CAPÍTULO 2: CHOCOLATE CALIENTE
CONEXIÓN
Summary: Los personajes y escenarios de Saint Seiya pertenecen a Masami Kurumada y Toei Animation. Yo solo los tomé prestados para jugar con ellos y crear la historia que ellos no me quisieron dar XD.
Advertencia: Yaoi
CAPÍTULO 2: CHOCOLATE CALIENTE
Otra tarde de lluvia, y una muy aburrida. No había misiones esta vez. Se encontraba solo, disfrutando la soledad de su hogar acostado en su cama, recordando la última vez que llovió, fue un día más que memorable. Todo por causa de lo que sucedió aquella mañana de lluvia. En el momento que sintió esos labios tocar los suyos, pudo sentir la electricidad recorrer todo su cuerpo, pudo sentir caricias placenteras en muchos lugares de su cuerpo, y pudo sentir pequeñas corrientes del cosmos de él conectando con el suyo, y lamentablemente no pudieron llegar a más. Al querer continuar con el contacto, Aldebarán entró en el templo de Aries interrumpiendo sus actos, aunque el santo de Tauro no vio nada, dado que solo se acercó a la entrada del lugar, y llamó de manera muy alegre a ambos para salir del santuario, diciendo que ya era hora de que Mu se despegara de las sabanas. —Lo dejaremos para cuando estemos de regreso —dijo Shaka antes de reunirse con Aldebarán y Aioros. Al final fueron a su misión, y lo más importante es que lograron recolectar los materiales para hacer las ánforas. Fue un viaje de tres días.
Tanto él como Shaka lamentaron no poder quedarse a solas en algún momento del viaje. Aldebarán estuvo charlando jovial y muy alegre porque había salido a una excursión con los chicos, algo que tenían mucho tiempo sin hacer, sobre todo sin tener que vencer a algún enemigo indeseado. Aioros estaba muy emocionado por recorrer un lugar nuevo para él, desde que fueron traídos por Athena a la vida todo había cambiado. En cambio, Shaka se mantuvo callado en el transcurso de esos días, pero Mu conocía sus gestos, y estos indicaban que no quería estar en esa situación. Sin embargo, este tiempo que se mantuvieron ocupados ayudó a aclarar su mente, y a su corazón, con respecto a lo sucedido en sus aposentos antes de la misión, y también con lo ocurrido dos semanas atrás.
Se encontraba en su templo, portaba su armadura reluciente, y estaba de pie en la entrada percibiendo el aura que rodeaba el santuario. Era medianoche, estaba en su guardia nocturna, lo que indicaba que debía soportar la suave, aunque helada, brisa que estaba invadiendo el templo. Diez grados centígrados son cálidos en comparación a los veinte grados bajo cero que llegaba a soportar en Jamir, pero por alguna razón incomprensible se sentía algo friolento, y debilitado. Al parecer el reparar las armaduras de plata y bronce, sobre todo las últimas, dañadas en las guerras hizo que se agotara tanto física como mentalmente. Aldebarán se lo advirtió, Shaka lo sermoneó, hasta Kiki se preocupó por el esfuerzo físico extralimitado. Pero él quería completar esa labor, era lo mínimo que podía hacer por esos chicos, la verdad se había tardado en hacerlo. Él no pudo vencer a Radamanthys junto a Aioria y Milo en el castillo de Hades, él no pudo evitar el suicidio de la diosa en esa guerra santa, venció a muy pocos enemigos en su parecer, y solo pudo hacer arder su cosmos al máximo para unirlo con los demás y sacrificarse en el muro de los lamentos. Al final tuvo que dejar encomendada la misión de salvar a Athena a Seiya y sus compañeros de bronce, unos adolescentes que vivieron demasiadas batallas juntas, y la verdad se sentía en deuda porque lograron cumplir con esa misión. No quería descansar, quería cumplir con ellos, y a la vez con la princesa. Porque... ¿qué clase de santo dorado era si permitía que otros hicieron su propio trabajo? No debía dejar pasar al enemigo en su templo, debía reparar las armaduras de los santos, debía seguir educando a Kiki y prepararlo para ser su sucesor, no debía recordar lo que sucedió después del muro, no debía recordar las sombras, no debía recordar los miedos, debía olvidar las voces de esos dioses vengativos queriendo que pagaran por su supuesta osadía, porque salvar a su diosa de la forma en que lo hicieron era una osadía para ellos. Debía hacer muchas cosas, no quería recordar. Debía mejorar, sea como sea debía hacerlo.
