13. Mundo y encierro.



—Bueno, ya averigué. Es oficial —Ashton tira unos papeles sobre la mesa—. Estamos en la lista negra de bandas de Rock al aire, así que no nos dejarán entrar.

—¿Pero por qué? ¡No hicimos nada para ganarnos esto!

—Nosotros no, pero ella sí.

Aprieto los dientes con fuerza mientras miro los papeles, con sus letras de rechazo que se burlan de mí. No puedo creer que de verdad lo hiciera. ¿Cómo pueden seguir diciendo que él es mala persona si hizo esto? Evitó que nos aceptaran en el evento mas importante del año. No, es más, evitó que tan siquiera pudiéramos postularnos.

¿Y ahora resulta que es culpa mía?

—No es mi culpa que sea un inmaduro dependiente —me quejo—. No era mi responsabilidad decirle que sí.

Los chicos de la banda se miran entre ellos mientras que Holly ya no dice nada. Era quien más creía en Félix de todos nosotros, pero es como si ahora ya no supiera que pensar. Es suficiente. De verdad, todo esto está llegando demasiado lejos. Voy a ir a Rock al aire con la banda y él no me lo va a impedir.

— ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a ir hasta las directivas y exigirles que nos dejen participar?

Aprieto los dientes con furia. Odio que la banda se haya decepcionado de mí, otra vez, porque incluso cuando no fue mi culpa parece que lo fue. Si no lo hubiera humillado, ¿habría obtenido un resultado diferente?

—¿Vas a ser su tutora? —pregunta Holly.

Asiento con la mandíbula apretada. Es difícil simpatizar con él si siempre estoy recordando la razón por la que trato de llevarme bien con él. ¡Ni siquiera es real! Y no me quiere cerca, ¿de verdad vale la pena? No quiero estar cerca de él, siento que me volverá débil, y si eso pasa no podré defenderme y seré vulnerable a que me hagan daño de nuevo.

No quiero volver a sentir eso.

—Tenemos que aprovechar eso —dice Derek—. Vas a tener que llevarte mejor con él para que vea que no eres tan malo.

—O que ella no es un monstruo sin corazón —dice Tyler con burla—. Aunque lo sea.

—No lo soy—refuto. No soy tan mala, ¿verdad? —. Solo hice justicia.

—Bueno, ahora eres su tutora, sea como sea —Ashton se cruza de brazos—. A mi no me quiso escuchar. Espero que a ti sí.

No estoy segura de esto, porque aunque odie admitirlo, no quiero hundirlo más de lo que ya lo hice. Y me conozco, no voy a terminar dándole lo que quiere. Alguien como yo no tiene la paciencia suficiente como para ser amiga de alguien como él.

Le doy un par de vueltas mas al yoyo. ¿Cuándo voy a entrar? Tengo que hacerlo de una vez por todas. Pero de verdad este sitio es deprimente, el silencio ya me deprime de por sí. No lo seguí desde que salió de clase, pero según mis cálculos debería estar aquí. Quiero decir, hace parte de su naturaleza. Además tengo que empezar a darle clases de economía y ciencias humanas.

Asomo la cabeza por la puerta con curiosidad mientras hago subir el yoyo de vuelta a mi mano. Ahí está, leyendo como el pequeño ratón de biblioteca que es. Es increíble pensar que alguien tan introvertido ha causado tantos problemas.

Dios, dame paciencia.

Me guardo el yoyo en el bolsillo y entro. La bibliotecaria me mira con desconfianza desde el borde de sus gafas, tratando de disimular el desagrado que le provoco. Me encojo de hombros, tiene suerte de que esté aquí en son de paz, sino ya le habría dicho un par de cosas. Sigo avanzando, pero esto se siente raro. ¿De verdad voy a hacer esto? ¿Y como es que está sacando tan malas notas si se encierra aquí a leer?

Pero a medida que voy avanzando me detengo. Atención, nerd numero dos a las tres en punto. Será mejor que me esconda.

—Hola Félix.

Mírala. Con su ropa de señorita perfección, su aspecto de futuro brillante. ¿Por qué no se va? Él tampoco quiere nada con ella.

—Hola—contesta Félix con tono monótono.

La nerd número dos sonríe con emoción en su sitio. Miro a Félix con enfado y confusión. ¿No se supone que estaba molesto con ella? ¡No le hables, es obvio que te tiene ganas!

