CORAZÓN
Los días continuaron pasando con normalidad, afortunadamente no recibí ninguna llamada o mensaje de Nathan intentando contactarme, supuse que mi mensaje de terminar con él había sido captado por el equino ese día, cerrando así por fin ese capítulo de mi vida. El viernes en la tarde mi jefe Nelson me hizo una visita en el consultorio, me extendió una invitación que yo bien conocía, era otra invitación de un evento para niños especiales, el mismo parque, el mismo día, la misma hora, ni siquiera tuve que esperar a que el zorro me preguntara si quería ir.
Extendí la invitación a Adam que con gusto aceptó, mi hermana Valeria se auto invito sin yo preguntarle, las razones parecían más que obvias, nuevamente quería ayudarme a relacionarme más con el toro. Fui temprano para reunirme con Gina, hablamos unas cosas puntuales y cada quien tomo su camino, mi plan no era muy diferente al de la última vez, dar vueltas por el lugar para vigilar en caso de cualquier eventualidad, solo que en este caso mi ruta seria la misma que la de los toros y mi hermana.
La tarde transcurría con total tranquilidad, en muy pocas ocasiones fue requerida mi ayuda para atender alguna leve lesión de alguna cría, Tomás por otra parte parecía divertirse a su modo como siempre, un poco de timidez con los extraños pero mucha risa cuando nosotros nos involucrábamos. Mientras caminábamos Tomás tomo mi mano y con su otra mano libre tomo la de Adam, en ese momento parece que los tres tuvimos la misma idea.
Alzamos al pequeño haciéndolo reír un montón, mi hermana aprovecho el momento en que nosotros jugábamos con el pequeño ternero para tomar una rápida foto de recuerdo. Al rato Valeria se separó de nosotros a buscar algo que comer, para entonces Adam y yo veíamos como Tomás paseaba en una pequeña montaña rusa con forma de oruga junto a otras crías especiales.
- Parece que lo está disfrutando -salude a Tom desde afuera-
El pequeño ternero al verme se echó a reír y me saludo igualmente, gire a ver a Adam que para mi sorpresa me estaba viendo.
- Y pensar que aquí fue donde nos conocimos -sonrió- todo porque Tomás te agarro por el pompón
- Y aun lo sigue haciendo -gire un poco mostrando mi pompón- mira, creo que ya me lo está desgastando -lo agite un poco-
El toro solo soltó una suave risa de esas que me encantaban, definitivamente no era como el principio, a medida que lo fui conociendo sé que algo en Adam cambio para bien, ya no solo sonreía para su cría, sino también para los demás.
- Es extraño ¿Sabes? -pensó un poco- él nunca hizo eso, ni siquiera con mi cola, y eso que soy su padre, quien más cosas le tolera
- Quien sabe -mire a otro lado- cada quien tiene sus gustos y rarezas, así como Tomás parece disfrutar jalándonos las orejas y pompones a mí y a Valeria -reí un poco- pero no nos molesta, mientras le haga reír se puede quedar con ella, creo que te lo dije hace tiempo toro
- Ese ternero -rió un poco- ¿Tomás?
Gire a ver el juego, se había detenido y los padres recogían a sus respectivas crías, busque con la vista a Tomás y no lo vi en ninguna parte. Sin esperar un segundo Adam y yo nos pusimos a buscar por los alrededores del juego. Viendo que paso un minuto completo sin resultado le indique al toro que buscara un supervisor para que avisara por radio a los policías que custodiaban el evento, al ser una reunión de crías especiales era una tentación para cualquier individuo con malas intenciones
Mientras el toro se apartaba de mi vista yo intensifique la búsqueda del pequeño ternero, en mi mente cuestionaba como era posible que Tomás se nos hubiese pasado desapercibido a su padre y a mí en aquel momento. Sin darme cuenta había llegado al borde del lugar del evento que estaba delimitado por unos postes con cinta, tire la vista más allá por casualidad y lo divise como a trescientos metros parado en el césped, pero me entro el pánico cuando lo vi junto a una gran figura negra que no podía enfocar muy bien.
