Expuesta
Tecleó con rapidez en el teclado, transcribiendo los nombres de los niños que le faltaban que pronto terminarían su catecismo y pasarían al siguiente año. Había terminado de pasar en limpio los eventos de ese mes que había como quince años y dos bodas pendientes.
Suspiró mientras estiraba los brazos, necesitaba terminar lo antes posible, miró el reloj en la pantalla. No había quedado con Mei a alguna hora o lugar para encontrarse, solo habían sido sus palabras, pero sabía si no se apuraba lo suficiente, podría encontrarla ahí.
Por un momento había considerado que posiblemente ella hubiera dicho un día al azar y que eso podría ser cualquier otro día. Pero Mei siempre cumplía lo que se proponía, además que posiblemente este ansiosa por atrapar a otro hombre. La paciencia no era una virtud de las fathas. El único lugar donde sabía que podía encontrarla era en la iglesia.
En primer lugar no sabía cómo pudo encontrarla ahí ¿acaso la había rastreado? O tal vez la había visto o alguien le dijo de su paradero. Sabía que no podría obtener esa información por la misma Mei por que el solo preguntarlo sería sospechoso, como si no quisiera que la encontraran. Por eso mismo su intención era terminar lo antes posible ahí e ir a buscarla, intentando suponer donde podría estar alguien como ella.
Había considerado faltar al trabajo ese día, pero sería demasiado repentino y tenía varias cosas que hacer, además que era viernes, el fin de semana siempre resultaba ser el más pesado en la iglesia y no quería dejar a Neji con más trabajo del cual ya tenía. Además que por supuesto, necesitaba verlo un poco para animarse a hacer esto.
Volvió sus dedos al teclado para terminar la última ronda de nombres, guardar el archivo en la carpeta correspondiente e imprimirla para poder dársela al párroco. Estiró la mano tomando el papel que iba saliendo y se dirigió hacia la oficina del sacerdote.
Lo encontró de pie, mandando un mensaje en su móvil. Levantó la mirada cuando la vio entrar y dejo el móvil en la mesa. La castaña caminó hacia él, entregándole la hoja.
―Ya está listo, solo es que lo firmes para poder archivarlo.
Neji dio la vuelta, tomando una pluma cercana, firmando y encarando de nuevo a la fémina que estaba ahí. Tenten sonrió al verlo peculiarmente más atractivo de lo normal. Su estómago revoloteó al recordar lo que le había dicho un día atrás, sobre cómo le gustaba todo de ella. Para la fatha siempre lo más importante había sido una cuestión física, ese era su atractivo de ellas, jamás pensó que el que un hombre viera más allá de eso, le regocijaría tan intensamente.
Su corazón seguía saltando ante el más mínimo acercamiento, su olor se adentró a sus fosas nasales, estremeciendo hasta su medula. Pasó sus brazos por el cuello del sacerdote atrayéndolo hacia ella. Él miró a la puerta, un poco inseguro de esa situación.
― ¿Qué sucede? ―Tal comportamiento era un poco extraño en ella, pero su pecho revoloteó ante la cercanía.
―Estoy por irme, pero realmente no quiero hacerlo. ―Se acercó y besó el cuello del clérigo, sintiéndolo estremecer. ―Pídeme que no me vaya y podríamos divertirnos un poco.
―Tú quedaste con una amiga... ―Suspiró al sentir los labios rozando su cuello, desconectando su mente de su boca. ― ¿no?
Tenten se acercó, rozando sus propios labios con los del sacerdote, tentándolo un poco, dejando de lado esa idea. Nada parecía importar más que ese momento. Tomó el cuello de la camisa negra, deshaciéndose del primer botón y quitándole el cuello clerical, tirando de él y besándolo solo un poco, para deshacer el contacto con rapidez. Neji la sujetó de las caderas, empujándola lo suficiente hasta acorralarla entre él y la puerta.
El sacerdote se inclinó incapaz de poder controlarse ante esas insinuaciones y la besó con intensidad, mordiendo el labio inferior y generando un gemido de parte de la fémina. Con su brazo izquierdo rodeaba la cintura de la castaña y la libre estaba apoyada en la madre, junto al rostro de la fémina. Los labios se movieron con desenfreno, como si hubiera pasado un tiempo desde que se habían visto y no se hubieran besado con dulzura el día anterior en su oficina.
