Tentación
Lo siento padre, he pecado...
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El manto grisáceo y nebuloso se alzaba con imponencia en lo más alto, con nubes cargadas y oscuras dando aquella apariencia depresiva en el cielo. Algunas aves transitaban, aunque no la misma abundancia esperada. El agua corriendo por las coladeras limpiando las calles de toda la colonia. Algunos niños saltando en el agua estancada o colocando los barcos de papel que sus padres le habían formado.
El césped que separaba la parroquia de la casa establecida para el sacerdote seguía húmedo y sin el cuidado adecuado, podrían hundirse en el fango. Era algo bastante incomodo, pero en esos casos el sacerdote solía seguir el camino de cemento que rodeaba la iglesia e hacía el camino más largo pero que no le importaba. Prefería eso en vez de lidiar con quitar el lodo de sus zapatos.
Agradecía en serio aquel clima que hidrataba a toda la vegetación de la zona y como mucha gente, especialmente los niños, recibían gustosos esos días lluviosos. Aunque aquella apariencia nebulosa del día incitaba a la gente a mantenerse en casa y dormir sin limitaciones. Aunque Neji no podía darse ese lujo, no ahora mismo.
Kiba le había pedido un par de días libres y él no pudo negarse, no cuando él se había ausentado durante un largo rato por el problema familiar que había atravesado. El Inuzuka había dicho que tenía unos asuntos que resolver y el Hyūga no había preguntado al respecto, jamás lo hacía. Si el diacono quisiera hablar al respecto se lo hubiera comunicado cuando pidió los días, por eso mismo él no solía preguntar. No era de su incumbencia.
Debido a ese cambio en su rutina se vio a la tarea de realizar los trabajos que el Inuzuka solía realizar. Barrer la entrada de la iglesia, mantenerla limpia, regar las plantas, conservar todo en orden. Agradecía que los días que había pedido eran entre semana por lo que no había una gran actividad como los fines de semana. Se mantuvo bastante activo, moviéndose por toda la iglesia y madrugando más temprano para terminar todo antes de dedicarse a sus propios pendientes. Tenten le había ayudado los dos días anteriores a mantener esa zona aseada. No hizo tanta falta regar las plantas por que los dos días anteriores ha estado lloviendo parte de la tarde y noche, lo cual igual propiciaba que no hubiera tanto tránsito de gente, meramente en las mañanas.
Esa mañana había aprovechado para limpiar la torre de la iglesia, más específicamente las campanas. Con la lluvia era más fácil retirar la suciedad y desechos de las aves que a veces solían anidar ahí. Había subido con una escalera que se apoyaba en las campanas para alcanzar la zona más alta. Lo ideal era hacer esto con alguien que sostuviera la escalera, pero aquello sería más fácil con la lluvia. Había un charco grande debajo de la campana que terminando barrería para evitar la acumulación. Con un trapo tallaba fervientemente. Su mirada se perdió un instante hacia los lados, observando un gran charco en la parte lateral de la iglesia, terminando iría a deshacerse de ello.
Subió un escalón más para alcanzar la parte más alta pero aún no llegaba. Subió aún más, hasta que alcanzó el penúltimo escalón. Solo un poco más, se estiró lo suficiente hasta que quitó una mancha que estaba ahí. Sonrió satisfecho, alejándose un poco para ver si detectaba alguna que se le pasara. Aquel ligero movimiento fue suficiente para provocar un movimiento en la escalera, intentó mantener el equilibrio sujetándose de la campaña, pero ese movimiento solo empeoró las cosas.
La escalera se fue hacia atrás y hacia adelante, un estruendo de una cubeta caer al suelo y algo estrellándose en la campana haciéndola sonar tres veces. La oscuridad consumiendo a su consciencia hasta que no quedó nada.
Evitaba a toda costa los charcos que había en la calle, aquellas coladeras parecían una broma de mal gusto ya que no hacía que el agua se fuera por ahí. Aunque ese hecho parecía encantar a los niños de la colonia. Tenten solo no quería perder un zapato en aquella travesía. Odiaba esa ruta pero se le había hecho tarde por pasar por algo para comer para compartir con el párroco. Esa había sido la rutina en estos días, donde él se ocupaba de los labores de Kiba y ella se aseguraba de que comiera adecuadamente.