—¿En qué piensas? —y Mu se sobresaltó por completo al ver al santo de Virgo portando su armadura.
—¡¿Podrías dejar de hacer eso?! —gritó resoplando por el susto generado por Shaka.
—¿Hacer qué? Se supone que estás de guardia al igual que yo. Y por ende debes estar alerta ante cualquiera que entre a Aries —dijo con ese tono de sabelotodo que a veces se le salía con él.
Mu suspiró por ello, y después de inhalar y exhalar unas cuantas veces para calmarse lo miró furibundo. —Sí, estoy de guardia. Sí, debo mantenerme alerta. Sí, debo recordar mis deberes como santo de Aries. Y sí, debo dejar de pensar en lo que pasó... debo olvidar mis miedos —y esto último lo dijo en un murmullo y desvió la mirada hacia la entrada del templo, esto preocupó a Shaka.
—¿Mu? —lo observó, el mencionado quedó cabizbajo después de la última oración. Como todos, el santo de Aries ha estado con el ánimo algo abatido. Todos experimentaron lo inimaginable, el no poder obtener el descanso eterno esperado, ser castigados por los dioses, y a la vez ser atormentados con los miedos internos de cada uno, ser torturados para no olvidar que no deben sublevarse otra vez contra ellos, sin embargo, cada uno de los dorados sabía que, si tenían que repetir sus acciones, lo harían sin dudar, sin claudicar—. ¿Mu? ¿Aún piensas en lo que pasó? ¿El tiempo después del muro? —le molestaba un poco mencionar la frase "después de nuestra muerte"—. Sé más que nadie lo difícil de esto, pero debes dejarlo ir.
—¿Dejarlo ir? —murmuró Mu.
—Sí, dejarlo ir. No dejes que los otros dioses ganen otra vez. Athena hizo hasta lo imposible por traernos a la vida y darnos una nueva oportunidad, no hay que desperdiciarla —y colocó su mano izquierda en el brazo derecho de Mu, mirándolo a los ojos para darle el apoyo que necesitaba en ese momento.
Y Mu suspiró una vez más. Debe dejarlo ir. Dejar atrás ese mal recuerdo. Dejar atrás el pasado, al final ya pasó. —Tienes razón, aunque realmente ha sido difícil no pensar en ello... ¿Sabes qué ha sido lo más difícil para mí?
—El no haber podido salvar a la princesa tú mismo —y Mu se quedó sorprendido por esto—. Lo sé, porque también ha sido mi peor recuerdo —y esta vez fue Shaka quien se quedó callado, observando hacia las estrellas desde la entrada del templo y a la vez retirando la mano del brazo de su amigo.
—Por lo menos Seiya y los otros lograron cumplir, y salvaron a todos —dijo Mu esta vez, tuvo que admitirlo, pero le duele hacerlo.
—Lo sé —sonrió sardónico—. Creo que el hecho de no poder haberlo hecho nosotros, como guardia dorada de la diosa, es lo que más nos lastimó en nuestro orgullo —y se quedaron en silencio, afirmando esa verdad en sus miradas, les dolía no haber sido ellos quienes rescataran a la princesa de manos de Hades, tuvieron que dejarlo en manos de un grupo de santos de bronce, quienes siempre parecía que estaban destinado a hacerlo, y no ellos, sus santos dorados.
Después de estar varios minutos en ese ambiente melancólico Mu quiso terminar su guardia, y al sentir que Aphrodite y Kanon también estaban custodiando desde sus templos, además de percibir que en el santuario estaba un aura de tranquilidad quiso tomar un pequeño descanso, se retiró su casco para descansar un poco de él.
—¿Quieres chocolate caliente? —le preguntó a Shaka para cambiar un poco el tema y hacer algo más para aligerar esa pesadez de los recuerdos que se asentó entre ellos—. Tengo chocolate para preparar, me provoca un poco para olvidar este frío, ¿te provoca beber un poco?