Salte los postes rápidamente y corrí en su dirección con el miedo estrujando mi corazón de lo que aquel individuo pudiera estarle haciendo al pequeño ternero autista. Al alcanzarlo sin pensarlo dos veces me atravesé entre ambos para poner distancia y cuando al fin pude ver aquella figura mi cuerpo quedó paralizado, un dragón.
- Tranquilo -dijo- solo ya hemos terminado
Era enorme, más grande que Adam, una piel más negra que la noche y que se tragaba la luz del sol, algunos cuernos salían a los costados de su cabeza de manera imponente, vestía con un traje formal e impecable de color grisáceo.
- Ten -estiro su mano-
- Mmm -Tomás-
El dragón estiro su mano con algo en ella, pero no hacia mí, sino hacia Tomás, apenas pude mover mi rostro hacia esta solo para descubrir que era su cuaderno de números que el pequeño ternero tomó sin dudar. Volví a mirar al dragón, intenté decir algo pero no pude, ese rostro inexpresivo me tenía cautivado entre un sentimiento de respeto y miedo que mi mente no podía procesar.
- Hasta una vaca feral puede entenderlo -me miró fijamente-
El dragón llevo su mano dentro de su saco para sacar una pequeña cadena plateada que acto seguido jalo con cuidado, un reloj salió desprendido de su saco paro tomarlo con la otra mano y abrirlo. Entonces me miro a mí con esos ojos que me tenían paralizado y luego volteo su vista al pequeño ternero.
- Están un poco atrasados -me volvió a ver- los pondré al día
Llevo su mano al reloj y con su dedo pareció darle a una de las ruedas a un costado del reloj para mover sus manecillas, escuche un leve ruido que fue acelerándose hasta que con un pequeño clic se detuvo en seco, luego lo guardo nuevamente en el bolsillo.
- Listo -me miro de nuevo- te desearía buena suerte, pero no la necesitas ya, adiós
Las alas de aquel dragón comenzaron a estirarse lentamente revelando su forma y cantidad que habían permanecidas escondidas hasta ahora. Eran tres pares de alas perfectamente simétricas, el par superior e inferior eran del mismo tamaño mientras que el par central eran un poco más grandes que las otras.
El dragón dio un suave aleteo golpeándome con el aire haciendo que diera un paso hacia atrás, con un segundo aleteo se separó del suelo quedando suspendido en el aire por un momento. El tercer y último aleteo fue un poderoso impulso que hizo al dragón despegar a una velocidad impresionante, lo perdí de vista casi instantáneamente.
Los segundos pasaron y mi mente no lograba digerir lo que acaba de pasar en aquel momento, verse con un dragón era algo casi imposible para individuos ordinarios de la ciudad, son criaturas más allá de la alta sociedad temidas y respetadas por su gran influencia en el mundo. Sentí algo agarrar mi mano y gire mi vista rápidamente para descubrir al pequeño ternero del que me había olvidado, me gire rápidamente quedando frente a él y me agache para quedar a su altura.
- ¿Estás bien? -comencé a revisarlo- ¿Te hizo algo? -acaricié su rostro-
- Mmm -Tomás negó levemente-
- Tomás -susurré aliviado-
Abrace suavemente al pequeño ternero que igualmente me devolvió el abrazo, lo cargue con cuidado y empecé mi caminada de regreso al evento. Una vez allí fui recibido por Adam y Valeria, acompañados por varios oficiales, les expliqué que lo había encontrado afuera de los limites pero omitiendo lo del dragón, de contarlo lo más seguro es que me tildarían de loco los oficiales.
Ya faltaba poco para que el evento del parque terminara, Adam se retiró con Tomás y Valeria a nuestra casa mientras yo me quedaba el tiempo necesario hasta que todo hubiese acabado. Sin embargo no podía olvidar ese dragón, fue una situación muy extraña, sobre todo las últimas palabras que me dijo.
Entre en el departamento siendo recibido por el cálido abrazo de Tomás al que alce para jugar con él unos segundos, Adam, Valeria y Samuel me esperaban con la cena ya servida dispuesta para comer. Durante la cena les conté la verdad de lo que había ocurrido, como encontré a Tomás y quedé petrificado ante aquel imponente dragón negro que me hizo sentir como una especie de presa indefensa.
