Angelical
Tomó el cucharón con el guisado y lo colocó en los platos que tenía enfilados enfrente suyo, dejó caer en cada uno una cucharada y los recorría a lado donde le ponían el arroz y posteriormente lo entregarían. Ese viernes había tenido el tiempo suficiente para ir al voluntariado del comedor comunitario.
Considerando que había decidido entrar ahí para que Neji viera sus buenas acciones el día que fue, a pesar de eso siguió asistiendo cuando su apretada agenda se lo permitía. Y el hecho de que Umi estuviera más con sus amigas que el tiempo en casa. Si ella decidía que Tenten debía cuidarla adecuadamente, tendría que abandonar todo en lo que estaba metida. Aún así le gustaba el comedor, era lo más normal que realizaba. El resto siempre involucraba a la iglesia, algo con la religión o comportarse siempre adecuadamente.
A pesar de que hace tiempo hablaba mal de la religión por no poder conseguir lo que quería por eso, ahora la toleraba. Tanto tiempo adentro tenía que cambiar en alguna medida. Respetaba las reglas o algo así, aunque no tenían la autoridad o el peso que para otros tendría. Ese viernes había terminado todo lo pendiente con rapidez y salido lo más rápido para ir ahí. A un lugar fuera de tantas... normas. Necesitaba un descanso de eso de vez en cuando.
Y más ahora, que estaba enojada con Neji. Si debía ser honesta estaba frustrada, demasiado. Había pasado casi una semana desde aquella noche en su casa, donde Tenten pensó ingenuamente que pasaría, que realmente pasaría aquel día y podría estar con el Hyūga después de tan dolorosa espera. Su mano derecha hasta se había estado moviendo para adentrarse bajo la camisa del párroco cuando la maldita puerta sonó. ¡Hasta había sentido su mano en su pierna! Maldita sea, él había cedido, iba a dejar que ella avanzara, sin poder controlar sus deseos carnales que tanto ocupaba. Pensó que debería devolverle el favor a Sakura de alguna forma. Aunque la mejor venganza era llevarse a la cama al sacerdote, algo que ninguna otra mujer había logrado. Si eso pasaba, ninguna otra lo haría. Pero ¿Cómo se suponía que haría eso cuando Neji estaba siendo un verdadero imbécil?
Si luego de aquel beso en el retiro que tuvieron Neji se puso distante ¡ahora era mucho peor! No la miraba y la ignoraba cuando estaban solos o no involucraba algo de la iglesia. Parecían dos extraños, como si todo el camino que había trazado durante todo ese tiempo, controlándose muchísimo se hubiera despedido ¡por favor! No podía creer por un momento que dejaría que tirara todo su esfuerzo a la borda por eso. Y esa actitud mezquina del sacerdote la enojaba, demasiado. Se estaba haciendo el santo más de lo que era. Le había correspondido el beso, joder, no lo había obligado, lo había hecho, con tanta ferocidad como ella. Aún al pensar en eso se estremecía por la manera en que sus labios habían encajado y seguido el camino del otro y su lengua... ¡lo odiaba tanto por negarse a algo tan placentero! No merecía ese trato y más cuando él lo quería tanto como ella, sin oponerse cuando empezó el masaje y haciendo esos sonidos tan similares a gemidos.
Tenten no había evitado pensar en que estaba gimiendo, se había prendido al instante. Sintiendo la piel suave bajo sus dedos, cada centímetro de piel de su cuello y su amplia espalda, sus hombros. Debería haberle dado las gracias de resistirse tanto. Había pensado muy seriamente en meterse al baño cuando escuchó el agua correr, completamente segura de que él estaba desnudo. Había mordido sus labios y caminando en círculos pensando en lo que hacer algo como eso implicaría. Frenándose mentalmente mientras luchaba con la imagen mental del cuerpo masculino y el agua resbalando por su cuerpo. Y verlo salir con algunas gotas en la cara y el cuello mantuvo encendido su libido un rato, hasta que la cena la calmó un poco.
Lo odiaba aún más, porque luego de esa sesión de besos incompleta y al llegar a la casa de Umi, sola, había tenido que satisfacerse a sí misma. Con la idea mental de lo que había pasado un rato antes en la casa del sacerdote y que él estaba tocando sus partes. Seguía siendo vergonzoso tener que hacerlo ella. Pero no tenía opción. ¿Acaso tendría que verse obligada a hacerlo ella misma? ¿Cuánto más? Faltaban un par de meses para que se cumplieran dos años de su llegada ahí ¡dos años! Maldita sea, jamás había estado tanto tiempo en un lugar y más aún en abstinencia total, todo por un hombre que se hacía el difícil más de la cuenta.
