Capítulo 29
"¿Qué mierda es esto?", se preguntó Thomas después de haber entrado en el portal por el que escapó Fausto Paige. Se escapaba de la lógica y el entendimiento, incluso en el Bajo Mundo no observó nunca algo así. Lo rodeaba lo que parecía ser un antiguo templo y fuera de este podía observarse un vacío oscuro parecido al espacio, donde circulaban luces verdes en espiral, que al abrirse dejaban a la vista diferentes paisajes del mundo humano. No vio a Paige, así que posó sus pies en el piso cubierto de niebla. Se acercó a los bordes para evaluar los diferentes lugares.
Reconoció la Abadía de Westminster en Londres, aunque vandalizada por grafitis de mal gusto. También se encontraba la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, el Taj Majal de Nueva Delhi; la Torre de Tokio y el Cristo Redentor de Brasil. De los otros no estaba seguro, pero era probable que fueran países asiáticos. Poco a pocos aquellos paisajes fueron cambiando para mostrar otras perspectivas como si de algun video se tratase. Percibió algunas corrientes de aire saliendo, así como de sonidos de aves, autos y también conversaciones inentendibles entre personas.
Si bien comprendía que se trataban de portales hacia esos lugares, la idea de un templo rodeado por un "espacio sideral" lo angustiaba. De pronto, un golpe sacudió el suelo, casi tumbándolo a caer por el vacío. Al darse la vuelta, la serpiente alada se había posado cerca de él. Aunque algo había cambiado en su fisionomía desde la última vez: una segunda cabeza saliendo del cuello como un entrerramado. Thomas colocó su espada en posición de defensa ante un ataque de fuego verde lanzado por la criatura. La espada Van Vonter por supuesto detuvo el fuego, pero su joven portador fue empujado algunos centímetros debido a su fuerza.
―Paige, ¿qué es este lugar? ―preguntó el agente en un tono molesto y sin que le temblara el semblante en su mirada.
―En esta forma prefiero que me llames Dramonio ―le corrigió la bestia de la cuál salía un humo verde―. Pero con gusto responderé tu duda, hijo de Owen. Este templo fue donde dos humanas y una demonio me procrearon y donde el arma definitiva fue destruida por la traición de diversos clanes comandados por los dioses.
―¿Eso quiere decir que todavía estamos en el mundo humano?
―No, Thomas Rhodes y es evidente que eres un ignorante de la "Zona del Olvido" ―le respondió decepcionado―. Existen ciudades enteras que los mismos dioses eliminaron de tu mundo por placer o porque sus planes no salieron como lo esperado. Fue así como terminaron perdidas entre el espacio-tiempo y nadie más supo de ellas. Entrar y salir de estos "mundos de bolsillo" es muy difícil, pero con la muerte de tantos dioses que custodiaban su existencia, hay puertas que se abrieron. Fausto encontró nuestro hogar y henos aquí construyendo nuestra meta.
―Supongo que estos portales es donde antes cazaste ángeles y demonios, ¿o me equivoco? ―dijo Thomas y bajó la espada al ver que la criatura no mostraba indicios de atacar―. ¿Exactamente qué te robaron? ¿Qué ganas con exterminar a tantas vidas humanas que desconocen de tu existencia?
―El último día de la Primera Guerra de Clanes, una parte del alma de Lilith, una de mis madres, fue mandada a una zona del olvido y otra alma quedó atrapada en una de las copas sagradas que utilizaron en ese ritual; mientras que su cuerpo en estado de hibernación fue llevado a una mundo de espejos ―explicó Dramonio turnándose entre cabezas para revelar su pasado―. Mis almas separadas fueron selladas en las copas y de mi cuerpo, ángeles y demonios robaron mi esencia. Sin embargo, la noche en que Jonathan fue derrotado, mis almas pudieron escapar de su prisión, regresando al cuerpo que los descendientes de la Orden de Oras sellaron por años. Después de la muerte de Marcus, sus discípulos no pudieron detenerme y me di a la fuga. Fue así como años después conocí a tu padre, un estúpido agente y descendiente de esos discípulos ―entonces la criatura sonrío con malicia recordando el enfrentamiento―. Por tus cejas temblorosas de rabia, me imagino que sabes como terminó todo. Así es, Thomas Rhodes, yo fui el responsable de la muerte de tu padre. Su cuerpo nunca fue encontrado por lo que tengo entendido.
