—Cielos, chicos. ¿Pero qué les pasó?
Papá nos miró preocupado a todos, hasta ese momento no habíamos prestado atención al hecho que de pies a cabeza estábamos sucios, llenos de polvo, tierra y con la ropa manchada, incluso Lola, por lo que la tiara de piedras preciosas desentonaba mucho con el resto de su aspecto.
—El ático, papá —le respondí—, eso es lo que sucedió. No creímos que hablabas en serio cuando mencionaste que nunca nadie lo había limpiado jamás.
—Tampoco es tan así, recuerdo que cuando era niño... no, espera. Creo que ese había sido el desván del ala sur. ¿Tan mal se ve?
Luan lo tomó de la mano.
—¿No quieres subir y darle un ojo? Tal vez también una mano, una pierna y todo lo demás, ¿entiendes?
—Lo siento querida, será en otra ocasión. Le prometí a su abuela acompañarla a cenar con unos socios que se encargan de una de sus empresas.
—¿Cuál de todas? —Le preguntó Lisa con interés.
—De las de telefonía, me parece.
Lola resopló sacando su celular que como el del resto, no servía para hacer llamadas o mandar mensajes en estos momentos.
—Me sorprende que sepan de telefonía cuando no saben nada acerca de cobertura aquí adentro.
—Créeme que se los he dicho. Bueno, no con esas palabras, pero creo que se hacen una idea.
Lana se quitó la gorra y algunas motas de polvo se le escaparon del cabello tras sacudírselo, por lo que Lola y Lily se apartaron de ella.
—Pues lo siento, papá. Hubiera sido más divertido que te quedaras con nosotros a jugar en el ático. Seguro esa cena será muy aburrida.
—Por el contrario, yo creo que se trata de algo maravilloso.
—¿Por qué? —Lucy le preguntó tan confundida como el resto.
—¿No se dan cuenta? ¡Mi madre me está presentando con las personas que administran sus negocios! Esa es una señal de que quiere que me integre a sus asuntos, lo que significa...
—¡Qué te está recibiendo en su vida de nuevo! —chilló Lisa emocionada—. Y en tan sólo dos días lo conseguiste. No me extrañaría que para la próxima semana se muestre tan optimista y emocionalmente emotiva y susceptible maternalmente, como para que sea el momento propicio para que conozca a los integrantes de su última descendencia.
—¡Sí! —Leni entusiasmada aplaudió—. Además de eso, tal vez para entonces sea el momento para que papá nos presente a la abuela.
Papá asintió, aunque por un breve segundo me pareció que el optimismo de su expresión pareció flaquear.
—Sí, cariño. Es posible.
Con una mano sacudió unas motas de polvo que estaban en el cabello de Lily.
—Espero que les guste la cena. Yo mismo la preparé esta vez.
Vimos las bandejas de lasaña en el carrito y además de despertárseme el apetito, la boca se me hizo agua. Aunque Lynn parecía a punto de saltar para servirse una buena porción, extrañada miró a papá.
—Sé que el abuelo y el chofer saben de nosotros, ¿pero a la abuela y al resto de sus sirvientes no les parece extraño que prepares tanta comida que ninguno de ellos se va a comer?
Papá frunció un poco los labios con desagrado. Al darse cuenta de lo que hacía, recompuso su expresión.
—Bueno, también está Bart, el mayordomo en jefe. Él se está encargando que la servidumbre se mantenga alejada de esta ala de la casa y sí, también es mi cómplice en darle descansos y salidas al cocinero para ocuparme de la comida, o decirle que la comida es para un club al que tenía que ir y llevar lo que fue su desayuno de esta mañana.
Leni que ya estaba repartiéndonos en platos desechables la lasaña, sonrió.
—Suena como una persona muy amable.
Él no le respondió nada. Miré con cierta tristeza mi celular sobre una de las cómodas.
—Papá, ¿realmente no hay nada que podamos hacer por el internet?
