- Cuatro -

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Al escuchar a los mayores hablar, no pudo evitar recordar la conversación que había tenido con su hermano a las puertas traseras de palacio, justo en la sede de la primera unidad, antes del amanecer.

Sabes que padre no durará mucho, ¿verdad? — había comentado cierto pelinegro, mientras su hermano revisaba los papiros que le había entregado — Pronto deberás ocupar el trono, y necesitas una esposa 

Lo sé, Sasuke — mencionó cansado del tema — No tienes que decirme qué hacer 

Me alegra no ser tú en este momento 

Itachi ya se lo imaginaba, su hermano menor era un alma libre, que siempre huía de las ataduras de las responsabilidades siempre y cuando estuvieran fuera del campo de batalla. No había mujer viva, comprometida o no, que hubiera domado tal salvaje y frío corazón. Para el pelinegro era más fácil saciar sus deseos con aquellas furcias de la lejanía, antes que enredarse en las redes de una señorita respetable.

"Nunca cambiaría" se dijo mientras negaba y disimuladamente dirigía su vista hacia el patriarca de la casa Hyūga.

Un hombre calculador y cuya lealtad se basaba en la conveniencia. Lo sabía ya que conocía bien la historia de las casas importantes e influyentes del reino. Su madre había hecho mucho énfasis en aquel viejo guerrero, que luego de las guerras había jurado seguir a su padre con tal de conservar el patrimonio familiar, además de Goguryeo poseía más tierras y gracias a su contribución recibiría conmemoraciones y riquezas que seguramente no le serían dados en otro lugar. Al no elegir a los Uchihas como sus señores Hiashi podría arriesgarse a perder incluso su título en otras tierras, llegando a formar parte de la plebe del lugar, algo que una persona ambiciosa como él no dejaría que sucediera.

Pero algo era obvio en aquellos fríos y calculadores ojos, ser leal a su padre no significaba que sería leal a él una vez que ascendiera al trono. El castaño se tomaba la libertad de dejarle claro tan sólo com su mirada que se mantendría al pendiente de cada una de sus acciones y que juzgaría sus capacidades como rey por sí mismo; además que, de ser el caso, no le temblaría el pulso en pasar por encima de la corona siempre y cuando los beneficios para él no se vieran afectados. 

"Es un hombre de cuidado" pensó en silencio, mientras seguía divagando en las verdaderas intenciones de aquel líder. Era peligrosamente astuto para su propio bien, era algo a tener en cuenta para el futuro.

Pronto será mi hora, Hiashi — Fugaku hablaba acompasadamente, tratando de controlar su tos — Confío en que dejaré a mi hijo en buenas manos llegado el momento 

No debe mencionarlo, majestad. El príncipe es un joven capaz — "Já, que ironía" casi quiso reír al escucharle. Decía aquello pero en sus ojos bailaba un claro - Ya lo veremos -

"Este maldito anciano" pensó dirigiendo ahora sus orbes hasta la joven sentada junto a él, quien en ningún momento había emitido palabra.

Hinata se llamaba, o eso había escuchado, una joven agraciada que allí dónde iba levantaba todo tipo de miradas a su paso. Habían muchos rumores sobre ella allá a donde fuera, más por el misterio que la rodeaba que por su figura misma. Y es que la joven se la pasaba resguardada tras las cancelas de la gran mansión, lejos de los ojos curiosos de nobles y plebeyos. Aunque este último año, y debido a su presencia en la gran academia, su nombre había tomado fuerza en los círculos.

"Es bonita" se dijo a sí mismo detallando sus facciones. 

Pero lo que lo atrapó fue su mirada, la cual apreció de perfil mientras ella mantenía la vista a través de la ventana, en dirección al jardín. Eran suaves, gentiles y armoniosos, muy diferentes a todos los de su casa, quienes solían tener miradas de superioridad debido a su intelecto y gran capacidad; parecían puros y sinceros, esas eran las palabras que los describían. Tarde se dio cuenta que el padre de la misma se había percatado de su interés, brillando en su rostro la satisfacción plena de que su hija hubiera captado la atención de la estrella del reino.

Honorable padre — mencionó luego de un carraspeo — Ruego me permita retirarme — extrañado su padre le miró, como preguntándose cuál era la razón de interrumpirle — Gustaría dar un paseo con la señorita por el jardín. Si es que me es permitido —

Claro que puede alteza — una sonrisa se plantó en su rostro — Mi hija estará encantada  — habló por ella llamando su atención, quien resignada hizo una reverencia y le siguió el paso fuera de la sala, con su escolta y su maid a una distancia prudente.

Caminaron unos momentos en silencio, mientras la peliazul evitaba su mirada a toda costa, admirando las flores y el cielo mientras andaba, todo para no encararlo.

Ofrezco mis disculpas, por tomarla como escape de mi padre — paró junto a ella, en medio del jardín.

No pasa nada, alteza — asintió aún con su mirada en las flores — Es mejor estar aquí que allí dentro 

Al darse cuenta de su metedura de pata, abrió los ojos sorprendida, mientras con la manga de su vestimenta cubría su sonrojo. Itachi por fin pudo tenerla de frente plenamente, y divertido vio transformar sus facciones segundo a segundo mientras ella trataba de calmarse.

