Capítulo 19

Cada día que pasaba sin noticias de Koras, el cazador, solo provocaba que la fiel hechicera del monarca oscuro viviera en una terrible agonía. No dormía por las noches y se había descuidado de las lecciones entre Lilith y la sirviente del Lunar del hielo. En cada copa cristalina en la que bebía su sangre solo podía imaginarse a la mujer que desconocía físicamente y en cada reunión con su amado Jonathan Van Vonter no le ponía la atención adecuada. Llegó al punto que el monarca oscuro le dio unos días libres, porque en siglos de conocerla, su comportamiento era anormal.

En su caminata diaria hacia los jardines encontró al matrimonio de los Vonnes en una conversación sobre el atentado que ocurriría en el Concilio. Aunque le pareció muy sospechosa la mirada altanera de Elizabeth, que incluso su sonrisa destruida reflejaba una burla hacia la hechicera. Trató de no darle importancia creyendo que era una actitud de baja autoestima después de que perdiera su belleza y le tocase usar una máscara para ocultar su defecto. Continuó su caminata hasta una banca frente a una fuente. La noche era silenciosa y en su oscuridad podía apreciarse una luna roja, como el día en que Lilith regresó y su amado dejó de contar con ella. Aunque el vivo color también le recordaba la famosa Sally Scarlet y la mentira que decidió callar.

―Me aseguré que los Vonnes se retiraran antes de acudir a nuestra reunión ―pronunció el vampiro decrépito de voz carrasposa.

Pero su presencia asustó a la mujer y en un acto de terror terminó metiéndole una cuchilla que guardaba en sus guantes, en el hombro de Banra.

―Perdón, no sé qué me pasa ―dijo muy apenada a pesar que sus heridas sanaron con rapidez.

―Creen haberlo encontrado, a ese cazador mediocre ―comentó el anciano y pareció que la tranquilidad regresó a la mujer liberando un suspiro―. ¡Oh, Trinas! No son buenas noticias, si es él, se encuentra hospitalizado en Lebăda Neagră.

Con sus pensamientos aturdiendo su cabeza, Trinas apenas pudo crear un portal, pero se regresó al descubrir que la ubicación era incorrecta. Por lo que su compañero abrió uno y ambos viajaron a la ciudad portuaria. El hospital se encontraba en una colina al noreste del puerto. De apenas dos pisos, el edificio contaba con diez salas y que por supuesto, se encontraban saturadas. Se dirigieron al segundo piso, donde una bruja enfermera los llevó a su habitación.

Cerca de la ventana se encontraba un hombre con varias heridas en su cuerpo, mientras que su rostro vendado debido a quemaduras. Solo contaba con el ojo derecho al descubierto, que al detectar la presencia de los sirvientes del monarca, se acomodó con la ayuda de la enfermera. Trinas le pidió a la mujer si por favor los dejaba a solas, que era parte de una misión de Jonathan. La petición fue cumplida y además sacaron a tres pacientes que se encontraban en las camillas cercanas a la puerta.

―Dime que lograste matar a esa mujer ―dijo Sally viéndolo fijamente, aunque en su interior ya sabía su respuesta.

―¿Ya viste mi cuerpo? Estoy vivo de milagro ―respondió el cazador y después de un ataque de tos prosiguió―. Esa mujer es más fuerte de lo que su cuerpo aparenta y también es una usuaria de magia lunar y divina. Prácticamente me mandaste a una misión suicida.

―Es suicida para un cazador mediocre como tú ―le dijo Sally.

Pero en un movimiento imprevisto, Koras la sujetó con fuerza del cuello para asfixiarla. Banra tuvo que golpear su bastón para provocar dolor en el cuerpo del cazador, liberando a su compañera. Esperaron un breve momento a que la situación se aligerase y Koras pudiera contar lo ocurrido con la pelirroja. En el instante que Sally abrió un gigantesco portal, Koras divisó una criatura espeluznante detrás de la mujer. Creyó haber escuchado que su nombre era Metatrón, lo que confirmaba que el terror del monarca estaba en lo cierto. Él fue uno de los arcángeles que provocaron el sello de Lilith al final de la primera guerra.

