Capítulo 33
JELENA.
Caí de culo al piso, jadeante y agotada, acariciándome la mandíbula, escupiendo sangre al piso, ese sí que fue un buen golpe, es más, el muy maldito está usando sus zapatillas de trabajo, esas con la punta de fierro para golpear aún más duro, hoy no me está teniendo nada de piedad.
— Si sigues así, te voy a amarrar en el sótano y no te dejaré ir a La Jaula, preciosa, estás muy fuera de forma.
Me regañó Delano, estirando su mano para ayudarme a ponerme de pie, es la segunda vez que logra tirarme al piso en nuestro entrenamiento de hoy.
Yo sé que le pedí que me entrenara duro, pero este idiota me está golpeando a matar, si mis tetas fueran plásticas, ya me habría reventado una, es más, tengo nuevos moretones adornando mi cuerpo exagerado luego de recibir un par de puñetazos y patadas... quizá su rodilla hizo de las suyas con mi estómago también, tengo un feo hematoma ahí, cuando Alexander los vea se va a poner como loco.
Tengo un prometido sádico que me cuida de esta manera, y un marido exagerado que por él, meterme dentro de una caja de cristal para que nada me hiciera daño.
— Oye, yo soy la Koroleva — me quejé, recibiendo ayuda— Estoy esforzándome, es sólo que me dediqué a ser mamá mucho tiempo, mi cuerpo tiene que hacer memoria.
— Por eso mismo, no vas a ir a La Jaula así, uno de los golpes que te di allí podría haber sido mortal, una puñalada quizá ¿Quién sabe? Y a ti te encanta meterte en peleas, así que tengo que encargarme de que estás en condiciones para estar a la altura.
Lo miré como niña reprendida, estirando mis brazos hacia él.
— Ya no me regañes, dame un besito, estoy triste.
Fingí.
— ¿Ya te pusiste sensible? ¿No querías que te tratara duro?
— En la cama solamente.
Hice un puchero y moví las manos, esperando a que cayera en mi trampa.
— Cuidado con lo que dices, que ese culo corre peligro, lo quiero —Dijo lamiéndose los labios— Quiero llenártelo, ya lo sabes.
Concéntrate Jelena, no dejes que el deseo te nuble los planes.
— Si me das un besito, podría pensármelo.
Lo he hecho sólo una vez, no pude caminar por varias horas y estuve coja dos días, tengo que pensar muy bien si quiero entregarle mi culo a un demonio sexual insaciable como Delano.
— ¿Sólo con un beso? Ese es un buen trato.
Acercándose a mí lentamente, dispuesto a darme en el gusto, esa es su debilidad.
— La mente en el entrenamiento, soldado.
Sujetándolo por el brazo, dándole la espalda y lanzándolo por sobre mi cabeza, viéndolo rebotar en el pasto, largándome a reír.
— No me hace gracia, ya vas a ver.
Sujetó mis piernas con sus brazos, y luego su maldita flexibilidad joder, sujetó mi cuello con sus piernas y me llevó al piso, ahorcándome mientras me inmoviliza.
— ¡Ya entendí! ¡Ya entendí! ¡No respiro!
— ¡Pídeme perdón por ilusionarme!
Exigió.
— ¡Pelea sucio es una de las reglas!
Apretándole las bolas, ocasionando que me soltara inmediatamente, retorciéndose de dolor en el piso, mientras yo me ponía de pie lo más rápido posible, tomando distancia, jadeante.
— Si esto hubiese sido la jaula, ya te estaría cortando la cabeza — apoyando mis manos en las rodillas— Además, tu eres mejor peleador que todos los que están ahí.
Viendo mi top mojado, tanta actividad física hizo que se me saliera la leche a chorro.
— ¿Ya terminaron de matarse?
Preguntó Alexander con Mila entre los brazos.
— ¿Qué pasó con mi princesa? ¿Tenía hambre? ¿Y los demás?
Dándole toda mi atención mientras Delano sigue retorciéndose, quizá se me pasó la mano un poco.
