EPÍLOGO
Estaba sobre aquel toro una vez más, miraba directamente a los ojos de Adam y este me devolvía la mirada con esos ojos de ternero suplicante que tanto amaba. Paso sus brazos por mis costados abrazándome por la espalda empujándome más hacia él, no resistí más y apoyé mis brazos a ambos lados de su cuerpo para apoyarme mejor y dar una suave embestida.
Mi miembro entro sin oposición en su bien lubricado ano hasta el fondo, mis testículos chocaron contra sus nalgas señal de que ya estaba dentro todo. Adam por otra parte dirigió su cola hasta mi expuesto ano y comenzó a frotarla con el mechón de pelo de la punta provocando una muy agradable sensación en mí que solo me excitaba más.
Los minutos pasaron y los bramidos del toro solo fueron en aumento al igual que mis rugidos, bajé mi cabeza para toparme con la punta de su miembro que bailaba entre nuestros pechos, lamí la punta suavemente para introducirla en mi hocico. Poco después de que nos volviéramos pareja descubrí algunas cosas interesantes de nuestra intimidad, esta era una, su miembro era lo suficientemente largo como para darle una buena atención con mi hocico mientras lo penetraba en la clásica posición del misionero, simplemente hacer estoy volvía loco al toro.
Me fui acercando poco a poco a mi orgasmo y para hacer que el toro acabara al mismo tiempo que yo succione con más fuerza el glande del toro. Eventualmente Adam libero todo su semen en mi hocico que trague gustosamente, un sabor que había aprendido a amar desde el primer día que hicimos el amor.
El orgasmo del toro no hizo más que apretar su ano alrededor en mi miembro aumentando mi placer, termine acabando en su interior como tantas veces hacia desde hace años. Es curioso que mi primera impresión de Adam en la intimidad era que él era un activo dominante clásico de su especie, mi sorpresa fue que resulto ser bastante dócil y sumiso, esa otra parte de su personalidad solo me hizo amarlo más.
Caí sobre el toro jadeando en su pecho, este solo me abrazo contra él mientras mi miembro salía lentamente de su interior. Adam froto su hocico entre mis orejas resoplando suavemente como solía hacer, muchos recuerdos llegaron a mi mente en ese momento de los años que han pasado junto a él.
Recuerdo cuando me presente en mi departamento con Adam agarrado a mi mano, Valeria había abierto la puerta y empezó a gritar como loca de felicidad diciendo que ella siempre supo que ese día llegaría. Recuerdo como Adam me invito a vivir a su casa con la excusa que era muy grande para él solo y quería que estuviera a su lado todo el tiempo, Valeria prácticamente me hizo las maletas y me las llevo hasta la casa de Adam.
Recuerdo como hace un año mi hermana dio luz a su primera cría, un pequeño osezno al que llamo Thomás, le agrego una letra muda en su nombre para que aunque se escribiera diferente se pronunciara igual que el de Tomás, el ternero que la inspiro a ser madre. Recuerdo a Adam cargarlo, lo miro con cierta ternura mientras le saludaba, el pequeño osezno solo sonrió recordando la propia inocencia de su fallecida cría, sus lágrimas no pudieron contenerse, al final él y yo terminamos siendo los padrinos en su bautizo.
Después de un tiempo retome mi trabajo en el hospital, al poco de reingresar y reanudar mi trabajo fui ascendido por decirle de alguna manera, me volvieron miembro del comité de trasplantes de órganos para evitar que un caso como el de Tomás no se volviera a repetir, acepte gustosamente. Adam por su parte se enfocó más en hacer crecer su pequeño taller, junto a su padre abrió otra sucursal en su ciudad natal, y aunque apenas lleva año y medio en funcionamiento ya se vio en la obligación de construir pisos adicionales por la demanda de trabajo.
