Alter ego




17 de  marzo.

No sé por qué escribo estas palabras, realmente no lo sé. Quizás porque, ante el desierto en el que se ha convertido mi vida, necesitaba compañía. En casa solamente tengo la tarjeta de crédito y una botella de ron. Desde que te fuiste, esta última se ha convertido en mi mejor amiga.

No quería aceptar que me dejaste, Kag. No podía aceptarlo y entonces, decidí hacer de esa realidad un sueño.

La ebriedad ha sido mi único alivio durante tres meses seguidos, sin embargo, cada vez que despertaba, Gatúbela no estaba para salvarme, solo encontraba un sabor a vómito y alcohol en mi boca y mi cuerpo inútil en la cama, solo, y nada más.

Fueron esos breves momentos de lucidez los que me empujaron a volver a unirme a la botella al poco tiempo de estar despierto. No quería pensar que me habías dejado atrás como a un objeto sin valor.

Terminé esa etapa con un daño hepático del que recién hoy empiezo a recuperarme, ya que a partir de hoy decidí cortar los lazos con la botella, nuestra amistad era demasiado destructiva.

Han pasado muchas cosas desde el día en que te fuiste, incluso me encargué del funeral de tu padre, Kag. Espero que te guste el epitafio que hice grabar en su lápida.

Kenta Higurashi, un padre amoroso más allá de los lazos de la sangre y el tiempo.”

Es un poco violento, pero creo que refleja vuestra relación, ¿verdad? Esa frase quedará grabada en el mármol de su lápida hasta que regreses y decidas cambiarla, tal vez después de darme una patada por haber hecho un gesto tan irrespetuoso hacia tu padre.

Naraku Spider fue juzgado, declarado culpable de defraudar al estado y condenado, pero ahora está libre. Logró compensar con un dinero que nadie pensaba que tuviera.
Algo me dice que esa noticia solo agrandará tu lista de venganza.

El agente Corson, un tipo del FBI del que irónicamente me hice amigo, me comentó que estaba investigando la proveniencia de dicho dinero. Quién sabe, tal vez si trabaja duro, incluso podrá devolverlo a prisión, antes de que tú logres atraparlo.

No hay rastro de Sango Taijiya.

Corson dice que parece haber muerto hace cinco años en Colombia, durante una excursión mientras estaba de vacaciones, por lo que según el FBI, yo habría sido torturado por un fantasma.

También le pedí que buscara en sus archivos el nombre de Amelia Pond. Aparece en muchos más casos, y casi todos están conectados con homicidios.

Amelia Pond sale al margen de los informes como simple testigo del hecho o como persona que encontró el cadáver, sin embargo, en cualquier caso, su nombre siempre viene acompañado de las palabras “inocente” y “ajeno a los hechos”. Una vez incluso se hizo pasar por el abogado de la víctima.

Al igual que tú, Naomi también parece haber desaparecido en el aire. La busqué durante unas semanas, pero luego me di por vencido.

No he ido a trabajar estos tres meses, Kag, e incluso despedí a Rin. Lo siento por ella, pero no creo que le sirva de nada permanecer cerca de mí.

Creo que Sango me está vigilando, me pregunto por qué no ha aparecido todavía. Quizás piensa que puedo dirigirla hacia ti, pero se equivoca, no dejarás que te encuentre, ¿verdad? ¿Dónde estás, mi amor?

2 de abril.

No tengo tanto dinero como tú para monitorear y rastrear a una persona, pero todavía estoy haciendo lo mejor que puedo. Ahora, oficialmente hablando, eres una persona desaparecida a todos los efectos y estás en la lista de (desaparecidos) en todo el país. Sé muy bien que no te gustará el exceso de fama, pero es el único medio que tengo para intentar localizarte.

