Capítulo 18
JELENA.
Tomé asiento tras mi escritorio y esperé a que pusieran dos sillas para que mis hermanastros tomaran asiento junto a mí, el postre llegó casi de forma inmediata, leche asada para todos, yo cené, pero apenas lo olí me entró el hambre de nuevo.
Puedo decir que gracias al postre me bajó un 2% lo mucho que quiero estrangular a Zara ahora.
— Señorita, ha llegado.
Anunció el mayordomo, asomando medio cuerpo.
— Que pase, muchas gracias.
Asintió y abrió la puerta por completo para dejar entrar a un ensangrentado, mojado y lamentable Ilias, se ve de la mierda.
— ¿Y a ti qué demonios te pasó?
Pregunté poniéndome en pie, haciéndole una seña a los niños para que se quedaran justo dónde están.
— Yakov — suspiró— Estaba molesto porque dejé ir a los niños, eran su As bajo la manga contra ti, contra Alexander.
Suspiré como él caminando hacia el pasillo, mis hombres estaban parados tras la puerta, varios de ellos, probablemente cuidándome la espalda en caso de escuchar que yo necesitara ayuda, me sobreprotegen igual que Alexander.
— Necesito un botiquín, ropa y preparen un cuarto, se va a quedar.
— Pero Koroleva, él es...
— Un Volkov, cómo mi esposo, como yo, como mis hijos y mis hermanos — encogiéndome de hombros— Como Luka e Irina, da igual, se queda.
— Lo tendremos todo listo.
Asentí y volví adentro.
— Bueno, estás hecho una mierda, primero cámbiate de ropa, come algo, enviaré a alguien que te cure las heridas, luego ve a los niños.
Liam y Naia se ven inquietos, quieren ir con él, pero no se mueven, saben que Ilias tiene que cuidar de sí mismo primero.
— Ya regreso entonces — levantándose— Jelena... gracias. Y me gustaría reunirme contigo y Alexander después, tengo noticias sobre Yakov, noticias que les agradará saber... y otras que no tanto.
Respiré profundo, intentando no comer ansias, creo que hoy no iré a La Jaula después de todo, enviaré a mis hombres si la cosa se alarga, esto suena importante.
— Luego escucharé las noticias, ahora ve a arreglarte un poco, parece como si fueras a morir en cualquier momento.
Intentando sonar dura a pesar de que su apariencia me haya ablandado, Ilias ha sufrido y lo han obligado a ser lo que no quiere ser, como al resto de los Volkov que saqué de esa maldita casa de Yakov, el cáncer de esta familia, cáncer que infectó al padre de Alexander, razón por la cual lo matamos.
Yakov es el siguiente.
— Gracias, entonces... no tardo.
— Mis hombres te guiarán.
Abrió la puerta del despacho y mi gente, no muy feliz, le mostraron el camino para que se compusiera en lo que otros entran a limpiar el desastre de la sangre y el agua en el piso, todo mientras yo me acomodaba con mis hermanastros, abrazando a uno y luego al otro.
— Verán a Ilias, se los prometo, sólo dejen que se sienta mejor, está enfermo.
— Lo sabemos, por eso no interrumpimos.
Dijo Naia.
— Ya vendrá, sólo tenemos que esperar un poco más — dijo Liam, probando su postre— Gracias por dejar que lo veamos, él es nuestra familia también, nos cuidó mucho tiempo.
— Le pegaron mucho por nosotros — complementó la niña— Siempre recibió los golpes por nosotros cuando estaba ahí, así que... por favor, no dejes que mamá Zara nos aparte de él.
— Su mamá no les va a quitar esto, me aseguraré de ello, ustedes son unos Volkov y van a vivir con la frente en alto, valientes, sin esconderse de nada ni nadie porque yo les entregaré las herramientas que necesiten para sobrevivir en este mundo.
— Yo sé disparar.
Dijo Liam muy interesado en mi discurso.
— Y yo también. El tío Ilias nos enseñó.
Complementó Naia.
— Bueno, mi hija también sabe, comenzaran a entrenar con ella, todos los días.
Eso los animó, luego de eso no dejaron de parlotear sobre las muchas cosas que comenzarán a hacer.
— ¿Llego tarde?
Alexander abrió la puerta, alzando una ceja en cuanto se percató de que sólo estábamos nosotros tres, comiendo una tarta en esta ocasión, muy relajados, hablando sobre temas triviales e infantiles.
— Llegas a tiempo, Ilias se está curando, pasará la noche aquí, está de la mierda — Chasquee la lengua— Claramente Yakov se ensañó con él, tu tío me da lástima, es como Luka e Irina, pero tu abuelo lo tiene con la correa en el cuello, no es malo, lo obligan a serlo, y me gustaría tenderle una mano, yo no sé que pienses tú, te escucho.
Le temblaron ligeramente las cejas antes de venir hacia nosotros y apoyar la cadera en el escritorio, desordenándole el pelo a Liam con su mano, haciéndolo reír.
— No lo sé, podría ser otra de sus tácticas, Ilias siempre fue un perro, así como mi padre, aunque es cierto que mi abuelo lo usa como su títere. Yo no sé qué pensar, hay mucha gente que depende de que hagamos las cosas bien.
Suspiró.
— Tienes razón... Pero, de todas maneras, me gustaría ayudarlo de alguna manera, quizá que no se quede aquí, pero... cerca, no lo sé.
Estiró su mano y tomó un poco de tarta en mi plato, llevándoselo a la boca, mirando a los niños, ambos expectantes, está más que claro que estiman mucho a Ilias.
— Veremos que hacer, encontraremos la mejor solución ¿De acuerdo? Tú sabes que te apoyo en todo.