En estos momentos me encuentro de vacaciones, Adam por su parte ya que es el jefe de su propio trabajo puede ausentarse cada vez que quiere dejando encargado a alguien para escaparse a verme, o simplemente dormir hasta tarde como lo hace en este momento. El sexo matutino era una costumbre muy respetada por nosotros que nunca podía faltar, aunque algunas noches no hiciéramos nada salvo dormir abrazados en la mañana hacíamos lo que la noche anterior no habíamos hecho.
Me separe del toro como pude, bese su nariz y me levante con bastante pereza a un lado de la cama para estirarme.
- Iré a hacer algo de desayuno cariño -lo mire- ¿Qué te gustaría?
- Pues -me sonrió- ¿A ti?
- Idiota -reí un poco- ya eso te lo comiste -le miré pícaramente- enserió ¿Qué quieres para hoy?
- ¿Qué tal unos panqueques de chocolate? -se relamió el hocico- te quedan estupendas
- Dame treinta minutos
Empecé a caminar fuera de la habitación desnudo, no me molestaba ya que en la casa no había nadie y Adam disfrutaba la vista, pero una fingida tos me hizo girar en dirección al toro.
- Ejem -fingió toser- ¿Se te olvida algo?
- ¿Que cosa? -lo mire confundido-
- Es viernes -señaló el armario- sabes lo que significa
- Oh por favor -puse cara de disgusto-
- Apostamos, perdiste -sonrió- debes hacerlo cada viernes por un año
En ese momento en mi mente tiraba a Valeria de un edificio mil veces por mostrarle la foto mía usando el suspensorio que me regalo a Adam, cuando la vio babeo todo el teléfono y a la semana siguiente se apareció con una caja de suspensorios en la casa. Obviamente me negué rotundamente a usarlo y llegamos a un acuerdo, una simple apuesta en un partido de deporte en la televisión, perdí.
- Ni modo -suspire- además -lo mire- te hace feliz
Fui al armario y lo abrí, busque en una gaveta un suspensorio negro, me lo coloque y di unas vueltas enseñándoselo al toro, cuando lo mire al rostro descubrí que tenía el hocico abierto con una generosa cantidad de baba saliendo de el.
- ¿Feliz? -le sonreí-
Tuve que salir corriendo de la habitación antes de que Adam me atrapara y llevarme a la cama otra vez, por alguna extraña razón siempre pasaba cada vez que usaba uno, supongo que era una especie de fetiche oculto del toro. Paso un buen rato, hice el desayuno y nos acostamos en el sofá a comerlo mientras veíamos las noticias matutinas, al termina de comer depositamos nuestros platos en la mesa, vi el rostro de Adam, se veía demasiado serió para mi gusto.
- ¿Pasa algo cariño? -pregunte-
- Mañana -me miro- se cumplen dos años desde lo de Tomás
- Ah, si -baje las orejas- lose
- ¿Sabes? -se levantó- creo que es hora de limpiar su habitación, ya ha pasado mucho tiempo -me volvió a mirar- conservarlo como un museo no hará que vuelva, y creo que sería mejor tomar sus cosas y donarlas a quienes las necesiten de verdad
No podía estar más de acuerdo con la idea de Adam, me levante y lo abrase fuertemente.
- ¿Te ayudo? -susurre-
- No podría hacerlo sin ti cariño -me abrazo-
Nos vestimos y nos dirigimos al cuarto de Tom, apenas lo abrimos nos sorprendimos por la cantidad de polvo que cubría la habitación, nos adentramos con cuidado para dar un rápido vistazo, todo seguía exactamente igual a como dos años atrás. Empezaron a pasar las horas, habíamos colocado ya la mayoría de los juguetes y ropa en cajas de donación, su cuarto poco a poco comenzó a quedar vacío, en mi mente me preguntaba qué pasaría con esa habitación, si simplemente la dejaríamos vacía o Adam pensaba hacer algo especial con ella.
