Capítulo 32

Después de tomar refugio por la tormenta de arena en una tienda de pociones, Sawyer y Moira salieron tras ver que Balthazar Vonnes sobrevolaba en dirección de la zona de restaurantes. Tuvieron que atravesar una pila de cadáveres teniendo cuidado de no pisar alguno, ya que con el Lunar de la muerte en la ciudad, cualquiera podría volver a la vida. Los choques de espadas, gritos y disparos eran ensordecedores, pero el calor era más agobiante.

Al cruzar a la izquierda, un grupo de elfos arqueros que estaban en el techo de un edificio iniciaron una lluvia de flechas. Sawyer materializó su kusarigama para repeler las flechas y evitar que su amiga fuera lastimada. Luego hizo aparecer un abismo de sangre para desaparecerlos. Ni siquiera notó cuando Moira, demostró su velocidad para acabar a cinco jinetes vampiros con un par de cimitarras.

Faltaba poco para llegar a la plaza, pero el ave del Lunar generó una pared de fuego que les imposibilitó seguir por abajo. Subieron entonces al tejado donde Sawyer levitó y compartió su habilidad con la lamia. De repente, un nuevo baño de flechas fue lanzada de todos los extremos. Sawyer se encargó de algunas, pero eran demasiadas para que pudieran con todas o que Moira mantuviera activado el escudo. Frente a ellos apareció la reina harpía junto a un ejército de su clan para apoyarlos. Con el camino abierto, el par pudo llegar a la plaza donde vieron a Balthazar posarse sobre el techo de la cantina donde frecuentaban.

―Pero sí es el esclavo traidor de mi hermano ―dijo el Lunar observándolo con asco.

―Red Moon: Death Element: Angry Souls ―lanzó Sawyer.

Balthazar no alcanzó a saltar cuando del techo se abrió una grieta dimensional por donde manos podridas y esqueletos lo sujetaban. Corriendo por el tejado se acercaba Nikolai Strauss, que al llegar al Lunar logró romper la armadura con sus garras.

―Prefería que tu padre te matara, pero creo que seré yo quien te de el escarmiento ―dijo enfurecido para luego lanzar bolas de fuego―. Será un honor acabar con los traidores de Transilvania Oscura al mismo tiempo.

―No me agradas para nada, Sawyer Oras, pero dejaré al lado mis diferencias para cerrar el hocico a este pseudo rey ―le expresó Nikolai sin mirarlo al rostro, algo que hizo recordar la actitud de Bull cuando interactuaba con personas nuevas―. Además, los Vonnes nunca fueron de mi agrado entre los Lunares.

―No se olviden de mi ―dijo Moira un poco triste que ni siquiera su enemigo la estuviera tomando en cuenta―. Soy de las mejores guerreras de mi clan.

Una grieta se abrió del suelo por donde salió Tartaros Vonnes con un ejército de quimeras, haciendo que el trío se pusiera en posición de defensa.

―Ahora la batalla será un poco justa y podré tener sus cadáveres como mis bestias ―declaró el Lunar de la Muerte.

Luego de ello, Olivia lanzó plumas afiladas que hicieron que Tartaros subiera al lado de su hermano. Así la batalla de Lunares frente a un grupo tan diverso de criaturas dio inicio. Sawyer resucitó a enemigos caídos para enfrentarse a las quimeras y así permitir una batalla menos interrumpida, y aunque su mayor némesis deseaba enfrentarlo, el sepulturero decidió enfocarse en Balthazar, y las dos mujeres con el causante de las masacres de sus clanes en el pasado.

Balthazar no pensaba bajar, por lo que el vampiro y el licántropo saltaron al tejado. Les lanzaba bolas de fuego, pero Sawyer las destruía con la kusarigama. Mientras que Nikolai lo acorraló con golpes físico que terminaron por destruir por completo la armadura. Vonnes se cubrió de fuego, así que Sawyer encantó su arma con magia de agua para poder extinguirlo. Luego saltó girando la kusarigama y la lanzó a los pies del vampiro, para arrastrarlo por el tejado. Al soltarlo, Nikolai le dio una patada que lo levantó varios metros.

―Red Moon: Fire Element: Lluvia Meteoro.

―Red Moon: Blood Element: Starving Crows ―pronunció Sawyer levantando un brazo y el otro estirado enfrente.