—Lo lamento, hijo. Es la única desventaja de vivir aquí. Estamos un poco incomunicados.
Por el contrario, yo diría que sólo es una de las muchas y numerosas desventajas de vivir aquí.
—Pero tú has salido, papi —le mencionó Leni pensativa—. ¿Le has hablado a Lori o a Luna para saber cómo están?
Si bien nos parecía imposible que papá tuviera contacto con Luna, bien podría tenerlo con Lori, por lo que lo observamos esperando noticias de ella. En efecto papá tenía algo que contarnos.
—Sí, por la tarde pude hablar con ella por teléfono y... sigue molesta conmigo, pero les manda saludos a todos y espera que se encuentren bien.
Lucy suspiró.
—Le contaste sobre lo que ocurrió cuando llegamos.
—Fue una llamada rápida. Le garanticé que estábamos bien y no había nada por qué preocuparse.
—Entonces le mentiste descaradamente —Lynn rezongó con un tono de voz acusatorio que hasta a él lo sorprendió como a nosotros.
—Cuida ese tono, jovencita —se frotó las sienes tratando de mantener su buen humor, cosa que no logró—. Miren, sé que están aburridos de estar aquí adentro, pero vean el lado positivo. Hay un techo sobre sus cabezas, camas suaves, además de un lugar muy amplio donde pueden divertirse y pasarlo bien si se ponen creativos. Además, sólo será temporal, Ya verán que antes de lo que se lo esperen se la pasarán mejor que bien.
Con sus manos, tomó una de las de Luan y con la otra la mía.
—Sé que están atravesando algunas complicaciones, pero confío en ustedes dos con la inventiva que tienen para poder darle forma a ese viejo ático y hacerlo algo ameno para sus hermanas. Es como esa vez que en casa se fue la luz y se la pasaron de maravilla en el ático de nuestra vieja casa, es lo mismo, sólo que el tiempo de su estancia es un poco más prolongado, además que cuentan con la ventaja que allá arriba podrán encontrar muchas más cosas variadas con las que poder entretenerse.
Miró un momento los libros que Lucy y Lisa bajaron, así como la tiara de Lola y la pelota de béisbol que Lynn tenía a su lado mientras comía su lasaña. Aprovechando el tema, fue Lucy quien le hizo la pregunta que la mayoría teníamos en mente.
—Allá arriba encontramos una especie de salón de clases improvisado. Ya sabes: un pizarrón y tres pupitres.
Los ojos de papá se abrieron con sorpresa. Nos soltó a Luan y a mí y durante unos segundos pareció haber perdido el aire a la vez que palidecía; segundos después sencillamente sonrió y se mostró entusiasmado.
—Eso... ¡Eso es genial! Podrían usar eso para estudiar un poco. Sólo porque por el momento no van a la escuela, no significa que deban únicamente jugar y flojear. Lisa, hija, ¿crees que podrías usar eso para ayudar a tus hermanos a repasar lo que vieron en la escuela antes de venir aquí?
Lisa se acomodó los anteojos sorprendida por la petición.
—Sí, supongo que podría mientras ellos demuestren interés en hacerlo.
Por las muecas que Lola, Lana y Lynn hicieron, era evidente que de interés no tenían nada. Lucy no dejó el tema ahí.
—Vimos unas marcas. Tenían tu nombre. Eran diecisiete.
Papá se cubrió la boca con las manos. Se dio unos segundos para pensar en algo antes de contestarnos con nerviosismo tratando de mantener esa sonrisa de compromiso.
—Ese ático es... algo especial, ¿no? Cuando... cuando era un niño y me portaba mal o hacía algo que no debía... pues... su abuelo me encerraba toda una tarde ahí para que pensara en lo que hice. En total fueron... ya lo saben. Diecisiete veces fueron las ocasiones que me porté realmente mal desde que tengo memoria hasta los trece años, pero dejé de hacerlo y dejaron de castigarme de ese modo.
Meditamos al respecto, fui yo quien hizo entonces la pregunta.
