Efímero

Descendió del autobús al final de todas las personas que habían descendido, la gente moviéndose a su alrededor levantando la mirada y observando el cielo gris que lo había recibido. No había nubes que indicaran que fuera a llover, pero era de esos días deprimentes o que provocaban quedarse bajo cama.

Caminó con un rumbo en la cabeza aunque realmente no tenía ganas de llegar, sabía que tenía que hacerlo pero no significaba que quisiera. El hecho de estar ahí no era por decisión propia, había sido forzado a tomar sus vacaciones antes de tiempo, un par de semanas antes debido a los recientes acontecimientos. Al día siguiente Danzo se había presentado para conocer su decisión sobre su comportamiento inapropiado con Tenten y él, no pudo pronunciar ni una sola palabra.

Se sentía perdido en el limbo entre lo correcto e incorrecto.

Ante su indecisión, Danzo le había dado la autorización de tomarse un par de días, alejarse de la iglesia, ir con su familia y al regresar conocería su respuesta. Esa decisión había sido un alivio y una intranquilidad. Esa condescendencia de Danzo y entendimiento era algo preocupante considerando que un día atrás lo había buscado intimidar. Tal vez buscaba entenderlo y darle el tiempo para elegir la decisión correcta pero ¿realmente había alguna decisión correcta? En cualquiera de los casos alguna de las partes se vería perjudicada. Habría consecuencias en cualquier que decidiera tomar.

Por esa razón había decidido venir a su pueblo natal, a pesar de que la religión estaba más presente ahí y podría dificultarle tomar una decisión imparcial con esos factores...porque necesitaba una guía, alguien que pudiera orientarlo sobre que debería hacer. No conocía a demasiadas personas a las cuales acudir para pedir ayuda. Por un momento había pensado en Lee, pero al ser un sacerdote, no sabía que clase de consejo le daría y más cuando le dijera lo que había estado haciendo con Tenten todo este tiempo. No era demasiado bueno para hablar de sus sentimientos, razón por la cual explicarle a Kiba le resultaba imposible. Y la única persona viable había venido a su cabeza, su padre.

Había recordado la última vez que habían hablado y como Hizashi había dejado en claro que lo único que quería es que fuera feliz.

Además que era su padre de todas formas, habían estado los dos juntos cuando su madre se había ido, solos los dos o el poco tiempo que pudieron compartir cuando su padre mejoró y antes de irse al monasterio.

Caminó por la calle principal que lo llevaría al final de la calle donde estaba la casa de sus abuelos y donde ahora residía su padre. Estando cerca de la casa, visualizó el parque de juegos donde solía jugar de niño, la nostalgia lo atacó, trayendo una memoria en particular.

Estaba en el parque, corriendo por el área donde estaban los columpios y la arena a sus pies. Corría junto con una niña de coletas que cada que iba se encontraba y se había convertido en su compañera de juegos. En ocasiones solía jugar con otros niños pero no siempre los encontraba a la hora que iba.

Corrió fuera de la arena, hasta una de las bancas donde vio la figura de su madre sentada, sonriéndole extensamente mientras mantenía las manos juntas al aproximarse. Una vez enfrente de su madre, fue recibido con una sonrisa cálida, de aquellas que solo ella le brindaba y lo hacían calmar en cualquier situación.

Abrió sus manos dejando entrever unos dulces que aquella compañera de juegos le había dado, con una sonrisa entusiasmada.

―Es grandioso, Neji.―Su madre acarició su cabello como solía hacer siempre. ―Mañana deberíamos traerle algo en cambio ¿no crees? ―Le sonrió mientras veía a la niña que estaba yéndose del parque con su madre.

―¡Si!

La sonrisa de su madre se esfumó cuando unas manos se posaron en sus hombros, presionando con fuerza. Neji vio extraño ese comportamiento y levantó la mirada, viendo el rostro de su abuela con una expresión severa como solía tener la gran paste del tiempo. Neji no recordaba haberla visto de otra manera, tal vez cuando estaba con su abuelo, pero fuera de eso y más cuando estaba con él y su madre solía ser bastante... dura.

―Deja de meterla tus ideas extrañas a Neji. ―La abuela presionó los hombros de su madre con cierta fuerza y reprenda. ―Estoy muy segura de que el señor tiene un mejor camino preparado para él.