Todo su cuerpo se estremeció al sentir la palma masculina adentrarse por el dobladillo de su blusa verde claro que tenía, su piel ardió al sentir los dedos presionando sus caderas, sentía sus piernas derretirse. Cortó el beso para ver los ojos malva nublados e intensos, tanto que su pecho se paralizó. Aventuró sus manos por debajo de la camisa negra y sintió los dedos rozando el abdomen del clérigo.
―Puedo no ir con ella y en cambio ir a tu casa y... ―Se acercó para atrapar nuevamente los labios santos entre los suyos para corromperlos aún más de lo que ya estaban.
Esas palabras parecieron una alerta para que él tomara su distancia, con las mejillas coloradas. Tenten se relamió los labios excitada ante la idea de que Neji Hyūga, el sacerdote del templo de San Francisco, se había atrevido a tocarla y besarla con tal intensidad que el aire se había atascado en sus pulmones.
―Será luego, no puedes dejarla plantada ―Habló en un intento de recobrar la compostura, dando un paso hacia atrás.
Intentando controlar sus propios impulsos de tomar las palabras de la mujer e ir a su casa ese día, cosa que había estado evitando desde hace mucho tiempo. La vio hacer un ligero puchero, mientras giraba el pomo de la puerta. Antes de salir por completo tiró de su camisa negra que estaba desarreglada y lo besó con ternura, despidiéndose. Le sonrió, recibiendo una sonrisa torcida de su parte. Tenten cerró la puerta, sintiendo su corazón bombear sangre con intensidad y sintiendo un ligero calor en las mejillas.
Giró con la intensión de apagar la máquina y tomar su bolsa, pero se detuvo súbitamente sintiendo todo color perderse en su rostro al ver a Mei Terumi sentada con las piernas cruzadas, mirándola con gran interés. ¿Qué hora era? No debía ser demasiado tarde, no había ni anochecido y ella...
―Mei ¿Qué haces aquí? ―Soltó, tartamudeando un poco al decir su nombre pero luego recobrando la compostura.
―Quedamos por salir ¿lo recuerdas?
Tenten caminó a la mesa, incapaz de poder pensar en claridad, presionando el botón de la computadora y ordenando los papeles de la mesa, colocándolos encima del archivero. Hubiera querido poder dejar todo en orden pero por la situación tendría que hacerlo luego.
Podía sentir la adrenalina correr por venas ¿Cuánto se había demorado en la oficina del sacerdote? ¿Media hora? No había sido demasiado, o eso es lo que pensaba. No le gustaba la sensación de estar siendo observada.
―Y ahora me pregunto ¿qué es lo que se supone que haces aquí? ―Mei señaló la computadora. ― ¿Acaso....estas trabajando?
Tenten se quedó paralizada mientras su cabeza intentaba hallar una respuesta que la convenciera, pero nada sonaba bien. No tenía forma de salir de eso, aunque podía fingir demencia.
―No....―dejó la frase al aire cuando la puerta de la oficina se abrió.
La castaña cerró los ojos un instante y al abrirlos vio a Mei mirando con interés al sacerdote, quien estaba a un par de pasos de ella. Neji observó a la castaña, pero su mirada perla se dirigió un momento a Mei, evaluando su incorrecta vestimenta. Volvió su atención a la castaña, como un gesto incomodo en su rostro siempre serio.
―Olvidaste esto, para archivar.
Ella asintió, tomando el papel y dando la vuelta para buscar con rapidez la carpeta y colocando el papel donde debía. Al girar contempló los ojos malva que la miraban con cierta alerta e intensidad, sin más él se dio la vuelta y regresó a su oficina. Su ropa parecía pulcra, como si momentos antes no habían tenido ese encuentro.
Más que nada esa mirada le resultó extraña, se veía intranquilo y más al no haber saludado a la mujer que estaba sentada ahí ¿acaso recordaba lo que le había hecho? Era imposible, pero tal vez se sentía incómodo a su alrededor, como si su mente le dijera que debía tener cuidado. Un sentimiento que ambos compartían en ese momento.
