Capítulo 06
Los resultados de la autopsia indicaron que el último vino había sido adulterado por una sustancia utilizada por cazadores de monstruos, con fragmentos de agua bendita. Teniendo a dos humanos a su cargo, el clan van Vonter se vio envuelto en una investigación policial de parte del reino. Uno a uno fueron pasando a ser entrevistados en una celda subterránea, donde la única luz era la proveniente de un cristal púrpura. Aunque terminaron siendo declarados inocentes, ya que no tenía coherencia con su misión de acabar con el monarca oscuro.
Con esa eliminación en la lista, sus mayores sospechan recaían en las harpías, por su naturaleza traicionera; el clan elfo, debido a su enemistad jurada con las brujas en el último siglo después de un enfrentamiento por territorio; y de los kitsunes, por su cercanía con la civilización humana. No obstante, existía la posibilidad que el culpable del atentado se encontraba en alguno de los tres clanes del reino. Ambas reinas decidieron suspender el concilio que se llevaría a cabo al siguiente día, mientras se investigaba en sus clanes respectivos alguna pista, dejando al resto de clanes sin poder salir de sus habitaciones ni del reino, ya que alteraron el uso de Divine Portal para impedir una posible fuga.
Llegó la noche y la princesa se encontraba en su habitación recordando el trágico final con su madre. Quizás no tenían la mejor relación y siempre le causaba problemas con sus actos de rebeldía, pero nunca le deseó la muerte. Pasó mucho tiempo en la ducha y en cada intento por quitarse las manchas imaginarias que se plasmaban en sus manos, solo le generaban más tristeza. Desbordada de desesperación, Corrina hizo levantar todos los objetos de su alrededor y el agua de la tina para dejarlos caer con brusquedad, alertando a los guardias. Fue tanto su preocupación y la histeria de la joven, que solicitaron el apoyo a Viljem e Ixchel para crear una pócima que alejara los recuerdos. Entre la comunidad mágica, era muy conocido que ellos dos formaban parte de los brujos con más experiencia en el ámbito de pociones y sustancias naturales, que ni las brujas de su clan habían podido perfeccionar. Con la princesa descansando, Helena e Indira les solicitaron una pequeña reunión para tratar el tema de la joven bruja.
―Recapitulando lo que mencionaba, señora Indira ―pronunció el licántropo tratando de no decir mal lo que trataba de expresar―. ¿Desea que la princesa Corrina tome el cargo de su madre?―La reina de los espíritus de la naturaleza asintió después de verse con su compañera―. Pero su majestad...¡Acaba de perder a su madre! No está en las condiciones para suplir esas funciones que requieren mucho agotamiento.
―Creo entenderlo de otra forma ―intervino Ixchel―. Lo que realmente buscan es que nosotros nos volvamos sus consejeros, ¿o me equivoco?
―Así es ―respondió Helena y al acomodarse en su silla hizo que un poco de brillo se espolvoreara a su alrededor―. En ninguna circunstancia mi amiga se deja tocar por desconocidos y en el incidente, aceptó su presencia. Ambas sabemos que el clan Van Vonter y el clan de los Uay se encuentran aliados y que participaron en la invasión del castillo. Desde el momento que aceptamos su ingreso y de saber que son inocentes, hemos decidido establecer una alianza con sus clanes.
―Corrina es una chica que necesita un poco de reglas, conocer el mundo y diversas culturas ―añadió la reina Indira―. Su clan cumple todo lo necesario para ayudarla. No me importa que sea una niña, ya que tarde o temprano deberá aceptar su destino como reina de su clan. No hay mejores para el puesto.
―Lo comprendemos, majestad ―respondió Ixchel―. De mi parte, pueden contar con ese apoyo.
―También el mío ―dijo el anciano luego de un suspiro. No se esperó estar en una situación como esta. Deseaba ayudar a la chica, pero eso significaba perder el valioso tiempo para prepararse para la guerra―. Sin embargo, ¿podríamos hacerles una petición?―. Ambas reinas asintieron―. Dejen que los agentes Samuel Rhodes y Ryan Wallace apoyen a sus detectives. Son humanos, lo sé, pero tienen mucha experiencia en todo tipo de misiones.
