PREGUNTA
Estaba en el sofá con Adam tomando una cerveza mientras veíamos un juego de rugby en el canal deportivo, era increíble como ambos nos parábamos de repente del sillón solo para pelear con los jugadores de la pantalla. Mi celular sonó de repente sacándome de mi transe, lo tome y atendí.
- ¡Albert! -gritó Valeria- ¡pon el canal noticias ya!
- Está bien está bien
Tome el control y cambie de canal aun con la protesta de Adam, al verlo ambos nos quedamos con el hocico abierto al ver en una esquina de la pantalla la imagen del último programa de Tomás. La presentadora una guacamaya de muy buena presencia le dio la bienvenida al profesor Neptali quien apareció en la otra esquina del televisor.
- Dígame profesor -comenzó a hablar- dice usted que esta imagen tridimensional hecha de puras ecuaciones matemáticas fue hecha por un simple ternero autista ¿No?
- Simple es un término despectivo para describir a Tomás -miro de reojo la pantalla- yo diría más bien prodigio, no hay nadie en este planeta que pueda realizar algo como lo que hizo él
En ese momento la foto original del parque apareció en pantalla al lado de la de Tomás.
- Tomás no se podía comunicar como nosotros -continuó- pero eso no lo limito a dejar de intentarlo, estas imágenes son la prueba del deseo que tenia de expresar lo que sentía hacia los demás
Más imágenes comenzaron a aparecer reemplazando las anteriores periódicamente, las pude reconocer, eran los fractales que Tomás había desarrollado en su vida.
- Cada imagen que ve en pantalla encierra un pensamiento de ese ternero que pasaremos años estudiando e intentando interpretar -hizo una pausa- si Tomás era así ¿Por que los demás no?
Volvió a colocar las dos primeras fotos.
- Todo lo que tenemos que hacer es darles una oportunidad, como ellos dos se las dieron, debemos seguir su ejemplo
Siguieron hablando unos minutos de las imágenes hasta culminar el segmento informativo, escuché la voz de Valeria gritándome por el teléfono pero no le pude prestar mucho atención. Gire hacia Adam quien también giro a verme, me miraba con una tierna sonrisa.
- Creo que Tomás al final logro conectar con el mundo -se rió un poco-
- Hizo más que eso Adam -puse mi mano en hombro- hizo que lo escucharan, y ni siquiera tuvo que hablar
Desperté de repente, nos porque, me senté en la cama un minuto para despejar mi mente, rasqué mi pecho desnudo un poco mientras bostezaba. Miré la cama vacía y recordé entonces que era la primera noche que dormía en el cuarto de invitados, decidí que Adam ya se encontraba lo suficientemente bien para dejarlo dormir solo aunque en mi interior quería seguir estando con él, ya no podía seguir usando la excusa de vigilarlo.
- Tal vez debería ver como esta -pensé-
Me levante de la cama y me dirigí a la puerta, salí al pasillo y fui directo a su cuarto que estaba abierto, no estaba en su cama.
- ¿Adam? -pregunte-
No tuve respuesta del toro, entre para llegarme al baño del cuarto pero tampoco estaba, fui al cuarto de Tomás sin resultado positivo, me di una vuelta por la cocina y sala sin éxito alguno, empezaba a alarmarme. Sentí una suave brisa contra mi pelaje en ese momento que me sorprendió, no era posible, el aire acondicionado central estaba encendido y toda la casa cerrada, no debería haber corrientes de aire dentro de la casa.
Caminé por la sala siguiendo la suave brisa, encontré un pequeño pasillo escondido tras una esquina, seguí por el hasta dar con una gran puerta doble abierta que nunca antes había visto. La atravesé y comenzaron unas escaleras que daban a un piso superior.
- Que extraño, no sabía que había un acceso al techo -pensé-
Seguí subiendo hasta dar con una reja igualmente abierta, al salir una fría brisa golpeo mi cuerpo casi desnudo salvo por los cortos pantalones para dormir que cargaba. Miré el techo y vi que era un simple suelo de concreto, los bordes estaban protegidos por una simple pared de concreto que no debía ni llegarme al pecho, busqué con mi vista algo inusual y vi una gran figura sentada en una silla plegable mirando el cielo nocturno.
Me acerque poco a poco y me di cuenta que era Adam el que ocupaba la silla, también note como alzaba una botella para ingerir el poco contenido que le quedaba. Olfatee un poco el aire y descubrí que era simplemente ron, me alarme ante la posibilidad que el toro hubiese recaído y buscara la forma disminuirlo.
- Adam -me acerque hasta llegar hasta él-
- Oh, Albert -me miró sorprendido- creí que estabas dormido ¿Te desperté?
El toro me miro con una sonrisa mientras depositaba la botella en el suelo.
- No, no lo hiciste, me desperté por casualidad y cuando fui a ver como estabas no te encontré -mire la botella- ¿Te tomaste eso tu solo? -lo mire acusadoramente-
- Oh -levanto la botella- ¿Esto?, no, para nada oso
- Qué alivio -suspire-
- Esas de allí también -señalo otras dos al otro lado de la silla-
Lleve una mano a mi rostro intentando ocultar mi disgusto, el toro solo se rió fuertemente pues pareció hacerle mucha gracia. Lo volví a ver, pude percatarme que estaba vestido solo con un bóxer y nada más.
