Artimaña
Su pierna se movía inquieta al estar sentada en la jardinera a las afuera de la iglesia. Hace bastante que estaba sentada ahí, aunque no sabía con seguridad cuanto ¿veinte minutos, una hora o tal vez tres? No estaba llevando la hora o eso terminaría desquiciándola más.
En primera instancia había querido ser la primera en entrar, pero lo consideró detenidamente aún recostada en su cama, mirando el techo, aunque su pecho vibraba por la ansiedad de levantarse e irse corriendo lo más rápido de la casa. Debía admitir que había dormido profundamente luego de aquella acción... quita estrés que había hecho en la oficina del párroco. Había sentido como sus hombros tensos y su sentido de alerta internos se hubiera dormido por un rato más.
Claro que se había sentido mal o hasta humillada al recurrir en darse placer a si misma, aún cuando regresaba a casa estuvo pensando al respecto de verse orillada a algo tan...decepcionante para ella. Aunque no podía negar que su propia imaginación fue enriquecedora. Eso y que durmiera profundamente esa noche. Eso parecía compensar las cosas un poco.
Pero ese día debía despertarse temprano para ir a la iglesia, ya que antes de irse Kiba había pegado un anuncio para informar que las confesiones empezarían desde las ocho de la mañana. Para recuperar el tiempo perdido antes de la misa del domingo. Se quedó meditando y coincidiendo que lo mejor sería esperar a ser la última persona en pasar para confesarse. No quería a nadie detrás de ella esperando y metiendo presión para acortar su tiempo con el padre. Quería una libertad absoluta.
Así que había ido ahí, a las diez de la mañana y aún había un par de personas esperando su turno. Había visto a la misma Sakura con una sonrisa torpe en el rostro. Esa mujer no se esforzaba en ocultar su fascinación por el Hyūga. Tenten se burló interiormente, ya que siempre tan correcta, jamás obtendría tocar ni un solo cabello del sacerdote.
Eso y el hecho de que Tenten había puesto sus ojos encima de él y se encargaría de eso.
Además, que sabía que la propia Sakura estaba bastante apegada a la religión, algo que imposibilitaba el hecho de que intentara hacer algo. Nadie estaba tan desesperada como ella, que no le importa que tuviera que hacer para conseguir al Hyūga. Por eso mismo estaba ahí, tan metida en la iglesia, ¡hasta ella misma se creía su papel como real!
Bufó fastidiada, mirando las aves juguetear en las ramas del árbol debajo del cual estaba sentada. Con la palma sosteniendo su mentón, tamborileo sus dedos en su mejilla, con los ojos castaños viajando cada vez en la entrada de la iglesia.
Vio a la ultima mujer mayor entrando a paso lento y demorar un gran rato. Umi la había acompañado hace un rato, se confesó y se había ido de ahí, diciéndole que no llegara tarde. Tenten siempre al terminar sus labores en la iglesia debía seguir trabajando para su empleadora. Preparando la comida, colocando las medicinas en sus contenedores de cada día, dejar todo limpio y a veces Umi le pedía dar un corto paseo en el parque cercano. Claro que había veces que era más ligero y su empleadora salía con sus amigas. Pero aún así Tenten a veces terminaba agotada. A pesar de que Umi no le exigía nada ni criticaba que estuviera haciendo esa labor en la iglesia. La motivaba a hacerlo. Algunos días la dejaba libre, era considerada.
Tenten se esforzaba todos los días lo suficiente, quería un premio de consolación al menos.
Y ella quería aquel que estaba en el confesionario, solo un poco era necesario para motivarla a seguir en todo eso. Justo ahora era lo que más anhelaba luego de tanto tiempo sin verlo. Por eso mismo casi se levantó de un brinco cuando vio salir a paso lento a la mujer de la iglesia. Caminó rápidamente, sintiendo su corazón golpetear su pecho y sus manos sudar ligeramente.
¿Acaso estaba nerviosa?
Era algo imposible. No había razones para estarlo, estaba familiarizada con el Hyūga. Había estado a su lado durante casi un año, un año viéndolo todos los días. ¿Por qué ahora mismo estaría nerviosa? Ella jamás había estado de esta forma. Pero... una duda saltó en su cabeza ¿y si algo había pasado? ¡claro que habían pasado cosas! En su ausencia Tenten rechazó un cortejo por no poder apartarlo de su mente, algo que aún no podía explicarse. Y aquellas punzadas en su estomago mientras más se acercaba ¿qué era esa calidez? ¿Por qué su corazón latía tan descarriado?
