Disidencia

Sus orbes castaños observaron el mensaje de texto en su teléfono una vez más mientras entraba en la recepción de la iglesia. Una sonrisa escapó de sus labios mientras caminaba con decisión hasta dejar su bolsa en su escritorio y dejarse caer con pesadez en su silla.

El chat de Neji abierto dejando leer el último mensaje que le había enviado ayer, cuando regresó de sus vacaciones forzadas.

"Salgamos mañana"

Esa era la primera vez en todo ese tiempo que él la estaba invitando a salir. De forma normal ella era la de la iniciativa con sus "salidas" si es que se podían llamar de esa forma el reunirse a comer en su oficina o colarse en su casa por las tardes para cenar juntos. Esa era una verdadera cita, de aquellas que solía burlarse tiempo atrás pero que en esa situación se había entusiasmado.

Se había levantado temprano y se había arreglado un poco mejor, con aquel brillo inevitable en sus ojos al pensar en la situación. Anteriormente se hubiera burlado del asunto, pero esto, significaba tanto. Considerando que era un sacerdote, ese tipo de actividades estaban prohibidas. Pero con un poco de cuidado y alejándose del área de la iglesia, podría ser posible. Podría pensarse que eran una relación normal y más importante, podrían terminar el tema pendiente que tenían.

Unos días sin ver al sacerdote había sido suficiente y hasta innecesario, si tan solo él le hubiera mandado un mensaje, ella hubiera ido a acompañarlo. Pero tal parecía que él desapareció todo ese tiempo. Tenten no quiso molestarlo y más al considerar que tal vez ese tiempo libre ayudaría al sacerdote al pensar en la palabra futuro que los conformaba a ambos. Había sido una ventaja que controló a sus dedos de enviarle algún mensaje.

Grande había sido su sorpresa cuando la noche anterior ese mensaje llegó a su teléfono, con tan buenas noticias. Él regresaría al día siguiente y por fin tendrían un tiempo a solas después de todos los rumores que corrían por ahí y que a pesar de querer demostrar que no le importaban, solían hacerla franquear.

Sabía que a los ojos de todas esas personas el que ella hiciera algo como eso era imperdonable, "obligando" al sacerdote Hyūga a abandonar su cargo para acostarse con ella. En primera cuenta ella no lo había obligado, él siempre estaba muy consciente cuando lo besaba o terminaban intimando. De hecho estaba siendo bastante vigoroso... pero ella aceptaba haberlo corrompido y sabía que se merecía cada uno de sus apodos, aunque todo eso se había extendido demasiado y todo era mucho peor de lo que pensaba. Podía soportar que hablaran de ella a sus espaldas, pero hacerlo de frente y más aún, ella no hacer nada al respecto...era frustrante.

Pero ya nada de eso podía importar, tenía cosas más importantes en que centrarse.

Para aquella cita se había puesto una blusa roja con unos jeans ajustados, aquel conjunto de su primera interacción en su oficia que recordaba bastante bien. Vio la puerta entreabierta de la oficina que dejaba en claro que Neji había llegado antes. Las campanadas en lo alto de la iglesia dejaba en claro que pronto iniciaría la misa de las diez. A pesar de eso se arriesgó a asomarse encontrando al sacerdote colocándose su ropa para impartir la ceremonia.

El Hyūga giró al escuchar la puerta abriéndose y vio a la fémina en la entrada.

Tenten sintió su pecho moverse inquieto al ver la figura masculina que no había contemplado en todo ese tiempo. Se acercó para ayudarle a acomodarse la última prenda de su vestimenta.

―¿Estaría mal decir que aún con esta ropa te ves tan candente?

Neji sonrió sin muchas ganas mientras se acomodó la prenda, alejándose de la fémina para dejar su móvil en su escritorio.

―No se supone que se piense eso. ―Tenten sonrió ante su respuesta.

―Sobre los planes de hoy...―Ella quiso saber un poco más mientras se acercaba de nuevo hasta él y jugueteaba con su cuello clerical en un gesto coqueto, mientras lo veía a través de sus pestañas. ―Yo pensaba que...

