29. Un recuerdo que se diluye

La mañana transcurrió muy lentamente. La ventana, aunque no muy amplia, nos ofrecía una vista interesante del bosque, las colinas y el lago artificial no muy lejos de la mansión. Parecía una postal. Al ver el paisaje, al igual que mis hermanas deseé poder estar allá afuera explorándolo todo.

—Lo que daría por cruzar corriendo todo el valle.

Miré a Lynn. Luan le pasó una mano sobre su hombro.

—¿Para hacer ejercicio?

Mi hermana se quedó callada unos instantes.

—Sí, claro.

"Para escapar", imaginé que diría, aunque quizás esa respuesta estuvo en sus pensamientos. Las horas pasaban y mientras que luan y Leni trataban de entretenerse con algunos juegos sencillos en el celular, o yo junto a Lynn, Lucy y Lola trataba de distraerme con una baraja, Lily y Lana continuaban mirando con tristeza por la ventana.

—¡Quero salir ajuera! —comenzó a vociferar Lily. Lana no tardó en secundarla.

—Yo también. Es injusto que estemos aquí adentro perdiéndonos de todo allá. ¿Se imaginan la fauna que debe haber en el valle? ¡Tal vez hasta haya osos!

Lola chistó.

—Y creo que ese detalle es de los pocos motivos por los que agradezco estar aquí adentro.

A nadie nos pareció sincera su aseveración. Ignoramos si con eso había intentado convencer a sus hermanas de que lo mejor era continuar encerrados, o lo mencionó para convencerse a sí misma.

—¡Quero salir ajuera! ¡Quero salir ajuera! ¡Quero salir ajuera!

Lily continuó con su pataleta y de pronto con las palmas comenzó a golpear el vidrio. Lana trató de tomarla de las manos para que dejara de hacer eso. Lily forcejeó con ella consiguiendo soltarse. De pronto la más pequeña de mis hermanas corrió hacia Leni a nada de llorar.

—¡Quero salir ajuera! ¡Déjame ir!

—No podemos, Lily. Tenemos que portarnos bien y quedarnos aquí.

—¡Por favor, mami!

Incluso quienes sólo se limitaban a ignorarla dejaron lo que estaban haciendo como yo para mirarla sorprendidos, aunque ni la mitad a como Leni parecía estarlo.

—Ah... Lily. Yo soy Leni, ¿recuerdas? Soy tu hermana.

La pequeña de dos años la miró confundida unos momentos antes de caer en la cuenta que se había equivocado. Miró a su alrededor y a cada uno de nosotros.

—No eres mami, ¿Dónde stá mami?

Bajé la mirada incapaz de soportar la escena. Luan se cubrió la cara para que no la miráramos sollozar antes que las gemelas. Leni abrazó a Lily pegándola contra su cuerpo.

—Mami se fue, Lily. Sólo estamos nosotros.

—¿Y papi?

—Él está ocupado, pero ya regresará.

—¿Mami también?

—Ella no... ella no puede hacerlo, Lily.

—¿Por qué?

—Porque se fue a uno de esos lugares donde la gente no puede regresar.

—Pero yo quiero a mami.

Al final hasta Lisa que no había apartado la vista del libro que llevaba, lo cerró con brusquedad para irse a encerrar en el baño, quitándose los anteojos en el camino para limpiárselos.

Leni le hacía a nuestra hermanita algunas caricias en el cabello.

—Y yo te quiero mucho a ti, Lily. Mamá ya no está, pero estamos nosotros, estoy yo.

Lily hipó y se acomodó mejor al recargarse contra ella.

—¿Puedes ser mi mamá, Leni?

Mi hermana pareció dudarlo. Nos miró a nosotros esperando a que le dijéramos qué debería de hacer, pero ni siquiera yo sabía qué podría ser lo correcto, a juzgar por las expresiones del resto de mis hermanas, nadie parecía saberlo. Leni esperando no equivocarse, la besó en la frente.

—Sí. Puedo serlo si eso te hace sentir mejor, Lily.

—Te quiero mami.

Durante la siguiente media hora no hicimos nada más que contemplar con tristeza a Lily, pensando que después de todo, no había olvidado a mamá, al menos no todavía, pero sería cuestión de tiempo antes que lo hiciera con el pasar de los años.

La hora de la comida llegó y nuestros ánimos se levantaron cuando empujando el siguiente carrito de comida que dejó junto al otro, papá entró regalándonos una gran sonrisa a todos.

—¡Papá! —Chilló Lola seguida de su gemela para ir a abrazarlo.

Lily despertó por el ruido tras quedarse dormida en brazos de Leni. Corrió al encuentro de papá feliz al verlo.

—¡Papi! ¡Te estrañaba!

Tras dejar el carrito, papá se inclinó y abrazó a las pequeñas. Lisa perdió el recato y como las gemelas también fue hacia él feliz de poder verlo. No nos dimos cuenta en qué momento Lucy se acercó, pues de pronto estaba detrás de él abrazándolo por la cintura.

—Mis princesas, también las extrañé. De verdad que quise venir, pero su abuela fue muy insistente en que la acompañara a desayunar al club.

—¿Un club? —Preguntó Luan interesada tras saludarlo con un beso en la mejilla.

—Sí, cariño. Es uno de esos lugares donde la gente rica va a pasar el tiempo. No fue tan malo. Incluso mi madre me presentó como su hijo a algunas de sus amistades que nos encontramos.