El cielo se cubrió de una oscuridad temporal para luego dar paso a la caída de bolas de fuego gigante que amenazaban con matar a todos a su paso. Sin embargo, los cuervos de sangre creados por Sawyer recubiertos de energía espiritual lograron desviar algunos a las afueras de la isla. Balthazar materializó su espada y realizó un corte que generó un dragón de llamas directo al vampiro.

―¡Acqua Claws! ―dijo Nikolai transformando el duro material de sus garras en agua―. ¡Avanza, hijo de Oras!

Nikolai realizó varios cortes, pero el dragón solo volvía a juntarse y el agua solo empezaba a evaporarse. De pronto, escuchó a lo lejos los gritos de niños pequeños, pero el dragón no le daba tiempo de hacer dos cosas a la vez. Por su parte, el sepulturero se acercó al Lunar y con la kusarigama logró arrebatarle y luego la hizo perder en el aire. Sawyer desapareció las hoces para cubrir la cadena de energía espiritual lograbdo atar al vampiro.

―¿Sabes que puedo detectar algunas criaturas inocentes atrapadas en edificios? ―le preguntó sonriente y un ligero brillo en los ojos―. Aunque me hayas atado ya había incrementado la ferocidad de mis llamas.

―Creo que se te ha olvidado que no está solo ―le respondió Nikolai finalmente derrotando al dragón de fuego―. Sepultu....Sawyer, yo rescataré a esos niños. Solo concéntrate en Balthazar.

Nikolai se transformó el lobo para evitar que viera su disgusto y se fue en dirección oeste, donde distinguía a los niños. No podía creer que llamara al vampiro como si fuera su amigo. A ese paso se convertiría en el idiota de Bull o se volvería su amigo. Trató de no darle importancia, por lo que aceleró su paso. El edificio estaba consumido en llamas, pero aún detectaba vida en el tercer piso. Volvió a su forma humana y saltó para atravesar las ventanas con los pies.

No se distinguía el interior con tanto humo y llamas, pero lo peor es que el techo ya colapsaba. Escuchó una tos en una esquina y volvió a hechizar sus garras para abrir paso. Ahí habían dos niños cubriendo a una niña de dos años con un abrazo. Nikolai pudo despertar a uno y les ordenó que no soltara a los demás mientras estuvieran en su lomo. Así bajaron con cuidado y atravesando paredes de fuego hasta el primer piso, donde la destrucción era menor. Estaba a punto de llegar a la salida cuando un Balthazar de fuego se materializó golpeandolo con un puñetazo, pero el lobo pudo retroceder a tiempo.

¿Una extensión? Eso quiere decir que si logro acabar con la vena que lo controla, puedo ayudar a ese bastardo ―pensó el licántropo.

Bajó a los niños un momento y los colocó en un campo de energía mientras se encargaba de la copia. Nikolai fue dejando runas en cada punto donde saltaba hasta que logró formar un círculo mágico.

―¡Fontana di acqua! ― exclamó saltando al centro del círculo.

Aquel hechizo acabaría con la mayor parte de energía, pero era un riesgo a correr. De pronto, brotó agua por el suelo, solo que era afectada por la evaporación. Nikolai, entonces, tomó un poco en sus manos y con magia se cubrió los puños para atacar a la copia. Tras varios intentó logró penetrar la gran pared de fuego que conformaba su cuerpo. Las manos ardían como nunca antes había experimentado, pero ahogó su dolor con un grito que le permitió introducir sus manos más profundo, hasta que finalmente llegó al corazón. Nikolai lo apretó con ambas manos hasta que pudo apagarlo.

El falso Balthazar desapareció y el hechizo de la fuente logró disminuir la propagación del fuego. Tomó a los niños al notar que el techo estaba por caer y saltó al exterior a pocos segundos que todo se viniera abajo.

―Supongo que no eres nuestro enemigo, para haber salvado a unos inocentes ―le dijo Gaarf quien montaba en un Spyros robado y que además era acompañado de varios duendes jinetes―. ¿Necesitas ayuda?

―Solo pongan a los niños a salvo, debemos regresar con Sawyer para ayudarlo ―le respondió Nikolai poniéndose de pie y a pesar de su mirada estoica, el duende percibió su dolor interno―.Puede que Tartaros ya haya acabado a esas dos chicas.

―¡Ya escucharon, muchachos! Lleven a estos niños con el grupo de sobrevivientes ―ordenó Gaarf y luego ayudó a subir al licántropo al caballo―. Y tú me dirás donde nos necesitan.