Me echo para atrás. Por favor, ¿desde cuando me importa lo que haga el nerd? Solo me gusta el drama, nada más.

—¿Quieres que te ayude a estudiar? —pregunta ella, jugando con un mechón de su cabello.

Él ni siquiera despega la mirada de su libro. ¿Acaso no la ve? ¡Está loca por él! ¡Cuando una mujer hace eso es que te está mandando una señal! Aunque claro, yo no recurriría a algo tan patético. ¡Pero claro, tenía que ser burro! Si fuera un poco mas carismático no tendría tantos problemas para socializar, pero le doy la razón porque esa tipa es una plasta. ¿Estudiar? ¿Así se coquetea en estos días? ¡No! No es eso, ni porque fuera mi caso.

—No, gracias—murmura él.

¡Eso! No dejes que se te suba esa perra trepadora.

—Humm bueno... —ella duda—. He visto que no te ha ido muy bien en las notas últimamente y se me ocurrió algo. ¿Qué dices si me convierto en tu tutora?

En ese momento se me viene a la mente lo que dijo el señor Smith. La nerd no es muy buena dando clases, ya que extrañamente sus resultados enseñándole a otros han sido bastante malos. Sí, ese es un misterio que sigue rondando dentro de mi cabeza, pero llegas tarde, niña.

Salgo de mi escondite.

—Yo soy su tutora—le digo, parándome al lado de Félix—. Así que sácate de aquí.

Anna no deja de pasar su mirada entre Félix y yo, como si no supiera a quien de los dos culpar. Ruedo los ojos mientras tiro los libros que traje conmigo sobre la mesa y me siento con fuerza en el asiento frente a él, reafirmando mi posición.

—¿Tú? —se ríe ella—. Pero si eres una burra.

—No lo soy—la contradigo—. De hecho soy bastante buena, aunque parezca idiota. Ahora mismo, incluso soy superior a él.

—¡No te atrevas a compararte con Félix! —me grita.

Un "Shhhh" en conjunto resuena por toda la biblioteca. No, no, déjenla gritar. Por mí es mejor si la sacan de aquí. Mientras tanto, en la mente del susodicho pasan bolas de estambre del desierto, porque no quita la mirada de su estúpido libro. O a lo mejor cantan los grillos.

—Es la verdad—sonrío con malicia. Lo sé, niña, morirías por estar en mi lugar—. El señor Smith me asignó como su tutora. ¿No es así, Félix?

Me ignora. Bien, eso no es raro.

—Félix, dime que es mentira—le pide ella, casi suplicando—. Ella no puede ser tu tutora.

Por fin baja su libro, y suspirando con resignación dice:

—Por desgracia sí.

—¡Eso es injusto! —me señala— ¡Ni siquiera va a clase todos los días! ¡¿Entonces por qué?!

—Aparentemente soy buena estudiante—le digo, mirando mis uñas con desinterés.

Él no dice nada, solo sigue con su libro y nos ignora.

—¡Esto es una injusticia! ¡Una calumnia! ¡Ni siquiera deberían aceptar a gente como tú en una universidad como ésta!

—¡Jovencita!

La nerd salta en su sitio. Es la bibliotecaria, acercándose a nosotros con rapidez con cara de mala leche. Pero por primera vez no está molesta conmigo. Trato de no reírme, resultó que la alumna ejemplar es la que está causando el alboroto. ¿El mundo se está poniendo al revés últimamente?

—¡¿Qué es este escándalo?! Hágame el favor y retírese inmediatamente.

—Pero... pero... —sus ojos brillan. ¿Va a llorar? Uy, que emoción. Me señala, tratando de culparme de algo —. Fue ella quien...

Alzo las manos en señal de inocencia. Yo no he hecho nada. Mi postura de inocencia parece convencer a la mujer, porque deja de mirarme para señalar a la verdadera culpable, osea ella.

—Usted es la que está gritando. Haga el favor de retirarse.

La cara de Anna está tan roja como un tomate. Contengo la risa, no puedo reírme delante de la señora y ya está empezando a mirarme raro. Con el rabo entre las patas la nerd se retira, eso si, no sin jurarme con la mirada que hará de mi vida un infierno.

Cuando ambos se han ido, me echo a reír. ¡Eso fue muy divertido! Si pasan cosas tan emocionantes aquí, debería venir mas seguido.

