Capítulo 17
Una barca navegaba en el frío océano sin rumbo fijo y sin que sus viajeros pudieran abrir un portal. Rodeados por la neblina y teniendo de alimento algunos pescados pequeños, los hermanos Strauss eran fugitivos de su propio reino. Los días transcurridos eran pocos, pero en la desolación que los cubría hacía parecer que eran semanas. Intentaron abrir portales constantemente, pero Wadim Strauss había hechizado la zona para mantenerlos dentro del territorio. Solo les quedaba seguir remando con la esperanza de llegar a otro reino o al menos a una isla donde pudieran descansar con comodidad y no en dureza de la barca.
Hablaban de vez en cuando para mantenerse cuerdos, aunque no tanto para no agotar la poca energía que les quedaba. Para Vanja era fácil motivarse con la idea de tomar el alma de Bull como venganza y luego acabar con su padre. Sin embargo, Nikolai empezó a dudar sobre dejar la isla...una acción que ya no tendría vuelta atrás. Lo único que podía hacer era cuidar a su hermano, quien en las noches gritaba en sus pesadillas y de sus golpes ya comenzaba a fragmentar su transporte.
En el sexto día, la falta de agua potable y la escasez de alimento en la aguas heladas, llevó a los hermanos Strauss al delirio. Tuvieron que sujetarse con unas cadenas para evitar lanzarse al agua. Y acostados en el piso observaron las estrellas en el firmamento, pero no eran tan maravillosas como las que solían ver en el mundo humano.
―¿Recuerdas a Ofelia, nuestra madre? ―preguntó Nikolai con dificultad ante su boca deshidratada.
―No menciones a esa maldita que nos abandonó y que solo tenía ojos para Bull ―le respondió el licántropo albino―. Siempre he pensado que Bull es nuestro medio hermano.
―¡Vaya teoría más loca tienes! ―dijo su hermano acompañado de risas―. Pero no es al punto que quiero llegar. Cuando eramos pequeños, Ofelia solía llevarnos a ver las estrellas y debo confesarte que amaba compartir ese momento con ustedes―Nikolai se puso de lado para observar a su hermano―. Si voy a morir acá de forma mediocre, al menos soy feliz de hacerlo junto a mi hermano.
―No seas idiota, vamos a salir de este océano ―y el albino le tomó la mano―. No muertos, sino vivos. No importa cuántos días transcurran, los Strauss venimos de un antiguo linaje que ha sobrevivido por siglos y guerras.
Sus ojos se fueron cerrando sin poder ser testigos de las auroras que adornaron el cielo y del agua donde seres bioluminiscentes bailaron con la esperanza de animar a dos almas en camino a su muerte. Despertaron cuando los primeros rayos del sol les indicaba un nuevo día de supervivencia. Sin embargo, algo había cambiado en su entorno. ¿Era real o ya se encontraban en el mundo de los espíritus? La marea ya no era tan tranquila y su temperatura tampoco estaba fría; mientras que por el cielo zurcaban las aves.
Nikolai divisó un barco pesquero que venía hacia ellos. No podían bajar la guardia ante los posibles espías que el rey licántropo pudo haber enviado, pero tampoco podían negar su ayuda. Se trataba de un grupo de cinco pescadores que eran familia teniendo como lider a un hombre de tres metros y piel grisácea con algunas escamas de pescado, llamado Borgo. Mandó a dos de sus hombres para subirlos al barco y brindarles alimento, que a pesar de no tener buena pinta fue considerado como un festín por los hermanos Strauss.
―Nos bajaremos en su próximo destino ―avisó el licántropo albino―. No queremos generarles más inconvenientes a su familia.
―Por su pinta parecen ser fugitivos, pero es algo que no me interesa en lo más mínimo ―les dijo el capitán de la embarcación―. No necesitan pagarme, mientras nos ayuden con el trabajo del barco.
―Mi hermano y yo los ayudaremos con mucho gusto ―dijo Nikolai haciendo una reverencia.
―Muy bien, está decidido, cambiaremos de ruta ―el capitán caminó en dirección del timón y exclamó―. ¡Eleven anclas! ¡Las Islas Bloodfangs nos esperan!