Thomas soltó una carcajada para el disgusto e incomprensión de Dramonio, lo que llevó a este a lanzar otra llamarada verde que el vampiro esquivó saltando.
―Durante los tres últimos años, en mi tiempo libre investigué sobre la última misión de mi padre ―dijo Thomas mirándolo con seriedad―. ¿Pensabas que te atacaría así no más? Para ser una criatura milenaria como Jonathan, tienes mucho en común en su pensamiento. Lamento decirte que Owen Rhodes sigue con vida y el que morirá esta noche eres tú.
―Me causas tanta gracia como Owen, pero aunque tuvieses la mínima oportunidad, mi plan ha comenzado ―le confesó extendiendo sus alas para dar una imagen más aterradoras―. En este momento, ángeles y demonios que han sido líderes de legiones serán erradicados. Tomaré lo que es mío y la Tierra entera se hundirá en el caos que los libros intentaron ocultar en el pasado.
―¡Ahora! ―gritó el joven vampiro.
Dramonio se desconcertó tanto al escuchar aquella exclamación, que en ningún segundo se le pasó por la cabeza que su aprendiz, Dante Walsch lo atacaría por la espalda con una espada negra. Cuando se dio la vuelta, Thomas cubrió la espada de luz con energía espiritual y la lanzó para realizar un nuevo corte más profundo en la herida que el pelirrojo causó.
―Te lo dije, compartes mucho en común con el usurpador de Transilvania Oscura ―le recordó Thomas, luego chocó puños con su pupilo―. ¡Bien hecho! John estaría tan orgulloso de ti como yo lo estoy ahora.
―Perdón por tardar tanto, me dejé engañar por Paige, pero no volverá a pasar ―dijo el pelirrojo muy apenado y con lágrimas en los ojos―. Ya abrí los ojos, Thomas. Nunca fui un asesino. Él mató a mi familia y lo haré pagar.
―Entonces ha llegado de que brilles con todo lo que te enseñamos ―le dijo Thomas desviando una bola de fuego verde que iba directo al chico―. Recuerda, nunca bajes la guardia.
En ese momento, la segunda cabeza desapareció y el rostro de Fausto salió por el cuello. Lentamente sacó sus manos y sin causarle dolor a Dramonio, estiró la piel hasta que salió por completo. Fue un poco asqueroso de ver, ya que podía verse el interior de la serpiente. Así Thomas Rhodes se lanzaría a derrotar a la criatura que se jactaba por haber asesinado a su padre; mientras que su joven pupilo vengaría la muerte de sus padres. Mientras tanto, alrededor del planeta, pilares de luz verde se irguieron hasta perderse en las nubes. Atrajeron las miradas curiosas de las personas que aún habitaban las grandes ciudades y debajo de estás, las pequeñas vibraciones apenas comenzaban a prepararse para una gran sacudida. Donde antes nunca nevó, los copos alegraban a niños, sin saber que contenían toxinas. El caos apenas salía a la superficie.
Con sus piernas potenciadas con energía espiritual, Maura Tates cruzó el abismo que la llevaría a la capilla secreta. No obstante, al pisar suelo estuvo a punto de caerse con una gran porción de tierra debido a un sismo que había sacudido la cueva.
Adentro encontró a Allan con una evidente frustración en su rostro intentando detener el ritual. Todas las criaturas cautivas emitían un brillo verde y a pesar de su estado espiritual lanzaban gritos que se mezclaban con los cánticos de los miembros poseídos. Cabía la posibilidad que estos fueran responsables de potenciar el ritual, por lo que la agente Tates se acercó para meterse en su cabeza e intentar sacarlos de transe. Sin embargo, la expulsaron a los pocos segundos y Maura se vio rodeada por los poseídos, quienes movían sus cuchillas para lastimarla. Logró encargarse de algunos y su espalda fue protegida por Xenovia Ravencroft, quien apareció de vuelta tras no encontrarla en la prisión secreta.
―¿Sabes algún hechizo para evitar que hablen? ―le preguntó Maura a la chica.
―Podría realizar alguno, pero debes saber que tiene una duración corta―le respondió Xenovia―. ¿Ya sabes cómo detener el ritual? Solo así podría ayudarte.
―No, pero algo se nos ocurrirá, por el momento, mantenlos callados.
