Animadversión

Las manos femeninas se movieron ágilmente por el cuello clerical para desabrocharlo y dejarlo a un lado, mientras se inclinaba aún más cerca del cuerpo masculino que estaba sentado y lo besaba con tanta ferocidad como pudo.

No podía controlarse, no cuando llevaban varios días en esas absurdas excusas de Neji sobre que deberían tener más cuidado y que no podrían ir en su casa durante un tiempo por los rumores que estaban surgiendo. Nadie había visto salir a Tenten una semana atrás salir de su casa, por lo que esas excusas eran tontas a su forma de ver. Había resistido pacientemente más de una semana, siete días manteniendo sus manos fuera del sacerdote ¿y el acaso quería más? Había perdido la razón si esperaba que ella fuera a retroceder cuando habían llegado tan lejos.

Tenten necesitaba mucho más del Hyūga, demasiado.

Lo había probado en totalidad, por lo que reprimirse o retroceder ya no eran palabras aceptables en su vocabulario.

Por eso mismo se había adentrado a su oficina temprano en la mañana, cuando todo parecía tranquilo, caminando sin detenerse hacia donde estaba el sacerdote y lo había besado sin limitaciones, sentándose en sus piernas y demandando su atención.

―Tenten espera, alguien podría... ―Soltó Neji cuando ella se alejó para besar su cuello con intensidad.

―No volveré a esperar más...

Volvió a besarlo mientras su mano se movía ansiosa en la entrepierna masculina, estimulándolo lo suficiente para motivarlo. Sabía que Neji era un hombre racional en todo sentido, pero si lograba presionar los puntos necesarios, él perdía toda razón y se dejaba llevar por sus instintos. Era algo que había aprendido con el tiempo de pasar a su lado y jugar un poco con él en la intimidad. Atrapó la oreja masculina con los dientes y su aliento lo hizo estremecer.

Tenten introdujo su mano por debajo de la camisa mientras dejaba pequeños besos por el cuello del sacerdote y su mandíbula, escuchándolo respirar profundamente. Podía sentir como él mismo parecía haber extrañado ese contacto.

―Vamos Neji, quiero sentirte...―Susurró en su oreja de forma seductora.

El sacerdote colocó ambas manos en las caderas de la mujer, presionándola contra su entrepierna que dejaba en claro su excitación. Desabrochando lentamente los botones de la blusa que ese día había llevado Tenten y bajando el sostén lo suficiente para poder jugar con los pechos femeninos.

Neji la escuchó gemir una y otra vez, lo cual despertaba su instinto más primitivo, motivando a presionar y succionar más fuerte, deleitándose de aquel sonido que era un estimulante enorme para sí mismo. Se levantó cargando con la fémina y recostándola en su escritorio, mientras él seguía adentrado en los pechos con los que se había familiarizado pero que resultaban tan tentadores con la ropa que Tenten solía usar que en más de una ocasión se reprendía por mirar más de la cuenta.

Sin esperar más el cierre de su pantalón bajo, por la posición de Tenten en la mesa la falda roja que ese día llevaba estaba alzada, esperando pacientemente. Por lo que sin mucho problema Neji entró en ella, causando que un gemido más fuerte saliera de la boca femenina.

El Hyūga se inclinó atrapando los labios femeninos entre los suyos para reprimir aquellos sonidos que estaban prohibidos en ese sitio y se movió vigoroso, entrando y saliendo de la fémina en fuertes penetraciones. Había tenido tantas ganas, que le había costado tanto controlarse. Y entendía perfectamente porque su religión podría considerar como abominable e insano el mantener relaciones sexuales. Porque una vez que las pruebas, no podías retroceder y el instinto de querer más y más era algo que estaba presente con frecuencia.

El sacerdote no podía evitar mirar a Tenten más de la cuenta mientras las imágenes saltaban a su cabeza, sintiéndose confundido de como con una ligera caricia o beso, ella podía encenderlo con tal rapidez. Comprobando su teoría de que el deseo que pensó que no tenía, simplemente se había reprimido y ahora parecía difícil lidiar con él.

Tenten cruzó sus piernas en la cadera del hombre, acercándolo aún más y soltó los labios, abrazando su cuello con los brazos y gimiendo ligeramente en su oreja, lo cual lo motivó aún más para moverse más rápido, sintiéndose realmente perdido y delirante al sentir el interior cálido y estrecho, pensando que era mucho mejor de lo que recordaba.

Dejó salir un sonido sordo cuando sintió como se corría y respirando agitadamente, pensando en que había hecho y cómo era posible que era lo suficiente desvergonzado para hacerlo en la iglesia. Estaba haciendo las cosas mal ¿Qué era lo que debía hacer? Le costaba tanto contenerse y Tenten le ponía las cosas difíciles.

Tenten se levantó con un gesto satisfecho, se había levantado con ganas esa mañana y necesitaba apagarlo. Aunque la realidad es que todos los días quería hacerlo con el sacerdote, solo que esa vez había sido más fuerte el deseo. Neji tenía que lidiar con eso de ahora en adelante, de la manera en la cual la encendía.

―Tenten tal vez...―Mencionó mientras tomaba un pañuelo y se limpiaba antes de colocarse adecuadamente el pantalón. ―Deberíamos cuidarnos más.