Toda la pandilla que estaba bajo tus órdenes y la de tu padre ha desaparecido, ciertamente no puedo contar con ellos para intentar encontrarte. Están todos de vuelta en las alcantarillas de donde los pescaste. No puedo rastrearlos porque se han vuelto invisibles, han pasado de ser mafiosos respetables a delincuentes comunes, ladrones, traficantes de drogas y asesinos.
Es extraño decirlo, pero no puedo evitar pensar que contigo hasta el crimen se vuelve elegante y adquiere un aura de encanto.

Te extraño de una manera increíble. Lo que estoy a punto de escribir es una vieja frase que ya se escucha en miles de canciones y películas, pero es la mejor manera de decirte que siento:

Soy como un hombre al que le acaban de cortar el brazo, el miembro ya no está allí, pero todavía siente el dolor y todavía siente ese brazo. Es un dolor insoportable cuando mira hacia abajo y se da cuenta de que ese miembro ya no está y que nada podrá traerlo de regreso. Siento exactamente lo mismo todas las noches, cuando sostengo una almohada mientras duermo imaginando que eres tú, y lloro en secreto cuando abro los ojos y me doy cuenta de que todo fue una ilusión.

En la calle siempre me parece ver tu cara en los rostros de otras mujeres, pero después de un breve abrir y cerrar de ojos, esa ilusión también desaparece. Tu ausencia me recordó lo vacía que estaba mi vida antes de que tú aparecieras. No quiero volver a ser el hombre que era hace casi dos años. Te amo locamente, espérame por favor.

17 de mayo.

Hoy es mi cumpleaños, Kag. ¿Lo has olvidado? Espero que no. Mi madre me llamó hace media hora para desearme feliz cumpleaños, luego también me llamó mi padre por el mismo motivo.

Que me condenen si no lo hago, pero si alguna vez te vuelvo a encontrar, te llevaré a conocerlos. Después de todo, conocí a tu padre, es justo que tú también conozcas a mi familia.

Seguramente no te llevarías bien con mi madre, ambas tienen carácter difícil, pero a mi padre le agradarías. Probablemente, admiraría la grandeza y austeridad que posees, y yo recibiría algunas palmaditas en la espalda como cumplido por traer a una chica tan hermosa a casa.

Me imaginé ese momento la otra noche en mis sueños. Me desperté llorando, luego me sentí como un idiota. Tú seguramente te habrías burlado de mí si me hubieras visto. Como siempre, habrías usado tu risa sarcástica y tu tono de voz más mordaz para soltar tus malos chistes habituales. Luego de algunas respuestas groseras de mi parte, habrías venido a abrazarme y disculparte, como siempre hacías cuando querías jugar.

¡Maldita sea!, Me traes recuerdos demasiado felices y lejanos.

Hoy es mi cumpleaños y lo pasaré en un motel de mala muerte en Ohio.

Logré localizar a Ginta, se encuentra en prisión. Mató a un hombre, le disparó en la cabeza con una pistola desde una distancia de treinta y dos metros. Un tiro maestro, según los policías forenses que se ocuparon del caso.

Apuesto a que dirías que ciertamente tuvo sus buenas razones, yo también lo creo.

En cualquier caso, Ginta tendrá que pasar veintidós años de prisión. Planeo ir a verlo en una semana. Espero que me alguna información.

1 de junio.

Te escribo desde un tren de regreso a Nueva York. Hablé con Ginta hace unos días. No le impresionó mucho la noticia de tu “desaparición”, simplemente dijo que lo esperaba:

«Es realmente una cosa de la señorita Higurashi. Probablemente, cuando le apetezca, volverá y asesinará a quien mató a su padre»

Estas fueron sus palabras.

También dijo que no sabía dónde estabas, pero me dio un nombre y algunos consejos:

«Amigo, ella no quiere que la encuentren, pero pareces desesperado, así que te ayudaré. Solo una cosa, cuando des con ella, no te enojes conmigo.»

Después de estas extrañas palabras, me dio un nombre. Shippo Petrov. Vive en Nueva York, en la peor zona del Bronx. ¿No podías elegir amigos que fueran un poco menos… criminales?

5 de junio.