—¡Genial! —exclamó Lynn— Significa que la abuela ya te perdonó.

—No precisamente, pero significa que voy por buen camino. Cada vez el terreno para tantear el hablarle de ustedes se irá haciendo más fácil. ¿Y qué tal les ha ido?

—¡Mal! —exclamó Lily—. Mami diche que no podemos salir ajuera.

Papá se sorprendió por sus palabras y nos miró confundido buscando una explicación. Con un gesto le señalé a Leni al igual que lo hizo el resto. Ella se encogió un poco avergonzada. Papá se detuvo un instante pensando en algo, para enseguida recobrar su buen humor inicial ignorando aquello.

—Bueno, Lily. En realidad, soy yo quien dice que no pueden salir afuera. El abuelo ya se los había dicho, ¿recuerdas? Necesito que todos sean más pacientes con esto.

De pronto y al darse cuenta de algo, retrocedió y cerró la puerta a sus espaldas, enseguida regresó con nosotros. Miró a Leni y después a Luan con duda, al final se acercó a esta última.

—Tengo algo para ustedes que quiero que cuiden muy bien —de su bolsillo sacó algo que puso en la mano de Luan—. Cariño, quiero que intentes amenizar las cosas con tus hermanos y con su ayuda consigas hacer que las menores se la pasen un poco mejor aquí arriba.

Luan nos mostró la llave de hierro que le entregó.

—¿Es la que abre la puerta al final de las escaleras en mi habitación? —pregunté esperanzado.

—Así es, Lincoln. La puerta da a un ático bastante amplio donde tendrán más espacio para moverse y jugar, por lo que no será necesario que pasen todo el tiempo aquí encerrados. Tiene paredes y un piso muy grueso, por lo que está prácticamente insonorizado, así que allá podrán hacer todo el ruido que quieran. Dudo que alguien abajo los llegue a escuchar. Una vez cuando era niño, me quedé encerrado por accidente con Shirley ahí. Pasaron horas a pesar de nuestro escándalo, antes que alguien fuera a buscarnos allá adentro, tras no aparecer en el resto de la mansión.

Me pregunté cómo es que alguien podría quedarse encerrado por accidente de tal forma. Luan se irguió con orgullo.

—Gracias, papá. Te prometo que daré lo mejor de mí para mantener a esta audiencia entretenida.

—No sólo entretenla, cuídalos bien, por algo eres ahora la hermana mayor a cargo.

Lynn carraspeó groseramente, pero no podía culparla. Frunciendo el ceño, cuando papá volteó a mirarnos, con un gesto acusatorio le señalamos a Leni, quien, si bien no dijo nada, parecía un poco dolida por la manera en que se sintió dejada de lado.

—Ah... y estoy seguro que Leni te será de gran ayuda para eso, por supuesto.

Quizás y sólo porque de verdad queríamos apreciar el tiempo que pasábamos con papá en lugar de regañarlo, fue que cortamos el tema y en su compañía comimos el pollo frito con alubias que nos llevó, por lo que cada uno tomó un plato desechable para servirse una buena porción junto con un vaso de limonada de los termos.

Mientras comíamos, papá en una bolsa juntó la basura que dejamos del desayuno, para después ponerla bajo el carrito del mismo.

—Creímos que los sirvientes vendrían a limpiar el viernes —Lana le preguntó intrigada por su proceder.

—Y de seguro a ellos les intrigaría el por qué hay platos y vasos desechables sucios en una habitación que se supone debería de estar desocupada. Por cierto, cuando vengan y tal como el abuelo ya me dijo que les explicó, deberán permanecer en el ático para que no los vean, por si acaso sólo ese día sí procuren mantenerse en silencio incluso allá arriba hasta que se marchen.

—*Suspiro*. —Musitó Lucy— ¿Y dónde nos esconderemos cuando quieran limpiar el ático?

—Nunca lo asean, por lo que no tendrán problemas con eso.

Mientras Lucy parecía fantasear con lo que quizá se trataría de un lugar macabro en el que se sentiría en su ambiente, Lola chistó con disgusto.

—¡No quiero imaginar entonces lo asqueroso que debe de estar ese sitio!

Por el contrario, Lana sonrió al imaginárselo. Yo tenía algo muy distinto en mente. Tal vez y con la actitud de los abuelos, aquellas personas quizás no les serían tan fieles y podríamos hacer alguna nueva amistad en esta casa.

—¿Crees que los sirvientes nos delatarían con el abuelo si nos vieran?

Sentí un escalofrío cuando papá me miró como lo hacía el abuelo, seguramente intuyendo la idea que había pensado.

—No sería necesario que lo hicieran, mi padre desconfía de ellos, por lo que personalmente se queda a supervisarlos en la entrada.

Bien, ese es un plan que rápidamente descarté.

—¿Tú no vas a ingerir alimentos, progenitor?

Lisa también se había percatado que no comió nada.

—No, gracias. En realidad, mi madre quiere que la acompañe a comer más tarde, pero no saldremos en esta ocasión, así que no me iré tan lejos.

Una vez que terminamos, papá decidió recoger nuestros platos, vasos y cucharas desechables de la comida en otra bolsa junto con el resto de la basura. Antes de retirarse con uno de los carritos, nos dio un fuerte abrazo grupal.

—Paciencia mis niños.Verán que las cosas no tardarán en mejorar para todos. Hasta entonces seanpacientes y fuertes.

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