Aún en el tejado, Sawyer ya lucía con fuertes quemaduras en las manos y su chaqueta tenía varios hoyos debido al fuego. Sin embargo, notó como los golpes del Lunar se volvían menos fuertes. Levitó alrededor de él atacándolo con las cadenas hasta que logró romper el escudo y Balthazar cayó dentro del edificio.

―Red Moon: Death Element:

―Red Moon: Fire Element: petits fantômes ―dijo más veloz el Lunar de fuego.

Sin que Sawyer pudiera preveerlo, unas pequeñas llamas salieron del dedo índice de Balthazar. Fueron tan rápidas que aún girando su rostro, una alcanzó a dar en su ojo derecho. Se mantuvo de pie y juntó sus manos para su próximo hechizo: Red Moon: Death Element: Peste Nera. De las manos de Sawyer se abrió un hoyo por donde salío un humo púrpura que llegó a cangrenar las manos del Lunar.

―Nikolai, ¡es tu turno! ―indicó Sawyer en voz alta.

―Pensé que te lo quedarías, maldito sepulturero ―le respondió el licántropo a pocos metros arriba.

Nikolai prestó la espada del duende transformando el filo en agua al tocarla. Entonces se tiró en picada y realizó un corte en diagonal, que terminó por noquear a Balthazar, quien al caer terminó por perder la mano derecha. Sawyer se escapó a caer, pero el licántropo lo sostuvo y lo ayudó a subir al tejado.

―¿Percibes sus olores? ―preguntó Sawyer.

―La lamia tiene una gran hemorragia, pero sigue de pie ―le respondió Nikolai observando el sur, donde se erguía un torre de molino―. Escucho pisadas en agua, ¿sabes donde es?

―Creo que se trata de un parque cerca de la escuela ―les dijo Gaarf―. Pero no puedo llevarlos con esas heridas, iré yo.

―Te equivocas, no puedo permitir que ellas mueran cuando les debo tanto ―lo refutó Sawyer montando al Spyros―. Tartaros dañó su vida, así como las nuestras, Gaarf. Esta vez, matemoslo a como de lugar. ¡Qué no quede ninguna parte de él! ―Sawyer volteó a ver al licántropo y este aceptó la propuesta subiéndose al caballo―. Bien, Gaarf, ¡llévanos!

Finalmente tenían a Sally Scarlet frente a ellos y su secreto podría ser sellado para siempre. Ambos sirvientes notaron que la energía de la mujer era muy fuerte, casi incluso comparada a la de Lilith y su señor Jonathan. Parecía que ella no sentía miedo de escoltarlos hasta un lugar donde pelear. ¿Acaso era cierto que sí se había vuelto el peligro del que temía su amo? Después de caminar a la plataforma del Coliseo, Sally se retiró su capa verde y recogió su cabello con una flor. Sin duda era una mujer bella a pesar de que sus ojos contaban solo tragedias vividas y para Trinas, le sorprendió más que Jonathan no quisiera esposarla como una más de sus concubinas.

―Hace un tiempo, un búho cazador intentó matarme ―dijo Sally mirando fijamente a los sirvientes―. Supongo que ustedes lo mandaron y ahora vienes a terminar lo que no pudiste terminar hace tres años. O, ¿me equivoco, maestro Banra?

―Los errores deben eliminarse y es mi culpa que sigas con vida ―le respondió el anciano―. No creo que te moleste morir, al final siempre quisiste escapar de esta vida, de tu padre y de todos los que mataste al convertirte en vampira.

―Me molesta, porque solo yo puedo decidir ―dijo Sally materializando su espada angelical y de su espada surgieron una ala de murciélago y una ala de ángel. Luego volteó a ver a la otra mujer―. Tú debes ser Trinas, mucho gusto. Yo soy Sally Scarlet. Creo que era importante presentarme para que sepas quién te mandará al otro mundo.

Trinas no supo qué responder al ver la doble naturaleza de la pelirroja. Estaba en un estado de shock cuando en tantos años de existencia, solo Jonathan y Lilith habían conseguido ponerla en esa situación. Trinas se desconcentró tanto que no se movió cuando Sally la atacó con su espada y Banra se interpuso usando su bastón, que terminó por agrietarse. Luego el anciano extendió su mano que generó un fuerte viento que empujó a Scarlet.

―Si estarás de estorbo, será mejor que te largues de acá ―le dijo Banra muy molesto, pero al menos consiguió que Trinas reaccionara―. Ella podría estar ya al nivel que Jonathan o la misma Lilith.

