44. Llanto

En silencio me encontraba repasando por medio de los libros, algunos verbos y sus conjugaciones en francés. Lily dormitaba recargada en mi costado derecho abrazada de su osito de peluche, Lynn lo hacía en el izquierdo con uno de los libros sobre su cara. Leni suspiraba mirando sus uñas junto a Luan que roncaba sobre una de las hamacas. No tenía idea de donde estaba Lucy, tal vez había ido abajo al baño y aguardaba a que Lisa saliera del mismo. Las gemelas por su lado jugaban juntas con la casa de muñecas.

Lisa subió y tras caminar unos pasos se detuvo para observarnos con cierta reprobación. Con sus manos se frotó las sienes de su cabeza. Era evidente que algo le estaba molestando más de lo que por lo general lo estaba desde hace unos días.

—¿Se dan cuenta que perdimos irremediablemente un año de estudio?

Dejé a un lado el libro para prestarle atención. En realidad, yo ya era consciente desde la semana pasada acerca de lo que decía en ese momento, pero a las gemelas esto pareció ser una sorpresa.

—¿A qué te refieres? —Lola le preguntó.

—Me refiero a que si en este preciso instante nuestro padre nos sacara de aquí finalmente y lo primero que hiciera fuese intentar inscribirnos en una escuela, no importando que se tratase de la primaria, secundaria o preparatoria, en ninguna nos aceptarían por el largo tiempo ya transcurrido desde que dejamos la misma, por no mencionar aparte la falta de conocimientos que debimos adquirir y que serían necesarios para aprobar un examen de ingreso ante el cambio de ciudad, además de país.

—¿Eso significa que tú también podrías reprobar un examen si te lo hicieran? —Lana le preguntó sorprendida.

—Sería una excepción a la regla en ese aspecto, pero por políticas escolares igualmente es posible que me negasen el acceso.

Luan nos sorprendió, pues pensábamos que continuaba dormida, cuando de pronto habló.

—Pues si perdimos un año de escuela, ya lo perdimos y ya.

Lisa molesta la increpó.

—¿Es que no puedes darte cuenta de la magnitud del daño que algo así representa para nuestros expedientes académicos? ¿Crees que esto es divertido, so tonta?

Luan se incorporó y molesta de un salto salió de la hamaca poniéndose de pie y llevándose las manos a la cadera. Lynn se talló los ojos tras despertarse debido a todo el escándalo que Lisa ocasionó, lo mismo Lily que miraba a Luan tan sorprendida como Leni lo hacía.

—Por supuesto que no encuentro nada de esto divertido, cerebrito. Es sólo que por si no te has dado cuenta, tenemos preocupaciones mayores que perder un año de clases. Mira a tu alrededor. La habitación de abajo y este ático se han convertido más que en nuestro hogar, en una prisión los últimos tres meses. ¡Además, mamá está muerta, papá parece que se olvidó de nosotros, las únicas visitas que recibimos son las de Bart porque es su trabajo y la de un viejo cascarrabias que salió de la nada resultando ser nuestro otro abuelo! —se detuvo un momento para tomar aire y tratar de calmarse—. Agrega a que Lori y Luna salieron de nuestras vidas y desde entonces no hemos tenido noticias de ninguna de ellas.

Al terminar de hablar, se llevó una mano a los ojos para tallárselos, pero no creo que fuese porque tuviera sueño. Lisa bajó la mirada tratando como Luan de no llorar.

—Basta, chicas.

Voltearon a mirarme y sentí como Lynn me tomó del brazo y volvió a apoyarse en mí atenta a mis palabras.

—Sé que están frustradas tanto como yo, pero no ganaran nada con enojarse entre ustedes. Tienen derecho a estar molestas, lo entiendo, pero nosotros no somos nuestros enemigos como para que estén desquitándose entre sí.

—¿Y quién es el enemigo? —Lola me preguntó con seriedad—. ¿Dios porque se llevó a mamá? ¿Lori por irse a vivir con Bobby? ¿Luna por hacer lo mismo que ella, pero con Sam? ¿El banco por quitarnos nuestra casa? ¿Papá por no encontrar otra salida que traernos aquí? ¿El abuelo por tratarnos mal cuando se supone que somos sus nietas?

Me quedé mudo al no saber qué responderle. Lynn suspiró antes de hablar.

—Supongo que el enemigo es la suerte que le dio por burlarse de nosotros y darnos la espalda cuando más la necesitábamos.

En otras circunstancias tanto yo como el resto nos molestaría que sacase a colación el asunto de la suerte ante lo mucho que nos costaba tolerar sus supersticiones, aunque creo que como todos, comprendí esa quizá se trataba de la respuesta más próxima a ser la acertada.

Tras un prolongado silencio en el que nos quedamos reflexionando aquello, Leni exclamó mirando sus manos.

—Mis uñas son un desastre. Desearía ir a un spa como al que me acompañaron mamá y Lori en mi anterior cumpleaños. Las extraño mucho como tú debes extrañar a Luna, Luan.

