Capítulo 17: Un recordatorio

—¡Nicholaaas! —grité con todas mis fuerzas desgarrando mi garganta en el proceso.

Todo pasó tan rápido y tan lento a la vez, que me costaba entender lo que estaba presenciando. 

Miré a Ferph en busca de explicaciones, consuelo o algo que me dijera que todo estaba bien, pero en su lugar me encontré con una expresión afligida. Traía las escleróticas cubiertas casi por completo de un rojo sangre, venía a tomarme de la cintura y al poner sus manos sobre mí, me levantó para correr conmigo sobre su hombro. Las lágrimas caían de mis ojos mientras era sacudida por la desesperación de mi amigo al correr, pero entendía lo que trataba de hacer, él me estaba alejando de lo que acababa de ser para mí; otra de las escenas más desgarradora de mi vida.

La primera fue la de mi madre y ahora...

Ver a Nicholas ahí tirado sin moverse, ver a la persona que me hizo sentir chispas por dentro en un lugar tan horroroso, y al que logró que mi corazón latiera a su favor, en ese estado...

Simplemente no podía ser.

Mis manos chocaban contra la espalda de mi sudoroso amigo, que hacía su mayor esfuerzo para, probablemente alejarme de tener el mismo destino que Nicholas...

No lo podía creer, todo iba bien, ¡todo iba bien! ¡¿Por qué?! 

La furia me invadió de repente.

¡Esto no puede ser cierto! ¡no lo voy a aceptar!

¡Nicholas...

—¡Levántate ya! —grité con la voz rota— ¡Nicholas! ¡Despierta!

Aunque veía el cuerpo sangrando en el piso, estaba esperando que se levantara, de verdad creía en que se iba a levantar.

Como cuando mintió sobre sus piernas, sobre su invalidez.

Esto igual, ¡tiene que ser otra mentira!

Mi corazón dolía, pero no aceptaría la muerte de Nicholas. Seguiría esperando que se levantara, así que seguí mirando su cuerpo expectante.

Entonces las cosas se pusieron peor.

Solté un grito cuando un disparo atravesó mi pierna, seguido de esto, escuché un quejido de Ferph y tuvimos una caída aparatosa en la que mi cuerpo aplastó la cabeza de Ferph y rodé unos centímetros lejos de él, vi a mi amigo tocar su pierna y supe que la razón de nuestro desplomo.

Una bala en su pierna.

Estábamos perdidos, perdidos y jodidos, pero no me importaba mucho, ya Nicholas no estaba.

¿Qué sentido tendría seguir? Mi única familia estaba acabada...

Tal como la anterior.

Me quedé acostada, el suelo estaba frío y algo polvoriento, el techo se fue borroneando a medida que cerré los ojos, dos gotas brotaron de ellos cuando mi vista se volvió negra. Me quedaría aquí, esperando mi cruel destino.

Cuando unas heladas manos, se posaron en mis muñecas y me jalaron hacia arriba.

Al abrir los ojos sorpresivamente pude entrever varias cosas; mis amigos no estaban cerca, de hecho, no se veía casi nada debido a un montón de humo grisáceo, la persona que me jalaba tenía largos mechones de cabello rubio, parecidos a los de la Doctora Hayley...

Jadeé.

¡Es porque son los de la doctora Hayley!

Si había llegado a salvarme. Me asombré y mis energías volvieron, esta vez, iba a colaborar con la ceñuda mujer y si había algo de suerte, salvarme.

¿Qué pensaría Nicholas de que me tiré a morir por él? definitivamente sería material infinito de sus burlas.

Me agarré de los hombros de ella y saltando en una pierna, nos acercamos al dichoso cuarto de servicio que tanto nos costó encontrar.

Las paredes eran negras y hacían contraste con lo blanco de los pasillos, noté que la puerta no era de censor y que había más personas allí, tiradas en el suelo.

El aire volvió a mis pulmones al reconocer los rostros de las personas, eran Ferph y el desconocido, ¡estaban sanos y salvos en el cuarto de servicio!

Pero, faltaba alguien...

La doctora Hayley me ayudó a sentarme junto a Ferph y posterior a eso, los cuatro nos miramos.

Nuestras caras, podrían ser el retrato del cansancio y la incertidumbre.

—Quédense aquí, trataré de despistarlos. No se muevan. —indicó la Doctora Hayley y antes de que pudiera irse, tomé su mano fuertemente.