Los hermanos Strauss se miraron con un poco de miedo al escuchar su destino. Cerca de la costa sur del continente de Transilvania Oscura se ubicaba un archipiélago de veinte islas, donde las leyes se aplicaban como en Vástago, su capital y donde se reunía un gran número de piratas de diferentes continentes. Ir hacia allá implicaba tener problemas si sus cabezas ya habían sido otorgadas algún precio. Aunque de cierta forma podría ayudarles de llegar más rápido a la frontera para viajar al mundo humano y cumplir con su misión. Aceptaron los retos que se vendrían y se ofrecieron al servicio de su capitán Borgo, el hombre pez.
Las noches eran más relajadas por Joel, un amante de la música y experto en el ukelele. Colocaban una pequeña fogata donde asaban comida y verduras preparados por el capitán. También contaban historias, por lo que los Strauss tuvieron que inventar que eran esclavos de un reino muy lejano y tras una rebelión entre otros esclavos, se dieron a la fuga. No era una historia convincente ni para ellos ni para la tripulación, pero Borgo respetaba el pasado secreto de sus invitados.
Cuando la cena finalizaba, los hombres se disponían a beber hasta emborracharse y cantar sin ningún pudor. Incluso los hermanos licántropos se unían al grupo haciendo cosas tan ridículas y vergonzosas que nunca en su vida se habrían atrevido. Era como si hubieran regresado a las aventuras con todos los Generales Lobo y no donde habían muertos y tragedias, sino donde eran felices observando las estrellas en el firmamento del mundo humano.
Y así tres semanas en altamar transcurrieron con normalidad y sin que sus identidades quedaran al descubierto. Sin embargo, con el ataque de unos piratas, los hermanos Strauss demostraron sus transformaciones y protegieron a la tripulación que se mostró temerosa y sorprendida por su violencia para acabar con los atacantes y de usar sus cuerpos para atraer más peces. Borgo recordó un grupo de licántropos sicarios operados por Jonathan Van Vonter y a pesar de su sospecha, decidió guardar el secreto de los hermanos y agradecer por el gran apoyo a la tripulación. Notó en ellos un cambio en su semblante, como si realmente disfrutaran la vida en el barco.
Un mes desde el escape se había cumplido, pero los hermanos Strauss continuaban con los malos recuerdos de su padre y de la traición de Megan. Aquellos pescadores parecían ser más nobles de los que algunas vez llamaron su familia. No obstante, pronto tomarían rumbos diferentes. El cielo comenzaba a tornarse gris y las aguas opacas. Estaban en la frontera entre océano de Hielo y el océano Lunar. Solo bastaban pocos días para atracar en las Islas Bloodfangs.
―Nikolai y tú pueden quedarse con nosotros ―le dijo Borgo tomando asiento junto al licántropo, quien observaba el océano con preocupación―. Creo que una vida en el mar es lo suyo.
―Nunca había admirado tanto el mar y la calma que transmite, crecí en los bosques ―confesó Vanja y aunque tenía una sonrisa, el capitán supo el dolor que contenían sus ojos―. Pero no puedo quedarme a vivir como un cobarde que se olvide de su misión.
―Me recuerdas tanto a cuando yo era un joven pirata ―dijo Borgo después de soltar una carcajada y darle unas palmadas suaves en la espalda del licántropo―. Cuando mi mejor amigo fue asesinado y no pude hacer nada, me terminé llenando de odio y me perdí. Si no fuera por la familia pesquera que ves a bordo, habría ensuciado a mi verdadero yo.
―Yo me encuentro sucio....Desde que tengo memoria, he cometido asesinatos y lo he disfrutado como no tiene idea ―comentó Vanja conteniendo las lágrimas que luchaban por caer por su rostro―. Y mi castigo fue perder a mi gemelo.
―Sé que hay huellas que jamás podrás borrar, pero al menos en el mar tendrás compañeros siempre ―le dijo el hombre pez y en un acto que el licántropo no se vio venir, terminó dejándose abrazar por su capitán―. Por cierto, déjense la barba, se ven muy bien con ella.