Banra tuvo un lejano recuerdo que ya parecía producto de su imaginación. En medio de un círculo mágico se encontraba una Lilith desnuda y con múltiples heridas de batalla que parecían crearle un vestido de sangre. Mientras que a su alrededor posaban los once Lunares que alguna vez la apoyaron; además de doce ángeles y doce demonios tomados de la mano. De repente, el cielo se torno nublado y con ello trajo rayos que cayeron frente a Lilith y ahí aparecieron los Devoradores. Recordó además una frase que los últimos expresaron en el juicio, pero del que no estaba seguro si eran ciertas: "Tres paladines celestiales acompañarán a aquellos que trajeron el caos y el desequilibrio a los mundos. Sean cien años o lo que deba de tomar, paladines y pecadores se unirán en uno solo para terminar lo que una vez no lograron terminar".

Mientras intentaba recordar sobre aquel evento milenario, el cazador contó que una serie de portales se fueron abriendo en un bucle sin fin. En algunos el tiempo pasaba más rápido o más lento de lo normal. Conoció dimensiones muy parecidas a las habituales, incluso una donde la oscuridad eterna reinaba y las estatuas de Lilith estaban por doquier, así como presenciar la batalla entre un ángel y una mujer cuervo. Cuando el bucle terminó, Kraros terminó en el océano por varios días pensando que moriría de hipotermia, hasta que una tripulación pirata lo encontró y lo trajeron a Bloodfangs.

Los fieles sirvientes prometieron pagar su estadía en el hospital, pero no podían pagarle por un trabajo incumplido. Terminada la visita regresaron al castillo, donde ambos vampiros temieron por la fuerza de la mujer. Banra no podía estar más arrepentido de haberle dado una oportunidad de vivir a Sally Scarlett y sobretodo enseñarle sobre magia lunar. Pudo haberla matado en aquel entonces, pero se dejó llevar por el gozo de verla sufrir. Si alguien tenía la culpa en todo este incidente, era él y no quería que su vieja compañera pagara por ello.

―Si el amo Jonathan llegara a descubrirlo, prometeme que no le dirás que me acompañaste de ir al basurero ―le dijo el anciano con firmeza―. Eso es en caso de que falle en mi misión de matarla.

Trinas asintió con su cabeza y tomaron el camino hacia el interior del castillo. Tenían mucho que pensar e ideas que planear sobre dónde encontrar a Sally Scarlet. Confiados de no haber sido vistos por nadie, ignoraron la presencia de un ave de sangre entre los arbustos. Al poco tiempo Elizabeth Vonnes se materializó en un charco de sangre que brotó del suelo y aquella ave ingresó en su boca.

 Observó sonriente a los fieles sirvientes alejándose y solo pudo reírse ante unos traidores que no esperaba. Tal parecía indicar que Jonathan Van Vonter perdía el terror que alguna vez impuso y dejaba que las traiciones ocurrieran bajo su nariz. Elizabeth se preguntó en qué explotaría ese descubrimiento y fascinada ante las posibilidades murmuró: "Esto es algo de lo que no me quiero perder, querido rey".

Jonathan se encontraba en las ruinas lo que parecía ser una iglesia. De inmediato supo que se trataba de un sueño. Caminó por el centro hasta llegar al altar donde se ubicaba un espejo. Pudo ver su reflejo sin notar nada extraño, pero de pronto percibió algo caminando como si se tratara de una bestia. Se dio la vuelta y no encontró nada. Después, unas manos gélidas le tocaron el hombro que lo sobresaltaron. Intentó devolver un golpe al que creía se trataba de su hermano Claude. La realidad fue mucho más aterradora. Tres criaturas encapuchadas y de pieles arrugadas paradas ante él lo observaban con sus ojos rojos. Bajaron sus capuchas y mostraron el rostro de Dimitric, pero también el de sus compañeros Lunares.

Jonathan quiso retroceder e incluso lanzar un ataque mágico, pero su cuerpo se había petrificado. Los rostros cambiaron al de sus sirvientes, al de Sally Scarlet y de estos a Lilith y un sacerdote de piel morena que no conocía.

―El pasado no puede eliminarse, pero sí regenerarse ―pronunciaron las extrañas criaturas―. Las triadas están casi despiertas y del fin no podrás escapar. Odio, Caos y Oscuridad se verán enfrentadas por la Luz, el Equilibrio y la Esperanza. Traiciones vienen a tu vida, ni de tu reflejo podrás confiar. Oh, guerrero milenario, cuando el espejo sea roto solo estarás marcando el fin de la era Lunar.