El celular de Adam sonó interrumpiendo nuestra tarea, me aviso que bajaría al taller a resolver un problema y subiría, me dejo solo para terminar lo que faltaba. Me acerque a la pequeña mesa del centro y vi el viejo cuaderno de Tomás lo tome con cuidado y lo abrí, no pude evitar sonreír pues no entendía nada de aquellos números.
- Me pregunto que querrán decir -suspire-
Fui a la primera página viendo donde comenzaba todo, los números iban de a dos siempre, separados por un punto, y separados a su vez de otro par por un corto espacio, sin embargo algo llamo mi atención. Ninguno de los dos números superaba el número cinco salvo en números especialmente solos en algún punto de ese extenso código. Extrañado revisé las otras páginas y descubrí que el patrón era el mismo en todas.
- Que extraño -pensé-
En ese momento levante la vista topándome con unos abecedarios pegados en la pared, había algo extraño en ellos, aunque de colores y formas diferente su disposición era siempre la misma, cinco filas y cinco columnas. Me pregunté por qué solo había abecedarios con esa característica y recordé entonces un comentario de Adam hace año y medio cuando estábamos en un centro comercial que pasamos por una librería.
Adam había señálalo un abecedario en una vitrina y dijo que seguro ese le hubiese gustado a Tomás, de todos los abecedarios siempre elegía los que tenían cinco filas y cinco columnas.
- Espera -mire fijamente la pared- eso es
Tome un marcador del escritorio y fui directamente a uno de los abecedarios, identifique las filas y columnas con un número del uno al cinco.
- Es una matriz de cinco por cinco
Mire de nuevo el cuaderno, el primer par de números, si el primer número correspondía a una fila entonces el segundo era una columna, su cruce me daría una letra de ese abecedario.
- No puede ser tan simple -negué con la cabeza- simplemente no
Tome una hoja de papel en blanco y comencé a buscar las letras que correspondía a la primera línea de números de la primera hoja, una oración se formó y con voz temblorosa comencé a leer.
- Al fin encontré una forma de escribir -leí-
Una extraña sensación en mi pecho se formó y un nudo en mi garganta me quito el aliento, mis manos comenzaron a temblar mientras lo veía detenidamente
- Hasta una vaca feral puede entenderlo -susurre-
Recordé como hace dos años el mismo día que Tom sufrió el ataque un extraño dragón negro se apareció ante nosotros diciéndome esas palabras, tenía razón, era tan simple que hasta una vaca feral podía traducirlo. Cerré el cuaderno y corrí a la salida de la casa pensando en cómo traducir todo el cuaderno, si lo hacía a mano me llevaría semanas o meses, eran demasiadas páginas con muchos números, rápidamente una idea simple llego a mi mente, Samuel.
Baje rápidamente por las escaleras y me acerque a la oficina de Adam, entre lo más calmado que pude y le avise que tenía que resolverle un problema a Valeria en el departamento, este entendió y me dijo que me esperaría para continuar con la habitación de Tomás. Salí como un cohete a la camioneta estacionada afuera y tomé camino a mi antiguo departamento. Llegue, me estacione y subí, abrí con mis viejas llaves y al entrar a la sala vi a Samuel sentado comiendo.
- ¡Samuel! -grite acercándome a el- ¡Deja todo lo que estés haciendo ahora, necesito que me diseñes un programa urgente!
- ¿Pero qué? -me miro confundido- ¿Qué mosca te pico?
- Escucha atentamente Samuel -le mostré el cuaderno- necesito que hagas una aplicación similar a las que reconocen los textos en imágenes, pero en este caso que identifiquen pares de números y los asocie con letras en una matriz cinco por cinco
- Okey -asintió lentamente- le avisare a Valeria busque a Thomas ella a la guardería
Fuimos hasta el estudio donde se encontraba su laptop, afortunadamente el oso contaba con un programa que podía servir de base para lo que necesitara y al cabo de una hora había completado el primer beta listo para la primera prueba. Escaneamos la primera hoja agradeciendo la escritura impecable del pequeño ternero, lo cargo al programa y en menos de un segundo este género una hoja con un texto en ella.