—Falta... alguien... —pronuncié cómo pude, mi cuerpo estaba tan débil, que me costaba una vida expresarme bien o siquiera respirar.

Ella me miró a los ojos muy seria, soltó mi agarre y asintió con la cabeza.

Después de que salió, traté de regular mi respiración y sentirme mejor, pero no sabía si lo estaba logrando, puesto que seguía sintiéndome agotada.

Miré a mi amigo de reojo, tenía los ojos cerrados pero su pecho subía y bajaba, se veía deshecho. Por otro lado, Edan, no tenía un solo rasguño, solo un enorme hueco manchado con sangre en su pantalón, pero ninguna herida, lo que me pareció curioso.

Sin embargo, decidí no emitir palabra y guardar mis energías.

Todos volvimos a miramos, silenciosos.

—Vale... —empezó a decir el pelilargo con dificultad—, tenemos que... s-ser muy fuertes... los tres —su voz sonaba arrastrada, pero lográbamos entender de a poco lo que quería decirnos—. Si queremos vivir, es lo que el hubiera querido... él. —susurró y en la última palabra su voz se quebró, el llanto de Ferph llenó la habitación, haciéndome sentir un dolor inimaginable en el pecho. 

Su realidad era diferente a la mía, ahora mismo.

Yo estaba segura de que Nicholas seguía vivo, algo dentro de mí lo sabía, pero Ferph... Él ya había aceptado su muerte y ahora estaba desparramando su profundo dolor; a causa de la ausencia de el apreciaba como si fuera su hermano, y quién fue, por momentos, su escape en este cruel lugar.

Mi cuerpo se descompensaba, mi estado de ánimo decaía. 

De frente, tenía al chico nuevo, el cual me estaba provocando un dolor de cabeza tan fuerte q no me dejaba pensar bien.

—T-tomen mis manos, no las suyas, tenemos que invisibilizarnos —susurró Ferph—, solo por si acaso...

Tomé la mano de mi amigo con confianza, vi como el otro chico dudó unos segundos, pero de todas formas también lo hizo, estuvimos unos segundos así, sudando frío, nerviosos por lo que pudiera pasar.

Pasos se escucharon desde afuera del cuarto, eso me hizo apretujar la mano de mi amigo, provocando que este soltara un leve quejido. Los pasos se detuvieron, parecía que se estaban acercando...

Pero gracias al cielo, nadie entró.

Respiramos ruidosamente al unísono, todos habíamos contenido aire en esos momentos, los tres sentíamos el mismo miedo y el mismo alivio al respirar y dejarnos caer en el suelo. Yo, por alguna razón, recordé en ese momento, la primera vez que vi a Nicholas.

Y las lágrimas volvieron a correr sin parar, está vez, junto a un sollozo detrás de otro. Trataba de no ser ruidosa, así que tapé mi boca ahogando el sonido de mi dolor.

¿A quién pretendía engañar? él sí se murió.

Y no había muerto cualquier persona. Era alguien importante para mí y no pude admitirlo a tiempo.

El recuerdo de que tenía gente alrededor, me perturbó haciendo que parara de llorar.

Lo que vi, terminó de romperme y a la vez me conmocionó.

Los dos chicos que estaban junto a mí, se hallaban llorando, como yo, tenían lágrimas y los ojos rojos, no escuché sollozos en ninguno, pero sentí su dolor, era el mismo que el mío.

Los tres perdimos un amigo.

Ahora mismo, no lo veía como una competencia, pero debía admitir que ellos fueron primero que yo, quizás se sentían peor.

Pero no... ellos tuvieron más de lo que yo pude tener, más tiempo con él.

No me había detenido a pensar en lo preciado que es el tiempo, hasta que lo perdí.

Ferph y yo nos abrazamos un rato, me sentí un poco mal por el desconocido, pero no había otra forma. Lloramos juntos la pérdida de nuestro amigo. Derramando dolor hasta la médula y sollozando descontroladamente.

Después de unos segundos, pudimos calmarnos y mantener mejor el silencio. 

Algo me hizo querer mirar hacia afuera, quería pensar que era para asegurarme de que todo estaba despejado, pero sería mentirme. Los pasillos ya estaban despejados tanto de guardias como de humo, mis ojos buscaron con afán por lo que realmente me había asomado: ver hacia donde yacía el cuerpo. 