Su paciencia se le estaba acabando y ya estaba harta de siempre ser ella la que lo buscara. Necesitaba un descanso de todo eso. Del propio Neji y su actitud ridículamente infantil. Si él se comportaba de esa forma, ella tenía el derecho de hacerlo. La había ofendido al tirarle toda la culpa a ella y más con esa mirada tan severa, cuando jamás la había visto así. Solo debía calmar su enojo y podría regresar a intentar.
Mordió sus labios mientras seguía sirviendo guiso en los platos ¿realmente lo lograría? Siempre que sentía que lo rozaba con sus dedos, este parecía correr lejos. Procuró pensar positivamente, que dos años atrás las cosas eran ser muy diferentes. Neji no la quería cerca y lo veía solo en las misas. Recibía una mirada hostil de su parte y parecía muy incómodo a su alrededor. Consideró que posiblemente habían regresado al inicio y quiso desfallecer. ¿Estaba perdiendo su encanto acaso? Al menos lo había besado, dos veces, era un gran avance ¿no?
―Hey, Tenten.
La castaña detuvo sus divagaciones y observó al hombre que tenía a un lado. Kiba lo había acompañado esa vez. La fila de gente que esperaba detrás del mostrador se terminó. Tenten sirvió una última ronda de guiso y dejó la cuchara en la olla que tenía a un lado.
― ¿Qué pasa? ―Habló sin tanto ánimo.
Se apoyó en la mesa, dándole la espalda a la gente. Tal vez no debió ir, pensaba que quería dormir profundamente. Aunque la imagen de su mundo, el lugar de donde había venido saltó a su cabeza. El aire fresco de ese lugar y como no había preocupaciones ahí.
Recordó el cientos de hadas que simplemente tomaban a un hombre que les gustara y regresaban a su mundo. Los años que se tardaban en la tierra eran por simple diversión, encantadas de los diferentes especímenes de caza que podían encontrar. Tal vez el hecho de encontrar al indicado era más una leyenda que algo real.
― ¿Qué pasó entre Neji y tú mientras no estaba?
Tenten detuvo sus pensamientos y miró al castaño que estaba mirándola con gran atención, con una ligera curvatura en sus labios.
― ¿A qué te refieres? No sucedió nada. ―Habló, mintiendo con gran facilidad.
―Bueno, Neji ha estado... más mezquino de lo normal. ―Meneó la cabeza. ―No me malentiendas, él siempre es así, y pensé que era por el estrés que le había dejado la semana mayor, pero el tiempo ha pasado y... ―Las palabras se apagaron en su boca. ―Además no hemos comido juntos como antes.
Kiba pensó en la comida que luego Tenten solía llevar para compartir y como la disfrutaba. Extrañaba comer la comida de la secretaria que era mejor que cualquier cosa que él hacía en su casa.
―Cómo has dicho, puede que sea algo de la semana santa. Yo que sé, pregúntale a él.
Kiba levantó una ceja ante la respuesta hostil de la fémina y más por el rostro fastidiado que parecía tener. Algo no muy propio de ella.
―Que interesante. ―Sonrió y se acercó, hasta que quedó junto a ella. ― ¿Acaso estas estresada? ―El dedo menique tocó el de Tenten. Ella miró ese ligero movimiento. ―Puedo ayudarte con eso, si quieres.
Tenten subió la mirada encontrando al sacristán con una mirada sumamente insinuante. Sonrió divertida ante su descaro sin medida. Ese acercamiento la hizo sentir bien. Que le confirmaba que su encanto seguía ahí, vigente y que podía atraer a todos los hombres que quisiera. Menos a uno. Consideró el hecho de que su negatividad y el mal humor se debían a la falta de sexo. No había estado tanto tiempo sin él.
―Apuntando alto y sin rendirte ¿no?
Él soltó una carcajada divertido y le guiñó el ojo. Tal vez debería calmar sus ansias con alguien más ¿no? Eso ayudaría a recuperar la cordura. Aunque la vez que intentó hacerlo la cara de Neji brincó en su cabeza. No podía hacerlo con nadie más que con él. Podría intentar o aprovechar que él la hacía sentir atractiva, algo que olvidaba por la nula reacción del Hyūga.
Una presencia la hizo girar y saltó en su sitio al ver unos ojos malva mirando fijamente los dedos entrelazados del sacristán y la castaña. Tenten contrajo su mano, cortando el contacto ¿qué hacía ahí? Su corazón golpeaba con fuerza y más cuando él la miró con detenimiento unos instantes.