Presionó los labios cuando llegó enfrente del confesonario, ingresando al cuarto pequeño que componía al confesionario. Una edificación de madera parecida a un ropero, dos cuartos. Uno donde estaba el sacerdote sentado y la siguiente donde la persona que quería confesarse entraba. En su lugar solo estaba un escalón pegado al muro, con una almohada cómoda para arrodillarse. En las puertas había un cristal pequeño. Aunque cuando no había confesiones dejaban caer las cortinas. Entre ambos cuartos había una ventana grande que tenía una reja de madera. Los agujeros permitían ver al otro lado con claridad, pero daban un tipo de intimidad entre ambas personas. En la parte inferior una pequeña abertura.
Tenten se arrodilló y levantó la mirada, con la intención de ver aquel rostro que tanto había ansiado en todo este tiempo. Recordó su miedo recurrente de haber olvidado como era o los mínimos detalles que no recordaría. Su músculo cardíaco latió fuertemente, provocando un malestar cálido en su pecho, cuando sus ojos castaños se encontraron con aquellos malvas que casi le arrebataban el aliento. Sintió como que pateaban su estómago. Realmente había olvidado la fuerza que aquellos exóticos ojos causaban en cada célula de su cuerpo. Presionó los labios al verlo presionarse al otro lado de la reja.
―Dios nuestro Padre, que ha hecho brillar la luz de la fe en nuestros corazones, te conceda reconocer sinceramente tus pecados y su misericordia. ― Su voz masculina la golpeó a continuación.
Su interior se estremeció y casi sintió como se derretía. Maldijo entonces por aquella pared que los separaban, aunque su mente en caos, una pequeña voz le recordó que era mejor de esa forma. Se suponía que estaba conteniéndose, algo ir a la otra puerta, tirarse encima y arrancarle la ropa lo más rápido que sus manos temblorosas por la ansiedad le permitirían. Si, algo como eso podría joder las coas al instante.
Tenten pensó en que podría decir al respecto. Al inicio había pensado que podría confesar cualquier cosa que hubiera hecho en el paso, algo que era bastante fácil para ella. Posteriormente, Umi le dijo, que había un límite en cuestión de los pecados. Había cosas graves que no eran toleradas por la iglesia católica o que dependían de la indulgencia de sacerdote.
―He estado mintiendo mucho. ― Salió lo primero que se le vino a la mente, sin detenerse a pensar en que era lo que significaba.
― ¿A qué te refieres? ¿A quienes les has mentido? ― Su voz resonó al otro lado de la cortina, pero ella ya no lo miraba.
―A todos, hasta a mi misma. ― Tenten se quedó callada un instante. ― Estuve a punto de hacer algo indebido con alguien más cuando... no puedo sacarme a alguien más de la cabeza.
Y lo dijo, subiendo la mirada y encontrándose con Neji observándola detenidamente. Le dedicó la mirada más significativa que pudo, aunque sabía que no iba a comprender. Tenten estaba aceptando en ese momento que sentía muchísimo más que solo placer carnal por el sacerdote. A pesar de que por primera vez en su vida no era correspondida. La desazón llenó la boca de su estómago.
―Lo más importante ahora es que no te mientas a ti misma y estés segura de que es lo que quieres.
Tenten miró al hombre desviar la mirada al frente, pudo ver el de perfil su rostro. Volvió a captar su atención un instante y su interior se sacudió. Ahora mismo sabía que era lo que quería, estaba muy segura de ello.
―Una vez que aclares tus dudas con respecto a tu persona, podrás ser más sincera con la gente que te rodea.
Tenten escuchó su penitencia, un par de padre nuestros y un par de ave María. Nada demasiado severo. Se levantó luego de que Neji le dio la oración final y salió, directamente hacia las bancas que estaban enfrente del altar. Cerró los ojos un instante, pensando en que, sí que habían cambiado tantas cosas, pero era más que nada sobre ella.
No recordaba que hubiera querido algo en su vida tan fuerte como ahora, por eso mismo le era abrumante. Ella se esforzaba para conseguir aquello donde había puesto su atención. Demoró un par de minutos ahí, se levantó presinándose y dando vuelta. Vio al sacerdote cerrando el confesionario y caminando hacia adentro de la iglesia, hacía su oficina.
Tenten lo siguió de cerca, contemplando su amplia espalda en aquella vestimenta negra hasta que lo alcanzó.