¿Tendría razón su capitán o debería seguir su deseo de venganza? Observó a su hermano bromeando con Joel y los otros tripulantes. Su espíritu derrochaba tranquilidad como el mar que los rodeaba. Vanja se llenó de culpa al contemplar la idea de olvidar sus planes y se concentró en sus actividades de pesca. Y tres días después, las Islas Bloodfangs se avistaban en la distancia, con aquel faro que guiaba a las embarcaciones en su agua de oscuridad. De nuevo, una sensación molesta se apoderó del licántropo. ¿Sería cobarde no vengarse y renunciar a esa vida? Vanja se agotaba con las voces de su cabeza intentando responderle sus dudas. Gritó ante sentirse señalado por la luz del faro y siguió gritando hasta que todas se callaron. Nadie lo había escuchado. Todo ocurrió en su cabeza y lo mismo pareció haberle ocurrido a Nikolai, quien perdió su mirada en la nada.
Al llegar al puerto de Lebăda Neagră, Borgo les pidió a los hermanos que se quedaran en el barco, ya que les conseguirían ropa nueva que los ayudara a no llamar la atención mientras caminaban en el pueblo. Con la tardanza, Vanja sufrió la angustia de ser traicionados por sus compañeros. Quería matarlos o al menos eso decía su instinto de cazador. Después de una hora, regresaron con ropa modesta que consistía en pantalones grises y una camisa manga larga de lino ; además de botas y sombreros de paja. Realmente odiaban su nueva apariencia y tener que aguantar la burla de la tripulación, pero el propósito pesaba más ante su disgusto.
Era su primera vez en ese pueblo costero y para su desgracia, los relatos no se equivocaban. Las calles estaban cubiertas de fango y estiércol de caballos y cerdos, además del agua estancada por las lluvias que solo atraían insectos y roedores. Para la nariz desarrollada de un licántropo aquello era una tortura, así que Borgo les entregó unos tapones para evitar que sus invitados terminaran volviéndose locos ante el hedor. Notaron las casas en su mayoría construidas con madera deteriorada y encima de una base alta para evitar que las constantes crecidas de la marea alta llegara afectarlos.
Cuando llegaron al mercado, una zona angosta con carnes de diferentes criaturas, incluyendo humanos, Borgo les pidió que empujaran la carreta de mercancía que Joel no pudo desatascar del fango. Aunque en realidad solo les dio tiempo de no ser revisados por un soldado de la zona. Cruzaron en un callejón angosto donde podían escucharse gemidos, azotes y palabras vulgares; y el olor a fluidos corporales en combinación de licores y cigarros, les dio la bienvenida a los burdeles.
―Espero que consiguieras la serpiente marina, sino no te pagaremos completo ―dijo un hombre pantera desde una puerta metálica.
―Pero claro, hombre, y no solo una, sino tres ―le guiñó Borgo y su respuesta hizo brillar los ojos de la criatura―. Como puedes ver en perfecto estado y de la mejor calidad, ¿tienes el dinero? Debemos visitar otros lugares antes de que llegue la noche...―Borgo soltó una carcajada que contagió al hombre―. Se me olvida que aquí siempre es de noche.
Las entregas continuaron con normalidad y sin que los hermanos Strauss llamaran la atención de soldados. Al menos agradecieron que sus carteles de búsqueda no estuvieran circulando y que posiblemente habrían sido declarados muertos. Y el momento que tanto desearon evadir por fin había llegado. Reunidos en la proa, Borgo y el resto de la tripulación los sorprendieron con un banquete de despedida y la música del ukelele de Joel. Con las ganancias obtenidas, los Strauss podrían sobrevivir por meses mientras continuaban su camino hacia Vástago.
―Tengan esto, mis queridos pulgosos ―dijo Borgo colocando un carta con la ilustración de una serpiente formando un círculo y en su interior un ojo―. Si alguna vez necesitan ayuda, este clan puede ayudarlos si dicen que yo los recomiendo. Y no acepto su rechazo, sé que no podrán llegar tan lejos sin ayuda.
Los hermanos agradecieron al unísono con una reverencia, causándole gracia al capitán.
―Partiremos a medianoche, por si gustan continuar con nosotros ―dijo Joel colocándose en medio de ellos para abrazarlos―. Y si no, tal vez la vida pueda volver a juntarnos.
―Espero que la luz que tanto le falta a este continente los ayude a no perderse con su objetivo, mis queridos hijos de altamar ―fueron las últimas palabras del capitán luego de abrazarlos.
Pero los hermanos no regresaron esa noche y desde la punta del faro observaron a sus nuevos amigos alejarse en la oscuridad del océano. Aunque no lo aceptarían en voz alta, ambos esperaban volverlos a encontrar y devolverles su generosidad y compañerismo. Por el momento, Vanja y Nikolai Strauss debían encontrar transporte discreto que los llevara hacia la costa de Transilvania Oscura.
