Capítulo 15
Luna Rosewood intentó averiguar más sobre Azrael en la biblioteca de Cuatro Lunas. No obstante, la información era escasa para el país de las brujas. Tampoco quería preguntarle a su abuelo adoptivo, el señor Viljem Strauss, ya que percibía que algo ocultaba de su pasado. Incluso tenía miedo de conversarlo con Timothy. A pesar de la confianza en su relación, el tema de Azrael y su resurrección en manos de este, consideraba que aquello solo le concernía así misma. Solamente existía algo de lo que podía estar segura: Amber podría estar conectada a ella debido a su naturaleza divina.
Las reuniones eran menos frecuentes en Cuatro Lunas y todo gracias al acuerdo para permitir que ciertos clanes recibieran asilo. El clan de los duendes se instaló al norte del río, donde colindaban unas pequeñas montañas rocosas. No obstante, debían compartir el terreno con los gigantes y colosos. A los alrededores del castillo, se les fue otorgado a los elfos para convivir junto a las harpías. Corrina mandó a instalar casas en los árboles para su mayor comodidad. No era a lo que acostumbraban, pero al menos estarían seguros bajo el hechizo de protección. Además, esto permitiría mantener la distancia entre los clanes que aún permanecían en conflicto por riñas del pasado. Por otra parte, criaturas como centauros, kitsunes y cambia formas les dieron la oportunidad de compartir el bosque o en la ciudadela para suplir asistencia en diferentes actividades.
Luna prefería escaparse para buscar la compañía de Sally Scarlet; mientras que el pequeño quimera-zombie le cubría las espaldas si su abuelo le permitía. El día anterior la pelirroja le prometió mostrarle "algo" que podría ser de interés. Así que como toda mañana salió a primera hora para reunirse cerca del punto donde se conocieron. Sally se encontraba tendiendo su ropa recién lavada, por lo que la llegada de la licántropa le benefició con ropa limpia y un poco de pastel de manzana.
Luna no dejaba de mover el pie con desesperación, lo que llamó de inmediato la atención de la pelirroja. Así que terminó deteniéndolo con sus manos para tranquilizarla.
―¡Luna, basta! ¿Acaso hay algo más que te preocupa? ―dijo la pelirroja acercándose a ella―. O al menos eso me indican tus ojos.
―Azrael, ¿te suena? ―respondió Luna, aunque su voz fue opacada por su misma timidez sobre el tema.
―¿Azrael? No pensé escuchar de ese maldito hijo de puta en años ―respondió una voz masculina que provenía entre los arbustos. Luna alargó sus uñas como señal de defensa, pero su amiga la detuvo. Finalmente pudo descubrir que aquella voz provenía de una rata―. Tú debes ser la licántropa de la que me hablaron. Soy Asmodeo, o bueno, una extensión de lo que solía ser.
―¿El demonio? ¿Tu amigo es un demonio? ―preguntó Luna observando con confusión a su amiga y en especial a la rata parlanchina que le provocaba asco―. ¿Cómo puedes confiar en él? Eso sería como volver a creer en Banra.
La rata se acercó a la mano de Sally, por la cual caminó hasta llegar al hombro y estar más cerca de ellas.
―Lo dice una licántropa que podría perder los estribos en cualquier momento ―atacó Asmodeo un poco molesto―. Pero eso no importa aquí, Luna Rosewood. Si en tu mente resuena el maldito de Azrael, significa que nuestro camino debía encontrarse en este momento.
―Al igual que tú, Luna, también estoy relacionada a un ángel, Metatron en mi caso ―dijo Sally con una sonrisa, aunque su mirada también reflejaba desconocimiento sobre el tema―. Por lo que sospecho que al igual que yo, tienes una vida pasada.
―¡Haganme un espacio entre ambas! ―ordenó la rata antes de que Luna interrogara más al respecto. Saltó en medio de ambas donde se creó un círculo mágico con el sello de Asmodeo―. La mejor manera de corroborarlo es viendo desde otra perspectiva. Por favor, tómense de las manos, cierren los ojos y en ningún momento se separen. Si alguna desobedece, no volverá a este punto.