―Quería hablar de eso después de la misa pero...cambiaran ligeramente los planes.

La sonrisa de Tenten desapareció ante sus palabras, pensando que le terminaría cancelando después de las ideas que se había hecho. Lo vio moverse por la oficina, dándole la espalda mientras hablaban.

―¿Sucedió algo?

―Olvidé por completo que hoy tengo confesiones en la noche, además de que los rumores... ¿preferirías vernos más tarde en mi casa?

Los orbes malva observaron el rostro femenino inexpresivo convertirse en una sonrisa a la par que la tercera campanada sonaba. Tenten asintió mientras Neji le correspondía el gesto, avanzaba para acariciar con sus dedos la mejilla femenina y salir de la oficina.

La sonrisa de Tenten que había mantenido hasta ese momento se deformó en una mueca, observando la cruz clavada en la pared. Había sido culpa suya en emocionarse de más, cuando desde siempre sabía que su relación siempre se vería resumida a eso, a algo ilícito que debían mantener oculto. Suspiró mientras salia de la oficina, dejándose caer en su escritorio, mientras recordaba el repelió que en el inicio había tenido de la religión, siempre parecía ser un impedimento para lo que quería.

Intentó cambiar su humor, a fin de cuentas podría tener un tiempo a solas con el sacerdote.


Observó la cortina de la ventana que conectaba ambos pequeños compartimientos cerrarse, se apoyó en la pared de madera y dejó salir un suspiro profundo. Siempre sus ausencias en la iglesia provocaban el mismo evento, que a su regreso acudieran más personas de lo normal a confesarse.

Y más ahora que estaban al final del año, lo cual generaba un pensamiento generalizado por las personas, que debían terminar el año en las mejores condiciones, limpiando su alma para el siguiente año, a pesar que solo iban una vez al año y que pensaban que eso era suficiente. Había sido una jornada difícil y solo quería salir de ahí lo antes posible. Sus orbes malva se fijaron en la cortina, desatando un recuerdo a su cabeza.

Aquellas primeras veces cuando Tenten había acudido a confesarse, con aquella actitud descarada, la intensidad presente en su mirada, como si quisiera...como si estuviera buscando algo más que la redención. La tensión frotando entre ellos, Neji casi había jurado sentir la electricidad correr cuando él le ofrecía algún pañuelo, cuestiones que le habían confundido y que secretamente esperaba que ella no volviera a presentarse. Pero Tenten era bastante persistente.

Si tan solo Neji hubiera sabido que todo esto no fue una coincidencia, aunque realmente no hubiera podido hacer nada al respecto. Lo cual trajo a su mente aquel día en el confesionario.... él pudo haberse negado pero sus verdaderos instintos lo hicieron mantenerse ahí. Como aquel día en su casa cuando finalmente él se había dejado llevar...

La cortina al otro lado se abrió, provocando que Neji tosiera y se avergonzara al estar recordando aquellos momentos de debilidad. Se acomodó adecuadamente, mirando al recién llegado de reojo. Y su expresión de por si seria franqueó ligeramente pero se compuso rápidamente, tanto que cualquiera que lo viera no lo hubiera notado. Observó un instante sus manos. De manera regular los sacerdotes no solían mirar a la persona de confesión, observan aún punto en especifico y escuchan hasta que el otro lado se quede callado.

Él esperó pacientemente sin decir ni una palabra mientras la mujer al otro lado observaba sus uñas de color morado.

―Padre, he pecado.

La mujer se quedó callada, pero el clérigo se mantuvo en su sitio, siempre era de esa forma con esa mujer. Solía verla una vez al año, justo por esas fechas, siempre revelándole pecados pasados y evitando su mirada al final de la confesión. En ocasiones parecía arrepentirse de lo que había dicho o se quedaba callada por largos ratos sin saber como expresarse. Era así desde hace cinco años atrás.