Trinas desenvainó su espada de la sombrilla y con el primer corte mandó un rayo de oscuridad que se movía en zig-zag. La dama del cabello escarlata chocaba su espada, pero solo conseguía que el rayo se dividiera y al final todos impactaron en ella electrocutándola. Sally se mantuvo de pie y con su mente dibujó un círculo mágico.

―Red Moon: Dark Element: Black Tide.

Del círculo en el suelo emergió una pared de oscuridad que se movía al ritmo de olas marinas. Cuando Sally separó sus palmas para extender las manos a los lados, la pared se movió rápidamente hacia su objetivo. Banra se adelantó cortando la ola con su bastón que emitía un brillo púrpura y aunque la masa de oscuridad se volviera a juntar, continuó abriendo paso. Trinas, por su parte, aumentó su velocidad mientras esquivaba los fragmentos de marea que buscaban ahogarla. Ignorando lo que le esperaba al llegar al otro lado, la sacerdotisa se detuvo abruptamente ante el círculo divino que se imponía frente a ella.

―Salve Divina Magia: Cruz Celestial.

La gigantesca cruz de luz salió del círculo y a pesar de que la vampiresa hechizó su espada, esta simplemente se quebró en el impacto. Trinas empujó con sus manos para detener la cruz que avanzaba rápido, pero la única que retrocedia era ella misma. De pronto las manos se prendieron en llamas y ante la preocupación, sacudió las manos y la cruz la atravesó dejándola inmóvil. Banra se liberó del ataque previo y se acercó a atenderla.

―Entonces, sí manejas la magia celestial, que alguna vez fue empleada por ángeles y dioses, una magia relacionada con el sol ―dijo Banra que ya no mostraba gestos de enojo, sino de terror con una boca temblorosa―. El señor tenía razón...¡Eres parte de la trinidad divina!

―¿Aún así quieres intentarlo? Mira a Trinas como terminó, la cruz irá agotando todo su espíritu y fuerza ―Sally observó su temblor y le sonrió con malicia―. ¡Vaya, jamás pensé verte así! Esta batalla estaba ganada desde un principio, Banra.

―¡Cállate, prostituta! ―gritó Banra y pronto creció unos centímetros, así como unas alas de murciélago se desplegaron de su espalda―. Aún sigo vivo, significa que tengo la oportunidad de ganar.

El anciano apareció frente a Sally tomándole del cuello. Luego emprendió vuelo para estrellarla contra una pared, donde continuó golpeando su cabeza una y otra vez. Lo enojaba más que la mujer no dejaba de sonreír ni parecía perder el conocimiento como lo hizo alguna vez en el pasado.

―¡Atrás de ti! ―escuchó gritar a la mujer, pero en ningún momento abrió la boca y no era parte de su imaginación.

Banra volteó descubriendo a Sally Scarlet con la espada suspendida y apuntada a su dirección. Entonces miró a la que sujetaba, solo era una rata negra de varios ojos que saltó a su cara para arrancarle los ojos y morderle todo el rostro. Banra no podía quitársela de encima y pronto su piel comenzó a desprenderse.

―Salve Divina Magia: Espada del Juicio.

La espada subió a toda la velocidad y siguió al anciano que huía con lo que detectaban sus oídos. Sin embargo, chocó contra una pared invisible creada por Asmodeo que lo hizo caer en picada y finalmente la espada atravesó el corazón. Al impactar en el suelo, Sally se elevó antes que la plataforma se viniera abajo.

―Gracias, Asmodeo, no lo hubiera conseguido sin ti ―dijo la pelirroja mientras le tendía la mano a la rata para que esta subiera a su cuello.

―Tú la ideaste, te mereces el triunfo―respondió un poco apenado y es que con el tiempo conviviendo con la mujer, comenzaba a tomarle aprecio―. ¿Qué harás con ellos?

―Los enviaré con Jonathan, solo para que descubra que sus fieles lacayos no son nada contra mí y que sea mejor que se cuide ―declaró observando a Trinas, quien intentaba levantarse y solo conseguía lastimarse más.

Unos gritos desesperados de auxilio se acercaban, pero también eran confundidos con los gritos de batalla provenientes del exterior. Después los distinguió con la voz de Timothy. Recordó entonces haberlo visto acompañando a Luna, así que se preocupó por la salud de la adolescente. Y su miedo se hizo realidad, el pequeño zombie entró por el techo del coliseo cargando a la chica con una grave hemorragia.