―Neji, me has sacado el alma. ―Kiba habló fuerte ante el párroco que estaba ahí.
―Traerán una donación de pintura para la iglesia en un par de minutos y necesitaba tu ayuda para moverlo a la bodega. Intenté llamarte pero estabas demasiado ocupado para responder.
Tenten fingió limpiar la barra, intentando pasar desapercibida. ¿Estaba molestándola? La primera vez que la miraba en días de frente y dejaba de ignorarla ¿y la veía cuando Kiba buscaba alguna apertura de su parte?
―Bien, solo me cambiaré y le diré a Gai, además que no hay gente. ―Kiba ingresó a la puerta de la cocina.
El silencio llenó la zona del comedor donde solo se escuchan pláticas ligeras o los cubiertos chocando al comer.
―Sabes lo que quieres ¿no?
Tenten levantó la mirada encontrando los malvas que parecían querer atravesarla. Tragó saliva mientras pensaba en que se refería a la última confesión que había hecho con él. Interpretó que se refería a lo que había visto o imaginaba que había pasado con Kiba ahora.
―Tal vez no valga la pena―Soltó, realmente por ser juzgada de esa forma.
Como si la hubieran encontrado besándose con Kiba o en la cama con él. No había pasado nada, ella sabía controlar a Kiba. Además ¿a él que diablos le interesaba? No debería molestarle, hasta debería alegrarse de que ella intentara algo más con alguien.
Kiba salió de la parte trasera y rodeó el mostrador, observando al sacerdote y a su secretaria que se miraron un momento más y desviaron la mirada.
―"Si, algo malo había pasado en su ausencia"
Kiba pensó en la última cosa mala que había hecho para hacer enojar al Hyūga, tal vez perder la ofrenda de una misa por un descuido. Aunque sabía que alguien la había tomado, él debió ser más cuidadoso. Solía ser paciente y no se enojaba con facilidad. Así que debía ser algo grande o tal vez Neji tenía algún problema familiar, eso igual lo ponía de malhumor.
Tenten fue consciente de como los hombres caminaron fuera del comedor. Ella se quedó ahí, detrás del mostrador sirviendo la comida de la gente que iba llegando, hasta que la olla que tenía a su lado se acabó.
Volvió a preguntarse ¿realmente valía la pena?
Kiba cargó dos cubetas hacia la bodega deteniéndose de vez en cuando, sintiendo la debilidad en sus brazos. Sabía que era algo bueno conseguir esas donaciones pero significaba que tendrían más trabajo por delante y conseguir quien les ayudara con esa tarea. Había manchas en la pared, en la parte baja que los niños en la misa o en el catecismo solían manchar cuando apoyaban los pies ahí. Por eso esa donación cayó bastante adecuada.
Regresó de nuevo por otras dos cubetas mientras veía al Hyūga ir a la bodega son dos más. El hombre que las había donado, Jiraiya, les ayudaba a llevar de igual forma.
―Creo que es todo. ―Habló Kiba cuando la última cubeta llegó a la bodega y respiró quejándose del dolor en su espalda.
―Nuevamente gracias por la pintura.
―No es ningún problema, ya es necesario. Pueden decirme cuando lo harán y puedo venir un rato o mandar a alguno de mis trabajadores.
―Entonces seguimos en contacto. ―Neji estrechó la mano del hombre y lo vio subirse a su camioneta e irse.
Kiba se sentó en una de las cubetas a descansar y recuperar el aire que había perdido de sus pulmones.
―Neji, no suelo meterme en estos asuntos. ―Rascó su cabello intentando encontrar las palabras. ―Tal vez deberías dejar atrás un poco tu malhumor. Si sigues de esa forma Tenten podría irse, creo que entiendes que ella está aquí por ayudar, solamente. No necesita el dinero por que trabaja con Umi. Y hay que ser honestos, nos facilita el trabajo.
Cuando estuvo a punto de tocar su hombro en consuelo, Neji lo miró con frialdad, enojado de que él sobre todas las personas estuviera diciendo eso, cuando había desatado su molestia al verlo intentar algo con Tenten.
―A eso me refiero, precisamente. Pero tú sabrás que es lo que quieres.
Kiba comenzó a silbar y salió de ahí, mientras giraba sus llaves en la mano y se perdía entre los pasillos.
