1. EL COMIENZO
- ¡Vanessa Lia Grey!- grita mi madre desde el recibidor. Oh oh...
- ¡Vanessa! - vuelve a gritar ahora mi padre.
Salgo por el recibidor con mi osito de peluche y mis padres me ven. Yo salgo corriendo hasta donde está mi madre y toco la pared. Jadeo por el esfuerzo de la carrera apoyada en esta.
- ¡He ganado! - digo dando saltitos.
- Oh no, Christian. La niña nos ha vuelto a ganar...
- Vane, ¿papá y mamá van a ganar alguna vez?- me dice mi padre.
- Puede... - digo mirando al techo. - ¿Jugamos otra vez?
- Cariño, me tengo que ir a trabajar. - me dice mi padre agachándose para darme un beso en la cabeza.
- Vale papá. - me giro a mi madre. - Mami, ¿tú también tienes que ir a trabajar?
- Sí, cariño. Cuando papá y yo volvamos, seguimos jugando al escondite, ¿vale?
- ¡Vale! - digo dando saltitos.
- Nana, ¿vas a venir ya? - dice papá con tono autoritario mientras habla por teléfono. - ¿Cómo? Nana, nosotros tenemos que trabajar. - luego se calla. - Está bien... Pero que esto no se vuelva a repetir. Hasta luego. - y papá cuelga.
- ¿No va a venir Nana? - le pregunto a mi padre con mi osito de peluche en mis brazos.
- No, princesa. Hoy Nana no puede venir.
- Vale...
Papá y mamá se dirigen al ascensor.
- Adiós, peque. No hagas trastadas. - me dice mamá. Yo la sonrío.
- Adios, Vane. - me dice mi padre saludándome con la mano.
- Adiós papá, adiós mamá. - digo.
La puerta de ascensor se cierra y yo me quedo sola en medio de la sala de casa. Subo las escaleras para ir a mi habitación. Pero a medio camino hay algo que me hace pararme. Hay una puerta abierta en medio del pasillo. ¿Qué será? Abro y veo una habitación de color rojo. Me paseo por ella. Nunca había visto esta habitación. Hay una tablet en medio de la cama. La cojo y cuando pongo la contraseña veo que hay un vídeo. Le doy al play. Al principio del vídeo sale mi madre con una trenza a un lado cayéndole por un hombro. De repente aparece papá con un látigo. Y lo demás es papá y mamá haciendo cosas de mayores. ¿Qué es esto? Por eso nunca me han dejado entrar en esta habitación.
Al llegar la noche cenamos como siempre. Papá callado pensando en el trabajo. Y mamá diciéndole que coma. Cuando nos levantamos mamá me acompaña a la cama después de haberme lavado los dientes. Papá entra por la puerta y me sonríe dándome un beso en la cabeza.
- Buenas noches. - dice mi mamá, saliendo por la puerta con mi papá por detrás de ella. Se cierra la puerta y hay silencio.
De pronto suenan unos ruidos. Unos ruidos que había oído antes. Unos ruidos que he visto hoy en un vídeo. Oh no... Me levanto y voy hacia la habitación roja. Ahora que lo pienso, algún día papá mencionó un "cuarto rojo" y luego se callaba por que yo estaba delante. Al llegar, me asomo por la puerta y, efectivamente, es lo mismo que el vídeo que descubrí hoy. Intento escabullirme sin que me vean, pero al salir corriendo me resbalo en medio del pasillo y me caigo al suelo. Duele. Me duele todo debido al golpe. Papá sale por la puerta y me ve con expresión de sorpresa.
- ¡Vanessa! - y viene corriendo hacia mí. Me levanta pero yo rápidamente me aparto de él. Mamá sale de la habitación llena de sudor.
- Mamá...
- Vanessa, cariño. Tenías que estar en la cama.
- Pero...
- Te lo explicaremos hija. Pero todo a su debido tiempo. - me dice mi padre con un tono monótono y serio.
- Christian... - le advierte mi madre. La mira y ella niega con la cabeza.
- Lo ha visto, Ana. Tenemos que contárselo.
Y efectivamente, lo hicieron. Me lo contaron cuando llegué a los 14 años. Me lo contaron y no supe que contestar. No porque no fuese real, sino por el asco que da pensar en que tus padres lo hacen delante tuyo.
