Capítulo 28: "Mejor otro día"
☆♛☆ 28. "Mejor otro día" ☆♛☆
Se acerca a mí y su mano toca mi mejilla. Y me la pellizca con fuerza.
—¿Otra vez estás intentando darme ordenes? —Sonríe con malicia.
¿Ah?
—Yo no...
—No creas que me voy a controlar solo porque fuiste mi jefe. —Aumenta la presión—. Esta es solo una advertencia, si quieres ver qué más puedo hacer atrévete a ordenarme una vez más.
Aunque está maltratando mi perfecto rostro, estoy lejos de sentirme enojado. Hasta podría agradecerle por ayudarme a apartar de mi mente molestos pensamientos.
—Duele.
—No parece que te duela. —Aprisiona mi otra mejilla y también la pellizca—. ¿Acaso estás subestimándome?
—Nunca te subestimé.
—Si tú lo dices. —Bufa y me libera—. Apúrate en bajar, Lía nos debe estar esperando.
—¿A ambos? —La miro.
—Casi gritaste anunciando que vendrías a recogerla. —Enarca una ceja—. Apenas te fuiste salió gritando que quería ir pronto a la guardería. Se emocionó tanto que se hizo pis en los pantalones. —Sonríe por el peculiar recuerdo.
Salgo del auto, lo rodeo y me paro frente a ella, quien sigue sentada en el puesto del conductor.
—Vamos. —Extiendo la mano—. Lía nos espera.
En vez de tomar mi mano, la choca con la suya como si fuera un saludo casual, y sale por su cuenta.
—Será mejor que te prepares, porque se pondrá muy ruidoso. —Se adelanta.
La alcanzo y caminamos al mismo ritmo. Las voces femeninas no tardan en llegar a mis oídos, y me lamento por no haber traído alguna medicina para la jaqueca.
En cuanto notan nuestra presencia me agoto por la variedad de reacciones. Tan molestas que me limitaré a no salir de casa por días para recuperarme.
Varias mujeres parecen reconocerme y no dejan de repetir mi nombre. También mencionan a Amelia y halagan los cuentos que ha escrito. De repente tengo ganas de seguir escuchándolas.
Reconozco a la brillante Lía charlando con otros niños de su tamaño que también deben estar esperando a sus padres.
—¡Mamá! —grita en cuanto voltea a vernos— ¡Exionista!
Corre hacia nosotros y abraza tanto la pierna de Amelia como la mía, obligándonos a chocar nuestros brazos. Tiene más fuerza de la que imaginaba.
Más murmuros llegan a mis oídos. Tan irritantes que solo punzan mi cabeza para que llegue al límite.
—¿Exionista?
Nuestros ojos se encuentran, y cualquier malestar desaparece con su mirada.
La cargo con facilidad, lo que la hace reír.
—Hazlo otra vez, hazlo otra vez.
—¿Te divertiste hoy? —le pregunta Amelia mientras le quita la mochila púrpura.
—Mucho. —Enseña todos los dientes que posee—. La profesora nos enseñó un nuevo juego y yo fui la heroína que salvó a los inocentes.
—Suena interesante. —Le acaricia la mejilla—. ¿Qué más?
—Pues...
—¡Amelia Thompson! —Se han acercado tres mujeres— ¡Qué alegría verte! —Se le acerca y le da un beso en cada mejilla—. Ansiábamos hablar contigo un rato, si tienes tiempo claro.
—Eeh... claro. —Fuerza una sonrisa y me mira—. Frank, ¿puedes llevar a Lía al auto?
—Te espero aquí.
—Mejor si esperas en el auto. —Intensifica su sonrisa.
—Difiero.
Se me queda mirando como advertencia de que no le contradiga y me vaya.
Así me amenace no la dejaré con estas molestas mujeres.
—Amelia, ¿no nos vas a presentar a tu amigo?
—Mejor otro día. —Se ríe sin ganas—. Hoy tengo algo prisa, tendremos que posponer esa charla. —Empieza a empujarme lejos de ellas.
—Pero...
—Adióooos. —Me obliga a acelerar.
—Wiiiii —Lía eleva los brazos, emocionada por la velocidad—. ¡Más rápido, mamá!
Acelero el paso al punto de correr.
—Síiiiiii. —Se carcajea mientras el viento la despeina.
Nos detenemos junto al auto y la pequeña hace un puchero de decepción.
—¿Dónde está mamá? —Se trepa a mi hombro para mirar a mi espalda.
Me giro y la hallo varios metros atrás. Debo haber corrido demasiado rápido.
—Exionista.
—¿Sí, Lía?
—¿Mañana también vendrás a recogerme? —Sus ojos parecen haber duplicado su tamaño, o tal vez es solo mi imaginación.
—¿Eso quieres?
—Solo si tú quieres. —Se cruza de brazos y vuelve a mostrar su puchero.