―Ya estoy lista, vamos.
Tenten se alejó del escritorio, viendo a Mei levantarse con sus ojos azules relucir en la más genuina curiosidad. Salieron del área administrativa en silencio, cosa que la hizo sentir en extremo incomoda ¿no diría nada? Era evidente que había sido atrapada en su mentira, sobre el hecho de que estaba trabajando y más específicamente en una iglesia. Además que el mismo comportamiento indiferente de Neji pudo crear nuevas dudas en la fatha.
Los hombres nunca mostraban indiferencia ante ellas y mucho menos uno con el que te hayas acostado. Pero si Terumi pudo notar todo eso o no, no dijo nada al respecto. Aunque dudaba mucho que no lo haya notado o tal vez estaba tan entusiasmada en su caza que pudo pasar desapercibido o eso esperaba.
―Tenten ―Se detuvo maldiciendo al escuchar la voz bastante cerca ¿de verdad el mundo se esforzaba en delatarla en ese día?
Kiba Inuzuka llegó a su lado y se fijó con gran interés en Mei, como si hubiera sido hechizado. Acción que la castaña recordaba que en algún momento en el pasado le había sucedido a ella.
― ¿Qué quieres? ―Tenten le habló con total irritación.
―Oh, sobre eso. ―Él pareció reaccionar ante sus palabras. ― ¿podrías cubrirme el sábado en el comedor? Me surgió algo y no puedo.
―Si claro, luego lo hablamos pero ahora necesito irme.
Mei simplemente había mirado con atención el intercambio de palabras, sonriendo con coquetería al hombre. Casi pensó por un momento que su caza se resumiría a la iglesia. Algo que no podía permitir, no con Neji tan cerca. Por eso mismo se encaminó dándole la espalda al Inuzuka que se quedó ahí, confundido ante tanta hostilidad.
―Vaya ¿de qué comedor está hablando?
Tenten movió la mano con indiferencia, intentando evitar ese tema. No quería entrar en esos temas, que terminarían hundiéndola más de la cuenta. Caminaron lentamente un par de cuadras, intentando ver cuál era el lugar adecuado para terminar con eso de una buena vez- Mientras más lejos de la iglesia y de la misma colonia, mejor.
― ¿Es alguna otra presa tuya? ―Mei habló con ese tono seductor que la caracterizaba.
― ¿Quién?
―El hombre con las marcas en las mejillas.
La castaña había estado viendo los antros que estaban en la calle y no había estado poniendo la atención adecuada en la plática con su superior. Al escuchar eso hizo una mueca, que borró inmediatamente al darse cuenta de lo que ella quería saber.
―Oh, Kiba, si, solo una vez, tal vez no te guste. Demasiado intenso. ―Soltó lo primero que se le vino a la cabeza para dejar en claro que no debía meterse con él.
Lo que menos quería era que Mei encontrara una presa ahí que la mantuviera ahí el tiempo suficiente para arruinar todo lo que había logrado en dos años. Necesitaba que perdiera el interés y se fuera lejos. No estaba mintiendo de cierta forma, Kiba había intentado algo con ella alguna vez, pero su interés por el Hyūga fue más fuerte y terminó rechazándolo.
―Interesante. ―Podía ver como todas las miradas se dirigían a Mei que meneaba las caderas con intención de pescar algo. Aunque era involuntario y no se diera cuenta porque estaba en su naturaleza. ― ¿A dónde iremos? ¿Cuál es la zona a la cual sueles ir?
Su zona de caza. Por supuesto. Torció la boca, estaba tan desactualizada que el único lugar que se le había ocurrido fue el casino donde había conocido a Umi. Por lo que detuvo un taxi y avanzaron la distancia necesaria para llegar al sitio.
Su pierna se movió nerviosa mientras miraba a través de la ventana, intentando evitar pensar en lo que haría a continuación. Solo era una noche, debía hacerlo bien solo un par de horas y podría calmar la curiosidad que Mei parecía tener. Tal vez eso igual podía desestresarla, en el pasado solía ayudar aunque nunca se estresaba...
