Capítulo 60: "¿Eres vampiro?"
☆♛☆ 60. "¿Eres vampiro?" ☆♛☆
—¿Ya están planificando la propuesta de matrimonio? —cuestiona Susana con cierta molestia.
Isabela es la última en ingresar y se asegura de cerrar con seguro, aunque se supone que ya lo estaba, pero la llave que tiene en la mano debe ser la razón por la que ellas igualmente pudieron entrar.
Ambas se acercan y formamos un tipo de cuadrado disparejo.
—Estaría loco si aceptara participar en la... cosa esa —responde mi futuro suegro con más molestia que la rubia.
—¿No quieres estar en primera fila cuando Am llore de felicidad ante la pedida de mano?
—Ella no será la única que llore... solo que yo no lo haré de felicidad —lo último lo murmura, aunque pude escucharlo con bastante claridad gracias a la silenciosa habitación en la que nos hemos encerrado.
—Aun así, es mejor que sepa lo que tenemos planeado hacer para que se evite algún susto que pueda mandarlo al hospital.
¿Acaba de decir «Tenemos planeado»? No recuerdo haber accedido a planificar nada en conjunto.
—¿Podemos hablarlo luego? —es bastante obvio su fastidio con el tema—. Ahora quisiera pasar tiempo con mi querida y aún soltera hija.
—Justo por eso hemos venido. —Susana enrosca su brazo con el de mi futuro suegro y lo guía a la puerta—. Am ha empezado a morderse las uñas de la preocupación ya que teme que hayas molido a golpes a su multimillonario novio.
—¿Es multimillonario? Genial —mi suegro continúa con sus quejas.
Ambos salen de la habitación y yo los sigo junto con Isabela, quien camina a mi lado.
—¿Listo para unirte a la familia? Los Thompson son algo particulares, pero muy dulces y amables.
—Sí... —Miro a padre e hija darse un gran abrazo, el intento de Amelia por cargar a su padre, y su hermano y Lía uniéndose para ayudarle, pero igual no lo consiguen y se tiran en el suelo, exhaustos de tanto batallar—. Estoy listo.
Me acerco hacia los tirados y mi novia nota mi presencia casi al instante.
—¿Necesitas ayuda? —le consulto.
—¿Por qué tan formal? —se burla—. El Frank que conozco me habría cargado hace rato sin siquiera titubear.
—Prefiero evitarle más molestias a tu padre. —Puedo sentir con claridad su mirada clavada en mi persona, y aunque no es la primera persona que me mira de ese modo, en esta ocasión sí me importa que lo haga.
Porque mientras menos le agrade a mi futuro suegro, más tedioso le resultará a Amelia. Y quiero evitar a toda costa hacerle pasar por más estrés.
—Wow, sí que se le ve muy molesto. —Se sienta para mirarlo mejor—. ¿Qué le has dicho ahí dentro? ¿Que me vas a proponer matrimonio, tendremos gemelos y nos mudaremos a Moscú?
—No.
—Genial. —Se sujeta de mi brazo y la ayudo a levantarse—. Porque ni creas que voy a tener gemelos —asegura con una sonrisa ladeada.
Me suelta para cargar a su hija con un brazo y a su hermano con el otro, y se lleva a ambos al baño.
—Disculpen la tardanza —Rei entra en escena, cargando una gran caja cuadrada de color púrpura—, el señorito no se decidía por cuál reloj ponerse.
—No habría tardado tanto si no hubiera encontrado el reloj que quería usar en tu habitación —comenta Jack, apareciendo detrás de ella con dos cajas del mismo tamaño y color que lleva la ex modelo.
Dejo de prestar atención a lo que dicen para enfocarme únicamente en el escenario que se presenta ante mí. Hay mucho movimiento y desorden mientras alistan la mesa y sirven los platillos. Hay cero organización y demasiado ruido con sus debates sobre el asiento o comentarios de la comida.
Es un gran desastre, pero uno que está lejos de resultarme fastidioso.
☆♛♛♛☆
La última vez que celebré la Navidad como una dichosa festividad fue con Jack.
Nos escapamos de casa en Nochebuena para visitar el parque con el gran árbol que adornaban cada año. Mi hermano les pidió a nuestros padres incontables veces que lo llevaran, pero se rehusaron y lo golpearon antes de que yo llegara de la escuela.
Él no volvió a mencionarlo.
Por supuesto, nuestros padres descubrieron que nos escapamos y yo recibí todos los golpes mientras cubría a Jack con una manta para que no mirara.