Al principio no me creyeron mucho pero a medida que fui dando detalles cayeron en cuenta de lo que decía era verdad y entendieron mi razón para no decírselo a la policía. Ya eran las siete de la noche, me dispuse a bajar con Adam y Tomás en el ascensor para acompañarlos hasta el estacionamiento, miré a Tom que estaba distraído con uno de esos cubos de colores pero más grandes y complejos.
El ascensor se abrió y deje salir primero a los toros que se adelantaron, Tomás se adelantó aún más hipnotizado con el cubo mientras hablaba con Adam sobre el día que pasamos.
- Aun me cuesta creer eso que nos contraste ¿Sabes? -Adam me miró- lo más extraño es que nadie más lo vio, solo tú y Tomás
- Extraño se queda corto Adam -lo miré de reojo- era único, tenía algo especial, no era un dragon corriente, era casi como una -pensé un momento- como una especie de entidad, no sé qué palabra encaja mejor, aun se me eriza el pelaje de solo recordarlo
- ¿Entidad? -me miro confundido- aunque los dragones ciertamente son especiales no creo que sean para tanto
- Yo también pensaba lo mismo -miré a Tom adelante jugar- pero no lo sentí como alguien normal, supongo que no lo entenderás hasta que lo experimentes, además -lo volví a mirar- eso no fue lo más extraño
- ¿Hubo algo aún más extraño? -preguntó-
- Si -asentí- él dijo algo que en ese momento no procese bien ¿Recuerdas cuando coincidimos ese día en el asilo?, en el que Tom y mi madre jugaban ajedrez, un día antes de ella fallecer
- Si, lo recuerdo -asintió- ¿Pero que tiene que ver?
- Cuando ustedes se adelantaron, mi madre me tomo del hombro, y me dijo unas palabras que solo ella podía decirme, fue como si por un instante mi verdadera madre hubiese vuelto, dentro de esas palabras me dijo una frase en especial, ella dijo que me desearía buena suerte, pero que no la necesitaba ya -mire a Adam fijamente- luego de eso ella volvió a su estado habitual, no me reconocía nuevamente, entonces descarte aquello como alguna alucinación mía, al siguiente día Beatriz falleció como sabrás -baje la mirada pensativo- ese dragón me dijo exactamente las mismas palabras poco antes de irse, es demasiada casualidad.
Seguimos caminando por el estacionamiento hablando sobre lo sucedido, faltaba poco para llegar hasta la camioneta del toro. Gire a ver a Adam por un instante y note algo extraño en su rostro, una extraña expresión de duda que nunca antes había visto.
- Oye oso -Adam suspiró- quería aprovechar el momento para preguntarte algo importante
- ¿Algo importante? -lo mire con duda- ¿Qué cosa es?
- Si -miro a un lado- te quería preguntar si tu---
Antes de que el toro pudiera culminar su pregunta un extraño sonido llamo nuestra atención, giramos hacia su fuente y vimos el cubo de Tom en el piso roto. Mis ojos se abrieron al ver al pequeño ternero tendido en el suelo de costado con las manos en el pecho sin moverse en lo absoluto. Corrimos hacia el tirándonos en el piso para ver qué fue lo que le paso, Tom no reaccionaba ante los estímulos de su padre, le indique que lo pusiera en el piso y tome sus constantes vitales, no tenía pulso.
- ¡Llama una ambulancia ya! -le grite-
Adam me miro asustado por mi grito, pero reacciono al segundo sacando su celular para marcar el número de emergencias. Mientras el hacía eso acosté a Tome el piso y comencé el procedimiento reanimación cardiopulmonar, debía mantener sus pulmones oxigenados y el flujo sanguíneo si quería mantenerlo con vida hasta que llegara la ambulancia. Al cabo de un minuto volví a revisar sus constantes vitales y conseguí un débil pulso al menos.