Esta mañana me encontré con Petrov. Se trata de un ruso con barba que está a diez kilos de por debajo para ser considerado delgado. Parece un esqueleto vestido con una camiseta de One Piece amarilla y unos pantalones verdes con el borde a forma de campana.

Mientras hablaba con él, no hacía más que fumar cigarrillo tras cigarrillo, infestando su pequeña guarida con el hedor del tabaco. Su pequeña guarida es lo que más me llamó la atención. En apenas diez metros cuadrados se acumuló tanta tecnología que fácilmente podría constituir un laboratorio de informática digno de la CIA. Me pidió mil dólares para buscarte. No encontró nada.

Le pedí que localizara a Naomi y tuve que desembolsar otros mil dólares. Incluso entonces la investigación no pareció haber dado resultados satisfactorios.

Solo resultó una cosa, algo bastante interesante, Naomi desapareció de la circulación exactamente el mismo día de la muerte de tu padre.

A partir de ese día, aparece en su lugar una tal Sara King. Es muy poco, pero vale la pena investigar. Quizás ella sepa dónde estás. Por ahora solo tengo un nombre, no tengo dirección.

Antes de echarme de su cueva, alegando que por mi culpa tendría que “cambiar de aires”, el viejo zorro me entregó una llave USB, dijo que no la abriera, que era un regalo para ti de su parte, pero que no le agradecieras porque te haría llegar la factura sin importar en dónde te encontrarás.

1 de julio.

Sara King… Sara King… Sara King…

Ese nombre me persigue. Hay exactamente cientos diez personas con este nombre en todo el país. Es muy difícil saber cuál de ellas es Naomi sin poder conocerla en persona. No podía contar con la ayuda del ruso. Dijo que soy un hombre con demasiados problemas que ya me había ayudado bastante.

Creo que tiene razón.

Siento como si la desesperación que siento estuviera desgastando mi alma. Una cicatriz que se hace más profunda a cada hora, a cada día que paso lejos de ti.

Creo que la gente puede ver esa cicatriz en mi rostro, identificándome como un hombre desesperado, al que la gente evita por miedo a contagiarse de su terrible enfermedad. Me culpo por haberme dejado contagiar por ti de una manera tan ingenua. Sabía que mi relación contigo no sería todo sol y rosas, pero nunca imaginé que me reduciría a lo que soy ahora. ¿Un vagabundo tal vez?

He perdido casi diez kilos en los últimos meses y no me he afeitado desde… No lo recuerdo, la verdad. Probablemente, te reirías de mi barba. O quizá, quizás incluso te guste y, una vez más, me sorprendas. Eres tan buena en eso que tal vez no me sorprendería mucho si abrieras la puerta de este motel de mala muerte en Nueva Jersey y me dijeras, con voz molesta:

«¡¿Qué diablos estás haciendo aquí, Sesshomaru?!»

Ojalá sucediera, pero en el fondo sé que no será así.

29 de agosto.

La lista se ha reducido en tres nombres en lo que ahora serán tres meses. Las tres última Sara King de la lista son las que coinciden en edad; una en California, una en Kentucky y otra en Martha’s Vineyard. La última es la más cercana, creo que empezaré con ella.


Sesshomaru dejó caer el bolígrafo en el momento exacto en que la puerta fue golpeada por un par de rudos nudillos que, en lugar de tocar, parecían decididos a derribar la puerta.

Molesto, fue a abrir la puerta, dispuesto a cantarle cuatro al camarero/gerente del motel de mala muerte donde se alojaba para agradecerle por su altisonante servicio de habitaciones. Fue una verdadera sorpresa cuando, después de abrir repentinamente la puerta, se encontró frente al agente Corson con el traje completo del FBI.

—¿Me dejará pasar, por favor? —preguntó el agente con mirada aburrida.

Sesshomaru lo miró fijamente con la boca abierta, que un momento atrás había estado lista para gritar insultos al barbudo e hirsuto gerente del motel. Le tomó unos segundos recuperarse de la sorpresa antes de darle la bienvenida al recién llegado.