Unos días después encontraron un ferry que los llevaría hasta la costa en un trayecto que duraría aproximadamente un día si las condiciones del mar lo permitían. Era conocido que se formaban grandes remolinos o que el oleaje se tornara violento. Así que lo primero que hicieron fue buscar un compartimento alejado e instalarse. Apestaba al estar cerca del baño, pero aún conservaban los tapones. No conversaron durante las primeras horas y se dedicaron a observar la oscuridad del reino.
Su tranquilidad fue interrumpida cuando un encargado del ferry abrió su puerta para pedirle el tiquete, además de una forzada colaboración económica para tener derecho de pasar el puerto. Los Strauss supieron de inmediato que las medidas de seguridad habían incrementado y posiblemente se debía a su escape. Y para terminar de molestar su viaje, tuvieron que recibir a un molesto niño goblin que no dejaba de llorar.
―¿Acaso no tienes una madre o un padre que te enseñen a comportarte con madurez? ―le preguntó Vanja con la voz alzada―. Cállate o sino te arranco la puta lengua.
―¡Ayúdenme! ¡Se los suplico !―dijo el niño de rodillas y tomando las manos del licántropo―. Mis padres me vendieron...me están llevando a un prostíbulo.
―Ese no es nuestro problema ―respondió Vanja y empujó al niño―. Solo acepta el maldito castigo que te dio la vida por nacer.
Nikolai se acercó a levantar al chico y llevarlo a su butaca.
―Has asesinado niños antes y ahora te preocupas por uno desconocido ―se burló el albino―. No es nuestro problema.
―Ni nosotros fuimos el de Borgo cuando nos salvó en medio del océano ―le respondió Nikolai con una desafiante mirada―. ¡Qué rápido te olvidas de las lecciones de vida! Él nos dio una oportunidad, pues yo decido dársela a este mocoso apestoso.
Kadbath era el nombre del goblin y lo dirigían a Vástago, la ciudad que buscaban llegar. Así que al momento que el barco atracó, un grupo de hombres llegaron a traer al pequeño. Dejaron que les dieran la espalda para que en cuestión de segundos, los asesinaran cortándoles la garganta. Nadie diría nada si no se enteraban, por lo que con ayuda del pequeño tiraron por la ventana los cuerpos. Salieron en orden y pasaron la puerta sin problemas.
―Aquí nuestros caminos se separan, por favor, trata de alejarte del continente y busca otros lugares más seguros si quieres sobrevivir ―advirtió Nikolai.
―Estaré en deuda con ustedes de por vida ―los abrazó el niño.
―Entonces trata de sobrevivir para que nos lo pagues de adulto ―le dijo Vanja apartándolo.
Después de cerciorarse de que el niño se alejara lo suficiente, los hermanos alquilaron un carruaje y compraron comida para el camino. Llegar hasta Vástago les tomaría unos dos días y era su única opción al no poder usar la magia de portales. En la noche, un fuerte torrencial hizo que el camino quedara inhabilitado, por lo que se quedaron en una cueva. Al amanecer el olor a carne asada los despertó, además del sonido de una lata chocando con la tierra. Se transformaron en lobos para asustar al que resultó ser Kadbath.
―Maldita rata de las cavernas, ¿qué mierda haces acá? ―le preguntó Vanja en su forma humana―. Donde vamos correrás más peligro.
―Solo quería devolverles el favor, señor canoso ―respondió el pequeño con la cabeza agachada.
―¡No son canas! ¡Soy albino! ―le gritó propinándole un golpe en la cabeza.
―Kadbath, ¿donde conseguiste toda esa comida? ―preguntó Nikolai después de acercarse al observar que no solo había carne, sino también huevos y un pie de frutos rojos.
―Pues digamos que maté a un campesino y a su familia para conseguirlo ―dijo el chico con un amplia sonrisa―. Hay suficiente para los tres, así que siéntense para que puedan partir hacia su destino.
Vanja y Nikolai se voltearon a ver y liberaron una carcajada ante la confesión del pequeño. Consideraron que al final de todo, Kadbath podría no ser un estorbo y lo aceptaron como compañero hasta llegar a Vástago. Después de la comida, el grupo regresó al bosque donde encontraron varios árboles tumbados, así como un enorme pantano formado de aguas estancadas. Tenían el conocimiento que esos terrenos podían transformarse en tierras movedizas, así que cortaron los árboles y dejaron que el goblin se encargara de la construcción de un puente temporal con la supervisión de Nikolai. Aquel trabajo les llevó un día, pero el retraso no les importó en lo mínimo.
