Capítulo 30

El cielo estaba teñido de azul siendo iluminado por un resplandor esmeralda que surcaba por el cielo neoyorkino. Para los civiles alejados de Manhattan, parecía ser un cometa. Sin embargo, la magia del caos comenzó a afectar su entorno, por lo que el pánico terminó por sucumbir. Un humo verde cubría las calles y cada ser vivo u objeto que era tocado experimentaba un modificación. Algunas monstruosas, otras simplemente morían. Presos en sus propias casas, tumbaron muebles y se escondieron en armarios, debajo de camas, áticos y sótanos. Pronto también se vieron al asecho de criaturas deformes que buscaban a sus presas escondidas. Más de algún niño temeroso fue su víctima, pero esas cifras jamás se sabrán. Nunca se llevó un registro de los que aún permanecía en esa ciudad.

Dramonio volaba molesto tras haber tenido que huir. Lo único que se le ocurrió fue desaparecer la isla completa con sus enemigos. Ni Paige ni Diana podrían ayudarlo por el momento, así que continuó adelante para alejarse de Nueva York lo pronto posible. De repente, algo lo sujetó de la cola y lo hizo estrellar contra el océano, levantando una gran ola que llegó a salpicar el puente de Brooklyn.

En el agua descubrió que Thomas y Dante moldearon sus magias para crear manos gigantes que lo sacudían para golpearlo con piedras y objetos perdidos. Afianzó sus garras en la arena y al extender sus alas disparó sus escamas. El pelirrojo giró la espada provocando un remolino de oscuridad que las detuvo, mientras que Thomas salió de este justo para realizar un corte en diagonal con su espada cubierta de energía espiritual.

Logró cubrirse en un torbellino verde con el que pudo ascender a la superficie, mientras que los dos jóvenes con sus alas también lo siguieron. Dramonio les llevaba la delantera a la mitad del puente y entre el choque de las tres magias se generaban explosiones que llegaron a afectar la estructura del puente. Nuevamente, los jóvenes aplicaron la misma distracción, solo que en esta ocasión ambos salieron del torbellino para ejecutar el corte. Mientras que la criatura apenas pudo cubrirse con su campo de energía, pero al caer sobre el puente terminó por partirlo a la mitad, por lo que algunos conductores terminaron por ser víctimas en el incidente.

Escaló como pudo y se desplazó entre la fila de algunos carros que lograron detenerse. Había encontrado el escudo perfecto conociendo la humanidad de sus adversarios. Teniéndolos detenidos, Dramonio comenzó a lanzar autos y avanzó en el ajetreo.

―¡Ve por él! ―indicó Thomas preparando un círculo mágico―. Red Moon: Light Element: Lotus.

La luz adoptó la forma de gigantescas flores de Loto que permitió colocar a los autos al otro extremo del puente. Mientras tanto, Dante había derribado a la criatura en las bases de Brooklyn con un puño de oscuridad. Los golpes continuaron hasta que Dramonio términó expulsando a sus aliados. Dante lo había rodeado con un círculo de oscuridad que se movía velozmente y que amenazaba con penetrarlo con los filos que se desprendía de este.

Pronto el pelirrojo entró junto a sus enemigos con su espada apoyada en el hombro. Era ese momento o nunca para acabar con el ser que lo dejó en la orfandad. Sin embargo, ver al sacerdote le hizo recordar los buenos momentos junto a la Orden, llegando a odiarse por sentir un poco de compasión. Recordó entonces las palabras de Thomas y todo lo que sus amigos intentaron esa noche para detener el caos. Subió su espada por encima de su cabeza, pero cuando la dejó caer su cuerpo se paralizó.

―Red Moon: Chaos Element: Madness Spores ―alcanzó a decir la criatura.

De sus garras desprendieron unos diminutos destellos verdes que rodearon al chico. Tan solo bastó un pequeño contacto en la nariz para que Dante Walsch cayera hincado al piso y luego se retorciera de dolor. Las venas se le saltaban y de sus ojos brotaba sangre hasta que sus pupilas adquirieron un color verde. Dante se llevó las manos a la cabeza ante el dolor que todo su cuerpo sufría. Finalmente aumentó de estatura y sus alas de murciélago se desprendieron de la espalda.

En ese momento, Thomas Rhodes apareció justo para recibir un golpe de su amigo. Dramonio había conseguido su carta final. Aquel hechizo solo conseguiría activar lo que Dante Walsch no experimenta aún: su despertar vampiro. Ante los ojos del agente, aquello solo significaba enfrentar lo que vivió en la comunidad guay. No solo enfrentaría a un vampiro despertado, sino a uno donde el caos alteraba aún más su psiquis. Uno donde un amigo pasaba a ser un enemigo y donde un inocente se convertiría en un sediento de sangre.