―Te escucho.―Neji se atrevió a hablar en aquella ocasión, para motivarla a hablar.

―Yo...he cometido un pecado atroz. ―La mujer jugueteó con sus dedos, mientras su mirada castaña solo observaba sus falanges. ―He abandonado a mi familia cuando más me necesitaba. ―Observó un punto en sus manos que dejaron de moverse inquietas. ―Mi esposo enfermó y tenía un hijo pequeño, ante esa situación tuve que hacerme cargo de los gastos, aunque tal situación no me permitía el cuidar de ambos como quisiera así que..la familia de mi esposo intervino.

Neji observó el pantalón negro que tenía aquel día, debidamente planchado mientras escuchaba.

―Ellos jamás me aceptaron, a pesar de que nos habíamos casado, no aceptaban que alguien como su hijo estuviera con alguien como yo.―Su voz se fue perdiendo hasta convertirse en la nada.

―¿Alguien como usted?―Neji preguntó en afán de hacerla proseguir.

―Que no compartía sus mismos ideales de la vida y en cuestiones religiosas, esos temas no tenían tanta relevancia para mi y solía ser abierta con lo que pensaba... y tal desacuerdo conmigo lo hacían evidente con desplantes, comentarios y comportamientos inadecuados, algo con lo que viví durante años hasta que...exploté y les grité en la cara todo lo que pensaba, saliendo de ahi y alejandome durante un par de días para recobrar la cordura. Pero después regresé y...

―¿Qué sucedió? ―Neji no sabía de donde había salido su voz, pero aquellas palabras fueron pronunciadas tan suaves, que casi se atoraban en su garganta.

―Mis cosas estaban fuera de la que alguna vez fue mi casa y no me permitieron entrar ni tener contacto con mi esposo y mucho menos con mi hijo. Insistí una y otra vez, pero pronto mi esposo se mudó con su madre y hermano que lo cuidaban, pero no me permitieron verlos...hasta que finalmente dejé de intentarlo, yo...decidí soltarlos.

Neji estaba tan quieto, el aire se había quedado en sus pulmones mientras el silencio crecía en el confesionario cuando la mujer se quedó callada cuando su voz se rompió y unos ligeros sollozos inundaron el lugar . Él mismo había dejado de respirar para escuchar y hasta había olvidado el ofrecerle el pañuelo que siempre cargaba consigo.

―Jamás tuve contacto con mi hijo, yo...nunca lo vi crecer y convertirse en el hombre que es ahora...yo me arrepiento tanto de no estar a su lado y no atreverme aún ahora por miedo al rechazo. ―Habló entre sollozos.

Fue en ese momento que Neji salió de su trance, tomando el pañuelo que tenía en el pantalón y ofreciendolo. La mujer lo tomó, limpiándose el rostro. El Hyūga se había mantenido con la expresión inexpresiva que lo representaba aunque su interior era un caso diferente, era un huracán de emociones. La mujer no dejaba de sollozar y a pesar de que el protocolo lo obligaba a decir algo para consolarla, nada venía a su mente, nada con referencia a la iglesia.

Cada año que aquella mujer venía a confesarse le decía sobre cosas sin importancia, aunque muy en el fondo Neji siempre percibió que quería decir más de lo que decía, como si siempre que lo intentaba retrocedía, tal vez avergonzada de lo que diría. Pero en ese momento él entendió aquello que había callado durante tanto tiempo. Por fin se había abierto y dicho aquello que tanto le mortificaba.

―El señor es compasivo y misericordioso, nos invita a serlo los unos con ls otros. ―Los labios de Neji se movieron por inercia recitando el versículo. ―Por lo tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvase a Dios...―Sus labios se silenciaron un instante.

Los ojos castaños femeninos chocaron con los malva, agitando el pecho del sacerdote.

―Creo que yo....su hijo―Se corrigió a si mismo, sintiéndose avergonzado. ―Creo que debería buscar hablar con su hijo y...él lo entenderá. ―Por primera vez en todo su tiempo como sacerdote él estaba dudando sobre un consejo.

