14. ZEUS
- No sé que hacer. - le digo a Evan con frustración. - No me pongas en este compromiso, Evan.
- Entonces elegiré yo.
- ¡NO! A ti te gusta el que menos me gusta.
- Pobrecillo. - dice mirando al animal.
- Chicos... - nos dice la dueña de la perrera. - tengo otros clientes esperando. Necesito que elijáis ya uno. Todos quieren un hogar y amor.
De repente noto que una cosita pelusa se me acerca y se me queda mirando desde abajo. Un Pomerania blanco y pequeño me mira desde el suelo con sus grandes ojos negros. Se acerca más a mi pierna y empieza a frotarse contra ella, como si me estuviese abrazando o acariciando. Miro a Evan con una sonrisa y él hace lo mismo, riéndose con ternura.
- Nos llevamos este. - le digo a la dueña mientras lo cojo del suelo y acaricio a la pequeña bola de pelo.
- Bien. Avisaré a la familia que está esperando de que debemos hacer un pequeño papeleo antes de que os llevéis a esa preciosidad. - Se acerca al perrito que tengo entre los brazos y le acaricia la cabeza. - ¿Qué bien, eh? Tienes una familia preciosa.
- ¿Es macho o hembra? - le pregunta Evan.
- Macho.
- Pues es precioso... - dice mientras se acerca y le acaricia.
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Cuando terminamos el papeleo y nos llevamos al perrito nos fuimos directamente al veterinario para vacunarlo cuanto antes. No queremos que haya ningún problema. Me hizo gracia el hecho de que la señora que nos atendió no supiese quien era por mi apellido, hasta que una de sus compañeras se lo dijo y nos empezó a tratar como reyes. Qué idiota.
- ¿Cómo le llamarás?
- Pues no lo sé. - le digo mirando al pequeño perrito.
- ¿Que te parece V?
- ¿V?
- Sí, de Vanessa.
- No me gusta mucho...
- Vale... - se pone a pensar. - ¿Qué te parece...?
- ¡Zeus!
- ¿Zeus? - dice mientras se me queda mirando. Piensa. - Mola. - dice finalmente con una sonrisa.
- Hola, Zeus. - le digo sonriendo. El animal me lame la mano y yo ensancho más mi sonrisa.
Llegamos a nuestra casa y metemos el coche en el garaje. Cuando Evan aparca, Zeus sale corriendo hacia la puerta de entrada al edificio. Le grito para que pare, no quiero que le atropellen.
- Tiene energía el bichito. - dice Evan riéndose.
- No te rías, - corto hacia el pequeño animal y le riño un poco al haber salido corriendo así. - no vuelvas a hacer eso. No.
El perro me mira con mala cara y se gira hacia Evan, al cual ladra e intenta llegar. Evan lo coge y empieza a lamerle la cara mientras éste se ríe.
- Parece que me quiere más a mí.
- Eso ya lo veremos.
- Creo que hay que bañarlo. - me dice mientras lo huele un poco.
- Bien, como te llevas tan bien con él lo harás tú.
- Pequeña demonio.
- Eso díselo al bichito, ¿verdad Zeus? - La bolita de pelo ladra como respuesta. - Siempre tengo razón. - digo mientras le guiño un ojo a mi novio.
- Te odio.
- Me amas. Ahora andando.
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- ¡ZEUS QUIETO!
- EVAN TRÁELO AQUÍ.
- ¡¿Y QUÉ CREES QUE HAGO VANESSA, BAILAR?!
- ¡CORRE QUE SE ESCAPA!
En ese momento se abre la puerta del ascensor y mis padres salen de él. Se quedan parados y con la boca abierta ante el panorama: Evan y yo con las manos llenas de jabón y agua corriendo por la casa tras una bola de pelo aún seca, dado que lo hemos intentado meter en la bañera pero en ningún momento se ha dejado. Todavía no entiendo cómo podemos estar mojados nosotros y el perro no. Dicho animal va corriendo a esconderse detrás de la pierna de mi padre mientras nos mira con una mirada inexpresiva mientras mi madre mira con asombro al Pomerania.
- Hola... - les digo. Los dos me miran. - Ese es Zeus. Em... Evan me lo dio... - mi padre mira a Evan, luego a la bola de pelo que tiene entre las piernas y luego a mi madre. Va a estallar la Tercera Guerra Mundial.
Justo ahí es cuando empieza a reírse a carcajadas mientras mi madre sonríe cogiendo a Zeus.
- ¿De dónde lo habéis sacado?
- De un centro de adopción, señor. Si quiere voy a devolverlo. - le dice Evan con tono melancólico. Sí que se ha encariñado con el animal.
Silencio. Mi padre se quita la chaqueta y le dice a mi madre con un gesto que deje al animal en el suelo. Llama a Zeus y este corre a sus brazos resbalándose por el suelo, pero consigue llegar. Mi padre se ríe con el animal en los brazos y nos dice a todos por sorpresa:
- Puede quedarse, pero te tienes que encargar tú de él. - me dice señalándome con el dedo. Ahora mira a Evan. - Ven, tengo que hablar contigo. - le dice mientras se encamina hacia su despacho con el perro todavía en brazos.
- ¡Eh, papá! ¡Dame al perro, es mío!
- ¡Luego le suelto!
- Ahora mismo vengo. - me dice Evan pasando por mi lado siguiendo a mi padre.
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NARRA EVAN
Estoy nervioso. Mucho. No sé que querrá el Señor Grey, pero sé que tiene mucho carácter. ¿Y si nos ha descubierto? ¿Y si me va a despedir por haberme acostado y haberme hecho novio de su hija? ¿¡Y si me echa de esta casa!? No tengo a dónde ir, creo que debería ir mirando un hotel y una casa de alquiler. Quizá un piso o...
- Sé que estás saliendo con mi hija.
Mierda.
- Mire Señor Grey, no tengo malas intenciones con ella. ¡Al contrario! Me da vergüenza decírselo, pero llevo enamorado de su hija desde hace varios años, y ahora que he podido conocerla tiene un alma noble y es muy dulce conmigo. Si quiere echarme de casa no pasa nada, sí quiere me voy yo, no quiero causar ningún problema pero quiero que sepa que amo a su hija con todo mi corazón. - Me ahogo, casi me quedo sin aire. Miro a Zeus, el cual está acurrucado en los brazos de Christian.
- Puedes salir con mi hija.
¿¡QUÉ!?
- ¿Có... cómo?
- Eres un buen chico, no le vendría mal alguien como tú.
- ¡Muchísimas gracias, señor!
- Puedes retirarte. - me hace un gesto con la mano. Zeus sale de los brazos de Christian y viene hacia mí. Le cojo en brazos y luego miro al padre de mi novia. ¿En algún momento podría llamarle Christian? - Ni lo sueñes. - me dice apuntándome con el dedo.
- ¿Acaso me lee la mente Christ... - MIERDA. - Señor Grey? - Rectifico rápidamente.
- Ten cuidado hijo, no lo estropees.
- De acuerdo, Señor. Lo siento, Señor.
- Y recuerda que sigues siendo mi chofer y mi guardaespaldas. No quiero que mi hija influya en tu trabajo.
- Por supuesto que no, Señor.
- Bien, ahora sí. Puedes retirarte.
- Gracias, Señor Grey.
No puedo estar más feliz. Incluso Zeus lo ha notado.
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