- Ya enserió -mire al cielo- ¿No tienes frio?
- Para nada, de hecho el alcohol hace entrar al cuerpo en calor
- Y embriaga a quien lo bebe en exceso -lo volví a mirar- además ese calor es solo una ilusión
El toro extendió su brazo hacia mi rostro, pero en vez de tocarme fue directo a mi oreja, sentí algo frio y metálico rozarla y aparto su mano mostrándome una moneda. De inmediato hizo bailar la mónera entre sus dedos con gran fluidez y agilidad para luego tirarla al aire, volverla a tomar entre sus dedos y con un rápido giro desaparecerla.
- ¿Un ebrio podría hacer eso? -sonrió-
- ¿Q--- Qué? -me quede con el hocico abierto-
- Cuando Tomás apenas tenía seis años lo lleve a ver unos trucos de magia -se acomodó más en la silla- le encanto mucho, decidí aprender algunos trucos para usarlos con él cuándo estuviera triste o necesitara calmarlo, funciono bastante bien durante dos años -me miró- no puedo embriagarme oso, cuando era joven era un bebedor empedernido por decirlo de algún modo, experimente tanto que desarrolle un hígado de acero y me volví inmune al alcohol -suspiró- eso fue en parte lo que hizo que mi padre se molestara conmigo como para obligarme a agarrar camino
- Si eso es cierto y el alcohol no te hace efecto ¿Entonces por qué lo bebes?
- No lo sé -miro a otro lado- quizás para recordar tiempos más simples
En ese momento sabía que lo que había dicho era mentira, su mirada ocultaba algo que no quería decir pero decidí no presionarlo. Lo tome por la mano y lo jale suavemente para levantarlo de la silla.
- Que no te embriagues no significa que seas inmune a la resaca -lo mire de reojo- o a vomitar por no tener algo en el estómago -sonreí- vamos a cocinarte algo para que no te acueste con el estómago vacío
El toro solo hizo una ligera sonrisa mientras asentía, camine adelante y comencé a bajar las escaleras, a los pocos segundo escuche la reja cerrarse y los pasos del toro atrás de mí. Llegue a la puerta inferior y me detuve un momento contra la pared a esperar que el toro pasara para cerrar la puerta, cuando justamente pasaba por mi lado Adam se detuvo unos segundos con la cabeza gacha.
- ¿Pasa algo Adam? -pregunte suavemente-
El giro lentamente su cabeza y me miro de una forma extraña, en ese momento giro todo su cuerpo hacia mí y dio un paso cerrando el espacio que había entre los dos. Ante el temor de chocar con el toro me eché para atrás pegándome contra la pared y en ese momento vi la mano del toro pasar a un lado de mi cabeza para apoyarse en la pared, me había arrinconado.
- Oye oso -Adam- siempre te quise preguntar algo que me daba curiosidad -me miró pensativo- tu no usas ningún tipo de perfume ¿Por qué?
La pregunta de Adam me dejo totalmente desconcertado, no entendía por qué me había puesto en aquella situacion en ese lugar para hacerme una pregunta sin sentido, pero mi mente vacilo en ese momento y solo me limite a responder.
- Mi familia siempre fue humilde en nuestro inicio como te conté -respondí- no teníamos suficiente para cosas tan banales como perfumes, siempre estábamos ajustados económicamente -miré a un lado intentando evitar a Adam-
- Pero ahora eres un doctor y ganas bien, incluso eh notado que Valeria usa perfumes ¿Por qué tu no? -volvió a preguntar-
- Aun con un sueldo con el que fácilmente puedo costearme esos gustos la costumbre quedo arraigada en mi -lo mire de reojo- mi hermana solo usa perfumes porque desde que se volvió pareja de Samuel este se los regala, si fuera por ella tampoco los usaría, además -suspire- una parte de mi cree que los perfumes solo se usan para enmascarar el verdadero olor del individuo -mire al piso- es como ocultar quien eres, y no quiero hacer eso
En ese momento sentí como Adam se acercó más a mí, me sentí paralizado por la cercanía con él, no sabía qué hacer, su rostro se posiciono suavemente al lado del mío y bajo su hocico hasta mi cuello, sentí una suave olfateada en mi pelaje que me estremeció, Adam volvió a hablar.
- Los toros no tenemos un olfato muy bueno -susurró- es débil comparado con otras especies como la tuya -volvió a olfatear con cuidado- para captar un olor debemos acercarnos mucho a lo que queremos conocer y aun así nos sigue costando
- ¿P--- Por qué? -intente hablar- ¿Por qué te interesa?
- Las noches que dormí contigo fue la primera vez que pude olerte bien -confesó- cuando olfatee por primera vez tu pecho y las noches siguientes es que fui entendiendo un poco más de ti -volvió a olfatear gentilmente- lo primero que huelo es el olor a hospital, me dice que pasas mucho tiempo allí, te preocupa tu trabajo, lo que haces, salvar vidas -se separó un poco para verme- pero está débil, quizás porque tomaste vacaciones, lo segundo que huelo es la loción que usas para bañarte, en este caso el mío -rió un poco- pero lo último fue lo que más me costó descubrir ¿Quieres saber qué es lo que percibo? -preguntó-
No pude hacer otra cosa más que asentir, si volvía a hablar estoy seguro que solo tartamudearía como un imbécil.