Tenten se levantó limpiándose adecuadamente y colocando su ropa inferior con lentitud de la manera en la cual debería.

― ¿A qué te refieres?

El clérigo se quedó callado mientras buscaba en el suelo el cuello clerical que solía usar, sin decir palabras. Lo cual le pareció sumamente extraño a Tenten ¿acaso no la había escuchado? Cuando Neji tomó la prenda entre sus manos y giró para verla un ligero sonrojo en sus mejillas le hizo sonreír encantada y el entendimiento la golpeó. Él estaba hablando de condones, por supuesto.

Soltó una ligera carcajada, claro que él no podría conseguir. Si un sacerdote ingresaba a una farmacia y pedía condones, los rumores que venían rondando en toda la colonia se confirmarían. Por lo que ella debería comprar.

―No te preocupes, yo me...

Las palabras se quedaron atoradas en su garganta cuando la puerta de la oficina sonó dos veces, ambos castaños se miraron. Tenten aún tenía la blusa desabrochada y su cabello se había desordenado. En cambio Neji aún se veía ligeramente desarreglado, más específicamente al no tener su cuello clerical, pero el escritorio estaba hecho un desastre, algunas cosas estaban en el suelo.

La adrenalina estalló entre ambos cuando la puerta comenzó a abrirse, lo cual llevó a Tenten a saltar de la mesa y mirar a todos lados, no podía arreglarse lo suficiente rápido. Sin pensarlo demasiado se adentró al agujero que había en el escritorio, donde Neji solía poner sus piernas y que solo estaba abierto de ese lado.

Neji por su parte miró su ropa con rapidez, ordenando el desastre en el escritorio, maldiciendo porque había un par de cosas en el suelo, se inclinó para recogerlas y justo en ese momento la puerta se abrió en totalidad revelando al Inuzuka.

―Neji... ―Kiba se quedó quieto en la entrada, mirando aquel adorno de metal que Neji siempre solía tener en el escritorio, en el piso. ― ¿Sucedió algo?

―Se me ha caído de las manos―Neji lo tomó colocándolo en su sitio y sentándose en su silla, mientras se colocaba con suma lentitud su cuello clerical.

― ¿Y porque te has quitado el cuello? ―Preguntó Kiba con perspicacia,

El Hyūga terminó de colocárselo y miró al recién llegado con toda la seriedad que pudo.

― ¿Acaso eso es algo relevante? ¿O debo informarte cada que lo haga?

Kiba se quedó quieto ante esas palabras que estaban tan a la defensiva, dejando en claro que algo estaba sucediendo. Se dejó caer en la silla libre que había con aire despreocupado y observó toda la oficina, en busca de algo fuera de lugar, además de la estatuilla y del propio padre.

Ahí había gato encerrado aunque el sacerdote intentara fingir que estaba leyendo los papeles que tenía en el escritorio ¿acaso el ambiente se sentía más caluroso? Vio a Neji hacer una mueca entre enojada y confundida, lo cual no tenía sentido ¿Qué era lo que estaba pensando? Tal vez se había enojado al tenerlo ahí. Iría directo al punto.

―Estaba buscando a Tenten y me pareció escucharla aquí. ―Pensó en salir a comer con ella, para liberar un poco los rumores que eran apoyados porque ambos castaños siempre estaban juntos o al menos con mayor frecuencia.

Había escuchado por boca de Tenten que habían ido a la festividad del santo San Sebastián con Lee y Kiba se sorprendió. Normalmente él acompañaba a Neji.

―Como podrás ver ella no está aquí.

―Sí, eso puedo verlo.

El sacerdote a pesar de parecer que estaba de la misma forma que todos los días, había algo en la forma tensa en la cual estaba sentado o movía su mano nerviosa que le hacía entender con claridad algo. Lo miró cerrar los ojos un instante y contener la respiración, para después dejar salir un suspiro profundo ¿algo lo estaba atormentando? La única razón por la que Neji estaría de esa forma es porque se le hubiera descubierto haciendo algo indebido. Volvió a mirar la oficina y pudo captar el perfume particular de Tenten.

―Bien ¿quieres ir a comer a la fonda cercana?

―Vamos ―Neji se quedó viendo el papel en el escritorio, Kiba casi pudo jurar que lo había leído ya unas cincuenta veces. ― ¿Qué pasa?

―Te esperaré.

Neji pareció moverse un poco incómodo en su silla y frunció el ceño. Kiba vio la mano del sacerdote presionar con gran fuerza el bolígrafo que tenía entre sus manos, como si estuviera conteniéndose o como si se sintiera mal. Sabia por experiencia que si Neji tenía algún malestar lo mejor era alejarse, porque su malhumor salir a relucir con mayor fuerza.

―Te veré ahí, adelántate. ―Soltó en un susurro reprimido.

El Inuzuka se levantó con cierto recelo, tal vez debería preguntarle al respecto pero su sentido de supervivencia le hizo saber que lo mejor era hacerle caso y verlo en la fonda. Tenía suficiente hambre para evitar ese tipo de dramas que parecían flotar en el aire. Mientras no lo involucraran directamente todo estaría bien. Aunque el aroma del perfume de Tenten seguía confundiéndolo. Posiblemente había ido un poco antes que él. Se había preguntado si era prudente el hecho de decirle algo a Neji conforme a su relación ilícita con Tenten pero ante el hecho de que no parecía un hombre que aceptara opiniones ajenas a menos que te preguntara directamente, decidió mantenerse callado.

