8. Cambios en casa
La casa Loud desde hace días había perdido ese sello distintivo al que nuestro apellido hacía alusión. el señor Grouse que en antaño solía quejarse de nuestro escándalo, se le veia preocupado cuando miraba nuestra casa al pasar por ella.
Últimamente no me gustaba quedarme sólo en mi habitación, por lo que prefería pasar la mayor cantidad de tiempo posible fuera de la misma y fuera de casa. Aunque como ese día tenía mucha tarea pendiente, terminé en la sala realizándola, pronto lamentaría haberlo hecho.
Papá se sentó en el otro extremo de la mesa con varios libros de cuentas y una calculadora. Con mayor concentración a la que yo le estaba poniendo a mis deberes, comenzó a hacer apuntes en sus libretas con aire preocupado.
—Papá —me aventuré a preguntarle—. ¿Todo está bien?
El negó con su cabeza sin despegar la vista de las cuentas. Dejó el lápiz y la calculadora para con solemnidad frotarse los ojos.
—No. Nada está bien. Tu madre ya no está con nosotros y no sé que podemos hacer.
Leni quien había estado en la sala leyendo una revista alzó la mirada. Un tanto nerviosa, se acercó a la mesa con nosotros.
—Papá, se que estás triste pero... Podemos hacer como que todo está bien. Podemos fingir que mamá sólo está de vacaciones y que en cualquier momento regresará, entonces todo será como antes cuando lo haga.
Aunque triste, no pude evitar sonreírle a mi hermana por la inocencia de su corazón y sus buenas intenciones. Papá por el contrario, sin verla endureció su mirada.
—Tu mamá no está de vacaciones. Está muerta. Ya tienes diecisiete años, Leni. Por favor madura ya y evita decir esa clase de estupideces.
Los ojos de mi hermana se humedecieron. Miró a su alrededor uno segundos antes de retirarse como si recordara que tenía algo más que hacer.
Sentí ganas de recriminarle a papá por eso, pero me contuve. Cerré mi libro y sin despedirme de él me levanté de la mesa para ir a mi habitación.
Al pasar por el cuarto de Leni, la vi acompañada de Luna, la cuál parecía molesta, siendo Leni la que buscaba tranquilizarla.
—No, Luna. Está bien. Fue mi culpa —le aclaró al mismo tiempo que se pasaba un pañuelo sobre sus ojos—. Yo no debo de decir eso y el sigue mal por lo de mamá.
Leni terminó por abrazarla a ella.
Lynn con una cara de pocos amigos se encontró conmigo al subir la segunda planta.
—¿Y a ti que te pasó?
—Me dieron un permiso que no pedí para faltar a las prácticas de todos los equipos. Según el estúpido sicólogo escolar, es para atravesar el no sé qué de duelo, cuando lo que necesito en estos momentos es liberar estrés.
Dudé unos momentos. Lynn siempre me daba miedo cuando se metía de lleno en sus prácticas, pero de veras odiaba verla así.
—¿Quieres que juguemos a algo en el patio?
Me miró sorprendida, pero no se lo pensó mucho antes de tomarme de la mano y llevarme corriendo por las escaleras. Ya abajo estuvimos a casi nada de tropezar con Lola.
—¡Tengan más cuidado, par de tontos!
—¡Lo siento! —Lynn se disculpó sabiendo que no debía molestar a Lola, mucho menos ahora con lo que estaba pasando y que la había vuelto más irritable.
Abajo Lana asomándose al comedor con nervios espiaba a papá.
—¿Qué te ocurre, Lana? ¿No quieres venir a jugar al jardín con Lynn y conmigo?
Ella apenas me prestó atención por mirar a papá.
—¿Qué hace él aquí? ¿No se supone que a está hora debería de estar trabajando?
Lynn y yo nos miramos entre sí.
—Suponemos que se está tomando un descanso para darse un respiro por todo lo que ha pasado.