Tanto la pelirroja como la licántropa percibieron un intenso olor a azufre que fue creciendo al punto de generarles molestia; y también el aire se percibía más caliente. Temiendo por la advertencia del demonio, mantuvieron los ojos bien cerrados y hasta que la rata les indicó con un golpecito, los abrieron. Se encontraban en lo que aparentaba ser un templo muy antiguo, sostenido por doce pilares y en el centro se encontraba un gigantesco círculo mágico. Luna lo reconoció de inmediato, era el que se encontraba la noche que Lilith regresó al Bajo mundo. Unos pasos se escucharon provenientes de su espalda. Como estaba muy oscuro no alcanzaron a ver a aquellos invitados, hasta que llegaron al círculo donde la luz púrpura emitida por éste les presentó a tres mujeres: Lilith, la princesa Esther y su fiel sirvienta, Nakia.
A primera vista, la reina vampiro lucía enfurecida con sus venas negras saltando por todo el cuerpo. Incluso llego a apartar el gentil abrazo de Esther. Lilith realizó dos círculos mágicos enfrente de ella y de ellos sacó las copas sagradas y una grupo de armas, que iban desde espadas, lanzas, alabardas, hachas, flechas, escudos y manguales. Su energía era una mezcla entre demoniaca, vampira y por supuesto la influencia de magia lunar.
―Lilith, creo que aún es tiempo para detenernos ―sugirió Nakia al ver como aparecían más venas en su cuerpo―. Ya juraste la guerra y has llegado a traicionar a tus hermanos y a tu madre, Katzleva
―Ella lo entenderá es por el bien de todos los seres vivos ―respondió Lilith mientras colocaba las copas sagradas en su puesto correspondiente y luego de fundir las armas las dispuso con su magia en la sangre. Subió su mirada y buscó las de sus acompañantes. No le gustaba para nada el cuerpo tembloroso de Nakia, así que se acercó y la tomó del cuello―. ¿Te echas para atrás después de haber asesinado a un dios? Ya es muy tarde, ¿no crees, humana?―. Lilith estaba absorbiendo la energía vital de su compañera. Su piel se fragmentaba como si se tratara de barro―. Falta muy poco para que nuestro hijo nazca y si no quieres acompañarme lo mejor será que termines de contribuir a la causa.
Esther hizo aparecer unas cadenas que sujetaron las extremidades de la reina vampiro, quien soltó a Nakia, dejándola caer al suelo. Lilith, furiosa, batallaba para liberarse de sus ataduras. Pero era imposible, Esther había sellado sus poderes. Con el apoyo de su sirvienta, la princesa absorbió la energía de la vampiresa hasta ser compartida por el trío. Poco a poco las venas de Lilith regresaron a la normalidad y relajó su cuerpo después de tanta tensión.
―Debes parar, Lilith ―dijo Esther abrazándola y luego se unió la otra acompañante―. Eres un demonio, pero aún conservas un alma humana. No cargues con la oscuridad tú sola o te perderemos.
―Y si llegara a perderme, ¿me ayudarán a conseguirlo? ―preguntó la vampiresa con la voz muy baja debido al cansancio.
Hubo un largo minuto de silencio, hasta que Esther colocó su frente con la del demonio y le respondió: ―"Solamente no te pierdas, ambas te amaremos hasta tu último día". Al ser liberada, las tres mujeres compartieron un beso que las llevó a consumar su pasión en medio del círculo. Sin saberlo, aquella muestra de afecto emitió una magia que fue absorbida por las mismísimas copas de sangre. Aunque no pasó mucho tiempo cuando un terremoto sacudió la torre y gracias a la magia de Lilith se protegieron de los escombros. Sintió la presencia de un grupo fuera de la sala. Sus pasos resonaban a la distancia y se detuvieron en la puerta. Lilith creó un escudo de energía alrededor de sus amantes y se colocó en posición de pelea ante la llegada de los Devoradores. Eran cinco los que rodeaba a su rey, que se caracterizaba por mostrar diferentes rostros que solo su testigo podría reconocer.
―¿Así que ustedes piensan hacer justicia por los dioses?―preguntó Lilith para luego cubrirse de una armadura de oscuridad―. ¿Fue mi madre quién los envió?