―Neji ¿cómo ha salido todo?
―Las cosas se han arreglado, mi familia suele ser un poco aprensiva. ―No dio detalles al respecto, pero sabía que era lo mejor que obtendría. ― Es bueno volver.
― Es bueno que estés aquí de nuevo, te eche de nuevo. ― Tenten cayó en cuenta de lo que había dicho y contempló como el Hyūga la miraba de reojo. ― Te echamos, todos en la colonia. ― Arregló tartamudeando levemente.
Dejó salir una sonrisa nerviosa, para restar intensidad a sus palabras. Como le costaba mantenerse firme en ese momento, estaba sintiendo demasiado, tanto luego de reconocer sus sentimientos. Tenía que tener mucho cuidado, sus palabras podrían incomodar al párroco.
―Tengo varias cosas que necesito que cheques y se viene una boda en un mes. ―Habló intentando llegar el silencio hasta que llegaron al área asignado a la oficina.
El sacerdote asintió mientras introducía la llave a la cerradura e ingresaba a su oficina, cerrando detrás de si. Debía ponerse al corriente de muchas cosas.
Neji no podía ni imaginar el grado de compromiso que tenía Tenten con él, ella había investigado en su ausencia y pronto movería la siguiente pieza de ajedrez.
―Pueden irse en paz.
Neji cerró la misa del domingo con una gran asistencia, de verdad que había extrañado la sensación de paz que le brindaba el ofrecer una ceremonia. Llegó a su oficina, quitándose la Casulla dejándola a un lado, la estola que colgaba de sus hombros y el cíngulo que rodeaba su cintura y finalmente se quitó el Alba blanca. Lo colgó cuidadosamente en el gancho que tenía en su oficina. Podría tenerlo en casa, pero era más sencillo tenerlo en la oficina.
Cerró su oficina y salió de ahí, viendo la mesa vacía fuera de su oficina. Tenten no trabajaba los domingos a menos que fuera algo importante, hoy mismo la había visto en las bancas de en medio. Junto con Umi, que la ayudaba a levantarse cada que él lo decía.
Y al terminar la ceremonia ella se había ido, aunque por un momento pensó que se quedaría a hablar con él. Como siempre solía hacer, por eso dicho comportamiento le pareció un poco anormal. Tenía un vestido floreado blanco, que jugaba bien con su tono de piel y que estaba por debajo de las rodillas o eso pudo observar desde el altar. Nada provocativo, por lo que consideró que estaba bien. Aunque inevitable Tenten siempre atraía la mirada de los hombres, era imposible no verla.
Había visto a varios hombres mirándola al salir de la iglesia con Umi.
Él mismo se había fijado un poco más de la cuenta en ella, tal vez por su ausencia prolongada. Se había acostumbrado a su presencia en la iglesia, esos días afuera más que un respiro, fueron estresantes por problemas familiares que derivaron de la muerte de su abuelo.
Por eso mismo había extrañado su vida en la iglesia y... en algún momento confundió a su prima Hanabi que le había traído un té con cierta castaña que siempre se lo traía con una sonrisa cálida en el rostro. Ese recordatorio de la fémina lo sacudió. Siempre hablaba con Kiba para saber como iban las cosas en la iglesia, sobre pendientes, problemas y sobre todo por como estaba llevando los registros de los eventos Tenten. El Inuzuka simplemente había dicho que todo marchaba bien, sin detalles.
Neji mismo quería se vio tentado de hablar con la femenina, aunque no tenía su número de teléfono, hecho que le pareció inconveniente. Por eso, un día antes, luego de confundir a Hanabi con Tenten, en un impulso decidió llamarla. Por que tal ve tendría algún problema y necesitaría ayuda. Quería saber que todo estaba en orden, a pesar de que el mismo Kiba se lo decía hasta el cansancio.
Escucharla lo hizo calmarse considerablemente, la familiaridad de su voz lo hizo olvidar por un instante que estaba en medio del caos familiar.
Había llegado en la madrugada a la ciudad, descansando un par de horas antes de volver a su servicio. Mucha gente se había alegrado por su regreso, había habido mucha afluencia en las confesiones, pero le sorprendió de sobremanera verla ahí. Pensó que la vería más tarde en la oficina, pero encontrarla en la mañana había sido agradable.
Su compañía y presencia le daban una tranquilidad que no explicaba.
