Tú, que me enseñaste que a pesar de no tener una corona soy la reina de tu vida. Que aunque no tenga riquezas mientras sea conmigo vivirías alargando tu paga para poder llegar juntos a fin de mes. Que puede que tengas el mundo a tus pies, pero vivirías escogiéndome a mi, siempre a mi.

Ana









Recuerdo que al llegar ni me
miraste fui solo una más de cientos,
sin embargo fueron tuyos
los primeros voleteos.
Como no pude darme cuenta,
que hay ascensores prohibidos,
que hay pecados compartidos
y que tú estabas tan cerca.
Me disfrazo de ti, te disfrazas de mi.
Jugamos a ser humos en esta
habitación gris.

Sahara



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