―No seguimos las órdenes de los dioses, solo buscamos el orden natural de las cosas y salvaguardar a quienes los necesitan ―respondió el rey quien le mostró el rostro de ella. Se acercó y con sus gentiles manos la invitaron a bajar la guardia, ya que no pensaban atacarlas―. Lilith, arma sagrada de los dioses, hija adoptiva de Katzleva y creadora de la magia Lunar, estás destinada a grandes cosas como todas las presentes. No dejes que tu furia y odio te sucumban y pierdas todo lo que puedes lograr siguiendo el curso de la historia.
―¿Como ustedes? No pienso seguir el curso que los dioses me pusieron ―le dijo Lilith apartando las manos de la criatura con un golpe―. Falta poco para que mi hijo nazca y cambie la maldita historia.
―¿A cambio de maldecir tu vida y de las mujeres que tanto amas? ―preguntó el Devorador cambiando su mirada hacia Esther y Nakia. Luego observó la mirada confusa de la reina vampiro, por la que un suspiro salió de inmediato―. Oh, gran Lilith, no entiendes nada y rehúsas a escuchar. El destino premia o castiga y sabe lo mejor para ti. No lo desafíes. Hay maldiciones que duran siglos, pero tarde o temprano se rompen y los malditos vuelven al polvo que una vez fueron.
De repente, los cinco acompañantes del rey fueron incinerados en fuego verde. Notó que había sido obra de la famosa princesa Esther. Mientras se encargaba de revertir el hechizo, Nakia y Esther saltaron hacia él y lo apuñalaron hasta que lo llevaron al desangramiento total. Lo que no esperaban es que las cenizas volvieron a formar a las criaturas y la sangre regresó al cuerpo al igual que las heridas sanaron sin dejar cicatriz. El rey se levantó y de nuevo sonrió ante la ignorancia de las tres mujeres.
―Por naturaleza nosotros no morimos y solo podemos intervenir cuando el "Destino" nos los pida ―pronunció el líder con una voz más grave. Sus rostros cambiaban en cuestión de segundos, de los cuáles Luna logró identificar a miembros del Clan Van Vonter y terminó con los rostros de Viljem y Claude, el Lunar del Hielo. Por su parte, Sally reconoció los rostros de Banra, Jonathan, el cazador en Nueva York y sus amigos, Owen y Dimitric―. ¡La advertencia ya fue hecha! He aquí los rostros que depararán en su destino. Su unión solo traerá el caos que tanto desean acabar, porque la gran guerra apenas está por empezar.
Un rayo cayó sobre los Devoradores haciéndoles desaparecer. Las tres mujeres se observaron atónitas y sin poderse mover. ¿Continuaban o desistían? Lilith, por primera vez en su vida, temió por el bienestar de sus amadas. El miedo se fue desvaneciendo y las tres mujeres se abrazaron. Esa fue la única respuesta que Lilith necesitó. El miedo no importaba, solo necesitaban cambiar el mundo y cuando eso llegara, estarían en la cúspide de sus sueños. Y así, como los recuerdos fueron perdiendo el sonido, dejaron en la intimidad a aquellas tres mujeres del pasado. El grupo regresó al bosque donde su viaje inició. Para ellas, todo había transcurridos en pocos minutos, pero la verdad, es que dentro de poco el sol se escondería.
―Bueno, lamento haber inmiscuido en el pasado de mi ex esposa y sus parejas ―dijo la rata muy avergonzada y a pesar de ser un demonio de alta jerarquía, no ocultaba su pensamiento―. Esperaba que pudieramos conectar con Metatron y Azrael. Sin embargo, creo que ambas han aprendido algo, ¿no es así, pequeña Luna?
―En el pasado fui esa mujer llamada Nakia, ¿o me equivoco?
―Podría ser tu vida pasada o alguien de tu linaje ―respondió Asmodeo mostrándose más amable con la adolescente―. ¿Pertenecías al clan Rosewood? Ellos recibieron varios nombres durante los siglos y se conformaron de varias criaturas, incluso de humanos puros. Únicamente podrían resolver el misterio...