Llámenme masoquista.

Un calor asfixiante inundó mi cara cuando lo vi.

Nicholas, ¡tenía los ojos abiertos!, ¡parpadeando!, ¡aún estaba vivo! y me hacía señas con su mano.

—¡Chicos, vamos! —chillé alarmando a los chicos. Ellos no se levantaron, pero yo sí tomé fuerzas que no sabía que tenía, y me levanté para correr hacia él.

Pero caí al suelo, lastimando mi pierna y mi herida.

—¡Espera, Lena! —escuché decir detrás de mí, y no sé de quién vino, pero lo ignoré por completo y decidí arrastrarme hacia donde estaba Nicholas.

Y vi sus deslumbrantes ojos verde neón, una vez más, con vida.

—Nicholas, ya estoy aquí, ya estoy aquí, te vamos a llevar...

—N-No... no me llevarás a ningún lado. —lo escuché decir con la voz extremadamente seca.

Se escuchaba tan débil y su rostro estaba pálido.

—Oh, ¡si que lo haré! —Me aproximé a moverlo, pero antes de poder hacerlo, él empezó a mover su mano, hacía dentro de su camiseta, muy lentamente, todo su brazo temblaba al hacer el esfuerzo sólo para sacar su valiosa libreta.

—Tienes que... —tosió— dársela a Ferph, por favor, dá... sela...

Asentí con la cabeza, mientras tomaba la libreta marrón, podía sentir en mis dedos la dureza del cuero.

—No me olvides Len, toma —me entregó una pequeña cadena con estrellas colgantes, envolviéndola en la palma de mi mano—. Es un recordatorio, al igual que la libreta, quiero que siempre me lleven con ustedes. 

Decidí centrar mi atención en Nicholas y guardar el objeto en mi bolsillo, después podría verlo con detenimiento, pero a él, esta seria la ultina vez que lo vería.

La última vez...

Cerré mis ojos nublados en lágrimas y con la voz entrecortada le dije:

—Tengo que llevarte hasta allí... no voy a dejarte aquí —agité la cabeza en negación y lo miré con seguridad, me lo llevaría a rastras a donde fuera.

—No puedes hacer eso... —pronunció en un susurro, su voz sonaba ronca—. Dejaré un rastro de sangre, que los va a dirigir justo a donde se quieren ocultar —me miró a los ojos muy serio—. No quiero arruinar su oportunidad, entiende que la mía acabó aquí, por favor, vete...

—¡No puedo dejarte, no puedo!

—¡Vete!

—¡Que no quiero! —grité bajito entre lágrimas y mocos.

—¡Tienes que irte! 

—¡No lo haré!

—¡Len!

—¡No!

—¡Tienes que irte ahora!

—¿Por qué lo haría? —grité con un nudo atorándose en mi garganta.

—¡No quiero que me veas morir! —Después de soltar esa confesión, el silencio inundó mis oídos.

Las palabras de Nicholas resonaron en tortuosos ecos en mi mente y tocaron fibra sensible dentro de lo más profundo de mi alma.

—Por favor, Len, es mi última petición... 

Mantuve la cabeza baja unos instantes, las lágrimas ya se me habían secado y en su remplazo, vino una expresión tan neutral y tan vacía, que no podía reconocerme a mí misma.

Tanto dolor, tanto sentir, tantas cosas que procesar, me dejaron en un estado de inexpresión.

Era hora de alejarme.

Estaba a punto de hacerlo, de cumplir la petición, pero un pensamiento intrusivo y el sentimiento, el maldito sentimiento no me lo permitió, corrí a abrazarlo una última vez, a sentir su cuerpo y sus brazos por última vez.

—¿Cómo pude olvidar lo terca que eres? —soltó con una risita dificultosa, hasta ese momento, Nicholas se iría como lo que es, un idiota. 

Pero antes de que pasará lo inevitable, él abrió los ojos sorprendido, como si acabara de hacer el mayor descubrimiento de su vida y soltó en un hilo de voz.

—Ah, Padre, he logrado completar el acertijo.

Mi dolor era más grande que mi confusión, no obstante, decidí que no olvidaría esas palabras.

Después de todo, venían del chico sabiendo que más dudas me aclaró y tanto me enseñó...

Rompí en llanto una vez más, doloroso... asfixiante... agonizante...