Un rayo hizo desvanecer a las criaturas y Jonathan despertó sin poder retomar su sueño. Toda la madrugada no dejó de pensar en su difunto hermano. Podría decirse que durante su infancia mantuvieron una excelente relación, hasta que de un momento a otro lo único que podía sentir por él era un odio. Nunca entendió cómo todos hacían lo que Dimitric solicitaba cuando él solo quería borrar sus creencias religiosas para imponer una alianza contra los humanos que alguna vez intentaron matarlos por ser "bestias".

Pocos días después llegó una noticia que puso a Jonathan Van Vonter con un humor que terminó con la muerte de algunos sirvientes. No solo tenía que liar con la paranoia de un traidor en su castillo, sino que también el pasado parecía sonreírle con burla. Tras la visita de un guardia de Vástago tuvo que cancelar sus actividades para comprobar que ese "Dimitric" solamente se tratara de alguien parecido y no su maldito hermano. Así que dejó el castillo a cargo de Trinas y Banra, para que atendieran asuntos relacionados a la invasión en el concilio de clanes.

Ocuparon la sala del trono para recibir a los tres invitados, de los cuáles también desconocían sus verdaderos clanes. Acordaron que ejecutarían la muerte de la reina Corrina, así como matar al mayor número de habitantes y clanes invitados. De esa manera podrían agilizar sus planes y conseguir que el clan Van Vonter sufriera bajas. Estaban a punto de irse cuando un mayordomo les anunció la llegada de un visitante, por lo que Trinas dio permiso de dejarlo pasar. Aunque terminaría arrepintiéndose al darse cuenta que se trataba de Kraros. Apenas podía sostenerse con las muletas y sus heridas aún manchaban el vendaje. Sin embargo, la sonrisa de su rostro expresaba con claridad sus intenciones.

―No te servirá de nada de que me lances lo que ocultas en tu espalda, Trinas ―anticipó el cazador antes de que la vampira se llevara la mano hacia atrás, por lo que solamente le devolvió una sonrisa―. Así me gusta, sumisos y cooperando.

―¿Cuánto buscas para largarte del reino? ―le preguntó Banra sentado desde el trono. Su mirada lucía orgullosa, como si tuviera el control del momento―. Podemos darte todo el dinero que necesites, incluso puedes retirarte.

―El retiro me parece bien, pero creo que no me entienden ―Kraros se acercó más para que lo pudieran escuchar con claridad―. Arriesgué mi vida por información que no me compartieron y ya nadie quiere contratarme por ello. ¿Acaso saben cómo es el oficio de un cazador de recompensas? Están acostumbrados a vivir con lujos, sirviendo a su amo y recibiendo sus regalos. Yo quiero lo mismo.

―Por eso te estamos ofreciendo dinero para una vida de comodidades ―dijo Trinas llevándose las manos al cierre de su vestido para dejar al descubierto su pecho desnudo―. También yo puedo entregarme a ti cuando gustes.

―No te ofendas, Trini, pero la última vez no fue tan bueno como lo esperaba. Aunque aceptaría si has mejorado en la cama ―soltó una carcajada el cazador, quién le terminó subiendo el vestido para que no se siguiera humillando―. Lo que quiero es mi propio castillo y sirvientes. ¿Les parece bien el plazo de una semana?

―Mejor te matamos ―sonrió Trinas.

―¡Inténtalo! No soy tan estúpido, Trini. Si algo me pasa, la verdad saldrá a la luz.

Apoderada de furia, Trinas hizo aparecer la katana de su paraguas , con el que empuñó al abdomen. Sin embargo, Banra la petrificó con la magia de su bastón, salvando al cazador del corte.

―No seas impulsiva, solo conseguirás empeorar las cosas ―le dijo Banra mientras guardaba la espada―. Además, el amo ya está en el palacio.

El anciano no se equivocaba. Jonathan había regresado cargando con la misma furia que terminó matando a varios sirvientes. Se escuchaban las puertas abrirse con violencia, así como algunos objetos cayendo por el suelo hasta volverse polvo. Sus pasos eran cada vez más pesados y la puerta principal se abrió. El monarca traía venas negras que sobresaltaban por su rostro, además de una masa de oscuridad que se movía de forma anormal alrededor de su cuerpo.

―No estoy para visitas ―dijo al sentarse en el trono―. ¿Quién es esta momia? Diganle a Golem que deje de traer a sus soldados al castillo o sino yo mismo me encargaré de matarlo de nuevo.