— Despertó de su siesta porque tenía el pañal sucio, la estoy haciendo dormir — dijo Alexander, viendo a Delano con dolor— ¿Le pateaste las bolas, mala mujer?
Mirándome a mí como si fuese la peor esposa del mundo.
— Se las apreté — hice una mueca— Fue un juego sucio, pero me estaba ahorcando, así que se lo merecía.
Borró esa cara y asintió dándome la razón.
— Todo se vale en este mundo, pero no es lo que quería decirles, vino la chica que se encargará de organizar la boda, los está esperando en el comedor, le ofrecí té.
— Todo un anfitrión mi hombre — sonriendo mientras me empino y lo jalo para darle un beso en la mejilla— Iré enseguida, deja que ayude a Delano, ambos necesitamos una ducha antes de ver a esa mujer, nos vemos de la mierda.
— Sí, la verdad es que hueles a leche cortada, mi amor, ve a tomar esa ducha.
Sonrió.
— ¿Me amas oliendo a leche en mal estado y todo?
— Aún así te amo, apestosa. Vámonos Mila — hablándole mimado a la bebé— Vamos para seguir durmiendo, ya limpiamos ese culo apestoso tuyo, no necesitamos más malos olores.
Golpee su brazo, mirándolo con ojos entrecerrados, escuchándolo reír mientras camina hacia la casa.
— Oye, guapo ¿Estás bien? Creo que se me pasó la mano, yo no sirvo para jugar limpio, cuando me enojo no pienso, lo siento.
Acuclillándome frente a él.
— Supongo que lo merezco por las patadas en las tetas.
Arrodillándose en el piso, sujetando sus partes nobles.
— Sí, de hecho, sí me lo debes, mira como quedaron.
Bajando ligeramente el top para mostrarle los moretones.
— Lo lamento por eso, pero me dijiste que no te tuviera piedad.
Colocándose de pie con mi ayuda.
— Sí, gracias por apalearme hoy, mi amor, ahora vamos a bañarnos que nos esperan y apestamos.
Asintió y lentamente caminamos hacia el interior, subiendo los escalones, aprovechando el agua para tomar una ducha rápida juntos, nos cambiamos de ropa, más atuendos deportivos y abandonamos el cuarto para ir directo al comedor dónde nos esperaba la organizadora y mi... marido con todos los niños, incluido el león.
Había globos en forma de corazón adornando el alto techo en su totalidad, tiras blancas colgando desde este, tiras lo bastante largas para yo poder ver las imágenes que colgaban de cada globo, han sido todos los momentos que hemos vivido tanto buenos como malos, las imágenes de mi parto, la imagen que él y yo compartimos en el parto de Alex, cuando no sabía quienes éramos, imágenes de los niños y yo jugando, imágenes de Delano y yo... aquí estamos todos, es... precioso.
Pero no es todo, pétalos de rosas repartidos por la extensa mesa, velas, centros de mesa con rosas rojas y blancas, bonitos corazones clavados entre estas, mi marido se lució, pero... ¿Por qué? No es nuestro aniversario.
— ¿Qué es... todo esto?
Miré a Delano quien dio un paso al costado y caminó hacia Alexander para cargar a Valka, la bebé que tenía entre los brazos ahora, dándonos tiempo.
— ¿Qué pasa? ¿Es que acaso olvidé algo?
Haciendo memoria a toda máquina, viendo a Tanya acercarse a mí con una nota.
— La escribí yo misma, mami, es lo que papi quiere decir.
Dijo mi princesa, dando un paso atrás, dándole la mano a Alex.
Desdoblé la nota y la extendí para ver qué decía, colocando especial atención a los jeroglíficos de mi niña, sigue aprendiendo a escribir, sus letras son irregulares y de diferentes tamaños, pero es entendible.
"Jelena ¿Quieres volver a casarte conmigo?".
Levanté la cabeza de golpe, mirando a mi marido, levantando un bonito anillo hacia mí, una gran lagrima de diamante acompañado de oro blanco, pequeños diamantes incrustados en la circunferencia, en anillo era brillante, muy costoso a simple vista, y hermoso.