Dio la vuelta hasta quedar enfrente del niño y sacudió su mano, tirando los dulces al suelo, sujetando su mano y jalándolo fuera del parque, sin saber que ese era él ultimo día que Neji regresaría a ese lugar.


En ese entonces, Neji no había entendido a que se refería su abuela con esas palabras y no había notado la incomodidad de su madre al tener a su abuela ahí. Pasaría un largo tiempo para entender que su abuela se refería al sacerdocio y la inexistente relación que su abuela y madre tenían.

Jamás se habían llevado bien, su padre la había impuesto a la familia a pesar que a nadie le parecía su comportamiento e ideales. Siempre criticaban cada cosa que Hana hacía o la manera en que lo educaba, hasta que se terminó cansando, dejando a su esposo moribundo y a su hijo. Lo cual fue un duro golpe para Neji, al sentirse solo e incomodo cuando tuvieron que mudarse a casa de sus abuelos. Nadie más podía hacerse cargo de Hizashi y menos él, al ser tan pequeño.

Había logrado perdonar a su madre luego de tanto tiempo y más aun que se había vuelto sacerdote, entendiendo que debido tener sus razones para actuar de esa forma y tomar las decisiones que tomó. Sin embargo, aun estaba un poco resentido al respecto, de haber sido abandonado y darle el poder al resto de su familia de decidir el que era lo mejor para él y su padre. Por esa razón no había buscaba tener alguna especie de relación con Hana a pesar de que sabía que su padre la frecuentaba.

Sin querer se había detenido enfrente del parque, detallando cada uno de los juegos, viendo a algunos niños jugar ahí, con la infancia normal que él debió tener. Se preguntó que habría pasado con esa niña. No recordaba su rostro ni nombre, no tenía la menor relevancia, pero la duda invadió su cabeza.

Dejó salir una exhalación mientras retomaba su camino, viendo la casa al final de la calle, con aquel camino de piedra que te dirigía a la entrada y algunos arboles en la parte delantera. No tenía pensado decirle a nadie de la familia al respecto de lo que había sucedido hasta que tomara una decisión, porque sabía que ellos interpondrían para imponer una resolución.

Ascendió por el camino de piedra, tomando el pomo entre sus dedos y girándolo, al abrir pudo ver la apariencia de la casa, igual a como recordaba de su infancia. La casa estaba especialmente tranquila. De forma normal cuando solía asistir siempre preparaban un recibimiento, pero en esa ocasión estaba ahí sin avisar y adelantándose a la fecha que siempre tomaba de vacaciones. Recorrió el piso inferior en búsqueda de su padre, sin encontrar señales de él.

Hasta que finalmente ascendió por la escalera, con una pequeña maleta en mano, con su ropa informal que solía usar fuera de la iglesia, hasta que alcanzó el último escalón, caminando por el pasillo y viendo una figura femenina fuera del que era el estudio, aquel sitio donde tiempo atrás había estado con Tenten y habían actuado de forma deplorable. Ese recuerdo sacudió su estomago que había tranquilizado desde que salió de la parroquia. Había intentado no pensar demasiado en Tenten, ya que eso lo agitaba de sobremanera, y lo que menos quería era tomar una decisión impulsiva.

Se detuvo cuando la figura femenina volteó al sentir su presencia y un gesto preocupado invadia todo su rostro. Sus ojos iban y venían de la oficina y jugueteaba con sus dedos, un gesto nervioso que la representaba. Era evidente de que se sentía atrapada de ser descubierta mientras escuchaba fuera del estudio.

―Hinata.

―Neji-niisan. ―Mordió su labio. ―¿Qué haces aquí? ―Su rostro estaba más pálido que de costumbre.

―Estoy buscando a mi padre y...―Fue interrumpido.

―No deberías estar aquí...―Dio un par de pasos acercándose y tomándolo del brazo, intentando jalarlo. ―Acompáñame. ―Hinata volteó varias veces al estudio, con la ansiedad presente en su rostro, como si tuviera miedo...o estuviera desesperada.

Como si hubiera escuchado algo verdaderamente malo y quisiera escapar de esa idea.

La puerta del estudio se abrió de repente provocando que Hinata se sobresaltara y se detuviera, con un gesto asustado, incapaz de girar para ver. Por su lado Neji levantó la mirada, encontrándose al gemelo de su padre, Hiashi Hyūga , padre de Hinata. No se habían alejado lo suficiente por lo que de igual manera Neji podía ver dentro del estudio, observando a su abuela sentada en el gran escritorio de la oficina.