―Aquí es ―Soltó viendo las letras del casino en dorado, tal y como recordaba.
Un gran peso se esfumó de sus hombros, ya que a última hora había considerado que posiblemente el casino pudo cambiarse a otro lado o pudo cerrar. Si eso hubiera sido, no sabría que hacer o a donde ir.
Salieron del taxi sin pagar su cuenta, por supuesto, jamás habían necesitado el dinero en el plano terrenal, por lo que no era necesario trabajar... Sin esperar más tiempo Mei ingresó al casino mientras el portero abría la puerta, dejando ver todas las luces de las máquinas tragamonedas del sitio.
Tenten experimentó un deja vú al ver el lugar exactamente como lo recordaba. El olor a metal y a tabaco, el techo alumbrado de tal forma que no permitía que vieras el paso del tiempo. Las meseras pasando con los vasos en las charolas que pasaban. Vio entrar a Mei con total confianza mientras estudiaba el área, pasando por el pasillo principal. Ella la alcanzó, mirando el lugar con cierto interés. Se sentía tan fuera de lugar, hace tanto que no lo hacía, había olvidado como se suponía que debía hacer. Vio al fondo del casino un tipo de tiendas que podían dar cierta intimidad, las recordaba vagamente. Además que encima del casino estaba un hotel. No necesitaba salir de ahí, la misma Tenten había vivido ahí un par de semanas.
Llegaron hacia la barra del bar, tomando asiento en una de las mesas pequeñas que estaba cerca de la barra. En la zona izquierda estaba un escenario, donde una banda tocaba un par de canciones de jazz. La melodía acariciaba el ambiente y Tenten miraba la carta que tenían en la mesa, pensando en que debería pedir algo.
― ¿Has visto algo que te guste? ―Habló Mei, mirando a la castaña un momento.
―Oh, si... ―Dejó la carta en su mano y miró alrededor en un intento de encontrar algo, cualquier cosa. Había olvidado que tenía que interesarse en alguien en primera vista antes de entrar en ambiente. ―Nada que valga la pena. ―En el bar había hombres maduros que no eran de su gusto, lo que ella buscaba no estaría en ese lugar, sino en una iglesia.
Volvió su vista a la carta de nuevo hasta que sintió la mirada inquisitiva de Terumi, como si buscara pensar en que le pasaba. Sonrió para liberar la tensión.
―No me has dicho, ¿Cómo es que llegaste aquí? ―Tenten intentó hacerle la plática aunque más que nada buscaba información.
―Solo pase por la ciudad y me pareció verte por aquí. ―Jugueteó con su cabello de forma coqueta, tal vez ya se había fijado en alguien. ―Y quise rememorar buenos recuerdos.
―Siempre es agradable verte Mei ¿has visto algo que te interese?
Mei sonrió mientras cruzaba las piernas, en una postura bastante expuesta para después levantarse cuando la música terminó y la gente en el sitio aplaudió. Caminó con pasos largos, dejando entrever sus largas piernas por la abertura de su vestido hasta alcanzar el escenario. Habló con la gente de ahí y luego de unos segundos ya estaba ahí, frente al micrófono.
Tenten llamó al camarero ordenando un par de bebidas, para poder entrar en calor y conseguir el valor que parecía renuente a aparecer. Justo cuando el camarero dejó las bebidas en su mesa, la voz melodiosa explotó a través del micrófono, resaltando en las bocinas. El efecto fue inmediato, todas las miradas masculinas se fijaron en la mujer en el escenario, que cantaba como un ángel, acariciando la fibra más sensible de su alma.
La castaña pudo contemplar como varios hombres jóvenes se acercaron al bar, con los ojos brillando encantados de la figura seductora y la voz atrapante de la cantante. Y más por que la fatha estaba usando su enchanting en el más bajo nivel para decir que la miraran a través de las notas de la canción. Pronto el bar se había llenado y la misma Tenten sintió algunas miradas encima de ella. Se removió un poco incomoda, incapaz de mirar para ver de quien se trataba. Por más que los miraba no había nadie que le resultara atractivo, lo suficiente para olvidarse de Neji y acostarse con él.