Luan se cubrió el rostro con las manos y comenzó a sollozar. Leni se acercó y fue abrazarla. Me puse de pie dejando a Lynn y Lily para acercarme a abrazar a ambas, pero las dos no tardaron en unírsenos como las gemelas lo hicieron enseguida. Lisa parecía dudosa, su aspecto parecía devastado. Creí que sería la única que no se nos uniría, cuando quizá tratando de desviar la atención, preguntó.

—¿Dónde está Lucy?

Sin soltar a mis hermanas miré a mi alrededor percatándome que en efecto no estaba presente.

—¿No estaba contigo abajo en la habitación?

—No. Creí que estaría aquí con ustedes.

Solté a las chicas y me alejé un poco hacia el fondo del ático.

—¿Lucy? ¿Dónde estás? ¡Lucy!

Aunque era normal que le diese por perderse por ahí en casa, raramente desaparecía de nuestro rango de visión ahora que nuestro entorno se había visto tan reducido.

—¡Lucy! —Lynn gritó contagiándose con mi preocupación— Lincoln te está llamado. ¡Sal de donde estés en este momento!

Las gemelas contrariadas se separaron y comenzaron a recorrer el ático gritando el nombre de nuestra hermana, pronto Lily se les unió haciendo lo mismo asustándose por no encontrarla.

—Lu... ¡Lucy! —Luan la llamó también tras sorber su nariz—. Si estás tratando de asustarnos, no es el momento adecuado. ¡Sal ya!

Los minutos transcurrían y comenzamos a entrar en pánico. Un par de veces bajamos al descanso, la habitación y el baño con la esperanza de encontrarla bajo la cama o en la bañera dormida, pero nada. De pronto un pensamiento invadió mi mente: "¡Por Dios! ¡Lucy encontró el modo de salir de aquí y se escapó!"

El tiempo transcurría y estábamos más asustados que nunca.

—¡Chicas! ¡Lincoln!

Esperaba que el llamado de Lana se debiera a que finalmente dio con Lucy, pero cuando llegamos hacia el punto donde nos llamaba, nos congelamos sorprendidos por lo que Lana encontró en un rincón del ático, algo que Lily señaló riéndose.

—¡Conejo!

Estaba parado sobre sus patas traseras mirándonos de forma inexpresiva con sus largas orejas en alto. Era gris, de ojos rojizos y un poco rechoncho. Su respiración estaba agitada. Nadie se movió temiendo asustarlo, aunque no se me ocurrió hacia dónde podría huir sin encontrarse en algún punto con alguno de nosotros... pero... ¿cómo se supone que entró en este lugar para empezar?

Lana lentamente fue la primera en dar unos pasos al frente sin perderlo de vista. El conejo de pronto saltó hacia el fondo del ático y mi hermana corrió tras él.

—¡Espera amiguito! ¡No vamos a hacerte daño!

La seguimos y observamos cómo el conejo la evadió saltando entre los libreros y las pilas de cachivaches, hasta detenerse sobre uno de los cinco pesados baúles que terminamos por arrinconar un par de meses atrás.

Se dio la vuelta y nos miró. Hizo algo todavía más raro, saltó un par de veces en el baúl, lo que provocó que incluso Lana se detuviera extrañada por ese comportamiento.

—¿Qué te sucede, amigo? ¿Quieres algo del baúl?

El conejo volvió a saltar en el mismo sitio tres veces y confiando en que quizá Lana podría atraparlo, le dejamos de nuevo ser la primera en acercársele. Una vez que Lana estaba a un paso del baúl, el conejo volvió a saltar sobre el mismo.

—Oye... ¡ah!

Lana dejó en paz al conejo cuando su atención se dirigió hacia el baúl confundida. Pegó el oído en él y de pronto exclamó con los ojos bien abiertos.

—¿Lucy? ¿Eres tú?

El conejo se marchó saltando detrás de los baúles, pero dejó de importarme cuando alarmado tras comprender lo que Lana había dicho, me dirigí hacia ese baúl el cuál intenté abrir sin ningún resultado. Tenía una cerradura, pero ninguna de las chicas hasta donde sabía había dicho nada de encontrarse alguna llave por ahí.

—¡Lucy! ¿Estás ahí?

Como Lana pegué mi oído contra el baúl esperando a que alguien me respondiera. Escuché un lastimero lamento casi ahogado, pero con una tonalidad familiar.

—¡Está atrapada ahí dentro!

Tras decírselo al resto de las chicas, con todas mis fuerzas traté de abrirlo, más fue en vano. De pronto todas mis hermanas presentes se posicionaron a mi lado intentando abrir por la fuerza el baúl sin conseguirlo.

—¿Cuánto tiempo tiene ahí dentro? —Leni preguntó preocupada.

—Eso no importa ahora —Lisa exclamó—. ¡Tenemos que sacarla de ahí antes que se quede sin aire!

Lynn, siendo la primera en comprender que nunca abriríamos el baúl de forma convencional, comenzó a golpear con sus puños la cerradura desesperada, lo que me dio una idea. Me marché hacia el espacio donde Lana suele jugar o pasar el tiempo, ahí entre las herramientas que fue recolectando en el ático encontré un martillo que me serviría.

