encontró de frente con su hermano.
Una sonrisa arrogante, esa que siempre tenía, fue lo primero que vio. Su hermano se veía cada día más musculoso y esa tarde de sábado lo parecía aún más con su clásico atuendo de gimnasio.
—Hola grandote —lo saludó cuando Namjoon se paró frente a él.
—¿Vas de salida?
—Si, voy a la cafetería de la esquina.
Su hermano entrecerró sus ojos mientras lo estudiaba. Seokjin no sabía si tenía algo diferente con él porque su hermano lo estaba mirando de una manera extraña.
—¿Por qué te ves tan feliz?
¿Feliz? Seokjin se puso a reír, quince minutos antes había estado llorando patéticamente en su cocina porque era un holgazán que se sentía demasiado solo para avanzar en su vida. No era feliz en absoluto, ¿De donde sacaba esas estupideces su hermano?
—Me veo como siempre.
—Si como digas —Namjoon pasó por su lado pero se detuvo, sacó un sobre de su pantalón deportivo.
—¿Que es esto?
—Es una oferta, quieren comprar el departamento.
—¿Que?
—Se pagaría la deuda del banco, Seokjin. Con tu parte podrías comprar algo más pequeño, mira la suma que están dispuestos a pagar. Avísame si te interesa.
Jin tomó el sobre, su ceño fruncido y el enojo recorriendo todo a su paso. Él no quería vender el departamento, era un buen lugar, sabía que había sido irresponsable pero quería arreglarlo. Por primera vez no quería salir corriendo por más empinada que sea la colina.
—No lo voy a vender. —Dijo a espaldas de Namjoon.
—No es sólo tuyo el departamento.
—¿Me quieres sacar del único lugar que tengo? —Seokjin se giró y llegó en dos pasos hasta su hermano que se había enderezado en toda su altura.
—No es mi culpa que seas un irresponsable, dejaste de pagar el maldito crédito, vas a perder de todas maneras el departamento, seguramente ya se debe estar tramitando la orden de embargo ¿Sabes que pasa después de eso hermanito?
Seokjin apretó su mandíbula y respiró pesadamente por su nariz. Su respiración entre cortada, furioso por las verdades que Namjoon estaba diciendo.
—¿Sabes que pasa después? —repitió Namjoon.
—Cállate. Sé muy bien lo que va a pasar pero no voy a vender el lugar, me las voy a arreglar como siempre. Nunca te he necesitado.
Namjoon bajó los ojos al sobre que su hermano había dejado caer y se agachó para recogerlo.
Seokjin en tanto dio media vuelta y cuando estuvo dentro del ascensor cerró sus ojos cansado. Sabía que había sido el culpable de que su vida se hubiese ido a la mierda, pero no sabía como salir del hoyo y ciertamente nunca pidió ayuda a nadie. Que Namjoon le prestara dinero de vez en cuando no era ni la mitad de todo lo que Seokjin tuvo que hacer todos esos años luego de la muerte de su madre para sobrevivir.
La brisa fresca de la tarde lo calmó un poco, su cabeza daba vueltas tratando de buscar una solución rápida, necesitaba dinero para hacer una nueva negociación y lo necesitaba con urgencia.
Seokjin paró en el semáforo justo frente a la cafetería y luego de escanear la terraza vio a Yoongi, pero no estaba solo y eso le hizo caminar sin dejar de mirar al desconocido hombre que estaba sentado justo frente al azabache.
Desconocido hasta que Seokjin llegó a la mesa y lo vio. Era el barman del bar Dona, ese mismo hombre que la noche anterior los había atendido.
—Siento llegar tarde —dijo Seokjin un poco molesto porque ninguno de los dos se había percatado de su presencia hasta que habló.
—No esperé mucho —Yoongi le sonrió sin mostrar sus dientes. Luego miró al hombre frente a él —él es Jung Hoseok, un ex compañero de universidad.
—La palabra ex me define muy bien —Hoseok se puso de pie y estrechó la mano de Seokjin. Luego lo soltó y miró a Yoongi —es mejor que me vaya, pero deberías darme tu número, las dos veces que te he encontrado has estado ocupado.
Seokjin se sentó en la silla que había ocupado el barman y miró con desagrado la escena, ¿Era así como los hombres gays trataban de invitar a otro a salir? Era ridículo, Seokjin podría darle uno o dos consejos, después de todo no creía que hubiera tanta diferencia entre invitar a un hombre o a una mujer.
Yoongi se quedó en silencio y Seokjin tuvo pena por el tal Hoseok, al parecer el azabache no quería nada o eso pensó hasta que una servilleta apareció de la nada y Yoongi estampó su número de teléfono con un lápiz que tampoco tuvo idea de dónde había salido.
—Nos vemos, tengan una buena noche.