— Yo no te puse ese anillo, sólo te lo envié — señaló el que adorna mi dedo— No tuvimos la posibilidad de hacer una fiesta, no te vi caminar por el altar, ni te vi vestida de blanco, esas son cosas que no nos podemos perder, amor, así que...
— Ahora, Alex.
Le dijo Tanya a mi bebé mediano, susurrándole algo al oído.
— ¿Casate co papi? ¿Sí, mamá?
Sollocé emocionada al ver que el bruto de mi marido preparó incluso a los niños para su proposición.
— ¿Cómo no voy a querer casarme otra vez contigo, tontito? — yendo hacia él— Te amo, claro que quiero estirando mis manos hacia él, acunando su rostro, acercándolo a mí para besarlo castamente, no haré un espectáculo frente a los niños— Te luciste esta vez.
— Recibí ayuda — sonriéndole a Delano— No soy muy romántico, así que tuve que buscar asesoría por mi amigo y Pinterest. Bendito Pinterest, no sé que haría sin esa aplicación.
Dando un paso atrás, tomando mi mano izquierda, quitó ambos anillos de mi dedo, puso el de Delano primero y luego el que acaba de comprarme, guardando el anterior en la cajita, claro que se la quité porque le tengo cierto amor a ese anillo por la época en la que me lo regaló.
— ¡Oye! ¡Eres un tramposo! Me dijiste que no comprara nada muy pomposo porque a Jelena no le gustan las cosas caras — lo encaró Delano, señalándolo— Ahora mi anillo parece una basura comparado con el tuyo.
— Delano, amigo, nadie puede brillar más que yo, lo sabes.
Lo molestó.
— Voy a comprar uno más grande y lo voy a cambiar, ya verás, una piedra gigante para mi mujer.
Le dijo Delano, exagerando.
— Oye, pero a mi me encantó mi mini corona, así no se me olvida que soy la puta ama — le dije yo— Soy una reina y llevo el recordatorio en mi dedo siempre, es un anillo fabuloso.
Le dije, calmándolo.
Yo de verdad pensaba que era un regalo precioso, me encanta el anillo.
— ¿Lo ves? Yo soy más romántico que tú — le dijo Delano, mostrándole los dos dedos medios a pesar de tener las manos ocupadas— Yo no ocupo Pinterest porque soy original.
Me reí y negué, tomando a mis niñas para que ellos pudieran discutir a gusto, llamando a los nillos, moviendo a Alisa en su silla en el piso para que estuviese tranquila, Alex se acomodó en el piso acomodándose en Sasha, el león literalmente está siempre dónde están mis hijos, sobre todo si está Tanya, es un buen guardián, me siento tranquila porque sé que estarán seguros, el gatito grande no deja que se acerquen extraños.
— Disculpe esto — señalando a mis hombres— Mi nombre es Jelena Volkova, estoy casada con uno y comprometida con el otro, pero son como dos niños pequeños, pelean más que mis bebés — suspiré— dígame usted ¿Por dónde comenzamos?
— No se preocupe, señorita Volkova, los hombres son así, competitivos e infantiles — sonrió— Y tranquila, que tengo preparada una presentación con diferentes temáticas que podrían acercarse a lo que está buscando.
— Eso facilita mucho las cosas, siento que ya me agradas, dame un momento ¡Chicos! ¡Dejen de pelearse y vengan a ver! ¿Lo haremos todo juntos, cierto?
— Por supuesto que sí.
Dijeron al unísono, ganándose una mirada de disgusto del otro.
— Ya dejen de mirarse así, es un momento feliz, veamos cómo decoraremos para nuestra boda.
Como dos niños peleados se empujaron todo el camino hasta mí, apoyándose en la silla para mirar las diferentes propuestas en los siguientes colores:
1- Estilo natural, con muchas flores blancas, listones del mismo color y verde, mucho verde, luces cálidas como cortinas y mesas redondas para agrupar a nuestros invitados por afinidad.
