Capítulo 59: "¿O sí?"


☆♛☆ 59. "¿O sí?" ☆♛☆


—¿Siguen sin gustarte los malvaviscos?

Lía ríe mientras continúa dándole forma a la masa que tiene entre sus manos.

—Sí, abuelo, aún no me gustan los malvaviscos.

—Apenas te gusten le dices a tu mamá que me llame. —Se inclina hacia ella—. Y te mandaré una gran caja de malvaviscos.

La pequeña asiente y deja sobre la mesa su hermosa creación que tiene forma de... un ser deforme, como una criatura que fácilmente podrías encontrar en lo más profundo de un bosque.

—Wow, ¿eso es un oso? —Amelia se inclina sobre la barra para ver más de cerca la figura.

—No, es Exionista. —Cruzo miradas con la pequeña, quien me sonríe llena de orgullo.

—¿Qué es un exionista? —cuestiona el padre de Amelia.

Antes de que ella pueda pensar en alguna respuesta Lía estira su brazo y me apunta con el índice.

—Exionista.

—Cariño, es de mala educación apuntar a las personas. —Su abuelo le baja la mano.

Y yo no puedo evitar notar el gran parecido que tienen padre e hija.

—Si ya terminaste con tu pan de Exionista ponlo en la bandeja, cariño —le explica su madre.

—Sí, mamá. —Su abuelo la ayuda a bajarse del pequeño banco y la acompaña a la isla del centro en donde se encuentra la dichosa bandeja con todas las creaciones de la familia.

Me tenso al sentir la mano de Amelia sobre mi muslo y volteo hacia ella.

—Gracias. —Me dedica una de sus hipnóticas sonrisas—. Es la mejor sorpresa que he recibido hoy.

Ladeo mi boca y coloco mi mano sobre la de ella.

—Aún es temprano para decir eso.

—Me consientes tanto. —Me empuja levemente con su hombro y puedo apreciar por unos segundos el aroma a coco que proviene de su cabello recién lavado.

—Fui al doctor la semana pasada —comenta su padre de la nada—, y en la revisión me aseguraron que tengo un perfecto par de oídos y que puedo escuchar mejor que el promedio.

Ambos miramos en silencio mientras se vuelve hacia nosotros.

—Así que no importa cuánto intenten susurrar... —Enseña una amable sonrisa que se desvanece en el siguiente segundo—. Yo escucho claramente todo lo que dicen. Todo.

Amelia aparta su mano al instante y se levanta del banco segundos antes de que suene el timbre.

—Deben ser Rei y Jack, les avisé que llegaste antes.

—Cómo no llegar antes cuando teníamos un avión para nosotros solos. —Bufa—. Un poco más y llegábamos ayer. —Enciende el horno, con la bandeja de plata ya adentro.

—¡¡¡Am!!!

—¡¡¿Qué chichis?!!

Los gritos llegan hasta nosotros y el padre se apresura en ir a la entrada para ver qué ocurre. Permanezco sentado ya que yo sí sé qué ocurre. A mi derecha, en donde Amelia antes estaba sentada, se acomoda su hermano menor, quien se me queda mirando fijamente.

—¿Eres Ironman?

—No lo soy.

—Eso es lo que diría Ironman. —Sonríe—. Descuida, guardaré tu secreto con una condición. —Levanta su pequeño índice y me lo enseña.

Me cruzo de brazos, atento a su propuesta.

—No hagas llorar a mi hermana.

Esperaba que me pidiera algún juguete o que lo deje manejar mi avión privado. No eso.

—Su antiguo novio la hizo llorar mucho, aunque intentó disimularlo yo lo noté porque soy su hermano y la conozco desde que salí del estómago de mamá. Por eso no le agradas a papá, porque teme que también le hagas llorar.

—Eres un buen hermano.

—Eso es porque tengo a la mejor hermana. —Vuelve a sonreír, esta vez con más entusiasmo.

Estiro el brazo hacia él y le ofrezco mi mano. La estrecha con ambas manos.

Saco del bolsillo de la camisa una tarjeta negra y se la entrego.

—Cuando quieras hacer más negocios conmigo llámame.

—Wow. —Se enfoca en leer el contenido de la tarjeta—. Tengo el número de Ironman.

—Vaya, vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí.

Aquella voz me resulta demasiado familiar ya que me ha atosigado varias veces por teléfono.

Me levanto del asiento para enfrentar la segunda sorpresa preparada para Amelia. A sus dos viejas amigas. Aunque debo tener cuidado de usar esa palabra frente a ellas o de nuevo terminaré escuchando su interminable discurso sobre lo jóvenes que aún son.

—Un placer verlas de nuevo. —Inclino levemente la cabeza a modo de saludo.

Ambas mujeres sonríen como si algo les causara gracia, y proceden a rodearme con sus brazos y poner más presión de lo normal. Ya puedo confirmar que siguen siendo jóvenes con esa fuerza que poseen.

Me liberan para saludar al resto.

—Uy, parece que llegamos justo para el desayuno. —Susana eleva su nariz, similar a como lo haría un canino—. Lo que es perfecto porque bajé dos kilos de tanto gritar en el avión.

—Hubo un poco de movimiento debido al clima —explica Isabela—. Bueno, en realidad hubo mucho movimiento. Yo casi me hago encima. —Niega con la cabeza.

—Eso es lo que menos extraño de Seattle, su clima. —Susana se lava las manos—. Voy a hacer galletas, ¿de qué sabor los quiere la cumpleañera?

—No voy a permitir que las invitadas de mi hija se pongan a cocinar —interviene el padre, quien llegó a la cocina en un santiamén.

