Capítulo 43: "¿No son tiernos?"



☆♛☆ 43. "¿No son tiernos?" ☆♛☆


—¿Tú escribiste «La pequeña llena de pecas»? Es el cuento favorito de Draco. —Mantiene en su molesto rostro aquella molesta sonrisa.

En cuanto firme el contrato nos largaremos de este lugar. Le pediré a mi asistente que se apresure con los papeles porque no pienso quedarme más tiempo en esta ciudad, no con este tipo cerca.

—También es el cuento favorito de Lía. —Amelia enseña su hermosa sonrisa, encantada de que los pequeños tengan algo en común—. Se lo habré leído cientos de veces.

—Yo miles de veces. —El tipo se ríe.

Termino el resto del agua de mi vaso y le doy un vistazo al sujeto que está actuando de forma demasiado amigable. Nuestras miradas se cruzan e intensifica su sonrisa.

—Mamá, ¿hoy podrás leernos un cuento? El hermano de Draco no pudo escucharte ayer.

Lía, te amo, pero ahora no me ha agradado tanto lo que has propuesto. Y sé que dije que cumpliría todos tus deseos, pero esto...

—No estoy segura de si...

—Cerca de aquí hay un parque al que les encanta ir a mis hijos —interviene el tipo—, si tienen algo de tiempo me encantaría llevarlos. —sentencia con esa molesta sonrisa.

—Mamá, ¿podemos ir? —La pequeña usa su ataque de ojos tiernos.

Observo a Amelia, esperando no se influenciada y se niegue ya que no puedo hacerlo yo, no cuando es Lía quien está entusiasmada con la idea.

—Claro, cariño. —Le acaricia la cabeza.

Voltea a mirarme y me enseña aquella sonrisa que la hace resplandecer. Se inclina hacia mí así que también me acerco.

—¿Lo hice bien? —murmura cerca de mi oído.

Ladeo mi boca y me acerco a su oreja.

—Sí, lo hiciste bien —murmuro de vuelta.

Su rostro se llena de felicidad, como si mis palabras fueron el mejor halago que haya recibido.

—Me emocioné tanto que quiero hacer pis. —Se levanta—. Disculpen. —Deja el mantel a un lado de su plato y se aleja en dirección al baño.

—Amelia es encantadora —dice el tipo—, lucen muy bien juntos.

No necesito escuchar esa clase de cumplidos. Como nos vea el resto a Amelia y a mí me da igual.

—Mientras más te conozco mi respeto por ti sigue aumentando. —Sonríe enseñando demasiados dientes—. Y me siento muy honrado que hayas venido hasta aquí para hacer negocios conmigo, sé que ya te lo había dicho antes, pero quería recalcarlo. —Acaricia la cabeza de su hijo.

Se puede notar el cariño que siente por ellos, y eso explica por qué ha mantenido un perfil bajo ya que prefiere no exponerlos a una innecesaria atención. Y como la mujer que antes estuvo cuidándolos en la mesa continua es su asistente sospecho que la madre de estos niños no está muy presente en sus vidas, además que no la ha mencionado desde que nos hemos sentado, lo que significa que no es un tema que le guste hablar.

Vuelvo a la realidad al ser jaloneado de la camisa. Bajo la mirada hacia la pequeña que me observa con sus enormes ojos chocolatosos.

—Exionista, quiero hacer pis.

Amelia aún no ha vuelto, debe haber tomado demasiada agua, o tal vez se ha quedado fantaseando.

Me levanto y le tomo la mano a Lía.

—Con su permiso —me excuso y alejo de la mesa.

Estamos por entrar al baño de mujeres nos topamos con Amelia.

—¿Quieres ir al baño, cariño? —Mira a la pequeña.

Ella asiente.

—Vamos. —Extiende su mano—. Yo te llevaré.

—No. —Abraza mi pierna—. Quiero que Exionista me acompañe.

—Pero Exionista no puede entrar al baño de damas —le explica con suavidad.

—¿Por qué no? —cuestionamos la pequeña y yo al mismo tiempo.

Intercambia miradas con ambos, un tanto sorprendida de nuestra sincronización.

—¿Porque podría ser incómodo para las mujeres que quieran usar el baño? —Enarca una ceja como si dijera algo obvio.

Aunque tiene un punto.

—Entonces usaré el baño de hombres —agrega la pequeña.

—¿Prefieres usar el baño de hombres a ir con mamá? —Entorna los ojos, disimulando la ofensa que siente.

—Siempre he tenido curiosidad por ver el interior.