- Olor a lluvia -susurró más fuerte- hueles a lluvia para mí, no se para los demás como hueles pero para mi hueles así -ladeo su cabeza sonriendo- y me gusta ese olor, me calma, me relaja, me hace sentir como un pequeño ternero feliz otra vez
En ese momento su otra mano fue hasta mi rostro y acaricio mi mejilla suavemente intentando calmar mis nervios.
- Pocos después que nos conocimos y comenzamos a salir -continuo- vi cómo me mirabas todo el tiempo, solo que para entonces no te di mayor importancia -confesó- entendí que te gustaba y mucho, cualquier idiota podría saberlo con solo mirar tu hocico babeando -rió un poco- ¿Por qué, Albert? -me miró fijamente- ¿Por qué nunca intentaste nada conmigo?
Sentí un fuerte nudo en la garganta por lo que acaba de decir Adam, su mirada fija en mi me impedía decir cualquier mentira que se me pudiese ocurrir para huir de esa situación.
- Te respetaba mucho como padre -confesé- y te apreciaba más como amigo como para arruinarlo por un egoísta sentimiento que dudaba fuese correspondido -negué suavemente- no quería perderte, aun si eso significaba amarte en silencio
- De modo que me amas -susurró- después de ver como aquel caballo en el centro comercial te molesto -continuó- algo dentro de mí que no sentía hace muchos años despertó, celos, celos de que alguien más te tocara tan atrevidamente y molestara, comprendí entonces que otra vez había comenzado a sentir algo por alguien además de Tomás -pegó su frente a la mía- aquella noche en el estacionamiento en la que Tomás tuvo el ataque -suspiró- te dije que te quería preguntar algo importante pero con todo lo que paso se me había olvidado hasta ahora ¿Quieres saber de verdad del por qué me tome esas tres botellas de ron intentando inútilmente embriagarme?
Mi cerebro se había desconectado, solo pude asentir estúpidamente.
- Lo hice para tener un poco más de valor para ir hasta tu cuarto y hacerte la pregunta que no pude hacerte entonces -separo su frente de la mía- Albert ¿Quisieras salir en una cita conmigo? -sonrió- pero visto en retrospectiva ya hemos tenido muchas citas, así que lo pondré de otra manera más simple -frotó suavemente su nariz con la mía- Albert, eres un amigo muy especial para mí, pero quiero que seamos más que eso, quiero que seamos pareja ¿Aceptarías a este estúpido toro suicida?
No podía creer lo que mis orejas escuchaban en ese momento, sentí ahora ambas manos del toro en mi rostro acariciándolo suavemente mientras veía su rostro sonreír de una forma diferente a como nunca antes había visto, estaba feliz, auténticamente feliz, y yo estaba feliz igual que él. Llevé mis brazos lentamente hasta su cintura para abrazarlo suavemente acercando su cuerpo al mío, moví suavemente mi hocico igual que el de el para frotar nuestras narices y una estúpida sonrisa se formó en mi hocico.
- Con una sola condición -dije- no más intentos suicidas, mi corazón no lo resistiría
- Albert -rasco una de mis orejas- si esta noche no iba a tu habitación por cobarde mañana en la noche iba a fingir un intento de suicidio solo para tenerte en mi cama acompañándome otra vez y poder acostarme en tu pecho
No lo pude evitar, más bien ambos no pudimos evitarlo y estallamos en una sonora risa, una risa sincera, una risa alegre, una risa que transmitía una confianza que solo una pareja podría tener. Abracé más fuerte a Adam por la cintura en ese momento, pude ver los ojos del toro entrecerrarse igual que los míos, un suave aroma de alcohol en su aliento llego a mi nariz volviéndolo más irresistible.
Mis labios rozaron tímidamente los suyos y nuestros hocicos se abrieron lentamente para encontrar su lugar en los labios del otro con una ternura que nunca había experimentado. Pude sentir su caliente y gruesa lengua buscar la mía con timidez y se la ofrecí gustosamente, nos besamos, nos besamos por primera vez.
No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos en ese lugar, perdí la cuenta de cuantas veces nos separábamos por unos segundos para tomar aire y volver a juntar nuestros labios, no podía negarlo, besar a aquel toro me resultaba adictivo. Sentí que mi cuerpo comenzaba a entrar en calor rápidamente al igual que el del toro.
Se separó de mi recuperando el aliento igual que yo solo para verme con una sonrisa, entendí el mensaje y le asentí. Adam me tomo de la mano y me jalo por el obscuro pasillo, ciertamente parecíamos dos adolescentes enamorados corriendo de esa manera pero eso solo hizo sentirme en parte más feliz.
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en su habitación, apenas pase la puerta el toro paso sus manos por mi cintura pegándome contra él, me volvió a mirar con esos ojos de ternero suplicante.