Cuando regresé, con horror vi además de a las chicas tratando aún de abrir el baúl, a Lynn gritando y gruñendo golpeando todavía la ya enrojecida cerradura por la sangre de sus nudillos.

—¡Detente, Lynn! ¡Basta!

Tuve que empujarla para hacer que se detuviera. Ella cayó al suelo, pero no me detuve a ayudarla pues mi prioridad en esos momentos era Lucy.

Alcé el martillo y con todas mis fuerzas golpeé la cerradura. Esta apenas y se acható. La segunda vez que lo repetí hizo un sonido extraño. En la tercera ocasión se dobló un poco y algunas piezas botaron. Finalmente en la cuarta se desprendió por completo y la tapa salió volando hacia atrás ante la fuerza de las chicas al abrirla.

Inmediatamente saqué a Lucy que estaba hecha un ovillo sobre unas cobijas respirando con dificultad. Con las chicas detrás de nosotros, corriendo la cargué entre mis brazos hacia el descanso donde yo dormía, enseguida la puse sobre mi cama y froté su pecho y cara esperando que agarrara más aire y comenzara a respirar mejor.

—Lin... coln...

—Aquí estoy, Lucy. Aquí estamos todos.

Leni nos dejó y salió corriendo hacia la habitación, para enseguida regresar con algunas toallas mojadas. Se sentó en la cama y recostó a Lucy en su regazo comenzando a limpiarle la cara. La humedad y el frío del agua afectó de tal modo a nuestra hermanita que empezó a respirar con mayor fuerza, lo que era positivo según señaló Lisa mirando sorprendida y quizás con cierta añoranza a Leni.

—¿Ma... mamá?

Lucy exclamó casi sin aliento. De pronto hizo algo que antes nos hubiera parecido inconcebible. Con su mano y tras recuperar un poco más sus fuerzas, se hizo a un lado el fleco de su cabello para tratar de enfocar a Leni con ambos ojos, tanto el normal azul claro, como el café en su esclerótica rojiza.

—Ya pasó, hermosa —Leni trató de consolarla arrullándola—. Ya pasó.

Lucy comenzó a llorar y con sus brazos se aferró al torso de Leni gimiendo "¡Mami!" al hacerlo.

Pasaría mucho antes de que consiguiera calmarse y se diese cuenta de su error. Entonces nos explicaría en la noche con más calma cómo tras curiosear por ahí y encontrar el baúl abierto, al ver su tamaño creyó tener un reemplazo de su cama ataúd que dejó en casa y a la cual extrañaba, incluso lo cerró una vez se metió sin percatarse de la cerradura que tenía terminando atrapada dentro accidentalmente. A diferencia de su ataúd, el baúl no tenía ningún resquicio donde el aire pudiera filtrarse.

Lisa también estaba afectada por lo sucedido.

—Una hora más y es posible que se hubiera asfixiado.

Pero de todo eso me enteraría después. Cuando entendí que Lucy estaba a salvo en brazos de Leni, tomé de la muñeca a Lynn y la obligué a que me acompañara al baño.

—¿Qué estás haciendo? ¡Quiero estar con Lucy!

—Estás lastimada, Lynn. Tú también necesitas atención.

Tal vez hubiese podido zafarse de mí de estar en condiciones de hacerlo, pero en esos momentos Lynn estaba agotada por el esfuerzo que puso en romper con sus manos la cerradura, preocupándome que siguiese sangrando de las mismas.

Ya en el baño hice que pusiese sus manos sobre el chorro de agua del lavado. Ella ahogó un quejido y cuando el agua lavó la sangre, pude ver los múltiples cortes que se hizo en los nudillos. Esperaba que sólo fuese la piel lo que se dañara y no se los haya roto.

Tras el espejo del lavado había un botiquín con algunas cajas de aspirinas, antigripales, una botellita de agua oxigenada, banditas y un rollo de vendajes. Este último lo tomé y con cuidado comencé a cubrir las manos de Lynn tras aplicarle el agua oxigenada. Ella apretaba los dientes por el dolor, pero se dejaba hacer lo necesario por su bien.

—Te pondrás mejor. Ya lo verás.

—Gracias, Linc. Lo importante es que Lucy está a salvo. Suerte que ese conejo saltara al baúl y Lana se diera cuenta después de que ella estaba adentro.

Por la conmoción, casi me había olvidado del conejo que insistentemente había saltado ahí.

—Tal vez no fue una coincidencia que lo hiciera. Tal vez... nos avisaba que Lucy estaba en problemas.

Lynn me miró y pareció considerar mi teoría.

—¿Y a dónde se fue ese conejo?

Recordé el tamaño que tenía. Era grande y rechoncho, pero no tanto como cierto hueco en la pared donde encontré el diario de la bisabuela Harriet semanas atrás.

—Creo que regresó a su casa.

O tal vez lo propiosería decir que regresó a su guarida, la misma que ha estado compartiendo connosotros todo esté tiempo.

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