—Pero usted también es un invitado —responde Susana mientras se coloca el mandil—. Además, el vuelo no duró casi nada gracias a Frank y sus millonadas de dinero.

—Frank no tiene millonadas de dinero... —agrega Amelia, que apareció de la nada a mi costado, y se me queda mirando— ¿O sí?

—Pero ustedes cuidaron de mi pequeña por tantos años y ambos sabemos que esa no es una tarea fácil.

—Ey, yo no soy tan difícil de cuidar... —De nuevo voltea a verme— ¿O sí?

—Pero gracias a usted tenemos fotografías y videos de Am siendo mimo —Isabela se une al ¿debate?

—¡Ajá! Sabía que tú les habías enviado esas fotos y ellas no las habían encontrado «de casualidad». —Mi novia se cruza de brazos, resentida por descubrir su mentira.

—¿Y si mejor cocinamos todos juntos? —propone la esposa de mi futuro suegro.

Susana y el padre se miran en silencio por varios segundos y lo rompen con un estrechamiento de manos.

—Novios y niños por favor esperen sentaditos en la sala. —La amiga líder da un fuerte aplauso, y todos de inmediato procedemos a acatar su orden.

Yo lo hago solo porque Amelia me jaló del brazo para que me apresure en ir a sentarme.

—Pensándolo bien, dejaré que se encarguen del desayuno por un momento. —El padre sale de la cocina y se acerca a donde estamos sentados—. Tú. —Cruzamos miradas—. Sígueme.

—Papá. —Amelia se levanta al instante—. ¿Qué haces?

—Lo que debí hacer desde que me hablaste de él en una de nuestras sagradas llamadas semanales.

Me pongo de pie y mi novia me mira de cierta forma que parece que quisiera decirme algo telepáticamente.

—Andando, muchachito. —El padre lidera el camino y lo sigo.

Nos dirigimos a la habitación insonora de Lía, lo que me agrada ya que impedirá que el resto escuche sobre lo que hablaremos.

Cierro la puerta con seguro y me coloco frente a mi futuro suegro, quien tiene los brazos cruzados y una mirada completamente diferente a la que ha mostrado desde que llegó.

—Antes de empezar... gracias.

Es un inicio inesperado, pero con esta familia aprendí que es algo común.

—Gracias a ti pude ver antes a mi hija y preparar el desayuno con ella y mi adorable nieta. Gracias a ti no tuve inconvenientes en volar, que no tengo idea de cómo te enteraste que he estado en tratamiento por la presión y la recomendación de mi doctor en evitar en lo posible subirme a un avión.

Sabía que algo ocurría cuando no lo vi en la fiesta de cumpleaños de Lía. Investigarlo fue sencillo. Mantenerlo oculto de Amelia fue lo difícil.

—¿El tratamiento le ha servido?

—Sí... gracias a ti. —Exhala—. También quiero agradecerte por no habérselo dicho a Amelia, y ahora que estoy prácticamente recuperado espero sigas manteniéndolo en secreto.

—No puedo hacer eso.

—¿Qué?

—Estuve de acuerdo con usted en no decírselo mientras llevara el tratamiento y lo tratara, pero una vez se recupere y tenga la confirmación del doctor de que se encuentra saludable se lo diré. A menos que usted desee decírselo en persona.

—No, ella no puede saberlo. —Niega con la cabeza—. Se preocupará y solo arruinará su día.

—Amelia lo terminará descubriendo de alguna forma, ¿no prefiere que lo sepa por usted a que se entere de otro modo y se de cuenta de que se lo ha ocultado?

Exhala con fuerza y baja los brazos.

—Está bien, yo se lo diré, pero no ahora sino cuando me recupere por completo.

—Es un trato. —Estiro el brazo hacia él.

Lo estrecha y bufa.

—Esto no cambia el hecho de que me desagrades. —Sonríe de oreja a oreja, sin soltarme.

—Lo sé. Nadie es merecedor de su hija, ni siquiera yo, así que acepto su desagrado.

—No estaba pidiendo tu permiso. —Suelta mi mano de mala gana—. Y ahora sobre lo otro que mencionaste por teléfono... ¿Vas en serio o era algún tipo de broma de mal gusto?

—Es en serio.

Vuelve a exhalar con pesadez.

—Esperaba fuera una broma de mal gusto, al menos ahora me habría reído de eso. —Se encoge de hombros—. Pero si es en serio reírme es lo último que quiero hacer.

—¿Significa que me da su aprobación?

—Si no lo hago Amelia se pondrá triste, sus amigas me acosarán y mi esposa dejará de hablarme. Así que sí, te doy mi aprobación. —Rueda los ojos—. ¿Cuándo lo harás?

Ladeo mi boca, más que satisfecho con su respuesta.

—Navidad. Le propondré matrimonio en Navidad.

—¡¿Qué rayos...?! —grita alguien a mi espalda.


☆♛♛♛☆♛♛♛☆

¡Hola!

Esta semana se termina el condeeeeee *empieza a moquear* T.T

Me reconforta saber que todo sale según lo planeado, así que continuamos con esta semi maratón del final de "Conde herpes" :3

Empezando cuenta regresiva: 2...

PD: Te recomiendo unirte a mi canal de difusión en Whatsapp ya que por ahí les estaré chismeando cositas de la saga :3

Próximo capítulo: En unos días ohsi

♛PREGUNTAS♛

☆¿Preguntas?

☆¿Frase favorita?

☆¿Teorías del siguiente capítulo?

Nos vemos pronto 7u7

♡ Los adoro ♡

Vale Rie

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