—Sí, por supuesto, el chocolate es algo que nunca negaré —y Shaka sonrió como un niño al imaginar esa deliciosa bebida caliente que le ayudaba a calentar el corazón. Fueron a los aposentos privados del templo, atravesaron una sala pequeña donde había un sofá de dos puestos y una estantería con libros de diferentes idiomas, y de ahí pasaron a la cocina. Mu encendió la luz y luego sacó de la alacena todo lo necesario para preparar el chocolate, y una pequeña olla para cocinarlo.
—Es chocolate de buena calidad, espero no estropearlo —y sonrió algo apenado porque no se sentía muy diestro en el arte culinario—. Pero a Kiki le gusta cuando lo preparo, tiende a repetir cuando no lo veo —y sonrió al recordar que lo había atrapado en el acto de robar el chocolate que tenía reservado en otra ocasión.
—Yo sé que no lo harás —y Shaka observó sus movimientos para preparar la bebida. Observó como su mejor amigo se relajó un poco más al estar en la cocina, ocupar las manos en alguna tarea era algo que siempre funcionaba en Mu, y él sabía eso, por eso aceptó el chocolate, además de que le fascinaba tomarlo en este tipo de noche de brisas friolentas. —¿Dónde está Kiki? —preguntó al no sentir la presencia del pequeño aprendiz.
—Se fue con Seiya y los otros a Japón. Al parecer iban a hacer una excursión hacia el monte Fuji, y lo invitaron. Me dijeron que iba a ser un entrenamiento, aunque estoy seguro de que solo es un simple paseo —y sonrió ante ello—. Él también necesitaba alejarse unos días del santuario, así que lo permití. Creo que se sintió muy solo el tiempo en que no estuvimos y se apegó más a los chicos de bronce —y eso apagó un poco más su ánimo.
—Entonces debes estar tranquilo —dijo Shaka—. Seguramente va a regresar con sus energías renovadas y con ganas de hacer nuevas travesuras —y Mu sonrió ante lo que dijo su amigo.
—Tienes razón —y luego se quedaron callados mientras Mu seguía con la preparación.
Pasaron los minutos en un silencio más agradable, y Shaka, quien también se había retirado el casco, tomó asiento en una de las sillas que estaban colocadas para hacer juego con la modesta mesa que había para comer, y colocó dicho casco en la mesa. Se mantuvo observando atentamente al guardián del primer templo. Se dio cuenta de que Mu estaba más delgado, al parecer no estaba comiendo bien. También observó que tenía ojeras marcadas por la falta de descanso, y aunque sus movimientos no eran erráticos, eran más lentos, se veía que estaba cansado. —¿Has descansado bien? —preguntó frunciendo el ceño con preocupación.
Y Mu lo observó extrañado, aunque tenía que admitir que su aspecto no era el mejor actualmente. —A decir verdad, no lo he hecho —sonrió avergonzado, y cerró los ojos por un momento, pero luego los abrió para seguir cocinando el chocolate, y empezó a contarle sus sueños—. Al cerrar los ojos en las noches lo primero que veo es el muro... Luego veo oscuridad, y empiezo a rememorar las voces... esas malditas voces tormentosas —diciendo esto con mucho reproche—, y luego lo veo a él, la imagen del maestro Shion, recriminándome porque no protegí a la diosa, y después vi tu rostro —y esto sorprendió a Shaka—, reclamando lo cobarde que fui al dejar el santuario hace más de trece años... Veo el rostro de Kiki llorando porque se encuentra completamente solo... Veo la desolación del santuario por la batalla... Y luego veo la figura de la diosa, con su rostro ensombrecido, diciendo lo decepcionada que está de mí por no haber cumplido mi deber —y suspiró—. Todas las noches sueño con eso, son sueños repetitivos que no me han dejado descansar —luego de decir esto apagó el fuego de la cocina y retiró de la hornilla la pequeña olla con el chocolate, para luego proceder a servirlo en dos tazas. Una la colocó en frente a Shaka y la otra la tomó él, y se sentó en otra de las sillas delante de su amigo.
—Ha sido muy agotador, y la verdad quisiera dormir un poco en paz, aunque sea unos minutos —dijo y empezó a tomar su chocolate con cuidado de no quemarse.