Tal vez Tenten ya se había ido a comer y ambos castaños estaban tomando su distancia como deberían considerando los rumores, si, posiblemente era eso. Sin esperar más salió de la oficina, cerrando la puerta al salir.

Neji soltó un largo suspiro mientras bajó la mirada con cierto reproche al ver a Tenten con una sonrisa perversa y finalmente introducir su miembro a su boca. Soltó un ruido sordo de sus labios ¿acaso se había vuelto loca? ¿Cómo podía hacer algo como eso con Kiba al otro lado del escritorio?

Desde que había llegado Kiba pudo sentir la mano femenina jugar con su entrepierna, una y otra vez hasta que lo había sacado de entre sus pantalones. Neji no había escuchado nada de lo que había dicho Kiba, no podía concentrarse en nada más que la boca húmeda de la fémina jugando con gran maestria con su masculinidad y dejándolo lo suficientemente erecto para sentir el cuerpo quemarse.

―Tenten, Kiba podría haberse dado cuenta.

Ella sonrió mientras lo sacaba de su boca y se limpiaba ligeramente los labios.

―Tu erección no había bajado desde que llegó, por lo que simplemente quise ayudar.

Sin más volvió a introducirlo en su boca y Neji dejó caer su cabeza en el respaldo de su silla, reprimiendo las exclamaciones placenteras que querían salir. La boca de Tenten se sentía tan jodidamente bien que no podía concentrarse en nada más que en ella devorando su pene.

Él lo sabía desde el inicio y aún así seguía ignorándolo, que estar con Tenten era su perdición. Ella lo volvería loco, un gemido escapó de sus labios cuando sintió la ola de placer embriagar cada centímetro de su cuerpo. Bajó el rostro viéndola relamerse los labios y aquellos orbes castaños resplandeciendo en el más primitivo deseo.

Si, ella terminaría rompiéndolo en el más exquisito de los placeres.



Sakura terminó de darle el cambio a la persona que tenía enfrente y le sonrió como era su hábito desde que tenía uso de razón al tener un negocio que involucraba atención al cliente.

La venta de material religioso en la iglesia era algo particularmente fácil y sencillo, no le había resultado ni un tipo de reto. Solo pasaba un par de horas al día ahí, ya que su trabajo no era esencial en la parroquia más que para conseguir ingresos para las diferentes cosas a realizar.

Los orbes jade contemplaron a Kiba saliendo de la parroquia junto con Neji, posiblemente saldrían a comer algo. Una rutina que parecían seguir cada día desde hace un par de semanas. Solo ellos dos, algo que la hacía sonreír. Al no ver a Tenten entre ellos, como tiempo atrás era bastante frecuente. Podía intuir que Neji se sentía abrumado por los rumores y que se mantenía lo suficientemente lejos de aquella arribista. Y tal idea le hacía relamerse los labios.

Aún se sentía realmente ofendida por las palabras que la castaña le había dicho antes. Sobre que ella no era mujer suficiente para interesar al sacerdote ¿Qué podía saber ella? Antes de que ella se atreviera a llegar ahí habían tenido una buena relación entre ambos. Neji parecía disfrutar de su compañía tanto como ella.

Sakura Haruno, se había enamorado de Neji Hyūga desde que lo había visto llegar a la parroquia. Su mirada, porte y el aura que emanaba fueron suficientes para deleitarla. Y presa de los sentimientos arrolladores que despertaba en ella, comenzó a pretenderlo de la mejor forma que ella conocía, dándole pasteles. Postres que él parecía disfrutar cuando tiempo después le agradecía por el detalle. Esos pequeños contactos habían sido suficientes para su blando corazón y para ilusionarla. Siempre asistiendo a misa para poder verlo o participando en todos los eventos posibles de la iglesia. Todo para ser una mujer ejemplar ante los ojos del sacerdote y que de esta forma entendiera que su pasión por la religión era igual y eso era algo en común que tendrían.

Aunque luego de un par de años Sakura se había sentido frustrada, ya que no había habido avance fuera de él recibiendo sus pasteles. Podía intuir que era por lo reservado que era. Solo tenía que pensar alguna manera para acercarse un poco más a él, aunque las dudas de que pensaría él si intentaba hacer algo más la abrumaba ¿podría rechazarla? A fin de cuentas era un sacerdote y él no debería relacionarse con ninguna mujer. Aun así Sakura tenía la vaga esperanza que si seguía frecuentándolo podría ser correspondida en sentimientos y tener una relación por debajo de toda regla divina. Ella se conformaría con cualquier cosa que el sacerdote le ofreciera.

Aunque luego de los cinco años que lo había frecuentado, comenzó a darse cuenta que él no estaba interesado en nada de eso.

Pero Sakura no desechaba la esperanza de que tal vez en el futuro...hasta que aquella intrusa había llegado a la parroquia. Pudo darse cuenta desde el primer instante como había fijado su atención en el sacerdote y tal ofensa fue demasiado para la Haruno. Ella había estado mucho antes que ella, tenía derecho de antigüedad. Ella no le ganaría.