Sus compañeros estaban demasiado ocupados sacando a los civiles que no pudieron escapar al sepulcro de los Oras, mientras que Sanara y su grupo se dividieron para ayudar los ciudadanos asechados por la magia del caos. Por todo ello, Maura Tates estaba con toda la presión del mundo. Nunca había materializado las armas y de hecho, no tenía idea de cómo realizarlo. Tras varios intentos consiguió que Tempest el tigre, Deer el gigantesco venado, Crowthorne, el rey de los cuervos y Balam, la pantera maya salieran a apoyar.

La sala iba quedando más vacía, quedando alrededor de unos ochenta individuos contando a los miembros de la Orden y a los ángeles y demonios. Seguía sin entender cómo estos no habían escapado si contaban con las habilidades necesarias.

―¿No me digas que después de haberlos sacado no quieren ni ayudar a sacar civiles? ―cuestionó muy molesta mirando a cada uno.

―De parte de los ángeles, te lo agradecemos mucho ―le respondió Zadkiel―. Y sí continuamos aquí es porque tal vez podamos detener el núcleo del caos que afecta la ciudad.

―Creo que si unimos nuestra magia con tus habilidades espirituales es posible ―complementó Asmodeo, representado en una rata monstruosa―. Todos queremos devolver el favor. Sin embargo...

―¿Alguien debe quedarse?

―Así es, es muy probable que alguien muera ―le respondió Belfegor―. Y como sabrás, nadie quiere morir hoy, mucho menos por humanos que llevan vidas mediocres.

―Lo que ustedes son... ¡Son unos cobardes, hijos de puta! ―lanzó furiosa al punto que su cuerpo se cubrió de aura―. Si nadie quiere, me ofrezco yo. Tampoco quiero morir, pero si logramos evitar que más personas salgan lastimadas, doy mi vida con gusto.

―Esta mujer me agrada ―dijo Asmodeo luego de sacar una carcajada―. Una vida como la tuya es más valiosa que la de estos viejos decrépitos. Cuenta conmigo, me quedaré contigo.

Se juntaron entonces alrededor donde alguna vez se encontraba el cristal, pero del que solo estaba un gran hoyo donde giraba un remolino verde y del que salían gritos que arrancaban oídos. Asmodeo y Sandalfon fueron los encargados de guiar a sus respectivos clanes, que a pesar de la incomodidad de trabajar en equipo procuraron dejar las diferencias a un lado. Ambos dibujaron un círculo mágico donde cada uno depositó su magia. Luego, Sandalfón indicó a la humana que realizara un círculo mágico y que sobre este depositara su aura.

―Ahora invoca a Leviatán―indicó el demonio―. Vamos a trasmitirle nuestros poderes para que acabe con el núcleo―. Y al ver la mirada preocupada de la chica le sonrió―. Tranquila, él ya es un espíritu, ¡no puede morir!

―A ese abismo que miras entraremos tú, Asmodeo y yo ―explicó el árcangel Sandalfón―. Los tres clavaremos la lanza recubiertos de nuestras aura para hacerlo más efectivo―. Luego volteó hacia los demás presentes―. Ustedes van a luchar para que el abismo no se bloquee y podamos salir.

Con Leviatán invocado, la agente Tates giró un poco su cabeza para ver a sus amigos. Casualmente, Bull Strauss le sonreía como prometiendo que pronto todo el caos terminaría, así que ella también le devolvió el gesto. Sin duda, disfrutar aventuras y misiones era lo que menos quería perder en su vida.

Mientras tanto, el equipo de rescate estaba feliz por terminar su última ronda, aunque preocupados por la falta de noticias de los dos vampiros. Al salir de la iglesia notaron las luces chocando al sur en dirección a Brooklyn, que llegaron a perderse entre los altos edificios aunque nuevamente salieron a la superficie. Terminaron de colocar a todos en un portal con dirección al campamento donde Xenovia lo mantendría bajo un círculo de protección.

―¿Percibes algo? ―le preguntó Allan al licántropo al ver la angustia en sus ojos temblorosos.

―No estoy seguro, es como si están presentes en este mundo, pero hay mucha interferencia. ¡Sígueme! ―le dijo antes de saltar a la punta de la iglesia para luego escalar a la cima del edificio―. Es como si la magia de Thomas y Dante chocasen entre sí.

―¡Mierda! Están controlando a Dante ―comentó el hombre cuervo y luego abrió un portal inestable―. Debemos ayudar a tu amigo, no podrá con ambos.

Del otro lado del portal encontraron a Dante atacando constantemente al agente con su espada, además debía defenderse de criaturas del caos. Thomas ya no podía contener el escudo trasero y blandir la espada sin poder utilizar más magia.