Continuaron el camino donde fueron asaltados, pero los ladrones terminaron asesinados por el hacha del pequeño goblin. En el fondo se sentían identificados con él, pero no querían encariñarse sabiendo el peligro que podría correr. Y bajo una lluvia torrencial llegaron a la capital de Transilvania Oscura. Para su suerte encontraron la cantina de Gaarf abierta, aunque con nueva administración y que además funcionaba de estancia en el piso superior.
―¿No le molesta que el niño nos acompañe a beber? ―le preguntó Nikolai al cantinero, un minotauro.
―No puedo servirle alcohol, pero sí puede permanecer con ustedes ―respondió y luego señaló una mesa al fondo, cerca de una compartida por un hombre rubio y uno de capucha verde―. Tomen asiento, en un momento les llevaré sus bebidas.
Al tomar asiento, los Strauss lograron distinguir un olor humano entre todos los presentes y el olor a cerveza y eructos de borrachos. No le dieron importancia para no llamar la atención y se dedicaron a tomar sus cervezas, mientras que al goblin le dieron una jarra de cerveza de raíz.
―Disculpe, ¿puedo tomar prestado su periódico? ―preguntó Nikolai al hombre rubio.
―Es viejo, pero espero no te importe ―le entregó y fue ahí que el licántropo descubrió que él era el humano.
"Testigos aseguran que la dama de cabello escarlata ha secuestrado a ciudadanos de diferentes ciudades. Se dice que la vieron por última vez en Vastago". "Circulan rumores de una reunión de clanes que conspiran contra del legítimo monarca". "El festival de la Eterna Luna se llevará a cabo en unos meses. Aún se desconoce su ubicación, pero se espera que la excelentísima reina Lilith asista al tan esperado evento"...."Se buscan vivos o muertos: Dama Escarlata (por 1,000,000); Vanja y Nikolai Strauss "ex-Generales Lobo" (por 10,000,000); Asesinos del ferry de Islas Bloodfangs (por 5,000,000)"...
―Lee esto ―habló Nikolai en voz baja pasándole el periódico―. También nos buscan por lo del ferry...No creo que podamos estar aquí por mucho tiempo.
―No creo que nos encuentren o que alguien se recuerde de nuestra apariciencia ―se burló el licántropo albino.
Mientras bebían una segunda ronda, los hermanos Strauss se dedicaron a escuchar las conversaciones en las diferentes mesas. Al parecer el tema más hablado se trataba sobre la reunión secreta para derrocar a Jonathan. Incluso algunos miembros mencionaban que sus clanes habían asistido y no sabían de ellos desde hace semanas. Por su parte, otros comentaban que Jonathan tenía infiltrados en esa reunión para acabar con los miembros y evitar la revolución de los clanes que él dominaba. Se concentraron demasiado en las pláticas que no percibieron la entrada de unos guardias del reino que portaban carteles de búsqueda.
―Caballeros, creo que necesitan irse ―les dijo el hombre rubio sin voltearlos a ver.
―¿De qué está hablando? ―le preguntó molesto el licántropo albino.
―Qué estamos hundidos en la mierda, hermano ―respondió Nikolai con una sonrisa incómoda.
―Estamos buscando a los asesinos del ferry que se robaron el tesoro de un cliente importante ―dijo un guardia vampiro―. Si nos ayudan a encontrarlos, se les recompensará en lo que deseen ―los borrachos alzaron su jarra en señal de cooperación junto a un grito inentendible―. Pero también necesitamos encontrar a un sucio humano y un vampiro que se cree son aliados de la mujer que ha estado raptando en el reino.
―¡Pasen los carteles! Quizás se encuentren acá y no lo hemos notado ―pidió un ogro que apenas podía pronunciar bien sus palabras.
En medio de la verborreaa y gritos de borrachos, Vanja tomó al niño y se colocó en la espalda. Mientras que Nikolai se adelantó a la puerta acompañado del hombre rubio y el encapuchado violeta.
―¡Aquel hombre huele a humano! ―señaló una harpía con su mano.