Neji suspiró mientras cerraba la puerta con llave de la bodega y caminaba hacia su oficina. Tal vez estaba siendo más severo de lo que debería. Aunque tampoco esperó que por el suceso de días atrás ella parecía enojada. Bien, aceptaba que la había corrido de su casa sin ningún tipo de tacto, pero ella había atravesado límites que sabía que no debería.
¿Estaba siendo demasiado severo con Tenten? Definitivamente. Aunque tal vez debía relajarse con el tema un poco o como Kiba decía, podría terminar renunciando. Consideró que posiblemente esa era la mejor opción, no tenerla presente todos los días, para borrar cualquier recuerdo de lo que había pasado en su casa noches atrás.
No había podido dormir esa noche por que aún sentía la sensación de la piel de Tenten en las manos y sus labios picar con fuerza. Cuando cerraba los ojos las imágenes regresaban a su cabeza y formaban una sensación en su estómago tan cálida que lo abrumaban. Intentó apagar su mente, sin éxito. Se había prometido que jamás pasaría algo como eso y por eso no se había confesado con Lee tiempo atrás, más sin embargo, fuera de lo que él imaginó, pasó. Dejando su hipótesis desechada del hecho de que no se repetiría en la iglesia, lugar donde se sentía observando al ser la casa del señor. Técnicamente no había sido en la iglesia, pero estuvo tan cerca. Tanto que le preocupaba que de alguna forma no le hubiera importado. Se había dejado llevar como si fuera un adolescente. Cediendo al sabor delirante de esos labios y su saliva entremezclándose con la suya.
Presionó los labios reprimiendo esos recuerdos y sintiendo la culpa golpeando con fuerza. Y sintió mucha más culpa, días después del incidente cuando reconoció que aquello que había pasado en su casa le había gustado, demasiado. Con temor intentó pensar que de no ser por Sakura, él hubiera cometido el peor pecado posible para un sacerdote. El cargo de consciencia fue peor cuando se descubrió a si mismo mirando las piernas de la castaña que se moldeaban al pantalón que llevaba. Algo en lo cual jamás se había fijado.
Había pensado en arrodillarse enfrente del altar, y disculparse por todas sus faltas, pero siempre lo posponía de alguna forma. Muy en el fondo sabía que la razón era debido a que no se arrepentía de tales actos. Los disfrutaba, por lo que las palabras de Tenten antes de irse eran ciertas. Pero al pensar en eso una parte de su mente se negaba y decía que era una simple debilidad. Siempre era una lucha interna entre su consciencia que buscaba apagar esa llama que parecía incrementarse con la presencia de la fémina. Ella tenía gran parte de la culpa, por eso mismo había forjado esas barreras entre ambos y se había mantenido lejos todo ese tiempo. Para que una situación como esa no volviera a repetirse.
Tenten conocía su posición, siendo un sacerdote y que algo como eso no era tolerado. Su vida estaba destinada a servir al señor, sin ningún tipo de interés o tentación de algo más que eso. Pero ella parecía empeñada a intentar más y más, algo que sacaban de sus cabales.
Era consciente de que nada podía pasar entre ellos, pero un malestar amargo lo embriagó al ver, al entrar al comedor, aquellas sonrisas que se dedicaban el sacristán y la castaña. Como si algo más profundo hubiera entre ellos o Kiba lo buscara, al ver como él tomó la mano de Tenten y ella no se alejó en respuesta. El hecho de imaginar a Tenten haciendo con Kiba o con alguien más lo que habían hecho en su casa días atrás o tal vez algo más, lo puso iracundo. El ácido moviéndose en la boca de su estómago, que lo obligó a decir algo. Y más aún cuando recordó su confesión, donde había admitido que sentía cosas por él.
Se suponía que sentía cosas por él y ¿buscaba a alguien más? Eso no tenía el más sentido para él. Reflexionó entonces que él no podría ofrecerle nada, de ninguna manera. Los limites estaban ahí puesto. Y que debía ignorar el malestar que le ocasionaba ver a Tenten con alguien más, porque era algo que pasaría eventualmente. Suspiró frustrado, eso era lo que se suponía debía suceder ¿no?
Jamás se había sentido tan frustrado por las limitaciones de la iglesia, como en ese momento. Ni cuando tuvo que dejar ir lo que había soñado con estudiar desde pequeño por seguir los pasos que su abuelo y su propia familia le habían dicho que era lo indicado por el milagro que el señor había cumplido con su padre.
Si eso era lo que debía pasar, si debía ir todo eso ¿Por qué la desazón no desaparecía de su estómago?