―¡Ya, mátalo! ―ordenó Dramonio.

Dante saltó para atacar verticalmente, pero el hombre cuervo avanzó para desviar el brazo con su ala. Mientras que Bull se encargó de las criaturas. Ahora, con más enemigos presentes, Dramonio vio nuevamente en peligro su plan, por lo que liberó más esporas para empeorar al pelirrojo.

―¡Basta, Dante! Dramonio, Paige y Diana son tus enemigos ―le dijo Allan, quien logró sujetarlo por detrás con ayuda de Bull―. ¡Reacciona! Vas a matar a Thomas.

Y es que Ravencroft no se equivocaba, los continuos ataques del caos habían empeorado sus heridas. Aún así, el agente Rhodes permanecía de pie e intentaba acercarse a él. De pronto, Thomas volvió a visualizar el alma de su difunto amigo, indicándole que la espada era la clave. ¿Acaso debía acabar con la vida del joven? John no le daba más indicaciones como presionándole a tomar la decisión más adecuada a su criterio.

―¡Ponle unas esposas bloqueadores! ―le gritó Bull que comenzaba a ser atraído por un tornado verde.

―¡Dante, mírame! ―le dijo sosteniendo su cabeza que se movía violentamente―. Todo estará bien. Al final eres del clan Van Vonter―. Por un momento, notó la mirada suplicante del pelirrojo para que lo ayudara―. ¡Confía en todos nosotros! No te dejaremos solo.

La espada de luz aumentó más su brillo y sobre su hoja se formó un espiral. Thomas colocó su mano cerca del abdomen y al momento de cerrar los ojos, introdujo la espada con fuerza hasta abrazar al chico. Pronto, las criaturas desaparecieron al igual que los tornados a su alrededor. Finalmente, Dramonio se había quedado sin más formas de contraatacar y aún necesitaba los poderes del pelirrojo.

―Deberías de rendirte, estás igual de herido y cansado que nosotros ―le dijo Bull a la legendaria bestia―. El sol está pronto a salir. Esta batalla ha durado todas la noche y ni tus amigos pueden ayudarte.

―Haré lo que un padre haría para recuperar a su hijo ―respondió Dramonio levantando su cabeza lista para lanzar una llamarada―. Él será digno de mi nuevo mundo, pero antes, la plaga deberá ser exterminada.

En ese momento, un portal remolino se abrió por encima de Dramonio. El pelirrojo levitó sin que sus amigos pudiese detenerlo, ya que un último ataque hizo que estos salieran aventados al agua. Estaba siendo succionado al interior de la criatura junto a sus aliados. Thomas disparó la espada con telekinesis, pero terminó siendo desviada por una fuerza invisible.

―Cuiden a Dante y a mi hermana por mi ―les dijo Allan con una sonrisa triste.

―¡No! Puedes morir, ¿no lo entiendes? ―se opuso Thomas tomándolo del hombro.

―Ustedes no pueden morir, Dante los necesita para cumplir la misión de su clan ―repuso el hombre cuervo, quien retiró la mano―. Estaré bien y llegará el momento en que nos reencontremos. Al final fue divertido pelear a su lado.

Allan emprendió vuelo y de sus manos sacó unos sacos que crearon una cortina de polvo. Aprovechó la distracción para empujar con sus alas a Dante mandándolo a los brazos de Bull.

―Pero este día no será el que obtengas a él ―dijo incrementando su voz a medida que se acercaba a Dramonio―. ¡Este amanecer será ganado por los clanes Van Vonter y Ravencroft!

El hombre cuervo atravesó el orificio, no sin antes realizar un corte en equis con sus katanas. Los primeros rayos de sol comenzaron a verse y a Dramonio no le quedó más opción que aceptar su derrota y desaparecer junto al portal. Ante el desmayo de Thomas debido al cansancio total, Bull los sacó a ambos del agua y por medio de un portal los llevó al campamento. Sin embargo, no se quedó a descansar. La batalla no había finalizado hasta ver que Maura estuviera junto a ellos.

El trío se lanzó al abismo sujetando la lanza de Leviatán que a su vez los protegía de criatura del caos que intentaban sacarlos del camino. Un solo toque al aura hacía que estos se esfumaran. Por fin, llegaron al centro de todo, donde el frío era como estar encerrado en un congelador y el humo verde se volvía más pestilente. Levantaron el arma por encima de la cabeza de Maura y la introdujeron con fuerza en el núcleo.

La magia del caos se oponía a seguir siendo lastimada y como pudo fue empujando a Leviatán, que apenas había atravesado unos centímetros. Apretaron sus dientes y con un grito ahogado, pudieron atravesarla por completo. Sin embargo, todo el abismo empezó a distorsionarse y más de un decena de portales se abrieron, mientras que su única salida se cerraba.