Al recibir contexto de lo sucedido, Asmodeo explicó que era posible que aquella espada tuviera algún tipo de veneno. Los ogros solían envenenar sus armas para que la persona muera lentamente. Sally ayudó al chico a ponerla sobre una mesa y con ayuda de la magia de esta hizo aparecer instrumentos para limpiarla. Mientras que el demonio dejó caer una gota de su sangre en la herida que fue reduciendo la sangre derramada. Sin embargo, aquello no parecía funcionar y la joven licántropa estaba perdiendo rápidamente su calor corporal.

―Sally, se va a morir ―lloraba el zombie y en su impotencia dio un fuerte golpe en una butaca partiéndola.

―Todo estará bien, perdón por la tardanza ―se trataba de Owen Rhodes y a su lado el enmascarado de Dimitric―. Además no puedo permitir que la portadora de Azrael muera sin cumplir con su misión de vida.

―Usted es idéntico a Thomas Rhodes, ¿acaso es su pariente?

―Su padre siendo exacto ―le sonrió y de hecho aquel gesto le recordó a la actitud calmada del comandante Samuel―. Sin embargo, la anécdota tendrá que esperar. Primero debemos sobrevivir.

Owen y Dimitric colocaron sus manos por encima de la herida de Luna y luego Sally y Asmodeo se unieron tras la orden del primero. Todo el área se cubrió de una energía dorada, mientras que la del demonio era rojiza. Los segundos pasaban, pero para el zombie parecía una eternidad. No quería perder una amiga de nuevo, tampoco podría mirar al rostro al señor Viljem por no haber hecho todo lo que pudo por mantenerla con vida. Después de un minuto, la herida había dejado una cicatriz muy marcada y Luna, con el apoyo de sus salvadores pudo sentarse.

―Ahora que la pequeña se encuentra bien, creo que podemos continuar con nuestra estrategia ―habló Dimitric abriendo un portal―. Solo falta que ustedes tomen la posición que establecimos.

―¿Qué quiere decir? ―preguntó Timothy sin comprender en el enmascarado y más porque sentía desconfianza que no revelara su identidad.

Pero Dimitric se limitó a responder y entró por el portal, dejando a Owen explicando su plan. Y mientras cada uno iba a sus posiciones, incluyendo a Timothy y Asmodeo como mensajeros para los aliados, el ex agente Rhodes se había acobardado ante la idea de reencontrarse con su hermano después de más de una década. Le asustaba su reacción, pero al final, necesitaba de su poder para salvar a Cuatro Lunas de la sangrienta guerra.

Emprendió vuelo hasta la plaza donde percibía su energía divina y no se equivocó. Samuel peleaba con ferocidad contra harpías y jinetes vampiro. El sudor le escurría por la frente corriendo con la sangre del enemigo en su rostro. Owen tomó aire y le ayudó a acabar con el ejército áreo con la ayuda de su espada.

―Ha pasado tanto, pero espero no te hayas olvidado de mi, hermano ―pronunció un poco tembloroso.

―¡Owen! ―exclamó el comandante abrazándolo sin pensarlo.

―Necesito que sigas mis instrucciones, de lo contrario no podemos salvar este reino―respondió un poco apenado y apartó los brazos, pero su hermano comprendió que ya habría un mejor momento para charlar―. Dirígete al norte y espera mi indicación...y Samuel, no mueras en el camino.

―Por supuesto que no, idiota ―le guiñó un ojo―. Aprendí del mejor agente.

Tartaros Vonnes creyó que las dos guerreras solo se jactaban de ser las mejores en su clan. Pero al poco tiempo de haber iniciado la pelea se dio cuenta que Moira, la lamia, tenía una velocidad impresionante a pesar de sus torpes pies de pato. Mientras que Olivia logró identificar los puntos débiles de su armadura. No deseaba quedar como un hablador nuevamente, por lo que sí tomó su interés en las chicas como futuras criaturas de su ejército de zombies-quimeras.

Les propuso entonces moverse a un lugar más abierto que les permitiera un mejor rango de batalla. Sin embargo, solo era una trampa para deshacerse más rápido de las molestias. Durante el trayecto a ese parque, Tartaros ya había ordenado a sus criaturas esconderse a lo largo del terreno a manera de un campo minado. Esperó pacientemente el ataque y se burló de la familia real de las harpía logrando enfurecer a Olivia.

Tártaros le disparó cuchillas, que la harpías las detuvo con su ala con filo y al caer estas, su plan había surtido efecto. Unas tenazas salieron de la tierra agarrándola por los pies. Moira se adelantó para cortar de un solo golpe y la utilizó para mantenerse de pie sin pisar el terreno.