El domingo llegó con rapidez ante ellos, Tenten llegó a la iglesia sin mucho ánimo, dejando su bolsa en su escritorio y sentándose ahí, mientras miraba a ningún punto en especial. Las cosas habían seguido de la misma forma con el Hyūga, sin miradas o escuchar su voz ante lo necesario.
Aunque Kiba buscaba comer con ella y eso era un alivio, necesitaba hablar con alguien de vez en cuando, el silencio en la oficina le abrumaba demasiado en algún momento. Solía distraerse con el móvil en redes sociales cuando no había gente cuando anteriormente se adentraba a la oficina a ver si pescaba algo. Había pensado seriamente en el hecho de volver a intentar algo, sin embargo, se sintió un poco insegura ante la renuencia del párroco de mirarla al llegar cada mañana. Por lo que ella prefería llegar tiempo después, así se ahorraba el malestar.
Se sentía mal consigo misma de no poder recuperar o ver alguna apertura en el padre. O tal vez era su temor de volver a recibir aquella reacción mezquina en vez de algo más agradable. Estaba acostumbrada a ser recibida con una sonrisa en vez de un desgano. Suspiró tomando asiento y jugueteando con las plumas que tenía ahí, garabateando algo en las hojas en blanco. Pensando en que tal vez debería tomarse un tiempo libre de la iglesia, había comenzado a extrañar su mundo. A pesar de que se había hecho la promesa de no regresar hasta que atrapara a alguien que le gustaba, sentía que necesitaba ese lugar.
Cuando tenía el tiempo suficiente sin ninguna persona acudiendo a la oficina, salía de ahí, viendo a los chicos del coro practicando tres veces a la semana en el pequeño parque que estaba fuera de la iglesia. Un grupo de chicos, de diferentes edades pero la mayoría ya tocando los veinte años. Aunque había una chica que parecía más pequeña. Era evidente que disfrutaban lo que hacían. Habían empezado a practicar meses atrás. Tenten recordaba haberse asombrado de escuchar una voz afinada cantando las canciones de la iglesia. No es que la gente cantara espantoso en las misas, solo que se notaba que no estaban dedicados a eso o que el canto no era su fuerte. Considerando que Tenten era un fatha donde las habilidades artísticas solían destacar, la música era algo que apreciaba mucho. Por eso sabía al saber el horario de los chicos salía de la oficina y disfrutaba el sonido de las guitarras a la par y de las voces uniéndose. Habían hecho sus arreglos propios para manejar una melodía más agradable para las canciones.
De hecho había hablado con el mayor de ellos, Konohamaru, que le había comentado que su intención era lograr que cantaran en las misas de los domingos, fechas importantes o en bodas o xv años. Pero que antes de acercarse al padre Neji, debían practicar y tener todo dominado y sentirse lo suficiente seguros.
Al cabo de unos meses se emocionó cuando ellos cantaron por primera vez en la semana santa, haciendo un cambio en las cosas bastante agradable. Habían hecho todo más ameno. Entendía que ese día volvería a tocar, Neji había aceptado que se presentaran cada domingo, se lo había dicho antes de que aquello pasara en su casa. Que le había agradado lo suficiente para que estuvieran cada domingo.
Hoy Tenten quería asistir para poder oírlos bien, ya que la primera vez estuvo lo suficiente ocupada y solo pudo escucharlos a lo lejos. Se sobresaltó cuando vio la figura vestida de negro pasar enfrente suya sin mirarla, por lo que se entretuvo jugueteando en su móvil. Realmente más que molesta por esa actitud se sentía dolida.
Cuando se besaron los ojos de Neji habían sido tan transparente, demostrando que realmente quería eso. Y había algo fuerte en ellos, como si tal vez él estuviera sintiendo cosas por ella. Eso había estremecido su alma, era lo que siempre había buscado ver. El que estuviera ahí había sido una sensación agradable. Pero parecía que solo lo había imaginado.
Lo escuchó girando la llave del sacerdote en la puerta y la puerta abriendo. Cuando estuvo por entrar llegó Kiba con una cara de que había algo que le preocupaba. ¿Había pasado algo malo?
― Neji, malas noticias.
El sacerdote dio la vuelta viendo al sacristán y levantando una ceja en señal de fastidio. Estaba terminando de dar las confesiones del domingo y ya había algún tipo de problema.
― ¿Qué pasa?
― Konohamaru me ha dicho que no podrán presentarse hoy, Moegi tiene laringitis y ella suele guiar a los cantantes así que...