―Soy Kraros, mi señor, es un placer verlo por primera vez en persona ―hizo una reverencia y se mantuvo con una rodilla levantada―. Tengo noticias que pueden interesarle, pero viendo la situación actual creo que será mejor que lo platiquemos en otro momento.

Kraros tomó camino hacia la salida, pero un grupo de flechas de oscuridad lo encerraron en un círculo sin llegar a rozarle.

―¿Acaso te dije que podías irte? ―dijo Jonathan un poco más calmado―. He escuchado tu nombre y sé que tienes mucho prestigio en Vástago. Ellos dos te llevarán a tu habitación por esta noche. Si traes esas noticias, es lo menos que puedo hacer.

A Banra y Trinas no les quedó de otra que llevarlo a la< habitación como invitado. Pero no todo podía ser negativo. Tenerlo en el castillo significaba tener un mayor control sobre él. Una vez cumplida la petición de su amado rey, Banra le pidió a su compañera de guardar la calma. Encontrarían una solución en pocas horas, pero lo que más necesitaban era no perder los estribos ante su paranoia.

Trinas sabía que él tenía razón. Fue directo a su cama para acostarse y cuando estaba a punto de sucumbir en el pacífico sueño, la vampiresa abrió los ojos con pavor ante los recuerdos de su mentira callada por tres años: y en su cabeza el nombre de Sally Scarlet no dejaba de repetirse. Buscó unas tijeras que tenía guardadas en un cajón y con las manos temblorosas se las llevó cerca de la oreja para lastimarse. Ya no quería escuchar las voces, pero en vez de eso, la hechicera soltó las tijeras y emprendió un camino sin rumbo fijo en el interior del castillo.

El entrenamiento con Beth había traído mejoras en Amber. Su cuerpo reaccionaba mejor a los ataques y al empleo de magia divina y lunar. Mientras que en el caso de Lilith se reportaron menos despertares de la conciencia de la chica por las noches. Sin embargo, se quejaba de algunos recuerdos que consideraba bloqueados de siglos atrás. Trataba de ignorarlos ya que podían ser el resultado de las lecciones de Beth, a quien empezaba a tenerle una mayor confianza. Pronto sus servicios acabarían y no quería despedirse de ella. Podría decirse que se divertía más con su compañía que la de su esposo ausente.

En esa misma amistad de pupila y maestra, Lilith llegó a confesarle su arrepentimiento respecto a la alianza con el Lunar de la oscuridad. Le prometió la tierra soñada del mundo humano, pero en tres años no había podido ni visitarlo. Esperó durante siglos en un mundo solitario para llegar a un reino donde no terminaban por aceptarla y se convirtió en la madre de un niño que solo tuvo para complacer a su "salvador". Era como ser traicionada otra vez por alguien a quién le tenía un gran aprecio. Así que para animarla un poco, Beth la llevó a una piscina construída en el sótano

Beth era una excelente escucha. No hablaba mucho, pero cuando daba su opinión no tenía miedo de hacerla sentir mal. Para Lilith, eso la transportaba a una época donde tres mujeres emprendieron una aventura por crear un mundo ideal, rebelándose a las reglas y a la normalidad que imponían los dioses.

―¿Por qué no rompe su alianza con Jonathan? ―le preguntó la chica quien la observaba sentada a la orilla de la piscina―. Una diosa como Lilith no necesita de un Lunar inestable y ineficiente como él. ¿No lo cree?

―Así solo le daríamos el gusto a los que nos quieren separar ―le respondió un poco molesta ante su pregunta―. En unos meses podré recuperar mi verdadero cuerpo y eso solo lo puedo lograrlo con su ayuda.

―Yo la acompañaría si decide alejarse de él.

―¿De verdad? ¿O solo lo dices para complacerme como tu diosa?

―¡Pero qué insolente! ―dijo Beth lanzándole agua con sus manos―. No eres mi diosa, sino mi pupila. Respeta a tus superiores.

Lilith la hizo levitar y luego la dejó caer en la piscina. En medio del juego, Lilith sintió como las cenizas volvían a ser un leño con brazas ardientes. Se acercó a su mentora y la rodeó con su brazos. Beth intentó pronunciar unas palabras, pero un beso la silenció por completo. Lilith introdujo su lengua esperando encontrar la de la chica, pero al abrir los ojos se alejó al notar como unas lágrimas rodaban de su rostro.