- La ambulancia tardara mucho en llegar, debemos llevarlo ya al hospital -tome a Tom con cuidado- conduce
Adam no vacilo y corrió hasta la camioneta, me abrió la puerta trasera y me metí con mucho cuidado de mantener a Tom en la misma posición. El toro se subió en el puesto del chofer y encendió la camioneta, en menos de diez segundos ya estábamos saliendo del estacionamiento a toda velocidad rumbo al hospital. Seguí vigilando los signos de Tomás que aunque débiles parecían mantenerse constante, lleve mi oreja a su hocico para confirmar su débil respiración, aun estábamos a tiempo.
Llegamos a la zona de emergencia del hospital en menos de cinco minutos, apenas pude notar que era justamente el hospital donde trabajo, mejor para mí, abrí la puerta del vehículo apenas se detuvo y salí con Tom en mis brazos, escuché a Adam gritar por ayuda mientras se bajaba. Unos paramédicos llegaron con una camilla y apenas me vieron me reconocieron.
Corrimos con la camilla hacia el interior del hospital, podía sentir a Adam pisándome los pies.
- Sufrió un paro cardiaco -los mire- su corazón está débil, preparen quirófano para intervención, debemos estabilizarlo ¿Quién es el médico de guardia?
- Jonas y Ruth, Jonas atiende una fractura en el quirófano uno y Ruth una quemadura en el quirófano dos -respondió una panda-
- Adelántate al quirófano tres y avisa que ingresa un ternero de diez años por paro cardiaco, preparen marcapasos de emergencia, posible intubación, bypass en espera
La pequeña panda salió corriendo adelantándose, miré de reojo a Adam cuya expresión solo se había llenado de horror después de lo que dije, atravesé la puerta del quirófano junto al camillero mientras escuchaba como unos enfermeros cortaban el paso del toro contra su voluntad. Escuche los gritos de angustia del toro clamando por su cría, mi corazón se estrujo por un momento, por más que deseara tomar unos segundos para calmarlo no podía, Tom me necesitaba más que nunca.
Han pasado dos horas, no pude estabilizar a Tom sin recurrir a cirugía, por lo tanto termine instalando un pequeño marcapaso en su corazón para ayudar a mantener el ritmo cardiaco. Después de suturar la pequeña incisión que hice con mucho cuidado volví a ver la pantalla que reflejaban sus constantes vitales.
El ritmo se normalizo por fin pero aún quedaba cosas que hacer, envié a Tomás a una unidad de cuidados intensivos en el piso dos, un piso frio sellado herméticamente para evitar que los pacientes contraigan infecciones del exterior. Cuenta con el mejor equipo y personal, hay enfermeros y doctores las veinticuatro horas del día, si algo llegase a pasar ese sería el mejor lugar para intentar hacer algo.
Revisé una última vez al pequeño ternero que dormía plácidamente en la cama, vi sus signos vitales que parecían estar estables, le di unas indicaciones a los enfermeros del turno antes de retirarme de su habitación. Al salir por la puerta que da a la sala de espera pude notar que Adam, Valeria y Samuel estaban sentados allí, el toro apenas me vio se levantó como un rayo y corrió hasta mí.
- ¿Cómo esta Tom? -preguntó el toro asustado-
- Tranquilo -puse mi mano en su hombro- está estable por ahora, está en la unidad de cuidados intensivos bajo observación por las siguientes doce horas
- ¿Qué fue lo que le paso? -Valeria intervino-
- Sufrió un paro cardiaco -explique- su corazón por alguna razón tenía un pulso débil e irregular, instale un marcapaso para corregir y ayudarlo, afortunadamente no tuvimos que entubar, hubiese sido más tensión para su cuerpo
- ¿Cómo es eso posible? -Adam- ¡Es solo una cría de diez años!
- Es lo que intento averiguar, ya programé a Tomás con el cardiólogo para que descubra que es lo que le paso -lo mire de reojo- no me despegare de él hasta que sepa que le ocurre
- Confió en ti Albert -Adam me miró fijamente-
Pude apreciar por primera vez los ojos rojos de Adam, evidencia de que había estado llorando todo este tiempo por su hijo, verlo así me dolía bastante. Le indiqué a Valeria que ayudara a Adam con el papeleo del seguro para el formalizar el ingreso de Tomás al hospital, Samuel se ofreció a ir a casa por algunas cosas para pasar la noche en el hospital mientras que yo volví a la sala de cuidados intensivos para hacerle seguimiento al ternero.