"Semana número uno.
Al fin encontré una forma de escribir sin que mi cuerpo se diera cuenta, los números como siempre fueron la solución, cada vez que intentaba decir, dibujar, o escribir una simple letra mi cuerpo no respondía como quería, pero con números si me hace caso, a partir de ahora registrare todo lo importante en este cuaderno que tome de la oficina de mi papá."
Mi cara estaba atónita por el pequeño párrafo mostrado en pantalla, no lo podía creer, Tomás si se comunicaba pero nadie nunca noto el simple código de su cuaderno, otra vez una fuerte presión en mi pecho se apodero de mi ante la importancia de este hallazgo para Adam. Gire a ver hacia el rostro de Samuel que me veía igual de atónito.
- ¿Al--- Albert? -Samuel tartamudeo- ¿Q--- Qué es esto?
- Son las memorias de Tomás
Abrí la puerta de la casa de Adam y la cerré con prisa, busque rápidamente con la vista al toro pero no lo conseguí, fui hasta nuestra habitación pero tampoco estaba, salí y entre a la de Tomás donde si lo encontré sentado en la vieja cama de Tom viendo las cajas llenas de sus cosas.
- Albert -Adam- ¿Qué sucede?, te vez tenso
- Adam -me acerque a él rápidamente- tienes que leer esto, debemos leer esto
Le extendí un pequeño grupo de hojas grapadas, previamente traduje con Samuel todas las páginas sin leerlas y las imprimí para presentárselas a Adam, este las tomo algo confundido y me miro.
- ¿Qué es esto? -me miró sin entender-
- El cuaderno de tu hijo -respondí- encontré la clave, lo traduje, son sus memorias Adam
Adam abrió el hocico sin decir una palabra, me sentí a su lado y pasé a la primera y única hoja que había leído con Samuel. Adam la leyó detenidamente y me miro con una expresión de profundo asombro.
- ¿Cómo? –susurro ahogado-
- El dragón Adam, él tenía razón, era muy simple, tan simple que nadie lo vio -pase a la segunda hoja- pero ahora lo que debemos hacer es leer
"Semana número dos.
Mi papá me compro una computadora, estoy muy emocionado por usarla, me puso algunos juegos que me gustaron mucho, me entretuve por horas. Buscando por internet encontré unos programas de números muy interesantes, bajé uno para probar si podía dibujar algo usando números, hice un primer intento, no me quedo muy bien, decidí hacer otro mejor para mi papa y cuando le di al botón de dibujar la computadora se apagó, mi papá llego corriendo a abrazarme cuando me escucho llorando, lo siento mucho papá, rompí tu regalo."
"Semana número cuatro.
Después de romper dos veces más la computadora mi padre se aseguró que la última fuera mejor y funciono. Pude hacer mi primer dibujo y parece que a mi papá le gusto tanto que fue a mostrárselo a muchas personas, a un viejo venado en una escuela pareció gustarle tantos que le pidió que cada vez que hiciera uno se lo lleváramos."
"Semana número catorce.
Pase por el cuarto de mi papá anoche, lo vi en la cama sentado llorando, creo que esta triste y no me gusta verlo triste, me acerque a él abrazándolo para intentar hacerlo sentir mejor, no sé si fue algo que hice o le paso algo malo, cuando puse mi oreja en su pecho y escuche su corazón lo supe, se sentía solo, y yo no era la compañía que necesitaba en ese momento, ojala pudiera decirle cuanto lo quiero para al menos intentar calmarlo."
"Semana numero setenta y cinco.
El abuelo vino de visita sin avisar otra vez, papá estaba peleando con él y me tuve que meter en medio para que dejaran de pelear, el abuelo me dio una barra de cereal, adoro esas barras de cereal, para la próxima intentare pedirle dos. A veces escucho al abuelo ofrecerle su ayuda a mi papá para cuidarme o atender el taller pero mi papá no acepta, está muy molesto con él por una razón que no entiendo."