Kankuro era bastante atractivo y sus intenciones habían sido claras desde el primer momento, siendo bastante descarado. Su atractivo sexual era dominante y ni aún con sus hormonas revoloteando por su abstinencia había cedido ante él. En ese momento, rodeada de tantos hombres se sentía tan inquieta, con su corazón bombeando sangre con rapidez intentando hacerse a la idea de que esa abstinencia que había cuidado se iría con un completo extraño y no con Neji como siempre había querido.
Tragó saliva, observando de reojo, se removió en su asiento y se llevó la copa a los labios, experimentando como el alcohol quemaba su garganta. Eso había disminuido sus nervios, lo suficiente para mirar alrededor, sin poder fijarse en nadie. ¿Podría de verdad tener sexo con alguien más? En el pasado en ese momento ya se encontraría caliente ante la idea de satisfacer sus deseos, pero ahora mismo solo pensaba en que debía salir de ahí. Pero no podía hacerlo, no había excusa que lograra que se fuera de ahí. Y si de casualidad lograba convencer a Mei, tendría que volver a salir con ella en otra ocasión, solo estaría alargando lo inevitable.
Volvió a tomar otro trago, tenía que hacerlo rápido y certero, para después desaparecer. Sabía que posiblemente Mei se mantuviera ocupada toda la noche y eso sería el momento adecuado para perderse, excusándose que había ido a algún cuarto de hotel y le había perdido la pista. Solo debía interesarse en uno...
La nota final resonó en las bocinas, el aire se sentía electrizante y cargado de magia, Mei siempre solía hacer ese tipo de cosas en grande y eso era algo que motivó a Tenten en el pasado a cazar con ella. Ahora se maldecía por eso.
Vio a Terumi bajar del escenario tomada de la mano con un hombre que parecía bastante amable, hasta que la vio tirar del hombre y perderse detrás del escenario. Suspiró, eso le daría un poco de tiempo. Tomó el último trago de su bebida y la dejó a un lado. En ese momento el mesero llegó dejando otra copa enfrente suya.
―No he pedido nada―Levantó la mirada para encarar al mesero.
―El caballero me pidió que se lo trajera.
― ¿De quién hablas? ―Justo en ese instante un hombre llegó a su lado, asentando su copa en la mesa.
Era maduro, con un cigarrillo entre los labios y un porte bastante varonil. Era atractivo además de tener una sonrisa bastante sugerente.
―No me pareció que una mujer como tú debería estar sola.
Tenten se había asustado ante ese acercamiento, la última vez que había experimentado fue con Kankuro y jamás fue tan directo. Se había tomado su tiempo.
―No estoy sola, he venido con alguien. ―Habló por inercia, con la intención de marcar un límite entre ellos.
― ¿Una amiga? Tengo un amigo que podría estar interesado ―Dio una calada a su cigarrillo y el olor le resultó tan desagradable que hizo una mueca. ―Permítenos invitarles una copa.
Tenten lo miró sin poder evitar mirar la barba tupida que tenía y que eso podría llegar a ser incómodo. Además que el olor a tabaco le empezaba a dar nauseas.
―No estoy interesada. ―Giró el rostro para rebuscar en su bolsa y perder su tiempo en el móvil.
Logrando que con su indiferencia el hombre simplemente se levantara y se fuera, con cierta molestia. Cuando lo sintió lejos se relajó, pero justo en ese momento llegó Mei con las cejas levantadas y los labios ligeramente hinchados. Pensaba que posiblemente demoraría un rato ¿se había acostado con aquel hombre?
― ¿Lo has rechazado?
―No era nada mi gusto y olía demasiado a tabaco.
―No sabía que eso te molestaba.
Tenten mordió el interior de su mejilla, intentando recordar si alguna vez se había acostado con alguien que fumara. Realmente eso nunca había sido un factor que le interesara, con que le gustara, era suficiente. Solía experimentar demasiado.
― ¿Y qué tal? ―Intentó que la plática se dirigiera hacia ella.
―Nada mal, ha sido una buena entrada, quisiera un plato fuerte.