Han pasado ya alrededor de ocho horas desde que ingrese a Tomás a cuidados intensivos, aún sigue dormido por los sedantes que le suministre, temo que si despierta estando en esa situación se altere y cause estragos a su ya débil corazón. El cardiólogo, un murciélago de unos sesenta años se presentó en la habitación de Tomás para realizar algunas pruebas al pequeño ternero, personalmente me ofrecí a ayudarlo en su evaluación.
Pasaron tres horas de rigurosos exámenes al pequeño toro, cada examen que hacia el murciélago era inspeccionado por mí, aunque no era tan especialista como mi colega podía ver claramente a donde apuntaban los resultados con cierto temor. Una vez finalizadas todas las pruebas mi colega y yo salimos a la sala de espera para hablar con Adam mientras trasladaban a Tom a su nueva habitación en otro piso.
- Mucho gusto -saludo el murciélago- soy el doctor Santos, el cardiólogo que atiende a Tomás -miro al Toro- usted debe ser su padre ¿No?
- Si, así es -saludo al doctor- dígame doctor ¿Qué le pasa a Tomas?
- Bueno -suspiro- aun me falta hacer algunos estudios pero todo indica que tiene una malformación congenia en su corazón, Estenosis Aórtica para ser más precisos
- ¿Estenosis Aortica? -Adam me miro con duda- ¿Qué es eso?
- Cuando la sangre sale del corazón - comencé a explicar- fluye a través de la válvula aórtica hacia la aorta, en la Estenosis Aórtica, la válvula aórtica no se abre completamente, lo cual disminuye el flujo de sangre desde el corazón.
- ¿Qué? -me miró fijamente-
- El corazón tiene que esforzarse más para bombear sangre a través de la válvula -continúe- para hacer este trabajo extra, los músculos de las paredes del ventrículo se vuelven más gruesos y allí el problema, sus músculos no son lo suficientemente fuerte, su corazón no puede compensar la falta de sangre, se aceleró tanto que entro en paro cardiaco
- ¿Se puede arreglar? -Adam miro al murciélago-
- Si se hubiese diagnosticado cuando era un recién nacido se pudo haber intervenido, el problema es que es muy difícil de diagnosticar con exámenes rutinarios, los síntomas son casi invisibles, en este punto y habiendo sufrido un paro cardiaco -me miró Santos-
- La única alternativa es un trasplante de corazón -completé- ya lo puse en la lista de espera para trasplante
- É--- Él -el toro me miro casi llorando- es solo un ternero
Adam comenzó a soltar algunas lágrimas, no pude resistir y me acerque a él para darle un abrazo, este solo me respondió con un fuerte abrazo empezando a llorar suavemente en mi hombro. Allí entendí que no importa lo fuerte y alegre que se viera por fuera, por dentro era un padre angustiado por su única cría.
Han pasado ya tres días desde que Tomás fue subido a piso, allí las paredes de las habitaciones están hechas de vidrió templado para mejor visibilidad del personal en todo el piso, contaban con persianas automáticas en caso de requerir privacidad. José, el padre de Adam llego al día siguiente del suceso para acompañar a su hijo, Valeria y Samuel igualmente apoyaban en todo lo que podían.
Por mi parte básicamente dormía en el hospital, de vez en cuando usando mi oficina como dormitorio. Le fuimos retirando el sedante poco a poco a Tomás hasta que recupero la conciencia, al principio pareció alterado, pero con la presencia de todos allí se calmó rápidamente, eso y algunos juegos que le trajimos para distraerlo.
A medida que pasaron los días comenzaron a llegar visitas, pocas al comienzo, reconocí a algunos de los eventos a los cuales íbamos y mientras más pasaban los días más era el flujo de individuos que lo visitaban trayéndole obsequios y recuerdos deseando su recuperación. Al poco tiempo no había espacio en su habitación y José con Valeria tuvieron que retirar las cosas con ayuda de los enfermeros a la camioneta para guardarlos en nuestro departamento, tuvieron que hacer cuatro viajes para poder despejar la habitación y parte del pasillo.