―Beth, de verdad lo lamento ―dijo muy apenada acercándose a ella y le limpió las lágrimas―. Fue un impulso mío, me recordaste tanto a dos personas a las que amé mucho.

―Lamento no corresponderla, pero no me siento bien besando a alguien que usurpa el cuerpo de alguien más ―confesó Beth sonrojada ante su incomodidad―. Eso también es un abuso. Si alguna vez quiere besarme, hágalo cuando tenga su verdadero cuerpo.

Beth salió de la piscina para tomar una toalla y secarse el cabello. Luego sacó nueva ropa de un portal y se cambió. Lilith también salió de la piscina y buscó las manos de la chica.

―Beth, este cuerpo es de mi reencarnación, por lo tanto es...

―No es el tuyo y por eso has necesitado mi ayuda ―le interrumpió―. Si no intervenía, tarde o temprano serías expulsada y debido a tu maldición, el alma habría muerto. No abuses al recipiente que finalmente ha comenzado a aceptarte.

Escucharla decir eso no fue nada agradable para la reina de los vampiros. Reconoció que su mentora tenía un punto, pero le dejó en claro que ella dominaba el cuerpo de Amber Hills. La chica guardó silencio y le indicó que era la hora de regresar a sus dormitorios. Lilith se sentía culpable ante la molestia de Beth. Su silencio parecía ser el mismo en el que estuvo encerrada por años y lo peor de todo es que no encontraba la forma apropiada de disculparse. Estuvo a punto de hablar, pero Beth le puso su mano para callarla.

Lilith concentró su poder extrasensorial para detectar dos presencias en su dormitorio y ninguna se trataba de su esposo. Subieron con cuidado evitando que sus pisadas alertaran al posible enemigo. Escucharon unas voces a punto de salir...¡La de Tartaros y Elizabeth Vonnes! Pero lo más extraño era que la segunda cargaba a Palkha. A primera instancia, Lilith no lo reconoció debido a que el niño tenía la apariencia de uno de ocho años. Dormía sin sentir que no eran las manos de sus padres quienes lo arrollaban.

―Elizabeth, Tartaros, ¿qué hacen con mi hijo? ―preguntó la vampiresa apareciendo rápidamente frente al matrimonio.

Ambos saltaron ante su presencia. No sabían qué respoder ante la fuerte energía que los oprimía. Beth terminó de subir las escaleras y desde atrás de su pupila, se dispuso a observarlos con seriedad, poniéndolos más nerviosos.

―Creo que su reina merece una respuesta, ¿no lo creen? ―dijo Beth.

―Su majestad, no es lo que cree... ―tartamudeó Tartaros.

―¿Y qué se supone que estoy pensando?

―Disculpe a mi marido, solo nos tomó por sorpresa ―Elizabeth agachó su cabeza como muestra de respeto y luego la levantó para mirarla al rostro―. El pequeño Palkha no ha dejado de llorar en un buen rato y nadie se aparecía para consolarlo. Creemos que él mismo abrió la puerta, ya que así la encontramos.

―¿Y alguien te dio permiso de llevartelo de su habitación? ―preguntó Lilith y esta vez le mostró una sonrisa siniestra que llevó a la dama sangrienta a tragar un poco de saliva que trató de disimular como si aclarara la garganta―. Querida, te pido que lo lleves a su cama y luego regreses.

Cuando regresó, Lilith le pidió a ambos que se colocaran en una posición de reverencia. Formó un látigo con su magia lunar y dio un primer golpe que rompió la mascarilla de Elizabeth y también hirió la mejilla del Lunar de la muerte. Elizabeth estaba loca tratando de armar las piezas, pero un nuevo latigazo en sus manos la hizo retroceder.

―Mírame al rostro, Eli ―le dijo Lilith tomando la barbilla de la vampira y cuando logró que los ojos temblorosos se fijaran en ella le sonrió―. Qué no se te olvide que fui yo quién salvó a tu marido antes de que muriera y tampoco olvides que gracias a mí tienes un vida modesta en el castillo.

―Lo sentimos, majestad ―dijeron al unísono―. No volveremos a hacerlo, pero créanos que el pequeño Palkha ha estado sufriendo por la ausencia de Jonathan y suya.