La mujer limpió el resto de las lagrimas que descendían por su rostro mientras asentía. Neji observó su reloj que tenía en la muñeca, esa era la última persona que recibiría esa noche. Se levantó saliendo del confesionario y observando que no hubiera nadie más, a la par que la mujer salía con una ligera sonrisa en sus labios. Se quedó de pie ante él, era ligeramente más baja.

―Gracias por el consejo...lo seguiré ―La mujer más confiada sobre sus palabras lo observó a los ojos con esa sonrisa que recordaba. ―Cuidate, Neji.

―Lo haré...Mamá. ―Luego de vacilar un instante el clérigo soltó aquella palabra que no había dicho durante más de veinte años.

Hana Hyūga se quedó pasmada en su sitio al escucharlo y sonrió mientras unas lagrimas escurrieron por sus mejillas. Dominada por la emoción intentó acercarse a Neji para abrazarlo pero detuvo sus acciones al dar un paso, recordando la situación. Se contuvo y simplemente sujetó la mano del sacerdote con ambas manos, estrechándolas con fuerza.

Neji la vio dar media vuelta y alejarse, recordando la primera vez que se había aparecido en la iglesia, cinco años atrás. Algo en su interior se sobresaltó al ver su silueta al otro lado del confesionario, sin entender a cierta ciencia a que se debía aquella perturbación interior. Nada venía a su mente mientras intentaba pensar de donde conocía a aquella mujer nerviosa al otro lado, que se negaba a mirarlo. Fue hasta el segundo año cuando la vio primera en la fila, que sus miradas se encontraron un segundo cuando algo en su interior se agitó y su inconsciencia identificó a aquella mujer de los recuerdos que él había buscado reprimir. El tercer año su presencia no fue una sorpresa e intentaba tratarla como una persona más, sin implicaciones sentimentales. Aunque el verla ahí, de alguna manera lo...animaban. La había perdonado hace tiempo, su religión lo había ayudado a sanar esa herida.

Observó la espalda femenina, aquella que recordaba de su infancia. Su madre siempre había sido una mujer hermosa, con elegancia a pesar de contar con los ingresos que la familia Hyūga. No es que fueran una familia adinerada, simplemente eran acomodados, sin preocupaciones monetarias. Lo cual siempre lo llevó a pensar porque su madre debía trabajar cuando su padre enfermó.

Por fin sabía una respuesta, a pesar de que Hana no lo había dicho como tal. Que su abuela se había negado a ayudarla monetariamente y se había visto obligada a buscar la manera de solventar los gastos de las quimioterapias de su esposo. Y no solo eso, sino que lo que su abuela le había dicho, el hecho de que Hana los había abandonado....todo eso era una mentira.

Sabía por palabras de su padre, cuando le contó que se rencontró con su madre de que esa versión no era la verdadera historia de las cosas. A él mismo le costaba creérsela o su niño interior se negaba a aceptarlo, a pensar que su madre, aquella que tanto quiso de niño había hecho algo tan atroz como abandonarlos. Pero el hecho de escuchar aquella historia...él no había podido creerse al grado que su abuela había llegado por el simple hecho de que Hana no seguía las conductas que la familia Hyūga quería... en todo momento su pecho se había agitado y la culpa lo invadió, por el resentimiento que en algún momento le había guardado a su progenitora. Entendía porque su padre se aferraba a ella, a pesar de que sabía que a su abuela no le parecía.

La gente siempre decía que él se parecía a su madre, no por el físico, sino por la personalidad. Él de pequeño era mucho más alegre y efusivo, lo cual era un reflejo de como era su madre. Tan amable y expresiva, lo cual le recordaba en cierta manera a Tenten.

Era tan curioso que una persona tan reservada, cerrada y seria como él se enamorara de alguien tan contrario como Tenten. Aunque tal vez esa era la clave, que la castaña había llegado a iluminar su vida.

