Capitulo 1: "Antes de la tragedia"

La prisión, una instalación solitaria en medio del desierto, era todo menos emocionante. Rodeada de kilómetros de arena y nada más que el calor asfixiante del día y el frío mordaz de la noche, la cárcel albergaba a prisioneros comunes y algunos más peligrosos, pero la rutina diaria seguía siendo monótona. Para Dave Panpa y Rupert Price, aquella prisión era su lugar de trabajo… y el escenario donde, lentamente, su relación comenzó a florecer.

Dave se encontraba apoyando la espalda contra una de las paredes mientras vigilaba la zona común de la prisión, su mente distraída. La vida como guardia allí era más predecible de lo que cualquiera podría imaginar. Las paredes grises de concreto no ofrecían mucho que mirar, y los prisioneros casi siempre eran predecibles. Pero para Dave, esa monotonía era una especie de refugio. Después de todo, en un lugar tan aislado, era fácil que nadie notara que había algo más entre él y Rupert, algo que ambos mantenían oculto con cuidado.

Desde que comenzaron a trabajar juntos hacía algunos años, las cosas se habían dado de forma natural. Rupert era el opuesto de Dave: más serio, más decidido, pero siempre encontraba maneras de hacer reír a Dave en los peores momentos. Con el tiempo, esas risas se convirtieron en algo más, algo que ambos sabían que debían mantener en secreto en la estricta atmósfera de la prisión y la oscura sociedad



Rupert había acercado a Dave, tomando su posición habitual junto a él. Sus ojos escanearon el área, pero de inmediato, una sonrisa traviesa apareció en su rostro.




—"¿Sigues despierto, Dave? Pareces a punto de quedarte dormido estando de pie."


Dave le lanzó una mirada cansada, sin poder evitar reírse un poco.


—"¿Quién no se aburriría aquí? ¿Lo más emocionante que he visto hoy? Un preso tratando de usar una cuchara como arma improvisada."


Rupert dejó escapar una risa baja.



—"Vaya, ¿y qué hiciste? ¿Le diste clases de combate o lo mandaste a su celda?"


Dave suspiró.



—"Ni siquiera tuve que hacer nada, se resbaló antes de llegar a mí. Este lugar es lo más aburrido que existe."


Rupert se recargó junto a él, cruzando los brazos. Su cercanía ya no se sentía incómoda para ninguno de los dos, al contrario, era reconfortante.



—"Bueno, podría ponerte en problemas solo para mantenerte despierto,"— murmuró Rupert con una sonrisa.


—"No te atreverías,"— respondió Dave, aunque su tono no era tan seguro.



En el pasado, Rupert ya había probado ser el tipo de persona que haría cualquier cosa para sorprenderlo. Y esta vez, no fue la excepción.

Sin previo aviso, Rupert giró hacia él y, con una rapidez que desarmó completamente a Dave, le plantó un beso rápido en los labios. Fue apenas un roce, un gesto ligero… pero suficiente para que Dave abriera los ojos de par en par.



—"¿Qué…?"— Dave se quedó sin palabras, sorprendido por el descaro de su 'compañero'


Rupert solo se encogió de hombros, con esa sonrisa que siempre usaba cuando estaba divirtiéndose.



—"Te dije que te mantendría despierto."


Antes de que Dave pudiera reaccionar, una tos fuerte interrumpió el momento. Ambos giraron rápidamente hacia uno de los prisioneros, quien estaba parado en el otro extremo de su celda. El prisionero, un tipo calvo con cara de pocos amigos, los miraba con los ojos abiertos como platos, sin poder creer lo que acababa de ver.




—"¿Qué…? 😦"—  El preso simplemente los observaba, con una expresión que decía todo.


Rupert fue el primero en romper el incómodo silencio, limpiándose los labios con la manga de su traje con toda la calma del mundo.



—"Bueno, ¿qué estás mirando? ¿No tienes nada mejor que hacer?"


El prisionero tragó saliva y rápidamente se giró, volviendo a la cama de su celda como si no quisiera estar allí ni un segundo más.

Dave se tapó la cara con las manos, tratando de disimular la risa que le comenzaba a escapar. Rupert, mientras tanto, se limitó a golpearlo suavemente en el hombro.



—"Sabes, deberíamos de hacer esto más seguido."


Dave finalmente se rió.


—"Eres un idiota, Rupert."

—"Pero soy tú idiota.."— Respondió con una sonrisa juguetona que se había formado en su rostro.

El tono de Dave era de reproche, pero había una timidez en sus palabras. Era esa facilidad entre ambos la que los había unido, en un lugar tan solitario como aquel. Los días pasaban en una rutina aburrida, pero ellos siempre encontraban maneras de hacer que cada momento fuera especial.









El trabajo en la prisión había sido relativamente sencillo hasta ese día. Todo empezó como siempre: una caja de suministros que salió de la nada destinada a Henry Stickmin, un prisionero al que ya casi todos habían olvidado. Dave estaba a cargo de revisar los paquetes que llegaban para los reclusos, una tarea que hacía casi de manera automática.



—"Solo una caja más,"


murmuró para sí mismo, mirando la pequeña caja de cartón frente a él. Dentro de su mente, la imagen del beso de Rupert aún lo distraía, lo cual le sacaba una sonrisa. No tenía idea de lo que vendría después.

Rupert estaba a su lado, sosteniendo la puerta de la celda de Henry mientras ambos llevaban el paquete.



—"¿Ya revisaste eso?"— preguntó Rupert, con una pizca de sospecha.


—"Y-Yo... Eh, si.."— Respondió Dave un poco nervioso.


Dave asintió, aunque en realidad, no lo había hecho. ¿Qué podría haber de peligroso en una caja de cartón para un tipo como Henry Stickmin?

Henry levantó la vista desde su celda cuando el paquete fue dejado en su interior. Sus ojos brillaron con un destello de astucia, pero ni Dave ni Rupert se dieron cuenta. Dejaron la caja, cerraron la puerta y se alejaron.



—"¿Qué tanto puede hacer un tipo como él con una caja y un pastel?"—  comentó Dave con una sonrisa.



Rupert respondió con una sonrisa cómplice, pero ninguno de los dos sabía que esa pequeña caja cambiaría todo.

Horas después, sonó la alarma. Henry Stickmin había escapado.

Dave sintió que el suelo se hundía bajo sus pies. No podía ser… ¿cómo había sucedido? Y entonces lo recordó: la caja. No la revisó. Su corazón se aceleró, su mente iba a mil por hora.



—"No…"— murmuró en voz baja, dándose cuenta de que todo era su culpa.


Rupert llegó corriendo, alarmado. Cuando vio la expresión en el rostro de Dave, lo supo al instante.


—"¿Qué pasó? ¡Dave, dime que no fue por ese paquete!"— Rupert miró a su alrededor, incapaz de creer lo que estaba sucediendo.


Dave no pudo contestar. La culpa lo estaba aplastando.

El daño ya estaba hecho.















































🎶Por qué tienen química 🗣️🎶

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