Neji se soltó del agarre nervioso de su prima mientras se aproximó hasta su tío, no sabía si había sucedido algo de nuevo con Hinata. Se sentía tan culpable al respecto con esa situación. Él le había arrebatado la felicidad a Hinata, quien había huido junto a aquel hombre. Porque ella había considerado que esa era la única oportunidad de ser felices. Neji había ido a buscarla, trayendola de nuevo a su casa usando las palabras que repetía una y otra vez en la iglesia. Se arrepentía tanto, Hinata no había hecho nada mal, más que no querer que su familia gobernara sus deseos, el Hyūga consideró el antiguo actuar de Hinata como algo bastante....interesante, preguntándose si funcionaría hacer algo así.

Solo había considerado dos opciones pero tal vez existía una tercera opción.

―Neji.―La voz de Hiashi lo obligó a dejar de pensar. ―No esperaba verte por aquí.

―Estoy buscando a mi padre.

―No sabemos de Hizashi desde hacer un par de días.

Aquella afirmación dejó confundido a Neji, su padre vivía ahí junto a su abuela, por lo que su ausencia solo significaba que estaba durmiendo en otro lado, en algún sitio donde no quería ser encontrado. ¿Qué se supone que estaba haciendo su padre? Y aún más importante ¿donde debería buscarlo? Había ido específicamente ahí para hablar con él.

―Neji. ―La voz de su abuela lo obligó a mirar dentro del estudio, observando a su abuela levantándose y caminar hasta la entrada. ―Tu presencia es convenientemente esperada. ―Una sonrisa sagaz se formó en sus labios. ―Me parece sorpresivo que dada la situación que esta ocurriendo y el desprestigio que has causado en la familia, te atrevas a venir aquí.

El corazón de Neji golpeteó en su pecho, mientras se quedaba completamente quieto, al tener a su abuela enfrente suyo, con la mirada más filosa que recordaba haberle visto. Presionó la mandíbula, por supuesto que eso era lo que Danzo había planeado con el hecho de darle vacaciones, previniendo que iría ahí, a su pueblo, le había informado a su familia de lo que había sucedido, para imponer una decisión en él. Un juego bastante sucio pero que no le sorprendía. Danzo conocía a su familia y el Obispo sabía la influencia que su familia tenía en sus decisiones.

A pesar de las miradas de su tío y abuela, se mantuvo en su sitio, con la mirada levantada.

―Tu acto es imperdonable, después de todo lo que hemos hecho por ti―La abuela escupía cada una de sus palabras hasta que se quedó callada. ―. No vuelvas a pisar esta casa de nuevo Neji.

El sacerdote se quedó en su sitio, procesando las palabras, con la adrenalina corriendo por sus venas al ser descubierto y mordió el interior de su boca, hasta que finalmente dio media vuelta y salió de ahí, dedicándole una mirada condescendiente a Hinata, con una pizca de disculpas. Salió de ahí tan rápido como pudo, sin mirar atrás.

No había dicho nada, porque no había nada que decir.

Conocía perfectamente a su abuela y el pensamiento inflexible que tenía, no había absolutamente nada que pudiera decir que la hiciera cambiar de opinión o que provocara un cambio. Esa decisión estaba tomada desde que Danzo había llamado. El que hubiera rumores corriendo por toda la ciudad de su pecado y el manchar el apellido Hyūga había sido una sentencia para ser desconocido por la familia.

No sabía si el elegir la religión en ese punto cambiaría la decisión de su familia aunque podía intuir que no franquearían en su decisión. Lo verían como una escoria que mancilló a la familia. La ansiedad comenzó a dominarlo, intentando controlarse para pensar donde estaría su padre, donde podía encontrarlo cuando más lo necesitaba.

Debido a su enfermedad Hizashi jamás había estado cuando más lo había necesitado en su infancia. Cuando su madre se fue, con los comentarios y reprendas físicas de su abuela o cuando lo obligaban a rezar una y otra vez en la iglesia, durante horas. Había estado tan solo. En ese momento se estaba ahogando y por más que buscó a su padre, no lo encontró.

Estaba solo, como siempre había estado, hundiendose en sus decisiones y pecados.


Tenten presionó sus labios al ver la espalda de la vendedora en el mercado donde había ido a comprar verduras para hacer la comida de ese día.