Tres toques interrumpieron nuestra platica, Alexander dio el pase y dos de mis hombres se mostraron en el despacho.
— Vino solo, ya lo comprobamos, el auto está dañado, agujeros de balas por todas partes —informó uno de ellos— No hay ni un solo hombre de Yakov cerca, el perímetro es seguro.
Mi esposo y yo intercambiamos miradas brevemente, mirando al frente después.
— Manténganse atentos, no bajen la guardia.
— Sí, Koroleva.
Presentaron sus respetos a Alexander y se marcharon, cerrando la puerta en silencio, dejándonos nuevamente a solas con estos niños que fingen estar muy concentrados en la tarta.
— Que se quede, quiero vigilarlo, tenerlo cerca será mejor a que esté planeando cosas fuera.
Dijo mi marido.
— Bien, hagámoslo de esa manera, ten a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca — poniéndome de pie— Ahora ven aquí, quiero ocupar mi silla favorita.
— Por supuesto, Koroleva, lo que quiera.
Dijo con complaciente burla, doblando su cuerpo en una graciosa reverencia antes de venir conmigo y tomar asiento, palmeando su pierna para apoyar el culo ahí y acomodarme para seguir comiendo, teniendo la bondad de compartirle de mi tarta, dándole en la boca, besando su mejilla de vez en cuando, hablando con los niños y sus nuevas clases a partir de mañana, callando apenas Ilias entró al despacho sin tocar, ganándose un golpe en la parte trasera de la cabeza de parte de Akim.
— Para entrar, tú tocas, si te lo permites, entras. Imbécil.
Empujándolo.
— Yo... no sabía, lo siento.
Se ve tan cansado que ni ganas de pelear tiene el pobre.
— Que no se repita — lo señaló— A mi Koroleva y mi Boss vas a respetarlos.
Dándole un ultimo empujón antes de cerrar la puerta con fuerza.
— Como ves, aquí el respeto y la jerarquía se respeta — dijo mi marido, señalando la silla frente a nosotros— Te ves de la mierda, tío, siéntate.
— Sí, lo siento, y... gracias...
Caminando sin mucha seguridad hasta tomar asiento, dos segundos después tenía pequeños bracitos a su alrededor, cuidadosos de no herirlo.
— Tío te extrañamos...
Le dijo Naia, abrazándolo más fuerte.
— ¿El abuelo se enojó mucho? ¿Te sientes mal? Perdón por no haberme apartado a tiempo y que tuvieras que recibir esa bala por mí...
Liam suena acomplejado, y la delicadeza con la que Ilias les regresa el gesto me dice que jamás en la vida les ha hecho daño, todo lo que me dijo y las amenazas con lastimarlos en ese primer encuentro en casa de Yakov... puedo ver que todo fue mentira, una muy bien tejida mentira.
— Estoy bien, tú tranquilo, tú sabes que estoy bien, siempre estoy bien. Los extrañé, niños...
El alivio en ese suspiro me tocó la fibra, sigo siendo muy blanda, carajo.
— No creo que hayas venido sólo a verlos.
Dijo Alexander, trazando lentas caricias en mi espalda, serio.
— No, de hecho no, más bien... escapé de mi casa, Yakov se enteró e intentó matarme, sé demasiado de él como para dejarme vivo, yo... vine a pedir asilo, sé que no lo merezco, pero no sé dónde más ir.
— ¿Y qué puedes tener de interesante para nosotros? ¿Qué podrías darnos tú?
Ya tomamos la decisión de dejar que se quede, pero no, Alexander quría que se arrastrara.
— A ustedes quizá nada, pero Nisa... ella es otro tema. Me preocupa.
— ¿Qué con Nisa?
Pregunté yo.
Nisa y yo nos hemos hecho buenas amigas después de esa tonta rivalidad nuestra debido a los caracteres parecidos, ella está embarazada, así como yo, dos bebés, por lo que debe mantenerse tranquila y evitarse los dramas innecesarios.
— Mi padre le envió un rubí de sangre — explicó— Ella va a morir, ya debe haberlo recibido, ya debe estar siendo vigilada.
Fruncí el ceño dejando la tarta de lado.
— ¿Cómo dices? ¿Qué es un rubí de sangre y por qué dices que tiene que morir?
— Un rubí de sangre es una promesa de muerte segura que un Volkov entrega — explicó Alexander— La Bratva lo hace, lo ha hecho por generaciones, y pase lo que pase, quien recibe el rubí, muere, porque está en juego el honor de la organización.
— Bueno ¿Y qué esperamos entonces? — Me alarmé— Hay que advertirles, si Nisa muere, Can quedará devastados, todos lo estaremos.
Alexander me sujetó por las caderas para que me quedara justo dónde estoy, sobre él, los niños tomaron sus sillas y se sentaron con Ilias, realmente lo extrañan, eso o le tienen miedo a mis arrebatos.
— Vine a proponer una solución — Dijo el sujeto frente a nosotros— La Bratva decae con las acciones de Yakov, él también es la cabecilla de parte de la organización, todos los Volkov teníamos una parte de Rusia bajo nuestro mando, por lo que la Bratva no es únicamente la gente que manejan aquí.
— Y qué propones.
Preguntó el sujeto bajo mi peso.
— Dividir el poder — dijo Ilias— Yakov posee una porción de Rusia. Si se unen los territorios de los hermanos, más el tuyo, alexander, ¾ de Rusia sería nuestro. Los Volkov somos hombres de palabra, si se firma un tratado, nunca más tendríamos que saber sobre él, podríamos darle algo que quiera para que retire el rubí de sangre contra Nisa, yo... sé que le causé mucho sufrimiento y esta es mi oportunidad de redimirme.