Al cuarto día me encontraba en la habitación de Tomás vigilando sus constantes vitales mientras dormía, Adam estaba sentado en una silla medio dormido por los trasnochos vigilando a Tomás junto a mí. Sentí la puerta de vidrió abrirse, giré mi vista y me encontré con mi jefe, el doctor Nelson.
- ¿Cómo sigue el paciente? -preguntó-
- Sigue igual por ahora -respondí sin verlo- sus constantes son estables y no ha tenido secuelas
- Lo malo de los paros cardiacos es que casi siempre vuelven a dar -suspiró- necesito decirte algo importante, en realidad a ambos, concierne al padre también
Ese tono con que lo dijo me alarmo, gire mi rostro para ver a Adam quien ya estaba en un estado de alerta igual que yo ante una mala noticia. El zorro nos hizo una seña para que lo siguiéramos afuera de la habitación, una vez afuera nos miró soltando un suspiro.
- Acabo de venir del comité de trasplantes de órganos -comenzó a hablar- decidieron no darle prioridad a Tomás para un nuevo corazón
- ¿¡Que mierda me está diciendo!? -Adam resopló- ¿¡A que se refiere con eso!? ¿¡Por qué!?
- Porque es un autista -susurre mirando a Adam- no es así ¿Doctor Nelson? -volví a mirar al zorro-
- ¿A qué te refieres con eso? -me miro y luego al zorro-
- El comité toma varios factores para asignar las prioridades de los trasplantes -explicó- los donantes son escasos, sumado a los problemas de compatibilidad por tipo de sangre y dimensiones del órgano dificultan más establecerlas -miro a Adam- padecimientos psicológicos como autismo también son tomados en cuenta, las políticas de los hospitales establecen que se debe dar prioridad a individuos con mejor probabilidad de supervivencia para su reintegro a la sociedad, un individuo autista así como individuos con afecciones similares o enfermedades terminales son los últimos en las prioridades
- Debe estar bromeando –Adam miró atónito al zorro y luego volteo a mirarme- está bromeando ¿Cierto?
- No -lo mire apenado- siempre ha sido así -mire al zorro- quiero hablar con el comité, quiero convencerlos de que cambien de idea y le den prioridad
- Sé que este caso es personal para ti Albert -Nelson- pero el comité no cambiara su decisión por un doctor
- No les estoy pidiendo que lo hagan por mí -señale a Tom en la habitación- lo estoy pidiendo por él
Adam me miro sorprendido, le dije que todo iba a estar bien, que no importara como lo haría los iba a convencer, después de todo no era mi primer rodeo, él solo me abrazo agradeciendo todo lo que hacía por salvar a Tom. Pasaron unas horas y Nelson reunió al comité para una sesión extraoficial motivada a mi solicitud.
Adam me acompaño hasta el sitio de la reunión, no podía pasar así que le pedí que se quedara afuera, el salón donde se hacían las reuniones era igual que el resto de las habitaciones es decir con paredes de vidrio templado, solo que en este caso solo había una gran mesa con doctores de diferentes especialidades ya sentados. Adam se quedó de pie fuera de la oficina, a una distancia más o menos prudencial, donde podía mirar y quizás oír todo lo que ocurría en esta.
Entre acompañado por el zorro, una vez adentro me dirigí directo a uno de los extremos de la mesa donde no había sillas, un pequeño y anciano ratón tomó la palabra, lo conocía también, los conocía a todos, en algún momento me tocó trabajar con todos ellos.