Era de las pocas personas con las cuales se sentía plenamente como, a pesar que al inicio su personalidad incomprendida le abrumaba y hacia retroceder. En algún momento tuvo un cambio que actitud para bien, que le hizo disfrutar gratamente su compañía.
Tomó un baño largo para relajarse y estuvo un par de horas arreglando algunas cosas en su casa. Había polvo y un par de platos que debía lavar del desayuno. Más tarde fue a comer a la cocina que había cerca, ya que no tenía víveres para cocinar. Debía comprar un par de cosas más tarde o tal vez le diría a Kiba.
Una vez terminó caminó por las calles, hablando con un par de personas a su paso. Siempre descolocaba a la gente verlo sin su ropa eclesiástica. Su ropa de civil era más sencilla. Pantalones de mezclilla y una playera de algodón con mangas de tres cuartos. Él mismo se sentía algo extraño sin las camisas negras. Visualizó la edificación al fondo de la calle con un letrero resplandeciente, tan digno del dueño. Ingresó jalando la puerta de acceso, contemplando las mesas llenas con personas comiendo del plato que tenía enfrente. Varios alzaron la cabeza y lo saludaron, ofreciéndole su mano.
Neji les brindó algunas palabras y sus ojos malva rebuscaron hasta encontrar a la persona que había ido a buscar. Fue saludado con gran efusividad. El hombre alzó la mano, con una sonrisa enorme en el rostro.
―Gai.
―Neji ¡que alegría verte de nuevo por aquí!
El Hyūga observó las mesas al fondo donde varias personas servían comida a la gente que iba llegando. El proyecto que Gai y Neji decidieron levantar por donaciones, el comedor comunitario y el cual recibía una cantidad mayoritaria de los ingresos de la iglesia. A pesar de eso Neji disfrutaba el haber realizado tal acto, habían ayudado a mucha gente en nombre del Señor y eso era suficiente para él.
―Vine a ver cómo iba todo.
―Excelentemente, como siempre, con fuerza de voluntad todo es posible.
Gai era el que se encargaba de cocinar la comida que se servía en las tardes, él había iniciado solo con todo esto. Con enormes ollas y poniendo mesas afuera de su casa. La gente comenzó a ir eventualmente, pero sostener un gasto como ese era imposible. Por eso mismo Neji se ofreció a ayudarle y cada mes le pasaba cierta cantidad de dinero.
―Igual, recibí tu mensaje, solo que no podía responderte y prefería tratarlo de frente.
― Oh si, sobre eso...
Neji escuchó atentamente, mientras su mirada se perdía al ver a la gente que tiraba los platos desechables a la basura cercana. Asintió cuando Gai le preguntó algo al respecto y por inercia miró a los voluntarios que servían comida. La puerta de la cocina se abrió, revelando como una persona caminaba de espaldas, mientras traía varias charolas vacías entre las manos, dejándolas en la mesa cerca. Charolas que usaban para servir los platos y vasos de los alimentos.
El Hyūga adquirió un gesto de sorpresa y levantó una ceja conmocionada.
―Gai ¿ella? ― Indicó al hombre, para que volteara.
―Oh, se ha ofrecido voluntaria los domingos, lo cual es de gran ayuda, son nuestros días más ocupados.
Neji se quedó pensativo un instante, pero regresó su atención a Gai, pidiéndole detalles conforme a su oferta y como podrían realizarlo. Se entretuvieron tanto que el salón terminó vació y las voluntarias comenzaba a limpiar cada una de las mesas para poder dejar todo listo para el siguiente día.
El clérigo se despidió del hombre mayor, quien lo despidió efusivamente. Una vez en la calle se apoyó en la pared, sacando su móvil y tecleando un mensaje con los detalles que había obtenido. Kiba se puso en línea y las palomas azules aparecieron.
Aunque el Inuzuka no respondió. Siempre era bastante distraído con esas cosas. Mañana empezaría a arreglar esas cosas, tenía un par de semanas para informarle a los padres y a los propios maestros de catecismo.
Luego de un par de minutos la puerta a su lado se abrió, vio a un rubio que reconocía en sus confesiones y ubicaba, salir con aquel hombre de cabello negro con el que siempre solía verlo. Dejaron la basura en los cestos y se fueron de ahí. Habían terminado con sus tareas. Unos minutos después la puerta volvió a abrirse y una mujer salió de ahí.
― ¿Voluntaria? ― Soltó al verla arreglarse el cabello, ya que varios mechones escapaban de sus dos chongos que le hacían ver más inocente de lo que sabía que era.