- ¿Es muy pronto? -preguntó en voz baja-
- ¿Pronto? -reí un poco- sueño con este momento desde que nos conocimos Adam
El toro solo rió un poco antes de volver a besarme como antes, pude sentir mi miembro erguirse en mi pantalón así como también una fuerte presión contra este, el toro se estaba excitando igual que yo. Di unos pasos hacia adelante haciendo retroceder al toro hasta que se topó con la cama y callo sentado en ella.
Rápidamente me monte sobre él y lo empuje con mi cuerpo para acostarlo, Adam no pareció sorprenderse, lo deseaba. Sentí sus brazos rodear mi espalda para pegarme contra él mientras retomábamos nuestro beso, sus manos empezaron a acariciar mi espalda mientras las mías comenzaron a explorar el pecho del toro que tanto había admirado.
Los minutos fueron pasando y nuestras caricias empezaron a ser insuficientes, Adam bajo sus manos hasta el borde de mi pantalón para comenzar a jalar de el quitándomelo sin ninguna resistencia de mi parte. Una vez libre pude sentir como sus manos abandonaban mi cuerpo y a los segundos entendí por qué, su bóxer se estaba retirando de su cuerpo con lentitud de su cintura.
Sentí algo increíblemente duro chocar contra mi miembro y panza, por fin nuestros miembros se conocieron por primera vez y aquella sensación no hizo más que excitarnos a ambos aún más. Recordé rápidamente un poco la historia de Adam, toro separado desde hace casi seis años, totalmente sacrificado a su hijo, lo que quería decir que hace mínimo seis años el toro no había contado con una relación sexual como tal.
Pensé en toda la tensión sexual reprimida de años que debía estar saliendo en este momento de su cuerpo, de algo estaba seguro, esta noche Adam se convertiría en el semental más ejemplar del planeta y yo sería el encargado de satisfacer todos sus años reprimidos. Moví mi cintura suavemente haciendo nuestros miembros rozar con fuerza, el toro separo sus labios de los míos soltanto un pequeño bramido de placer confirmando el exceso de sensibilidad que el toro padecía en ese momento.
Relamí mis labios en señal de satisfacción, volví a besarlo otra vez mientras dejaba que el toro explorara mi cuerpo sin restricciones, sus manos volvieron a mi espalda y bajaron lentamente hasta mis nalgas. Una de ellas se detuvo en mi pompón que se agitaba fuertemente solo para detenerlo y estrujarlo con suavidad sacándome un pequeño gemido.
La exploración del toro no termino allí, siguió de nuevo su camino otra vez hasta mis nalgas que empezó a frotar con suavidad, apretaba cada cierto tiempo y las separaba dejando mi entrada totalmente expuesta al aire. En esos periodos de tiempo el toro embestía su cintura contra la mía aumentando la fricción entre nuestros miembros sacándonos más de un gemido.
No pude resistir más, me separe de él lentamente y lo mire a los ojos, lleve mi mano a su rostro para acariciarlo, ese movió su rostro contra está buscando más atención, baje mi hocico a su cuello y comencé a besarlo con suavidad sacándole un sonoro bramido. Continúe besándolo con suavidad por todo su cuello provocando fuertes espasmos en su cuerpo.
Este me abrazo fuertemente intentando mantener la compostura, había encontrado uno de sus puntos débiles. Me despegue de su cuello y empecé a bajar hasta su pecho donde resople fuertemente para capturar su aroma, era un aroma nuevo, el aroma de un fuerte sudor producto de la lujuria que emergencia de nuestro juego.
Me desvié a uno de sus pezones que comencé a lamer y chupar con cuidado, Adam soltó otro fuerte gemido mientras intentaba controlarse, de verdad estaba sensible. Al cabo de unos minutos no pude seguir en sus pezones porque mi mente solo pensaba en la atracción principal del toro, continúe bajando y un gran objeto se deslizo contra mi panza y paso entre mis pectorales.
Me levante un poco para tener una mejor vista de su miembro, color rosado claro, textura lisa en toda su longitud, salía de su funda en la base y continuaba hasta llegar a un escalón donde su diámetro comenzaba a disminuir poco a poco hasta llegar a su glande donde terminaba. Era inmenso, digno de un ejemplar de un toro adulto y yo lo iba a consentir.
Tome su palpitando miembro con mi mano, lleve mi hocico hasta el para comenzar a frotarlo suavemente, lo olfatee profundamente embriagándome con el olor de almizcle que desprendía, abrí mi hocico sin pensarlo y di una larga y lenta lamida en toda su extensión. Adam soltó otro fuerte bramido mientras se aferraba a la cama, yo solo continúe dando largas lamidas hasta que en una me detuve en la punta.
Olfateé su glande profundamente percibiendo la clásica combinación de los machos, abrí nuevamente mi hocico y engullí su miembro sin pensarlo, Adam llevo sus manos a mi cabeza para sostenerla con cuidado mientras soltaba otro bramido. Enrolle mi lengua en su punta mientras succionaba fuertemente su miembro saboreando su sabor, su liquido pre seminal saturo mi paladar, salado, algo espeso aun para ser solo liquido pre seminal pero exquisito para mi gusto.
