10. Una buena noticia

Con los ánimos por los suelos como de costumbre, mis hermanas y yo estábamos viendo en la televisión algo que Lola había escogido. No estoy seguro de qué se trataba. No estaba prestando atención. En realidad, creo que nadie lo hacía. Papá más que buscar una forma para salvar nuestra casa, había buscado en la sección de clasificados un departamento barato en donde todos pudiésemos caber.

Papá de pronto apareció y se puso frente a nosotros bloqueando el televisor con una amplia sonrisa.

—¡Familia! Les tengo una magnífica noticia. ¡La mejor de todas!

De pronto nuestros ánimos se renovaron. Hacía tanto que no teníamos una noticia de ese tipo. Lola fue la primera entusiasta en preguntarle.

—¡Nos ganamos la lotería!

—No, cariño. No se trata de eso.

—¿Ya conseguiste un mejor empleo?

—Tampoco, Luna.

Lori juntó sus manos esperanzada.

—¡Encontraste la manera de salvar la casa!

—Es algo muchísimo mejor que eso.

Esto se estaba volviendo cansado, además que no se me ocurría que podría ser mejor que no perder nuestra casa.

—Papá, ya dinos de qué se trata.

—¡Mis padres aceptaron que vayamos a mudarnos con ellos!

Alzó los brazos como para magnificar el efecto de la noticia, pero lo cierto es que nadie celebró, por el contrario, nos mostramos confundidos, siendo Lana la que exclamó.

—Un minuto. ¿Es que teníamos más abuelos además de Pop-Poo?

Era una pregunta válida. Papá hasta donde recuerde, nunca nos había contado mucho acerca de su vida antes de casarse con mamá, más allá de decir que sus padres vivían en otro país y que eran hippies, siendo Vanzilla una herencia de los mismos.

—¿Vamos a vivir a una comuna hippie?

Papá pareció ponerse nervioso ante mi pregunta.

—Por supuesto que no. En realidad... de acuerdo, ya siendo sinceros, esa foto que les mostré hace mucho que les dije que se trataba de mi padre, en realidad se trataba de mi tío, un primo de mi padre al que quise tanto como si en realidad lo fuera y el sentimiento siempre fue mutuo, de ahí que me diese la camioneta de su padre, el hermano de mi abuelo, antes de mudarse a Alaska. Pero ahora sí les hablo de mis padres, sus verdaderos abuelos por mi lado.

Nos sentimos bastante inquietos. ¿Esa persona de las fotografías no se trataba de nuestro verdadero abuelo paterno? Luna alzó la mano.

—¿Y quiénes son nuestros abuelos realmente, viejo?

—Viven en Canadá, en Ontario para ser más precisos. Durante semanas por medio de su tía Shirley he intentado ponerme en contacto con ellos y finalmente me han dado respuesta. Saben de nuestros problemas y aceptaron que nos vayamos a vivir con ellos.

Nadie parecía entusiasmado por algo así, en especial yo debido a cierto resentimiento que guardaba todavía por un problema escolar que involucró a Canadá.

—Pero, ¿qué hay de nuestros amigos aquí? —Preguntó Luan—. ¿Qué pasará con Benny?

Y como si hubiese empezado algo, un aluvión de reclamos tanto de mis hermanas como míos comenzaron a llover siendo similares al preguntar sobre nuestros amigos, las parejas de mis hermanas, la escuela y las vidas que ya teníamos aquí. Papá tuvo que pedirnos que guardáramos silencio varias veces antes que le hiciéramos caso y lo dejáramos continuar hablando.

–Bueno, ya chicos. Es suficiente. Miren, sé que es difícil dejarlo todo, pero la verdad es que acá ya no nos queda nada. Pronto perderemos la casa y no tenemos en el país ningún lugar a donde vivir. Su abuelo, el papá de Rita nos dejó algo, pero no es suficiente y en realidad Rita y yo no teníamos ningún patrimonio que darles debido a que vivíamos el día a día, siempre confiados a que llegaríamos ambos a viejos viéndolos a todos convertidos en adultos capaces de ver por sí mismos, esperando tras comenzar a pagar los estudios de Lori el juntar para los del resto, pero... ya saben. Mamá se fue y lo del restaurante no resultó. Mis padres son una nueva oportunidad para nosotros. Una oportunidad para empezar de nuevo.

Lynn no estaba muy convencida como el resto.

—Pero, ¿realmente los abuelos estarán bien en que todos nosotros vivamos con ellos?

—Es cierto —la secundó Lucy—. ¿No crees que se sentirían invadidos en su casa?

Papá sonrió.

—Bueno, chicos. Aún no les digo la mejor parte de esto. Verán, mis padres son... ¡ricos! Y no me refiero a ricos en el sentido que tenga una empresa y vivan en un buen vecindario. Me refiero a que son inmensamente ricos al punto de hacer ver a Lord Tetherby como un pordiosero. Son accionistas en muchas de las empresas de automóviles, seguridad privada y de otras empresas importantes en Canadá, por lo que el dinero lo tienen a raudales. Su casa en realidad es una mansión la cual la última vez que la vi tenía más de ochenta habitaciones distribuidas en cuatro plantas, además ocupa casi una décima parte de todo el terreno que tienen a su disposición. Hasta un lago artificial poseen. ¿No les parece asombroso?

Ciertamente tal noticia nos dejaba anonadados. Algunas chicas como Lola, Lynn e incluso Lisa parecían a punto de levantarse y ponerse a festejar al imaginarse tremenda riqueza, cuando de pronto Leni hizo una pregunta inesperada.

—Pero papá, si tienen tanto dinero, ¿cómo que mejor no podrías sólo pedirles que nos prestaran lo necesario para que no nos quite el banco la casa?

Esa sin duda era una idea tan fantástica que me sorprendió que a nadie ni a Lisa se le ocurriera. Papá suspiró y de pronto no parecía tan entusiasta como hace unos momentos.

—Es... complicado, cielo. Verán, el motivo por el que no les había hablado antes de mis padres, es porque estaba algo así como... peleados con ellos. Técnicamente caí en desgracia para la familia y es por eso que siempre me mantuve un tanto reservado a hablar de ellos de forma tan abierta hasta este momento.

—Ahora lo comprendo —exclamó Lisa acomodándose los anteojos—. Hiciste algo que a tu familia le pareció tan grave que te desheredaron por completo, por lo que es por ello que te negaron el derecho a reclamar cualquier bien que te pudiese corresponder, ¿es correcto?

—Pues... sí, es básicamente eso. Sin embargo, parece que mi hermana logró convencerlos de que me den otra oportunidad para que regrese y vuelva a ser parte de la familia, de ser así es posible que nuestros problemas económicos queden resueltos de por vida. Pero antes, claro, tenemos que ir para que los conozcan y vean los hermosos descendientes que tienen y así pueda arreglarme con ellos. Hasta que eso suceda, las puertas de su hogar estarán abiertas para recibirnos.

En serio que no supimos qué pensar. Papá nos mostraba de pronto la posibilidad de heredar una gran fortuna, pero todo lo que podía sentir era un mal presentimiento. Pero esto no acababa aquí, pues todos teníamos más preguntas al respecto, al menos yo tenía una.

—Papá, ¿exactamente qué hiciste para que te dejaran "caer en desgracia"?

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