―Indagando en nuestros pasados, tal como me han enseñado Owen y Dim... ―interrumpió la dama escarlata, aunque se detuvo ante el miedo de revelar su relación con Dimitric Van Vonter.
―Sin embargo, creo que Nakia es mi vida pasada ―retomó Luna la conversación―. Ellos le mostraron rostros...Vi a mis amigos, a mi abuelo Viljem y a Claude Van Vonter.
―¿Al Lunar del hielo? ―preguntó el demonio con mucho asombro que parecía que sus diminutos ojos fueran a salirse de sus cuencas. Luna asintió con su cabeza, por lo que Asmodeo en cuestión de segundo hiló toda la información―. Durante mucho tiempo, el Clan Rosewood estuvo bajo la protección de Claude, hasta que él desapareció y tu gente tomó el control. Los Rosewood siempre esperaron su regreso.
―¿Qué estás diciendo demonio? Parece que los años tu propia magia te ha fundido la poca masa cerebral que posees ―respondió la licántropa poniéndose de pie. Se encontraba tan molesta que todo su cuerpo se cubrió del pelaje―. Claude mató a John por la espalda y sin que él pudiese vaticinar y también traicionó al señor Dimitric en la Gran Guerra. ¿Cómo esperas que te crea una tontería así? Mis padres siempre me inculcaron una admiración por el señor Dimitric y la señora Clementika.
―¡Oh, dulce niña! Sé que es duro conocer la historia, pero si no me crees deberías preguntarle al viejo Strauss―sugirió la rata para luego subir al hombro de Sally, quien no sabía cómo actuar ante aquella discusión―. Pero viendo en el fondo de tus ojos, sé que también sospechas algo de él. Luna, en este universo y en los demás, no todo es blanco y negro. Todos tienen sus matices y cosas que ocultar.
Luna gruñó ante la furia que las palabras del demonio le pronunciaba. No estaba equivocado, pero quería guardar la esperanza que todo fuese una mentira. Abrió un portal y procedió a entrar:
―Si el pasado nos une, Sally, ven conmigo ―dijo Luna y extendió su mano que fue aceptada de inmediato por la pelirroja―. Debemos estar juntas. Es momento que también entres al concilio si tenemos objetivos similares ―luego se dirigió a Asmodeo en un tono despectivo―. Y tú también puedes venir, pero sugiero que no dejes que te vean. Nadie confía en los demonios y no quiero que me llamen traidora.
Entre los gritos de felicidad de los pequeños y el intercambio cultural de los diferentes clanes, Cuatro Lunas pudo ir dejando en el olvido los incidentes que marcaron en el primer día. Sin embargo, para Corrina eso le sería imposible. Ya no derramaba lágrimas ni siquiera en la tranquilidad de su habitación. Pasaba gran parte del día en compañía de Ixchel y el viejo licántropo. Y en su tiempo libre se veía con el agente Ryan Wallace, quien la instruía en batalla cuerpo a cuerpo. Para una bruja, el uso de hechizos era indispensable y con la llegada de humanos y su tecnología, entendió que aprender a defenderse sin ellos era su mejor estrategia como reina. Tras ser descubiertos por las reinas Helena e Indira, propusieron realizar una batalla para entretener a los diferentes clanes. La presión la acobardaba, ya que no quería defraudar a su clan.
Subió al campo creado con magia y rodeado por una barda de energía que evitaría el uso de apoyo externo. Sus piernas le temblaban en cada paso que se acercaba en el centro, donde se encontraban Wallace, portando unos guantes metálicos, y de Viljem, que fue elegido como el referí oficial. Ambos luchadores se dieron la mano y se miraron fijamente. La mirada del agente le daba ánimos, sin importar el ridículo del resultado. Sobre ellos apareció una pantalla que mostraría la batalla para los espectadores más lejanos y otras fueron vistas en toda la citadela.