Antes de que pudiera darse cuenta Tenten ya se había metido hasta el codo en la iglesia, convirtiéndose en la recepcionista, era insultante que una mujer como ella, con el tipo de vestimenta que solía usar estuviera ahí. Y más importante ¿Cómo a ella no se le había ocurrido? Se sentía realmente torpe, aunque su consuelo era el hecho de que Neji seguía tan reservado y que Tenten no tenía ni un avance. Al menos si ella no lograba nada con el Hyūga, su consuelo seria que nadie más podría hacerlo.

Hasta que las cosas parecieron dar un giro abrumador. Un año atrás, en uno de sus intentos por acercarse al sacerdote, Sakura había ido a llevarle un pastel a su casa y en ese pequeño intercambio entre ellos le pareció ver una especie de mancha en el cuello del sacerdote. Al inicio al verla de reojo le pareció que era lápiz labial en forma de beso, lo cual dejaría en claro que alguien lo había besado ahí. Sin embargo, lo había rechazado, sería ridículo, Neji jamás permitiría algo como eso, aunque la inquietud no había abandonado su corazón. De que posiblemente si era un beso, aunque ella se aferraba a la negación.

Hasta que tiempo después lo vio, a Tenten acomodándole el cuello al sacerdote y como él no repelía tal acto, hasta parecía ¿nervioso? Una desazón se formó en la boca de su estómago al ver la escena y la ira la dominó. Aunque intentó desechar la idea de que algo podría estar pasando entre ellos dos, toda su esperanza se había ido al diablo cuando la vio entrando a la casa del clérigo en la noche, tiempo después, demasiado tarde para que sea una cuestión de trabajo.

Sakura en esa ocasión se había quedado dos horas, dos horas esperando a que aquella mujer saliera de la casa del sacerdote con muchas ideas en su cabeza. Sobre que ella jamás había entrado ahí y que no recordaba que nadie más que Kiba lo hiciera. Y más aún, le sorprendía que fuera recibida a esa hora de la noche. Muchas ideas negativas atacaron su cabeza en todo ese tiempo y hasta había considerado ir a tocar a la casa para saber qué era lo que estaba pasando. Pero había permanecido al otro lado del jardín que separaba la parroquia de la casa del sacerdote.

Intento buscar alguna justificación a esa intromisión a esa hora, cada una de sus ideas, por más vueltas que le diera, terminaba en lo mismo. Y la realidad la golpeó con fuerza, que aquella vulgar mujer le había ganado, que ella tenía una especie de relación con Neji y aún peor, que él le estaba correspondiendo.

La ira la había cegado de tal forma que antes de que se diera cuenta ya había dispersado los rumores de que aquella arribista, aquella mujerzuela había engatusado a Neji. Y el peso de sus actos cobró peso días después, cuando la gente estaba susurrando lo que ella había dicho. Se había sentido mal, más que nada por Neji. No quería que hablaran mal de él, no le importaba en lo más mínimo Tenten, pero no quería que Neji se viera perjudicado. Estaba arrepintiéndose de su pecado, lista para confesárselo al Hyūga cuando aquella mujer de cabellera roja le había pedido que le hablara de lo que sabía de la relación de Neji y Tenten. Al inicio ella se había negado pero por alguna razón terminó diciéndole todo.

Se había sentido avergonzado al respecto, pero la mujer no le dijo nada, simplemente le agradeció. Sakura se había tranquilizado ante ese hecho pero un día había bastado para percatarse de que el rumor que antes solo un par de personas comentaban, ahora toda la colonia parecía saberlo. Todos estaban hablando de que Tenten era una arribista que se metía en la casa del sacerdote en la noche y que era una completa pecadora.

A pesar de sentirse culpable Sakura sonrió al escuchar las malas cosas que decían de la recepcionista y como eso parecía afectarle. Y se regocijó, diciendo más rumores entre la gente y alimentando el odio comunitario de toda la colonia. Porque el responsable no era Neji, era aquella mujer que había llegado a romper la quietud de casa apostólica.

Sakura misma había presenciado en alguna ocasión, por suerte y sin ser vista el tipo de cosas que le decían de frente a Tenten y no había podido evitar sonreír. Porque ese era el resultado de meterse donde no le llaman y adjudicarse a Neji como suyo.

Ella le había devuelto con creces el mal trato que Tenten le había dado y la había hundido ante los ojos de todos. Y posiblemente ante los ojos del mismo Neji, por eso mismo a pesar de tener algún tipo de relación superficial, él había decidido cortar cualquier contacto con la castaña. Apenas y los había visto hablar en todo ese tiempo.

A fin de cuentas, Sakura se había salido con la suya.



―Terminando las confesiones ¿quieres que hagamos algo?

Neji levantó la mirada de su móvil y la contempló sentada, con las piernas cruzadas, enfrente de su escritorio, con aquella sonrisa de medio lado. Le gustaba demasiado como se veía con aquella blusa roja, le hacía pensar en años atrás, cuando habían comido juntos por primera vez en su oficina. Ella se veía mucho más tranquila que ahora. Pero tan encantadora como aquella vez.