―Y están tratando de escapar ―le complementó un centauro―. ¡A por su cabeza!
Vanja levantó un muro con las mesas y sillas, dándoles el tiempo de salir de la cantina. Los gritos y golpes de sus cazadores era ensordecedor y al no encontrar forma de derrumbar el muro, se salieron por las ventanas y otros subieron al segundo piso en búsqueda del techo. Pero aquella lluvia torrencial era un impedimento para los fugitivos. Su visión era difícil ante las gruesas gotas de lluvia y los movimientos era ralentizados debido al viento. Tampoco podían transformarse o llamarían la atención de ser los traidores de la familia Strauss.
―¡Arqueros, apunten! ―exclamó alguien desde el techo.
―Tengo miedo, señor Vanja ―le dijo el pequeño Goblin hundiendo su cabeza en el cuello del licántropo.
―No morirás esta noche, te lo prometo, pedazo de estiércol ―le respondió creando un escudo de energía.
Sin embargo, una flecha terminó incrustado en el talón del licántropo. Nikolai se transformó en lobo para socorrerlos y los colocó sobre su lomo mientras aún se protegían de las flechas. Mientras tanto, el hombre rubio hizo aparecer una espada resplandeciente para atacar a todo aquel que intentara cazarlos. El encapuchado se acercó a su compañero y con su magia hizo levitar las flechas caídas que lograron derrumbar a varios de los atacantes.
―No vamos a lograrlo ―dijo Vanja aceptando la derrota.
Y es que el licántropo no estaba equivocado. No importaba el callejón que tomaran, sus enemigos los acorralaban. Subieron al techo siendo protegidos por los otros fugitivos y se dieron a correr por los tejados resbaladizos. De pronto se escuchó una ráfaga de disparos. El enemigo poseía armas humanas y posiblemente bendecidas. Una bala atravesó sobre el escudo debilitado y terminó rozando el hombro de Vanja.
―¿Pueden abrir un portal? ―preguntó Vanja con su voz casi ahogada por el sonido de la lluvia.
―Lo lamentamos, joven, pero el sistema de portales está controlado desde el intento de asesinato en el castillo ―respondió el hombre rubio.
―Quiere decir que estamos jodidos ―murmuró Vanja.
Dio un golpecito en el lomo de su hermano para que dejara bajarlo y luego le pidió que se adelantaran para proteger al niño.Vanja dibujó un círculo mágico que hizo que la basura, ramas caídas, piedras y ventanas se unieran hasta formar un lobo gigante.
―¡Ya deja de mirarme! ¡Escapen ahora! ―les gritó el licántropo.
Vanja estaba perdiendo energía al controlar a su bestia que se encargaba de embestir al enemigo. Las heridas de la bala y la flecha ardían como brasas en sus venas. No se había equivocado con que eran armas bendecidas. Concentró sus pensamientos en la criatura, pero el grito de Kadbath lo alertó. Un fuerte golpe invisible lo disparó hasta su hermano y con el impacto terminaron cayendo de una gran altura hasta el piso. Vanja notó como los otros fugitivos habían sido tumbados mientra se mantenían retorciéndose.
Los guardias se acercaron y vio en sus manos un dispositivo que había visto antes en los agentes de SOIS. Uno de ellos tomó al licántropo del cuello y con un guante lo electrocutó hasta que la saliva se desbordó por su boca. Kadbath observaba con los ojos llorosos a punto de salirse de su cuenca. En ese momento, el licántropo recordó los castigos que su padre le impuso cuando no pudo ejecutar su primer asesinato.
En aquellas lágrimas, el licántropo también recordó todas las veces que lloró por no cumplir las espectativas de Wadim Strauss. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Vanja hizo aparecer la carta en un bolsito que el goblin cargaba y usó el resto de su energía para disparar al muchacho a través de un portal con una ubicación cercana.
―Pedazo de mierda, ¡sálvate! ―murmuró con una amplia sonrisa―. Espero que entiendas el significado de la carta.
De nuevo, los guardias electrocutaron a los fugitivos hasta que perdieron el conocimiento. Por la ayuda de los involucrados, el reino les otorgó territorios para construir casas y granjas. Mientras que los capturados fueron llevados a la prisión Howling Rock, al sur de la frontera entre mundos, ubicada en lo que alguna vez fue la cuna de la familia Strauss.