Un nuevo movimiento telúrico sacudió la capilla, trayendo consigo la caída de algunos candelabros que colgaban del techo. Xenovia empujó a los miembros poseídos con magia; mientras que su hermano se encargó de partir de un golpe los objetos. Una pared se rajó por la cual comenzó a verse un espiral verde. Lo que menos esperaban es que de ahí salieran más poseídos, entre ellos civiles de la ciudad, para impedir que el trío detuviera el ritual.
―¡Maldita sea! A este ritmo no podremos descubrir cómo detenerlo ―se quejó Maura noqueando a una mujer que estuvo a punto de clavarle un cuchillo de cocina.
―Nosotros nos encargaremos de ellos, tú enfócate en detener su plan ―le dijo Allan después de golpear a un poseído con sus alas―. Usa tu magia y establece un contacto mental.
La agente Tates se acercó al grupo de criaturas donde se colocó en una posición para meditar. El sonido del ambiente se fue apagando y al abrir los ojos se encontraba en un plano oscuro rodeado de llamas verdes que le indicaban el camino. Físicamente no estaba ahí, pero sí podía sentir como si el fuego fuera real. Las llamas la rodearon y a su alrededor se encontraban los capturados luciendo en traslucidez. Su vida se apagaba dándole más vida a las llamas.
―Eres la humana de Sogoma ―habló con mucha dificultad Astaroth―. Pierdes tu tiempo, no podrás ayudarnos.
―Y mucho menos me gustaría la ayuda de una asquerosa humana ―dijo Belfegor, el anciano demonio de la pereza―. Sería muy asqueroso tener que deberte la vida.
―No le haré caso a un anciano decrépito y exhibicionista ―le respondió molesta―. Estoy acá porque necesitamos detener a Dramonio. No podemos permitir que recupere sus fuerzas.
―¿Por qué te interesa tanto salvar tu mundo o el otro? ―preguntó Nuriel, un árcangel que vestía una túnica de fuego y que su aureola parecía estar formada de lo mismo.
―Este es un mundo digno como cualquier otro ―respondió con firmerza―. Heredé la misión de un gran amigo que cree que ambos mundos podrían convivir en armonía. ¿Utópico? Sí, pero siempre es mejor que un mundo jodido en el caos.
―No eres lo suficientemente fuerte para hacer un cambio ―se burló Mammón, la criatura de alas doradas―. Mírate, eres humana.
―Aún así, yo no soy la que está en mayores aprietos ―respondió tajante y lo tomó del cuello con su mano cubierta de energía, consiguiendo la risa de los otros presentes―. Así que, ¿alguno sabe cómo podríamos romper el hechizo que protege el ritual o se quedarán criticando como este pedazo de mierda?
―Existen tres formas de detener la magia del caos y las tres fueron necesarias para ejecutar el ritual que detuvo al Dramonio: magia divina, magia angelical y magia del alma, conocida también como energía espiritual y de la que muy pocos sabes que pueden utilizarla ―respondió Sandalfón, un árcangel de rostro femenino, que estaba vestido con un ábrigo de plumas con ojos y alrededor de este, un círculo dorado que giraba―. Combinadas pueden entorpecer sus planes.
―¿Y también derrotarlo a él? ―preguntó Maura.
―No, pequeña inocente ―le respondió Cassiel, un ángel de armadura plateada con incrustaciones de zafiro y que además portaba dos copas plateadas que derramaban agua sin cesar―. En el pasado fue necesario más manos de las que tu y tus amigos cuentan. Concentrate en el ritual y tú, Astaroth, prestale un poco de lo que te resta de poder para ayudarla.
―No la necesito ―sonrió la chica antes de desaparecer de aquel espacio mental―. Conozco un demonio de alto rango que nos debe favores.
Cuando la agente abrió los ojos, descubrió más caos de lo que esperaba. Por una parte, Xenovia la protegía a ella y apenas podía ayudar a su hermano con encantamientos en su batalla con los poseídos atacando por todos lados. Y por otra parte, Jofiel habiendo liberado a Diana de sus ataduras, procedió a darle batalla y la mujer cuervo sin medirse en sus ataques solo provocaban que las paredes y las estructuras del techo se soltaran más.
De pronto, la superficie donde se encontraba parada se convirtió en un remolino de la que emergieron manos intentando llevarla al abismo. De no ser por Bull que apareció justo a tiempo, Maura habría estado en grandes aprietos.
―El maldito alado me dejó inconciente, perdón por tardar ―le comentó el licántropo observando con odio al ángel guerrero.
―Estoy harta de esas malditas criaturas milenarias ―soltó Maura con desesperación en su mirada―. Traelo y luego te encargas de Diana.