En ese momento, Corrina solo pudo lanzarle una mirada de odio a su mejor amiga. ¿Cómo se le ocurría ponerla en una situación así? Ya era demasiado tarde para arrepentirse. A la cuenta de 5 segundos que escuchaba distantes ante sus ensordecedores latidos. Cinco...Cuatro...¡Los primeros gritos con su nombre! Tres...Su pecho le dolía, así que apretó los puños...Dos...Uno...El público llenó de vítores el coliseo y sin tanto dudar, la joven reina lanzó sus primeros hechizos, pero notó como eran desviados por los mismos guantes.
Wallace se había preparado bien. Si no podía usar magia, demostraría sus mejores movimientos. Dio unos pasos hacia atrás y luego corrió a su adversario para darle una triple patada, pero a pesar de la fuerza solo pudo hacerlo retroceder unos cuantos centímetros. En definitiva odiaba la tecnología humana. Era como un tipo de magia que ella desconocía. Se acercó nuevamente para lanzar unas serie de puñetazos, con el que pudo golpear en el abdomen al agente. Todo los miembros del Clan de las brujas, hadas y espíritus de la naturaleza alzaron sus voces de emoción ante el primer toque de la princesa mostrado en pantalla.
―Nada mal para una principiante ―dijo Wallace con dificultad debido a que le sacó mucho aire. Se estiró un poco y luego se incorporó en una posición que la retaba―. ¿Qué te parece si aumentamos el calor de la pelea, brujita?
―No soy una brujita, sino una reina ―respondió en un tono más desafiante―. Haré que te arrodilles ante mí.
―Prefiero dejárselo para el que no sabe nada ―bromeó el agente, pero su adversaria no entendió a lo que se refería―. La próxima vez que vengamos, te traeré unos libros. Estoy seguro de que te gustarán. Pero por ahora, basta de charla, reina Corrina.
Tal cual un par de gladiadores, Corrina y Wallace se dispusieron de nuevo al ataque. La bruja se multiplicó hasta llenar el campo. Sin embargo, el agente descubrió enseguida el truco y en medio del espejismo tocó la espada de Corrina, electrocutándola y con ello, todas las demás desaparecieron. Corrina fingió por unos segundos estar fuera de batalla, así que cuando el agente se acercó a verificar, lo sujetó desprevenido y ejecutó una llave con sus piernas. Wallace logró liberarse y pudo dominarla. En el forcejeo, el estadio se llenó de más gritos de apoyo. Ambos lo disfrutaban, pero se detuvieron cuando una campana sonó por todo el coliseo.
―Alguien violó la frontera ―le dijo Corrina ayudando a levantar a su amigo. Notaron como varios guerreros del escuadrón de vigilancia abrieron portales para atender el llamado―. Maldita sea, espero que nadie haya muerto esta vez.
El campo de batalla regresó al coliseo habitual del concilio y los balcos se vieron encerrados de rejas de energía. Nadie se movía y la sirena continuó anunciando el peligro, pero de pronto se detuvo. Un portal se abrió cerca de donde se encontraban los combatientes y el licántropo. Este último si recibió una gran sorpresa al ver que su nieta había sido capturada por los guardias y una mujer de cabello escarlata le acompañaba.
―Hemos capturado a Luna Rosewood, miembro del Clan Van Vonter, quien trajo consigo a un individuo no invitado al Concilio ―pronunció Rarán, el líder de guardias hadas―. En otras circunstancias, sería bienvenida, pero conociendo las reglas tras el atentado, le recuerdo que ha violado el tratado de convivencia entre los clanes. Por lo que sugiero que sea expulsada del Concilio y de Cuatro Lunas.
Luna agachó su mirada al notar como Viljem Strauss se mostraba encolerizado. Y aunque se encontraba molesta por lo que se enteró antes, reconoció que el viejo licántropo tenía razón. Corrina se acercó e hizo que las desposaran de aquellos grilletes anuladores de energía.
―Nadie se irá de Cuatro Lunas sin mi permiso ―impuso la reina desafiando la autoridad del clan de las hadas―. Espero que no te moleste mi decisión, Helena.
―Claro que me molesta, no eres la única que puede decidir acá ―respondió Helena, quien dejó su asiento para colocarse a la par de Rarán―. Las reglas son claras y ella las violó. Si no te gusta lo podemos dejar a votación de todos los participantes.