"Semana numero ciento treinta y dos.
Anoche tuve un sueño bastante extraño que me gustaría contarle a papá, un gran dragón negro me visitó en mi habitación, me dijo que no podía venir en estos momentos a verme, estaba vigilando un asunto, algo sobre un león y un dragón en un sitio bastante lejos y que apenas terminara vendría a verme. Dijo también que quería que mi padre tuviera un final feliz junto a alguien especial igual que yo, para que esto ocurriera necesitaría mi ayuda, que a partir del día de hoy todo sería importante, me dijo también que estuviera atento entre la multitud, la clave seria que si veía algo que me gustara que no dudara en tomarlo."
"Semana número ciento treinta y tres.
La semana pasada conocí un gran oso polar en un evento al que mi papá me llevo, no pude evitar agarrarlo por su pequeña cola, me gustó mucho, mi papá se molestó pero supe al instante que quizás era ese oso el que podía hacer sentir bien de nuevo a mi papá. A los días volvimos a encontrarnos con el mismo oso en el hospital, su nombre era Albert, me sentía muy bien con él y mi papá parecía notarlo. Tome su billetera sin pedir permiso, la esconderé para luego hacer que mi papá se la lleve y se vuelvan a ver, luego buscare la forma de pedirle disculpas al oso"
"Semana número ciento treinta y cuatro.
Mi plan de que se volviera a ver funciono muy bien, tan bien que pasamos la noche en su casa, mi papá no me dejo dormir, se mueve mucho y es muy grande, me levante y me fui al cuarto del oso donde me acosté con él. Al despertar no pude evitar tomarlo pos sus orejas, son tan esponjosas como la de su hermana, ella también me cae muy bien."
"Semana número ciento treinta y cinco.
Esta semana fuimos a la playa, no recuerdo la última vez que fuimos a la playa, me la pase muy bien jugando en la arena y aunque el mar me asustaba los osos me ayudaron a entrar, no recuerdo haberme divertido tanto en el agua en mi vida, espero volver pronto algún día con todos ellos."
"Semana numero ciento treinta y nueve.
Hace unos días falleció la mamá de Albert, me sentí muy triste por ella, me agradaba mucho, hace apenas unos días había jugado un juego de ajedrez con ella donde vivía, jugaba muy bien y sin errores, terminamos empatados, me emocioné mucho pues nunca había empatado con alguien. Me intrigo una extraña dragona a su lado hablando con ella, creo que le decía cosas sobre su hijo, no quise entrometerme pues parecía importante."
"Semana numero ciento cuarenta y uno.
Tuve un sueño bastante bonito, en el Albert y mi papá me sostenían por los brazos levantándome en el aire, me divertía mucho y me sentía muy feliz pues éramos una familia, guarde ese recuerdo en mi mente y decidí hacerlo dibujo, sería un poco complicado pero con algo de tiempo lo lograría, no eh comenzado a hacerla y ya quiero mostrársela a todos."
"Semana numero ciento cuarenta y tres.
Fuimos al centro comercial, Valeria le dijo a mi papá para ver una película para mí, me alegre mucho pero mi papá y Albert no nos acompañaron, luego Valeria me dijo que en realidad quería dejarlos solos para que se conocieran mejor, me confeso que su hermano quería mucho a mi papá pero le daba miedo decírselo. Me alegro mucho saber que Valeria de alguna forma me ayudaba a hacer que mi padre fuera feliz con su hermano."
"Semana numero ciento cuarenta y cinco.
Algo malo me paso, no estoy seguro que, sentí mucho sueño de repente y me quedé dormido, al despertar estaba en un cuarto blanco rodeado por mi papá, Albert, Valeria, Samuel y mi abuelo estaban allí intentando calmarme, se veían preocupados por mí.
