27. SECUESTRADA
NARRA EVAN:
- Señor Grey.
No me escucha.
- ¡SEÑOR GREY!
- Me has traicionado, Evan. Quiero que abandones ahora mismo mi casa.
- Me iré. Téngalo por seguro. Pero primero tenemos que encontrar a Vanessa.
- No la quisiste en ningún momento. ¿Por qué quieres ayudarnos?
- No merece sufrir por que mi tío esté sediento de venganza por usted.
- Evan, ayúdanos a salvarla. Por favor.
La miro con pena y compasión. El señor Grey se acerca a mí con paso amenazante y me agarra por el cuello de la camisa.
- Escúchame bien, como sea una trampa hacia tu tío, te juro que os denunciaré a todos y te pudrirás en el calabozo.
- Christian. - le dice su mujer agarrándole del brazo. Pero no se inmuta.
Escucho el sonido del ascensor y los tres miramos a la vez mientras sale... Joder, el que faltaba.
- Hola. - puto Dereck. - Le he traído a Vanessa los apuntes de hoy. No ha venido a clase.
- Lárgate. - le suelta Christian.
- Christian. - le dice Anna para que se calle. - Muchas gracias, pero Vanessa no está aquí.
- ¿Saben donde está?
- Ojalá lo supiéramos. - dice Anna. - La han secuestrado.
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NARRA DERECK:
¡¿HAN SECUESTRADO A VANESSA?! No, por favor no.
- ¿Quién ha sido? - digo apretando los puños. Veo al padre de Vanessa con las manos en el cuello de la camisa de Evan. Me acerco a él con paso lento. Todos me miran, pero solo me interesa la mirada de este capullo. - ¿Qué la has hecho? - le digo con amenaza cerca de su cara.
- Nada.
La agarro de la parte de atrás del cuello.
- ¿Dónde está? - le digo apretando el agarre.
- Si me sueltas, te llevaré.
Le suelto, y lo mismo hace el señor Grey.
- Llévanos ahora mismo.
- Está bien. - veo un perro aparecer que se dirige hacia Evan y le ladra.
- Hasta el perro te odia ya.
- Cállate, gilipollas.
El perro se acerca a mí y se pone entre mis piernas. Le miro con una sonrisa triunfante y éste se va hacia el ascensor hecho una furia. Miro a la señora Grey y me sonríe por el lugar que el perro ocupa ahora mismo. ¿Le causa gracia en una situación así? Joder.
- ¿Queréis a vuestra hija o no?
Evan nos mira a los tres, porque estamos mirando al perro.
- ¿No quieres recuperar a tu querida Vanessa?
- ¿Ahora vas a crear una escena de celos? Tú la dejaste en Malibú de la nada, ¿recuerdas?
- Te odio.
Me dirijo al ascensor donde está Evan y le golpeo con el hombro. Nos dirigimos una mirada llena de odio. Él me odia y yo le odio. Odio lo que le ha hecho a Vanessa, la ha mentido. Pero en cierto modo yo también. Salí con Claire para darla celos. Pensé que ella hacía lo mismo, pero me equivocaba. Le quería. Aunque ahora no sé si seguirá sintiendo algo por él, y lo más importante, si seguirá sintiendo algo mí.
- No es momento de matarse por una mujer chicos. Estamos hablando de salvar a mi hija del capullo al que una vez llamé amigo. Así que hacedme un favor, y arreglar vuestras cosas cuando Vanessa esté aquí. Sana y salva.
Los dos nos miramos y luego miramos al señor Grey a modo de afirmación. Él parece satisfecho y su mujer también. Así que parece que vamos los cuatro a por Vanessa. Mi Vanessa.
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NARRA VANESSA:
- ¡Tengo hambre! - grito a la nada cansada para ver si alguien me oye. - ¿¡Holaaa!? ¡Estaré secuestrada pero no tonta y mi cuerpo necesita comida! ¿¡Hay alguien!?
- Cállate de una puta vez.
Aparece un tipo musculoso y moreno con cara de pocos amigos. Me encuentro sentada y atada de manos y pies, así que no puedo moverme.
- Tengo hambre.
- Y yo quiero que te calles.
- ¿Me vais a dejar sin comer?
- ¿Quieres que te arranque la lengua y parte de la garganta para que no puedas comer nunca más? - le digo que no con la cabeza. - Entonces cállate.
Se da la vuelta y comienza a irse. Sonrío maliciosamente sin que él me vea.
- Pero tengo hambre. - le digo con un puchero.
- Niña, como sigas así te voy a... - dice furioso mientras saca una pistola.
- Déjala en paz, Lucas.
- Venga Patrick, es una pesada.
- ¿Qué te pasa? - dice el tío de mi ex acercándose a mí.
- Que tengo hambre. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo?
- Vamos a ver, Vanessa. Creo que no recuerdas que estás secuestrada. - se acerca a mí y me coge la cara con una mano. - Ten en cuenta que puedo matarte. Puedo hacerte cualquier cosa que no quieres. Incluso... - dice mirando mi cuerpo con lujuria. - Bueno, no haría eso a mi sobrino.
- Eres un hijo de puta.
- Me lo han repetido demasiadas personas en el día de hoy, no seas una de ellas.
- Cuando me rescate alguien podré denunciarte, a ti y a todos.
- Astuta. Pero no me das miedo.
- Deberías. - le dije con furia y orgullo.
He colmado su paciencia. ¿Que por qué? Porque de repente he notado una mano totalmente abierta estrellarse en mi cara.
- Ahora, ¿vas a volver a faltarme al respeto?
- No, señor.
- Bien.
- Si quiero. - digo susurrando para que solo lo escuche él y no el tío que tiene a pocos metros. Le miro con una sonrisa burlona. - Te odio.
- El sentimiento es mutuo. Y me encantaría matarte. - dice en el mismo tono de voz que el mío. - Pero no lo haré. - dicho esto se levanta y se va.
- Eres guapa. - dice el otro tío acercándose a mí. - Me llamo Lucas.
- Me importa una mierda.
- No seas tan borde, nena.
- Soy así y siempre lo seré.
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NARRA CHRISTIAN:
Evan y Dereck van detrás de mi mujer y yo. Es irónico. Se supone que Evan era mi chofer. Ahora es él el que va detrás mío con las manos atadas y Dereck sujetándole para que no haga ningún movimiento del que se pueda arrepentir. Y pensar que mi hija ha estado saliendo con este desgraciado...
- A la derecha.
Hago lo que Evan dice y me meto por un callejón hasta llegar a una especie de fábrica abandonada. Da miedo.
- Entraré yo primero. - dice Dereck.
- No. - le digo tajantemente. Él se tensa de inmediato en el asiento. - Te quedarás con mi mujer en el coche para protegerla de cualquier tipo de peligro que pueda acecharle. Yo entraré con Evan.
- Pero...
- Estaré bien, y mi hija también.
- Christian no puedes ir solo. - me dice Anna.
La doy un beso en la frente y al salir del coche la digo lo que siempre la decía a mi hija cuando pensaba que me había hecho daño por su culpa al jugar.
- Estaré bien, pequeña.
Dicho esto, cojo a Evan del antebrazo mientras sigue atado de manos y me adentro con él en la pesadilla en la que podría convertirse el día de hoy.
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