Me gusta, se vería como un sueño, podríamos hacerlo cerca del final de nuestro hogar dónde los arboles se alzan orgullosos y altos, cubriendo la luz del sol, casi parece sacado de una película.
2- Dorado y blanco, mesas rectangulares y extensas para agrupar un mayor número de personas, centros de mesa de oro, vajilla de oro, todo de oro mientras que las telas se mantenían blancas.
También es una buena opción, me gusta que se note la cantidad que tenemos, que no falte el oro.
3- Rojo y blanco. Rosas rojas por todas partes, centros de mesa gigantes en forma de ramo de novia, arcos de rosas naturales con sus respectivas hojas, mesas circulares acomodades según rango y preferencia, vajilla de plata. Lujos, lujos y más lujos ¡Y con mi color favorito de protagonista?
No sé qué hacer... me gusta todo.
Tuvimos que pedirle que nos dejara la presentación para decidirlo con más calma porque todo lo que ella hace es arte, esos trabajos que nos mostró son antiguos encargos, la mujer sabe lo que hace.
Y eso no fue todo, también nos mostró el pasteles según las temáticas.
El primero, de nueve pisos, decorado con flores naturales, glaseado blanco, sencillo, pero sin dejar de ser maginificamente gigante.
El segundo, siete pisos, intercalando el blanco y el dorado como piso, flores doradas y blancas dependiendo del color de la base, chocolate de oro dibujadas sobre el pastel, me gusta, me gusta.
La tercera opción, literalmente el pastel es un castillo blanco con flores rojas comestibles como decoración, pasillos a los costados, una torre en el centro, diez pisos de lujo y detalle.
Así como vamos, terminaremos eligiendo la tercera opción, esta mujer está seduciéndome, hasta Tanya alucinó con el pastel.
Pero por hoy, decidimos dejarla ir, no somos capaces de elegir, tenemos que ponernos de acuerdo, esta no es sólo mi boda, así que lo hablaremos y tomaremos la decisión, pero por ahora...
— Iré a ver al padre Santiago.
Dije yo, mirando a ambos.
— Ok, te acompaño.
Dijeron los dos al unísono, levantándose.
— ¡No! — me apresuré a decir— Quiero ir sola, le gastaré una broma primero, me pondré el habito y luego me lo voy a quitar, sólo será para hacer el oso un rato, mirar a la antigua yo al espejo, tengo cosas que hablar con él.
— Te vas a confesar, pecadora ¿No es así? — carcajeó Alexander— ¿Sientes la necesidad? ¿Extrañas la iglesia?
Hice una mueca por haber sido atrapada a medias.
— Es que hay cosas que quiero contarle, quizá no en calidad de confesión, porque una pecadora de mi calibre ni en un millón de años irá al cielo, además, el tío Satán y yo somos amigos, me va a tener un cuarto con aire acondicionado ahí abajo, pero quiero hablar con él, le tengo cariño.
— No te estoy diciendo que no, Lena — se apresuró a decir Alexander— Tú puedes hacer lo que quieras, no tienes que pedir permiso ni nada, fue sólo un comentario.
Me puse de pie y le entregué una niña a cada uno, ya se me están acalambrando los brazos.
— Dejé leche en el refrigerador, les toca en dos horas, no creo que demore tanto, pero en caso de ser necesario, les aviso.
— Ve tranquila, preciosa — dijo Delano— Tendremos todo bajo control.
Asentí sonriente y me despedí de todos, subiendo al cuarto, directo a aquel rincón recóndito en mi guardarropa dónde está oculto el hábito y el crucifijo.
— Ahí estás, viejo amigo, vamos a ocultar estas curvas otra vez.
Colocándomelo encima de mi ropa deportiva, después de todo sólo le gastaré una broma y luego me lo quitaré, esta ya no soy yo.
— ¿Quién lo diría? Parezco una santa —Mirándome al espejo desde todos los ángulos— Nadie pensaría que rompo la vajilla completa si me provocan.