Algo que disfrutaba, debía admitir, el comer con él a solas era un placer que buscaba que no se notara a simple vista en su rostro.
En cualquier otro instante de su vida hubiera aprovechado esa soledad absoluta para intentar hacer cualquier cosa con él. Un acercamiento lo suficientemente tentador y motivante. Pero que en ese momento considerando como todo parecía fluir bien, sin forzar las cosas o apresurarlas. Esa era la forma en la cual funcionaba todas las cosas con el Hyūga, con una lentitud agonizante pero que considerando la situación era como debía ser.
Neji Hyūga tenía dos barreras fuertemente trazadas, obstáculos o limitaciones que Tenten tenía muy presente y por las cuales se movían cada uno de sus planes. La eclesiástica y la convencional. La primera fase para conseguir lo que quería, era la convencional, que había sido más complicada de lo que había pensado.
Considerando la persona que era el Hyūga y dejando de lado un momento su habito, la convencional era aquella en la cual había estado trabajando desde hace un par de meses que había decidido contener sus deseos.
El Hyūga era una persona bastante complicada, de difícil acceso. Era muy reservado y selectivo con cada una de las personas que dejaba entrar a su vida. No contaba nada de su vida privada, casi nada la conocía y era por voluntad propia. No se sentía cómodo alrededor de muchas personas. Demasiado distante, frío e indiferente con cosas que no eran de su agrado o interés. A su parecer era la barrera más complicada, ya que tuvo que dedicarle un tiempo fundamental. Además que su actitud descarada y sincera hacían que él la repeliera, queriendo que estuviera lejos de él. Ante esos hechos se vio obligada a cambiar su forma de actuar, reprimiendo cualquier acción que denotara intenciones más allá de la amistad.
Neji no quería una mujer que tuviera las manos encima suyo, mucho menos que tuviera que estarla controlando en cada momento que se encontrara. Él buscaba alguien que le diera calma y que estar con ella le proporcionara confianza y comodidad. Del cual no se tendría que estar preocupando. Ese había sido el primer paso, con un poco de supresión él Hyūga bajó la guardia sobre ella. Lo cual le permitió avanzar y lograr manejarse en la segunda fase que consistía en él disfrutara su compañía. Que le fuera agradable estar con ella en comparación con las demás personas. Algo de lo cual se había dado cuenta un par de meses atrás.
Kiba a veces solía ser un tanto ruidoso, por lo que Neji parecía más cómodo al alrededor de ella y podían entenderse mejor. Sus pensamientos iban en la misma sintonía conforme a que es lo que preferían y la forma de realizar las cosas, por eso trabajaban bien juntos. Además que siempre solía llevarle algo para comer y él parecía disfrutarlo más que las cosas que el mismo Kiba cocinaba a veces o los muchos pasteles que había en su nevera.
La tercera y última fase era a su parecer la más complicada, de la cual no estaba muy segura y que no sabía si lo había conseguido. Había dudado durante un largo rato pensando en si era posible, si ya había ocurrido o si podría pasar. Siempre dudando al respecto pero que días atrás, más específicamente el domingo, pensó por un instante que podría haber logrado sin darse cuenta. Que Neji Hyūga la extrañara y anhelara su compañía.
Algo de lo cual no tendría una confirmación como tal y debía interpretar acciones o decisiones que el tomara. El hecho de que él le pidiera acompañarlos a aquel campamento había sido su señal. Le había preguntado explicitamente que si él quería que ella fuera, una pregunta que se le había salido más que nada por incredibilidad, de no poder creerse que estuviera pasando. Porque Neji es una persona sumamente difícil, tan poco apegado a las personas que algo como eso pensó que no terminaría de lograrlo.
Pero que tal parecía era una realidad, algo que había agitado tanto dentro suyo.
Cuando hablaba de lo convencional se refería a aquella barrera que dejando de lado la religión, hubiera tenido que lidiar con ella. Estaba más familiarizada con ese tipo de cosas, en su estadía en el plano terrenal. Al conocer a hombres en su travesía, evaluando lo que necesitaba para acercarse a ellos y consiguiéndolo. Eventualmente había hombres que habían sido de libre acceso y la realidad era que jamás debía pensar o maquinar planes complicados para que se le acercaban. Los humanos eran tan sencillos.