Ante la ida repentina de Neji de vacaciones, a pesar de que ella le pidió encarecidamente ir con él y se había negado tajantemente, la iglesia cerró sus puertas unos días. Una decisión que no había presenciado en todo su tiempo en la iglesia. Despertando un sentimiento incomodo, preguntándose que era lo que había pasado con el Obispo y porque Neji había tomado la decisión de irse tan pronto, sin ningún tipo de aviso.

El sacerdote no le había contestado los mensajes, más que dejarle instrucciones a Kiba de mantener la iglesia limpia en su ausencia, pero que no seguiría funcionando hasta que él volviera. Por eso mismo Tenten estaba en una especie de vacaciones, unas que no había tenido hace años. Lo cual le resultaba tan extraño en la rutina que antes tenía. Podía levantarse tarde, sin pendientes más que realizar la comida con Umi y mantener todo limpio, lo cual no era un reto considerando que lo hacía desde hace tiempo. Se había quitado una obligación de los hombros.

A pesar de poder descansar...se sentía incompleta. Tenía la ansiedad de querer ir a la iglesia, de ver aquellos orbes malva que le robaban el aliento...extrañaba tanto a Neji a pesar de que solo habían pasado un par de días. Recordó aquella abstinencia de un año atrás, cuando se había dado cuenta de sus sentimientos por el sacerdote, solo que ahora se sentía peor.

Porque habían dejado un tema pendiente por hablar, algo importante quedó inconcluso por la presencia del Obispo. Intentaba mantener esa idea alejada de su cabeza, se había prometido a si misma a darle tiempo y espacio a Neji para poder darle una respuesta, lo esperaría el tiempo que fuera necesario, no tenía prisa. Y esa resolución lo había llevado a relajarse. Concentrándose en sus labores en la casa de Umi, esforzándose un poco más en la cocina, en cocinar con ingredientes frescos, por eso había ido al mercado, por algunas cosas.

Sin embargo, el recibimiento que había obtenido la tomó por sorpresa. Las consecuencias derivados de los rumores de su relación con Neji la habían aislado en gran medida, muchas de las personas del mercado o de las tiendas cercanas a la iglesia la evitaban o ignoraban tajantemente. A pesar de eso, había un par de personas con las que podía acudir y seguían recibiéndola con la misma familiaridad que recordaba el primer día que llegó ahí. Era un consuelo a todas la voces susurrantes cuando entraba al mercado y las malas caras que recibía.

Pero ese día, solo había sido recibida por la espalda de las personas a pesar de le había hablado directamente, llamándola por su nombre. Se sentía frustrada y humillada ante ese desplante, con ganas de hacer algo, aunque sabía que no había nada que hacer. Al inicio su plan de llevarse a Neji era lo que la había mantenido en ese sitio sin importar lo que la gente pensara. Sin embargo, al quedarse ahí y con los rumores de su relación corriendo cuando no tenía una decisión por parte de Neji...la dejaba con el sabor de boca incomodo, porque no había nada que hacer, solo resistir.

A fin de cuentas había pensado que no era demasiado malo si podía hablar con un par de personas, pero este hecho lo cambiaba todo. El pesar y la angustia la invadió, pero no se dejaría doblegar, a fin de cuentas era una fatha o al menos lo había sido...y ellas siempre obtenían lo que querían.

―Disculpe... ―Habló con mayor fuerza para ser escuchada.

Hasta que finalmente la mujer giró para dedicarle una mirada filosa.

―¿Qué quieres? ¿Acaso no estas feliz de que cerraran la iglesia por tu culpa?

Tenten se quedó en su sitio incapaz de poder decir nada que pusiera en evidencia que aceptaba su culpa. Ella jamás las sacaba de su error cuando escuchaba esos comentarios pero tampoco los afirmaba. La mujer del puesto de junto se inclinó para ver que sucedía y torció la boca.

―Nadie esta dispuesta a atenderte, por tus vulgaridades ha venido el señor obispo y Neji ha tenido que irse.

―¿De tantos hombres tenían que atrapar al Hyūga ? ¿No podías mantener tus piernas cerradas? ―Una tercera mujer, la de la carnicería, se acercó con los brazos en la cadera.