Se ve arrepentido, su plan es bueno, yo no quiero volver a ver a ese vejestorio de Yakov, quiero aceptar el trato, pero es algo que debo hablar con Alexander, tomar la decisión en conjunto y darle la respuesta a su tío.
Mi esposo parece haberme leído el pensamiento, me miró de reojo por unos segundos y asintió.
— Tenemos que evaluar los beneficios y los costos de esto, mientras tanto, puedes quedarte aquí, diviértete con los niños, tienen su sala de juegos, biblioteca, hay un jardín grande, lo que sea, pero ten en mente que serás vigilado, todos tus movimientos serán constantemente evaluados.
— No haré nada extraño, gracias por la oportunidad.
Respondió de forma mecánica, aliviado de no tener que regresar con su padre.
— No es nada, descansa y pídenos lo que necesites, compórtate y gana nuestra confianza.
Alexander está siendo duro, pero al menos le dijo que es bienvenido a quedarse.
Él no dijo nada hasta que la puerta se cerró tras Ilias y los niños, inclinándose hacia atrás, botando el aire contenido.
— ¿En qué piensas?
Inclinándome sobre él.
— Hay que llamar a Turquía. Vigilar a Ilias, evaluar un trato con Yakov, mantener a salvo a la gente de aquí... ya sabes, todo eso, y suena agotador de sólo pensarlo.
— Paso a paso, no hay que apresurarnos — acariciando su brazo— Primero pensemos en cómo ayudar a Nisa, lo otro lo resolveremos en el camino.
Apoyó su mano en mi vientre y lo acarició lentamente, mirándome de reojo con preocupación.
— Si yo fuera Can, estaría aterrado sabiendo que puedo perderte en cualquier momento, la Bratva... la Bratva no le importa si mata mujeres o niños, les da igual, una embarazada para la Bratva es sólo un cuerpo más que eliminar, no hay moral, no hay ideologías... son sólo ordenes que van a cumplir, porque lo harán, cumplirán.
Acaricié su brazo y cerré los ojos, parece más complicado de lo que suena, salvar a Nisa.
— Encontraremos la solución, tal parece que tendremos que negociar con Yakov primero, retirar el rubí.
— No lo va a hacer, Yakov la quiere muerta hace mucho, esta es su oportunidad.
Suena preocupado... muy preocupado.
— Lo intentaremos, no perdemos nada con intentar, la fracción más grande de la Bratva y de Rusia es nuestra, dividir el territorio, hacer dos Bratvas y no volver a toparnos con tu abuelo es un buen plan, que él haga lo que quiera con su parte siempre y cuando su mierda no nos salpique.
No quiero tener nada más que ver con su podrida mente, ese Volkov pudrió la cabeza del padre de Alexander, un hombre que me hizo sufrir, con el que tuve que tener sexo para salvar a mi hija, tuve que... dejar que me pusiera las manos encima y ensuciara mi cuerpo, tuve que mentirle a Alexander... fueron días horribles esos, y no quiero que se vuelva a repetir, no quiero volver a tener días oscuros como esos, ni yo, ni la gente a la que quiero.
— Llamemos a Turquía, hay que advertirles.
Mi esposo asintió, tomando su móvil, en ese momento, el nombre de Can apareció brillando en la pantalla, intercambiamos miradas y contestó colocando el altavoz para que yo pudiera escuchar.
— Amigo, necesito planear una boda — suena agitado— Nisa... está en peligro, y hacerla mi esposa es todo lo que se me puede ocurrir para que toda puta Turquía quiera ponerse a sus pies y cuidarle la espalda si no quiere que les arranque las extremidades. Recibimos un rubí de sangre con su nombre hoy, de parte de la Bratva.
Intercambiamos miradas otra vez, ya saben, ya llegó allá el rubí.
— ¿Cuándo es la boda? Estaremos ahí.
Dije animada, Nisa necesita todos los amigos posibles y sé dónde conseguírselos.
— Gracias, Jelena — sonaba aliviado el hombre al otro lado de la línea— Mañana, la boda será mañana, hoy le haré una gran fiesta de compromiso con todas las tradiciones que ella quería, quiero que sea perfecto, que ella recuerde esto y se sienta feliz.
— Oh, sin duda estaremos ahí, amigo, haré las maletas con mi gente y te veo en unas horas.
Alexander tampoco se negó a la idea de ir, tenemos negocios, sí, pero una boda es una boda, y sería bueno distraernos un poco.
— Gracias amigo...
— Llevaré unas amigas — avisé— Les encanta la fiesta y sé que a Nisa le gustará la compañía. Saldremos de esto, estamos pensando en como hacer que Yakov retire el rubí de sangre.
— Se los agradezco, gracias por sus esfuerzos, haré lo que sea por Nisa, cueste lo que cueste.
— Estaremos avisándote si tenemos novedades.
Respondió Alexander.
Hablamos largo y tendido con Can, el turco estaba de compras, él mismo de compras, lo cual es extraño, la gente como nosotros envía personas a comprar, pero él no, él quiere elegir él mismo las cosas para la famosa fiesta de Henna turca, una fiesta llena de tradiciones que me puse a investigar para no cagarla, Ivanna es capaz de quitarse la ropa y hacer streaptesse, por lo que leí, son muy tradicionalistas en esa noche, así que nos adaptaremos. Todas.