La espalda de Hana se perdió luego de unos minutos, entendiendo que pronto se reencontrarían de nuevo.


La puerta de la entrada sonó dos veces, sorprendiendo a Neji deteniéndose de colocar los platos en la mesa y mirar la puerta unos segundos. Se dirigió a abrirla encontrándose con cierta castaña.

―¿Esperabas a alguien más?―Tenten habló con cierta molestia falsa impregnada de celos al ver la mirada confusa de Neji,

―No, tú nunca tocas.

Tenten observó la puerta cerrándose detrás suya, era cierto que hace tiempo sabía donde se guardaba la llave y ella misma se adentraba a la casa del sacerdote cuando quería, sorprendiéndolo en varias ocasiones. No se arrepentía de hacerlo y más aún cuando se había deleitado un par de veces de verlo sin camisa o con el cabello recogido.

―Error mio ―Sonrió con complicidad,

Neji había comprado comida, por lo que ambos se relajaron comiendo y viendo televisión, era una noche bastante tranquila. Algo que Tenten no había esperado. Ella misma esperaba alguna escena dramática considerando que esperaba que retomaran el tema pendiente que habían tenido.

Observó como las sombras de la casa en oscuras y solo iluminada por la televisión contorneaban el cuello del sacerdote y jugaban con la camisa negra que tenía. Se acercó hacía él, una vez que terminó con su comida, recostando su cabeza en el hombro del hombre. Él acarició su cabello en un gesto ausente mientras observaba la televisión. Tenten se aventuró a olfatear el aroma varonil del sacerdote que desprendía de su cuello, agitando su interior y pronto su mano se adentró debajo de la camisa negra.

El Hyūga desvió la mirada de la televisión, alzando una ceja al ver el gesto en el rostro femenino. Ella sonrió cuando su mano fue descendiendo hasta sus pantalones.

―Tenten

―Neji....no puedes pedirme que pare considerando que no te he visto en casi una semana. ―Sus labios hicieron contacto con el cuello masculino sintiéndolo estremecerse. ―Sabes cuanto te necesito.

Su mano se levantó girando el rostro masculino y besándolo con intensidad, dejando en claro sus intenciones. Al inicio él intentó resistirse pero pronto sucumbió a los encantos femeninos. Y le devolvió el beso con ferocidad, mientras la hacia recostarse en el sillón mientras la ropa iba cayendo al suelo.

Hasta que embriagados en la pasión absoluta Tenten lo sintió invadiendo su intimidad con la familiaridad que recordaba dejando salir un gemido placentero que fue seguido de varios más cuando él comenzó a moverse con intensidad, mientras se llevaba uno de sus pezones a la boca. Tenten se entregó al placer mismo de las oleadas del orgasmo de momentos despues y tal acción volvió a repetirse una vez más antes de sucumbir al cansancio.

Un viento frio la hizo estremecer. Su brazo tanteó la cama en un intento de sentir el cuerpo masculino caliente como un refugio pero su brazo no tocó nada. Sus orbes castaños se abrieron visualizando la cama vacía, sin rastros del cuerpo del sacerdote.

Se levantó, recogiendo su ropa del suelo y vistiéndose, el frio hacia imposible que se quedara desnuda. Algo que hubiera preferido de estar en otra situación, disfrutar de su desnudez y de la pasión junto a Neji, si este no tuviera responsabilidades religiosas. Lo cual la llevó a pensar en aquel tema pendiente que habían dejado y que había esperado que esa noche terminara de aclararse tal situación. Al salir del cuarto lo vio observando a través de la ventana con aire distraído. Se acercó hasta que apoyó la mejilla en el brazo del sacerdote con su vestimenta habitual.

―Quisiera poder despertar cada día de esta forma, a tu lado. ― Sabía que realmente no lo había encontrado a un lado, pero estaba refiriéndose a la misma casa, como si fueran una verdadera relación. Estaba dispuesta a casarse si era necesario ese mismo día si eso aseguraba que vivieran juntos.