La castaña sintió un malestar en su estomago, la acidez provocandole nauseas, algo que en toda su existencia jamás había sentido. La vergüenza, humillación y el tener que bajar la cabeza ¿qué más tenía que hacer? Si decía algo, podría meter en problemas a Neji y era lo que menos quería. Retrocedió sobre sus pies, con el nudo en la garganta y con los ojos picandole, por la ira contenida. Tenía que salir de ahí y buscar aún otro lugar donde comprar desde ese momento.

Justo en ese momento giró sobre sus piernas, intentando ignorar las palabras que estaban diciendo las mujeres de los mercados. Se movió tan bruscamente que terminó chocando con alguien.

―¡Hey! Señoras ¿y esa actitud tan hostil? ―Tenten levantó la mirada, avergonzada por no notar la presencia de una cuarta persona ¿acaso se uniría al desprestigio social?

No obstante, Tenten se sorprendió de ver aquella sonrisa radiante, ojos pequeños y aquel corte de tazón. Ante ella estaba Maito Gai, el encargado del comedor comunitario, con varias bolsas de víveres en los brazos.

―¿Hostil? Simplemente estamos siendo honestas. ― La primera mujer del puesto se acercó, encarando a Gai.

―Realmente ¿quien somos nosotros para juzgar el comportamiento de alguien? ―Gai pasó el brazo por los hombros de Tenten y sonrió de forma exagerada. ―Quien este libre de pecado, que tire la primera piedra.

Las mujeres cerraron la boca, permitiendo que el silencio recorriera el sitio donde estaban y sin más, dieron media vuelta, siguiendo con sus labores de venta, ignorando al hombre con ropa verde oscura. Gai se encaminó hacía la salida, empujando a la fémina hasta que salieron del mercado. Siguieron caminando hasta que llegaron a la esquina, para cruzar la calle.

―¿Porque me ha ayudado? ―Tenten soltó, deteniéndose en la esquina, incapaz de seguir caminando. ―Seguramente ha escuchado lo que dicen de mi.

Tenten observó al hombre detenerse y girar para verla, con esa sonrisa radiante que le representaba.

―Como he dicho, Tenten, no soy nadie para juzgar a las personas. ―Se acercó hasta ella, acariciando su cabellera que estaba atada en dos chongos en su cabeza. ―Y lo importante es lo que yo se de ti y es que eres una persona honesta y caritativa.

Tenten se mordió el interior de su mejilla, recordando que la única razón por la que había entrado de voluntaria al comedor era para poder ver a Neji y que él viera sus buenas intenciones... todo siempre lo había hecho por algo. Aunque desde hace un tiempo que hacía las cosas por gusto.

―¿Necesita ayuda? ―Tenten se ofreció, porque eso podría compensar sus engaños.

―Me vendría bien una mano, estamos cortos de voluntarios.

Tenten sonrió mientas tomaba algunas de las bolsas y se dirigieron al comedor comunitario, donde ayudó a Gai a elaborar la comida que darían ese día, aprendiendo tanto de aquel hombre efusivo con la preparación y ella misma aportando un par de condimentos para mejorar el guiso que de por si era exquisito.

Tenía tanto que agradecerle a Gai por haberla ayudado a escaparse de esas mujeres, además que cada que iba ahí a ayudar, la hacía sentir como si estuviera en casa, siempre remarcando su gran trabajo, aunque exagerando de alguna manera. En algún punto entendió que Gai era de esa forma, efusivo y animado. A pesar de todas las adversidades que había tenido que pasar al empezar aquella actividad donde buscaba ayudar más que ganar algo, hundiéndose en deudas e invirtiendo todo su dinero para darle de comer a los más necesitados, al haber pasado las cosas más oscuras....Gai había salido adelante.

La fémina sirvió un poco de arroz con curry en el plato, para ofrecerle a algunas personas que habían llegado. Hasta que visualizó el comedor llenó de gente charlando y riendo mientras compartían. No había recibido ni una sola mirada despectiva y nadie susurraba a sus espaldas. Apoyó el codo en la mesa donde servían y recostó su mentón en su palma abierta.

Los momentos en el mercado le habían hecho ver el peor escenario posible sobre su relación con Neji, sin embargo ¿realmente sería malo?Lejos de ese sitio, las cosas podrían funcionar. Si Neji dejaba de ser sacerdote, ellos podrían alejarse de ahí y empezar en otro lado de la ciudad o tal vez en un pueblo más tranquilo.