***
Fueron tres noches de fiesta cuando tuvimos que regresar, Ilias llamó diciendo que Yakov se puso en contacto con él para pedirle que busque a Nisa él mismo, quiere que se reivindique entregándole la cabeza de la recién estrenada señora Vural, por supuesto que el sujeto se negó a la idea y nos llamó de inmediato para informar la situación, se esfuerza por agradarnos, él quiere quedarse aquí.
Esa noche, como era el plan que hemos estado posponiendo, fuimos directo a La Jaula, como cada vez que pisamos ese lugar, cada quien se metió en su rol, el lugar se hizo silencioso hasta el punto de ser molesto, ni siquiera una cadena se movía, nada, las esclavas dejaron de respirar sobre sus dueños, la gente nos abrió camino, formando un pasillo directo a las escaleras y el trono, Alexander apoyó su mano en mi espalda baja en todo momento mientras caminábamos hacia ahí, tomó asiento y me llevó con él, acomodándome sobre sus piernas.
— ¿O prefieres tomar asiento tú sola, bebé?
Susurró acariciando mis brazos desnudos, no le gustó mucho la idea de que viniera hoy en top para mostrar mi vientre, hace frío fuera, sí, pero aquí dentro con toda esta gente, las luces, y la acción, hace un calor horrible, aunque a él lo que le preocupa es que se corra la voz de mi embarazo, podrían intentar matarme, sí, pero ¿Cuándo no lo han intentado? Eso ya no es novedad.
— Mañana cumples años, Jelena.
Dijo mi esposo, moviendo su mano para que todo se activara otra vez, este silencio me molesta, carajo.
Giré el rostro para mirarlo con sorpresa.
— ¿Cómo...?
— Me perdí el anterior porque no te recordaba... pero este cumpleaños... me gustaría que fuera diferente, celebrarlo contigo y con los niños, con nuestros amigos, celebrarlo en serio, todos juntos.
Besé su mejilla y acaricié sus manos sobre mi panza, su lugar favorito últimamente.
— La verdad... yo no recordaba mi cumpleaños, lo olvidé por completo, el año anterior tampoco lo recordé, estaba tan ocupada intentando no ahogarme que... lo olvidé.
— Pero no quiero que olvides, quiero que te diviertas, que celebres, y quiero que nos casemos también, sé que ya estamos casados, pero falta la ceremonia, yo sé que eso te habría gustado, no lo pospongamos más.
¿Será por lo sucedido con Nisa que se puso así de aprensivo con las festividades?
— Bueno... me gustaría mucho hacer una boda, pero mi cumpleaños, eso...
— Jelena, hagámoslo ¿Sí? Será bueno, salir de la rutina de la muerte y las amenazas será bueno para todos.
Sonreí enternecida por sus palabras, pegando bien mi espalda a su pecho, besando su barbilla esta vez.
— Está bien, celebrémoslo, no todos los días se cumplen años, además, el tiempo avanza muy rápido, Alex crece a una velocidad impresionante, Sasha ya podría comerse a Tanya si le da la gana, y no celebramos nada hace un tiempo, hemos estado meses intentando adaptarnos, aún siento miedo de despertar y no tenerte recostado a mi lado en la cama.
Tomó mis manos juntas y besó cada una antes de mirarme.
— Y yo siento un miedo terrible cuando no te tengo cerca, me da miedo... perderte. Tengo miedo de no volver a verte a ti, o a los niños, ya sé lo que significa estar alejados y no me gusta nada, me aterra a volver a esos días.
Sonreí y sujeté su rostro plantándole un beso en la boca.
— No nos perderás, tú tranquilo — colocándome de pie— Pero recuerda dónde estamos, aquí debemos guardar las apariencias.
Dejando mis armas junto al trono, sobre la mesa, consciente de cómo Delano se acerca para custodiarlas, nos ha dado espacio hasta ahora.
— Jelena...
Mirando de reojo a su alrededor, recordando dónde estaba y qué papel tiene que cumplir aquí.
— Estaré bien, hice esto hasta el ultimo día de mi embarazo con Alex, aquí venía a desestresarme.
— Preferiría que intentaras matarme mientras estás montándome en casa, en nuestra cama, eso podría desestresarte también, hermosa.
Intentando llegar a mi mano para tomarla, frunció el ceño cuando vio que retrocedí un paso para que no me alcanzara.
— Ya regreso, será sólo un momento.
— Jelena...
— No me pueden ver débil y protegida, lo sabes.
Retrocediendo lentos pasos.
— Pero...
— Nos vemos, mi pobre león.
Dando media vuelta, bajando los escalones, viendo a la gente mirarme con desdén otra vez, hace semanas que no vengo a este lugar, si el gato se va de vacaciones, los ratones hacen fiesta, y yo no puedo dejar que me pierdan el respeto, Alexander es hombre, los hombres siempre han estado en la cima de la cadena alimenticia, pero yo como mujer, me costó horrores ganarme mi lugar, razón por la cual debo probar mi valía cada vez que vengo, debo refrescarles la memoria.
— Hola bonita ¿Primera vez que vienes por aquí?
Susurró un idiota, abriéndome camino sólo porque el resto lo hacía, él no me conocía.
— ¿Dónde está tu dueño y por qué vienes sin correa?
Preguntó otro, tocándome el cabello, ganando un manotazo de mi parte ¿Hace cuanto que no vengo, mierda?
— ¿Qué pasó, gatita? ¿Asustada?
Preguntó otro, cortándome el paso, a estas alturas estaba rodeada de imbéciles que no tienen ni la menor idea de quién soy.
— ¿Quieres ver que tan asustada estoy? — jalándolo por la camiseta— Elige ¿Te acabo yo rápido o te sigues haciendo el chistoso, molestas a mi esposo y mueres lenta y dolorosamente?