Por eso Neji era diferente, tan complejo y complicado. Pese a seguir sus intentos y el modo operanti que solía usar, eso solo pareció alejarlo mucho más. Tenten se vio en la tarea de cambiar radicalmente todo lo que conocía e intentar nuevas cosas.
Era realmente satisfactorio el haber logrado cada una de las cosas que se había propuesto. Un gran acierto había sido ingresar a trabajar a la iglesia que facilitaba su convivencia con el Hyūga y conocerlo más a fondo para poder trabajar con eso. Conociendo su forma de manejar podía intentar varias cosas, que le daban "puntos" con el párroco como el hecho de presentarse voluntaria en el comedor. Tal fue su sorpresa que la había esperado y regresado junto con ella. Todo parecía ir perfectamente.
La siguiente barrera sería la eclesiástica y de la cual no tenía ni la más mínima idea de cómo derribar. Era la más problemática y de la que no tenía información. Aun trabajaba en ello, pensando que en cuando llegara el momento pensaría en algo. Confiaba en su ingenio para poder enrredarlo y que antes de que pueda darse cuenta, estaría perdido.
Suspiró porque a pesar de que todo sonaba tan perfecto algo que no tenía previsto había sucedido. Había demorado más de un año en toda esa maldita fase, avanzando lentamente y sacando paciencia de sus rezos y de lugares que no sabía que tenía. Jamás había tenido que esperar o ir con cuidado. El control y quietud eran cosas desconocidas para ella. En situaciones normales ella hubiera perdido todo el decoro y se hubiera lanzado encima del párroco sin medida.
Eso era lo que la tenía sumamente asustada, el hecho de que en condiciones normales eso hubiera pasado. Pero que justo ahora no podía imaginar hacerlo con la facilidad anterior. Ella estaba sintiendo demasiado, tantas cosas que jamás había experimentado que muchas veces se sentía fuera de lugar. Y que eso mismo parecía controlar su inhibición. La presencia del sacerdote la hacía dudar y la ponía...nerviosa. Su sola mirada encima suyo o como su ausencia prolongada le había dolido, tanto que había pensado como inconcebible el hecho de estar con alguno otro hombre que no fuera él.
Aun recordaba cuando el sacerdote le había puesto el broche en su cabello, su pecho había golpeado dolorosamente pero que al mismo tiempo había sido sumamente agradable. En el confesionario días atrás pensó que sería capaz de decir o hacer algo por haberlo extrañado, pero una sola mirada de él basto para dejar su mente en blanco.
Esas sensaciones la hacían sentir tan fuera de sí misma que a veces no sabía cómo comportarse.
Cosas que no eran de su conocimiento y que solía ignorar al sentirse sobrepasada al pensarlo. Por eso mismo lo desechó cuando vio la iglesia bastante cerca.
Tenten se estiró una vez que pasó un gran charco, sintiendo su cuerpo adolorido. Esa mañana se había levantado sin ganas y con cierto malestar. No tenía fiebre pero podía sentir el cuerpo irritado. Lo atribuyó al hecho de que había decidido jugar con los niños del catequismo el día anterior bajo la lluvia. No fue su mejor decisión, y más considerando que no era especialmente buena con los niños, pero se vio involucrada en el juego y había corrido por la parte delantera de la iglesia con ellos. Un juego corto pero que la había empapado de la cabeza a los pies. Neji había ofrecido a que se cambiara en la iglesia pero ella no tenía otra muda de ropa, por lo que decidió irse a la casa de Umi para cambiarse lo antes posible.
Tal parecía que ese juego le había jugado en contra. Aun siendo una fatha su cuerpo era vulnerable y más estando en el plano terrenal. Ahora mismo se sentía algo acalorada y el clima le pegaba fuerte por la disposición de las nubes que provocaban que estuviera más frío, pero había decidido ignorar eso. No podía dejar a Neji solo ahora que Kiba no estaba. Ingresó a la iglesia, mientras buscaba avivamente al párroco sin poder encontrarlo.
Recorrió todo el lugar pero se extrañó de no verlo en ningún lado. ¿Acaso había salido? Imposible, considerando que eso implicaba dejar sola la iglesia. Salió al patio de enfrente con el fin de preguntarle a los niños de afuera si lo había visto. Fue en ese momento que el sonido de la campana la hizo brincar en su lugar. Su vista se alzó inevitablemente visualizando las torres, encontrando el paradero del sujeto de interés.