Había pasado más de una semana desde aquel encuentro en su oficina. Sin embargo, Neji estaba intentando por todos los medios a que las interacciones entre ellos se resumieran exclusivamente a la oficina. Fuera de pedirle que lo acompañara al evento de Rock Lee en su iglesia, no habían salido en público juntos. Neji salía casi siempre a comer con Kiba a la fonda y Tenten llevaba su almuerzo. De forma normal solían compartir el desayuno en el comedor de la iglesia antes de que abrieran las puertas.

Cuando se lo sugirió de esa forma a Tenten ella pareció un poco renuente, porque antes compartían las dos comidas o hasta las tres juntos. Pero debido a los rumores el Hyūga había decidido tomar ciertas restricciones. Comer únicamente en las mañanas y no salir juntos. Al inicio, una semana atrás, Tenten había hecho un puchero al escucharlo pero había aceptado. Lo que más le interesaba a Neji es que dejaran de tratar mal a la morena. No podía salir a defenderla como quisiera, pero evitaría a toda costa que esos comentarios siguieran corriendo.

Tenían sus encuentros de vez en cuando en su oficina, besos apasionados y un poco más, cuando Tenten lo presionaba lo suficiente para calentarlo y que perdiera toda la decencia posible. Pero fuera de eso no habían ido a su casa. Tal parecía que Tenten pretendía que fueran esa noche, aunque se lo había repetido, que no era posible.

Si alguien descubría lo que había entre ellos, ella no sería la única perjudicada, si el rumor se hacía lo suficientemente fuerte él tendría que lidiar con sus propias consecuencias. Por eso había seguido el consejo de Kiba de mantenerse en perfil bajo, aunque sabía que el Inuzuka no sabía nada de su relación, parecía interesado en mantener a Tenten a salvo.

Tenía presente que a pesar de él tener sus propias ideas, Tenten siempre quería mucho más y el hecho de resumir su relación a desayunar juntos, sin ningún momento solos, le preocupaba.

― ¿Qué es lo que quieres hacer? ―Soltó en un intento de ser lo suficiente abierto para aceptar algunas ideas. Tal vez podrían cenar juntos en su oficina, cuando Kiba se fuera.

―Podríamos ir a mi casa.

Neji entreabrió los labios sorprendidos, porque se estaba refiriendo a la casa de Umi, donde ella vivía en ese momento. Los recuerdos de la única vez que había estado ahí lo sacudieron, fue dos años atrás, cuando él había aceptado ir a cenar a la residencia y sintió por primera vez un tipo de cercanía ante la fémina.

― ¿No esta Umi? ―Mencionó luego de un rato, aunque podría aceptar ir a cenar ahí como excusa para compartir un tiempo juntos, a pesar de que la anciana estuviera con ellos.

―No, ella fue a visitar a una amiga al pueblo de a lado y estaré sola.

El sacerdote tragó saliva pensando en todas las cosas que podrían resultar si se animaba a ir, si alguien lo viera entrado a la residencia y que podría ser suficiente motor para que los rumores crecían aún más, tirando el esfuerzo de esas semanas a la basura. De alguna manera su casa le daba un tipo de privacidad al estar detrás de la iglesia y estar aislada del resto de las demás casas, pero Umi tenía vecinos.

―No creo que sea buena idea, Tenten, alguien podría vernos, algún vecino.

La sonrisa de Tenten desapareció ante la negativa del sacerdote y miro un instante al suelo. Ella lo sabía, sabía que no podían hacerlo y aun así... su pecho se sacudió con dolor al ver aquel gesto en el rostro femenino. No podía soportar verla así.

Por esa misma razón, un par de horas después, se encontraban caminando hacia la residencia de Umi, con una Tenten radiante que decía que le prepararía lo mismo que la primera vez que había estado ahí. El sacerdote miraba alrededor de las calles, descubriendo que estaban solas, tal vez por la feria que estaba cercano a la colonia, lo cual lo dejó lo suficiente tranquilo. Nadie los había visto. Solo había decidido ir para cenar algo, tal vez ver una película y saldría de ahí entrada la noche, cuando no hubiera nadie que lo viera salir de la casa.

Una vez fuera de la casa Tenten sacó las llaves y prosiguió a abrir la puerta, para después mirar a verlo con un ligero sonrojo en las mejillas. De forma normal ella era bastante atrevida y en ocasiones descarada, muy segura de sí misma, pero en ocasiones mostraba su lado tímido y eso derretía el corazón del Hyūga, al ver ese lado de ella que nadie más había visto, solo él.

Él levantó su mano, acariciando la mejilla femenina y ella aceptó la caricia. El Hyūga detalló las facciones de su rostro y como sus pestañas se veían más largas en contra de la luz del foco que estaba fuera de la casa.

En ese momento Neji se dio cuenta que Tenten miraba a un punto detrás de él y se tensó ¿acaso había alguien? Sabía que al tener ropa de civil podría pasar desapercibido, pero su cabellera era un elemento difícil de ignorar.

― ¿Qué sucede...? ―Intentó girar, para comprobar que había llamado su atención de la fémina, pero ella lo detuvo.