Sonrió, sujetándome del cuello con su mano, prácticamente me lo rodeaba por completo, el idiota era gigante, no me sorprendería si dice que mide dos metros, está bien trabajado, tiene un tatuaje de una mujer desnuda en el antebrazo, uno muy mal hecho por cierto que debió haberse hecho en prisión, o sea que es un recién llegado... o alguien que regresó.
— ¿Me acusarás con tu dueño, esclava?
Carcajee.
— No soy esclava de nadie.
— No llevas falda.
Tocándome el culo con descaro.
— Y tú tienes demasiadas bolas, suéltame.
Golpeándole la entrepierna con la pierna completa, sujeté su brazo aprovechando la inclinación para lanzarlo sobre mi cabeza, viéndolo rebotar sobre dos idiotas que amortiguaron su caída.
— Yo soy la Koroleva, hijo de puta, dueña de este lugar, aquí todos trabajan y viven por mí, por lo tanto, vas a respetarme.
— Tuviste suerte — se levantó quejumbroso— Pero no voy a volver a bajar la guardia sólo porque seas una chica.
Viniendo a por mí.
— Una pelea no es una pelea si no es en la jaula ¿Te animas?
Le sonreí, viendo la furia reflejada en su rostro, tiene unas ganas increíbles de matarme por haberlo puesto en ridículo.
— Entonces quieres morir ¿Y ese bastardo que llevas qué? A mi no me interesa partirte la columna en dos, yo sí que voy a matarte si pones un pie en la jaula.
Empuñando su mano, golpeándome en el rostro sin medirse, forzándome a retroceder dos pasos para mantener la compostura, miré sobre mi hombro por breves segundos a Alexander, quieto en el trono, sujetando los brazos con demasiada fuerza, si no hago algo y dejo de jugar, Alexander me quitará toda la diversión y los matará a todos, y eso no me conviene.
— A la jaula, ahora.
Sacando mi navaja, los puños no serán suficientes, es demasiado alto, no lo alcanzo, y si no me pongo seria, los bebés resultarán heridos, no puedo ser así de irresponsable.
De todas maneras, me siguió a La jaula, fui consciente de la presencia de Delano mientras bajaban el pesado metal con las cadenas, se quedó cerca de la única puerta que hay, dos disparos y estará dentro para socorrerme, y espero que nadie se haya dado cuenta de sus intenciones o seré el hazmerreír.
— Ojos en mí, gatita.
Golpeándome en el rostro otra vez, retrocedí y apreté los dientes, escupiendo sangre, me mordí la lengua por estar mirando mal al medio peliblanco que ahora se sostiene a La jaula, muy preocupado de mi bienestar.
— ¡Jelena sal de ahí!
Gritó Ivanna.
— Silencio, la distraes y no la ayudas.
Le dijo Misha, ganándose una mirada de advertencia de Delano, que no le toquen a la pelinegra o lloverá sangre.
Me enfoqué en el tipo que tengo en frente, me agaché antes de que pudiera golpearme nuevamente, clavándole la navaja en la entrepierna, escuchándolo gritar con fuerza en cuanto la saqué, el pantalón rápidamente se le tiñe de rojo.
— Ups. Ahora no tienes pene.
Puse rostro de fingida lastima, retrocediendo de un salto, el imbécil sacó una navaja y casi me corta la panza, tengo que tener cuidado, este no tiene moral o no va a tener piedad de mí, aunque no la necesito.
— Te voy a hacer pedazos, perra.
Hablando entre los dientes, viniendo a por mí, cortándome la mejilla con su navaja, este realmente me está haciendo sudar, tengo que terminarlo pronto.
Sin detenerme a pensarlo demasiado, corrí hacia él y derrapé por el piso, sintiendo la tierra y el cemento lastimar mi piel por la fricción, clavé la navaja en su entrepierna nuevamente en el camino, la retiré antes de ponerme de pie y me colgué a su espalda, el dolor le juega en contra, fue lento, y sólo me lastimó los brazos entre apretones y rasguños antes de dejar de moverse luego de haberle clavado la navaja directo en la yugular, la sangre saliendo a borbotones, calentándome parte de la cara y los brazos, cayéndome directo a la panza, deslizándose hasta el piso.
Aterricé sobre su cuerpo y miré al montón de bastardos que me miró como menos antes, la jaula sube y los murmullos de las apuestas se escuchan, todo estaba a mi favor, la Koroleva que va a comenzar a venir más seguido carajo, porque se estaban olvidando de mí.
— ¿Aun tienes ganas de preguntarme si es mi primera vez aquí? —mirando a uno de ellos— ¿Alguien más quiere preguntar por qué no vine con falda? ¿Preguntarán por mi dueño? ¿Pensarán que soy esclava?
Tomando del cabello al sujeto, comenzando a cortar, que no se pierda la costumbre de arrancar las cabezas de sus cuerpos.
No fue suficiente separar su cabeza para disipar mi rabia, le arranqué los ojos y en lo que caminaba de regreso al trono, se los aplasté en el rostro a esos bastardos, mirando a mi alrededor.
— ¿Alguien más?
Manos en la espalda, mirada baja y una pequeña reverencia fue suficiente para hacerme saber que recuperé el respeto en este lugar, abriéndome paso, viendo con diversión a los idiotas que se orinaron por mi pequeño regalo, un poco de sangre y unos ojos no son nada ¿De qué se asustan?
— ¿Nadie? — Carcajee— Que cobardes.
Caminando otra vez, subiendo los escalones, viendo a Alexander levantar el culo y ofrecerme la silla, apoyándose en el brazo.
— Que nadie olvide tu lugar, mi reina.
