Capítulo 52: "Aquí estoy, cariño"
☆♛☆ 52. "Aquí estoy, cariño" ☆♛☆
Camino con calma hacia la otra salida para no espantar a los que están presentes, y ellos también van saliendo en silencio.
Se escucha otro disparo, pero esta vez más cerca, lo que provoca que las personas empiecen a correr y gritar mientras se empujan por salir.
Uso mis brazos para evitar que golpeen a los niños, y me abro camino entre todo el caos. Una vez afuera miro a todos lados rogando encontrar a Amelia por ahí. Pero no hay señal de ella.
El sonido de las sirenas se acerca cada vez más y es tan fuerte que no puedo escuchar nada del interior. Las personas siguen saliendo y se van dispersando en la calle, y no reconozco a ninguna.
Hasta que veo a Maya cruzar la puerta. Da unos pasos y cae sentada al suelo. Corro hacia ella y noto la sangre que corre por su frente. Sigue consciente así que debo alejarla del lugar hasta que lleguen las autoridades y puedan atenderla. Le doy la espalda y me arrodillo frente a ella.
—Sube —le ordeno—. Ahora.
Obedece y me levanto, asegurándome de que los cuatro estén bien sujetos. Me alejo varios metros de la librería hasta que la policía me bloquea el paso. Sin decir nada cargan a Maya y la llevan a la ambulancia estacionada metros más adelante. Lo sigo para que también revisen a los pequeños.
Ya dentro de la ambulancia, un paramédico la revisa y atiende el corte que tiene en el borde de su frente que recién puedo notar. Otro me ayuda a subir a los niños y los va revisando mientras ellos lloran y llaman a sus padres. Me vuelvo hacia la librería y busco con la mirada a Amelia, pero una patrulla me impide ver la entrada.
Doy un paso adelante, pero es todo lo que puedo avanzar.
«Toma su mano y no la sueltes bajo ninguna circunstancia.»
Vuelvo a girar y observo a los pequeños siendo calmados por el desconocido. Maya ha quedado inconsciente probablemente por la pérdida de sangre más el impacto tras lo ocurrido. No pude preguntarle nada, así que no tengo ninguna información sobre lo que pasó adentro.
Y Amelia sigue sin aparecer.
Permanezco inmóvil, sin saber qué hacer. Sea la decisión que tomé estaré rompiendo la promesa que le hice.
Amelia. Por favor, Amelia. Por favor. Por favor.
—Debemos llevarla al hospital.
—¡NO! —Mi respiración es errática al igual que mis ideas, pero si de algo estoy seguro es que no me iré de aquí sin ella.
Ambos sujetos me miran en silencio y permanecen quietos. Así que saco el teléfono y marco a mi hermano, quien probablemente ya debe haberse bajado del avión y ya estaría de camino hacia aquí.
—¿Dónde estás?
—Justo vamos saliendo del aeropuerto, llegaremos en treinta aproximadamente.
—Llega en quince, ha ocurrido algo.
—¿Qué? ¿Qué cosa? ¿Estás bien?
—Te compartiré mi ubicación, date prisa.
—No entiendo, ¿qué está pasando? —Le envío un mensaje con mi ubicación en tiempo real— ¿Aló? ¿Frank?
Me subo a la ambulancia y arrodillo frente a Lía, quien acaricia la cabeza de Maya, y le entrego el teléfono.
—Habla con el tío Jack y no le cuelgues hasta que llegue.
—¿Tío Jack? —su voz rota me produce escalofríos.
Bajo de la ambulancia y miro a ambos paramédicos.
—No se muevan de aquí o me encargaré de que nunca más vuelvan a trabajar mientras respiren, y si esos niños son lastimados de algún modo me encargaré de que nunca más vuelvan a respirar.
Le doy un último vistazo a Lía, quien llora mientras le habla a mi hermano. Respiro hondo y corro hacia la librería.
Los oficiales ya han colocado un perímetro para impedir que se acerquen a la zona, así que aprovecho que están distraídos calmando al público para cruzar debajo del listón amarillo. Ignoro sus advertencias y me dirijo a la entrada.
Las puertas se abren y freno al verla salir.
Mi cuerpo entero va hacia ella y la abraza. Se siente un sueño poder tenerla de nuevo en mis brazos, pero ruego que no lo sea.