Pero sus palabras estaban más que nada enfocadas a sacar el tema pendiente a colación, picar un poco para ver que obtenía del sacerdote. Pero este ni la miró, siguió mirando a través de la ventana, ignorándola por completo y a su vago intento de obtener información.

―Hemos dormido más de lo planeado. ―Neji habló con aire ausente.

―¿Tú no ves un futuro juntos de esta forma? ―Volvió a insistir.

Y tal insistencia lo llevó a observarla con una mirada fría e indiferente mientras daba media vuelta, tomando el bolso de la chica y depositando su teléfono en él.

―Deberías irte antes de que alguien te vea salir.

Tenten observó como le ofrecía su bolsa, sin moverse ni tomar el bolso. Una desazón y frustración la llenó, porque él realmente estaba ignorándola, esquivando el tema por completo, desviándolo hacia otras cosas. A pesar de que se dijo a si misma de que lo esperaría todo el tiempo que fuera necesario, realmente necesitaba una pista sobre que pasó con el Obispo y que pasaría con ellos.

―¿Seguirás ignorando el tema que hemos dejado pendiente? ―Por lo que la solución era ir directo al grano, sin dar rodeos.

Observó al Hyūga bajar el brazo con el que le extendía su bolsa y suspirar, mientras miraba a otro lado, como si realmente estuviera intentando evitar mirarla. Pero la rendición estaba presente en sus ojos cuando sus miradas se cruzaron.

―No se realmente que esperas que diga al respecto, pensé que era suficientemente claro el que yo no tengo nada que ofrecerte. ―Tiró el bolso en el sillón mientras la observaba fijamente, sin ápice de duda. ―Esto es lo que soy, desde el inicio lo sabes, no puedo hacer nada al respecto.

Tenten en su sitio se quedó de piedra al escuchar esas palabras, aquellas que en algún momento pensó que podría escuchar pero que se había esperanzado en que la resolución de las cosas fueran diferentes. Aunque tal vez estaba entendiendo mal, él no estaba siendo lo suficiente claro. Su corazón se agitó con fuerza, como si estuviera esperando por algo bueno.

―¿De que estas hablando?

―No hay un futuro entre nosotros...no hay nada.

Tenten sintió un golpe fuerte en su pecho al escuchar esas palabras clavándose en su interior con fuerza. Se acercó hacía él en un intento de eliminar aquella distancia de sus cuerpos que más que un metro parecía un kilómetro.

―No digas esto, nosotros tenemos...―Fue interrumpida.

―No me estas entendiendo, nunca voy a poder ofrecerte nada, lo mejor es terminar con esto.

Tenten parpadeó mientras las palabras hacían eco en su cabeza y el entendimiento se iba abriendo paso. ¿Acaso estaba malentendiendo las cosas? Ese debía ser el caso. Porque nada de lo que estaba escuchando tenía sentido, debían aclarar las cosas.

―¿Acaso...estas terminando conmigo?―Las palabras salieron de su boca con incredibilidad y con un nudo en su garganta, uno del que no había sido consciente.

El Hyūga le dedicó la mirada más fría que pudo, siendo capaz de atravesarla con facilidad, haciéndola estremecer.

―No puede terminar algo que nunca comenzó.

Tenten fue consciente de como el aire escapaba de sus pulmones y la incredibilidad se transformó en la más pura y feroz desesperación, en conjunto con una presión dolorosa en su pecho, como si algo pesado estuviera sobre ella y no pudiera respirar. El nudo en su garganta se incrementó y sintió los ojos picar.

La ansiedad la obligó a avanzar un paso hacia él e intentar tocarlo, para creerse que esa no era una pesadilla y que estaba sucediendo realmente. Aunque realmente deseó estar dormida. Pero tocó el brazo masculino antes de que él se apartara con brusquedad.