—¡¿Qué qué carajos hace aquí?! —exclamó Sesshomaru, eligiendo la más estúpida de entre las muchas frases que tenía en mente.

El agente Corson lo miró durante unos segundos y luego, resoplando con impaciencia, pasó junto a él para entrar a su habitación.

>>En serio ¿qué carajos hace aquí? —preguntó Sesshomaru una vez más.

El agente Corson se detuvo en el centro de la habitación. Su considerable altura destacaba en aquel ambiente pequeño y sucio. Cuando se giró para mirarlo, una sonrisa divertida apareció en su rostro.

—Este lugar me recuerda a mi apartamento— dijo sonriendo.

Taisho le levantó una ceja.

—¿Vino aquí para darme una lección de limpieza? —preguntó con aire sarcástico, ignorando deliberadamente la basura esparcida por el suelo, la cama deshecha, la caja de pizza medio vacía sobre la mesa y su diario abierto al lado.

El diario…

Lanzó una mirada alarmada por encima del hombro del agente Corson, temiendo que pudiera girarse y echar un vistazo a aquellas páginas, donde prácticamente había derramado el contenido más profundo de su alma.

Con aire indiferente, decidió actuar; pasó junto al agente para fingir que iba a ordenar la mesa, cerró el diario y con un gesto furtivo, luego lo deslizó en su vieja bolsa de deporte donde guardaba toda su ropa.

>>¿Qué es lo quiere, agente? —volvió a preguntar, mientras cerraba la caja de pizza e iba a tirarla al zafacón ya lleno de latas de gaseosas y cajas de comida japonesa.

—Hay algo de lo que quiero hablarle…

Sesshomaru sonrió.

—Ha venido desde Washington hasta aquí para hablar. ¿No sabe que para eso inventaron algo que se llama teléfono? —respondió sin siquiera voltear, concentrado en su trabajo de limpieza superficial. Detrás de él, escuchó al oficial reírse.

—En privado— añadió.

—Bien. Ya que no parece de los que siguen el fútbol. Podríamos charlar en “privado” sobre el béisbol, si quiere.

—Nunca pensé que lo encontraría en estas condiciones, doctor Taisho —dijo el agente mientras tomaba asiento en una de las dos sillas desvencijadas junto a la pequeña mesa manchada de comida que, junto con un viejo armario, formaban el espartano mobiliario de la habitación.

—¿Cuál condición? —inquirió Sesshomaru, mirando al hombre de reojo.

—Tan desesperado y con barba.

Sesshomaru no pudo evitar reírse, acariciando su barba que ya alcanzaba los dos centímetros de largo.

—Sí, ¿quién lo hubiera pensado? —dijo sonriendo, para luego volver a ponerse serio. —En serio, ¡¿se puede saber qué quiere?! —volvió a insistir, usando un tono amenazador.

El agente Corson sonrió e ignoró su tono sombrío y rabioso.

—Lo desconozco, se ha vuelto tan altanero, agresivo. Apuesto a que también esconde un arma en algún lado —continuó.

Taisho pensó en la Beretta automática que había escondido en su bolsa de ropa y trató de mantener su rostro inocentemente neutral.

>>Al leer su perfil, nunca hubiera creído que algún día podría convertirse en lo que es ahora.

—¿Mi perfil?

—Por supuesto, lo escribí yo mismo basándome en la información que pude reunir. He deducido que era esencialmente tranquilo, inteligente, reflexivo, cortés, difícil de enojar y extremadamente leal. ¿Me equivoco?

Sesshomaru no supo cómo responder, pues ya no era ese hombre.

La sonrisa del agente del FBI se hizo más profunda.

>> Ahora, sin embargo, me encuentro frente a un hombre frío, calculador, agresivo y sarcástico, dispuesto a todo para conseguir sus objetivos, sin más límites ni inhibiciones. Describirlo ahora, Doctor Taisho, es como leer de nuevo el perfil de su compañera, la señorita Higurashi. Ahora son verdaderamente almas gemelas.