—Estás aquí... —soy incapaz de controlar mi voz temblorosa.
—Lía. —Me aparta y mira a los ojos— ¡¿Dónde está Lía?! —Puedo ver desesperación en sus ojos.
—Está a salvo, está con Maya y los gemelos.
—Gracias a Dios. —Su vista se pierde en algún punto—. Gracias a... —Sus ojos se cierran y se desvanece en mis brazos.
La revisa de arriba a abajo para buscar si está herida, pero en vez de perder más tiempo la cargo y llevo a la ambulancia. Los oficiales me permiten salir y otros paramédicos llegan con una camilla, en donde la recuesto.
Tomo sus manos mientras es llevada a otra ambulancia estacionada un par de metros más atrás de donde se encuentran los niños y Maya. Por suerte Lía no nos ve ya que sigue enfocada en la llamada.
Me detengo frente al vehículo mientras espero a que la suban. Alguien me agarra del brazo y cuando volteo encuentro a mi hermano.
—¿Qué demonios pasó? ¿Estás bien? —Me mira de pies a cabeza.
—¡Am! —Aparece Rei y se sube a la ambulancia para estar a su lado— ¿Qué te pasó? —su voz se quiebra.
—Quédense con ella —le hablo a mi hermano—. Nos vemos en el hospital.
—¿A dónde vas? —Se aferra a mi ropa— ¿Dónde está Lía?
—Yo me encargo de Lía, ustedes no se aparten de su lado. —Miro a mi novia.
Asiente y también sube a la ambulancia.
Me apresuro en volver con la pequeña, quien me llama en cuanto me ve. Subo con ella, la siento en mis piernas y rodeo con mis brazos para calmarla.
—¿Has visto a mamá? Quiero a mamá. —Llora en mi pecho.
Los gemelos también llaman a su padre, así que los acerco a mí en un vano intento por calmarlos. Empezamos a movernos y cierro los ojos con el anhelo de que esto sea solo una pesadilla.
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—Cielos, te ves peor que yo —dice Maya en cuanto ingreso al cuarto privado que conseguí para ella—. ¿Cómo está Am?
—Sigue inconsciente. —Me siento en la silla que tiene al lado—. Tomas sigue en cirugía.
Con la ayuda de Brenda pudimos localizar al padre de los gemelos, quien había sido traído al hospital poco después de que llegáramos. Recibió dos impactos de bala, uno en la pierna derecha y otro cerca al estómago.
Descubrimos qué es lo que había pasado.
—¿Está bien que estés aquí? ¿No deberías permanecer con Am hasta que despierte?
Físicamente ella se encuentra bien, a salvo de algunos raspones en las manos no han encontrado nada que indique la razón por la que sigue inconsciente, por lo que asumen que se debe a algo psicológico así que lo único que pueden hacer es monitorearla y esperar a que reaccione.
—Rei y Lía están con ella, me llamarán si pasa algo.
Jack está en la sala de espera aguardando a que el pintor salga de cirugía.
La universitaria exhala con pesadez y se recuesta. Tiene la frente vendada para proteger los puntos que le han cosido y debe pasar la noche como precaución.
—Llamaste... ¿a mi hermano?
—Ahora mismo debe estar en el avión de camino hacia aquí.
Vuelve a exhalar y mira el techo.
—Dicen que debo permanecer despierta, que no puedo dormir hasta que se aseguren de que no corro peligro. Les dije que aún si pudiera dormir no lo haría... porque cada vez que cierro los ojos rememoro ese momento como si estuviera ocurriendo de nuevo. Al parecer voy a necesitar terapia luego de esto. —Gira la cabeza para mirarme—. ¿No es curioso que deba recibir terapia por segunda vez?
—No lo es.
—Sí. —Fija su vista de nuevo en el techo—. Supongo que no lo es.
Me pongo de pie, acaricio su cabeza y la observo en silencio. Su rostro se tuerce y sus ojos se cristalizan. Me siento a su lado y se levanta para resguardarse en mi pecho, así que la abrazo mientras llora en silencio, sin emitir ningún sonido.
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Tiene el mismo gesto tranquilo de ayer cuando despertó en mis brazos, lo que me da esperanzas en creer que solo está durmiendo.
