21. LE ODIO.
Mi novio empieza a desvestirse para meterse en el mar. Nuestra casa ilumina todo, dado que las demás ya tienen las persianas bajadas e incluso escucho los televisores. Cuando se quita la camiseta y el pantalón empieza a quitarse la ropa interior, espera ¿¡qué!?
- No creerás que me voy a mojar los bóxers.
- No no, me lo imaginaba. Te espero aquí. - le digo sonriéndole y un poco sonrojada mientras empieza a meterse en el agua.
Me encantaría meterme pero... bah, qué más da. No tengo tanto pelo en las piernas, solo son pequeños corros que casi ni se notan.
Empiezo a desvestirme. He de decir que me da un poco de vergüenza entrar sin nada al agua... Joder. Miro la arena habiéndome quitado ya el pantalón y la camiseta sin saber qué hacer, hasta que levanto la vista y veo a Evan mirándome con sorpresa desde el agua. Ésta le llega por la cintura y se da la vuelta por completo para invitarme a ir con él. Dudo un poco y veo cómo mi novio avanza hasta mí. Me mira con amor y un poco de lujuria, pero es normal. Empieza a quitarme la ropa interior y noto como se va excitándose cada vez más, al igual que yo.
- Había venido para darme un baño, pero...
Me río y le agarro de la mano para ir al agua. Avanzamos despacio. Él no deja de mirarme, lo noto, pero yo solo miro la luna. Esa luna que va a presenciar algo que, en mi opinión, no es solo un acto de deseo, sino también de amor puro.
- Ven. - me dice mientras me agarra por la cadera y hace que envuelva sus piernas al rededor de su torso.
Me besa con ganas, con excitación. Recorre todo mi cuerpo con las manos hasta que llega a un punto demasiado sensible para mí, por lo que empiezo a jadear.
- Evan...
Noto su... bueno, su herramienta, justo en mi entrada. Lo desea tanto como yo.
- Déjame hacerlo aquí. - me suplica.
- Evan, el condón...
- Me vendré fuera, por favor.
- Vale.
Aún con mis piernas enrolladas en él, empieza a entrar dentro de mí con sumo cuidado. Empieza lento, muy lento, y eso me mata.
- Te quiero. - le digo mirándole a los ojos y arañando su espalda.
- Yo también te quiero.
De repente se quita, me desenrolla las piernas y me guía hasta la arena.
- Cariño, en la arena no, por favor.
- Uff... venga vale, pero vamos a la terraza.
- Vale. - le digo cogiendo la ropa y corriendo con él hacia la terraza.
Parecemos Adán y Eva, corriendo desnudos por la playa para llegar a la terraza. Cierro la puerta de la misma y bajo los estores negros y opacos para que Charlie no nos vea. Evan corrió hacia la habitación para coger un preservativo y volvió en dos segundos. Me atrevo a decir que parece Flash. Se lo pone y me tumba sobre una de las tumbonas grandes para que haya espacio para los dos. En ese momento entra dentro de mí de una estocada y yo gimo muy fuerte.
- Shh... - me dice acariciándome el pelo y bajando la cara a mi cuello para besarlo y lamerlo. Dios. - Voy a ir más rápido, ¿vale?
- Vale... pero no pares.
Dicho esto, comienza a ir muchísimo más rápido que antes. A este paso va a...
- No puedo más...
- Sigue Evan...
Y ahí nos quedamos los dos, jadeando y abrazados mirando el cielo estrellado. ¿Cursi? Puede, pero es lo que hay, y es la realidad. La realidad de que estoy enamorada.
- ¿Subimos a dormir? - me pregunta.
- Vale, pero... tenemos que dormir separados.
- Ay da igual. ¿Quién se va a enterar?
- Pues sí.
- Voy entrando, amor. - me dice para darme un pequeño beso en los labios.
Me quedo tumbada un rato más. No tengo ganas de dormir, tengo ganas de otra cosa. Pero claro Evan... no puede hacerlo otra vez. Eso le haría daño en su... bueno. Ahí abajo.
Me pongo un albornoz que encuentro en una silla. Empieza a hacer un poco de frío. Empiezo a escuchar voces en la otra casa. A lo mejor hemos molestado un poco. Veo una pequeña sombra que no distingo con claridad. ¿Me estarán espiando?
- Cariño, - me dice Evan desde dentro. - ¿Vienes? Tengo un poco de sueño.
- Sí, ahora mismo entro.
Miro otra vez hacia la supuesta sombra, pero no veo a nadie. Da igual, lo que más me importa en estos momentos es que Evan este de buen humor. No sé qué le ocurrirá pero últimamente ha estado muy distante y frío conmigo, pero no importa, porque ahora se que está bien y además está conmigo en Malibú. Me pregunto como se las estará apañando mi padre para ir al trabajo. Serán fiestas, pero él es uno de los empresarios más ricos del mundo, y debe trabajar para seguir en la cumbre.
- Hola Vanessa.
No puede ser. Esa voz no. Él no. Ha tenido que ser mi cabeza. No puede ser cierto.
- Sí, soy yo. - dice desde abajo. - Parecemos Romeo y Julieta eh.
- Cállate. ¿Se puede saber qué haces aquí? ¿Me sigues? ¿Me espías? O aún peor, ¿te envía mi padre?
- Creo que los dos sabemos que no caigo demasiado bien a tu padre.
- Cierto. Entonces, ¿qué haces aquí?
- ¿Qué pasa? ¿No puedo ir de vacaciones con mi familia?
- ¿Tiene que ser en el mismo sitio que yo?
- Casualidad, mi querida Vanessa. No quiero que tengas problemas con tu novio por mi culpa.
- ¿Perdona?
- No quiero que tu novio se ponga celoso por mi culpa, encima si después de que hayáis hecho vuestras cosas estés hablando conmigo.
- ¿¡NOS HABÉIS ESCUCHADO!?
- Creo que es evidente.
- Me voy a dormir. No quiero perder el tiempo hablando contigo.
- He escuchado que dormís en habitaciones separadas por órdenes de tu padre.
- ¿Es que no tienes una vida? Además, es de mala educación escuchar conversaciones ajenas.
- Vais a dormir juntos, ¿verdad?
- Pues claro, haremos lo que nos dé la gana.
- Me gustaría que recordases la conversación que tuvimos el otro día. Ese día estabas más... bueno. Menos borde.
- Te odio, Dereck. Buenas noches. - le digo yéndome a la habitación a dormir con Evan.
- Buenos noches, tigresa.
Escucho como se ríe. LE ODIO.
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