Capítulo 13


Presente...

—Mi primera conferencia es esta —digo en el micrófono. Los rostros tristes y afligidos sonríen un poco ante mi confesión—. Ustedes son los primeros en escuchar de mis labios, mi verdadera historia.

Algunas personas dejan derramar lágrimas de dolor, empatía, admiración...

—Mi hijo, aquel que pensé era mi castigo y tortura eterna, resultó ser mi salvador; al igual que Esteban. No encontré mil razones para vivir, hallé menos que ese valor, pero aquellas han sido suficientes para romper las cadenas invisibles que me ataban a mi pasado y ver el futuro con una sonrisa. —Sonrío, percatándome apenas de mis lágrimas—. No ha sido fácil, y no lo será para nadie, como he dicho. Las heridas, las cicatrices son frágiles, pero se puede. Yo... —Palmeo mi pecho—, lo he logrado, lo estoy logrando. Es una lucha día a día con mis demonios, siempre persiste ese fantasma, esa constante que te hace cuestionarlo todo. Esta vida no ha sido justa conmigo, y podría decir que he sido una mártir, pero he entendido que se necesitan duras pruebas y verdaderos infiernos, para forjar a guerreros que se conviertan en referentes que ayuden y valoren las cosas buenas, cuando llegan. Yo estoy convencida que soy una guerrera, estoy segura de que soy una luchadora, más que una sobreviviente; porque no he dejado que lo malo me domine y guié mi vida, he sobrepasado sus garras y he llegado hasta aquí.

>>Aun hay tropiezos, ¿quién dijo que cada camino es fácil? Aún lucho, pero ¿saben que es lo bueno? He ganado y sigo ganando. —Esteban viene a mi lado y toma mi mano. Papá sube al auditorio con mi bebé en sus manos. Ángel me ve y sonríe, pero al escuchar el murmullo y los jadeos de los presentes, se pierde en los rostros de la multitud, sonriendo—. Mi corazón se está sanando, mi vida ha sufrido pérdidas, pero también ha ganado, mi hijo, mi padre y Esteban; Joslyn, Sara, Eliana y todas mis amigas, aquellas que han vivido lo mismo de manera directa o indirecta y han encontrado en mí apoyo, y yo en ellas. —Papá me entrega a Ángel, beso su mejilla y él balbucea cerca del micrófono. La multitud se enternece y llora—. ¿Cambiaría mi pasado si pudiera? Sí, muchas veces lo he pensado, pero luego, cuando veo este hermoso rostro que me llama mamá, cuando siento las manos y los besos de quien hoy es mi pareja y compañero de viaje en este camino; cuando veo la felicidad en los ojos de mi padre, cuando siento que mi madre me sonríe desde el cielo; comprendo que, si decido cambiar algo, si decido quitar algo del dolor y el sufrimiento que viví... —Me detengo para tomar algo de aire—, la vida que tengo ahora, las personas que hacen parte de mí, probablemente no estarían. Y eso, estas sonrisas —Señalo a mi bebé—, me hacen saber que no cambiaría nada porque él, esto, mi vida ahora... vale la pena, y la de ustedes también.

La multitud estalla en aplausos, lágrimas, sonrisas, jadeos, susurros, todo suena y llena la habitación. Esteban me besa y estrecha mi mano, orgulloso de mí. Papá me sonríe y Ángel, mi pequeño me observa atentamente y veo en sus ojos el amor que siente por mí. Su madre, que aunque tiene un alma rota, ha logrado enmendar y pegar cada pedacito que fue arrancado.

—Por último, quiero que todos recuerden esto. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. No callen, no guarden, no se compadezcan... rompan el silencio, rompan las cadenas.

FIN.


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