Rodeó su cuello con ambas manos y se colocó de puntas para desaparecer el espacio que los separaba, besándolo de pronto. Neji se quedó rígido un momento pero pronto se dejó llevar, rodeando la cintura femenina y profundizando el beso. Era el primero que se daban en un par de días y extrañaba la textura y sabor deleitante de los labios femeninos.

Tenten tiró de él dentro de la casa, recargándose en la pared más cercana mientras seguían besándose, hasta que terminaron, de alguna manera, en el sillón de la sala principal. Neji se alejó un poco nervioso de tal acto tan sorpresivo, se suponía que había ido ahí para algo más tranquilo ¿no? Sabia la respuesta antes de pensarla, que nada podía ser tranquilo si Tenten estaba involucrada.

― ¿Quieres comer o prefieres el postre primero? ―Tenten lo miró con intensidad y una sonrisa traviesa en el rostro.

Sin más él se acercó, colocándose encima de la castaña y poseyendo sus labios con ferocidad, ¿Qué era lo que ella le había hecho? No podía razonar en su presencia y cada terminación nerviosa reaccionaba a cada caricia, gesto y sonido que ella pronunciaba.

Sabía a cierta ciencia que aquella noche no verían películas y mucho menos probarían otra cosa que el sabor de la piel contra la piel, mientras ardían al unirse entre ellos.



Tenten terminó de colocar el pedazo de carne con ensalada en un recipiente y en otro le había dado la tarta de limón entera al sacerdote, quien seguía sus movimientos con la mirada. Había terminado de vestirse más rápido de lo que había esperado y tenía esa sonrisa torcida en los labios que le paralizaba el corazón.

―Tendrás que calentarlo si quieres comerlo mañana.

Habían logrado comer entre los dos de un plato que ella había servido un par de minutos antes, luego de la sesión intensa de sexo que habían tenido. Tenten tenía planeado solo darle algo para llevar pero la actividad física abrió su estómago, moría de hambre, por lo que había servido un poco para que ambos compartieran antes de que él se fuera.

Se había hecho más tarde de lo que habían planeado, pero con suerte la iglesia no estaba demasiado lejos de ahí. A unas tres esquinas. Aun así le empacó comida al sacerdote que podría comer llegando aunque podía adivinar que lo haría hasta el día siguiente.

La mirada malva siguiendo sus movimientos la hizo sentirse nerviosa y torpe, ya que tenía esos toques intensos que hacían que su rostro se acalorara. Le entregó una bolsa con la comida y lo acompañó hasta la puerta, despidiéndolo hasta que no pudo verlo.

Tenten sonrió al ver un punto en la calle, donde horas antes había visto a Sakura. No creía que los hubiera seguido pero por alguna razón la Haruno había pasado a esa hora enfrente de su casa. Tenten sabía que si ella no había iniciado los rumores, lo cual estaba bastante segura que así era, ella estaría regocijándose de los resultados y como su relación con Neji se había visto afectada. Y la castaña no podía permitir que la Haruno se saliera con la suya.

Razón misma por la que se había puesto de puntas y besado a Neji, sin quitar la mirada de la mujer de cabello rosado que se había puesto pálida de la impresión ante lo que había visto, entreabriendo los labios y con un gesto de horror en el rostro. Tenten había sonreído satisfecha y le había dedicado la mirada más filosa y arrogante a la Haruno mientras jalaba a Neji dentro de la casa, dejando en claro que era lo que iba a pasar con ellos a continuación.

Ese acto había dejado en claro las cosas con Sakura y era una advertencia, un ultimátum de que se mantuviera lo más lejos posible de Neji.

Tenten sonrió divertida hasta que no pudo ver la espalda ancha del sacerdote y cerró la puerta. Había disfrutado realmente el rostro de la Haruno y no podía esperar por volver a verla.

Por lo que al día siguiente había caminado muy cerca de la tienda ya abierta de artículos de la iglesia. Para su suerte Sakura había salido de la pequeña tienda y la había visto.

Castaño y verde se habían cruzado por un segundo.

Tenten había sonreído con toda la burla y arrogancia que pudo dedicarle, viendo la mandíbula de la Haruno contraerse de ira, soltó una pequeña risa de burla hasta que finalmente entró a la iglesia, caminando por los pasillos y llegando a su escritorio.

Sakura debía entenderlo desde hace mucho, que ella no era rival para Tenten y si se atrevía a ir contra ella la aplastaría. Sakura nunca había sido alguien que pudiera igualarse ante ella. Tenten había estado dispuesta desde el primer momento a hacer cualquier cosa que fuera necesaria para atrapar al Hyūga y lo había hecho.

Traicionando a su propia raza y a su mundo por quedarse ahí, junto a él.

¿Y Sakura que era lo que había hecho? Le había dado pasteles, pasteles que jamás se había comido, sus intentos habían sido tan patéticos que Tenten en algún momento sintió lastima de que siquiera pensaba que pudiera hacerle frente, era lamentable.

Sakura jamás podría ser un rival, porque no ella no estaba dispuesta a ir contra el mundo con tal de probar un poco del sacerdote y esa había sido su sentencia.



Sakura Haruno la había visto pasar dedicándole la sonrisa más descara que pudo, acción que desató la ira acumulada que tenía desde el día pasado. Le dieron ganas de vomitar por el coraje y asco.