Por su lado Shaka estaba disfrutando del delicioso aroma de la bebida caliente, cada vez que tomaba chocolate se sentía en casa, y usualmente tomaba dicho líquido con Mu, él era el único que sabía prepararlo como le gustaba. Imitó los actos del carnero para cuidar de no quemarse al beberlo y poder disfrutarlo. —¿Cuándo fue la última vez que meditaste? —preguntó y siguió disfrutando su chocolate.
—Hace mucho, debería retomarlo. Es solo que he estado reparando las armaduras de plata y bronce que fueron destrozadas en las batallas anteriores —y Shaka se percató también de la palidez de Mu, al parecer no era una simple reparación. Se inclinó para tomar la mano derecha de Mu y empezó a quitar la protección de su brazo y luego la venda que cubría las cicatrices que sabía que tenía. Y esto asustó a Mu—. ¿Qué haces? —pregunto con voz trémula.
—Veo qué tanto has estado trabajando en ellas —y Shaka vio cicatrices recientes, Mu había dado más sangre para revivir las armaduras—. ¿Por qué no pediste mi ayuda? Sabes bien que podría haber cedido mi sangre para ayudar, además de que ya estás debilitado, aunque no lo quieras admitir —y empezó a acariciar de forma inconsciente las nuevas marcas en la muñeca de Mu.
—Porque era mi deber, yo soy quien repara las armaduras, yo debería ser quien da la sangre para ello —aunque después de haberlo dicho, se sonrojó al percatarse de las suaves caricias de Shaka—. ¿Shaka? —y el aludido solo siguió pasando los dedos en sus nuevas marcas—. ¿Shaka? —y el mencionado cayó en cuenta de lo que estaba haciendo, y soltó la muñeca de Mu, aunque muy arrebolado, y sin poder verlo a los ojos—. ¿Shaka? ¿Por qué...?
—Perdóname... creo que me dejé llevar por la preocupación —aunque al responder levantó la taza de chocolate y con ella hizo una especie de escudo en su rostro, empezó a tomar el chocolate con un poco más de prisa.
—¿Shaka? —y el nombrado no quería ver hacia su amigo—. ¿Shaka? ¿Me vas a decir lo que en verdad está pasando? ¿O deberé describir lo que en verdad pasó? —indicó Mu con una voz un poco más autoritaria, algo que se le ve muy pocas veces al guardián del primer templo.
—¿Y qué crees que está pasando? —preguntó de vuelta el santo de Virgo, aunque sin dirigir su mirada hacia el santo de Aries.
—Me acariciaste... ¿Por qué lo hiciste? —preguntó con voz suave—. ¿Por qué acariciaste mis heridas? ¿Por qué viniste a estas horas a mi templo? ¿Shaka...? —aclaró su garganta para preguntar algo que había pensado hace tiempo, pero que tenía temor de saber la respuesta— ¿Qué sientes por mí? —preguntó con muchas sospechas, y asustado por ellas.
Shaka miró hacia él. —Estaba preocupado por tu aspecto, y sé muy bien que cuando te comprometes en una tarea, es muy difícil sacarte de ella para que te tomes un tiempo para recuperarte. Vine porque también estoy de guardia y quería saber cómo estaban las cosas. Y lo último, aún no lo sé —ladeó su rostro hacia donde no estuviera Mu.
—Shaka... —el mencionado se levantó para salir de la cocina, aunque olvidando su casco en la mesa, salió con prisa, sin querer ver el rostro de su amigo—. Shaka... espera... —Mu no permitió que cruzara la sala para salir de sus aposentos—. No me dejes así —y le tomó del brazo izquierdo para girarlo hacia él—. ¿Desde cuándo?
—No lo sé —suspiró después de responder—. Se supone que nosotros no debemos dejarnos llevar por lo mundano, por lo carnal. Somos especiales, somos guardianes y protectores de la diosa. Nuestra vida le pertenece a ella. Y de hecho por eso estamos aquí, porque ella nos dio la oportunidad de vivir —respiró profundamente para tratar de controlar lo que estaba sintiendo en ese momento—. Pero tú y yo nos conocemos desde niños, siempre tuvimos esa extraña conexión, ¿sabes a lo que me refiero?