Lleve una de mis manos hasta la base de su miembro sintiendo su grosor confirmando que era tan grueso como la de un caballo en ese punto, baje más mis manos llegando a sus testículos, solo cabía uno en mi mano, era redondo y firme, como si estuviera prensado. Lleve mi otra mano al otro testículo para darle un suave masaje, Adam empezó a resoplar fuertemente por la cantidad de sensaciones, sabía que iba por buen camino.
Levante sus testículos en el aire para poder sentir su peso, era bastante pesadas pero eso no hizo más que confirmar mis sospechas el día que lo vi en la playa. Aumente mi succión y masajee con mi lengua al miembro del bovino que parecía poco a poco dar paso a su lado más salvaje pues empezó a dar suaves embestidas con su cintura mientras sostenía mi cabeza,
Yo solo habría más el hocico dejando que su miembro violara mi garganta como mejor le pareciera y valla que la estaba profanando sin piedad alguna. Sentí una fuerte tensión en el cuerpo del bovino señal de que estaba a punto de acabar y me despegue como pude de su miembro, aun no quería que acabara, no así.
Lo mire fijamente mientras relamía de mis labios todo el fluido que había dejado en mí, gatee sobre el hasta quedar rostro con rostro y mirarnos fijamente, su mirada era una extraña mescla de lujuria que necesitaba ser satisfecha y culpa.
- Lo--- Lo siento -susurró- me deje llevar
Emboce una pequeña sonrisa para acercarme a él y besarlo nuevamente, pareció un poco sorprendido al inicio pero nuevamente se dejó llevar volviéndome a abrazar por las espalda, me separe un poco para lamer su nariz.
- No tienes que lamentar nada -le susurre- quiero que saques todo lo que reprimiste tanto tiempo -lamí su nariz- soy tu pareja ahora -lo mire fijamente- así que no temas en liberar el animal que llevas dentro Adam, así sabré que estoy haciendo bien mi parte -le sonreí-
El toro se quedó en blanco unos segundos para luego poner una mirada atrevida que solo me hizo sonreír más. Me tomo fuertemente de mis nalgas mientras me jalaba hacia arriba.
- Oso -uso un tono de orden- sube
Entendí perfectamente lo que quería hacer en ese momento, su voz firme y profunda no hizo más que reforzar la imagen de macho dominante de aquel toro. Subí lentamente por su cuerpo y me levante un poco para quedar agachado en su rostro, mi miembro erecto colgaba cerca de su hocico ahora.
El toro dio una lamida a mi rojo miembro antes de engullirlo completamente, un pequeño rugido escapo de mi hocico mientras temblaba. Succiono fuertemente a la vez que lamia mi glande con gran esmero robándome más gruñidos de placer, abandono mi miembro de repente y hundió su nariz en mis testículos, dio un fuerte resoplido que me estremeció por el calor, rodeo mis testículos con su lengua y los engullo de un golpe.
No pude evitar llevar una de mis manos a mi miembro para empezar a masturbarme suavemente, aquella sensación en mis testículos era demasiado placentera pero de repente deje de sentirla. Adam abandono su labor e hizo que subiera un poco más mientras él se acostaba en la cama, se lo que quería y yo se lo iba a dar, descendí lentamente sobre su rostro exponiendo mi rosada entrada para él.
Este no tardo en pegar su hocico a ella para dar otro fuerte resoplido que me estremeció, sentí su lengua comenzar a lamer fuerte y lentamente los alrededores para finalmente comenzar a besar mi ano. Para ese momento aquel pudor que pudiera haber entre nosotros dos había desaparecido completamente pues Adam me estaba dando un salvaje beso negro como nunca antes había recibido.
De repente sentí su gruesa lengua presionar mi orificio, descendí un poco más invitándolo a pasar, este hizo más presión hasta introducirla sin detenerse. Un fuerte rugido esta vez escapo de mi hocico al sentir tal sensación. Los minutos fueron pasando y aquel toro no dejaba de poseer mi más íntima zona.
Sentí que cada minuto que pasaba solo encendía más un fuego lujurioso en él, un fuego que terminaría envolviéndonos a ambos en un tierno acto carnal que deseaba con toda mi alma. Adam abandono mi ano con dificultad para bajarme y acostarme sobre él, apenas lo hizo me dio un beso apasionado compartiendo el sabor de mi interior.
Me abrazo y me hizo girar en la cama como pudo quedando ahora yo abajo y el arriba, sabía lo que seguía y lo deseaba con muchas ansias. Adam continúo besándome mientras le abría mis piernas invitándolo a acomodarse, el toro recibió la invitación y se posiciono entre ellas, sentí como llevo su mano entre nuestros miembros y frotarlos recogiendo todo el líquido pre seminal derramado, lo llevo a mi entrada para frotarlo suavemente en el preparándome para lo que venía.
- Hazlo Adam -susurre-
El toro me miro y asintió, pego su frente a la mía y pude sentir la punta de su miembro en mi ano, hizo un poco de presión deslizándolo fácilmente, no sentí dolor en absoluto pues la punta era bastante fina. Lo que venía después era otra historia completamente diferente, a medida que los centímetros de aquel miembro entraban en mí el grosor aumentaba exponencialmente.