—Me gustas, idiota —dije entre un nuevo mar de lágrimas en el que estaba por entrar—, ¡sí me gustas! ¡me gusta Nicholas Foster!

Me separé de él unos centímetros, sostuve su cabeza con una de mis manos y estampé mis labios contra los suyos, en un pequeño beso de despedida.

Estaban tan resecos... eso provocó que mi llanto volviera y esta vez, con más fuerza.

Porque ya estaba pasando...

Volví a envolverlo entre mis brazos.

—¿Sabes? este para mí, será el mejor final...

Después de decir esa frase que me quemó por dentro, pude sentir en ese último abrazo cómo se iba desvaneciendo su cuerpo, como del calor pasaba al frío intenso.

Y aunque estaba rompiéndome el alma, me quedé ahí.

Lloré desconsoladamente abrazando el cadáver que una vez descontroló mis emociones.

Los recuerdos de la muerte de mi madre se unieron al duelo y todo se fusionó en una bola de tormento que reproducía imágenes de sus caras sonrientes y radiantes, caras que no podría ver otra vez, jamás.

Una mano se posó sobre mi hombro.

—Tienes que dejarlo ir. —habló mi amigo, con tono triste.

Sabía que el tenía razón, pero no podía moverme de ahí, no voluntariamente. Bese sus manos, sus dedos, me recosté en su pecho y volví a llorar al no escuchar los latidos de ese corazón que fue mío. 

Ferph, intentó alejarme del cuerpo poco a poco y esta vez, lo permití. Él me tomó en sus brazos y me cargó. Me sentí mal, porque su pierna aun estaba herida y él estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano.

Pero la tristeza me ganó y no pude negarme a acurrucarme en su pecho.

Todo esto, todo lo que había pasado hoy, era demasiado para mi y ahora mismo, sólo quería hacerme bolita y desaparecer.

Así que cerré los ojos, con el deseo de no volverlos a abrir.

⚡⚡⚡

Abrí los ojos y lo primero que divisé fue una luz blanca entre el oscuro lugar, estábamos en el cuarto de limpieza, yo traía una cobija y mi pierna dolía y se sentía apretada.

Me levanté poco a poco para verla y pude saber el motivo de lo apretado; tenía una venda, quizás por eso me desmayé.

Los chicos seguían viéndose cansados y afligidos, la pesadumbre en sus rostros los hacía ver más demacrados, pero no podía hablar mucho, seguro yo me veía igual.

No sabía hace cuánto no hablábamos, pero tenía que preguntar:

—¿La doctora Hayley?

Hubo un silencio, en lo que notaban que yo había despertado, estaban tan ensimismados...

—No ha aparecido. —respondió Ferph, su voz sonaba más neutral. Me alegré un poco por eso.

—Esperemos que no aparezca con un montón de guardias. —comentó el desconocido a modo de chiste, soltando una leve risa sarcástica.

Se la devolví por medio segundo y luego volví a mi expresión seria, la verdad no estaba de humor para nadie, así que, me volví hacía la pared, dándoles la espalda.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —habló Ferph con algo de preocupación.

—Esperar. —respondí lo más serena que pude. Confiaba en la Doctora Hayley, no me había sacado del pasillo para nada, sus acciones hasta ahora, habían sido positivas.

—¿A que nos maten? —inquirió el rubio.

—La doctora Hayley está de nuestro lado. —espeté, arrugando la nariz de la ira que me estaba provocando el sujeto.

—¿Cómo estás tan segura?

—No estoy segura, pero siendo honesta, ahora mismo no me importaría morir. —solté volteándome con indiferencia.

—Excelente. —Lo escuché decir. Cerré los ojos restándole importancia a todo.

—¡Ya basta!, se supone que debemos estar unidos y salir, no tirarnos a morir ahora, estaríamos tirando a la basura la muerte de Nicholas y no se ustedes pero yo no pienso hacer eso. —expuso irritado. 

Hubo un silencio.

—Tienes razón —apoyó el desconocido.

Yo decidí no aportar nada más, el hecho de que mencionara la muerte de Nicholas, había sido como un puñal en mi pecho, otra vez, me hice una bola enrollada entre la cobija que había adquirido.

—Entonces, Lena... ¿Qué...

Y antes de que pudiera acabar, la puerta del cuarto de servicio se abrió, con mucha fuerza.

. . .

Cap, algo triste.

Escritora sin palabras :c

— J A N 🦄

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