Las reinas aceptaron la condición del licántropo y dieron por finalizada la reunión, ya que debían concentrarse en los preparativos del funeral. Llegó la noche del segundo día en Cuatro Lunas, en donde sus habitantes decoraron con flores sus ventanas y calles; donde las brujas entonaban cánticos celtas y danzaban entre las bolas de fuego creadas por su magia; donde las hadas surcaban por arriba dejando caer una lluvia de destellos de colores; y donde los espíritus de la naturaleza ayudaban a cargar el féretro de su amada reina Coralin; pero sobre todo, donde la huérfana rebelde caminaba detrás de la procesión, perdida entre sus pensamientos y teniendo como único apoyo, el hombro de su mejor amiga.
Al llegar al gran árbol, el féretro fue absorbido por su tronco sin tener el tiempo suficiente de poderle decir adiós a su madre. Los cánticos se fueron apagando, o al menos eso creía, mientras que su vista se fue tornando borrosa. En aquel momento antes de sucumbir, Corrina deseó ser absorbida por el árbol. Quizás ese era su castigo por llevarle la contraria. Fue cerrando los ojos hasta que finalmente se desmayó en los brazos de la reina Helena.
―¿Así que el metro todavía funciona? ―preguntó Maura sin dejar de ver el vagón sucio y con heces en algunos asientos.
―Si bien la ciudad fue abandonada por gran porcentaje de la población, sirve mucho para los que se quedaron ―respondió Alan sin dejar de ver la ventana mientras el tren se encontraba en movimiento―. Es más asqueroso que en su tiempo de gloria, pero decidieron seguir operando. Estuvimos un tiempo en México debido a nuestra misión y la situación estaba un poco parecida. Eso sí, tenían un mayor números de habitantes que acá.
En medio de la plática, Alan les comentó que también estuvieron en India, Reino Unido e incluso en Jerusalén. En todas se encontraron indicios de rituales demoníacos, que a su vez se relacionaban con la secta que arrasó con su clan. Es por ello que terminó solicitando el apoyo a los agentes en caso de que encontraran pistas en su estadía.
―Será mejor que se sujeten con mucha fuerza ―sugirió el hombre-cuervo mientras transformaba sus brazos y abrazaba a su hermana―. No hay mucho mantenimiento, así que es posible que choquemos.
Así fue, el vagón terminó descarrilando y cayó inclinado a la plataforma de pasajeros. Con la ayuda de Bull en su forma de lobo, pudo amortiguar el golpe de sus compañeros; mientras que Alan protegió a su hermana dentro de una cúpula formada por sus alas. Después de unos segundos, la luz de emergencia se prendió. Thomas intentó abrir un agujero por el techo, pero fue detenido por Alan.
―Guarden silencio: hay una criatura rondando ―habló Xenovia―. Creo que puede ser el demonio que buscamos, pero el subterráneo no es una buena zona para pelear.
Los agentes acataron la orden y procuraron ni moverse un milímetro. Por el exterior podía escucharse como si algo se arrastrara encima de los vagones. Era pesado y la tensión espiritual hizo que el ambiente se pusiera demasiado helado. Cada hundimiento en el techo únicamente conseguía que el grupo se pusiera más nervioso. No importaba cuán experimentados eran en ese tipo de situaciones, esa criatura les sobrepasaba. Los segundos se hicieron horas eternas cuando la criatura se posó sobre su vagón. Lentamente se fue acercando a la ventana, en la cual puso su viperina mirada sobre los bultos. Introdujo su pata con grandes garras, que con la poca iluminación, se percataron de sus escamas eran esmeraldas y negras incrustadas, siendo una belleza un tanto asquerosa.