Desde entonces solo fue una fecha más para mí, pero igual entregaba obsequios a conocidos y personas cercanas para respetar sus costumbres y evitar conversaciones molestas.
Iba más allá del odio o el resentimiento que pude haber sentido en algún momento hacia mis padres. Simplemente no sentía nada.
Hasta ahora.
—Quedarte viendo el reloj no lo hará avanzar más rápido.
Tiene razón, parece que avanzara aún más lento de lo usual.
—Frank, saldrá bien. —Alex pone presión en mi hombro, su usual forma de reconfortarme.
Exhalo y asiento, sabiendo que tiene razón, que no hay forma de que se arruine un plan del que me he encargado personalmente por todo un mes. Me he asegurado de que cada mínimo detalle se realice a la perfección y también he establecido varios respaldos por si surge algo.
—Vamos. —Le da una palmada a mi espalda—. Casi es hora. —Se coloca el sombrero de copa negro que hace juego con el resto de su vestuario.
Salimos del estudio y nos dirigimos a la sala, en donde el resto se halla dispersado, todos vestidos igual que Alex. Algunos conversan, otros practican lo que les toca hacer. Guardan silencio al vernos y se levantan, listos para empezar.
Miro mi reloj. Diez y veinte. Es hora.
Alex y yo lideramos la gran fila de gente y salimos de la suite. Sus pasos son sincronizados y caminan en dos filas rectas, lo que me produce una gran satisfacción.
Todo saldrá perfecto.
El teléfono vibra en mi pecho, y lo saco del bolsillo interior de mi chaqueta. Sin detenerme, respondo la llamada.
—¿Qué ocurrió? —pregunto lo que ya sospecho.
Susana no me llamaría si no fuera por algo importante ya que así fue como lo acordamos.
Su largo suspiro me advierte que no es bueno. Pero eso no importa porque hemos cubierto todas las posi-
—Amelia se ha desmayado, estamos de camino al hospital.
Freno al instante.
Miro hacia el frente, hacia el largo pasillo despejado y resguardado por un par de guardias.
—¿Cuál hospital?
—Te envío la dirección.
Corta la llamada y en el siguiente segundo recibo su mensaje. Está a pocas calles, lo que significa que podemos llegar en minutos a pie y en segundo en auto, pero lo segundo está descartado por obvias razones.
—¿Qué esperas? —Alex se ha adelantado— ¡Andando!
Lo miro y reacciono. Y empiezo a correr.
El elevador nos espera abierto y vacío, y con un guardia custodiándolo. Ingresamos y las puertas se cierran de inmediato. No nos detenemos hasta llegar al lobby, y volvemos a correr.
Las personas que aguardaban en sus posiciones crean un camino para nosotros, y avanzo sin preocuparme por nada más que llegar a ella.
En la calle es lo mismo, el gentío nos abre un espacio en la carretera, no hay autos cerca ya que ese era el plan, solo personas disfrazadas de forma similar. Parece que ya han sido notificados del estado de Amelia ya que han despejado la ruta hacia el hospital.
Un par de cuadras más adelante y el camino sigue libre, solo que esta vez las mismas personas se han encargado de impedir que los autos se interpongan. Si no fuera por las circunstancias me impresionaría su perfecta organización.
Consigo ver el hospital y acelero, dejando atrás a Alex.
En la entrada me encuentro con un par de personas disfrazadas, y me señalan una dirección antes de siquiera preguntarles. Ingreso y cada pocos metros me topo con otra persona que me indica con la mano la ruta que debo tomar.
Cruzo pasillo tras pasillo sin detenerme a pensar, porque lo único que me importa en este momento es estar a su lado y asegurarme de que esté bien.
Bajo la velocidad al ver a dos de mis guardias custodiando una habitación, y me detengo en el umbral ya que el temor me impide avanzar más.
De solo pensar que ha vuelto a salir lastimada por culpa mía... ¿cómo podría verla a la cara? ¿Qué podría decirle que no le haya dicho ya?
—¿Eres vampiro? —dice ella con una suave sonrisa—. Puedes pasar, te doy permiso.
Respiro hondo y doy el primer paso al interior.
—El doctor acaba de irse —explica Susana—, le hicieron pruebas y los resultados no tardarán en llegar. —Va acariciando la cabeza de Amelia.
—Lo siento. —Baja la mirada, apenada—. No debí comer tanto.
—Llegué. —Aparece un exhausto Alex—. ¿Cómo estás, Amelia? —Se apoya en una pared para recuperar el aliento— ¿Qué dijo el doctor?
—Se acaba de ir —Susana vuelve a explicar—, no tardará mucho.