—Eso no era necesario—murmura Félix con monotonía.

—¿De qué hablas? ¡Fue divertido! —me río.

—Claro que no, pudiste meterla en problemas.

—Ay Félix—sonrío—. Ese es tu problema, eres demasiado serio. Tienes que empezar a tomarte las cosas con mas humor.

Si tan solo aprendiera que la vida es una no se estaría estresando tanto. Ni siquiera entiendo cómo puede estarle yendo tan mal si sigue estudiando igual que siempre. Como sea, se supone que le de clase. Al parecer él es indispensaaaaable para la universidad.

Pero está desesperándome. No dice nada, solos sigue leyendo como si yo no estuviera. ¿No se supone que me admira? Pero no se mueve. El tiempo se hace eterno, mis dedos tamborilean sobre la mesa con inquietud. Por eso odio los sitios como la biblioteca. ¿De qué le sirve estudiar tanto si no puede concentrarse en nada?

Chasqueo los dedos. Ya sé. No es que el conocimiento no entre a su cabeza, es que no se queda ahí. A lo mejor el nerd está estresado. Además debería empezar a llevarme bien con él, sino la posibilidad de que estemos en Rock al aire alguna vez en la vida se esfumará. Y realmente quiero estar ahí. El público, la adrenalina, todos rockeando con nuestra música... sería un sueño realidad. Pero ahora no solo se ha vuelto imposible, sino que la banda me culpa por ello.

Y de ver a Félix así, no se si lo odio o me siento mal por él. Creo que lo odio. ¡Él empezó todo este puto problema!

—¿Vas a ignorarme todo el rato? —pregunto con monotonía.

No me contesta. Supongo que eso es un sí. Suspiro con pesadez. Esto no está funcionando.

Félix abre los ojos a más no poder cuando paso mis brazos por la mesa y tiro todos los libros al suelo. Me mira en forma de interrogante. Le quito las gafas y las examino. Es extraño, juraría que no las necesita.

—¿De verdad necesitas esto? —le pregunto, examinándolas con cuidado. Me las pongo—. Oye, pero si a mí me sirven.

Me las quita con un gesto brusco. Ya veo...

—Ahhhh no las necesitas—analizo, mientras se las acomoda de nuevo—. Estoy casi segura. ¿Entonces para qué las usas?

—Las necesito para leer—murmura con molestia, escondiéndose tras su libro—. Recoge el desorden que hiciste.

—Nope—me pongo de pie. Lo jalo del brazo—. Vamos, salgamos de aquí.

Me mira con duda mientras se resiste a soltar el estúpido libro. Se lo quito de las manos y lo dejo sobre la mesa.

—Si el conocimiento no es tu problema entonces es algo más —le digo, jalándolo de nuevo—. Vámonos.

—Si te quieres ir, vete —contesta con molestia—. Nadie te obliga a quedarte conmigo.

Ruedo los ojos. Por desgracia hay muchas cosas que me obligan a eso.

—Te estoy diciendo que nos vayamos los dos.

Su mirada se vuelve mas oscura.

—¿A dónde?

—Por ahí—lo jalo de nuevo—. Vamos. Tengo que darte clases y no puedo hacerlo aquí.

Se resiste. Ofuscado vuelve a sentarse en la silla, coge su libro y me ignora. Se lo quito de nuevo y le echo una ojeada. No es un libro en realidad, es una libreta llena de apuntes. Sus apuntes son mejores que los míos. ¿Por qué no le va mejor que a mí teniendo esto?

—Dame eso.

—No—me lo guardo en la chaqueta.

—¡Basta!—se pone de pie—. Creéme que no quiero tener nada que ver contigo, me pareces una persona horrible y quiero que me dejes tranquilo. ¡¿No lo entiendes?!

Su voz suena temblorosa. Está tratando de hacerme daño, pero se nota que es malisimo tratando de lastimar a otros. Es raro, porque creí que se le daba bien después del desastre que hizo. Su mirada titubea, y por un momento me detengo. Es como si de verdad le doliera. ¿De verdad te lastimé tanto, cuatro ojos? Me pregunto si Matt se habrá sentido así cuando me hizo lo mismo.

—Te la daré al final de la tarde. Ven conmigo, damos un paseo, vagamos por ahí y cuando terminemos te doy tu estúpida libreta. ¿Qué dices?