Las luces están apagadas ya que es muy tarde por la noche y Lía se ha quedado dormida abrazándola. Su pequeño rostro es tan parecido al de su madre.
Amelia... no deberías ser tú la que esté postrada en esa cama.
Prometí solo darte felicidad, prometí protegerte. Pero ni para eso sirvo.
Si no puedo cumplir mis promesas... no merezco estar a tu lado.
Rodeo la cama y me detengo a su lado. Me inclino y beso su frente.
—Hasta que despiertes —murmuro.
Me quedaré hasta entonces.
Tal y como esa mañana, abre los ojos como si hubiera escuchado mis pensamientos. Sus ojos se abren hasta su máximo y su cuerpo empieza a temblar. Empieza a respirar por la boca de manera errática y su vista salta de un punto a otro. Mi cuerpo no reacciona al verla de ese modo y lo único que puedo hacer es observarla.
—¿Mami? —Lía se despierta debido al movimiento y levanta la vista.
Amelia se encuentra con la mirada de su hija y su rostro al instante se calma, al igual que su cuerpo.
—¡Mami! —La pequeña la abraza y llora sobre ella.
La rodea con sus brazos.
—Aquí estoy, cariño. —La va meciendo mientras llena su cabeza de besos—. Mami está aquí.
—Tuve mucho miedo.
—Lo sé, yo también me asusté.
—¿Ya estás bien, mami? —Asoma la cabeza.
Amelia tarda en responder. Aprieto los dientes y aparto la vista, soy tan cobarde que temo escuchar lo que dirá. Contengo el aliento al sentir algo cálido en la mano, así que bajo la mirada para ver si no lo he imaginado y hallo la mano de Amelia rodeando la mía que está contraída. La relajo y entrelaza sus dedos con los míos. Levanto la vista hacia ella y me encuentro con su mirada aún más cálida que su mano.
¿Cómo es que puede mirarme de ese modo después de lo que le pasó por mi culpa?
Es mi culpa. Debido a mí ha salido herida, debido a mí estuvo inconsciente durante horas, debido a mí...
—Voy a estar bien.
Clavo la mirada en el suelo. No merezco ni mirarla.
—Mientras las personas que tanto quiero permanezcan a mi lado... estaré bien.
Mis piernas no lo resisten más, y me arrodillo frente a ella mientras me aferro a su mano. Soy tan egoísta que a pesar de que yo provoqué esto no quiero soltarla.
Preferiría morir antes de volver a apartarme de su lado.
Así de egoísta me he vuelto.
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—¿Cuánto llevan ahí?
—Una hora.
—Es demasiado tiempo. —Rei coloca su mano en la manija para abrir la puerta.
Sujeto su brazo para detenerla.
—Ella no quiere que entremos hasta que termine de darles su declaración.
—Lo sé, pero...
—Fue su decisión. —La miro a través de la pequeña ventana que tiene la puerta—. Debemos respetarla.
Suelta la manija, exhala y se apoya en la pared.
—Todos vamos a necesitar terapia después de esto. Hasta Lía. —Acerca su mano y se presiona la parte alta de su nariz, cerca al área de sus cejas—. Tan pequeña y ya tendrá que ir a terapia.
—Ya terminaron de hablar. —Abro la puerta y entro.
—¿Dónde está Lía? —pregunta apenas me ve.
Les doy un vistazo a los sujetos en cuanto me cruzo con ellos.
—Está con Jack y los gemelos en la otra habitación.
Thomas salió bien de su cirugía y se encuentra sedado. Ya está fuera de peligro, pero de todos modos tendrá que permanecer internado debido a la gravedad de sus heridas. También necesitará terapia física por lo de su pierna. Obviamente todo será pagado por mí.
Es lo menos que puedo hacer por haber salvado a la mujer que amo más que a mi vida.
Rei corre a abrazar a su amiga y aprovecho que se han puesto a hablar para ir detrás de los oficiales. En el pasillo consigo alcanzarlos.
—La declaración que les dio... díganmelo todo. Cada palabra de lo que dijo.
Intercambian miradas y el de la derecha exhala.
—Aquí no. —Coloca ambas manos en la cintura—. Vayamos a un lugar más privado.
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—¿Cómo te sientes?