Se había equivocado al pensar que Neji se había alejado de Tenten debido a los rumores que estaban circulando en la colonia. Había errado al pensar que el que estuviera separados significaba que no estaban relacionados. Solo se habían separado para guardar apariencias y eso era lo que Tenten había dejado en claro al besarlo de esa forma enfrente suyo, para finalmente entrar a su casa.

Y como si eso no fuera suficiente, Neji le había correspondido, rodeando su cintura. El solo recordar tal escena le ocasionaba una ira incontrolable que la nublaba de todo racionamiento y más aún porque la castaña había hecho todo eso para burlarse de ella. Y remarcar sus palabras que había dicho tiempo atrás.

Que Neji jamás se fijaría en una mujer como ella.

Aquella frase taladraba su cabeza con ferocidad, causando una desazón horrible en su estómago. No quería perder contra esa mujer y no permitiría que Neji se conformara con tan poco. Si supiera que tenía más opciones las cosas podrían ser diferentes. Le arrebataría la sonrisa del rostro a Tenten hiciera lo que hiciera.

Por lo que entró a la tienda, tamborileaba los dedos en la mesa y fingiendo con los clientes que ser acercaban. Hasta que luego de un par de horas, vio a Tenten salir junto con Kiba, con dirección al mercado.

Su tiempo en la parroquia por más corto que fuera le permitía aprenderse un poco las rutinas de los demás. Como el hecho de que Kiba salía a comer con Neji a las tres de la tarde o que cada dos días Tenten salía con Kiba a comprar que comer en el mercado. Lo cual facilitaba las cosas. Por lo que cerró la puerta de la tienda y caminó con rapidez hacia el área administrativa de la iglesia, más específicamente a la oficina del sacerdote.

Una vez que estuvo ante ella dejó salir el aire que había estado reprimiendo. Su corazón retumbaba con fuerza, dejándola por completo nerviosa. Sus manos temblaban ligeramente ¿de verdad haría algo como eso? Mordió su labio inferior, en todo ese tiempo interesada en el sacerdote lo mayor que había hecho era regalarle cosas, comida o postres. Jamás se había atrevido a mas por miedo a lo que podría pensar y porque ella misma no tenía el valor.

Dio media vuelta, era inútil, ella no podría hacer esto, su corazón retumbaba hasta las orejas y aún no lo había visto. Los ojos jade se centraron el escritorio solo de la recepción y pudo escuchar la voz de la castaña burlándose de ella.

La ira cobró nuevamente vida en su estómago, eclipsando sus nervios y la motivó a dar la vuelta y tocar dos veces la puerta. Hasta que escuchó la voz masculina al otro lado. Inhaló y exhaló y finalmente entró a la oficina, encontrándose con aquellos orbes malva exóticos contemplándola con interés y curiosidad.

Su pecho se agitó con más fuerza, y la adrenalina corría por todo su cuerpo. Aun así, se movió caminando hacia el escritorio y quedándose de pie, ante el sacerdote que no dejaba de mirarla.

― ¿Qué sucede, Sakura?

―Quería hablar contigo, sobre algo que no me ha dejado tranquila. ―Dijo lo primero que se le había venido a la cabeza.

A pesar que se había animado a actuar, Sakura no había planeado que haría una vez estuviera enfrente del sacerdote. Los nervios le impedían pensar con claridad. Pero aun así, presa de la adrenalina que llenaba su cuerpo rodeó el escritorio y se apoyó en el una vez que estuvo junto al clérigo. Sus acciones parecieron confundirlo y pudo ver como fruncía el ceño.

― ¿Sobre qué?

―Yo necesito confesarme, no sé qué hacer, me siento tan perdida.

La expresión del sacerdote se relajó, mientras veía a la mujer enfrente con el rostro contraído.

―Puedes hablar conmigo.

―No quiero hablar... ―Su dedo índice acarició la palma masculina que estaba a un lado de la suya, sintiendo su estómago regocijándose de tal acto. ― Estoy cansada de contenerme...―Dio un paso más, hacia donde él estaba. ―Durante más de cinco años...

Sin encontrar las palabras para seguir hablando, Sakura simplemente dio un paso, inclinándose hacia el sacerdote que estaba sentado y se abalanzo sobre él, atrapando sus labios en un beso que buscaba trasmitir todo lo que sentía por él. La calidez de los labios masculinos la envolvió en un huracán de emociones, sintiendo su interior regocijándose al fin probar el objeto de su obsesión durante tanto tiempo. Al inicio solo había pegado sus labios contra los labios masculinos, pero después comenzó a moverlos, en un gesto desesperado, mientras su propio cuerpo estaba casi encima del hombre.

Podía sentir el cuerpo masculino paralizado ante el suyo y en un rápido movimiento la alejó de si, poniendo distancia entre sus rostros al empujar la silla hacia atrás con sus piernas.

―Sakura, que crees que...―Antes de poder seguir hablando, la Haruno estaba nuevamente sobre él, besándolo con desesperación, en un intento de ser correspondida. Sus manos sujetando el rostro del sacerdote.

Hasta que finalmente Neji la empujó de tal forma que Sakura retrocedió golpeando el escritorio y cayendo al suelo por el impacto. Avergonzada por ese acto, Sakura vio a Neji levantándose de su asiento y tomar la suficiente distancia entre ellos. Su rostro estaba contrariado en el más puro desconcierto y enojo.