Bull colocó a Maura cerca de Xenovia para que pudiera cuidarla y luego saltó para asestar un golpe con su palma en la frente de Diana, que atravesó una pared. Entonces procedió a lanzar al ángel desprevenido hacia donde se encontraba la agente Tates.
―¡Déjame! ¡Quiero vengarlo! ¡Quiero vengar la muerte de Astaroth! ―gritó entre lágrimas forcejeando por liberarse de Maura, quien lo sujetaba con un mano cubierta de energía.
―¡Ya, cállate! ―le dijo propinándole un bofetada que dejó al ángel sin palabras―. Astaroth sigue vivo, pero si lo quieres de vuelta te quedarás acá y cooperarás conmigo.
Logrando su atención, Maura le pidió que usara su magia en el momento que se lo ordenara. Luego colocó sus manos en el piso, en donde se dibujó un círculo demoniaco y exclamó: "¡Leviatán!". Del círculo sacó con sus manos la lanza serpentina sorprendiendo al ángel. Durante su entrenamiento, los cuatro fundadores restantes del clan decidieron pactar con el poderoso demonio para utilizar su arma espiritual frente a futuras batallas en contra de los Lunares y Lilith. Aunque para Maura Tates pensó que nunca tendría que cargar con el peso de la lanza.
Como si la magia del caos hubiese detectado el peligro, el cristal donde emanaba toda su energía se fue alejando. Era como si el terreno se hubiera estirado y apenas era visible su fulgor en la distancia. No dudó más y cubrió la lanza con energía espiritual para luego dispararla.
―¡No vas a lograrlo! ―le dijo Jofiel, quien movía con sus manos un orbe de energía dorada.
―No te pedí tu opinión, solo espera la orden ―le respondió Maura sin perder de vista la lanza que destruía los obstáculos del caos―. ¡Ahora!
El orbe se transformó en una gigantesca flecha que siguió al arma espiritual. Cuando Leviatán impactó en el cristal, todo la sala se estremeció y las cadenas de los cautivos comenzaron a debilitarse. Luego la flecha cayó en el otro lado del cristal consiguiendo que este explotara por completo, además de lograr que los poseídos regresaran a la autoridad. Sin embargo, los filosos fragmentos salieron dispersados, por lo que Xenovia, Maura y Jofiel se tomaron de la mano para crear un campo de energía que protegiera a todos. Mientras que Bull aprovechó la distracción para lanzar una patada por la espalda a Diana, que terminó recibiendo de algunas incrustaciones de cristal y por supuesto, su derrota definitiva.
Sin embargo, aún era demasiado pronto para celebrar. Debían tranquilizar a los civiles que solo fueron víctimas de la magia del caos y más cuando las perturbadoras figuras demoniacas se imponían ante sus ojos.
Mientras tanto en el espacio de los portales, la batalla había llegado a su punto más acalorado. Ambos jóvenes peleaban con lo mejor que tenían contra las dos identidades de caos. En un momento inesperado, Fausto hizo aparecer a los familiares de Dante, que se petrificó sin poder atacar con su espada y terminó por llevarse el golpe del látigo formado con las vestiduras del sacerdote. Viéndolo atrapado por los azotes, Thomas lanzó la espada para salvarlo, lo que logró que Fausto salpicara de sangre como si la tela fuese una extensión más de su cuerpo. Thomas regañó al chico para que no volviera a caer en ese juego barato.
Entonces volvió de nuevo a concentrarse en el dragón con el que tenía problemas para herirlo. Aquellas escamas eran demasiado duras y el filo de la espada apenas había conseguido fragmentar algunas. Por un instante, Dramonio desapareció de su vista y no vio venir que la criatura lo atravesara sin dificultad hiriéndolo por dentro.
―¿Cómo eres capaz de hacer eso? ―le preguntó el chico impresionado, que en vez de asustarse, mostró cierta emoción.
―He comenzado a recuperar los poderes que me robaron ―respondió en tono arrogante―. Y eso que solamente estoy usando el 5% de mi poder.
―Sí, bueno, menos palabras y más acción ―le replicó rodeando los ojos ante el discurso del enemigo. Thomas ya estaba cansado de conocer a tantas criaturas con ínfulas de superpoderosos.