—Podría estar mejor. —Sonríe a medias.
Amelia le sonríe de vuelta.
Aunque no quiera ver esto... debo hacerlo. Ya sea que se trate del karma por faltar a mi promesa o lo que sea... debo aceptarlo.
Aun así... ¿es realmente necesario que deban tomarse de las manos? ¿No basta con que se miren y sonrían? ¿También las manos?
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo después de lo que soportaste para protegerme? Casi... —Voltea a ver a los pequeños que juegan en el sillón a piedra, papel y tijera—. Casi mueres —lo murmura para que ellos no lo escuchen.
—Pero no fue así. —Sonríe... de nuevo.
Después de una semana hospitalizado se nota su mejoría. Si no fuera por el yeso en su pierna no creería que estuviera herido en primer lugar.
—No sé ni cómo agradecerte por lo que hiciste.
—Amelia... el que estés bien es suficiente agradecimiento.
Tch. Hombre tenía que ser.
—Desde ahora eres una de mis personas favoritas del mundo. —Rei, quien estuvo parada al otro lado de la cama, lo abraza—. Gracias por mantener a salvo a la madre de mi hija.
El tipo tiene el atrevimiento de reírse.
—Es un héroe —dice Jack quien está parado a mi lado, observando la molesta escena—. Y siempre estaremos en deuda con él.
No puedo negar que también le estoy agradecido, pero costear sus tratamientos y hospitalización parecían un buen comienzo en cuanto a la compensación.
Pero tanto Rei, Jack y Amelia van más allá de una compensación monetaria y ya lo hicieron parte de la familia. Parece que el dinero no les resulta suficiente y decidieron adoptarlo como si fuera un perro de la calle.
Alguien golpea la puerta y todos volteamos a ver de quién se trata. Los dos oficiales encargados del caso ingresan uno detrás del otro.
—Lamentamos interrumpir... pero queríamos darles la noticia antes de que salga en los noticieros.
Aguardamos en silencio lo que tienen que decir.
—Atraparon al último sospechoso y en este momento lo deben estar procesando en la prisión en donde permanecerá encerrado por un buen tiempo.
Al fin una buena noticia. Significa que ya todo ese asunto ha concluido y podemos seguir adelante... Ah, se están abrazando de nuevo.
Jack me abraza a mí ya que soy el que tiene más cerca. Lo abrazo de vuelta y palmeo su espalda con suavidad mientras intercambio miradas con los oficiales. Entienden mi señal y se retiran.
Rei se acerca y se abraza con mi hermano, así que aprovecho en salir de la habitación. En el pasillo ambos sujetos me esperaban.
—¿Cuánto tiempo le dieron?
—Cadena perpetua sin opción a libertad condicional.
Asiento algo satisfecho con la condena que le dieron. Habría preferido la inyección letal pero el que se pudra en esa prisión tampoco es una mala opción.
Como es el único que sobrevivió de los que provocaron el tiroteo planeaba hacer de su vida miserable y se arrepintiera de lo que hizo, pero supongo que ya no tendré que preocuparme de aquel asunto.
Fueron cinco personas en total las que estuvieron involucradas. Una de ellas fue Layla.
Ella también murió en la escena.
—Gracias por su arduo trabajo. —Miro a ambos—. Me encargaré de hacer una buena contribución a su jefatura.
—Con que le digas al director que nos deje tranquilos nos basta como contribución.
—Hablaré con él.
—Sí, seguro que lo harás. —Se van alejando—. Espero no volver a vernos.
Regreso a la habitación, en donde la conmovedora celebración sigue en proceso. Y Amelia sigue abrazada al pintor ese.
Esto sin duda es el karma.
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¡Hola!
Acercándose al final e.e
Ya casi casi se viene maratón, en cuanto tenga todo listo nos zampamos en una y no nos detenemos hasta la palabra "fin" :3
En mi canal de difusión estaré avisando primero al respecto 7u7
PD: Si quieres leer antes los caps de "Conde herpes" en mi instagram hay información que podría interesarte :3
Días de actualización: Viernes
♛PREGUNTAS♛
☆¿Preguntas?
☆¿Frase favorita?
☆¿Teorías del siguiente capítulo?
Nos vemos pronto 7u7
♡ Los adoro ♡
Vale Rie☆
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