Tomando mi bolso, abandonando el cuarto, caminando por los pasillos, escuchando silbidos y comentarios inapropiados mientras recorro el pasillo, tomando la ruta que tomé la primera vez que llegué aquí, viendo los ventanales con la caída del diablo, un hermoso ventanal.
— ¿Demasiado para una monja? — dijeron tras de mí— Puedo hacer que vea algo mejor.
— La haremos tocar el cielo, hermana.
Me tembló una ceja con los comentarios, no fueron sólo dos voces, otras personas se les unieron.
— ¿Decían?
Volteando para mirarlos, no parecían reconocerme vestida así.
¿Tan diferente me veo?
— No se haga la difícil, hermana, tan joven y desperdiciando su vida.
Dijo uno, sujetándome por el brazo.
Bufé y me quité el velo, viendo como se les desfigura el rostro, palidecen, retroceden, y el que osó tocarme, me soltó como si quemara.
— ¡Perdón, Koroleva!
— No fue nuestra intención.
— Usted jamás toma esta ruta.
Se arrodillaron en el piso, suplicando por perdón.
— Si hubiésemos sabido que era usted, no la habríamos seguido, este es el pasillo nuestro, yo... no tenía idea que era usted.
— Perdónenos la vida, por favor...
Rodé los ojos y acomodé el velo otra vez, mirándolos desde lo alto.
— Hice esto a propósito para probarlo, viven mujeres aquí ¿Les hacen lo mismo? ¿Las obligan si no dicen que sí?
Busqué mi arma en el bolso, no pensaba matar a nadie hoy, pero siempre el día intenta recompensarme con un poquitín de sangre.
— N-no es así, Koroleva, nosotros no...
Retrocedí un poco para no salpicar el hábito y les disparé en la mano izquierda a cada uno.
— Para que se lo piensen mejor la próxima vez, corran la voz. Hablaré con las mujeres, si me entero que les han puesto la mano encima en su propia casa, aunque sea una vez, los voy a obligar a comerse a sí mismos.
Guardé mi alma y continué mi camino, viendo el ventanal otra vez, adoro este ventanal, que desperdicio que esté tan alejado de mi cuarto.
Subí a mi auto negro y consciente de que los escoltas ya me están siguiendo, dejé la propiedad atrás y sin desviarme, conduje hacia la iglesia del padre Santiago, en esta ocasión, el hombre estaba dentro, caminando por el pasillo para salir.
— Hola padre.
Levantó la cabeza y sonrió al verme.
— Hermana, buena tarde ¿De qué convento me visita?
Solté una carcajada y di un par de brincos para ir hacia él, estaba emocionada de verlo de nuevo, los pasos simples no son suficientes para expresar lo contenta que estoy.
— ¿En serio, padre? Creí que había quedado más que claro la última vez.
Sonreí, quitándome el velo.
— ¡Jelena! ¡No se juega con el hábito así! ¿Qué dirá Dios? Hija, te está mirando.
Señalando a Jesús crucificado sobre el altar.
Reí más fuerte, buscando el cierre en mi espalda, quitándome el habito, viendo que el padre me mira con horror como trato con tan poco respeto mi ropaje que no es más que un mero disfraz para mí ahora.
— Chiquilla del demonio — negó de forma reprobatoria— Si fueras monja, te daría unas buenas penitencias, no puedes quitarte la sagrada ropa así en una iglesia ¿Qué diría la gente?
— Al ver quién es la que se quita la ropa, no dirían nada y comenzarían a correr — encogiéndome de hombros, doblando la ropa— Vine a entregársela padre, mi esposo se la robó hace un tiempo y ya es hora de que la regrese otra vez. Está más que claro que monja jamás seré de nuevo, no después de la vida que llevo.
Extendiendo la ropa con el crucifijo encima hacia él, quien las recibió con lastima, acariciando el crucifijo.
