Pond... Amelia Pond
El video es solo como referencia al nuevo nombre mensionado en este cap.
En aquel lugar lleno de gente hablando, riendo y bebiendo, nadie se habría dado cuenta de esa mesa en la esquina, con solo tres hombres sentados alrededor de ella, charlando mientras bebían cervezas.
El ambiente era oscuro y lleno de humo, calentado por una vieja melodía de rock y los discursos mezclados de decenas de voces diferentes. El local ideal para estar entre la gente sin ser notado.
Sin embargo, Sesshomaru se sentía observado incluso en medio de aquella multitud. Varias veces se giró para mirar por encima del hombro, buscando a esos dos hombres vestidos de negro que la observaban hacer jogging en el parque, mientras al mismo tiempo intentaba recordar algunos de los rostros de quienes salían cada mañana de la camioneta estacionada frente a su edificio.
-¡Hey, Sesshomaru! ¿Estás esperando a alguien? -preguntó Koga de repente, atrapándolo mientras se giraba nuevamente para observar la entrada del club a sus espaldas.
- ¿Qué?-preguntó, seguro de no haber escuchado correctamente la pregunta de su amigo.
Miroku y Koga se miraron con complicidad.
-Te pregunté si estás esperando a alguien -repitió Koga, apenas reprimiendo una sonrisa divertida.
- No, en absoluto -respondió levantando una ceja plateada, perplejo ante los rostros escépticos y pícaros de sus dos amigos-. ¿Por qué me miran de esa manera?
-Verás, Sesshomaru, desde hace unas semanas hemos notado que te has vuelto un poco... distante. Antes solías ir a discotecas buscando un coma etílico o vaciarte las pelotas, pero ahora tienes toque de queda a medianoche y lo único que haces es beber unas cervezas o un analcohólico. Estas cosas nos dieron algo en qué pensar -dijo Miroku sonriendo con picardía a Sesshomaru, quien, en cambio, lo miró con una expresión cada vez más desconcertada-. Hemos llegado a dos conclusiones lógicas. ¡Koga, es tu turno! -exclamó dándole un codazo a este último, quien se giró hacia Sesshomaru levantando su pulgar.
-Uno; volviste a vivir con tu madre y ella no quiere que salgas a divertirte -empezó a decir Koga -dos y, esta es la hipótesis más acreditada; estás saliendo con una chica y no quieres decírnoslo -concluyó levantando también el dedo índice de su puño cerrado.
Tanto Koga como Miroku lo miraban expectantes, esperando con impaciencia una respuesta.
Cuando Miroku comenzó a tamborilear con los dedos sobre la mesa imitando un redoble de tambores, Sesshomaru se dio por vencido, levantando las manos en señal de rendición.
-Ok, ok... lo admito - dijo tratando de sobrepasar el tamborileo de Miroku que, para enfatizar el momento, se detuvo inmediatamente-. ¡Estoy saliendo con una chica! -exclamó finalmente y tuvo que protegerse de las violentas palmadas que sus dos amigos le colocaban en los hombros para felicitarlo.
-¡Finalmente! Pensé que de pronto ya no te gustaban las mujeres y por eso solo salías a tomar con nosotros -exclamó Miroku poniendo falsa mueca horrorizada.
-¡Esto amerita un trago para celebrar! - propuso Koga y tanto Sesshomaru como Miroku estuvieron de acuerdo.
-¡Corre por mi cuenta! -informó Sesshomaru y naturalmente, nadie objetó.
Aun evitando más felicitaciones, Taisho se levantó de la mesa y, maniobrando entre la multitud, logró llegar al mostrador.
-Tres Jack Daniels dobles -ordenó cuando finalmente logró que el barman lo notara.
-¿Por qué no te los inyecta directamente en las venas?
La pregunta impertinente de la mujer sentada en el taburete a su lado le hizo volverse bruscamente hacia ella, quedando asombrado de encontrarse frente a una mujer casi tan hermosa como su Kagome.
La mujer le dedicó una hermosa sonrisa, como si acabara de hablarle a un amigo cercano y no a un completo desconocido.
-Con todo respeto, no creo que sea de tu incumbencia -respondió Sesshomaru.
La mujer se echó a reír.
-Sí, lo sé, lo siento. Es que tres Jack Daniels dobles es mucho -respondió la mujer, todavía sonriendo.
-No son todos para mí -aclaró, apartando la mirada de su rostro para buscar al barman.
-Lo sé. Te he estado observando -confesó la mujer.
Sesshomaru giró para mirarla nuevamente. Ella sonrió y tomó un sorbo del potente licor en su vaso, que por su color, debía ser whisky escocés.
-¿Disculpa? -inquirió, sin querer creer lo que acababa de escuchar. ¿Era posible que Kagome también hubiera puesto a esa mujer para controlarlo? O, simplemente, la había puesto allí para torturarlo, jugando de nuevo a uno de sus juegos psicológicos y perversos.
>>¿Quién eres? -espetó sospechoso.
La mujer sonrió. Llevaba un traje azul oscuro, sencillo pero elegante, que por sí solo no podía decir nada sobre la profesión de aquella mujer.
Sesshomaru se sorprendió cuando la vio sacar una placa del interior de su chaqueta.