―¿Estás bien? Trata de no activar nada, creo que todo se encuentra minado ―le aconsejó la lamia―. Y por favor, controla tu rabia o nos matarás a ambas.

―No somos amigas para que me digas lo que puedo o no hacer ―le respondió muy molesta―. Solo te permito luchar a mi lado porque tienes derecho a vengarte de él.

La furiosa harpía aceló su vuelo para atacar con sus alas al Lunar, quien era igual de diestro con su espada de mango de hueso. Moira saltó hacia el otro extremo y en el aire dio una serie de patadas que hicieron retroceder a Tartaros.

―Red Moon: Death Element: Fury of Fallen.

Olivia giró varias veces creando cortes que llegaron a romper el escudo de energía de su enemigo. Pero de las entrañas de la tierra surgió una luz verde y después se formó un abismo por el cual salió un grotesca y deforme criatura formada de quimeras. Con tan solo el Lunar moviera sus manos, la criatura lanzaba un golpe con sus garras. Olivia ocupó sus espadas para detener el ataque, pero estas se rompieron después de oxidarse. ¿Acaso la disolvería si llegase a tocarla? No quería averiguarlo, así que esquivó en ziz-zag cada golpe, mientras Moira se encargaba directamente del Lunar.

―Eres rápida, pero no creo que consigas cortar mis manos ―le dijo Tártaros después de arrojarla a un árbol―. Soy un Lunar, tú eres una insignificante lamia.

Pero entonces, Tártaros se retorció gritando hasta que cayó hincado. No notó cuando Moira en medio del choque de espada, le implantó un dispositivo de SOIS que terminó electrocutándolo y el hechizo previo se desvaneció.

―Todos conocen tu derrota frente al clan Van Vonter y sus aliados, ¿aún así te jactas como un dios? ―le preguntó Moira sintiendo más pena que asco por su adversario―. Eres un vejestorio e incluso tu maldito trono te fue arrebatado. Ahora solo eres un juguete más Jonathan y Lilith.

¿Cómo osaba una criatura insignificante como ella hablarle en ese tono? Fue lo que pensó el Lunar de la muerte. Cada palabra incendió su rabia, porque en el fondo sabía que era cierto. Se levantó de un salto y todo su cuerpo se cubrió de un aura verde, al igual que sus alas de murciélago se alzaron. Olivia aprovechó la transformación para atacarlo, pero lo único que consiguió es que una de sus alas se viera fracturada y que ella cayera sobre el campo minado. Ahí unas manos salieron de la tierra para sujetarla y que su amo terminara finalmente su vida.

―¡Moira tiene razón! Aunque me mates no cambiará nada tu situación ―dijo la harpía que soportaba el dolor de las heridas causadas por las manos―. Eres un mediocre más de esta guerra.

Tartaros se acercó a la harpía y bajó la espada solo para ser detenida por las cimitarras de Moira, quien apretaba los dientes con la boca abierta al hacer fuerza. El Lunar aplicó más magia en el filo que rompió las armas de la lamia y que además llegó a hacer un fuerte corte del torax al abdomen. Sin embargo, la guerrera pudo incrustarle un cuchillo de SOIS en la rodilla, logrando que Tartaros luchara contra el agua bendita de su filo y el hechizo perdiera fuerza. Como pudo, Moira ayudó a liberar a Olivia y a ponerla de pie.

―No tuviste qué hacerlo. Fui muy débil al enfrentarlo ―se quejó la harpía sin mirarla al rostro.

―Olivia, somos criaturas centenarias, ¿por qué no maduras ya? ―le soltó Moira cansada de sus comentarios arrogantes―. Tenemos un enemigo en común y si te he salvado es porque estamos del mismo bando. Así que enfócate en nuestro objetivo y acabemos ya con ese hijo de puta.

De repente la lamia se desmayó y de no ser por los reflejos de Olivia, se hubiera golpeado la cabeza con un bloque de fuente. Intentó hacerla reaccionar, pero no lo conseguía: Tartaros había metido un parásito a través de la espada.

―¿Te rendirás? Puedo darte una mejor muerte que la de ese adefesio de río ―le preguntó Tartaros quien ya había podido liberarse de los efectos, aunque su pierna cojeaba del dolor.

―¡Jamás! Te derrotaré y la llevaré con Sawyer ―declaró la harpía y en sus manos materializó unos sais en sus manos―. Ven si te atreves, cobarde.