—¿Por qué tendrías curiosidad...? —Exhala en rendición—. Bien, pero no tarden mucho. Y tú. —Me apunta con el índice—. No la dejes sola ni por un segundo y le cubres los ojos para que no vea nada que pueda traumarle.

—¿A qué clase de baño crees que vamos a ir? —cuestiono su razonamiento ya que nos hallamos en un respetuoso restaurante altamente recomendado.

—Solo... cuídala. —Puedo notar su alta preocupación.

—La cuidaré con mi propia vida —digo en un intento por consolarla.

Este debe ser un gran paso para ella, así que me aseguraré de mostrarle que conmigo presente no tiene nada de qué preocuparse.

—Bueno, supongo que me haré pis en mi vestido.

—Vayan, vayan —Amelia nos apresura.

Entramos al baño de hombres y Lía ingresa en el compartimento que comprobé está vacío. Y me quedo resguardando frente a la puerta con los brazos cruzados, atento a los movimientos de los sujetos concentrados en lavarse las manos. Ellos no tardan en salir, así que miro la puerta por si alguien más se digna a entrar.

—Un elegante se balanceaba —la pequeña empieza a cantar—, sobre la tela de una araña...

Ladeo la boca por lo tierna que suena cuando canta.

Tira la palanca y sale, así que la cargo y llevo al lavabo para que se lave las manos.

—Exionista, ¿vas a vivir con nosotras?

Seco las manos de la pequeña preguntona y la vuelvo a cargar.

—¿Quieres que viva con ustedes? —Le cubro los ojos con una mano y me dirijo a la salida.

—Creo que sería divertido si lo hicieras. —Sonríe.

No deja de sorprenderme el que Lía me acepte en su vida con tal facilidad, a pesar de que llevamos poco tiempo de conocernos, su manera tan natural de incluirme en su vida me resulta demasiado nueva que a veces me cuesta seguirle el paso.

—Sé que a mamá también le gustaría.

—¿Por qué crees eso? —Nos dirigimos de regreso a la mesa y observo el perfil de Amelia, quien sonríe mientras habla.

—Porque ya no necesita que duerma con ella para que pueda dormir.

Llegamos a la mesa y bajo a la pequeña para que vaya a su asiento. Me acerco a Amelia, beso la parte alta de su cabeza y me siento a su derecha.

—¿Cómo te fue? —Me mira— ¿Hubo muchos hombres? ¿Le cubriste los ojos?

—Fue bien, solo un par, sí.

Me pellizca levemente la mejilla y acomodo su cabello detrás de su oreja. Es tan hermosa que deseo tanto llevarla a una habitación y tenerla en mis brazos por al menos una semana entera.

—Sigue comiendo. —Me acaricia la cabeza.

No es comida lo que se me antoja comer en este momento.

—Disculpen. —Se levanta el pintor—. Este pequeño quiere ir al baño. —Carga a uno de sus hijos.

Ambos se retiran de la mesa y le doy un vistazo a su otro hijo que come en silencio y con un rostro concentrado, como si no estuviera cómodo con nuestra presencia. Lía se baja de su silla para sentarse en la que está al lado del niño y le dice algo que no llego a escuchar pero que hace sonreír al pequeño.

—¿No son tiernos? —murmura Amelia.

Lía lo es, el niño no tanto. Aunque es su hermano quien se le pegó a la pierna de mi novia nada me asegura que este niño no vaya a hacerlo también.

—Gracias por traernos, Frank. —Toma mi mano mientras me mira fijo a los ojos—. Ver a Lía tan feliz por estar aquí ha sido muy gratificante para mí. —Voltea a mirarla—. Hace mucho que no viajamos y creí que no lo necesitábamos ya que la estábamos pasando bien con nuestros días habituales, pero me equivoqué. —Suspira—. Esto es justo lo que estábamos necesitando.

Atraigo su mano y beso sus nudillos.

—Puedo decir lo mismo de ti, Amelia. —Me mira de vuelta—. Eres justo lo que estaba necesitando.

Ahora que he probado una vida con ella presente no imagino volver a aquella época en la que solo podía verla en mis sueños. Así que haré lo que sea para que eso no ocurra.

Terminamos de comer y nos dirigimos al dichoso parque. Al estar bastante cerca nos tomó caminar unos minutos para llegar.

Los pequeños se alejan corriendo hacia los diminutos juegos que no sobrepasan el metro de altura, ideal para ellos. Mi asistente se adelanta para vigilarlos más de cerca y nosotros nos quedamos observándolos a unos metros de distancia.

Tomo la mano de Amelia, y en respuesta me enseña una de sus hermosas sonrisas.