Mu lo sabía, lo entendía mejor que nadie. —Sí, sé lo que dices —cuando se conocieron hicieron amistad casi de inmediato, congeniaron por venir de tierras donde tenían costumbres similares, ambos eran de naturaleza tranquila, y buscaron entrenar juntos, sobre todo en sus habilidades mentales, eso ayudó a afianzar aún más su amistad. Cuando se separaban para practicar sus respectivas técnicas no dejaban de percibir la presencia del otro. Buscaban jugar juntos, y comían juntos todos los días, siempre buscaban hablar o estar ahí el uno para el otro. La verdad lo que más le dolió al tener que irse del santuario cuando fue asesinado su maestro, fue el tener que dejar de hablar con Shaka todos los días, aunque hubo algunas eventuales cartas, no pudieron seguir comunicándose, pero ese nexo nunca se rompió. Pasaron los años, y ambos crecieron, siguieron entrenando, y cuando se encontraron otra vez fue algo especial, porque ambos se llamaban mucho la atención entre ellos, sabían dónde encontrarse nuevamente, pero más porque para ellos nunca pasó el tiempo. Pudieron retomar su amistad y esa conexión en donde les permitía saber dónde estaba el otro—. El nexo que nos une es especial.
—Lo es —responde Shaka—. Pero es algo más que una simple conexión.
—¿A qué te refieres?
—Preguntaste qué siento por ti —Shaka se acercó a él—. Pues no sé cómo describirlo, solo sé que eres muy importante para mí, Mu.
—Lo mismo podría decir de ti —se sonrojó al admitir esto—. Pero hemos sido amigos de niños, y actualmente te considero mi mejor amigo, sé que puedo contar contigo para lo que sea. Sin embargo, lo que ocurrió hace unos momentos dice algo más —la verdad se sintió aún más arrebolado de lo que habría querido.
Shaka también está muy sonrojado, pero se acercó más a Mu, y esta vez tomó sus manos, lo que hizo temblar a Mu, porque en verdad se estaba asustando por el camino que estaba tomando la situación. —Yo... —y no encontraba la forma de cómo decir lo que sentía sin ponerse nervioso—... Mu... Yo... Eres más importante de lo que podría admitir... Nunca llegué a describirte mis pesadillas, ¿verdad? —y Mu enmudeció, así que solo negó con la cabeza—. Mis pesadillas son parecidas a las tuyas, el muro, la oscuridad, las voces, pero la diferencia estaba en que te veía reclamarme por qué no abrí los ojos antes, por qué no vi lo que sucedía en el santuario, con el patriarca, con Saga, que por mi soberbia hubo muertes innecesarias, que por mi soberbia tú no podías acercarte a mí, y luego te veía muerto, desangrado en un lugar lleno de oscuridad —y esto hizo que Mu sintiera que sus ojos se llenaran de lágrimas porque no quería que Shaka sufriera de esa manera, ahora estaba observando los hermosos ojos de Shaka brillar de una manera distinta a la que hubiera visto antes—. Mu, no he podido dejar de pensar en nuestra amistad en mucho tiempo, y ahora no quiero desaprovechar lo que Athena nos concedió, esta segunda oportunidad —soltó sus manos para tomar su rostro, y lo besó.
ooo0ooo
N/A: Hola, si llegaron hasta aquí les doy muchas gracias por leer *w*. Y pueden estar tranquilos ya que la historia continúa en el otro capítulo. Pero una buena amiga escritora (September's child, una excelente escritora de fics de Saint Seiya, si no la has leído te aconsejo que lo hagas lo más pronto posible porque tiene unas historias buenísimas en fanfiction.net creo que solo las tiene publicadas en esa plataforma), pues ella me aconsejó que dividiera el capítulo para que no se hiciera tan pesado y para leer. La verdad pensaba hacer diferentes drabbles para ayudarme con la creatividad, pero por lo visto Shaka y Mu hacen lo que quieren conmigo y ellos decidieron contar esta historia XD. Así que por favor dejen su review para saber qué les pareció la historia, y bueno así ellos les protegerán con su poderoso cosmos el resto de su vida XD. Los espero en el siguiente capítulo. Nos leemos.
XOXO
Doris
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