Recordó aquel pueblo bastante retirado, que estaba cercano a unas cascadas y que estaba rodeado de un gran bosque. Cuando había ido ahí, le recordó tanto a Arcadia por su relación con la naturaleza y la nostalgia la había golpeado. Era un lugar bastante apacible, urbanizado pero sin edificios altos. Ellos podrían rentar en alguna pequeña casa, junto al bosque y llevar una vida juntos. Si Neji se animaba podrían abrir un taller de música o de alguna cosa artística, tal vez danza. Realmente a ella no le interesaba el tener que trabajar de cualquier trabajo mundano, con tal de poder despertar cada día a su lado, viendo esos ojos malva recibirla cada mañana.

Se estremeció al recordarlos, la calidez que le dedicaba en cada mirada, su voz pronunciando su nombre y sus dedos tocando su piel. Tenten lo necesitaba tanto...realmente deseaba una vida a su lado.

El sacerdote le había dicho tiempo atrás que había dejado de huir de sus sentimientos y la había elegido, eso debía ser una clara señal de que su decisión estaba tomada. Que él la había escogido, además que al tener relaciones sexuales faltando a toda norma a su vocación, todo había quedado claro. Neji solo tenía que decirlo en voz alta y encontrar la manera de dejar su servicio con el señor, algo que Tenten entendía que no era tarea fácil. Por eso había decidido darle el tiempo necesario, para hacer las cosas al tiempo y a la manera que Neji prefería, que se sintiera cómodo. No buscaba presionarlo, algo que en el pasado había hecho hasta el cansancio.

Le sorprendió a si misma el cambio que había dado, pero tomando en cuenta todo lo que había pasado entre ellos, entre eso el abandonar Arcadia su hogar, era esperado.

Se imaginó a Neji en aquella casa cerca del bosque cultivando un par de cosas, ese lado del sacerdote le había sorprendido, nunca se hubiera imaginado que solía plantar y cosechar cosas. Pero eso lo hacía más encantador, ella podía ver su vida con él, cada instante a su lado y sin importar nada más. Aunque se quedó pensando si el Hyūga quisiera irse lejos de ahí, de ese sitio. No sabía que tan atado estaba ahí o más que nada el pesar que podría causarle el dejar el comedor a su suerte....además que ahí estaban Lee y Kiba, que eran las personas más cercanas, que el sacerdote podría llamar amigos.

Tenten confiaba que hallarían una forma de que todo eso funcionara, todo sería posible una vez que estuvieran oficialmente juntos.

―Hola, encanto.

Se sobresaltó al escuchar una voz en su oreja, girando y viendo aquella cabellera café que podría reconocer en cualquier lado y esa sonrisa picara en su rostro. Kankuro.

―Que sorpresa verte por aquí.―Tenten actuó despreocupadamente, sin resentimientos de la última vez que habían hablado.

―Gai me dijo que necesitaba alguien y no tenía mucho que hacer hasta la noche así que me dije ¿porque no? ―La observó detenidamente. ―¿Sueles venir por aquí frecuentemente? Pensaba que te aburrirías de esta caza.

Tenten sonrió con cierta arrogancia mientras servía un plato a un par de personas.

―Tú mejor que nadie sabes que nosotros no aceptamos un no por respuesta.

―Tienes razón.

Kankuro se veía tan varonil como recordaba, con esa sonrisa coqueta en sus labios, como si estuviera al acecho en cada gesto que realizaba. Tenten no había sabido nada de él y le sorprendió verlo ahí, No era la persona más religiosa que conocía, en ese aspecto le recordaba a si misma, pero no esperaba volver a cruzar palabras, sobre todo después del desplante que ella le había hecho por preferir al Hyūga .

Hablaron durante un largo rato sobre trivialidades y cosas sin importancia, sobre el trabajo de Kankuro, alguna película que había salido al cine y alguna de las desastrosas citas que él había tenido en todo este tiempo, generando un ambiente de confianza entre ellos. Tenten se sentía cómoda a su alrededor porque sentía que eran similares en su línea de pensamiento, que podía entender lo que hacía y pensaba en varias situaciones y viceversa.

El estar con Kankuro la hizo olvidarse de los problemas e incomodidades que había tenido hasta ese momento. Ante la ausencia de Neji y el no ver a Kiba se sentía algo fuera de si misma. Por lo que hablar con Kankuro, una persona normal y fuera de todo el drama religioso, había sido un respiro a la problemática, distrayéndola de sus pensamientos. Se encontraba allí, riendo fuertemente ante las ocurrencias que solo alguien como Kankuro podría tener. Además que habían evitado ambos en profundizar en sus vidas personales, era una tregua a asuntos densos, estresantes y personales.