— Acepto la ropa, pero no esto — devolviéndome el crucifijo— Este fue mi regalo hacia ti cuando eras una niña, tiene tu nombre grabado atrás ¿O lo has olvidado?, ninguna otra persona podría utilizarlo porque eres única, y no quiero mantenerlo guardado por siempre, es tuyo — sonrió— Jelena significa Luz, pero también antorcha, y en vez de iluminar el mundo con tu bondad y espantar a los demonios, te convertiste en una antorcha que quema todo a su paso para hacerlo su infierno — suspiró resignado— Dos caras de una moneda, fuiste ambas, y elegiste.
— Sí, elegí y sabiamente, es más, elegí su iglesia y a usted para mi matrimonio, me voy a casar.
Moviendo mis dedos hacia él para que viera los anillos.
— ¿Casar? Pero tú ya estás casada ¿O quieres hacer la boda simbólica? Por lo que recuerdo, esa fue la parte que te perdiste.
— Bueno, sí y no, padre, lo que pasa es que me casaré simbólicamente con Alexander, porque ya soy su esposa, pero también me casaré oficialmente con Delano, de seguro lo recuerda, alto, fornido, condenadamente guapo, medio peliblanco.
— Virgen santísima — se persignó— Niña, por Dios ¿Dos hombres? ¿Y tu esposo permite esta unión?
— Claro que la permite, es su mejor amigo, casi hermanos, y me comparten, son muy generosos, además, se perdió las ultimas novedades, tengo tres hijas más, a estas alturas terminaré pariendo un equipo de futbol completo, tengo cinco hijos.
Sonriendo feliz, orgullosa de mis criaturas.
— ¡¿Cinco?! Hija por Dios ¿Y son todos de Alexander o también de Delano?
— Cuatro de Alexander y una de Delano, pero le dije que si me lo pedía, podía embarazarme otra vez, para emparejar los marcadores.
Negó casi al borde del infarto.
— Cariño, no eres un conejo, recuerdo que de niña te gustaba la historia de Jesús multiplicando los peces, pero no tienes que multiplicarte tú también, cielo, que cinco ya es mucho.
— Pero padre, mis hijos son tan lindos ¿Quiere ver fotos?
— Está bien, pero vamos a mi casa para tomar asiento ¿Un café?
— Té si tiene, padre — siguiendolo hacia el exterior— Estoy amamantando, así que evito todo lo que puede dañar a mis mini bestias.
— Mala, pero responsable.
Dijo él, abriendo la puerta para mí.
— Buena madre siempre, mala con el resto, padre —tomando el móvil— mire a mis criaturas, estas son las tres menores que no conoce, Valka, Alisa y Mila, esta ultima es de Delano ¿Ve su mechoncito blanco? Tiene las pestañas de un ojo y la ceja del mismo lado de un blanco invierno muy bonito, mi hija sacó los rasgos físicos de su padre, y eso me encanta, Delano es hermoso.
Mostrándole más imágenes de mis hijos, a Alex más grande, a Tanya correteando con Sasha, mis maridos con los niños fuera de casa, jugando con todos.
— Vaya... se ven tan felices...
Sonrió.
— Somos felices, padre, yo soy muy feliz, encontré mi lugar en el mundo.
Colgándome el crucifijo en el cuello para que no se me olvidara llevarlo.
— En ese caso, mi niña, yo feliz los casaré a los tres, da igual si no es una boda tradicional, Dios celebra el amor y eso es lo que yo veo en estas imágenes ¿Cuándo quieres casarte?
— Un mes más de ser posible, el 23 de agosto.
— Lo colocaré en la agenda entonces, será una boda preciosa.
— Traje donativos, por supuesto, en la iglesia siempre falta dinero para ayudar a los más necesitados, deme un momento.
Abrí la puerta y asomé la cabeza, viendo a mis hombres fumar cargados en los vehículos.
— ¡Chicos, las maletas!
Maletas de mi tamaño fueron bajadas de los vehículos para entregarlas como donativo, preparé con antelación esta cantidad de billetes porque no podía quitarme de la cabeza la iglesia, quería venir a ver al padre, es lo más cercano a un papá que tuve, mi propia madre me dio la espalda, así que aquí estoy, mendigando cariño.