El intercambió de choque de armas inició con cada guerrero hiriendo al otro, pero sin perder el ritmo de batalla. Olivia realizó un corte en el rostro del Lunar, mientras que este la golpeó en la rodilla para hacerla caer. La harpía se levantó deteniendo la espada con sus sais, luego aplicó más fuerza para empujarlo y finalmente lanzó una patada que tumbó al vampiro.

Tartaros desapareció del terreno para luego aparecer debajo de la tierra, donde haló a la harpía. Rodeados de criaturas grotescas y olos a podredumbre, el vampiro la arrastró por la pared de huesos por varios metros. Olivia pudo subir su rodilla con la que lo golpeó fuertemente. Había recuperado el control y aprovechó los huesos y criaturas para ir saltando sobre ellos hasta que llegó donde Tártaros y le clavó los sais en los omóplatos alrededor de uan decena de veces. El vampiro se elevó rápidamente atravesando la dimensión para llegar al parque, no sin antes generarle heridas a Olivia. Con ella en el suelo y tiñendo de sangre el agua que corría debajo, Tartaros la sujetó del cuello y con la otra mano le clavó una daga de hueso en el abdomen.

―Saluda a esa perra en el infierno de mi parte ―le dijo tirándola de nuevo al campo minado.

No obstante, Sawyer montado sobre Nikolai convertido en lobo, pudo atraparla. Se acercaron a la lamia y el sepulturero la atrajo con las cadenas.Y antes de que Tartaros contraatacara, Gaarf saltó desde el Spyros para cortar el hechizo con su espada.

―¡Encárguense de ellas! ―gritó Gaarf defendiéndose de los ataques del vampiro―. Evitaré a toda costa que este tarado gane.

Así Sawyer se dio a la tarea de salvar las vidas de ambas guerreras, mientras que para su sorpresa, Nikolai se mantuvo de pie sosteniendo un escudo de energía, evitando el ataque de quimeras. Cada uno concentrado por ayudar y sobrevivir no notaban aún los grandes orbes de luz que comenzaban a brillar en cada punto cardinal. Faltaba poco para decidir qué bando se llevaría la victoria y para que los ángeles anunciaron al mundo su regreso profetizado.

Ni padre, ni hijo, ni abuelo daban señales de perder la pelea. Su sangre estaba marcada por un fuerte linaje de guerreros que remontaban desde la primera guerra de clanes, de una familia que duró por siglos y a pesar de morir en guerras, nunca se rindieron para ser los últimos en pie.

Golpe tras golpe, cortadas y hechizos, solo provocaban que sus heridas se abrieran. Vanja era el más afectado. En su propia sed de venganza no pensaba bien donde atacarlo, aún sabiendo que Wadim también poseía puntos débiles. Decidió no recurrir a su forma Berserker, ya que buscaba darle una lección a su padre de ser poderoso con el mínimo poder necesario. Por supuesto, aquello era mala idea tomando en cuenta que Wadim contaba con la fuerza del alma de Kristoff.

Por un momento, el licántropo albino se detuvo abruptamente ante el brillo que emitió su padre. Era como si fueran ver los mismos de su hermano. Le pedían no continuar. Kristoff le suplicaba que no lo lastimara más. Había caído en la trampa del cazador de una forma tan ingenua y sin poder reaccionar ante el uppercut, Vanja fue elevado varios metros en el aire. Wadim saltó para golpearlo por arriba, pero su abuelo detuvo el golpe e invocó unas mariposas multicolores que colocaron al licántropo en el suelo.

Al pararse, la sangre subió violentamente hasta vomitarla y sus piernas tambalearon. Había recibido golpes muy fuertes antes, pero el de su padre no se comparaba a esos como para provocar tal daño. Con impotencia solo le quedó observar como su abuelo ,sin inmutación en su mirada, esquivaba con facilidad los golpes y los regresaba como si nada. El anciano le estaba dando la lección que deseaba darle a su padre. Las piernas reaccionaron y ya no sentía dolor en su interior, así que pegó un salto para llegar a la muralla. Logró asestar un corte que rajó el rostro de su padre. Mientras que Viljem se acercó girando el bastón y del que Wadim se fue defendiendo con brazos.

No obstante, el anciano logró acertar discretamente en varios puntos de su pecho y costado provocando que el tirano licántropo se paralizara unos segundos y cayera al suelo para vomitar sangre. En ese momento, Vanja solo deseaba haber sido entrenado por su abuelo. Quizás solo así hubiera podido derrotarlo en su primer enfrentamiento. Cuando Wadim se incorporó, su transformación terminó volviéndolo a su forma humana. Podría darles ventaja, pero tampoco debían confiarse.