Bajando la cabeza también, mostrándole al resto que él también estaba a mis pies.
— Te ves como toda una salvaje valkiria, desmembrando cuerpos y salpicando sangre por ahí — se mofó Delano, llegando con nosotros— ¿Vamos a limpiarnos? Me pone nervioso que te quedes así, la sangre se va a enfriar y te dará frío.
Carcajee negando.
— ¿Eres mi mamá, mi segundo o mi amigo?
— Perdona que te lo diga, pero tu mamá es una zorra, soy tu segundo, soy tu amigo, pero también tu familia, así que alguien debe velar por tu seguridad, Malishka, vamos.
— Yo debería ir a bañarla, Delano.
Se quejó Alexander.
— No, tú te quedas justo dónde estás, sentado en el brazo del trono para que mi Koroleva no pierda credibilidad, en meses, has venido más ocasiones tú por tu cuenta que con ella, y cada vez que vienen, Jelena se sienta sobre tus piernas como las esclavas aquí, así que yo iré a limpiarla porque soy un segundo muy diligente. Vamos, guapa.
Estirando su mano hacia mí, manteniendo las formalidades y sin mirarme a la cara, es un tonto.
— Te voy a ensuciar si te toco.
Dije yo, mirándome las manos.
— Será un honor ser ensuciado por mi Koroleva.
— Mientras seas ensuciado con sangre y no con otra cosa, por mí bien.
Rodó los ojos mi celoso marido.
— Eres un tonto, Alexander — tomando la mano de Delano para ponerme de pie— Soy tu esposa.
— Pero tal parece que otro tuvo el privilegio de frotarse contigo primero.
Delano se tensó.
De seguro si Ivanna escucha esto, se muere de la risa, le encantan los celos injustificados de mi marido, todos sabemos que Delano no me tocaría ni con un palo.
— Fui menos idiota —se encogió de hombros mi segundo— Y más rápido.
Carcajeó al ver la molestia de su amigo, llevándome por los escalones otra vez, de regreso por el camino fuera de la cueva que da a la jaula, parándose junto al grifo que tiene conectada la manguera para que quienes sobrevivan no regresen cubiertos de sangre pegajosa a dónde sea que sea su hogar, le quitó la nieve de encima y de alrededor, tomó la manguera y me miró.
— ¿Qué esperas, hermosa? Quítate lo que te moleste, los zapatos, por ejemplo, hay que sacar esa sangre.
Levanté las cejas y se me abrió la boca de la sorpresa, hay unos veinte grados bajo cero y el idiota quiere mojarme con agua fría del grifo.
— Para eso mejor me dejo la sangre ¿No crees?
Miré a mi derecha, viendo a Misha trotar hacia nosotros, jabón, champú y acondicionador entre las manos.
— Listo, Delano, traje lo que me pediste ¿Necesitas algo más? Orel trae la toalla.
Señalando el auto más allá con la cabeza.
— ¿Me están jodiendo?
Mirando a ambos.
— No tenemos toda la noche, guapa ¿Te la quitas tú o te la quito yo?
Dijo Delano, poniéndose ansioso.
— Mejor se la quito yo.
Dijo Ivanna apareciendo de la nada, abriéndome el top para mostrar mi brasier deportivo, tirándolo al piso con una mueca al verlo chorreante de sangre.
— Rápido que hace frío, rubia.
Rodé los ojos y terminé por hacerles caso, yo no sé por qué tengo debilidad por las estupideces de estos sujetos, me quité los zapatos y los calcetines como pidieron sintiendo la nieve comerme los pies, Orel llegó para estirar la toalla y evitar que se me viera el culo cuando me saqué los shorts, todos miraron en otra dirección menos Delano e Ivanna, esta última aprovechándose del pánico para limpiarme el cuerpo con la esponja, tarea que podía hacer sola mientras tiritaba de pies a cabeza.
Lo divertido fue ver a Lev y Akim espantando a quien sea que quisiera acercarse para ver el espectáculo, tomando otras toallas para hacer una especie de cortina que me separa del entorno.
— Te falta una nalga, rubia, la derecha. Rápido que te vas a resfriar.
Protestó Delano.
— Lo dice el que me está mojando con agua congelada en medio de la nieve — enseñándole ambos dedos medios— ¿Dónde en mi nalga? ¿Más a la derecha o más a la izquierda?
Intentando mirarme, no veo nada.
— Yo veo, yo lo hago, dame el gusto, guapa ¿Sí?
Dio brincos Ivanna, quizá por el frío, quizá por la emoción, no lo sé.
— Ok, ok, hazlo tú — entregándole la esponja— ¿Te doy la espalda?
— Me acuclillo, no todos los días puedo verte el culo de cerca, bombón.
En ocasiones pienso que Ivanna realmente gusta de mí, no lo sé, pero yo la dejo ser, su amor por Delano es más grande que por mí, Alexander se pone celoso de ambos, sí, y de seguro no me dejaría hacer una pijamada con la pelinegra loca, pero se ha estado acostumbrando a sus demostraciones de afecto.
— ¿Ya quedé limpia? —temblando— Tengo frío, carajo, un frío del demonio.
— Acondicionador en el cabello o no podrás peinarte —Se quejó Misha— Toma, extiende las manos.