La fémina saltó en su lugar al ubicarlo. El reconocimiento la invadió y una sonrisa tímida pero cálida curvó sus labios rosados.
―Bueno, tengo los domingos libres. ― Se acercó hacía él y sujetó su antebrazo en un gesto de saludo. ― Que sorpresa verte por acá.
Neji había ido ahí para arreglar algunas cuestiones pendientes, pero se llevó una gran sorpresa de ver a Tenten con una alta fila de charolas y en el área de servicio de alimentos. Ni siquiera sabía que ella sabía del comedor, o tal vez había escuchado de eso, pero jamás consideró que ella podría interesarse en ser voluntaria. Él mismo a veces iba a echarle una mano a Gai cuando no tenía voluntarios.
Aunque Tenten misma se había ofrecido voluntaria a ayudarlo en la época de la caridad en la iglesia, y posteriormente a ayudarlo con las cosas necesarias en la oficina de la iglesia. Ella al inicio no buscaba una remuneración monetaria. Sin embargo, Neji no estaba tranquilo de estarle quitando su tiempo sin más, por lo que le daba un sueldo, mínimo, pero era lo más que podía permitirse. Ella lo negó al inicio, pero al final aceptó por la insistencia del Hyūga.
Si consideraba ese evento, el hecho de verla ahí no podría ser una sorpresa anormal. Era de esperarse considerando el noble corazón que la fémina parecía tener con ayudar al prójimo. Era una mejor persona de lo que ella misma pensaba, y siempre tenia una actitud inmejorable. Adicional a eso, esos chongos en la cabeza, le daban una apariencia encantadora.
―Sobre eso, en mi ausencia Gai me hizo una oferta. ― Tenten comenzó a caminar con una bolsa en su brazo y Neji siguió sus pasos. ― Me ofreció un par de cabañas a las afueras de la ciudad, por las montañas. Yo le había comentado que buscaba algo para un retiro religioso que quería implementar para los chicos que estaban cerca de su primera comunión.
Tenten lo escuchaba con detenimiento, observando su camino para no resbalar por ahí. Se colocó su abrigo, ya que el frio comenzaba en la ciudad y la noche había caído sobre ellos antes. Los faroles alumbrando las calles que separaban al comedor de la iglesia.
― ¿Se irán de viaje pronto?
―La idea es que vayan los dos cursos de niños y algunos adultos para poder controlar las actividades y a los niños propiamente. ―Neji la vio expectante, escuchando cada una de sus palabras.
―Suena muy bien, Neji... a los niños les encantaran.
―Serían dos noches y la idea es que vayamos cinco adultos. ― Se detuvo mientras esperaban que un auto pasara para que pudieran cruzar la calle. ― ¿Tú podrías apoyarnos?
Tenten se tropezó con sus propios pies. El clérigo sostuvo su brazo para evitar que ella cayera al suelo. Sintió una ligera corriente picarle la yema de los dedos, pero la ignoró asegurándose que la castaña estuviera bien. Tenten, una vez que recuperó la compostura, lo miró con toda inocencia posible. Aunque Neji no sabía si era por aquel peinado que le sentaba tan bien.
― ¿Quieres que vaya?
El sacerdote abrió los labios un instante y los cerró posteriormente. ¿Eso era lo que quería? No esas habían sido sus palabras, aunque tampoco era que lo hubiera considerado un gran rato. Sin embargo, horas atrás había confirmado que su presencia le era agradable y su compañía en las montañas podría hacer todo mejor. Ese pensamiento lo hizo considerar si estaba siendo inapropiado por podría malentenderse, y anteponía un poco sus preferencias. Intentó convencerse al repetir en su cabeza que Tenten había demostrado una buena disposición y adecuarse muy bien a su forma de trabajar.
―Si... ― Soltó esas palabras, aunque sintiendo una ligera punzada en el estómago. ― Serías de ayuda en las actividades y controlar a los niños. ― Dudó un instante ante la intensidad de la mirada de la castaña. ―Aunque si no puedes, podría buscar...
― ¡Si, iré! ― La fémina habló con gran ímpetu y con una sonrisa amplia curvear sus labios pintados de un tono rosado ligero. ― Gracias por considerarme, Neji.
Retomaron su caminar, acercándose a la iglesia cada vez más.
―Uhm... Neji, quisiera saber, si no es muy inapropiado.
El mencionado la vio debatirse sobre si hablar o no al respecto. Por un instante pensó que se arrepentiría de ir al retiro. Esperó a que la mujer terminara de formular su oración.