-Agente especial. Amelia Pond, FBI -respondió la mujer.
El objeto era inconfundible, encima de la placa de identificación que confirmaba el nombre y rango de la mujer frente a él, la brillante placa dorada que distinguía a los agentes federales.
Sin embargo, Sesshomaru seguía pensando que se trataba de una broma, es decir, solo faltaba que la agente del FBI tuviera dos compañeros, cuyos nombres fueran Rory y Doctor Who, para completar el casting de la serie.
- ¿F-FBI?
La mujer arqueó una ceja ante el tono de voz mordaz e inquisitorio de Sesshomaru.
-¿Nunca has oído hablar de la Federal Bureau of Investigation? Y pensar que nos hacemos escuchar mucho -comentó la mujer.
-¿A qué se debe su presencia en este lugar? -preguntó Sesshomaru, decidiendo de repente que, dada la situación, dirigirse a ella de manera formal era imprescindible.
-Te estaba vigilando, Taisho Sesshomaru - respondió ella simplemente, tomando otro sorbo de whisky y tragándolo como si fuera agua.
-¿Vigilándome? -repitió él con expresión incrédula.
La mujer asintió.
-Sí, sabemos que estás vinculado a una persona muy particular que podría ser culpable de asesinato.
Sesshomaru contuvo la respiración. ¡Oh, no se trataba de una broma!
Ella se giró y le dirigió una mirada divertida.
>>No querrás hacerme creer ahora que no conoces a Higurashi Kagome. Es un delito mentirle a un agente federal -dijo sonriendo con picardía.
-¿Por qué está aquí? -quiso saber Sesshomaru, acercándose a la mujer para no ser escuchado.
-Vigilar a quienes te vigilan se está volviendo demasiado aburrido, tratar de acercarse a ti y poner en peligro a los buenos agentes con esposas e hijos está fuera de discusión. Este asunto se está volviendo demasiado costoso y ahora es una verdadera pérdida de tiempo, según mis superiores, así que me enviaron a hablar contigo -explicó con un tono tranquilo y casi aburrido, como si acabara de informarle los resultados del último día del campeonato de béisbol.
-¿Y qué quieren de mí, que salga con las manos en alto? -preguntó Sesshomaru, encontrando el suficiente sarcasmo como para permitirse actuar con dureza.
La mujer se echó a reír, sorprendiéndolo una vez más.
-Para nada, Sesshomaru, para nada. Queremos que cooperes -aclaró, volviendo a ponerse seria, mirándolo de pies a cabeza con sus ojos marrones como una gata al acecho de un ratón escurridizo.
-¿Colaborar en qué? -preguntó fingiendo sorpresa. Al parecer la experimentada agente del FBI no se dejó engañar por sus escasas dotes interpretativas y le dedicó una sonrisa divertida.
-No te burles de mí, no estás en la posición correcta para poder hacer eso -advirtió y, a pesar de la sonrisa que curvaba sus labios, su tono sonó bastante amenazante.
-¿Qué quiere el FBI de mí? -volvió a preguntar Sesshomaru, tirando a la basura cada máscara de indiferencia.
-Queremos que nos des pruebas que puedan incriminar a Kagome por los asesinatos que se les acusa. Cuando llegue el juicio, queremos que testifiques contra ella declarando que, según tu dictamen médico, es una asesina a sangre fría y despiadada, que no representa ningún trastorno mental que le impida recibir todo el peso de la ley -declaró la agente, despojándose de su máscara de pícara amabilidad.
Sesshomaru abrió los ojos con incredulidad ante las palabras de la mujer.
Sabía que Kagome podría ser descrita con los mismos adjetivos utilizados por la agente, pero hasta ahora nunca había podido verla de esa manera. Para é,l ella no era una asesina, era su mujer.
Ante su silencio, Amelia levantó una ceja y sus profundos ojos oscuros brillaron con algo que Sesshomaru identificó como preocupación.
-Sabemos qué relación tienes con Kagome, Sesshomaru, así que no intentes evadirme diciéndome que no eres consciente de este lado de ella. Debes saber que si no coopera, serás cuestionado como cómplice de asesinato, dado que, a pesar de ser consciente de sus crímenes, no la has denunciado. Ahora, no estoy segura de qué pudo haberte dicho o hecho para que finjas no ver lo peligrosa que es, pero quiero hacerte una pregunta de todos modos: - añadió, de repente, su tono era bajo y arrepentido como si realmente estuviera preocupada por él.
>>¿Crees que si estuvieras en su situación ella te protegería? ¿Arriesgaría cualquier cosa para salvarte? -preguntó suavemente, como si ya supiera la respuesta.
Para Sesshomaru, fue doloroso no saber qué responder.
La agente del FBI asintió lentamente, tal vez leyendo en su mente la respuesta no dada.
Del bolsillo interior de su chaqueta, sacó una tarjeta de visita y se la entregó.
>>Aquí tienes un número seguro al que puedes llamarme. Cuando te sientas listo para hablar, llámame.
Sesshomaru tomó la nota entre sus dedos temblorosos.
La mujer se levantó de su taburete, acarició suavemente el hombro de Sesshomaru, antes de girarse hacia la multitud y desaparecer entre la ruidosa muchedumbre que llenaba el lugar.
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