En cierto punto que creo era la mitad solté un fuerte gruñido mientras me encorvaba en sus brazos, Adam solo me abrazo más fuerte mientras volvía a besarme. Saco su miembro lentamente hasta la punta y volvió a introducir hasta la mitad sacándome otro fuerte gruñido interrumpiendo nuestro beso.
Estuvimos en ese baile durante un rato hasta que sentí acostumbrarme a su grosor, clave mis garras en su espalda y lo jale hacia mí indicándole que quería más, el entendía lo que quería decir y empujo un poco más deslizando el resto de su miembro en mi interior. Mis rugidos no se hicieron esperar al sentir su miembro tomando lugar en mi cavidad.
Mi mente quería que lo detuviera pero mi corazón ansiaba todo de él dentro de mí y al cabo de unos segundos así fue. Senti un ligero golpe en mis nalgas, sus enormes testículos habían chocado contra estas indicándome que ya se encontraba completamente en mi interior, ambos jadeamos con una sonrisa de satisfacción mientras esperábamos a que me acostumbrara a su grosor.
Nos besamos un buen rato mientras sentía las fuertes palpitaciones de su miembro, me despegue de él un minuto para mirarlo y asentirle con mi cabeza. Adam no tardo un minuto más y comenzó un suave vaivén con su cuerpo. Sentirlo salir produjo una enorme sensación de vacío, pero sentirlo volver a entrar era todo lo contrario.
Un extraordinario placer comenzó a apoderarse de mi haciéndome soltar suaves gruñidos en el rostro del toro. Este comenzó a ir más rápido y fuerte provocando que me aferrara a él con más fuerza, este me abrazo más duro por la espalda para mejorar su vaivén, no estaba seguro si sobreviviría pero de algo estaba seguro, podría morir feliz.
No sé en qué punto ese acto que comenzó como la cosa más tierna de mi vida paso rápidamente a una situación de lujuria extrema en que nuestras conciencias parecieron desaparecer dejando a cargo a nuestro instinto más primitivo. Me encantaba no lo podía negar, los gemidos de Adam dejaron de salir de su hocico solo para dar paso a fuertes y cortos bramidos.
Por mi parte los gruñidos era lo único que salían de mi hocico indicándole al toro que no se contuviera. Me embestía con fuerza, salvajemente sería mejor para describirlo, podía escuchar la cama tambalearse junto a todo mi cuerpo, cada vez que entraba todo su miembro podía sentir su puntiaguda cabeza rozar mi próstata haciendo palpitar mi miembro al punto de sentir que explotaba.
Mordí su cuello inconscientemente mientras clavaba más las garras en su espalda, Adam empezó literalmente a saltar sobre mí, todo su sudor caía sobre mi cuerpo y el aroma que se empezó a producir producto de la mezcla de nuestros olores era simplemente embriagador. El toro dio una última embestida acompañado de un fuerte bramido, había llegado al orgasmo liberando su semen en lo más profundo de mi cavidad, podía sentir todo el grosor de su miembro palpitando fuertemente bombeando aquel regalo blanco hacia mí, no podía ocultarlo, me sentía feliz de que lo hiciera.
Acerque mi hocico a su cabeza para comenzar a lamer su frente como las noches que habíamos pasado juntos, pasaron unos minutos y su respiración fue calmándose poco a poco a medida que su conciencia parecía regresar, me miró fijamente y me sonrió.
- ¿Vez que no fue tan difícil? -reí un poco-
- Idiota -se rió también- hacía años que no tenía algo de intimidad -pegó su frente a la mía-
- Losé -lamí su nariz- por eso sé que puedes dar mucho más que eso -lo volví a mirar-
Lo empuje suavemente hacia atrás sacando su miembro de mi interior, el semen comenzó a salir a chorros pero no me importo pues se sentía muy agradable, gire para quedar boca abajo levantando mi trasero para el a la vez que agitaba mi pompón.
- Ven Adam -lo miré de reojo- apenas estamos comenzando -sonreí-
El toro se quedó perplejo ante la vista que le ofrecía, vi su miembro aun completamente erecto para luego volver a ver el rostro del toro, otra vez esa sonrisa pícara se formó en su hocico. Se levando en la cama y agacho atrás de mi con cuidado, posiciono su miembro con delicadeza y lo introdujo hasta el fondo sacándonos un sonoro gemido otra vez.
Las horas pasaron y la cuenta de cuantas veces él y yo llegamos al orgasmo las perdí hacía mucho tiempo, recorrimos toda la cama en todas las posiciones que pudimos, e incluso hubo un momento en que terminamos haciéndolo en el piso pero no nos importó, estábamos consumidos por un sentimiento más allá de la lujuria o el amor, estábamos creando una nueva y más fuerte conexión entre los dos.
Eventualmente llegamos a nuestro límite, lo último que recuerdo fue el sol empezando a iluminar tenuemente la habitación. Adam había tomado lugar en mi pecho como noches atrás mientras yo lamia con cuidado su frente hasta quedar profundamente dormidos, algo seria seguro, el despertar sería muy diferente para los dos esta vez.
Algo sonaba, un celular, abrí los ojos lentamente con dificultad y lo primero que vi fue el rostro de Adam durmiendo en mi pecho, no pude evitar sonreír. Repase todo lo ocurrido la noche anterior con el toro y aunque mi mente no lo podía creer mi adolorido ano lo podía confirmar, el toro me había pedido ser su pareja y habíamos hecho el amor durante toda la noche.
