11. PROBLEMAS

Quiero estar segura de esto. Es un quiero y no puedo. Evan es maravilloso, y parece increíble que lo diga yo, cuando por mi cabeza pasa otro chico. Debería divertirme y dejar de pensar en Dereck. Él está con Claire, lo estarán pasando genial. No quiero que Evan piense mal de mí. Después de nuestro beso en la calle, seguimos caminando hacia la Estatua de la Libertad.

- Oye.

- Dime. - Le veo con mirada triste.

- ¿Te gusta Dereck, verdad?

Joder. Encima me lo dice él.

- No, ¿por qué lo dices?

- Vanessa, te conozco. Crees que conmigo podrás olvidarte de él porque está con tu amiga, la cual no sabe que os conocéis, y no quieres que se lleve un chasco porque también le gusta. Lo veo en tus ojos, sabes que se me dan bien estas cosas.

Le miro apenada y me paro. Él también lo hace pero aún sigue cogiéndome de la mano.

- Él... reconozco que me gustaba, y no puedo negar que todavía sienta algo por él. Pero me ha hecho daño. Me ha mentido, y eso es lo peor que podría hacerme alguien. Siento mucho que hayas tenido que averiguarlo por ti mismo, pero es la verdad y no quiero mentirte. Me gustaría pasar pagina con alguien que me escuche, me comprenda, me alague todos los días mientras me abraza y me da un beso, me lleve de cena romántica a la luz de los edificios de Nueva York y me sorprenda con una visita a la Estatua de la Libertad a la que siempre he querido ir.

Cuando termino mi discurso lo único que siento es una cosa. Sus labios sobre los míos, con cariño y afecto, y, sobre todo, amor.

- Te amo, mucho. - al ver mi tristeza al no conseguir responderle de la misma manera sigue hablando. - No importa cuanto tenga que esperar, haré lo posible para que podamos estar juntos.

Dicho eso, me da un beso en la frente y nos dirigimos a nuestro destino.

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- Bueno, llegamos. - Dice un sofocado Evan mientras se cierran las puertas del ascensor. Son las 22:55. Vamos con 5 minutos de ventaja. Chúpate esa, papá.

- Ponte firme. No vaya a pensar mi padre que vinimos corriendo.

- Pero es la verdad.

- No quiero darle ese lujo. - le digo riéndome. - Respira hondo para controlar el ritmo. - Los dos hacemos lo mismo y unos segundos después la puerta se abre. Vemos que no hay nadie por ningún lado. - ¿Papá? - digo en voz alta. - Papá ya estamos aquí.

- Parece que no hay nadie.

- No es normal. Mi padre dijo la hora por algo. - miro a mi alrededor. - Ven, vamos a mirar arriba.

- ¿Papá? ¿Mamá? - digo subiendo las escaleras con Evan detrás.

- ¡¿Señor Grey?! - no contesta nadie.

- ¿Habrán salido?

- No lo sé...

Llevamos 30 minutos buscándoles por toda la casa. Me fui a mi habitación para cambiarme de ropa cuando escuché un fuerte golpe. Evan salió corriendo hacia mi habitación y al abrirle la puerta se alivia por el hecho de que estoy bien.

- ¿Qué ha sido eso? - le pregunto.

- No lo sé. - dice mirando a la nada. Empiezo a temblar, no me puede estar pasando esto. Un robo no. Evan se da cuenta y me abraza frotándome la espalda para tranquilizarme. - Hey, tranquila pequeña. Estará todo bien, ya lo verás.

Volvemos a escuchar ese estruendoso golpe, y se de dónde viene. No pueden ser tan sádicos y masoquistas. Abro la puerta con cuidado y veo a mi madre atada y tirada en el suelo de la famosa habitación roja, con un pañuelo en la boca para que no grite, además de tener varios latigazos en el cuerpo. Evan se queda atónito cuando ve un poco del interior de la habitación. Claro, nunca la había visto. Le miro y me sigue frotando la espalda. Ver a mi madre en esa situación me parte el alma. Será desalmado, mi propio padre. ¿No puede follarsela y ya está? Es su esposa y merece más respeto, joder. No quiero que me vean, así que abro un poco más la puerta sin que se den cuenta. El estado de mi madre me empieza a preocupar. No se mueve. Levantó la vista de ella y veo a mi padre. Oh, no...

- Serás hijo de puta... - ¡¿Qué?! ¡¿Una tercera voz?!

- Nunca conseguirás lo que quieres, Patrick.

- JA, JA, JA, JA... - Se ríe el otro hombre. No alcanzo a ver quién es... - Por favor, Christian, no me hagas reír.

- Te mataré.

- ¿Usted y cuantos más Señor Grey?

Es una amenaza. Le están amenazando a mi padre. Miro a Evan muerta de miedo.

- Tranquila pequeña. - me dice dándome un beso en la cabeza. - Ven. - me lleva con cuidado pero a paso ligero hacia mi habitación. 

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Tres cuartos de hora. Tres putos cuartos de hora llevamos en mi habitación. Yo con un ataque de ansiedad pensando que ese tal Patrick ya ha matado a mis padres a latigazos. Necesito ir a verlos, necesito saber que están bien.

Sí, me fui de casa joder, pero son mis padres. Mi madre me dio consejo, me ayudó, mi padre comienza a ser más respetuoso. Por dios tengo que verlos.

Estoy pegada a Evan mientras sigo temblando como una hoja. Él repitiéndome todo el rato que todo saldrá bien. De pronto escuchamos que la puerta de la habitación roja se abre. Evan me hace un gesto de silencio mientras se dirige hábilmente hacia la puerta, mirando si el hombre se va. Me acerco junto a él, por si acaso le descubren. Veo que está mirando escondido a mitad de escalera. Escucho el sonido del ascensor, abriendo, cerrándose, y yéndose. Evan sube las escaleras mientras corro hacia él abrazándolo.

- Todo está bien, tranquila. - me dice besándome la cabeza y acariciándome el pelo. De repente me acuerdo, le miro con los ojos abiertos y salgo corriendo hacia la habitación donde estaban torturando a mis padres.

Al abrir la puerta veo una horrible estampa. Mi madre sigue igual que cuando la encontré. Mi padre me mira con miedo cuando entro.

- Evan, ve por mi padre. - le veo salir disparado hacia él. Desato a mi madre y la doy la vuelta, la cojo y la pongo encima de la cama. - Mamá. - No responde. - MAMÁ. - digo un poco más alto. - ¡MAMÁ DESPIERTA JODER! ¡MAMÁ! - la digo mientras la zarandeo. Evan se lleva a mi padre de la habitación. - Mamá... - empiezo a sollozar. No puede ser, no puede estar muerta, no mi madre no. No reacciona. La miro y la veo más pálida de lo normal. Sus labios ya no son tan rosados. Comiendo a llorar muy fuerte. Evan viene corriendo para ver qué ocurre.

- Tu padre está en la cama. Está bien, pero le duele todo el cuerpo. - me dice. Eso me tranquiliza, pero no me tranquiliza tanto.

- Evan, llama a una ambulancia...

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