Las escamas se desprendieron del cuerpo y se alzaron frente al dragón. Una por una salieron como balas, de las que el agente Rhodes apenas notaba por su fulgor. Se movían en ziz-zag, también en direcciones erráticas y cuando pensó que pudo esquivarlas al perder su brillo esmeralda, algunas terminaron por acribillarle. Cayó casi al borde de la plataforma y como pudo se arrastró dejando manchado de sangre. Por dentro su dolor era indescriptible, incluso para alguien experimentado como él. Notó como las heridas se tardaban en sanar, mientras que a su adversario le crecieron nuevas escamas en un parpadear. Ya no era un humano, pero no estaba seguro si moriría en una dimensión donde nunca encontrarían su cuerpo.
Dramonio se posó en tierra y acercándose lentamente al joven vampiro fue robándole la esperanza que aún mantenía. Con su cola lo agarró del cuello y lo levantó a la altura de su boca que abrió y dejó escapar una pequeña lengua de fuego esmeralda. Creyó haber visto un segador observándolo desde la cabeza de la criatura, pero no le dio importancia. Intentó invocar a Leviatán, pero el arma espiritual nunca apareció. ¿Para qué habría de pensar si su muerte estaba asegurada? Solo le tocaba esperar para que el Lunar del caos se decidiera por el golpe final.
Por otra parte, Dante Walsch había ascendido a un nivel donde ya desconocía la batalla de su mentor. El sacerdote se movía dejando figuras residuales que lo terminaban por confundirlo, ya que al golpearlo con su magia o la espada, estos se deshacían como humo. Paige aprovechaba esto para atacarlo con su túnica provocándole heridas superficiales. Así que creó un escudo con magia lunar para detener los ataques incesantes mientras se le ocurría una mejor estrategia para dominarlo.
Fausto lo provocaba para distraerlo, pero ya no volvería a caer en su "juego barato" como se lo dijo su amigo. Juntó la mayor cantidad de oscuridad en un orbe y al aplaudir, este se separó en varios más. Dante fue saltando en cada uno, liberando algunos más pequeños que eran disparados al sacerdote. Después de minar todo el terreno de batalla, realizó un movimiento con la espada generando una ola de choque. Paige transformó su túnica en un escudo, pero las orbes más pequeñas terminaron por atravesarlo. Con otro movimiento de espada, todas desaparecieron dejando al hombre paralizado por un momento.
―Aunque decidieras ser mi enemigo, estoy orgulloso de lo que has logrado ―le confesó Paige después de un corto tiempo de jadeos en lo que sus heridas sanaban―. Al final yo decidí convertirme en tu padre.
―Esto es gracias a Thomas y a Bull, los únicos que pueden enorgullecerse son ellos ―le contradijo con el ceño temblando de cólera―. Un padre jamás habría hecho lo que me hiciste...Jamás se hubiera aprovechado de mi situación. Puede que no logre derrotarte, me hace falta mucho, pero sí hay un poco de esperanza, intentaré partirte a la mitad.
Como un acto natural, Dante aceleró su velocidad como nunca antes lo experimentó. Corrío en ziz-zag esquivando los pedazos de tela, pero que ninguno llegó a rozarle. Incluso llegó a correr entre ellos y cuando lo tuvo enfrente, blandió la espada recubierta de su magia y la dejó caer con toda su fuerza. Ambos contricantes cayeron hasta impactarse en el piso donde se generó un cráter.
―¡No te rindas! Demuestra lo gran maestro que eres ―le dijo el pelirrojo mientras recuperaba sus fuerzas.
De alguna manera, sus palabras reactivaron la concentración de Thomas. Sin embargo, alguien conocido estaba a su lado tomándolo gentilmente del hombro. Su boca no se abría, pero aquella voz repitiendo su nombre era John Van Vonter.
―¿Por qué tienes miedo si la espada de mi familia te ha permitido portarla? ―le preguntó el vampiro sonriéndole―. ¿Miedo a convertirte en una bestia? Jamás pasarría en un ser con mucha nobleza y alegría para dar. Ya llegó el momento de dejar tu falsa seriedad y muestres al Thomas Rhodes que conocí...¡Abraza quién eres!
Antes de que pudiera contestar, la imagen de su amigo desapareció y todo parecía indicar que fue el único que pudo observarlo. Concentró toda su energía en los brazos y pronto sonó una estructura metálica romperse, pero que nada tenía que ver con su prótesis. Los ojos se tornaron más rojizos con un destello dorado a su alrededor y sus colmillos se alargaron un poco.