Rodé los ojos y le hice caso, sólo miró por breves segundos dónde estaban mis manos para no cagarla y me puso en las manos, lo apliqué en mi cabello y di media vuelta para enjugar en lo que Delano me tiraba agua encima e Ivanna se alejaba para no mojarse, lo siguiente que sentí fue que dejaron de mojarme y Misha me rodeó como un burrito el cuerpo con una toalla seca, me cargó y me llevó al auto, dónde todos se pararon con toallas para cubrir todos los vidrios, dándome la privacidad necesaria para quitarme la ropa interior mojada, lanzarla fuera y ponerme ropa seca y calentita gracias a la calefacción encendida, Ivanna conectó el secador al auto y me ayudó para no pescar un resfriado, Orel me entregó un café calentito en un termo al salir, rodeándome por los hombros, frotándome para entrar en calor.
— ¿Qué se siente estar limpia, guapa?
Se burló Delano.
— Jódete, podría morir de pulmonía.
Mostrándole el dedo medio, pero con una sonrisa en los labios, no le iba a dar las gracias por eso en voz alta, pero él sabe que sí estoy un poquito agradecida, sólo un poquito.
— Ok, no entres aún, ven aquí, tienes que curar esas heridas —Extendiendo su mano hacia mí— El resto continue su camino, nosotros ya vamos.
— Ok, me quedo con los chicos así que no te preocupes, iré con la tía Irina y el tío Luka, encontraron su lugar en la mesa de apuestas, están ganando mucho dinero, dijeron que me enseñarían.
La pelinegra loca le dio un beso y se marchó con el resto, subiendo a la espalda de Lev, usándolo de caballo para llevarla al interior, ella tampoco lleva falda y eso me agrada, ella es libre, no es ninguna esclava.
— ¿Tienes algo importante que decirme?
Siguiéndolo a la maleta del auto, abrió la puerta y tomé asiento ahí, viéndolo tirar el botiquín, colándose entre mis piernas, sujetando mi rostro para analizar los cortes, se ve molesto, incluso más molesto que Alexander, y eso que él sí que estaba molesto.
— Te arriesgaste demasiado hoy.
Comenzó a decir en lo que desinfecta la herida.
— Era algo que tenía que hacer, estabas cerca, siempre estás cerca, debiste escuchar lo que dijeron de mí.
— Lo sé, por eso no interferí, tenías que demostrarles quién eres, que no eres llamada Koroleva, temida y respetada sólo por ser una cara bonita.
— ¿Soy una cara bonita? Me alagas.
Sonrió de lado sin quitar la vista de mis heridas.
— No me cambies el tema, rubia, me preocupaste hoy, temía que salieran lastimados los bebés.
— Si nos demoramos mucho, Alexander va a venir aquí y no dirá nada bonito.
— No tienes que demostrar lo que vales cada vez que vienes, Alexander no lo hace.
Dijo, ignorando mi comentario anterior.
— Soy mujer, ya me menosprecian solamente por tener vagina.
— Las vaginas son poderosas, salen bebés enormes por ahí, yo les tengo respeto. Además, está científicamente comprobado que las mujeres pueden soportar muchas más unidades de dolor que un hombre, ustedes son poderosas, que nadie te haga sentir menos, no bajes la cabeza que se te cae la corona, Koroleva — besando mi frente— Y recuerda que cómo tu familia, tu amigo, tu segundo, siempre voy a estar para cuidar tus pasos.
Estiré mis brazos y rodeé a Delano con fuerza, sintiéndome cómoda con él.
Este sujeto tiene razón, es mi familia, la primera que me hizo sentir bienvenida, la primera que me defendió de los golpes y me enseñó a defenderme, quién fue mi apoyo en mis peores momentos, mi pilar, mi almohada cuando las paredes del cuarto me asfixiaban, cuando la cama era demasiado grande sólo para mí, cuando las pesadillas no me dejaban dormir, él estuvo ahí, siempre estuvo ahí.
— Te quiero mucho, Delano.
— Yo también te quiero, rubia.
— Y yo quiero que te pegues un tiro Delano, en la cabeza, ahora.
Giré el rostro para ver a Alexander de pie junto a nosotros, el ceño fruncido, de brazos cruzados, muy molesto, y sí, quizá se malinterprete la posición.
— No estábamos haciendo nada.
Me excusé, viendo a Delano saltar hacia atrás, aún con las gasas ensangrentadas y las pinzas entre las manos.
— Yo los vi muy pegados, y tú llevas otra ropa ¿Qué hicieron?
Rodé los ojos ante su desconfianza ¿Cómo podría pensar que le haríamos algo así?
— Sabes que no vería a tu mujer de esa manera —se defendió Delano— Yo seré padre, ella es tu esposa y está embarazada, tienen hijos juntos.
— Nunca falta el hombre que quiere ser el cuerno y después no aguanta — se quejó mi esposo— Jelena te gustaba ¿Y si sigue gustándote?
Dando un paso hacia nosotros, esto no pinta para bien, es como aquellos días en los que Alexander le daba una paliza sólo porque estaba celoso, o le prohibía hablarme.
— Estás bromeando ¿Cierto? —Delano sonó ofendido— Creí que dejamos todo claro, Jelena no me gusta.
— Yo era el capricho.
Intenté ayudar, pero no pareció disminuir ni un poco el enojo de mi marido.
— Tú, adentro.
Me señaló.
Nuevamente, esto no pinta para bien.
— Alexander... no hagas esto, sabes que no hicimos nada, estaban todos aquí.
— Sí, y luego se quedan ustedes dos solos, vengo aquí y lo encuentro entre tus piernas mientras te abraza.
Ok... si lo dice así, se ve feo...
— Te juro por mis hijos que no pasó nada ni teníamos pensado que pasara algo — bajando del auto de un brinco— Sólo estaba curando mis heridas, luego le di las gracias porque Delano y el resto de los chicos han sido mi primera familia, quienes me enseñaron a sobrevivir y me trataron como uno de ellos desde el primer día, sólo le agradecía por no haberme dado la espalda, nada más.