―¿Estas jodiéndome? ―Su voz salió irreconocible de sus labios, más alto de lo que esperaba y con una nota estridente. ―¡Dime que estas jodiéndome Neji! ―Su voz se rompió al decir su nombre. ―No puedes hacerme esto, no puedes estar haciéndome esto ¡Yo deje todo por ti! Traicioné a mi raza, a mi mundo, mis poderes y mi inmortalidad...―Mencionó con rapidez, con los tintes de desesperación presentes mientras lo miraba a los ojos. ― ¡Te entregué todo!―Un sollozo escapó de sus labios sin poder evitarlo.

Los ojos malva fijos por completo en ella, sin vacilar, sin indicios de nada.

―No te dije que lo hicieras.

―¿Realmente...realmente nada de lo que sucedió entre nosotros...significó nada para ti? ―Él simplemente la miró sin decir nada, aunque su expresión dejo en claro su respuesta. ―Neji....por favor no hagas esto... por favor...

Una fatha capaz de obtener cualquier cosa que quisiera con chasquear los dedos o sonreír, se había visto resumida a rogar, rogarle a un hombre, aquel al cual se había entregado por completo.

―Soy un sacerdote, un siervo del Señor y responsable de comunicar la palabra de mi Dios, ese siempre ha sido mi vocación, aquella que elegí desde temprana edad, eso es lo que soy y eso jamás va a cambiar.

―No puedes estar hablando en serio...no cuando nosotros hemos estado haciendo esto, cuando tú decidiste estar conmigo.―Sin poder evitarlo las lagrimas corrían por sus mejillas.―Neji, por favor ―Soltó con un hilo de voz.

Así intentaba mantener la compostura, a pesar de que el nudo en la garganta era imposible de contener.

―Yo nunca voy a elegirte.

Tenten retrocedió un paso, como si él le hubiera dado una bofetada tan fuerte que el aire escapó de sus pulmones. Se quedó quieta mientras mordía su labio inferior en un intento de reprimir los sollozos que buscaban dominarla y odiándose al sentir las lagrimas saladas en sus labios.

Las lagrimas nublaron su vista y la figura masculina, aprovechando aquello para girar en su sitio, tomar su bolsa y sin saber con que fuerza de voluntad salió de ahí, percibiendo algo filoso clavándose en su pecho y desgarrando todo a su paso. Soltó un sollozó una vez que estuvo lo suficientemente lejos, mientras la agonía la consumía.

Desde el inicio de aquella travesía suicida ella había chocado fuertemente con la pared de la religión, sabiendo que debía ocuparse de derribarla si quería que cualquier cosa que fuera a pasar con Neji, sucediera. Había trabajado en eso todo este tiempo, pensando que hace tiempo que había desaparecido. Que Neji la había elegido a ella sobre su vocación, Él sabía lo difícil que había sido pasar sobre ese muro.

Y había usado eso para matarla, dejándole en claro que en esa decisión entre la religión y ella, ella sería la perdedora, sería desechada en cualquier oportunidad, como en ese momento. A pesar de que ella había ido en contra de todas las reglas de su raza, enamorándose de un humado, rompiendo las reglas y permaneciendo a su lado, abandonando todo lo que alguna vez por él y ese amor en el que creyó. Había sido realmente ingenua, ella realmente...

Neji Hyūga se había encargado de dejarle en claro como el amor puede doler al grado de destruirte.

¡Se que he demorado en traer una continuación!

He tenido un paro de inspiración junto con el cansancio al juntarse un par de cosas, junto a mi trabajo... pero me he liberado unos días. Esperando realmente terminar con esta historia antes del 31, no prometo nada pero prontamente mañana traeré continuación, en un intento de terminar, ya que pensaba que me faltaban 2 capitulos (este y el siguiente) pero he alargado un capítulo más la historia, por lo que aún quedan dos capítulos antes del final, que mañana traería el penultimo capítulo.

Esa canción no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza al escribir la última parte del capítulo, por lo que son libres de escucharla cuando estén leyendo esa parte. Pero a mí me deja muy mal escucharla.

¿Estan preparados para el final? Este capítulo me ha dejado bastante sentimental, todo se ha ido al demonio.

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