Ese dejo de cinismo y sarcasmo con el que pronunció la última frase picó al psicólogo en lo más vivo. No toleraba que nadie juzgara su relación con Kagome, nadie podía permitirse hacerlo.

—Al grano, Ken —siseó, tratando de contener su enfado.

El rostro del agente Corson volvió a ponerse serio, era la primera vez que Taisho lo llamaba por su nombre, parecía realmente enojado y no estaba allí para hacerlo enojar, sino para buscar pistas.

—He seguido sus movimientos, Doctor, y he llegado a la conclusión de que está a un paso de su destino. Ya sabe dónde se esconde la señorita Higurashi.

—¿Y qué con eso? —replicó enojado, sin molestarse en fingir que no sabía de qué hablaba el agente. Habría sido completamente inútil.

—Higurashi tiene una orden judicial vencida en su contra. Debe ser juzgada por los crímenes que cometió y si no se presenta por su propia voluntad entre…—, dijo, levantando luego el brazo para mirar el reloj que llevaba en la muñeca—. A las diez y media de esta mañana, será arrestada con la cláusula de custodia preventiva hasta que comience el juicio —concluyó.

Sesshomaru solo pudo sonreír. Eran las cinco de la tarde.

—Pues no está aquí, si vino a arrestarla —respondió con una sonrisa sarcástica que hizo que la ya fuertemente contraída mandíbula del oficial se endureciera.

—Dígame dónde está —ordenó.

La sonrisa en los labios de Taisho no se desvaneció.

—Incluso si lo supiera, ¿realmente cree que te lo diría?

—Podría ser acusado de complicidad.

—¿Está casado? —preguntó de la nada Sesshomaru, sorprendiendo al agente que no sé esperaba una pregunta tan inusual.

—¿Qué?

—Responda.

El agente Corson entrecerró los ojos, observando cuidadosamente el rostro de Sesshomaru en un intento de predecir a dónde iba con esto.

—No, no estoy casado —respondió finalmente, decidiendo responder con la verdad.

— ¿Y no hay nadie importante en su vida? — preguntó una vez más, obstinadamente.

Una vez más, la ceja derecha del oficial se arqueó bruscamente. Pero una vez más, respondió con sinceridad.

— Sí, eso creo…

Sesshomaru entendió que había ganado.

—¿Qué haría si la perdiera?

Sesshomaru sonrió con satisfacción cuando el agente Corson abrió mucho los ojos al darse cuenta de que había caído en una trampa.

—Responda, vamos —lo instó y el hombre le lanzó una mirada venenosa.

—Ese no es el punto… —comenzó a decir, pero Taisho lo interrumpió.

—Insisto en que me responda, puede elegir el sinónimo menos trágico si quiere, hay muchas formas de perder a una persona.

Corson desistió respondiendo con lo que el psicólogo juzgó que era la verdad.

—Iría en su búsqueda.

—Esta vez no utilizó ningún “creo”. Estoy seguro de que subestima mucho la relación con su amada, agente Corson. Eso podría traerle problemas de pareja en un futuro —dijo luego con un tono burlón que le valió otra mirada asesina por parte del agente.

>>Apuesto a que se olvidó que soy un psicólogo que ejerce bien su labor, ¿no? —agregó con sarcasmo, el hombre suspiró derrotado—. Mi respuesta a su pregunta, agente Corson, es que no tengo idea de dónde está Kagome. Estoy aquí de vacaciones. Me tomé un año sabático para relajarme un poco. Puede escribir más mierdas como esta en su informe si quiere—dijo fijando su mirada dorada en los ojos del agente—. Ahora, si no tiene más preguntas, le pediré que se marche y me deje descansar —concluyó, señalando la puerta con la barbilla.

—Le estoy vigilando, Doctor Taisho, y creo que no soy el único —le advirtió el agente Corson antes de salir a grandes zancadas de la habitación, cerrando bruscamente la puerta a sus espaldas.

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