―Ese es nuestro problema, no el suyo ―repuso la vampiresa―. Les recuerdo que el resto de Lunares juró servir como guerreros y perdieron sus cargos de la realeza. Así que espero que sean tan inteligentes de no traicionarme.

Los Vonnes hicieron una últimas reverencias y se fueron hacia su habitación. Lilith hizo que Beth pasara a su habitación y luego de hechizarla para que nadie escuchara, rompió el silencio. De algo sí podían estar seguras: Elizabeth y Tártaros eran los más sospechosos de ser los traidores. Solo necesitaban las pruebas necesarias para enfrentarlos, aunque eso significase eliminar a dos elementos importantes en su ejército vampiro.

Entró a la habitación que apenas era iluminada por dos candelabros ubicados en un escritorio. Su silueta se vio reflejada en la pared , llevando a que el cazador se alertara. Había tomado su espada debajo de la cama y le apuntó a la figura. Por sus pasos y el perfume a mirto supuso que se trataba de Trinas. Bajó su espada y detuvo a la hechicera de dar más pasos. Distinguió sus ojos abiertos y también que se mordía los labios para provocarlo. Trinas dejó caer su vestido de pijama dejando a la vista su cuerpo pálido y desnudo. Tomó las manos del cazador y las colocó en su cadera. Introdujo su dedo índice en la boca del hombre, quién no dudó en lamerlo varias veces y luego ella misma se lo llevó a la suya.

―No estoy del todo recuperado como para que follemos ―detuvo Koras dándole un pequeño empuje para alejarla―. No lo he hecho por semanas, pero prefiero recuperarme.

Pero la hechicera ignoró sus palabras. Le bajó el pantalón y lo tiró a la cama con rudeza. Kraros se acomodó en la cama sin quitar la sonrisa del rostro. Comenzaron a besarse los labios y pasaron a las mordidas en el cuello y pecho hasta acariciar sus genitales. Trinas se subió en él y cuando la habitación se llenó de gemidos con eco, la hechicera sacó un puñal de su boca y lo introdujo en el tórax. Antes de que Koras pudiese reaccionar, la vampira lo había apuñalado hasta perder la cuenta. La sangre le salpicó en el rostro y casi todo el cuerpo. Cuando dio su última puñalada, Trinas lanzó un grito que la devolvió a la realidad.

Se levantó temblorosa ante el miedo de desconocerse. Lo último que recordaba era haberse acostado. Iluminó con fuego fatuo y descubrió que el piso y las sábanas tenían huellas. Incluso en un mundo con magia, deshacerse de las escenas del crimen era un trabajo arduo. Se vistió y llamó por telepatía a Banra, quien no tardó ni un minuto en aparecer en un portal. Dio tres toques con los que hizo aparecer otro portal. Tomó las piernas del cazador, mientras que Trinas, la cabeza y cuello. Por un momento el cadáver se les resbaló por la sangre, pero Banra lanzó un hechizo que lo comprimió en un cubo de carne y órganos.

―Escúchame bien, Trinas ―advirtió el anciano antes de lanzarlo por el portal―. Esto...¡Jamás ocurrió!

―Él nos amenazó antes, puede que tenga un plan ―respondió Trinas con la voz entrecortada―. Nuestro señor no puede enterarse.

―¡No seas una idiota! ―gritó un Banra alterado, aunque luego aclaró la garganta para hablar con tranquilidad―. ¿Crees que Koras tuvo tiempo de armar un plan en poco tiempo? Ni siquiera estaba recuperado de su misión.

―Hace tres años te sugerí que ignoraramos el incidente, pero estuve equivocada.

―Sin embargo, yo también quise creerlo ―complementó el anciano―. Los dos tuvimos la culpa, pero si yo creé a esa mujer, tengo más responsabilidad en este asunto. Por eso no quiero que cargues con la culpa. Recuerda que tú debes ayudar al señor Jonathan a completar su sueño. Él no nos puede perder a ambos.

―¡Tienes razón! No creo que Koras haya dejado pruebas ―dijo la vampira entre risas.

Los dos vampiros pasaron el resto de la noche limpiando las pruebas de un crimen. Desde la ventana, un pájaro de sangre los observaba. Cuando la ardua labor terminó, el pájaro emprendió vuelo hasta perderse en la neblina que bañaba el castillo desde la medianoche.

Nota de autor: "F" por Trinas. Cada vez más loca la vampira tóxica XD.

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