― ¿Qué demonios crees que estás haciendo? ―Caminaba nervioso de un lado a otro en su oficina, con el ceño fruncido. ― ¿Has perdido la cabeza?

―Yo, estoy enamorada de ti Neji, desde hace más de cinco años yo he querido...estoy dispuesta a aceptar cualquier cosa que me des...

Neji la miró desde arriba con el rostro contrariado y fulminándola con la mirada.

―No sé qué es lo que te ha hecho pensar que yo podría ofrecerte algo y mucho menos que esté interesado en... ―Suspiró ofuscado. ―Sakura, soy un sacerdote, mi vida es regida por mi vocación y mi Dios, no me interesa nada más y menos involucrarme con una mujer, siento que hayas confundido mi amabilidad, pero no estoy interesado en ti.

Los ojos malva la atravesaron cuando dijo esas palabras con extremada lentitud, en un intento que comprendiera las cosas. Sakura bajó la mirada hacia el suelo, viendo sus manos apoyadas en el piso de madera y las lágrimas picando sus ojos. Eso había sido realmente más humillante de lo que había imaginado. La había rechazado por completo y con aquel gesto de completa repulsión. Un nudo en su garganta se le formó y pensó que en cualquier momento se pondría a sollozar. Tenía que aguantar, soportar.

La ira le había dado el valor para actuar por una vez por todas, para que las palabras de Tenten no resonaran en su cabeza sobre que era una cobarde por no haber logrado jamás nada, al no atreverse a actuar. Presionó los labios abatida y enojada por la sucesión de hechos. Había pensado equivocadamente que si se atrevía a actuar las cosas podrían ser diferentes... las cosas tendrían que haber sido diferentes si ella no se hubiera aparecido.

― ¿Y en ella si estas interesado? ―Susurró, incapaz de levantar la mirada.

― ¿Qué?

― ¡¿Qué si en Tenten si estas interesado?! ―Alzó la voz a la vez que levantó el rostro. Lo miró con toda la determinación que pudo. ―No te intereso porque no soy ella ¿cierto? ―Escupió cansada de todo esto.

Pudo ver el rostro del clérigo relajándose y convirtiéndose en un gesto de sorpresa y quietud, de alerta, como si estuviera escogiendo lentamente sus palabras.

―No sé de qué estás hablando, Sakura. ―Habló lentamente. ―Soy un sacerdote, que se ha entregado a su religión, no me interesa ninguna mujer.

Estaba mintiéndole, descaradamente en su rostro. Los había visto un día antes y antes de eso unas semanas antes. Ella sabía que los rumores eran ciertos y que él estaba enamorado de aquella mujer. El Hyūga se acercó hacia ella, estirando su mano, para ayudarla a levantarse.

Pero Sakura ignoró aquella ayuda y se levantó con la vergüenza y humillación presente en todo su cuerpo. Había caído demasiado bajo, ella había perdido.

―Yo los he visto Neji, así que deja de mentir, ese es un pecado o eso se sumará al resto de pecados que estas cometiendo. ―Soltó sin poder contener las lágrimas que caían por su rostro.

―No sé de qué estás hablando, Sakura, estas equivocada.

Sin esperar nada más, dio media vuelta y salió con paso firme de la oficina, incapaz de voltearse o de solo pensar como sería capaz de presentarse de ahora en adelante después de aquella escena. La humillación no era algo que pudiera borrarse con facilidad.

Por un momento pensó que él podría dejarse llevar por el calor del momento, pero él ni siquiera le había correspondido el beso y la había alejado de él tan violentamente que el rechazo había sido mucho más fuerte de lo que hubiera esperado.

Salió de la iglesia sin intenciones de regresar a la tienda, necesitaba irse de una vez. Justo cuando estaba saliendo se encontró con Kiba y Tenten que iban llegando, como si no hubiera tenido suficiente.

― ¿Sakura...que sucede? ―Habló el Inuzuka.

Presionó la mandíbula, dirigiéndole la mirada más mortífera que pudo a la castaña que tenía a su lado y sin decir palabra pasó entre ellos, caminando con rapidez.

Necesitaba salir de ahí, alejarse lo suficiente y desaparecer.

Sin detenerse y sin saber cómo, llegó a su casa, subiendo a su habitación ignorando por completo a su madre. Hasta que finalmente llegó dejándose caer en su cama, con un gesto ausente durante horas. Hasta que finalmente los ojos jade captaron la libreta que había dejado en su cama. Estiró el brazo alcanzando un par de hojas y un lapicero. Había actuado tan erróneamente durante todo ese tiempo.

El bolígrafo se movió con rapidez por el papel y su atención se centró en las palabras que de iban formando lentamente. Dejando salir sus inquietudes y decidiendo que era hora de actuar de manera diferente, utilizando la inteligencia que tanto presumía para desaparecer aquella sonrisa ladina y arrogante que portaba con orgullo Tenten.



No te actualizado esta historia en un tiempo, por lo que esta semana traigo capítulo doble.

Estamos a 5 capítulos de terminar esta historia. ¿Tienen alguna teoría sobre lo que va a pasar?

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