―Perdone, señora Helena ―pronunció Viljem finalmente entrando a la discusión―. Pero creo que mi nieta tiene el derecho de dar una explicación sobre su acompañante.
Indira hizo entrar en razón a la reina de las hadas, por lo que después de meditarlo un par de minutos junto a ella y Rarán, le dieron la oportunidad de Luna de explicar lo sucedido. Presentó a Sally como una hechicera independiente que ya se había enfrentado a Jonathan, por lo cuál la dejó al borde de la muerte y dos desconocidos la ayudaron a sanar sus heridas, así como a entrenarla en el uso de magia. Sin embargo, tras haber sido mandada a cazar, un portal mal ejecutado la envió a un bosque donde la licántropa la encontró y estuvo proporcionándole alimento.
―Hay algo en su historia que no termina de gustarme ―dijo Helena observándola con disgusto―. Si han intentado cazarte, terminarán por atacar nuestro reino.
―Si es enemiga de Jonathan van Vonter, la convierte en nuestra aliada ―le refutó Luna , quién ya comenzaba a cubrirse de pelo. Sally la tomó de la mano, lo cuál la tranquilizó un poco―. Sally Scarlet no es nuestro enemigo. Si lo fuera ya hubiera matado a los clanes que viven fuera del castillo. ¿No lo crees, Helena?
―Mira, niñita, soy una reina y tú una simple invitada, creo que necesitas modales por aprender ―dijo la hada con una sonrisa que trataba de disfrazar la ira que hervía en su sangre―. Agradece que Corrina haya abogado por ti, de lo contrario ya estuvieras lejos del reino―. Tocó el hombro de Rarán, su guardia peliazul y se dirigió a él un poco más calmada―. En cuanto a esa mujer, no la metas a prisión, pero sí quiero que la mantengan bajo supervisión durante una semana. Desde hace tiempo circula la leyenda urbana sobre una mujer con su cabello y que termina raptando criaturas.
―Nosotros la acogeremos en nuestra área designada ―propuso Viljem―. Y en cuanto a la pelea, parece ser que continuará en otro momento.
Los espectadores comenzaron a retirarse dejando en el coliseo al agente Wallace, Viljem y su nieta; y las tres reinas, siendo estas últimas que se unieron a un acalorado debate tras la postura tomada por Corrina. El clan van Vonter les dio espacio mientras se tranquilizaban, ya que querían agradecerle a su abogada. Durante esos largos minutos permanecieron en silencio y tensión, donde solo pudieron ser testigos de Indira evitando que ambas amigas se golpearan entre sí. Indira tomó su papel maternal para llevarse a Helena lejos teniendo la esperanza que mañana ambas se reconciliarían.
―No tienen nada que agradecer, señor Viljem ―habló la reina bruja como si conociera lo que estaba a punto de comunicarle su mentor―. Puede que Luna desobedeciera, pero...―Corrina se detuvo para ver a Luna dando la espalda y una sonrisa se dibujó en su rostro. Se acercó a ella y le sobó la cabeza―. Siempre he sido como tú y si realmente consideras que tu amiga no es un peligro, yo también confiaré en tus instintos. Las personas como nosotros nos entendemos―. Corrina se dirigió de nuevo al viejo licántropo y siempre con mucha tranquilidad le expresó―. Hablen con calma...quiero decir, nunca sabes cuando será el último momento en que puedan volver a verse y más con una guerra ocurriendo en ambos mundos.
Corrina se dirigió hacia sus aposentos, por lo que pidió a Wallace y Timothy que la escoltara. Le habló sobre nuevas técnicas de batalla que quería intentar, pero en el joven agente no podía dejar de ver hacia atrás. ¡Sally Scarlet! No estuvo tan involucrado en aquella misión, pero recordaba que era una prostituta en San Marcus. Ni siquiera estaba en la lista de sobrevivientes. Incluso pudo haber sido víctima del escuadrón del ex agente Morani West.