L-Lo siento, n-no debí... — se removió incómoda, con miedo de haberle ofendido.

Descuide — le sonrió cordial — No pasa nada 

La conversación fluyó naturalmente entre ambos y, minutos después, compartieron la mesa disfrutando de la manzanilla y la menta servidas en té. Encontraron comodidad y pensamientos en común, mientras disimuladas risas eran compartidas y pensamientos sobre estar a gusto con la presencia del otro oscilaban en el interior de cada uno.

Parece que las habladurías eran ciertas — comentó, acompañándola hasta su transporte — Es usted una joven dotada de gracia e inteligencia —

M-Me halaga, alteza— un tenue sonrojo pintó sus regordetas mejillas, dándole una apariencia tierna.

Itachi — tomó su mano y reverenció a modo de despedida — Puede sentirse libre de llamarme Itachi

P-Prefiero seguir llamándole alteza... majestad — una risa varonil brotó de sus labios, divertido por la repentina timidez en su actuar.

Esperaré pacientemente hasta que pueda escucharle decir mi nombre, señorita 

●●●●

"Es una locura" se dijo al ver la cantidad de regalos que llegaban a la mansión varias semanas después de su encuentro con el primer príncipe de la corona, estrella del reino, pequeño sol de sus tierras.

Los sirvientes iban de aquí para allí, llevando y cargando finas telas, tapetes, pieles y diamantes. Su padre lucía satisfecho, mientras ella agobiada por la atención repentina, decidía volver a su lectura en sus aposentos mientras otros se encargaban de recibir con afecto los demás regalos.

Hinata había pasado un buen momento con el moreno, no lo negaba, se había sentido agusto y en comodidad suficiente para ser ella misma sin preocuparse por romper un mínimo protocolo. El ambiente alrededor de su alteza era cálido y reconfortante, sería un gran gobernante si sus maneras no cambiaban en absoluto. 

Después de la primera vez, se habían frecuentado varias veces, dónde compartían desde lírica y poesía, hasta discusiones de los problemas en el reino. Se sentía halagada al ser tratada como una Hyūga más, cuyos conocimientos y puntos de vista eran considerados y reconocidos. Porque si bien ella no era una gran estratega o erudita, no significaba que no fuera lo suficientemente inteligente para poder razonar y analizar. Itachi había descubierto su lado interesante, aquella mujer que sabía de hierbas y plantas, mientras él se limitaba a escuchar fascinado.

¿Acaso no gusta de las rosas? — le había preguntado, curioso por su respuesta.

Prefiero los lirios y las orquídeas — fue su respuesta, a la par que él se extrañaba, era raro que una señorita no las apreciara — Poseen una belleza poco común, al contrario de las rosas. ¿No lo cree? 

Supongo... que todo lo que se debe a usted, posee una belleza poco común 

No se había dado cuenta entonces, que aquellas palabras encubrían un cauteloso coqueteo que se intensificaría y aclararía con el pasar de los días. Aquellas muestras públicas daban inicio a un cortejo que su padre sin dudas había aceptado, ¿qué sería mejor que ser la mano derecha del rey?... sin duda, para Hiashi, la respuesta estaba en ser parte de la familia real.

Ella, por su parte y a pesar de encontrar agrado en el pelinegro, no estaba del todo convencida de aquello pues su corazón no era libre a totalidad, además de que no podría decir si llegaría a amarle o él a ella. De todas formas, sus temores poco importaban, ya que estaba segura de que su padre se encargaría de todo y, como buena hija, su misión se reduciría a obedecer y cumplir.

Mire el lado bueno, señorita — le había dicho Natsu, mientras preparaban el brebaje diario que hacía para ayudar a su madre — Parece ser un hombre bueno y honorable —

Parecía serlo, pero ¿podría ella darlo por hecho? ¿que aquello que aparentaba era su verdadero ser?. No lo sabía, mucho más con una experiencia tan cercana como lo era su progenitor, que delante de todos era el tan aclamado Hiashi, pero por dentro... estaba podrido.

Trate de ser optimista — había replicado su maid cuando expuso sus temores — Si bien no tiene ninguna certeza, creo que al menos puede esperar buen trato y respeto — cuando le había preguntado el porqué de su afirmación, esta había respondido con una gran sonrisa — Se nota en sus ojos 

Suspiró y bajó el libro a su regazo, le parecía algo tonto encontrar consuelo en tan escuetas palabras, pero deseaba convencerse de que todo saldría bien. Y que, a pesar de ser un posible unión por conveniencia, no se trataba de un desconocido, con mañas extrañas, apariencia desastrosa y raras intenciones.

"Después de todo, los ojos son la ventana del alma ¿no?"





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Me tardé casi 6 hrs en este cap XD
Las ideas no fluían parce, y no quería alargar tanto el trasfondo de todo lo que va a pasar :v

Así que bueno... que lo disfruten.
Eaton fuera (✿◠‿◠)

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