Neji torció la boca, era el segundo domingo que se presentarían ¿y pasaba algo como eso? Intentó pensar en alguna solución para poder evitar que el coro se presentara, como era su costumbre. Más sin embargo, nada vino a su cabeza. Negó y presionó el puente de su nariz con el dedo índice y el pulgar.
― Lo haremos de forma tradicional, no hay otra alternativa.
Tenten se levantó de su asiento llamando la atención de los hombres que no parecían ser conscientes que estaba ahí. Sabía que eso del coro era algo realmente importante para Konohamaru y que tuvieran un contratiempo en su segunda presentación debía tenerlo desanimado.
― Creo que puedo ayudar con eso.
― ¿Cómo? ¿Conoces a alguien que pueda cubrir a Moegi? ― Kiba levantó la ceja. Según él Tenten no tenía suficientes contactos ahí en la ciudad, a pesar del tiempo que llevaba ahí.
Tenten dudó un instante mientras pensaba que podría ser una mala idea, hace tanto que no lo hacía. Aunque estaba en su sangre.
― Uhm...tengo algo de experiencia con el canto― intentó hallar la forma de decir las cosas. No podía decir que solía hacerlo en su mundo, donde era algo normal. ― Puedo cantar en el lugar de Moegi, se cuál es su itinerario y los he escuchado lo suficiente para saber cuál es su dinámica. ― Tenten se sentía un poco insegura hablando, al sentir los ojos malva fijos en ella, luego de tanto tiempo.
― ¿Estas segura, Tenten? ― Kiba reflexionó si había escuchado a Tenten cantar alguna vez.
― Si, supongo. ― Torció la boca, sabía que ellos practicaban con partituras y ella no estaba familiarizada.
Pero podía seguir los tonos a oído y recordaba la dulce voz de Moegi que sobresalía del resto cuando practicaban. Kiba sonrió y la tomó de la mano mientras la arrastraba con Konohamaru para darle la buena noticia. El chico agradeció encantado y la guiaron para poder ensayar una vez rápidamente, antes de que la misa de las doce diera inicio. Podría familiarizarse con el resto de las voces en ese tiempo o eso esperaban.
Empezó realizando ejercicios de calentamiento vocal antes de empezar, para relajar las cuerdas vocales y su garganta. Estaba oxidada, aunque prontamente se familiarizó al escuchar al coro cantando una vez, detectando la voz de cada uno de los integrantes. En conjunción las notas de la guitarra y como daban apertura a cada una de las estrofas. El sonido del teclado se unió en la segunda ronda. Tenten al inicio tarareó su parte hasta que estuvo segura más segura.
Apenas alcanzó el tiempo para hacer una prueba con ella cantando, adecuándose correctamente a las voces.
― ¡Eso estuvo perfecto! ―Habló Konohamaru con una sonrisa. ― ¿Qué tal manejas los nervios de hacerlo en público?
Neji se colocó el casullo encima de su ropa, ajustándolo y mirándose en el espejo que tenía en su oficina. Agradecía que no había suficiente calor ese día, el clima era agradable. Dejó su móvil en su escritorio y salió de su oficina, viendo el escritorio vacío con el letrero de cerrado. Una improvisación de Kiba.
Se sorprendió cuando la castaña se había ofrecido para cantar con el coro. Al inicio el Hyūga había pensado que era una pésima idea. Tenten no había mostrado interés alguna vez por la música y pensó que podría terminar en algo vergonzoso. Aunque el hecho de que se ofreciera para ayudar había sido un acto bastante... considerado. Ella le había contado como Konohamaru había estado emocionado en su primera presentación en la iglesia, sabía que era algo muy importante para todo el coro. Por lo que suponía que lo hacía más que nada para ayudar que por que ella confiara en sus dotes musicales.
Pensó que Tenten podría cantar lo suficiente bajo para no destacar y no sufrir alguna vergüenza. Konohamaru podría aconsejarla aunque no sabía si una hora sería suficiente para que ella entendiera lo que debía hacer. Aunque pensaba que la voz de la castaña era dulce de forma normal, no podía imaginarla cantando.
Neji había quedado sumamente encantado con la presentación del coro la primera vez, disfrutando las voces, aunque había algunos tintes nerviosos, que personas normales no podrían notar. Además la mezcla en los instrumentos había funcionado. Había sido un cambio agradable para las misas del domingo. Caminó hacia la iglesia, al escuchar la última campana de llamado que indicaba que la misa empezaría en breve.
