10. SORPRESA
- Es precioso... - digo al encontrarme con un restaurante en lo alto de la azotea de uno de los rascacielos de Nueva York.
- Me alegro de que guste. - Me dice Evan sonriéndome. - Vamos.
Me acerco a una mesa pero Evan me detiene.
- Espera, esa no es.
Evan habla con un camarero y nos invita a seguirle. Nos lleva a una especie de plataforma alejada de las demás en la que debemos subir tres escalones para llegar a la mesa. El camarero nos deja a solas con una sonrisa y noto que Evan se pone detrás de mí.
- Señorita. - dice con una sonrisa burlona mientras aleja mi silla de la mesa para que me siente.
- Vaya, que caballero.
- Gracias.
Se sienta en su silla comenzamos a conversar hasta que el camarero viene hacia nosotros para tomar nota de nuestra comida.
- Ahora mismo de la traemos señores. ¿Van a tomar vino?
- No señor, mi acompañante es menor de edad.
- ¡Oh! Mis disculpas. - dice mirándome el camarero con los ojos abiertos. - Si me lo permiten, me voy a por vuestra cena.
- Claro, gracias Michael. - le dice guiñándole un ojo al camarero. Él sonríe y se da la vuelta hacia el interior del restaurante.
- ¿Le conoces? - le preguntó sorprendida.
- No. - dice riéndose. - He mirado su chapa y ha visto que soy de confianza.
- Eres tremendo. - le digo riéndome.
- Y estoy tremendo, ¿o no? - me mira con una sonrisa socarrona.
- Claro... - le digo irónicamente. Vamos a molestar a su ego un rato.
- Piensa lo que quieras, - dice apoyando los codos en la mesa y enlazando las manos para apoyar su barbilla en ellas. - pero no decías lo mismo ayer.
- ¿Crees que diciéndome eso y guiñándome un ojo piensas que voy a caer rendida a tus pies? - le digo con una sonrisa malévola. - Creo que eres tú el hechizado amigo.
Se ríe y miro el panorama de la ciudad. Una luz morada y azulada se adueña de ella y hace que se vea todo precioso, además de las luces de los propios edificios y de la Estatua de la Libertad. Nunca he ido. Sí, soy neoyorquina y nunca he subido ahí arriba.
- ¿Quieres ir?
Giro la cabeza tan rápido y con los ojos tan abiertos que no me lo creo.
- ¿Qué? - le pregunto a Evan atónita.
- Que si quieres ir a la Estatua de la Libertad.
Cuando dice eso se me forma una increíble sonrisa en el rostro. Me dolían las mejillas, pero daba igual, estaba feliz.
- ¡Sí! ¡Me encantaría! - le digo medio chillando. Parece que los otros clientes del restaurante se han quejado, pero no les hago caso, y Evan tampoco.
- Nos acercaremos después de la cena.
Justo en ese momento traen la comida. Saboreo el tartar de atún con aguacate y limón lentamente. Está exquisito.
- ¿Te gusta? - me pregunta Evan.
- Me encanta. - le digo sonriendo.
- ¿Es tu plato favorito, no?
- Sí. ¿Cómo lo sabes?
- Me lo dijo un pajarito... - me dice mirando para otro lado y riéndose. Creo que mamá tiene algo que ver con esto.
- Esto es perfecto.
- Tú eres perfecta. - en ese momento las mariposas en mi estomago comienzan a revolotear. ¿Me está pasando esto con Evan?
- Gra... gracias... - le digo sonrojada.
Me agarra de la mano y me acaricia suavemente el torso de la misma. Es tan dulce, tan Evan. Me he olvidado completamente de Dereck. Evan es cariñoso, amable, buena persona, me hace cambiar...
- ¿Vane?
- ¿Sí? - ay, me he quedado pegada mirándole.
- ¿Estás bien? Estabas como en otro planeta.
- Sí, tranquilo.
- Bien, pediré la cuenta entonces, e iremos a ese lugar que tanto deseas. - Me dice guiñándome un ojo.
Justo en el momento en que Evan pide la cuenta, aparece una cabellera rubia y larga junto a un muchacho alto, de pelo negro y ojos del mismo color que me han tenido sufriendo hasta hace pocos días.
- ¡Vanessa, tía! - me grita Claire.
- Hola, Claire. - la digo sonriendo.
- ¿Te acuerdas del chico de tu insti del que te hablé?
- Claro que me acuerdo. - le miro como si no le conociese de nada, y él me mira extrañado. Me levanto y le tiendo la mano para estrechársela. - Soy Vanessa, amiga de Claire y parece que compañera tuya de instituto. - le digo sonriendo. Esto va a ser divertido. - ¿Cómo es que no te he visto antes?
- Será que estás ciega. - Susurra para que solo yo lo oiga.
- ¿Cómo? Lo siento, no he escuchado bien.
- He dicho que yo tampoco recuerdo haberte visto. - me dice mirando para otro lado. - Idiota. - susurra luego.
Será imbécil en tipo este.
- Evan, ¿nos vamos?
- Claro. - le agarro de la mano. - Adiós chicos, pasad buena noche. - le dedicó una mirada a Dereck llena de odio. Él hace lo mismo. Me giro y le doy una sonrisa a Evan, el cual me la devuelve.
Vamos dando un tranquilo paseo por las calles neoyorquinas. Es todo precioso.
- ¿Quieres ver alguna tienda?
- ¿Tenemos tiempo? Recuerda el toque de queda. A las 23:00 en casa.
- Tenemos tiempo de sobra.
- Solo voy a mirar escaparates. No creo que compre nada.
- ¿En Guess tampoco? - me pregunta irónicamente.
- ¿Por quien me tomas? No soy una derrochadora.
- Admítelo, te comprarías la tienda entera. Incluso la ropa de las dependientas.
- Touché. - Y estallo en carcajadas. Evan me mira sonriendo y de repente me toma de la cintura. Yo paro de reírme pero sin dejar de sonreír. Va acercando su rostro al mío hasta juntar las frentes y respira.
- Te quiero. - me suelta.
- ¿Qué? - Lo sabía, pero no pensé que me lo dijese en medio de la calle, con gente mirándonos.
Al ver que no le respondo, se aleja con expresión triste, arrepentimiento de haberme puesto en un compromiso.
- Lo siento. - me dice.
En ese momento le tomo la cara con la mano derecha. Creo que esto es lo que buscaba desde hace tiempo. Por eso era como era. No encontraba a nadie que me quisiese tal y como soy. Que me quisiese por mi persona, no por el dinero ni por los negocios de mi padre. Todos y cada uno de los chicos con los que me he acostado siempre me han soltado una especie de discurso después de follar. Siempre me decían que era especial, que era única y preciosa. Pero luego me daba cuenta de la gran mentira, y de que a ellos solo les interesaba tener un buen contacto dado a todo el dinero que posee mi familia.
- Te quiero. - le digo. Y sí, sé que es precipitado. Sé que antes le intenté dar celos a Dereck. Pero creo que no voy a encontrar nadie tan bondadoso, sincero, amable y cariñoso como este chico. Hay muy pocos en este planeta, y Evan es uno de ellos.
Él junta nuestros labios en un precioso y apasionado beso. Romántico. Perfecto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top