23. PATRICK

Corro a la habitación y veo a Evan haciendo las maletas lo más rápido posible.

- Evan, para.

No me escucha.

- ¡EVAN!

Se sobresalta y se da la vuelta.

- ¿¡Se puede saber qué haces!? ¿Te piensas ir sin ningún vuelo reservado y sin siquiera darme una explicación?

- Son problemas y negocios familiares, Vanessa. No soy quien para contarte nada.

- Tú no, pero yo soy tu novia y me importas.

- Creo que ya no debemos vernos más, Vanessa.

¿¡QUÉ!?

- Evan, piensa. Recapacita, porque no entiendo nada.

- No tienes que entenderlo, Vanessa. - me dice acercándose a mí. - Simplemente no podemos estar juntos. Además, te gusta otro, ¿no?

- No pongas de excusa lo que acabamos de hablar porque no tiene sentido.

- Debo irme. Lo siento.

- Evan, - le sigo a través del pasillo. Mi tío nos ve a través de la ventana de la terraza pero no dice nada. Solo mira. - ¡Evan! - le chillo llorando. Me mira con tristeza, pero solo me da un beso en la frente y se va por la puerta. Chillo lo más que puedo y doy golpes a la puerta mientras me apoyo en ella y voy bajando hasta quedar sentada en el suelo. - Evan... - noto una mano en mi cabeza y sé que es mi tío. Hace que me calme un poco.

Voy dejando de llorar hasta que de un momento a otro me dirijo al mini bar de mi tío y pillo una botella de ginebra entera y sin abrir. Ni si quiera le digo nada a mi tío, me mira y no dice nada. Supongo que en estos momentos nadie me puede llevar la contraria. Me voy a la arena de la playa y me siento en ella frente al mar mientras empiezo a ingerir la botella.

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De un momento a otro se empieza a hacer de noche. No sé cuánto llevaré aquí. Estoy borracha y con el corazón roto. Supongo que no es una buena mezcla. Cuando veo que no queda nada en la botella la tiro contra la arena y no se rompe, eso me cabrea. Y mucho.

- ¿Vanessa? - reconozco esa voz. Dereck.

- Déjame en paz, todo es culpa tuya.

- ¿Estás borracha?

- HE DICHO QUE ME DEJES EN PAZ.

- No, no te voy a dejar aquí sola. - veo que mira hacia el suelo, hacia la arena. Cojo lo que está mirando y la estrello con furia contra la arena mojada. Ahí sí que se ha roto.

- TE ODIO. - le chillo. - No quiero volver verte nunca más.

Me dirijo hacia él tambaleándome, hasta que caigo a la arena de rodillas llorando sin cesar. No puedo más. Estoy borracha y estoy cansada. Veo a Dereck mirándome con pena, aún de pie frente a mí.

- Se ha ido, Dereck. Mi novio se ha ido. Me ha dejado. No sé por qué. No sé qué problemas tiene. Le dije que le ayudaría en todo. Se lo dije, y me dijo que me amaba por ello. Pero veo que era todo mentira. Se ha ido de mi lado sin darme ninguna explicación. Y la única excusa que me pone es que tú te has metido en mi cabeza.

- ¿Qué?

- Me gustaste desde el principio, pero empezaste a salir con Claire. Y yo no podía hacer nada. Me limitaba a veros, hasta que me enamoré de Evan, ese chico que me acaba de romper el corazón. Todo era mentira...

- Vanessa...

- Estoy confundida, Dereck. Así que por favor, vete antes de que pueda cometer una locura y arrepentirme. Por favor.

- No puedo irme, no puedo dejarte sola.

- Vete, por favor.

- No.

- O te vas por las buenas, o te vas por las malas. Tú decides.

- Entonces tendrás que obligarme. - le miro desde el suelo e intento levantarme. Me da un mareo y cierro los ojos para darme de bruces contra el suelo, pero el golpe nunca llega.

Noto unos brazos alrededor de mi cuerpo. Miro el rostro de Dereck, sus ojos negros, su pelo castaño muy oscuro, su nariz, sus mejillas, sus labios, sus grandes labios, vuelvo a los ojos y luego otra vez a los labios. Noto como va acercándose, su respiración contra la mía, se encuentra demasiado cerca. Sus labios se rozan contra los míos... En ese momento reacciono y le empujó hacia atrás. No puedo. No puedo hacerlo. No horas después de haber roto con mi novio. No puedo.

- Lo siento. - me dice.

No le contesto y se da la vuelta dolido. Yo hago lo mismo, para irme a casa. Me miro en el reflejo del cristal de la terraza, y lo que veo es a una chica desaliñada, con el pelo revuelto, los ojos rojos de tanto llorar, los labios hinchados por el mismo motivo y las mejillas sonrosadas por la borrachera que lleva encima. Mañana lo voy a lamentar, y mucho.

Al entrar en la casa veo a asistenta de mi tío. Me mira con una sonrisa de pena y a la vez de diversión.

- No tiene gracia. - la digo.

- Mañana la prepararé una buena infusión para que no pase tan mal día.

- Gracias, buenas noches. - la digo para irme a la cama. Escucho como se ríe. Será gilipollas.

Escucho que mi tío esta con una mujer. Genial. No quiero dormir aquí. No tengo dónde dormir si me voy de esta casa. Iré a la terraza, total, hace calor y no escucharé como mi tío se folla a una tía de 20 años.

- ¿Qué hace?

Berta, la asistenta, otra vez.

- Dormir, Berta. ¿No lo ves?

- ¿En la terraza?

- Sí.

- ¿Quiere dormir en mi habitación?

- No, muchas gracias. - la dedico una pequeña sonrisa.

- Sé que es duro, Vanessa. - veo como se sienta al lado mío. Yo sigo tumbada y acurrucada en la tumbona. - Siento decirte esto, pero escuché todo. El muchacho que se fue tendrá sus motivos para esto. No dejes que te hunda. Eres una persona fuerte, igual que tu padre.

- ¿Conoces a mi padre?

- Sí, lo conozco. Y sé que se hundió cuando tú madre lo dejó una vez. En este caso ellos siempre terminaron juntos después de todo. Pero tú debes rehacer tu vida. Con o sin él.

- Ya, pero...

- ¿Puedo preguntar cuál ha sido el problema?

- Ninguno. Estábamos bien, sentados en la arena hablando. Hubo un pequeño problema con otro chico y lo hablamos. Hasta que le llamaron por teléfono y le dijeron que debía irse a Nueva York, al perecer lo antes posible. En ese momento me dejó, sin saber por qué. No me dio ninguna otra explicación. Me puso de excusa que estaría mejor sin él porque me gustaba otra persona. Pero necesitaba saber el motivo de su vuelta a Nueva York, y nunca me lo dijo.

Termino y veo a Berta mirándome con compasión.

- ¿Crees que fue todo una farsa? - la pregunto.

- No lo sé pequeña. Lo que te puedo decir es que estuvo otra noche hablando por teléfono con un tal Patrick y le decía algo así como que ejecutaría su trabajo lo antes posible. Que vengaría la compañía de su familia. Y que no dejaría que un pez gordo le arruinase el negocio de su tío.

- ¿De su tío?

- Sí.

De su tío. Ahora que recuerdo antes le llamó su tío Patrick. Espera, ¿Patrick? Abro la boca y me la tapo con la mano ante la sorpresa.

- No puede ser.

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