El hombre guiñó un ojo y Seokjin no se perdió las mejillas sonrojadas de Yoongi, parecía un adolescente en vez de un hombre grande, un padre de familia y todo eso.
—¿Fue tu novio? —tuvo que preguntar, aunque era bastante obvio, el tipo había mirado a Yoongi con los mismos ojos que él miraba a las mujeres que se quería llevar a la cama.
Y el pensamiento fue tan extraño.
—Si, en la universidad. No estuvimos mucho tiempo juntos, ya te conté la historia.
—Lo recuerdo.
—No sé si confiar en él —Yoongi reflexionó.
—Le diste tu número —Jin se apoyó en la mesa estudiando al hombre callado frente a él. La expresión de Yoongi era difícil de leer.
—Me sentí presionado, ¿Que debía decirle?
—No lo sé, nunca me han negado un número de teléfono.
La boca de Yoongi se contrajo en una sonrisa y Seokjin lo imitó. A los minutos una mesera bastante joven y atractiva dejó dos tazas de café. Seguramente Yoongi había pedido para ambos antes que él llegara. Ella le dio una mirada evaluadora y Seokjin también lo hizo, miró esa pequeña camiseta y esos pechos grandes. Una cintura definida que hizo que sus pensamientos se fueran a cualquier sitio.
Llevaba meses sin tener sexo.
—¿Desean algo más? —ella miró primero a Yoongi y luego a Seokjin a quien le regaló una descarada sonrisa.
—Solo eso, gracias —dijo Yoongi.
Ella se fue meneando sus caderas y Seokjin no se perdió la vista hasta que no pudo verla más. Volvió su mirada al azabache y Yoongi ya no tenía una sonrisa en su rostro, se veía pensativo y distante.
—Gracias por el café.
—No es nada, no había venido nunca, pero parece que el café es muy bueno ¿No?
Jin asintió, él había estado un par de veces en el pasado, pero estaba seguro que habían mejores lugares en la ciudad para tomar un café.
—¿Tus niños hacen muchas actividades los fines de semana?
—Solo natación, Eunho está en una escuela de fútbol hace un par de años, eso le gusta, de hecho a ambos pero Jihwan es más fanático del agua.
—Recuerdo lo de la escuela de fútbol.
—Es la única actividad que hacen fuera de la escuela.
—Pensé que luego irían a equitación o quizás a jugar Polo. —Jin bromeó, de alguna u otra manera no se sentía tan a gusto con un Yoongi serio, prefería al que sonreía y le seguía las bromas.
Yoongi negó con su cabeza pero no pudo aguantar la sonrisa que casi partió su rostro. ¿Su piel siempre era así de blanca? Seokjin quería hacerlo reír y eso era… Era extraño.
—No somos millonarios Seokjin, ya te lo había dicho, además la escuela de natación me sale gratis.
—¿Si?
—Si —Yoongi tomó un sorbo de café y murmuró algo que Jin no pudo captar.
—¿Que piensas?
—¿Mhm?
Seokjin apuntó la taza —cuando tomas café.
Yoongi le dio una mirada extraña, sus ojos brillaban de alguna manera y por primera vez Seokjin pudo ver una pizca de fragilidad que antes no había estado allí.
—No pienso en nada.
—Mientes y estás frente a un mentiroso profesional.
Yoongi resopló —no lo sé, no pienso en nada te lo aseguro.
—Cierras tus ojos.
—¿Lo hago?
—Si, nunca había visto a nadie hacer eso.
—Creo que me observas mucho —Yoongi ladeó su cabeza —no es necesario que me observas tanto para conocerme, puedes preguntar si quieres saber algo.
¿Lo hacía? Seokjin no estaba seguro de observar demasiado a Yoongi. Quizá lo hacía sin darse cuenta. Nada extraño, nada raro por supuesto.
—Entonces no piensas en nada, me siento estafado.
—Eres ridículo —Yoongi tomó un sorbo de su café y mantuvo sus ojos abiertos mirando a Seokjin sin siquiera parpadear.
Jin tragó saliva y bajó los ojos de pronto nervioso, no le había pasado cerca de Yoongi pero la intensidad en esos ojos felinos le hizo recordar algo que hace años había bloqueado de sus recuerdos.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Seokjin volvió a mirar a Yoongi y esa mirada intensa y sofocante ya no estaba. Más aliviado el rubio se acomodó en la silla.
—Puedes.
Le tomó unos segundos a Yoongi pero finalmente habló.
—¿Que tan graves son tus problemas económicos?
—¿Que? —Jin incómodo se removió en su asiento.
—No quiero meterme en tus asuntos y me disculpo desde ya si estoy trazando una línea delicada, pero te he observado. No eres el único que ha estado mirando.