— Dios mío, niña, esto es demasiado dinero, no puedo aceptarlo.
Viendo cinco maletas frente a su puerta, abrí una de ellas para que viera el contenido.
— Claro que puede, podrá hacer mucho con este dinero — moviendo la mano para que mis perros se fueran— Además, para las bodas siempre se entrega cierta cantidad para las flores de las bancas.
Lo señalé.
— Sí, pero con cinco billetes de esos cubrirías esa cuota y ya está, no es necesario que...
Rodé los ojos y cerré la maleta, empujando una maleta al interior de su casa.
— Es mi regalo para usted, padre, por ser casi familia para mí, por este crucifijo — señalando— Por seguir hablándome a pesar de que soy casi el anticristo en persona para su institución, yo lo quiero mucho y quiero hacer algo para usted.
Empujando la segunda maleta, llegando a mitad de camino por el abrazo que me dio.
— Mi niña... tú siempre tendrás un lugar al que llegar mientras yo viva, siempre tendrás un lugar en mi corazón por más cosas que hagas. Sí tú eres feliz, te quieren, te cuidan, te acompañan, y te tienen así de feliz, por mí todo perfecto, así que... no sientas que me debes algo, siempre voy a ser tu familia. Para Dios, todos somos sus hijos, bueno, para mí, tú eres mi hija.
Le regresé el abrazo, sintiéndome muy reconfortada al oír sus palabras, de vez en cuando me gusta venir con él para escuchar que no me odia. Sobre todo, si me entero que aún me quiere.
Y por supuesto, por más negativas que me dio, metí todas las maletas a la casa y las acomodé lo mejor posible, los más necesitados utilizarán muy bien este dinero.
Lo que yo creí que sería una visita corta, se convirtió en cinco horas de chismes y consejos sobre la maternidad, entre eso, un regaño de treinta minutos más una asesoría de por qué debería bautizar a mis bestias, lo que concluyó en que si las bautizo, probablemente a Tanya se le dará vuelta la cabeza, caminará por las paredes y nos gritará en latín, de ahí para abajo, terminando con mis mini bestias menores, todas paridas por el anticristo, o sea yo.
El tío Satán ya le dio la bendición a mis cachorros, que Dios los mire de lejos y si es que el ángel de la guarda no les tiene miedo ya, que me los cuide, y si no se puede, me vale, de seguro el tío Satán ya tiene sus demonios dando vuelta por alrededor de mis criaturas para asegurarse que lleguen vivos a la adultez, van a ser íntimos como él y yo.
Llegué a casa bastante tarde, luego de la visita a la iglesia, me pasé a La Jaula sólo para probarle a Delano que podía llegar viva, y lo hice, con un corte feo en el brazo y el bretel de mi top cortado por un idiota que me gritó que mis tetas parecían balones, provocando que la pelea se pusiera un poco más violenta de lo normal.
— ¿Qué? Llegué viva.
Encogiéndome de hombros, parándome a los pies de la cama, viendo a cada uno leer en su respectivo lugar, con una barrera de almohadas en el centro, muy maduros.
— ¿Fuiste sola? ¿Y por qué nadie nos avisó?
Se quejó Delano, poniéndose de pie rápidamente para mirar por qué vengo cubierta de sangre.
— Oye, no toda es mía — señalé— Tengo sangre de otros encima, si hay sangre mía, pero más de otros. Y fui con mis escoltas, los amenacé, maté a uno, y me traje 17 hombres nuevos para compensar a los que les disparé más temprano.
— Sí, escuché la historia de la monja que se paseó por el pasillo de los ventanales — dijo Alexander, acercándose para observar los daños, así como Delano— Les disparaste en la mano, la izquierda.
— Para que no se masturben — sonreí— ¿Me felicitas?
Está haciendo un esfuerzo sobre humano por no sonreír, Delano se ve más molesto.