Subió por el acceso hacia la torre y con la excusa de ayudarlo con lo que sea que estuviera haciendo arriba. El suelo aún estaba mojado en todo alrededor del templo debido a que toda la noche había estado lloviendo. Tal vez había agua acumulada y él estaba deshaciéndose de ella.
Alcanzó el último escalón, estos estaban en forma de caracol y eran bastantes, aunque era una torre alta. Los ojos castaños viajaron por todo el sitio buscando la cabellera larga y oscura atada en una cola baja que usaba al realizar alguna tarea. Prontamente su visión se dirigió al suelo, encontrándose al clérigo ahí, inconsciente.
Un sentimiento abrumante oprimió su pecho ante la imagen y sin pensarlo se acercó hasta él, hablándole en un intento de hacerlo reaccionar. Pero no obtuvo respuesta, preocupándose si tal vez podría...
Sus dedos tocaron el cuello sintiendo las pulsaciones y una tranquilidad la invadió. Vio la escalera a un lado intuyendo que muy seguramente se había caído. A pesar de que su vida no corría peligro, se había golpeado lo suficientemente fuerte para que lo hicieran perder la consciencia. Pensó en bajar a pedir ayuda pero posiblemente demoraría mucho en encontrar a alguien. Por lo que decidió encargarse ella. Como pudo lo movió hasta que bajaron la escalera, maldiciendo que se encontrara en un lugar tan alto. Pensó en llevarlo a su oficina pero ahí no había donde recostarlo. Por lo que la opción más viable era trasladarlo a su domicilio, casi pudo escuchar a su espalda maldecir por eso. No supo ni cómo fue posible, se detuvo en varias ocasiones, pero prontamente alcanzó la puerta del domicilio del clérigo.
Lo dejó caer en la cama, acomodándolo como era debido. Se acercó a su rostro para escuchar su respiración y aun así monitoreó su pulso. Todo parecía bien, pero el hecho de que no se hubiera despertado le preocupaba de sobremanera. Se movió incomoda en su lugar maldiciendo por no haber sido una fatha con habilidades curativas. Necesitaba que despertara para que pudiera saber la gravedad del asunto. Tenía conocimientos básicos de los cuales basarse. Abrió uno de los parpados para checar la dilatación, encontrando todo en orden. Tanteó su cabeza en busca de alguna anomalía. Tenía una ligera hinchazón en la lateral. Había sido un golpe fuerte, pero al parecer solo parecía una conmoción. Debía esperar a que reaccionara para poder evaluarlo mejor.
Incapaz de mantenerse quieta se dirigió a la cocina en búsqueda de medicamentos, encontró unos analgésicos que dejó en la mano. Colocó un poco de agua a calentar para preparar un poco de té. Mientras el agua se calentaba regresó al cuarto para contemplar al hombre en la cama. Era la primera vez que estaba en ese cuarto y más aún que lo veía la cama, siempre pensó que cuando eso pasara sería de otra forma. Salió para después regresar con la taza de té entre las manos y se sentó en una silla junto a la cama dispuesta a esperar el tiempo que fuera necesario.
Lo escuchó quejarse antes de que abriera los ojos. Se acercó con premura hacia él, sentándose en la cama a su lado. Lo vio mirar todo alrededor con el ceño fruncido y llevarse la mano hacia la hinchazón lateral.
―No lo toques.
Se levantó para buscar el medicamento que había dejado junto a un vaso de agua en la cocina y se lo entregó.
―Te ayudará con el dolor.
Neji lo tomó sin dudar, pensando que el dolor era tal que no iba a discutir al respecto o no estaba siendo racional.
― ¿Qué fue lo que paso? ―Soltó luego de unos minutos que permanecieron en silencio.
―Limpiaba la campana de la torre y resbalé.
Tenten hizo un gesto de dolor para aligerar el ambiente, claro que algo como eso debió dolerle. Aunque no sabía si se había golpeado la cabeza con la campana o al alcanzar el suelo. Le preguntó sobre los síntomas que tenía, palpando su cabeza en busca de algún otro golpe. Pero todo parecía en orden.
Luego de unos minutos se quedó en silencio, el medicamento lo había sumergido en un sueño profundo.
En algún momento el genio regresó en sí mismo mirando con los ojos entrecerrados alrededor sin ver nadie ahí. Tal vez había alucinado con la presencia de la castaña en su cuarto. Sin poder luchar contra el peso de sus parpados volvió a hundirse en sus sueños.