El sonido del celular de Adam en la mesa de noche me devolvió a la realidad, lo tomé y vi la pantalla, era Valeria quien llamaba pero justo cuando iba a responder corto la llamada. Había al menos tres llamadas perdidas de ella y dos llamadas perdidas más de José, posiblemente mi celular que deje en la otra habitación estaría igual o peor.
Mis orejas giraron en dirección a la puerta pues un ruido capto mi atención, mi duda fue mayor al recordad que no teníamos ningún tipo de visita, me separe de Adam con cuidado de no despertarlo y me levante. Vi mis pantalones de dormir en el suelo y me los puse para salir al pasillo, con prisa fui hasta la cocina para verificar el origen del ruido.
- Oh, los muertos caminan
José estaba riéndose desde la cocina mientras colocaba unos platos vacíos en la mesa, este solo me sonrió.
- Señor José -sacudí mi cabeza intentando despertarme- ¿Cuando llego?
- Esta mañana, a primera hora -se giró a la cocina- los vi dormidos y no los quise despertar, así que decidí encargarme del taller para distraerme un poco
El viejo toro giro de nuevo hacia la mesa y coloco algunas cajas de comida que reconocía, era comida china de un restaurante a unas cuadras de la casa.
- Ya son las una -siguió- no quise cocinar para no despertarlos y pensé en comprar mejor la comida, con toda esa diversión que tuvieron anoche supuse que despertarían hambrientos -rió fuertemente-
- ¿¡Q--- Qué dijo!? -me puse nervioso-
- ¡Oye! –exclamó- soy viejo no tonto, no hace falta ser un sabueso con un súper olfato para saber que paso aquí, nuestra especie no tiene buena nariz pero ustedes dos sí que la hicieron en grande anoche, de cierto modo esperaba que pasara eventualmente, por eso preferí no estorbar quedándome en la casa
- ¿Usted? -intente pensar- ¿Usted quería que yo me acostara con su hijo? -termine de preguntar-
- Quizas -ladeo su cabeza de un lado a otro- no exactamente, siempre estuve al tanto de las preferencias de mi hijo desde que me lo confeso en su adolescencia, eso y la bebida fue lo que me volvieron un tirano para terminar controlando su vida -suspiró profundamente- cuando tu llegaste a su vida y vi como él y Tomás te recibieron, vi una oportunidad de que fuera otra vez feliz, auténticamente feliz me refiero, había una conexión latente entre ustedes -me miró- pero Tomás falleció, por un momento pensé que te culparía a ti de algún modo y terminarías saliendo de su vida -miró al piso- pero no lo abandonaste, supe entonces que realmente querías a mi hijo -me volvió a ver- fue porque te quedaste que estuviste allí cuando intentó suicidarse y lo salvaste -empezó a servir comida en los platos- y ahora sé que todo estará bien, mientras ustedes dos estén juntos estarán bien, por alguna razón siento en mi corazón que todo ocurrió como debía ocurrir, a pesar de que Tomás ya no está con nosotros sé que donde este debe estar feliz al verlos así como yo
Lo que me acaba de decir su padre sin duda me dejo sin palabras en ese momento, pensar que no solo Valeria quería que estuviera con el toro, sino también su propio padre lo quisiera me parecía difícil de creer. Quería continuar hablando pero un ligero sonido atrás de mi capto mi atención, me gire un poco y fui sorprendido por Adam, este paso sus brazos por su mi cintura y pego su hocico al mío para darme un beso que desconecto mi cerebro por unos segundos.
Adam se separó de mi con cuidado para luego frotar su nariz contra la mía con una ligera sonrisa.
- Buenos días oso, ¿Por qué levantado tan temprano?
- Adam son casi las dos de la tarde
Le hice una ligera seña con la cabeza al toro para que mirara a la cocina, Adam giro su cabeza para encontrarse con la de su padre pero su rostro no pareció reaccionar en nada.
- Por dios hijo -José- sé que tú y yo somos toros machos adultos y tenemos lo mismo, pero no significa que debas estar desnudo por toda la casa
En ese momento mire hacia el cuerpo de Adam para confirmar lo que dijo su padre, en efecto estaba sin nada de ropa mostrando todos sus atributos.
- Primero que nada es mi casa, puedo estar como yo quiera -Adam- segundo ¿Qué haces aquí sin avisar?
- Sé que es tu casa pero siempre te enseñe a estar presentable -le reclamó- y segundo te llame dos veces antes de llegar, no respondías, me preocupe y subí a ver si estabas bien -nos miró de reojo- y ya veo que si
- Más que bien diría yo
El toro otra vez me abrazo por la cintura y me volvió a besar pero esta vez con más intensidad que la anterior, no podía evitar sentirme avergonzado por estar frente a su padre pero a Adam no parecía importarle y si a él no le importa supongo que no había razón para que me importase a mí.