―Eres un vejestorio, no trates de ocultarlo con magia. Sé que te estás quebrando por dentro ―le dijo Wadim sonriéndole―. Debo reconocer que sigues dando lata en batalla, pero tu tiempo en este mundo ya acabó.

―Te recuerdo que un niño te asesinó hace tiempo, tú no deberías estar acá en primer lugar ―corrigió Viljem y una sonrisa apareció al ver que la de su hijo desaparecía―. Y si la vida me ha puesto en tu camino significa que debo acabar con lo que yo creé.

Vanja notó como ambos licántropos emitían una fuerte presencia que llegaron a hacerlo sentir inferior. A decir verdad, no conocía el trasfondo entre su padre y Viljem, solo tenía claro que lo desconoció como hijo y adoptó a Ofelia como legítima. No lo culpaba, pero si lo envidiaba por haber sido más inteligente en notar lo aprovechado que podía ser.

―Incluso llegaste a amar a ese bastardo sin ser de tu sangre ―soltó Wadim y ninguno de los otros dos supo si hablaba con resentimiento―. ¿De quién es hijo ese bastardo? Al menos merezco saberlo antes de matarte. Vanja también merece saberlo.

―Bull es hijo de Marcus Oras y es mi nieto, lleva más sangre Strauss que la supuesta que corre por tus venas ―respondió golpeando el bastón contra el suelo, del cual se formó un círculo de viento que levantó hojas y piedras―. ¿Qué importa a este paso quién es el biológico? No solo arruinaste su vida, sino que la de todos tus hijos.

Wadim saltó para golpearlo, pero ni el bastón se partió ni el anciano se movió. El licántropo continuó golpeando sin lograr nada, mientras que Vanja dejó un lado la pelea ante una trompeta que se escuchaba en el cielo. Comprobó que no era su imaginación cuando ambos guerreros dejaron la pelea y volteaban a escuchar hacia varios puntos. ¿Eran trompetas de guerra o de rendición? Su volumen fue incrementando y del cielo emanaba una calma que incendiaba de buenas vibras sus corazones guerreros, excepto el de Wadim, quien se llevó la mano al pecho como si no soportase el dolor.

Sobre cada punto cardinal se alzó una gigantesca rueda dorada y en su interior, una figura con alas y brazos extendidos hacia los lados. Y arriba de la gran plaza, una figura de armadura blanca dibujó un círculo mágico que lanzó un rayo dorado por encima de él. Las nubes se juntaron dejando un círculo por donde el rayo se acumuló y formó un ojo.

―¿Qué no se supone que John está muerto? ―preguntó Wadim con dificultad para hablar―. Es imposible que alguien más tenga su magia.

―No olvides que los milagros existen, Wadim ―respondió Viljem sonriéndole―. La oscuridad de la guerra siempre será opacada por la luz de aquellos que luchan por un mundo mejor.

Un primer rayo fue disparado a los enemigos de la plaza, continuó un segundo hasta un cuarto. Luego la lluvia comenzó. Cada vampiro que fue alcanzado se hizo cenizas al instante. Las harpías explotaron y los elfos se hicieron piedra. Las brujas ardieron lanzando sus gritos hasta que no pudieron más y los kitsunes se desvanecieron. Las hadas perdieron sus alas estrellándose y pintando con su sangre y todo aquel enemigo se despidió de su vida. En medio del caos, no quedó de otra que la retirada del ejército completo. La lluvia de disparos no se detenía y con ayuda de sus guerreros, los Lunares también se retiraron. Mientras que en el Coliseo, Trinas se encargó de mover a su compañero hasta unos escombros donde pudieron retirarse, pero humillados por su fracaso.

Nadie sabe con exactitud cuánto duró aquella lluvia. Todos estaban tan asustados como maravillados de lo que eran testigos. Al llegar a su fin, el ojo y el caballero blanco desaparecieron así de fácil como apareció. Las trompetas se fueron silenciando y los ángeles se liberaron de las ruedas.

Cuatro Lunas había sobrevivido gracias a ese último milagro. Después de mucho tiempo fuera del Bajo Mundo, los ángeles había sido vistos de nuevo trayendo un poco esperanza en su sombría vida. Así fue la batalla que duró dos horas y que ningún clan pudo olvidar. El silencio reinaba y las miradas se cruzaban. Había llegado el momento de una última decisión: luchar o desisitir.


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