Reaccionó tiempo después, pero se quedó quieto, sin abrir los ojos. Escuchando las gotas furiosas estrellarse con el techo y las ventanas de la vivienda. Tal parecía que la lluvia estaba tan fuerte como estos últimos días. Aquel sonido era relajante y liberador, como si pudiera purificarlo, llevándose todas sus preocupaciones. Abrió los ojos viendo su cuarto oscuro, se incorporó lentamente. El dolor parecía regresar por lo que la idea de buscar otro analgésico lo motivaba a salir de la cama.
Se detuvo súbitamente al salir y ver una figura femenina en la cocina frente a la estufa. Pero lo que llamó su atención es el agua en el suelo y como la ropa de la mujer goteaba a pesar de que tenía una toalla en el cuello.
― ¿Tenten?
― ¡Neji! ¿Qué haces de pie? ―La mencionada dio media vuelta apagando el fuego.
El Hyūga vio como estaba mojada por completo y el cansancio era evidente en su mirada.
― ¿Qué te sucedió? ― Soltó intentando comprender la situación de su ropa.
―Te caíste y decidí dejarte descansar, además que el medicamento te hizo dormir profundamente. Pero la lluvia empezó y la iglesia estaba abierta. Tuve que correr para cerrar las puertas antes de que entrara el agua. ―Sonrió mientras secaba un poco su cabello con la toalla. ―Pensé en irme pero la lluvia se puso peor y tú estabas inconsciente, por lo que regresé.
Él se quedó estático en su lugar ante las palabras de la castaña que hablaba más efusiva de lo que se apreciaba.
―Tomé una toalla prestada y ahora iba a secar el suelo, estaba por irme pero...
―Tenten. ―Dijo su nombre como si aquella ultima idea hubiera sido lo más absurdo que hubiera escuchado. ―Toma un baño.
―No tengo otra muda de ropa.
Neji ingresó a su cuarto buscando en su closet algo que pudiera servir para la ocasión, encontrando una camiseta blanca y unos pantalones de algodón que él usaba para dormir. Se lo dio junto con una toalla nueva. Tenten simplemente sonrió perdiéndose en el baño.
El sacerdote escuchó el agua de la regadera correr y tomó asiento en el pequeño comedor una vez que se tomó la pastilla. Solo había sido un golpe fuerte, nada especial. Mañana estaría mejor pero haber dormido toda la tarde le había ayudado con el malestar. Aunque lo atribuía al medicamento. Podía sentir una vibración ligera en la cabeza pero nada grave.
Por un momento pensó que Tenten había sido una alucinación por el medicamento, aunque su presencia explicaba cómo había llegado hasta su casa. Había tenido suerte de que lo encontrara. Había estado en la torre ¿cómo había dado con él? Y más específicamente ¿cómo lo había llevado hasta ahí? Se sentía realmente culpable y avergonzado por el accidente, jamás le había pasado algo como eso. Había sido algo estúpido, pero agradecía al señor por que no fuera nada grave.
La vio salir mientras se secaba el cabello con efusividad.
―He puesto la ropa en ciclo en la lavadora, para poder cambiarme lo antes posible. Espero que la lluvia se detenga pronto.
Neji solo había escuchado por lo bajo aquella respuesta, su atención estaba por completo en ver a la mujer enfrente suyo con su ropa. A pesar de que le quedaba grande, a pesar de que era bastante sencilla y sin gracia, a pesar de que él había usado esa ropa tantas veces, el panorama agitó estridentemente la boca de su estómago.
Tenten siempre se arreglaba para ir a la iglesia, por lo que el verla de esa forma era sumamente satisfactorio y...placentero. La forma en la cual la ropa le quedaba le daba un aire íntimo. Pensó que ella se veía mucho mejor con algo suyo puesto.
―Neji ¿estás bien? ―Pestañeó al ver el rostro femenino cerca.
Asintió mientras la veía poner un plato enfrente de él. Detuvo sus pensamientos con un sentimiento de culpa latente ante lo impropio que eran. Tal vez el medicamento estaba jugando con la inhibición de sus pensamientos.
Tenten había traído algo para que comieran en el día, pero por los acontecimientos lo había dejado para ese momento. Ella se sentó enfrente suyo, apoyando el mentón en su mano, aunque sin ni un plato enfrente.