Salió de la parte derecha del altar, viendo los ojos fijos en su persona. Miró al lado izquierdo viendo sentados al coro en la primera fila, hablando entre ellos. Vio a la castaña jugando con sus manos, intuyendo que posiblemente estaba nerviosa. El coro se conformaba de cinco personas. Dos chicos tocaban la guitarra y el teclado, además de aportar voces graves cuando era necesario. Tres mujeres que cantaban y una tocaba las percusiones. Moegi solía guiar a las chicas al tener una voz más fuerte y dulce, a fin de cuentas era una soprano, las otras dos eran contraltos. Les faltaba un poco de confianza, que les brindaba Moegi debido a que había tomado clases de canto. Eso le había comentado Konohamaru cuando le pidió la autorización para cantar en las celebraciones. Era demasiado comunicativo.
Desvió la mirada, observando a la gente levantándose de las bancas. Habló con fuerza iniciando la ceremonia de aquel día avanzando con total normalidad. Pasaron dos personas para las lecturas correspondientes y al finalizar brindó una ligera pausa para entrar en el evangelio, sentándose mientras esperaba que la canción terminara.
El sonido del teclado inicio y las voces resonaron a la par, una intentando destacar sobre las demás voces. El sacerdote que estaba sentado miró a ver impresionado de lo que estaba escuchando. La suavidad a la par de la potencia de la voz que lideraba. Ella había dicho que tenía algo de experiencia ¿a qué se refería con algo? Controlaba con maestria su voz, con tanta seguridad y realizando falsetes pequeños de vez en cuando, aunque sabía que no estaban previstos. Se percató que estaba conteniendo su voz, lo suficiente para no opacar a las otras. Una sensación cálida se plasmó en su pecho, sintiendo como la melodía acariciaba sus conductos auditivos.
Regresó en sí mismo cuando el silencio llenó la iglesia y se levantó para proseguir la rutina conforme a la misa. Hasta que la siguiente canción venía en cada uno de los silencios que había, en el momento de la paz, cuando hicieron una fila para la comunión y en el momento de las ofrendas. Deleitándose en cada una de las canciones que interpretaba el coro. Neji estuvo bastante atento a la voz que se entremezclaba entre todas las demás pero que para él sonaba tan clara y de forma solista. Como si estuviera cantando solo para él, aquella voz angelical caricia su corazón, estremeciendo todo su alma, perdiéndose en ella. Una sensación que hace mucho tiempo no experimentaba y que había dejado atrás, ese era como un consuelo a lo que alguna vez había soñado.
Dio por finalizada la misa y la gente comenzó a retirarse mientras Kiba informaba por el micrófono los anuncios parroquiales conforme al catecismo y las pláticas para confirmación se llevarían a cabo esta semana.
Neji se quedó de pie ahí, perdiéndose en la melodía de despedida del coro y una canción un poco más movida del resto. Haciendo que los chicos del coro se soltaran un poco más. Jamás pensó que Tenten tuviera esa voz, que al hablar sonaba tan delicada y dulce, pero al cantar hechizaba cada uno de sus sentidos. Se preguntó en ese momento cuál sería su rango vocal y que tanto podría manejarla. Las canciones del coro eran sencillas, nada demasiado complejo. Por eso la curiosidad sobre a qué nivel podría llegar la castaña lo invadió, pensando en que le gustaría escucharla otra vez, cantando algo más. Únicamente para él y sin nadie presente.
Sacudió la cabeza ante esa idea y dio la vuelta, yendo hacia su oficina para cambiarse. Escuchó a lo lejos como la canción finalizaba, había sido una grata sorpresa. Se deshizo de su vestimenta y permaneció con su ropa habitual negra con el cuello clerical. Con la voz femenina resonando en su cabeza una y otra vez. Debía admitir que siempre le había gustado su voz, como podía ser tan dulce pero tan descaradamente coqueta cuando deseaba. Pero nunca lo había movido tanto como en ese momento.
Recibió un mensaje de Kiba que le pedía que fueran a comer a la cocina económica cercana. Tenían el tiempo suficiente para comer algo antes de la siguiente misa. Tomó las llaves metiéndolas en su bolsa, su móvil y la cartera que había dejado ahí. Salió cerrando con llave y cuando estuvo por irse vio a Tenten guardando sus cosas en su bolsa, dejando en evidencia que estaba por irse.
Pensó que toda aquella molestia que había tenido con la castaña se esfumó. Debia admitir que desde hace días que había pensado en arreglar las cosas y fingir que nada había sucedido, solo que no supo cómo hacerlo. Se acomodó el clerical en un gesto incómodo.
―Eso estuvo bastante bien. ―Admitió para romper el hielo entre ambos.