—Lía es encantadora.

—Lo sé. —Amelia se enfoca en los pequeños—. Draco y Lucius son muy adorables. A simple vista es difícil distinguirlos pero al rato ya se puede notar lo diferentes que son. Sin mencionar sus gustos en sus vestimentas que encajan muy bien con ellos.

—A veces pareciera que no tienen la misma edad. —El pintor exhala—. Lucius me recuerda a mí de joven y Draco... él es la viva imagen de su madre. —Mira a mi novia—. Ella falleció hace tres años.

—Lo lamento —dice mi novia con suavidad.

—También yo. —Mira a los niños jugar—. Han sido tres años duros pero finalmente nos encontramos en un momento en el que ya no resulta difícil hablar de ella.

—Sí... sé a qué te refieres... —Suspira de cierta forma que su rostro se apaga ligeramente, y la sonrisa que mantiene es demasiado débil para llamarse sonrisa.

Aprieta mi mano.

Habrán pasado cuatro años desde que ya no está pero pareciera que solo pasaron unas semanas. La única diferencia es que ya podemos recordarlo sin desmoronarnos. Amelia ya puede recordarlo sin desmoronarse. Y sé que es gracias a esa pequeña que sonríe como si este fuera el mejor día de su vida. Lía brilla con tanta intensidad que es imposible no sentir su calidez y olvidarte de todo aquello que te perturba.

Max, debes sentirte orgulloso de la hermosa hija que has tenido.

—¿Quieren helado? Yo invito. —El pintor sonríe.

La pequeña viene corriendo y se toma unos segundos para recobrar el aliento.

—¿Alguien dijo helado?

Amelia la carga.

—¿De qué sabor quieres?

—¡Aceituna!

—Sospechaba que dirías eso. —Sonríe—. Pero no creo que aquí tengan ese sabor.

—De hecho... sí tienen —aclara con demasiada amabilidad.

—Síiiiiii —festeja la pequeña.

Los pequeños se acercan y toman de la mano a su padre. Amelia baja a Lía y también le toma de la mano.

—¿Ustedes de qué sabor quieren? —les pregunta a los niños.

—¡Coco!

—Menta con chispas de chocolate.

—¿También te gusta el coco? —mi novia le habla al niño sonriente que camina adelante junto a su padre.

—Me encanta el coco.

—A mí me fascina el coco.

El niño suelta a su padre para tomarle la mano a mi novia.

—¿Qué más cosas te gustan? —Le sonríe a mi novia con demasiado entusiasmo.

Este niño ni siquiera disimula su interés por mi novia. No me agrada.

—A mamá le gusta Exionista —interviene Lía.

Esa es mi pequeña. Sabía que podía contar contigo.

—¿Qué es un Exionista?

—El señor que nos está siguiendo. —Me señala con su mano libre.

Me retracto.

—Adoro a Lía —murmura mi asistente, quien camina a mi costado.

—Asistente.

—Disculpe, debo contestar esta llamada. —Se aparta un poco y finge que le habla a su teléfono.

Noto que el niño no me ha quitado la vista así que ladeo mi boca para mostrarle que no puede contra mí.

—Ame, ¿puedes cargarme? Estoy cansado. —Sus ojos han duplicado su tamaño y brillan de cierto modo perturbador.

—Oooow, claro que sí. —Lo carga y el niño se aferra a su cuello.

Y en cuanto nuestras miradas se cruzan, me saca la lengua.

Esto es la guerra.


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¡Hola!

Capítulo atrasado debido a yasabenqué (bajones everidei)

Realmente amo escribir, y me emociona tanto la historia del conde, avanzar esta saga es una de mis favoritas cosas, pero... a veces eso no basta para seguir. Es como que pienso más en todas las razones por las que no debería escribir que termino haciéndole caso.

Aquí ando de loca escuchando voces pesimistas u.u

PERO (y este es un hermoso pero) como soy tan terca que ni siquiera unas pinch3s voces van a estar dándome órdenes, aquí le sigo, avanzando de a poquitos, escribiendo uno que otro rato hasta volver a andar al 100 y decirle al pesimismo que puede irse a chupar limón :3

PD: Si quieres leer antes los caps de "Conde herpes" en mi instagram hay información que podría interesarte :3

Días de actualización: Lunes y Viernes *guiño*

♛PREGUNTAS♛

☆¿Preguntas?

☆¿Frase favorita?

☆¿Teorías del siguiente capítulo?

Nos vemos pronto 7u7

♡ Los adoro ♡

Vale Rie

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