― ¿Paso algo grave que te hizo ausentarte de la iglesia este tiempo?
Neji se lo pensó un instante, sobre que tan apropiado era compartir parte de su vida privada. Kiba sabía un poco por lo superficial, pero no era su especialidad compartir cosas de su vida que no estuvieran estrictamente relacionada con su vocación.
―Mi abuelo falleció, fui a despedirlo antes de que se fuera con el señor y a ofrecer una misa en su honor. ―Soltó con facilidad, sorprendiéndose un poco. ― Él era el que me motivó a seguir esta vocación.
―Lo siento, debió ser un golpe duro.
Neji realmente nunca había sido cercado a su abuelo, no al grado de hablar con facilidad con él. Más que nada era bastante dominante y quería controlar las cosas y a todos a su alrededor. De alguna forma Neji era su favorito, tal vez por que se identificaba bastante con él.
―Algo así. ― Doblaron en una esquina mientras sus pasos lentos avanzaban por la calle. ― Se suponía que regresaría el domingo. Sin embargo, Hinata, mi prima, que apenas había finalizado la educación para ser una religiosa... consideró que el funeral del abuelo era el mejor momento para fugarse con... un hombre.
Tenten lo miró conmocionada, antes las palabras que salían de sus labios y como parecía decirlo con una indiferencia con tintes de fastidio. Era evidente que todo ese caos familiar lo habían puesto de un humor terrible y lo habían hecho pasar un mal rato.
―Vaya, las cosas jamás son sencillas. ― Es lo único que atinó a decir la fémina.
Neji se quedó callado, meditando la travesía que tuvieron que hacer para localizar a Hinata antes de que la gente del pueblo se enterara y deshonrara a toda la familia. Hiashi, su tío, había estado como loco por tal osadía de su hija. No sabían ni siquiera donde había conocido al hombre con el que su hija se había escapado, pero sin dudar ella lo había hecho. El Hyūga debió rastrear sus pasos hasta que los localizaron a unos pueblos más lejos.
―Pensaba que en tu familia todos apoyaban la religión que practicaban.
―Algunos no aceptan el destino que el señor tiene para nosotros.
Neji hablo con aire ausente, enojado aún por el actuar inapropiado de su prima. Se suponía que ella sería una religiosa, había ingresado al convento para eso. Eso era lo que su abuelo, que en paz descanse, esperaba de ella, ya que él Señor le había hablado, diciendo que sus nietos tendrían que profesar sus oraciones. Neji mismo tomó esas palabras como ciertas y lo siguió. Por eso era el orgullo de su abuelo, ya que había hecho lo que se suponía que debía hacer y esperaban de él, sin decir una palabra más y aceptando el destino impuesto y que Neji había aceptado como suyo.
―Tal vez hay cosas más importantes que te hacen ir en contra de ese destino. ― Tenten habló, luego de un rato en silencio.
Neji la vio detenidamente ante esas palabras ¿cosas más importantes? ¿qué podría ser más importante que lo que el señor tiene planeados para nosotros? Ofrecer las palabras del Señor era algo que realmente disfrutaba hacer, eso y ayudar a la gente a que puedan tener la misericordia que su creador tenía para ellos. No podía entender las palabras de Tenten.
Tenten misma entendía perfectamente por que Hinata Hyūga había decidido ir en contra de su religión y familia por un hombre. Supo que ella misma haría algo como eso, ella misma estaba yendo en contra de todas sus creencias al estar ahí. ¡Se había ofrecido voluntaria! Era agradable ayudar a aquellas personas, pero la primera razón por la cual estaba haciendo todo esto, estaba parado a su lado, con la mirada perdida en algún punto. Había investigado y sabía que el sacerdote solía ir los domingos al comedor, por lo que estar ahí esos días podría ser benéfico. Ese día él la había esperado afuera, algo que no pasó desapercibida para Tenten y estrujó su interior cuando al salir, escuchó su voz al salir.
Había jugado una pieza valiosa en se juego, una victoria.
Sabía que el Hyūga ahora mismo no entendería algo como eso, pero confiaba que pronto podría entender esa línea de pensamiento. Solo necesitaba un poco de tiempo y podría derribar esa segunda barrera y que sabía sería la más difícil de tirar.
Tenten tenía muy claro que, por aquellas cosas importantes, podrían tomarse medidas desesperadas.
¡Sus comentarios me motivan a subir continuación más rapido!
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