— Jelena, quedamos en que no ibas a ir — dijo mi medio peliblanco— Menos sola ¿Y si algo te pasaba? Hoy te derribé varias veces porque no estás en forma.
Hice una mueca.
— Y yo te dije que eso pasó porque tú eres mejor que todos los bastardos que van a La Jaula, yo puedo ¿Ves que sí? Traje diez pulgares como prueba. Dos por idiota.
Levantando la bolsa plástica que me amarré al short para no perderla.
— A la ducha, señorita — dijo Alexander, quitándome la bolsa— De seguro tienes las tetas duras y afiebradas, hay que curar tus heridas también. Delano tiene razón, hoy pudo haberte pasado algo por irresponsable.
El medio peliblanco asintió, totalmente de acuerdo, pero ese ceño fruncido rápidamente se borró, y una sonrisa maliciosa le adornó el rostro.
— Tengo el castigo perfecto para esta bella dama.
Dijo mi prometido, tocando mi alto moño.
— Soy todo oídos.
Dijo Alexander.
— Bueno... siempre he querido probar su culo, el sexo puede ser castigo también, darle tanto placer que piense que va a volverse loca, o privarla del orgasmo hasta que sienta que va a explotar. Un castigo digno de una mujer tan desobediente.
Llevando su mano a mi cuello, acariciando la zona ligeramente.
Debo admitir que la idea de los dos poseyéndome no suena a castigo para nada, es un premio doble que probablemente me quite la sensibilidad en las piernas y provoque que cojee por una semana, peeero caminar está sobre valorado.
— ¿Qué dices, Lena? ¿Dos en vez de uno?
Preguntó Alexander, quien, desde que descubrió que mi lado de Koroleva lo excita, no se me despega.
Es más, ya está duro.
Puede que haya dado un par de detalles sólo para ver si su cuerpo reaccionaba, y tuve razón.
— ¿Debería decir que no porque soy una mujer pura y santa que no aprueba la doble penetración para que Delano quiera castigarme? ¿O sólo admito que me muero por tenerlos a los dos dentro?
Sonriendo maliciosa, viendo a Delano cambiar esa mirada de molestia real, a esa mirada que parece querer matarme mientras me da placer.
— Al baño, ahora, quítate toda esa sangre, perrita sucia y desobediente, creo que alguien tendrá que enseñarte que no debes saltar al peligro sin medir las consecuencias.
Dijo jalando el frente de mi short para acercarme a él, sujetándome el culo con fuerza con la otra mano.
Algo me dice que me lo voy a pasar increíble esta noche.
— ¿Llamo ya a la ambulancia para que espere fuera? Porque con este nivel de rabia me espero una reacomodadita de matriz o un desgarro en cualquiera de mis agujeros.
Delano rodó los ojos con molestia y me hizo girar, dándome un ligero empujoncito que me hizo reír a carcajadas.
— Sigue riéndote, cosita — dijo Alexander— No seremos nosotros quienes tendremos dos penes como estos robándole el aliento.
Mordí mi labio y me forcé a caminar derecha hacia el baño, sintiendo como me humedezco ante la sensual idea.
¿Debería hacerlos enojar más?
Sí.
Definitivamente debo hacerlo.
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BUENAS BUENAS BBCITAS!
FUE UN CAPITULO CON MUCHAS EMOCIONES!
SIN DUDA LAS ULTIMAS EMOCIONES SON LAS QUE MÁS ME GUSTAN
SIENTO LA MISMA EMOCIÓN QUE LA MASOQUISTA DE JELENA
¿QUIEN NO SE EMOCIONA CON DOS PAPIS CHULOS COMO LOS QUE ELLA TIENE?
YA CONOCIMOS A DELANO EN LA CAMA, ES TODA UNA BESTIA
SI LE SUMAMOS A NUESTRO LEÓN QUE REGRESÓ EN GLORIA Y MAGESTAD
YO IRÍA PIDIENDO ESA AMBULANCIA JAJAJAJAJA
NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPÍTULO CON LOS DETALLES JUGOSOS
BESITOS EN LA COLA
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