—¿Por qué el nombre de la bisabuela Harriet estaba ahí también? Había más de cien marcas de su lado.
—Ciento setenta y cuatro. —Lisa me corrigió.
Papá se mantuvo serio.
—Sí, ya... ya había olvidado eso. Bueno, es... algo complicado de explicar. Su bisabuela estuvo un tiempo pues... viviendo en esta mansión, en esta habitación, incluso. Como ustedes, también podía moverse entre esta pieza y el ático.
A pesar que nos habíamos imaginado que se trataba de eso, no por ello dejó de sorprendernos.
—Creí que nuestros tatarabuelos no querían a la bisabuela porque su hijo estaba comprometido con otra —Lola preguntó intrigada—. ¿Cómo es que la dejaron quedarse?
—No es que su bisabuelo les pidiera permiso para traerla... o les dijera que lo hizo.
Casi nos echamos para atrás por la impresión, hasta Leni había entendido lo que quiso decir, siendo ella la que hizo la pregunta que nadie se atrevió a hacer.
—¿Tenía oculta a la bisabuela Harriet aquí adentro... como tú lo haces con nosotros?
—Y fue algo temporal... hasta que los padres de Christopher la descubrieron, la corrieron y ya les expliqué el resto sobre cómo él tuvo que renunciar a ella definitivamente hasta tomar posesión de todo.
Algo se me estaba escapando, pero no pude organizar correctamente mis pensamientos para ver de qué se trataba. De pronto papá se puso de pie y miró su reloj.
—Miren, la verdad es que yo tampoco sé muy bien cómo es que ocurrió eso. Lo que acabo de decirles junto con lo que les expliqué antes, es todo lo que mi madre me contó cuando yo también le pregunté acerca de esas marcas cuando era mucho más joven. Hasta la fecha nunca le he podido sacar más y no pienso interrogarla ahora que estoy intentando quedar bien con ella, mucho menos por una historia vieja que ya no nos concierne. Ahora si me disculpan, no puedo hacerla esperar, así que vengan para despedirme de ustedes.
Resignados en que no sabríamos más al respecto, uno a uno nos le acercamos para recibir un beso y un abrazo de buenas noches, junto con su promesa de quizás vernos mañana en el desayuno o en la comida. Cuando se despidió de mí, no pude contenerme en hacerle una última pregunta.
—Papá, ¿las otras marcas que casi están borradas eran de la abuela? —incómodo, sólo asintió—. ¿Y ella por qué estuvo allí tantas veces?
—Supongo que mis abuelos también la castigaban de esa manera cuando era más joven. En realidad, nunca me lo contó y creo que nunca lo hará. Ese es uno de los motivos por los que ella no se acerca mucho a esta zona de la mansión y mucho menos al ático, o no deja que suban al mismo a asearlo.
Todo eso me dio algo más para pensar.
Como de costumbre, al final se marchó llevando el carrito donde nos trajo la cena y decidimos que era momento de tomar un baño para ya irnos a descansar, realmente estábamos exhaustos.
Mientras esperaba mi turno al quedar de último para bañarme, me quedé dándole vueltas al asunto de la bisabuela y el ático. Todos esos días marcados fueron casi seis meses y se suponía que no pasó mucho tiempo entre lo del bisabuelo Christopher y lo que comenzó con ella, o la separación que tuvieron.
—¿En qué piensas, Lincoln? —Lucy me preguntó—. Te noto perturbadoramente pensativo.
—En Pop-Pop cuando vino a este sitio.
—¿De cuándo nuestra abuela Rita lo invitó aquí para poder conocerlo después de la guerra?
—No. De muchísimo más antes que eso... antes de que siquiera naciera.
Lisa que se preparaba para bañarse también, tras escucharme me miró sombría. Supongo que ella también había llegado a la misma conclusión que yo. Tal vez si la bisabuela Harriet se hubiese quedado más tiempo, es posible que Pop-Pop hubiese nacido en aquél ático.
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