CAPÍTULO 36
4 de Julio del 2015
Despierto de golpe asustada, todo es oscuro y no veo nada. El olor a tierra húmeda impregna mi olfato.
¿Donde estoy? No recuerdo absolutamente nada y empiezo a hiperventilar asustada.
Tanteo a mi alrededor para averiguar algo, sintiendo la tierra en mis manos a cada lugar donde toco, estoy encerrada o atrapada en algún sitio pequeño bajo tierra.
¿Cómo he llegado aquí?
Oigo como unos pasos se acercan y grito con todas mis fuerzas.
—¿Me oyen? ¡Ayúdenme! — nadie responde y poco después el polvo empieza a traspasar la tabla de madera que tengo encima. Están echándome tierra. — ¡estoy aquí!
Me están enterrando viva y no puedo hacer nada para evitarlo. Nadie oye mis gritos a pleno pulmón. El oxígeno empieza a faltar, sintiendo como me mareo.
El sonido de la llamada del móvil me despierta atontada y pensando en la pesadilla que acabo de tener. Me cuesta respirar y parecía tan real que aún siento ese olor a tierra húmeda en mis fosas nasales.
Miro la pantalla y veo la foto de mi hermana en la llamada entrante.
— Dime Paula — mi voz suena ronca.
—No me digas que aún sigues en la cama con Víctor. — me levanto bruscamente, acordándome que hoy llegaba al pueblo y que tenía que ir recogerla a la estación.
— ¡OSTRAS! — la risa de Paula se oye a través del altavoz — ¡Ya voy! No me tardo.
Me levanto corriendo en busca de ropa que ponerme.
Víctor se ha despertado para ir al trabajo y yo no me he enterado quedándome dormida.
— Me visto y salgo. Llego en 15 minutos a lo mucho.
— Tranquila, aquí seguiré esperando...
Toco el claxon de Blue haciendo que Paula levante la mirada y me localize, acercándose con una gran sonrisa. Aparco rápidamente y salgo del coche para darle un gran abrazo.
— Disculpa me he quedado dormida en una horrible pesadilla.
— Me lo he imaginado. Tu nunca llegas tarde...
Le doy una amable sonrisa y metemos sus maletas al maletero para ir a casa de nuestra tía.
— ¡Que ganas tenía de volverte a ver, teta! — exclamo entusiasmada.
—¡Y yo! Pero cuéntame cosas — su amplia sonrisa me llena de vitalidad — Ponme al día.
Y de camino a casa le cuento todas las novedades del pueblo, por lo que he pasado durante la fiesta del hotel y los presentimientos futuros del tío Iván. Sin olvidarme de mencionar a Víctor.
— Así que ahora vives con tu amado Víctor — Paula bromea inocentemente.
— Dormía con él — enfatizo — de mientras acababan las obras.
—¿Pero ya se han acabado no?
— Si. Esta misma semana, pero con el trabajo no me ha dado tiempo de llevar mi ropa a casa. — Al llegar aparco delante de la casa. — ¡Bienvenida!
Ambas salimos y Paula observa con la boca abierta el nuevo aspecto de la casa.
Le hemos dado también una nueva capa de pintura con el mismo color y parece totalmente nueva.
— Es como la recordaba — dice emocionada.
—Ven, te la voy a enseñar. — Abro la puerta y entramos dentro.
La esencia de la casa sigue igual, ya que tan sólo hemos dado unas capas de pintura y cambiado algunos muebles, además de la reforma del porche y de la cocina.
— ¡Qué bonito! — unos toques a la puerta llaman nuestra atención.
— Disculpa señora — Ángel y Alfonso entran por la puerta — venimos a recoger lo que nos queda de trastos.
— Claro, adelante. Ellos son los que han hecho todo este trabajo— le explico a Paula.
—¿una compradora? — pregunta Alfonso. —¿ Ya ha vendido la casa?
— No ella es mi hermana. — Paula les saluda cortésmente. — ha venido de vacaciones.
— ¿No vas a vender la casa verdad Mandy? — pregunta algo enfadada.
— No. Tengo aquí a mis amigos, mi trabajo y mi novio. — la mirada de Alfonso no me gusta nada, no sé porqué parece enfadado. —Así que nos quedaremos la casa como tú querías.
— Me alegro de que se queden en el pueblo, jefa — Ángel sonríe abiertamente.
— Además si nos la quedamos, ¡tendremos también el dinero de la herencia y la casa!
— Bueno, nosotros recogemos y nos marchamos. — la voz de Alfonso suena seca.
— Un placer trabajar con usted jefa — se despide Ángel de mí , y le hace un guiño a Paula al salir de casa.
Ambas nos miramos y reímos.
— El primer día aquí y ya has ligado...
— Ya sabes Mandy, atraigo a todos los hombres....
Entre risas y cachondeo organizamos las maletas de Paula y ponemos en orden el resto de la casa.
Al cabo de un rato empiezo a sentirme algo acalorada y me siento al sofá a descansar.
— ¿Estás bien? — pregunta Paula preocupada. — Estás blanca.
— No me encuentro bien. Estoy algo mareada.
— Descansa. — va a la cocina y vuelve con un vaso de agua— Toma, bébelo. Está haciendo mucho calor.
—Con las prisas no me a dado tiempo a desayunar. — le explico tras beber el agua, las palabras me cuestan en salir— Será que me siento así por eso.
— ¿ Tienes algo en la nevera?
Niego con la cabeza, ya que no me salen las palabras. Me siento muy mareada. Debe de haberme dado un golpe de calor muy fuerte.
— Ahora mismo nos vamos a comer algo — Paula me extiende la mano y me levanto para ir a la cafetería a por un buen desayuno.
En cuanto me pongo de pie toda la habitación se pone a dar vueltas sobre mi haciéndome perder el equilibrio cayendo al suelo desorientada.
— ¡¿Mandy?! — exclama Paula.
Todo a mi alrededor se vuelve negro.
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¡Hola mis amados lectores!
Aquí sigo, espero que os guste mi nuevo capitulo. ♥
Nuevamente gracias por los votos y comentarios me alegran y animan muchísimo.
Se os quiere lectores.
Nota: disculpad la tardanza, en una semana acabo de currar y espero actualizar más seguido. Además de que la historia ya está llegando a su fin y espero hacerlo seguido para la recta final.
Un besazo enorme y gracias por la paciencia.
Steffy
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