—No se trata de eso.
Volteamos a ver a Lisa, quien llevando de la mano a Lily, acababa de entrar tras haber estado afuera en su búnker.
—¿Qué quieres decir?
—La dirección del establecimiento de nuestro padre, apareció esta mañana en un sitio de inmuebles y bienes raíces, por lo que asumo que lo ha cerrado para ponerlo en venta.
La noticia nos sorprendió y no supimos qué pensar al respecto. Miramos a papá todavía haciendo cuentas y mandando preocupado mensajes por su celular como constantemente venía haciéndolo desde el funeral de mamá.
No estaba seguro de cómo reaccionar al respecto, más allá que al igual que las chicas, estaba verdaderamente preocupado.
El teléfono sonó y al contestarlo, la dura y furiosa voz de Lori me exigió que la comunicara con papá.
Con temor me acerqué a él de nuevo en el comedor.
—Ah... Papá, tienes una llamada.
Se sobresaltó al volverse hacia mí.
—¿Es Shirley?
—No. Es Lori.
Pareció de pronto decepcionado. Tomó el aparato y tras saludar a Lori secamente, lo miré fruncir el ceño preocupado. No tenía idea qué podría estarle diciendo mi hermana, pero sin duda no parecía nada agradable.
—Lo siento, Lori. Esperaba ya tener los fondos para cuando la Universidad cobrara el cheque... Mira, este no es un buen momento y lo sabes, así que... Pues lo siento. No tengo dinero y lo que Leni, Luan o Luna me dan de sus trabajos y eventos no me alcanza... ¿Y de dónde quieres que lo saque?
Al girarme me di cuenta que no era el único que se había puesto a escuchar la discusión. Luan se había sumado ya a mis hermanas para seguir el hilo de la llamada.
—Cerré el restaurante porque ya no me presentaba ingresos, de hecho sólo me estaba dando pérdidas —hubo una pausa mayor—. Pues ya nos las arreglaremos, hasta entonces tú sólo concéntrate en tus estudios y... —su tono de voz sonó más comprensivo además de dolido—. De verdad lo lamento, cariño. Sólo regresa a casa entonces. Tal vez el próximo año las cosas sean distintas. Te am...
Miró el teléfono el cuál repiqueteaba por la llamada terminada. Me miró y pareció disgustado al darse cuenta que nunca me moví de ahí.
Temí que me fuera a decir algo, pero lo que hizo fue regresarme molesto el aparato.
—Lincoln, te voy a pedir que si llaman por teléfono buscándome, sólo diles que no estoy. No estoy para nadie, sin importar que sea Myrtle, tu hermana ni nadie. Sólo si es tu tía Shirley me la pasas de inmediato.
—¿Por qué?
—Porque te lo estoy pidiendo, Lincoln. Sólo hazme caso y dale el aviso a tus hermanas.
Aunque preocupado, no dije nada limitándose a asentir. Quizá era mi idea pero se me figuraba que papá estaba perdiendo más cabello.
Regresé con mis hermanas. Entre si nos vimos confusos y preocupados. De pronto Luan nos dijo:
—Tal vez sólo tiene miedo que vuelva a hablar un cobrador. Últimamente han hablado muchos de esos.
Miré a Lisa de pronto.
—Oye, ¿no tienes algún invento o algo que nos pueda ayudar a salir de esto?
—Lo lamento, pero papá ya había usado el fondo monetario de mis patentes para financiar su restaurante. De lo que hubiese quedado, me parece que terminó en la carrera de Lori hasta donde pudo pagarla.
De pronto Lynn parecía haber perdido el entusiasmo por jugar. En realidad todos volvimos a perder los ánimos de hacer lo que sea.
Miré a papá. Furioso volvía a usar su celular para mandar mensajes a alguien. Preocupado más de lo que ya lo estaba, parecía con apuro estar esperando algo.
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