Interponiéndome entre ambos, esto no pinta bien y no quiero problemas por malentendidos.
— ¿Y yo qué? ¿Yo no cuento?
Dio un paso hacia nosotros, descruzando los brazos, apretándolos en puño.
— Me casé contigo ¿Eso te dice algo?
— No, tú te casaste conmigo porque no tuviste otra opción, ni siquiera sabías que estábamos casados.
— Cuando lo supe, porté el apellido con orgullo a pesar de todo lo que me hizo sufrir, los Volkov fueron un cáncer para mí, me quitaron todo lo que quería, mi sueño de ser feliz, tú, así que dime ¿Seguirás poniéndote celoso cada vez que esté con un amigo? ¿Es que no confías en mí y mis intenciones? Te juro que no hice nada malo, Delano tampoco, así que no te desquites con él.
Infló el pecho y se le puso el rostro rojo de la furia, pero no hizo ningún movimiento, no dijo nada, parece estar analizando su próximo movimiento.
— Alexander, sabes que sería incapaz de jugarte chueco.
Dijo Delano dando un paso más cerca, su pecho pegado a mi espada. Se acerca y sigue usándome cómo escudo, no lo culpo, Alexander celoso es de temer.
— Ahora.
Puntualizó mi marido.
Sé que antes se jugueteó conmigo, y se confundió, pero eso es el pasado, eso fue antes, mucho antes.
— Alexander, si te hice daño en el pasado por haber... confundido las cosas con Jelena, te pido disculpas, pero yo ahora no...
Mi esposo fue rápido, lo sostuvo por la camiseta y levantó el puño dispuesto a pegarle.
— Ay carajo... carajo...
Apreté los dientes y me abracé la panza, me dolía, me siento tan angustiada por el momento que quizá... quizá les afectó a los bebés, las emociones están directamente conectadas a los fetos.
— ¿Qué pasó? ¿Qué tienes? ¿Qué te duele?
Se preocupó Alexander, soltando Delano, ocupándose de mí.
— Me duele... la panza — Cerrando los ojos, botando el aire contenido de forma entrecortada, intentando respirar— Me duele mucho, Alexander.
— Avísale al resto que nos vamos — le dijo a Delano, cargándome— Iremos al hospital, alcánzanos en cuanto estén todos listos.
— Por supuesto.
Trotando al interior de la cueva para dar aviso en lo que Alexander me mete dentro del auto, se pone tras el volante y arranca a toda leche, entrando al bosque para tomar la primera calle y llevarme al hospital más cercano.
— Alexander me duele mucho...
Comenzando a llorar de la angustia, no me estaba doliendo, no me dolía nada, no había sentido esto en ninguna otra visita a La jaula.
— Eso es por estar peleando cuando no estás bien de salud, yo te dije que no estaba bien, que quizá podía salir algo mal.
— No fue por eso, ni siquiera me tocó la panza, casi ni tengo — protesté— Es porque no confías en mí, porque tenía miedo que llegaras a Delano y lo golpearas tanto como las otras veces, el pobre apenas podía respirar, estaba angustiada y por esto pasó esto.
Me miró por breves segundos, la culpa brillándole en la mirada.
— Si te pones en mi posición, también desconfiarías.
— Sé que se ve mal, pero no hicimos nada ¿Por qué no me crees? Yo sólo te quiero a ti maldita sea.
Abrazándome la panza más fuerte, una nueva contracción, se siente como cuando fui a dar a luz a Alex.
— Está bien, está bien, no hablemos más de esto, no te hace bien — tomando mi mano— Saldrá todo bien, tranquila, los bebés estarán bien.
— No confías en mí, te juro que no hice nada.
— Está bien, te creo, Jelena, te creo, pero cálmate, por favor.
Dándome un ligero apretón.
— Tengo miedo...
Me sinceré.
Y por como me miró, sé que él está aterrado.
— Se que saldrá todo bien, esos son hijos nuestros, fuertes y supervivientes, su madre es increíble, así que... tranquila, llegaremos al hospital y todo estará bien.
— No le pegues a Delano después, no lo culpes, te juro que no hicimos nada.
Suspiró usando la mano contraria para cambiar la palanca, no parece querer soltarme la mano pronto.
— Jelena, preocúpate de ti ahora ¿Sí? Eres todo lo que importa.
Le va a pegar, de seguro va a pegarle, vamos a ser dos hospitalizados, ooh carajo... lo va a dejar hecho pedacitos.
— ¿Jelena?
Quité mi mano de entre las suyas, subí los pies al asiento y me abracé la panza, pidiéndole a quien sea que quiera escucharme que por favor no le suceda nada a estos bebés, a mí, lo que sea, los esperaré con los brazos abiertos luego del parto, pero con mis bebés no, a ellos no por favor...
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BUENAS BUENAS BBCITAAAS
HE REGRESADOOOO
Y ESTA VEZ CON UN CAPITULO LARGO LLENO DE EMOCIONES
¿QUÉ ESTÁ PASANDOOOOOOO?
TENEMOS UN ALEXANDER MUY CELOSO
DELANO E IVANNA SIENDO EL PAR DE DESCEREBRADOS DE SIEMPRE
BUENO, TODOS LOS AMIGOS LO SON, A TODOS LES FALTA CEREBRO JAJAJAJAJ
PERO JELENA? POBRE JELENA CON SUS DOLORES
CÓMO ESTARÁN LOS BEBÉS?
AAAAY QUE MIEDO CABRONAAAAS
NOS LEEMOS EL PROXIMO CAPITULOOOO
BESITOS EN LAS NALGAS PARA TODAS
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