—¿Alex? ¿Eres tú? —Amelia se sorprende al recién reconocerlo y se endereza— ¿Cómo llegaste aquí? ¿Por qué estás vestido como mimo? —Lo mira de pies a cabeza.
Susana la obliga a recostarse.
—No te levantes hasta que vuelva el doctor.
—Pero ya estoy bien —se defiende mientras Isabela la arropa hasta el cuello—. Solo fue indigestión. —La mira con sus enormes ojos cristalinos.
—Las personas no se desmayan por indigestión. —Le acaricia la cabeza para calmarla.
Amelia suspira en rendición y permanece recostada.
—Pero es Nochebuena... —Hace un puchero—. No quiero pasar la Navidad en un hospital.
—Si los resultados salen bien nos iremos de inmediato —asegura Susana.
—Está bien. —Vuelve a suspirar ya que sabe que no podrá ganarles en esta pelea, no cuando se trata de su salud— ¿Por qué no dices nada? —Se me queda mirando— ¿Estás molesto por arruinar nuestra primera Navidad? —Su rostro se arruga por la culpa.
Ambas amigas me observan con intensidad y una obvia amenaza ante lo que vaya a responder, advirtiéndome que acabarán conmigo si me atrevo a hacerla sentir mal.
—No. —Me acerco a donde están sus pies bien envueltos—. No estoy molesto.
—¿En serio? Porque tu cara de botox me dice lo contrario.
—No estoy molesto contigo —afirmo ya que es claro que no puedo mentirle porque, de alguna manera, ha aprendido a leer mis expresiones.
—¿¿Otra vez planeas fugarte?? —Se sienta de golpe— ¡Te lo prohíbo!
—Yo no...
—¡Guardias! —grita mi novia y los dos hombres que resguardaban la entrada ingresan de inmediato— ¡Sujeten al prófugo!
Los dos sujetos que forman parte de mi seguridad obedecen la orden sin titubear. Me agarran de cada brazo y empujan hacia abajo, obligándome a ponerme de rodillas frente a Amelia.
Esto sin duda no formaba parte de mi plan.
—¿Qué está pasando aquí? —Entra una doctora, consternada con la situación.
—¿Quién es usted? —le pregunta Susana como si fuera una intrusa.
—El doctor Blake tuvo que encargarse de uno de sus pacientes y me pidió que lo cubra. —Me señala— ¿Quién es él? ¿Debo llamar a seguridad?
—Eso no hace falta —dice Amelia con calma—, solo es mi novio que intenta fugarse del país.
—Ah, entonces ya le dieron los resultados. —Revisa la Tablet que tiene en sus manos—. Entonces solo me queda brindarle algunas recomendaciones y pedirle que venga a verme el día de mañana. —La mira— ¿Le parece bien a las dos?
—¿Por qué tiene que venir mañana? —cuestiona Isabela.
—¿Quién dijo que era usted? —Susana insiste.
—Soy la doctora Montgomery. —Sonríe ampliamente—. Jefa de Obstetricia y Ginecología.
—¿¿Obstetricia?? —se exaltan las amigas.
—¿¿La ex esposa de Sheperd?? —se exalta Amelia.
Mi seguridad lo toma como una señal para soltarme y salir de la habitación. Alex me ayuda a levantarme con una gran sonrisa en el rostro.
—Amigo. —Palmea mi espalda—. Felicidades.
Permanezco inmóvil, sin saber qué decir o hacer. Las amigas de Amelia parecen estar igual que yo.
—Me lo dicen seguido —la doctora continúa hablando—, admito que en parte es por ella que me animé por esta especialidad.
—Wow, eso es genial. —Amelia sonríe—. Ella fue de mis personajes favoritos.
—También el mío. —La doctora le sonríe de vuelta—. Y ambas somos pelirrojas así que creo que fue el destino.
—Sí, se parecen mucho, tienen el mismo cabello y ambas son obstetras... —Se le borra la sonrisa—. No puede ser.
Finalmente lo capta.
—Estoy... estoy...
Nosotros tendremos... tendremos...
FIN
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¡Hola!
Inoficialmente "Conde herpes" ha terminado T.T
Se viene el epilogooooooooooooooooooo *llora*
Empezando cuenta regresiva: 1...
PD: Te recomiendo unirte a mi canal de difusión en Whatsapp ya que por ahí les estaré chismeando cositas de la saga :3
Días de actualización: Jueves y Viernes
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Nos vemos pronto 7u7
♡ Los adoro ♡
Vale Rie☆
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