Pasó un largo rato hasta que quedaron en silencio, cuando unas personas se acercaron y ambos le sirvieron la comida determinada. Tenten jugueteó con su móvil hasta que vio de reojo al Sabaku no acercarse y exhalar profundamente. Siempre era tan despreocupado, a pesar de quisiera hablar de temas un tanto más delicados, como en ese momento, la fémina pudo ver hacía donde se dirigiría la plática.

―¿Y que tal las cosas? ―Kankuro le ofreció un plato a una persona que se acercó. ―¿Lo has logrado?

Tenten no pudo evitar sonreír, al recordar lo que había logrado, había llegado mucho más lejos de lo que podría pensar. No iba a decírselo, que estaba saliendo con Neji y que habían intimado, pero quería dejar las cosas en claro.

―Estoy a nada. ―Más que nada se refería al hecho de lograr que el Hyūga dejara la iglesia.

―¿De verdad? ―Sus ojos se expandieron en sorpresa. ―Realmente no me esperaba eso, estoy gratamente sorprendido de tu capacidad. ―Kankuro se giró para verla una vez que estuvieron solos y cruzó sus brazos en su pecho. ―¿Y si él se echa para atrás?

Tenten dejó caer el cucharón en la gran olla y le dedicó una sonrisa de arrogancia. Sabía que era lo que estaba pretendiendo Kankuro. No tenía intenciones desagradables, había mantenido su distancia y no parecía dispuesto a romperla. Pero buscaba alguna vacilación suya o destacar el peor de los escenarios.

Se preguntó si Kankuro estuviera tanteando si todavía tendría oportunidad con ella en caso de que el Hyūga no quisiera. Se negaba al pensar que Kankuro podría querer algo al ser rechazado, un hombre como él, orgulloso, no soportaba los rechazos. Pero su interés detrás de todo este tema la hacía dudarlo. A fin de cuentas la última vez que se habían visto, le dejó la invitación abierta de que una vez que ella fracasara podría buscarlo. No era por nada romántico, lo sabía perfectamente. En caso de que él mantuviera una ligera esperanza era más que nada por agregarla a la lista de sus conquistas y sacarse la espina del rechazo.

―No lo hará.―Se lo dejó en claro, mirándolo directamente a los ojos.

Kankuro se atrevía a encasillar y juzgar a Neji conforme a lo que superficialmente él sabía sobre sacerdotes, un conocimiento generalizado. Pensando que todos los sacerdotes rehuían de cualquier deseo propio, anteponiendo su profesión e ideales. Sin embargo, Tenten conocía perfectamente a Neji, se había dedicado a conocerlo durante todos esos largos años. Tuvo que hacerlo para poder tentarlo y hacer que la volteara a ver. Una tarea sumamente difícil pero lo había logrado.

―¿Estas segura de eso? ―Kiba se dirigió hacia la cocina al escuchar la voz de Gai.

Sus miradas se encontraron durante un momento y Tenten lo miró con un gesto de autosuficiencia. Ella sabía lo que estaba haciendo con el Hyūga. Kankuro rompió el contacto entre ellos e ingresó a la cocina, para enfrascarse en la tarea de lavar platos.Tenten se quedó fantaseando sobre aquel futuro que veía junto al Hyūga, en el sonido de la cascada y el canto de las aves.

Solo tendría que esperar un poco más, confiaba en Neji, por lo que todo era cuestión de tiempo.

¡Hola queridos!

Sé que me he demorado más de la cuenta en traer un capítulo de confesiones y más considerando que es la recta final, solo que he estado algo ocupada con otros shipps además que no tenía muchas ganas de escribir sobre el Nejiten, a veces sucede... pero vengo recargada, para terminar este mes confesiones.

Nada mejor que el mes de noviembre al ser mi mes favorito y al tenerlo libre de todos los demás planes. Un capítulo un poco corto pero de transición para lo que se viene en el siguiente, estamos a solo dos capítulos.

¿Qué les parece mis nuevos separadores para esta historia? Los amé y estaré editando cada capítulo para agregarlos.

EDIT: No entiendo porque wattpad ha estado pegandome las palabras...pero ya lo he cambiado.

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