Unas bebidas llegaron a su mesa, enviadas por un par de hombres en la barra. Un rubio con ojos azules y otro con el cabello blanco les sonrieron con interés. Mei les sonrió de vuelta, la entrada necesaria para que ellos se acercaran.
―Se ve prometedor ¿no?
Tenten torció la boca para después formar una sonrisa en los labios. No estaba mal, debía admitirlo. Llegaron a su lado presentándose pero la castaña realmente no escuchó sus nombres, solo sintió al rubio acercándose a ella y dedicarle una sonrisa torcida, seductora.
―No podíamos permitir que unas mujeres como ustedes estuvieran solas ¿les importa que las acompañemos?
―Para nada ―Habló Tenten, en un intento de integrarse.
Había recordado que actuar de forma mezquina haría que su actuación no fuera creíble. Pudo ver la aprobación de Mei en sus ojos para después perderse en la plática con su presa. Tenten centró su atención en el rubio que hablaba sobre su trabajo en la demolición y construcción, tal parecía que tenía un tipo de adicción a las explosiones.
En contra de su voluntad, Tenten jugueteó con su cabello y sonreía con coquetería, mientras le dedicaba unas miradas cargadas de intensidad, algo que no pasó desapercibido por el hombre, que colocó una mano en su pierna, por encima de sus jeans y acariciaba lentamente su pierna. Eso despertó un tipo de alerta en su interior que le imploraba que saliera de ahí, pero la ignoró. Intentó buscar un poco de ayuda en su superior, descubriendo que estaba devorando la boca de su conquista.
Se estremeció cuando sintió el aliento masculino en su cuello y los labios acariciando el lóbulo de su oreja.
―Tal vez veríamos perdernos un rato. ―Su voz resonó tan cerca, que su piel se erizó.
Tenten sonrió sacando todo el instinto de cazadora que tenía y forzando a su propio cuerpo a tomar la mano del hombre para guiarlo a una de los cuartos privados que estaban al fondo. Podía sentir la mirada azul de Terumi en su espalda mientras caminaba. La cortina se cerró detrás de ella y antes de poder pensar que hacer a continuación ya tenía al hombre encima, besándola con total intensidad, haciéndola retroceder hasta caer en el sillón amplio que estaba ahí.
La castaña apenas y podía seguirle el juego, con su cuerpo tenso. Intentó relajar su mente, dejándose llevar por el momento y más al sentir las manos recorriendo su cuerpo por encima de su ropa. De haber llevado una falda posiblemente el acto hubiera avanzado con mayor rapidez. Pero ese día había ido con la ropa con la que normalmente iría a la iglesia a trabajar, unos jeans y una blusa verde sencilla de botones.
Sentía los labios en su cuello y la mano adentrarse por su ropa, cerró los ojos en un intento de buscar el placer que años atrás la había embriagado y llevado a disfrutar todo eso. En ese momento la imagen del sacerdote dedicándole esa sonrisa jodidamente encantadora, los ojos perla centellando en deseo y con esa calidez indescriptible que solo le dedicaba a ella. Recordó la mano santa adentrarse por debajo en su camisa y como ese simpe roce entre sus pieles había bastado para derretir todo su interior.
Abrió los ojos siendo consiente de como aquel rubio desabrochaba su camisa para después seguir con la suya, deshaciendo cada uno de los botones. El asco llenó todo su ser y el temor de llegar a consumar el acto, la desesperación de estar haciendo eso con esa persona de la cual no sabía ni su nombre. La ansiedad embriagando todo su ser y sin poder controlarse lo empujó con fuerza, haciendo que retrocediera lo suficiente para golpear los pilares de la tienda y se moviera con violencia.
Con las manos temblando abrochó los pocos botones que él había deshecho.
―No puedo hacer esto.
El hombre frunció el ceño ante sus palabras y recogió su camisa del suelo, poniéndola en su lugar.
―Eres de esas que solo calienta ¿no? ― La forma en la que hablo fue tan despectivo que se sintió ofendida.
Sin esperar más, Tenten salió de la tienda, siendo consciente de como algunas personas la miraban. Por supuesto que al empujarlo había usado más fuerza de la necesaria y eso pudo alertar a la gente ahí. Aunque eso no podía darle más igual, se sentía asqueada, quería salir de ahí. Por lo que caminó con rapidez hacia la salida.