―Esta aura que emanas, nunca la había sentido ―dijo Dramonio después de soltarlo debido a la quemadura que le produjo―. No me digas que...
―Red Moon: Light Element: Nuremberg ―conjuró Thomas con las palmas dando hacia arriba.
Rayos de luz dorada salieron por los portales para posarse alrededor del vampiro. Algunas tomaban formas de planetas, otras de estrellas y de rayos. El lugar parecía haberse transformado en el espacio sideral. Cuando Thomas bajó las manos con dureza, la luz se dirigió al enemigo danzando en el aire. Con su cola, Dramonio intentó desviarlas, pero solo consiguió que la magia lo quemara. Viéndose acorralado y con la luz perforando cada escama. solo pudo lanzar una llamarada verde. Aún así, la magia lunar de Thomas fue vencedora y Dramonio fue arrastrado varios metros mientras sus heridas se abrían más y más.
―Es imposible, el último usuario está muerto ―dijo la criatura tomando a Paige para meterlo en su cuerpo―. Esto no es algo que no me esperaba. ¿Cómo lograste dominar esa magia? Se supone que solo naces con ella o la heredas.
―Fue una herencia accidental ―le respondió con mucho orgullo―. La descubrí un año después de haberme convertido en vampiro. Veo que al final tuvo sus beneficios.
Por primera vez en años, las heridas del legendario Dramonio no cicatrizaron rápido. A pesar de su sonrisa, el temblor no podía ocultar lo cuánto sufría por dentro. Ambas identidades recibieron mucho daño y entonces comprendió que su ritual estaba incompleto. Se odiaba por confiarse, pero aún podía ganar o al menos estaba seguro de ello. Thomas y Dante caminaron hacia él con las espadas hacia arriba tocando sus hombros y en su mirada, la determinación de triunfar.
Dramonio supo que debía huir si deseaba triunfar. Incluso los grandes reyes debían tomar esa decisión aunque su imagen y poder se viera afectado. Entonces escapó por uno de los portales que lo llevaron a París. No obstante, ambos chicos ya lo esperaban ahí y con sus espadas lo hirieron. Dramonio entró por otro portal y en cada ciudad terminó cayendo por los aires debido a la velocidad de ambos chicos. Llegó a derrumbar algunos edificios hasta que logró aparecer en la capilla.
―Red Moon: Light Element: Stampede.
―Red Moon: Dark Element: Kiss of Judas.
Dante lanzó las orbes diminutas a manera de disparos, mientras que la luz de Thomas tomó la forma de animales. Ambas llegaron a mezclarse rodeando nuevamente al dragón del caos. Con sus pocas fuerzas, Diana invocó un escudo de energía que a pesar de no resistir mucho tiempo, le permitió a Dramonio de contraatacar con un hechizo.
―Red Moon: Chaos Element: Green Hole.
Un pequeño torbellino de humo verde se formó arriba del terreno de batalla, pero poco a poco fue incrementando su tamaño. Civiles y guerreros peligraban de ser arrastrados hacia lo desconocido y todas sus posibles salidas se bloquearon ante los daños previos. Mientras que Dramonio absorbió a su aliada inconsciente para darse a la fuga en un gran agujero que creó de una embestida.
―Thomas, ¡qué alivio que estés bien! ―dijo Maura lanzándose a abrazarlo, luego se separó para darle espacio―. No vamos a poder mandar a todos al sepulcro, son cientos y no caben ahí. Además creo que la magia del caos ha provocado que no funcione como se debe. No quiero poner a nadie en peligro.
―Tranquila, manda algunos por el portal ―respondió decidido y luego miró al resto de amigos―. Xenovia, Allan, ¿cuántas idas y venidas pueden hacer con su supervelocidad?
―Unas seis vueltas a lo mucho―respondió el hermano Ravencroft.
―Bien, Bull les ayudará y traten de alejarse de la zona lo más que puedan―luego se dirigió nuevamente a su amiga―. Maura, usa las armas espirituales. Trata de materializarlos, ellos también pueden ayudar en el rescate.
―Y tú, ¿qué piensas...?
Pero antes de que la agente Tates terminara de preguntarle, Thomas había extendido sus alas de murciélago para responderle con una fuerte ráfaga provocada por su veloz aleteo. Detrás de él lo siguió Dante Walsch con unas alas de oscuridad para salir en búsqueda de su enemigo. Pocos eran ya los minutos que contaba el clan Van Vonter para salvar a todos del que podría ser el final de varias ciudades en el mundo.
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