Tenten levantó la mirada de su bolsa observándolo con detenimiento, para después sonreír mientras se llevaba un mechón de su cabello detrás de la oreja. Al estar un poco inclinada su cabello solía ser vencido por la gravedad y salirse de su lugar.
―Gracias, estaba bastante nerviosa, hace tanto que no lo hacía.
― ¿Tomaste clases de canto?
Neji vio como la mujer presionó los labios entre sí, un gesto que conocía bastante bien y que ella solía usar cuando pensaba más de la cuenta las palabras que diría a continuación. Algo que no solía hacer con regularidad, al ser bastante honesta con sus pensamientos y opiniones.
―Algo así, solo digamos que siempre he tenido un control adecuado de la voz.
El clerico pensó que estaba minimizando su poder vocal, pero no lo mencionó en lo absoluto. La vio rodeando la mesa con su bolsa entre manos y una sonrisa que resaltaba sus ojos grandes y profundos. Tenten le ofreció algo con la mano.
―Había querido dártela hace unos días pero... ―Cortó la frase a la mitad. ―Cuando se termine puedo hacer más.
El Hyūga observó el frasco de crema que había sido el culpable de su distanciamiento días atrás. No se había percatado que no estaba en casa, aunque tampoco la había buscado. Suponía que ella lo había tomado la última vez que había estado ahí.
― ¿Tú la haces? ―Levantó una ceja sorprendido. ― ¿Qué otras cosas sabes hacer?
Pensó en el hecho de que era bastante hábil para la cocina, disfrutaba los postres que de vez en cuando le daba y Kiba siempre estaba emocionado cuando comían juntos. Además de su poder de convencimiento para conseguir donaciones y su habilidad para hablar con las personas. Tuvo que adicional el hecho de poseer una buena voz y ahora ¿herbolaria? Consideró el hecho de que ella jamás hablaba de sí misma y la única vez que le había preguntado de su pasado, ella dio una respuesta bastante ambigua. La curiosidad picó su interior.
Tenten entreabrió la boca, como si se arrepintiera de haberlo dicho. Sin embargo, en un momento relajó su expresión y sonrió divertida, como restándole importancia al asunto.
―Solo un par más― Colocó el letrero de cerrado en la mesa. ―Puedo enseñarte algunas cosas cuando quieras. ―Se colocó la bolsa en el hombro. Pero notó el tono coqueto que había empleado en esa última oración. ―Solo digamos que aún hay varias cosas que no conoces sobre mí.
El mechón de cabello escapó detrás de su oreja de nuevo. Sin pensar demasiado Neji se acercó un medio paso, tomando aquel mechón entre sus dedos y llevándolo detrás de la oreja femenina. Fue en ese momento que se dio cuenta que se había acercado más de la cuenta a notar los orbes castaños a una distancia corta. No demasiado, pero había irrumpido en el espacio personal.
Apreció encantado, secretamente, las mejillas femeninas colorearse de un tono rosado, dándole una apariencia inocente y atrapante. En aquel gesto había rozado la piel morena, tan suave y delicada. El aroma floral flotando en ese espacio, adentrándose a sus fosas nasales. Su corazón dio un golpe fuerte al verla sonreír con cierta timidez y él mismo en respuesta sonreír de medio lado.
Desapareciendo en totalidad aquel ambiente tenso entre ambos, como si jamás hubiera existido. Haciendo resaltar aún más la cercanía que estaba presente desde tiempo atrás. Y que ambos disfrutaban, regocijando su interior al ver aquellos labios pintados de un tono más claro que iba a juego con su ropa de ese día.
Los corazones golpeando a la par y respondiendo a la cercanía del otro. Fue en ese momento que Neji supo que a pesar de que lo que su parte racional decía que era lo correcto, que ella renunciara a la iglesia para romper la comunicación, no era lo que realmente quería.
Neji Hyūga quería que ella siguiera trabajando ahí, a su lado.
¡Hola queridos!
Se que estoy subiendo el capítulo más tarde de lo que debería, sin embargo me quedé sin internet el viernes... hasta el día de hoy ha regresado. Es algo muy fastidioso pero desgraciadamente no es algo que pueda solucionar.
En mi ausencia he avanzado bastante con confesiones y a pesar de tener una escaleta definida decidí alargar un poco las cosas por que... quiero sacarle todo el jugo posible a la historia. Así que tenemos confesiones para rato.
A pesar de que les traigo el capítulo hoy el sabado les traeré otro nuevo, asi que la espera no será demasiada.
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