Recordé todo lo que paso el día antes de quedarme dormido, fuimos a un evento en el parque y allí me encontré con ese dragón con el que había soñado, me pidió mi cuaderno y se lo di, el pareció poder leerlo, me dijo que había hecho todo muy bien, había un pequeño retraso pero lo corregiría. También me dijo que mi tiempo en este mundo se había agotado, que no le gustaba la idea pero así debían ser las cosas, me asuste un poco pero me dijo que no me preocupara, él personalmente había hecho arreglos con su hermana para que ni lo notara.
Además de eso me dijo que cuando llegara el momento antes de ir a mi destino final haría una parada en un sitio especial y exclusivo, algo sobre una Biblioteca. Albert llego corriendo de repente en ese momento, se veía preocupado por mi como de costumbre, cuando vio al dragón se quedó paralizado, él me devolvió mi cuaderno y le dijo unas cosas a Albert antes de irse.
Han pasado unos días desde entonces, me hacen exámenes a todas horas, no me gustan pero que Albert este allí me tranquiliza, mi papá, Valeria, Samuel y mi abuelo me vigilan desde afuera, han venido muchos conocidos a visitarme y traerme regalos, tantos que apenas pueden caminar por el piso, me siento feliz de tener tantos amigos que se preocupen por mí. Recordé entonces el día del evento otra vez, ese momento en que ambos me tomaron de las manos y me levantaron en el aire, mi sueño se había hecho realidad, éramos una familia.
En este momento me encuentro escribiendo estas últimas líneas, desde hace una hora siento algo extraño en mi pecho y poco a poco me eh sentido con sueño, creo que mi hora se acerca, me quedare dormido pero no creo que vuelva a despertar, al menos no aquí. Vi a Albert un momento fijamente como nunca antes había podido sin dificultad alguna, luego vi a mi papá afuera hablando con Valeria, le daré mi cuaderno a Albert para que lo cuide, sé que él algún día lo podrá leer y compartir con mi padre.
Albert, te quiero decir gracias por haber entrado en nuestras vidas, desde que llegaste nunca había visto tan feliz a mi papá, sé que al final ustedes dos terminaran juntos aunque ya yo no este, los estaré vigilando desde el cielo para asegurarme que así sea, aunque en este momento no lo seas te considero como otro padre, los amo, los amo mucho.
Pero sobre todo amo mucho a mi papá, tuve mucha suerte de haberlo tenido como padre.
Les desearía suerte a ambos, pero no la necesitan ya, todo porque se tienen el uno al otro.
Con cariño, Tomás."
Mi mente estaba en shock al termina de leer la última línea de esa última página, eran las mismas líneas que me había dicho mi madre y el dragón, pero ahora era para ambos. Las lágrimas habían tomado todo mi rostro sin darme cuenta, todo lo que había ocurrido para llegar a este punto fue a causa de Tomás y su interés de que su padre fuera feliz con alguien especial, en este caso conmigo, Tomás me eligió para ser la pareja de su padre de cierto modo.
Gire lentamente mi rostro para ver a Adam quien aún no despegaba la vista de aquella página, su hocico estaba abierto e igual que yo las lágrimas corrían sin parar por sus mejillas. Al cabo de un minuto el toro giro lentamente su rostro hasta mí para verme a los ojos aun con el hocico abierto.
- Él te amaba -susurre- te amaba mucho Adam
- Nos amaba Albert -aclaro- a ambos -una pequeña sonrisa se formó en su hocico- a todos, y sin ti nunca hubiésemos sabido esto
No pude evitar sonreírle al toro, nos miramos fijamente antes de terminar en un abrazo, él empezó a frotar su mejilla contra la mía y le respondí de igual forma mientras ambos sollozábamos aun por lo que acabamos de leer.
- Aun después de haberse ido hace dos años -susurró- es como si siguiera aquí haciendo de las suyas para mantenernos juntos
- Él está aquí Adam -lo abrase con más fuerza- en nuestros recuerdos -me separe de el para verlo fijamente- y en nuestro corazón por siempre
Fin
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