Soy famosa. Sí. Pero no por ser yo. Sino por ser la hija de Christian Grey. El depredador sexual de América. El tío más sexy, según las mujeres que me cruzo por la calle. A su edad se conserva, sí. Hace ejercicio y cuida su alimentación, pero no creo que sea para tanto. En fin, es mi padre, no voy a decir que está bueno. Luego está mi madre. Mi madre es conocida por ser una famosa redactora y, como no, por ser la esposa de Christian Grey. Y por último estoy yo. Vanessa Lia Grey. Hija de Christian y Anastasia Grey. Conocida en todo el país por mi padre. Todo es mi padre. El centro de todas las empresas y las bragas de las mujeres. La verdad es que no paso desapercibida. Por la calle me paran y me piden un autógrafo. Un puto autógrafo. ¿Por qué? Porque mi apellido es Grey. Sí, salí por la tele, pero por mi padre. Me conocen, pero por mi padre. Me hacen la pelota, pero por mi padre. Me tienen respeto, pero por mi padre. En resumen, estoy harta de que me conozcan como: "La hija de Christian Grey". Y no penséis que soy la típica pija con dinero. Más bien soy una persona normal, que viste normal pero elegante. Por supuesto que me gusta que me miren. Pero lo que no me gusta es llegar a casa simplemente por haber quedado con una amiga y salir por la tele como: "Mirad, la hija de Christian Grey sale a la calle demasiado atrevida". ¿Por una falda? Por favor. Luego, está la charla de mi padre cada vez que sale algo de esto. ¿Es que una ya no puede salir a gusto consigo misma y con su cuerpo? Simplemente es una falda por el amor De Dios. Les hecho siempre la culpa a los paparazzis de todo esto, pero mi padre me dice que cómo salga vestida a la calle no es culpa de los paparazzis. En algunas ocasiones mi madre sale en mi defensa, pero muy pocas veces. No sé si es por miedo a su marido o porque mi padre tiene razón. Creo que mi padre ha sido muy manipulador con mi madre. Y eso es lo que me está enseñando. A ser una manipuladora y obsesa del sexo. Sí, señoras y señores. Disfruto con el sexo. ¿Y quien no? Tampoco es un pecado mortal.
Pero después de aguantar una y otra vez a mis padres, todo cambió. Hubo tal bronca por un top lencero que me fui de casa a mis 15 años. Y aquí estoy. En casa de una amiga de 18 años que se independizó nada más empezar la universidad. Es una amiga de toda la vida. Y ella me conoce como "Vanessa". No como "Vanessa Lia Grey". Ella es la que me ha ayudado a que la gente no me mire mal cada vez que paso por una calle. Os preguntaréis, ¿por qué? Bien, os lo explicaré. Como os dije me gusta el sexo. Soy como una especie de Samantha de "Sexo en Nueva York" pero sin ser rubia. Cada noche estoy con un chico. Hasta que llegó él. Él arruinó mi vida. En una noche al muy cabrón se le ocurrió poner una cámara en la habitación mientras lo hacíamos y lo subió a internet. ¿Y todo por qué? Por una puta apuesta. Él me empezó a invitar a salir por ahí hace unos meses. Me gustaba. Fue el primer chico que me gustó. Fuimos a un bar de copas y, por lo que se ve, nos pasamos con unas pocas. Nos fuimos a casa de mi amiga, que en ese entonces era mi casa. Estuvimos un buen rato sin hacer nada. Solo pasando el rato. Pero de pronto se lanzó. Y ahí empezó mi pesadilla. Tuve que irme de casa de Claire por las circunstancias. La gente se lo decía por la calle y estaba arruinando su reputación. Y ahora estoy aquí. Nada más y nada menos que en la puerta del edificio donde viven mis padres. Debatiéndome si entrar o no. Pero no me pueden ver dormir en la calle. No pueden. Si no mi padre se arruinaría.
Al entrar en el recibidor un aire cálido y familiar me inunda. Subo en el ascensor y, al salir de él, me encuentro a mis padres esperándome en medio de la sala. Mi madre mirándome con una sonrisa. Mi padre con un semblante serio. Ella se acerca hacia mí y me abraza. Él no se mueve de donde está. Ahí está el mismísimo Christian Grey. Como si estuviese esperando a que hable para evaluarme y así admitirme en su empresa. Igual que si estuviésemos en una entrevista de trabajo. Pero hace algo que me deja patidifusa. Hace algo que no me esperaba. Se acerca a mí y me besa la frente para después abrazarme con fuerza. Yo me quedo estática y no le correspondo el abrazo, y no porque no quiera. Sino por que no sé qué hacer. Mi padre se separa de mí y me mira. No transmite nada. Pero en sus ojos veo una pizca de decepción. Supongo que porque no le he abrazado. Quiero mandarle a la mierda, pero no puedo. Así que antes de que se dé la vuelta le abrazo y hasta yo me sorprendo de la efusividad que le he puesto. Mi padre se queda estático, al igual que yo al principio. En cambio, él reacciona y me abraza de vuelta. Me aprieta fuerte, como si no quisiese soltarme.
Después de este "emotivo" encuentro, me dirijo a mi habitación. Al cruzar el pasillo hay algo que hace pararme. Una puerta ahora cerrada es la que ha provocado todo esto. Una habitación provocó las discusiones con mi padre. Una puta habitación hizo que me fuese de casa. Las lágrimas comienzan aparecer. Escucho unos pasos detrás de mi. No me doy la vuelta y sigo andando. No sé si era mi madre o era mi padre. Pero me da igual. No quiero ver a nadie en ese pasillo. Ya les vi a los dos una vez juntos en ese pasillo, llenos de sudor. Eso provocó lo que soy ahora. Una obsesa del sexo. No quiero ser igual que ellos. No les puedo permitir el lujo de ver que me afecta pasar por el pasillo. Tengo que hacer como si no importase. Como si esa habitación no existiera.
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