Lía, quisiera recogerte todos los días. Quisiera traerte. Quisiera ir a cada lugar al que tu irás.
—Sí quiero.
—La sonrisa de exionista es muy bonita. —Acaricia mi barbilla.
—No tanto como la tuya. —Acaricio su mejilla.
—¿Y la sonrisa de mamá? ¿También crees que es bonita?
—La sonrisa de tu madre es como asomarte por la ventana y que los rayos del Sol toquen tu rostro, una combinación de calidez y confort.
—¿Como un abrazo?
Un abrazo. No es una actividad que acostumbro realizar. Las he recibido incontables veces, pero el querer darlas han sido tan pocas como los dedos de una mano. Y la mayoría, por no decir todas, fueron entregadas a mi hermano.
Me paralizo en cuanto los pequeños brazos de Lía rodean mi cuello.
¿Por qué me está abrazando?
—Tenías cara de necesitar un abrazo —responde como si me hubiera leído la mente.
La cubro con mi brazo y aprovecha la oportunidad de poder estar así de cerca de ella.
Haré lo que sea para mantener su sonrisa. Soportaré el castigo más horripilante con tal de que estés a salvo. No puedo evitar repetirme lo mismo cada vez que la tengo cerca.
—Te quiero, Lía.
—Yo también te quiero, exionista.
¿Lo dije en voz alta? ¿O de nuevo me leyó la mente?
Tendré que vigilarla y comprobar si posee tal habilidad. No es posible que lo haya hecho dos veces en un mismo día.
—Mami, volviste. —La pequeña sonríe ampliamente.
Doy media vuelta para encontrarla mirándonos de cita forma que no logro comprender.
—Suban al auto. —Exhala como si estuviera agotada.
Lo que es entendible porque ha corrido una larga distancia.
Coloco a Lía en su asiento y aseguro los cinturones que la mantienen a salvo. Aunque no me convence del todo su utilidad, parece bastante endeble que podría romperse en cualquier momento. Tendré que pedirle a mi asistente que consiga uno mejor.
Volteo hacia Amelia ya que ha vuelto a suspirar y no creo se deba al cansancio.
—¿Qué ocurre?
—Nada importante. —Abre la puerta de adelante para entrar.
—Yo conduciré. —Sostengo la puerta—. Descansa un poco.
—Sí... supongo que necesito descansar. —Se arrastra hasta el otro lado y se sienta en el puesto del copiloto.
—¿Qué quieren comer? —Me abrocho el cinturón.
—¡Chocolate! —propone Lía.
—Cualquier cosa está bien. —Su madre suspira de nuevo.
—¿No hay nada que se te antoje comer? —La miro.
—¡Chocolate! —repite la pequeña.
—No en realidad —agrega Amelia.
—Lía, cierra los ojos y cuenta hasta veinte.
—Uno, dos...
Desabrocho el cinturón y me acerco a mi ex asistente.
—¿Q-qué estás haciendo? —Finalmente me mira.
—Solo estoy mirándote.
—Cinco, seis...
—¿Tienes que acercarte tanto para hacerlo? —Aparta la vista.
—No lo hagas. —Tomo su barbilla.
—Once, doce...
—¿Qué cosa?
—No apartes la mirada.
—Catorce, quince...
Apenas nuestras miradas se encuentran la pesadez se va de mi cuerpo y puedo sentirme más tranquilo. Esa mujer tiene cada vez más control en mí, y no estoy seguro de si sea algo bueno o malo.
¿Estoy listo para darle tal poder?
Mejor dicho, ¿estoy listo para aceptar que tenga tal poder?
—Frank. —Toma mi barbilla—. Tú tampoco apartes la mirada.
—No podría ni aunque lo quisiera. —Tomo su nuca y la acerco hacia mí.
Cierro los ojos para enfocarme en la sensación de sentir sus labios y la timidez de su lengua que no se atreve a ir más allá. Aquello solo aumenta mi sed de ella y saborearla aún más.
Pero me aparta.
—No puedo respirar. —Se cubre la boca mientras evita mirarme.
Sostengo su sonrojado rostro.
—Cuarenta y cinco, cuarenta y seis...
Volteo a ver a Lía.
—Me avisan cuando terminen de besarse porque solo me enseñaron a contar hasta cien.
Aquellas palabras de la intrépida pequeña me obligan a reír. Amelia también lo hace de esa forma tan ruidosa y adorable.
No creo que exista algo en ella que no me resulte adorable, y fue agotador el esfuerzo que hice por negarlo, por no querer admitir lo que esta mujer provocaba en mí.
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¡Hola!
Empiezo a avergonzarme de los pensamientos de Frank OwO
Es todo un coqueto que sobrepasa mis límites u.u
Días de actualización: Lunes y Viernes
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Nos vemos pronto 7u7
♡ Los adoro ♡
Vale Rie☆
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