- Oh por dios váyanse a un hotel -José-
- Nop -Adam se despegó de mi- esta es mi casa ¿Por qué tú no te vas a un hotel? -se rió-
- No pagare un hotel teniendo mi propio hijo dos habitaciones de invitados vacías -caminó hacia la puerta- estaré en el taller para no molestarlos -la abrió- creo que ustedes dos tienen mucho de qué hablar -nos miró de reojo- y cosas que hacer, buen provecho
- Gracias por traer la comida -lo miró fijamente- papá
José se quedó paralizado un segundo ante lo que acaba de escuchar de su hijo, en todo el tiempo que llevaba en sus vidas Adam siempre lo llamaba por su nombre señal de su molestia, que lo llamara papá solo podía significar que lo había perdonado de algún modo. El viejo toro embozo una pequeña sonrisa para terminar de salir cerrando la puerta con cuidado dejándonos solos.
Ambos nos miramos solo para abrazarnos casi instantáneamente, se sentía bien aquel simple acto con ese toro. Pude sentir su hocico entre mis orejas resoplando suavemente, sabía lo que hacía, estaba intentando captar mi aroma, ante eso solo pude reír un poco y me separé de el para verlo.
- Sabes que tendrás mucho tiempo para familiarizarte con el ¿No?
- Si, lo sé -me volvió a olfatear la cabeza- pero quisiera comenzar desde ya
- Idiota -reí un poco- entonces hay algo que me gustaría oler primero
- ¿No oliste lo suficiente anoche de mí? -se rió-
- No todo, hay un sitio en particular que no pude olfatear bien y sé que allí se encuentra tu aroma en la forma más pura de todas sumándole al hecho de que ayer tuviste bastante actividad física -sonreí-
Rodee su cintura con mis brazos pegándolo a mí, metí mi hocico bajo su cuello para comenzar a olfatear suavemente, baje poco a poco hasta llegar al centro de su pecho que también olfatee. Continúe hacia la izquierda hasta llegar a su pezón al que di una breve lamida seguida de un suave mordisco sacándole un gemido al toro.
Por fin me concentré en mi destino final, moví mi hocico lentamente hasta llegar a ese espacio entre su pectoral y el brazo para meter mi nariz allí, el toro pareció entender a donde quería ir y gentilmente alzo su brazo para brindarme acceso a su axila. Entre lentamente olfateando diligentemente aquella zona tan especial en cuanto a aromas se trata, su verdadero olor estaba allí, puro y sin alteración, no olía la madera, no olía ningún tipo de perfume, solo lo olía a él.
Mi mente comenzó a divagar entre cientos de recuerdo intentando asociar a algo su aroma, era bastante fuerte y concentrado, digno de un toro macho como era de esperarse pero en el fondo era algo más, recuerdos de mi sentado con mi madre en las tardes que la visitaba al asilo llegaron a mi mente. Recuerdos de cuando terminábamos un juego y ella me sonreía, recuerdos de cuando ella se iba dejándome solo en el banco disfrutando la suave brisa contra mi pelaje.
- Hueles -pensé un momento- hueles como una suave brisa en una tarde de verano, me recuerdas a esos momentos tranquilos sentado en el banco después de visitar a mi madre en el asilo
No pude resistir más e inconscientemente saque mi lengua para dar una larga lamida a toda su axila intentando capturar su aroma en mi paladar sin éxito alguno y aunque no sabia a como olía igual me gusto, bastante salado y fuerte. Me despegue de él lentamente y lleve mi hocico hasta el suyo para frotar nuestras narices con cuidado.
- ¿Así que huelo a brisa de verano? -sonrió un poco- eso es bastante especifico y eso que solo tuviste que olfatearme una vez
- Los osos tenemos muy buen olfato toro -lo mire- pero si, a eso hueles para mí y me gusta
Adam me miro, ser rió un poco y luego lamio mi nariz para otra vez darme uno de esos besos que mataban mi conciencia rápidamente. Paseo sus manos por mi espalda a medida que bajaban hasta llegar a mi pompón que se movía enérgicamente, lo tomo entre sus manos deteniéndolo y estrujándolo con suavidad.
- Ahora entiendo por qué Tomás te lo agarraba -Adam- es adictivo -lo estrujó un poco- es como un des estresante natural, mi cola no puede hacer eso
- Tranquilo Adam -agarre su cola- lo tendrás disponible siempre y cuando lo necesites para desesterarte, con respecto a tu cola -la recorrí con mis manos hasta la base- ya le encontraremos otro uso particular -le guiñe el ojo-
- Oh dios mío -abrió su hocico sorprendido- ¿Qué clase de oso retorcido eres tú? -se rió fuertemente-
- El oso retorcido del que te enamoraste idiota
Ambos reímos fuertemente mientras caminamos hasta la mesa, tomamos haciendo y comenzamos a comer la comida que dejo su padre sin dejar de hablar de nosotros.
- Mi hermana enloquecerá cuando le cuente lo que paso -lo mire- querrá que le cuente con lujos y detalles
- ¿Le contaras los detalles íntimos? -me miro pícaramente-
- Dejare que muera con la duda de lo que hacemos en la cama -sonreí- lo que pasa entre tú y yo, queda entre tu yo
Ambos nos reímos un rato por pensar en Valeria, nuevamente nos acercamos y frotamos nuestras narices con cuidado. A partir de ese día las cosas iban a cambiar para ambos, para mejor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top