—Tenemos clase —se cruza de brazos.

—Uy si, como si eso te importara mucho.

—¿Por qué? ¿Por qué haces esto? —pregunta, torturado—. ¿Te divierte burlarte de mí?

A decir verdad, sí.

—Algo quieres —asegura, mirándome fijamente—. Siempre es por interés. Quieres algo y por eso no me dejas en paz.

No sé que decirle. Es cierto que quiero algo, que nos quiten de la lista negra de Rock al aire. La inscripción termina en un par de meses y si no logro ganarme su confianza para entonces, no lograré nada. Pero no puedo decírselo, si le doy la razón va a odiarme más.

—Eso pensé —murmura con dolor—. Quédate con la libreta. No me interesa.

Félix sale de la biblioteca, dejándome con la boca abierta. Muy bien, esta vez fue él quien me cerró la boca a mí. Me saco el librito de la chaqueta y observo sus apuntes. Anota todo con sumo cuidado y es bastante observador. Cualquiera podría aprender con estos apuntes, ¿pero a él no le funciona? Es difícil de creer. Tiene una letra muy recta y controlada, y si las pocas clases de grafología que mi tía me obligó a tomar sirvieron para algo, esto quiere decir que es una persona bastante restringida. ¿Tal vez por eso quería salir?

Bufo mientras cierro el cuaderno. Será mejor que lo busque.

Salgo de la biblioteca, pero me choco con Holly.

—Hermana—me saluda—. ¿Vienes a almorzar con nosotros?

—Ahhh... —miro por encima de su cabeza mientras trato de pensar una respuesta. Ya desapareció. ¡Mierda! ¿Donde voy a encontrar al pequeño gusano? — lo siento hermanita. Tengo que hacer... algo.

—¿Algo?

—Lo siento, Holly—le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo—. ¡Te veré en la noche!

Llego al comedor y lo busco con la mirada. Veo muchos nerds, pero ninguno el que busco. Ese no es, ese tampoco, la señorita perfección menos. ¡Claro! La señorita perfección puede saber donde está. A menos que Félix haya corrido para huír a sus brazos.

—Oye tú—me acerco a ella—. ¿Donde está Félix?

—No lo sé—me mira con molestia, pero luego sonríe—. Pero me alegra que huyera. Félix no es tonto, sabe qué esperar de gente como tú.

Ruedo los ojos. No tengo tiempo para esto.

—Bien, como sea. ¿Donde puedo encontrarlo?

—Como si te fuera a decir—sonríe, malvada—. Tú nunca tendrás una oportunidad con él.

Me río. ¿Acaso cree que...? No puedo creerlo. Pero es obvio por qué lo dice, ¡está loca por él! Y se nota que Félix no le hace ni medio caso para eso.

—¿Estás segura? —le digo, tratando de provocarla—. A lo mejor tengo mas oportunidad que tú.

—¡Mira, rockerita de segunda! —se pone de pie, furiosa—. ¡Deja a Félix tranquilo! ¡Ya le hiciste suficiente daño!

—¿Ah sí?—me río—. Y me imagino que como tú eres tan buena amiga y no le hiciste ningún daño, si puede confiar en ti.

Se queda callada. No tengo tiempo, tengo que buscarlo. La dejo ahí, justo con la palabra en la boca y sigo mi búsqueda. ¿Por qué los ratones de biblioteca tienen tantos sitios para esconderse? Algo tengo claro. Vamos a salir y saltarnos las clases, le guste o no. No quiero ir a clase, y es obvio que no necesita que yo le enseñe algo.

No es teoría lo que necesita, es práctica. Es como el deseo que me pidió. ¿Salir? ¿Eso es lo que necesita para mejorar sus notas? ¿Es posible? Me lo planteo por un instante, no suena tan descabellado. Pero él no es como nosotros, no va a encajar. Bueno, supongo que si hace el intento se dará cuenta de eso por sí mismo. Pero a lo mejor sea eso lo que necesita para mejorar en las clases, y lo que yo necesito para ganármelo.

Entonces un plan descabellado comienza a formarse en mi cabeza. Lo ayudaré hasta que logre convencerlo de quitarnos de la lista negra. Y entonces le mostraré que no debe confiar en la misma persona dos veces.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top