―Comí hace rato, solo te he dejado tu parte. ―Sonrió sin muchas ganas.
El Hyūga se llevó la comida a la boca sin muchas ganas, no tenía mucha hambre, pero no quería rechazarlo considerando todo lo que ella había hecho por él ese día. Terminó con rapidez el contenido y dejó el plato en el lavaplatos. Tenten se levantó con afán de ayudarlo pero se tambaleó ligeramente, apoyándose en la cómoda. Acto que no pasó desapercibido para el sacerdote.
Acortó la distancia entre ellos, observando los parpados entrecerrados, las mejillas ligeramente coloradas y los labios entreabiertos. Dio un paso más acercando peligrosamente su rostro al de la fémina, sintiendo el calor emanar del cuerpo contrario. Colocó su mano en la frente femenina y sintió como quemaba.
― ¿Hace cuánto estas así? ―Demandó el sacerdote.
Tenten simplemente presionó los labios en una negativa de querer responder. Súbitamente la vio perder la fuerza en las piernas. Neji alcanzó a sujetarla antes de que pudiera caer al suelo y la cargó hasta su habitación donde la recostó, cubriendo su cuerpo entre las sabanas. La fémina respiraba agitadamente, debía sentirse mal desde hace varias horas pero se había quedado a cuidarlo y haciendo sus responsabilidades.
Ofuscado se movió hasta la cocina trayendo un poco de agua, medicamento y un trapo que colocó en su frente, para controlar la fiebre. La obligó a tomárselo aunque era evidente que no estaba lo suficiente consciente de poder negarse u oponerse.
Neji Hyūga se quedó ahí, sentando observando a la fémina respirando profundamente por la fiebre que dominaba su cuerpo. Habían cambiado papeles, pero el estado de Tenten era debido a un descuido suyo, algo por lo que se sentía muy responsable y culpable.
Podía suponer que ella misma lo había traído hasta ahí y aunque no era su trabajo ni su obligación se había quedado ahí todo ese tiempo. Y a pesar de sentirse mal había ido a salvaguardar la iglesia, cuando era su responsabilidad. Ella siempre era de esa forma. Haciendo tanto, mucho más de lo que le correspondía.
Le ayudaba de una forma que no imaginaba en la iglesia, para que su propio trabajo no sea pesado. Ayudando a cualquier eventualidad que saliera, organizando gran parte de la subasta que hubo meses atrás. Y si todo eso no fuera suficiente aún tenía el trabajo con Umi y recientemente se había incorporado al voluntariado del comedor comunitario. Hacía tanto, mucho más de lo que le correspondía. Hasta con él.
Siempre con una sonrisa, tan cálida y encantadora.
Tan cálida que despertaba en él cosas que no tenían explicación y que siempre desechaba de su mente antes de que pudiera analizarlas, como todo lo que lo rodeaba. Sobre analizaba, pensaba demasiado las cosas, dándoles vueltas que no debería. Pero si algo se trataba de Tenten, solía desecharlo. Porque le asustaba en algún punto todo lo que la fémina le hacía sentir.
Su inicio había sido tan turbio pero todo había cambiado para bien. Ella le había permitido ver una faceta que creía que nadie más había visto. Siendo más honesta con sus sentimientos y sin dejarse guiar por cosas autoimpuesta por la juventud de ahora.
Le había pedido ir al campamento porque sabía que sería de gran utilidad con los niños y por la gran disposición que siempre solía tener para las cosas de la iglesia. Además de que necesitaba gente para poder controlar a cuarenta niños en unas cabañas. Debía admitir, aunque jamás lo haría en voz alta, que una de las principales razones era porque aquel fin de semana podría hacerse interminable sin ella ahí. Su ausencia le había pegado cuando había viajado por la muerte de su abuelo, tanto que la había confundido con Hanabi.
Consideró muy fuertemente sobre si decirle o no, pero su añoranza pudo más que su raciocinio. La parte de su cabeza que le decía que debía mantener la distancia considerable y que lo mejor era decirle a alguna otra persona de la colonia. Sin embargo, antes de darse cuenta ya se lo había pedido. Y los ojos castaños resplandecieron tanto cuando le dijo que él quería que fuera que no pudo echarse para atrás.