¿Que podía hacer? Era obvio que tenía problemas serios de dinero, nadie en su sano juicio responde un anuncio para hacer un papel falso como el que ahora estaba desempeñando en la vida de Yoongi.
—Estoy por perder el departamento de mi madre en el que vivo. Me atrasé con el pago mensual y quizá me embarguen.
Yoongi asintió lentamente, luego buscó algo en su chaqueta y le extendió una tarjeta. —¿Sabes a qué me dedico?
—¿Algo de la bolsa de empleo?
El azabache asintió —Ayudo a las personas a encontrar trabajo, pero más que eso, los guío en el camino, no solo es mostrarle las vacantes disponibles sino que también me aseguro de hacer un seguimiento, ver si las reglas del juego están siendo respetadas… Y creo ser bastante bueno en eso.
—No entiendo. —Jin leyó rápidamente la tarjeta, era la de un abogado.
—Él es alguien a quien ayudé en su momento y siempre ha tratado de agradecer lo mucho que le sirvió mi guía. Es abogado y te puede ayudar en tu causa.
—Me va a pedir venda el departamento y no quiero hacerlo.
—Puedo entender, pero no quieres que el banco llegue a última instancia y te quedes sin dinero y sin un lugar donde vivir.
Seokjin bajó la mirada y obligó a sus lágrimas a retroceder, se sentía tan perdido pero alguien le estaba tendiendo una mano y esa mano era la de Yoongi, era bastante tragicomico que ni su propia familia se hubiese preocupado y que lo hiciera alguien que venía recién conociendo.
Yoongi alzó su mano y pidió la cuenta. Seokjin escuchó murmullos, los sonidos de la tarjeta y cuando una mano apretó su hombro supo que de alguna manera ya no estaba tan solo.
Ese hombre que desesperadamente necesitaba a alguien que le ayude a sortear su mala suerte en el amor frente a su jefe y compañeros de trabajo. Ese mismo hombre que era un padre soltero y que quizá tenía tantos o más problemas que el mismo Seokjin le estaba tendiendo una mano y Seokjin lo tomaría.
Cuado pudo controlar sus emociones se puso de pie y caminó al lado de Yoongi mientras los automóviles pasaban por la concurrida calle.
—Gracias —dijo Seokjin mirando a los ojos a Yoongi —creo que es la palabra clave cuando se trata de ti.
—Solo es una ayuda, puede que te ayude o puede que no y entonces mi ayuda no valdría nada —Yoongi miró la hora en su reloj. —Debo ir por los niños.
—Oh cierto, los delfines.
Yoongi se echó a reír y Seokjin sonrió más cómodo con este Yoongi que se divertía con él.
—Bien, nos vemos entonces.
—Nos vemos —Jin alzó su cabeza como despedida y se quedó viendo el automóvil de Yoongi hasta que dobló en la siguiente esquina.
Comenzó a caminar a su departamento y se sentía mucho más ligero que en años pero una atractiva mujer le cerró el paso.
—¿Ya te vas?
Seokjin la miró y un poco confundido porque al parecer ella sabía quién era.
—¿No te acuerdas de mí?
Pasaron varios segundos y Seokjin cayó en cuenta de que la mujer era la mesera que los había atendido en el café, ¿Cómo había olvidado tan rápido su rostro?
—Te recuerdo —Seokjin le dio una de esas sonrisas que aseguraría una divertida noche.
—¿Quieres ir a beber algo?
Atrevida. Pensó el rubio mientras miraba a su alrededor. —Podría ser, ¿Que propones?
Ella rio muy agudo a gusto de Seokjin pero lo dejó pasar. La mujer era realmente atractiva, valía la pena o eso quería creer.
—Mi casa, no muy lejos de aquí.
Seokjin tenía que darle el crédito, ella era bastante decidida y eso le sumaba algún punto o lo que sea, Seokjin era un simple hombre, no iba a negarse a una invitación de carácter sexual.
Comenzaron a caminar hacia un estacionamiento aledaño al café y Seokjin se detuvo antes de siquiera llegar al automóvil de la mesera.
Riendo se dio cuenta que Yoongi no le había entregado su billetera, ciertamente no la necesitaba pero ahí estaban sus documentos, ¿Que pasaba si tenía un accidente y terminaba en el hospital como un NN?
—Lo siento, debo volver… No tengo mis documentos conmigo.
—Oh, puedo llevarte —ella se pasó una mano por su cabello negro y Seokjin mordió su labio indeciso.
Luego de unos segundos negó con su cabeza —iré a búscalo, déjame tu dirección, no me siento muy seguro sin mi billetera conmigo.
Ella accedió y Seokjin se devolvió hasta la avenida, la casa de Yoongi estaba realmente lejos y él no tenía dinero para tomar el bus, pero no le importó.
Caminaría y esperaba encontrar a la familia Min reunida en casa.
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