- Ya estamos enterados del caso del paciente Tomás -indico el viejo ratón- pero déjeme decirle que la decisión ya fue tomada
- No se le puede dar prioridad a Tomás sobre otros pacientes -habló una gata- los corazones de infantes son particularmente difíciles de conseguir
- Entiendo sus razones para tomar esta decisión -hablé- así fui educado en la universidad y así mi experiencia lo reforzó, pero si algo eh aprendido estos últimos meses es que ninguna vida vale más que otra
- ¿Me está diciendo que la vida de ese ternero autista vale lo mismo que la de una pequeña husky completamente sana de once años que espera por trasplante también? -el ratón volvió a tomar la palabra-
- Así es -afirme- pero esa pequeña está en la lista solo por una leve anomalía en su electrocardiograma, anomalía que puede ser fácilmente controlada con un marcapaso durante años mientras espera un corazón -mire a todos en el salón- Tomás no tiene años, no tiene meses, sospecho que algunas semanas si acaso, su corazón ya sufrió un infarto, no creo que pueda resistir otro, como todos los presente saben un infarto en un infante es más peligroso que en un individuo adulto ya que su corazón es nuevo y rígido, en un adulto tiene más posibilidades de sobrevivir por ser más viejo y elástico.
- Ahórrese las clases básicas doctor Albert -interrumpió una mapache- nos estamos yendo por las ramas, volvamos a la raíz del problema -me miró- es un ternero autista de diez años, pocas probabilidades de sobrevivir al trasplante a estas alturas y aun de tener éxito sería un excluido por la sociedad por no poder integrarse a esta adecuadamente, es una carga
En ese momento recordé la conversación que tuve con el toro hace meses en su auto después de la primera vez que los acompañe a la universidad, el cómo no quería que vieran a su hijo como un discapacitado, recordé todas las actividades que habíamos estado haciendo desde entonces, recordé a todos los que conocimos, recordé el simple hecho de como ese pequeño ternero cambio mi vida poco a poco para bien con su tierna sonrisa, un sentimiento de ira e indignación se apoderaron de mí.
- Si usted piensa así doctora Teresa -la mire- déjeme decirle que tomo la carrera equivocada -recorrí el salón con mi vista- todos ustedes escogieron la profesión equivocada, perdieron de vista la importante -empecé a caminar alrededor de la mesa- ¿Han bajado al piso cuatro últimamente? -pregunte- ¿Han visto lo que ocurre en ese piso?, ya veo que no, si lo hicieran sabría la importancia de Tomás para la sociedad -seguí caminando- hay una multitud de individuos haciendo literalmente fila en la recepción a toda hora, no se puede caminar por los pasillos de tantos regalos que dejan los visitantes ¿A quién se preguntaran? -señale al piso- a Tomás, el ternero al que llaman carga para la sociedad -me detuve- ¡Un pequeño ternero autista ha creado más conexiones en un periodo de diez años que todos los presentes juntos en esta sala en toda su vida! -grite- la sociedad que ustedes dicen que lo rechazaría lo busca -continúe caminando- lo quieren, lo respetan -los mire a todos nuevamente- y todo porque el pequeño ternero les da una tímida sonrisa desde atrás de las piernas de su padre -me detuve al lado del zorro- una vida, esa vida, con solo una sonrisa puede cambiar a los demás, y si cambia a los demás pueden cambiar como estos ven el mundo -mire al zorro y otra vez la mesa- Tomás es una vida que puede cambiar las de muchos otros, no pueden juzgarlo por ser un autista -les di la espalda- después de todo, son los individuos diferentes a los demás los que crean verdaderos cambios en la sociedad, esos son individuos que unos muchos quieren amedrentar -los mire por el hombro- pero que otros pocos estamos dispuestos a proteger
La sala quedo en silencio, espere de espaldas a que alguien hablara pero ningún sonido llegaba a mis orejas. Solo necesitaba plantar una duda razonable y ya lo había logrado.
- Piénsenlo por favor -camine a la puerta-
Salí del salón dejando un enmudecido comité a atrás, cerré la puerta con cuidado y di dos pasos solo para encontrarme de frente con Adam. El toro me veía con una cara de asombro, pero no solo él, algunos trabajadores del hospital parece que también se habían detenido a contemplar la reunión del comité al igual que el toro.
Adam dio un paso hacia mi sin decir una palabra y me abrazo, no con fuerza, pero si con un cariño y un sentimiento de gratitud que era fácil de sentir.
- Gracias Albert -me susurró- no me cabe la menor duda de que los convenciste -tomo un poco de aire- pero sobre todo gracias por creer en Tomás como nunca nadie lo había hecho
- No tienes que agradecerlo Adam -lo abrase- te dije que podías contar conmigo
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