Fueron conducidos a una habitación cubierta de moho y con un techo de madera podrida por la humedad y los años de mal uso. Los nuevos prisioneros debían aguardar unas horas en las oficinas administrativas para tomarles sus datos, así como mencionarles sus derechos inexistentes en la cárcel. No fue nada difícil que descubrieran la identidad de Vanja y Nikolai Strauss, lo que significaba que muy pronto recibirían la visita de su padre, si es que tenía el tiempo para ello.
Luego los llevaron al segundo piso conformado por un largo pasillo con unas diez celdas por cada lado, donde se llevaron una sorpresa. Al parecer desde el incidente en el castillo, Jonathan mandó a instalar la tecnología usada por SOIS en la prisión de las bestias.
―El señor Wadim estará muy alegre con el escarmiento que les espera ―se burló el guardia tirando a los hermanos en la oscuridad de la celda―. Espero tener mi ascenso pronto.
El guardia cerró la puerta de balcones con desprecio. Vanja se acercó rápidamente para tomarlo del cuello, pero lo único que consiguió fue la burla del guardia ante un licántropo electrocutado. Nikolai esperó unos minutos después de que el captor se fuera para acercar a su debilitado hermano.
―Así que son hijos del legendario rey licántropo ―pronunció una voz que resultó ser de uno de los hombres con el que escaparon de la cantina―. No pensé que él siguiera vivo.
―Su olor me resulta conocido ―dijo Nikolai tratando de descifrar las facciones de aquel hombre en la oscuridad. Aparentaba unos cincuenta años, de cabello rubio con algunos mechones plateados que terminaba en ondas hasta los hombros―. Es imposible que usted sea vivo, si es que es quien pienso que es.
―¿Así? ¿Quién?
―El rey caído...¡Dimitric van Vonter! ―respondió con voz baja para evitar que el resto de prisioneros escucharan.
―¡Qué gracioso! ¿No lo crees, Owen? ―dijo el monarca de la luz riendo―. Al parecer este rostro es recordado después de tanto tiempo. Te quiero presentar a mi compañero, Owen Rhodes.
―¿Un maldito familiar de esos agentes problemáticos de SOIS? ―preguntó Vanja tomando asiento.
―Veo que conoces a mi hijo y a mi hermano ―respondió Owen―. ¿Son buenos agentes, no?
―Un verdadero dolor en el culo, diría yo ―soltó Vanja.
Y tras ello, los cuatro presentes se unieron en una carcajada, como si no existiera una enemistad de por medio. Al final, eran cuatro compañeros de celda que necesitaban salir.
―Hagamos un trato, hijos de Wadim ―ofreció el vampiro en un tono tentador―. ¿Qué les parece si nos aliamos para escapar? Estando afuera pues cada quien sigue su camino según le convenga.
Los hermanos se miraron un momento y luego acercaron sus puños con los de Dimitric y Owen diciendo al unísono: "Aceptamos".
El grupo decidió ejecutar su plan por la noche. Contaban con el conocimiento del sistema de parte de Owen, pero sabían que la prisión podía ser un laberinto. Así que aprovecharon la habilidad de proyección astral de Owen, junto a la telepatía del vampiro, para que pudieran trazar un mapa y conocer el movimiento de los custodios. No resultaría tan difícil como lo pensaban. El área operativa permanecía abandonada durante cualquier hora por la confianza que le tenían depositada. Solo les tocaba encontrar algún empleado con mente débil para poder controlar su cuerpo con proyección astral.
Llegadas las diez de la noche cuando la mayoría de custodios se daban un descanso entre celdas, Owen salió de su cuerpo para buscar al custodio que los trajo a la celda. No obstante la visita de unos personajes detestables lo obligaron a acatar las órdenes de su superior para no generar sospechas. Se dirigió al área administrativa donde tuvo que hacer una reverencia por la llegada de Jonathan Van Vonter y Wadim Strauss.
―Y bien, ¿dónde está ese supuesto clon de mierda de Dimitric? ―preguntó Jonathan observando a cada custodio―. Y no se les ocurra hacerme esperar.
Nota de autor: la aventura de los hermanos Strauss ha sido uno de los arcos que más he disfrutado en esta novela. Espero que también puedan disfrutarlo. ¿Serán aliados o continuarán como enemigos del clan Van Vonter? El tiempo lo dirá ;).
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top