―No creo que logremos salir de acá ―dijo montándose en el lomo de la rata que tomó un aspecto más grande y luego ayudó a subir a Sandalfón―. Estamos muy abajo.

―Oh, pequeña alimaña ―sonrió Asmodeo―. ¡Mala hierba nunca muere!

Las garras de la rata crecieron de un tamaño impresionante para ser de un roedor y con mucha facilidad fue escalando en el aire, mientras desafiaba las leyes del caos. Alla arriba la capilla estaba a punto de desmoronarse por completo. Mammon y Belfegor no dudaron ningún segundo en salir huyendo a pesar que uno de los suyos se encontraba abajo.

Todo conllevó a que el resto de ángeles y Astaroth ocuparan más de su energía que de por sí era poca. Sus piernas comenzaban a doblarse y la gravedad los invitaba a desplomarse. Cassiel fue el primero en caer al suelo y de no ser por Nuriel, un pedazo de techo le habría aplastado la cabeza. Luego fue Zadkiel que se desmayó casi tumbando a Jofiel.

―¡Mierda! ¿Eso es lo más rápido que sabes andar en cuatro patas? ―le gritó Astaroth a su viejo amigo.

Para complicar más su situación, Nuriel perdió el conocimiento y solo los dos amantes quedaban de pie. Ya no podían más y quedaron de rodillas sosteniendo la puerta. Faltaba poco por llegar a la puerta, pero los amantes notaron que los residuos de caos buscaban encerrarlos con ellos. Finalmente, Asmodeo atravesó la puerta y solo debían buscar la salida después de que la única había desaparecido para dejarlos a merced del vacío.

―¿Seguimos en Nueva York? ―preguntó Asmodeo y la chica asintió con la cabeza―. Bien, sujétate bien y los demás tomen a un ángel. Si aquellos cobardes nos traicionaron, yo no pienso dejarlos atrás.

Asmodeo lideró la ruta de escape, por lo que se adelantó para embestir el techo cubriéndose de energía demoniaca. Mientras dejaban atrás la capilla, Maura notó que algunos restos de caos se encontraban en las paredes del subterráneo como si estos fueran venas. Sintió que todo el esfuerzo había sido en vano y ya no contaba con más energía para invocar a Leviatán. Así que solo vigiló en caso de recibir un ataque enemigo.

―Pronto estaremos fuera de la iglesia, se los prometo. Solo estoy tratando de evitar los restos más acumulados en ciertas salidas ―les dijo Asmodeo.

―El subterráneo nos aplastará, apúrate rata almizclera ―se quejó Astaroth.

La rata demonio embistió de nuevo el techo que los permitió salir por el altar de la iglesia. Su salida a sobrevivir les acariciaba el rostro con la brisa que entraba. De repente, los restos del caos salieron por el orificio y tomaron la forma de Dramonio. Y aunque solo se tratase de humo verde, un simple movimiento provocó que la iglesia se partiera en dos poniéndolos en peligro de ser aplastados.

―¡Sáquenlos de acá! ―dijo Jofiel ayudando a colocar a los desmayados sobre el lomo de la rata―. Nos quedaremos para contenerlo.

―No, todos debemos salir ―se opuso Maura.

―Estaremos siempre en deuda con ustedes ―le repuso Astaroth sonriéndole.

Los amantes empujaron con telekinesis a todos fuera de la puerta y antes de que Maura saltase, la puerta se cerró de golpe y un círculo mágico la bloqueó por completo.

―¡Astaroth! ¡Jofiel! ―gritaba mientras golpeaba con desesperación la puerta. Entonces, Sandalfón la sujetó y se alejaron hacia donde Bull observaba y al final este la abrazó para contener su impotencia―. ¡No, suéltame! Hay que ayudarlos.

―No podemos ―le respondió Bull muy apenado―. Ellos han decidido salvarnos a todos.

En el interior, los amantes compartieron un último beso. Con los ojos cerrados se tomaron de las manos y en sus manos materializaron sus espadas cubiertas de energía. Sus corazones latían emocionados por el amor, pero también por el miedo de no volverse a ver.

Unieron sus gritos y se echaron a correr hasta que atravesaron a la bestia. Una fuerte explosión ocurrió y su hechizo evitó que esta afectara más vidas. Cuando el cielo se tiño de claridad, la catedral se desmoronó por completo y de la que ahora solo se conservan fotos cuando estuvo en su máximo apogeo. Aquella madrugada, la victoria para el clan Van Vonter y sus aliados no se sintió como una: zozobra y pérdida eran nuevamente el aire impuro que se respiraba.

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