Había sido una ilusa al pensar que podría hacer algo como eso, se sentía tan mal, tan fuera de lugar. Debió darse cuenta de que estaba engañándose a sí misma. Ella no podía estar con otro hombre que no fuera Neji Hyūga, lo había supuesto con Kiba y confirmado con Kankuro. ¿Qué le hizo pensar que con un desconocido sería más sencillo? No había forma de que sucediera, ni para engañar a Mei.
Esperaba que al menos el hecho de verla entrar a la tienda fuera suficiente para que la dejara en paz. Solo podía pensar en llegar a su casa y deshacerse de esa sensación que las manos del hombre le había dejado encima. Poner la mayor distancia de ahí. Podría inventarle algo a Mei, que se había encontrado a otro hombre y la había llevado a un cuarto o cualquier cosa. Luego se preocuparía de eso.
El aire frio golpeó su rostro cuando alcanzó la salida y miró a ambos lados de la calle desierta de tráfico. En esa zona solo se veían taxis de vez en cuando, se quedó ahí de pie esperando por alguno. Tenía unas ganas enormes de ir a casa del sacerdote, necesitaba sentir su calidez, pero ¿Cómo explicaría que fuera a esa hora? Él supondría que algo malo sucedió y ella no podía contarle nada, no sabía ni como lo miraría a la cara luego de casi acostarse con otro hombre.
Justo cuando estaba por levantar una mano, sintió una mano tomar su brazo y tirar. Giró esperando ver a ese hombre enojado por su rechazo pero su sorpresa fue mayor al ver a Mei Terumi con la expresión más seria que le había visto. Pero como si se hubiera dado cuenta de su error, una sonrisa apareció en su rostro.
―Tenten ¿ya te vas?
La castaña maldijo en su interior, bajando la mano y viendo al taxi llegar a la esquina y doblar a la derecha. Intentó pensar con rapidez.
―Sí, creo que he tenido suficiente.
― ¿Tú has tenido suficiente? ―Soltó una risa estridente. ―No puedes esperar que me crea eso cuando he cazado contigo en el pasado.
Tenten tragó saliva y miró como un taxi se aproximaba. Necesitaba salir de ahí, esa era su oportunidad.
―Solo ha sido una mala noche, tú entiendes. ―Levantó la mano cuando vio las luces del auto acercarse.
―Te has enamorado de un humano ¿cierto?
Su brazo se paralizó a medio camino y pudo ver el auto amarillo pasar a su lado sin detenerse. Dio la vuelta con la incredibilidad presente en su rostro y la sensación de ser atrapada vibrando. Su corazón golpeó fuerte en su pecho. Abrió la boca en un intento de negarse pero nada salió.
― ¿Me lo negaras? ―Su expresión se volvió neutra.
―No sé de qué estás hablando.
La mujer de ojos celestes caminó acercándose a ella, dejando salir una sonrisa filosa de entre sus labios y la acusación visible en su mirada.
―Estas trabajando en una iglesia ―Levantó uno de sus dedos. ―No has salido de caza el tiempo suficiente para olvidar como hacerlo ―Levantó un segundo dedo. ― No sientes ningún interés en ningún hombre, ni siquiera en ese hombre de las manchas rojas con quien estoy segura no te has acostado― Un tercer dedo se alzó. La miró de arriba abajo. ―Hemos salido de caza y has traído la ropa más insípida que jamás te haya visto. ―El cuarto dedo brilló junto a los otros. ―Has rechazado a dos hombres esta noche y no te has acostado con ninguno. ―El quinto dedo se alzó. ―Y lo más importante, aquel humano por el que esta interesada, sigue brillando en pureza, no te lo has llevado a la cama.
Soltó una risa mientras se alejaba. Tenten sintió como cada una de esas palabeas eran bofetadas, intentó deshacer el nudo en su garganta. Había esperado que todo eso pasara desapercibido para ella, pero había olvidado lo perspicaz que podía hacer.