Le asustaba tanto, todo lo que la castaña podía originar en él. Cosas que jamás en todo ese tiempo había sentido. Y cosas que le sorprendían de sobremanera. Como aquel pensamiento de tiempo atrás sobre disfrutar como su ropa le quedaba. Le abrumaba tanto que sintió la necesidad de confesarse, lamentarse por ese tipo de pensamientos. Cosas que no debería pensar ni sentir, no se suponía que debía hacerlo.
Jamás se sentaba a considerarlas, siempre las desechaba sin darles la importancia. Porque se suponía que tenía que ser de esa manera, que debía inhibir de cualquier cosa fuera de aquel sentimiento servicial de ayuda al prójimo. O eso a lo que había dedicado toda su vida hasta hace un año con la llegada de Tenten. Y ahora mismo era difícil apartar la mirada de ella cuando usaba esos vestidos que le quedaban tan bien. Maldijo interiormente y la sensación de querer confesarse le picó aún más.
Suspiró mientras bloqueaba cualquier pensamiento, se acercó para cambiar el paño de la frente femenina y poder otro más fresco. Habían pasado un par de horas entre sus divagaciones y ella se veía mejor, mucho más tranquila. La fiebre estaba bajando exponencialmente. Pero la lluvia seguía tan fuerte como el inicio, lo cual le preocupaba.
¿Tenten se quedaría esa noche aquí? No estaba en condiciones de irse y no iba a decirle que se fuera hasta que se asegurara que estuviera ahí. Por eso la opción de irse no estaba en discusión. Lo que más le preocupara es que alguien viera a Tenten saliendo al día siguiente, aunque eso no dejaba en evidencia que se hubiera quedado. Es decir, nadie sabía que ella solía pasar tiempo en la casa del sacerdote, pero sabían que ella siempre estaba ahí. Eso podría servir.
La observó detenidamente, con aquella expresión neutra en su rostro y tan fuera de lo que él solía ver. Su pequeña nariz respigada, lo largo de sus pestañas, sus pómulos que solían tornarse de un color carmesí. No tenía maquillaje pero eso solo hacía resaltar su belleza natural, una de la cual todos los hombres que la miraran podían asegurarlo. Sus labios entreabiertos de un tono rosado natural.
Pensó en aquella vez que su labial lo había manchado y en la forma como su corazón había brincado ante una idea diferente en la cual este hubiera llegado hasta ahí. Y ahora ella estaba ahí inconsciente y sin esa mirada encima suyo. Tragó saliva cuando una idea vino a su cabeza.
Neji Hyūga se entregó a la tentación por primera vez en su vida.
Alargó el brazo hasta que sus dedos hicieron contacto con el rostro femenino sintiendo la suavidad al tacto y sin evitarlo descendió hasta alcanzar los labios. Extremadamente suaves y aterciopelados, pensando en la sensación que podrían tener. Y si tendrían algún sabor en particular. Su corazón latiendo dolorosamente ante esa cercanía y el deseo profundo que lo consumía.
Sin previo aviso se levantó saliendo de su habitación con rapidez, reprendiéndose mentalmente y con la culpa palpitando al ser observado por su debilidad. Pensando que debía asistir con Lee por una confesión lo antes posible o eso terminaría consumiéndolo.
Aunque, eran simples pensamientos que en cualquier momento podía desechar, dejar de lado. No era ninguna acción, eran ideas que se mantenían en su cabeza, escondidas en lo más recóndito de su mente, no tenían nada de malo ¿cierto?
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Perdóname padre, porque he pecado de pensamiento, el peor pecado de todos, el que con el tiempo, te lleva a la perdición total.
¡Hola queridos!
Se que todos esperaban la continuación de esta historia y yo misma estaba emocionada por querer escribirla. Bastante largo el capítulo, más de lo que esperaba, pero necesitaba aclarar varias cosas. Además de provocar una situación tal que orillaría al Hyuga a verse tentado y me siento completamente satisfecha de haberlo logrado.
Las cosas a partir de aqui se pondrán mas interesantes y en el siguiente capítulo van a pasar varias cosas de las cuales deben estar pendientes. Tenten se esta saliendo con la suya jajaja.
¿Comentarios o votos?
Recuerden que sus comentarios me animan a seguir actualizando con regularidad. Cada sábado estaré actualizando esta historia o esa es la idea.
¡Saludos!
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