―Gracias por avisarme, Viljem ―dijo Samuel Rhodes, quien subía los escalones para alcanzarlo―. Me encontraba apoyando al clan de los duendes y gigantes cuando escuché la alarma―. Se detuvo con la boca entreabierta al reconocer aquel cabello escarlata y apariencia enferma―. ¿Sally Scarlet? ¿Te recuerdas de mí? ―la pelirroja asintió, por lo que el agente suspiró―. Creo que tenemos mucho por hablar, ¿no crees?
Cuando ambos se fueron, Luna tomó asiento en una grada, siempre dándole la espalda al licántropo. En silencio, solo podían escuchar la pirotecnia en el centro de la ciudad que iluminaba de colores. Viljem caminó hacia ella y ante una mirada de permiso, tomó asiento junto a ella.
―En este momento, lo que menos quiero es un regaño ―rompió el silencio la adolescente―. Quiero que hablemos sobre mi origen, sobre los Rosewood.
―Como sabrás durante las diversas guerras fueron surgiendo muchos clanes y el de los licántropos no se quedó atrás ―dijo Viljem mientras observaba el espectáculo pirotécnico―. Los Rosewood surgió como una rama más reciente de los Strauss y rendía culto a un ser divino que se les apareció en sueños.
―No es la respuesta que quiero y lo sabes―pronunció muy irritada―. ¿Cuál es el puto papel de Claude Van Vonter? ¿Por qué mis padres apoyaron a un traidor?
―Veo que ya te enteraste sobre la protección de Claude ―dijo Viljem con la voz más baja. No sabía realmente cómo responderle―. Si sigues viva es gracias a su magia de hielo. Alanna y Marsh acudieron a él porque estabas muy débil de recién nacida. No pidió nada a cambio, lo hizo de buena fe al ver en tus ojos intentando sobrevivir.
―Pero no fue la última vez que acudí a él, ¿verdad?
Aquella pregunta hizo temblar al licántropo, puesto que no esperaba que lo recordara. La noche en que el clan Rosewood fue atacado por ordenes de Jonathan, Luna resucitó con ayuda de Azrael. Sin embargo, tras esa muerte, el hechizo del Lunar se rompió. Viljem acudió hasta los gélidos parajes de Wintera para "congelar" lo que estaba drenando mucha energía vital. Descubrieron que algo dormía dentro de ella. No era bondad, ni maldad. Pero tampoco era luz ni oscuridad. Aquello también comenzó a drenar su energía, al punto de enfermar. Durante 33 días y 33 noches, licántropo y vampiro unieron sus magias para bloquear la energía desconocida. Cada año, Viljem acudía a Claude para asegurar el hechizo...hasta que después de lo ocurrido con John, el proceso no pudo seguirse. Luna entendió ese momento por qué los recuerdos volvían y su conexión con Azrael quedaba más explicada.
―Todo este tiempo me ocultaste mi origen, Viljem Strauss ―se levantó muy furiosa que de nuevo su cuerpo se cubrió de pelo espeso―. Estoy segura que tu contacto en el submundo, quién te avisó sobre el eclipse... ¡Fue Claude van Vonter!
A pesar del silencio, Luna sabía lo que su abuelo pensaba con solo verle su mirada. No estaba equivocada, el Lunar del hielo y su abuelo fueron aliados y eso los llevó a la derrota. Jadeó ante la furia que oprimía su corazón. La cara le ardía y pronto su tercer ojo apareció como señal que su forma Berserker se había activado.
―Eres un anciano decrépito, un vil traidor ―pronunció la chica con lágrimas en sus ojos y cuando él intentó hablar, ella continuó sacando todo su dolor―. No me molesta que intentaras haberme salvado, sino que me ocultaras todo y vivieras sin culpa por lo de John. Traicionaste al que amabas como un nieto, así como me has traicionado a mí y a Bull. ¿Y así querías llamarme la atención? ¡Me provocas un profundo asco!
Luna dio una salto que la hizo perderse en el cielo iluminado. Sin nada más que darle tiempo a la chica, Viljem Strauss solo pudo llorar como nunca antes se había permitido. Aunque le hubiera gustado viajar al pasado, hay momentos que jamás pueden ser enterrados. El destino es curioso y mueve sus fichas cuando es el tiempo adecuado, donde conocer su origen, solo significaba que el verdadero despertar de Luna tenía las horas contadas.
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