―Y no olvidemos la forma en que lo miras, haciéndolo imposible de negar. ―Caminó en círculos y regresó su atención a ella. ― ¿Cuánto tiempo has estado aquí?
Tenten se quedó estática en su lugar, sin ninguna frase para poder responder, era más, no había forma de negarse y que ella le creyera. Había sido demasiado evidente, era su culpa.
―No demasiado.
― ¿Cuánto?
La castaña mordió sus labios, mirando la puerta del casino, sabiendo que aunque se hubiera acostado con ese hombre no hubiera logrado engañarla. Aunque una idea vino a su cabeza.
―Dos años.
Mei Terumi abrió los ojos asombrada ante su respuesta, incapaz de creerse eso. Luego rio con gran ironía. Recordando como en el pasado Tenten había dicho que jamás terminaría como aquellas fathas que creían en el ser destinado.
― ¿Dos años y no te los has llevado a la cama? ―Bufó conmocionada. ― ¿Cuándo planeas llevártelo a Arcadia? Ha sido demasiado tiempo aquí ¿qué es lo que estas esperando?
Arcadia era su mundo, el mundo de las fathas, el lugar del cual ningún hombre salía una vez que entraban. Tenten mordió el interior de su mejilla incapaz de poder confesar que su enchanting no había funcionado hasta que ella había llegado ahí. No le creería si se lo decía.
― ¿O acaso piensas quedarte aquí? ―Se acercó, atrapando la mirada oscura. ― ¿Estas traicionando a tu raza?
―No, no es nada de eso ―Soltó enseguida.
―Estas rompiendo cada una de las reglas que la soberana estableció, junto con la más importante, jamás enamorarte de un humano. Ellos son desechables y lo sabes.
Tenten simplemente asintió, incapaz de decir que se oponía a eso último. Neji Hyūga no era desechable, al menos para ella. En todo su tiempo buscando un hombre para conservar su linaje, jamás había encontrado uno como él y estaba segura que no lo encontraría.
―Deja de estar jugando y haz lo que has venido hacer aquí.
Sin esperar una respuesta por su parte, Mei dio media vuelta, ingresando de nuevo al casino. Su hora de caza no había terminado. Tenten vio la figura perderse entre la gente, mientras sus palabras resonaban en su cabeza.
Ninguna fatha jamás había demorado tanto tiempo en atrapar a un hombre, tal idea sonaba ridícula si lo decías. Ella misma sabía que había hecho las cosas mal pero de eso a pensar que estaba traicionando a su mundo ¿Cómo podía pensar algo como eso? No es como que planeara quedarse ahí, había permanecido tanto tiempo en la zona solamente por el sacerdote. No es como si estuviera perdiendo el tiempo, estaba a nada de llevárselo.
Sus músculos estaban tensos, mientras dejaba salir el aire que había aguantado al ser descubierta de esa forma. Sentía la adrenalina cobrar factura en su cuerpo. Todo este tema de la caza había sido un juego para Mei. Ella sabía desde el primer momento que Tenten trabajaba ahí, desde el primer momento se había dado cuenta de que estaba pasado. Había estado sospechando y atando cabos y la idea de cazar era su forma de comprobar su teoría.
De que ella se había enamorado, aunque podía intuir que ya estaba bastante segura de eso y que esa puesta en escena fue más que nada un juego. Para llevarla a desesperarse e intentar fingir para complacerla. Era tan despiadada como la recordaba. Le hubiera gustado saber que había sido descubierta antes, así no tendría que haberse sometido a eso.
Aunque la idea de que Mei Terumi estuviera ahí, sabiendo sus sentimientos, no la dejaba nada tranquila, solo había despertado aún más su sentido de alerta. Nada de eso podía terminar bien, era cuestión de tiempo, debía actuar antes de la cuenta o podría ser condenada al exilio.
Suspiró cuando levantó la mano y un taxi se detuvo enfrente. Sintiendo el tiempo acariciar su cuello y la desesperación haciéndose presente. A pesar de todos los problemas que estaba enfrentando y ante la idea de tener a su superior ahí, solo podía pensar en una cosa.
Que necesitaba ver a Neji, él era el único capaz de calmar el huracán en su interior.
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