La criatura iba entrando cada vez más y con esto, la temperatura decrecía. Intentaron controlar sus temblores por el frío. Sin embargo, la criatura rápidamente se salió del vagón y con un fuerte quejido se despidió. En ese momento, la luz volvió a la normalidad y la puerta se abrió por completo. Justo afuera se encontraba el pelirrojo, Dante Walsch, con una evidente expresión de angustia.
―¿Les hizo algo? ―preguntó el pelirrojo y luego saltó al riel para ayudar a bajarlos―. Perdón, ni yo sé qué era esa criatura. Cuando notó a Maura apoyándose en un lobo su expresión cambió a un poco apenada―. Tendrán que dejarlo acá, en la orden no se aceptan mascotas.
―¡Maldito mocoso!―exclamó Bul mientras regresaba a su forma humana―. Soy un licántropo, ¿eres estúp...? ―pero la mirada regañona de su compañera hizo que bajara el tono―. ¿Eres Dante Walsch? Gracias por habernos ayudado.
―Yo soy Maura Laura Tates ―dijo la chica muy sonriente―. Puedes llamarme como desees.
―Y yo soy Thomas Rhodes ―dijo Thomas extendiendo su mano y a pesar de la poca luz, el pelirrojo sabía que se trataba del chico de sus visiones. Sin embargo, le devolvió el saludo. Pero al momento que sus manos se entrelazaron, una fuerte energía los electrocutó que hizo que se soltaran de inmediato―. Espero que nos podamos llevar bien.
―Eso creo ―respondió a secas y luego se dirigió hacia Alan―. ¿Puedo abrazarte?
Dante abrazó al hombre-cuervo por varios minutos, como si no lo viera desde hace tiempo. Así que el grupo decidió dejarles un poco de privacidad mientras salían del subterráneo.
―No sabes cuánto te he extrañado ―dijo Dante con lágrimas en sus ojos―. Quiero que estemos juntos, ¿lo has decidido ya?
―Walsch...―pronunció el hombre-cuervo para luego poner sus manos en la cintura del chico―. Sabes que tengo una misión por cumplir.
―Pero yo puedo ayudarte.
―No quiero meterte en algo turbio ―le cortó con seriedad―. Salgamos ya de este lúgubre laberinto, no me gusta el ambiente que dejó esa criatura.
Dante bajó la mirada con mucha decepción ante la respuesta de su persona favorita en el mundo. Sabía que no lo podía obligar, pero su distancia solo lo entristecía. Cuando salieron del subterráneo, el grupo los esperaba sentados en la acera, calentándose debajo del sol.
―Espero volverlos a ver ―dijo el hombre-cuervo con una sonrisa sincera.
De pronto se escuchó una fuerte explosión que provenía de la zona norte y junto a esta, se estremecieron las calles y edificios. Bull y Thomas crearon un escudo de energía para cubrirse de algunos bloques pequeños y vidrios rotos.
―¿Habrá sido la criatura? ―preguntó Maura al observar el humo negro que se iba extendiendo al cielo.
―No lo creo ―respondió Alan―. En esta ciudad suelen ocurrir muchas peleas clandestinas y de vez en cuando terminan dañando estructuras―. El chico volteó a ver a su hermana como si ella le hubiese dicho algo personalmente―. ¡Tienes razón! Iremos a investigar, pero por favor, no perdamos el contacto.
Xenovia se colocó delante de su hermano, quién la cubrió con sus brazos. Luego extendió sus alas azabache para luego impulsarse y perderse entre las nubes. Por otro lado, Dante llevó al trío hacia la casa de la orden. Sentía una incomodidad estar junto a Thomas después de haberle dado la mano y más, cuando volvió a tener recuerdos de aquel sueño en el abismo. El pelirrojo trató de alejarse después de darles un poco de café mientras esperaban al padre Fausto en su oficina. O al menos lo intentó, ya que su curiosidad hizo que escuchara detrás de la puerta. ¿Por qué hablaban sobre tres espadas? ¿Un descendiente Van Vonter? Nunca había escuchado tal apellido, pero le atraía conocer más sobre ello. ¿Clanes? Esa palabra sí estaba entre sus recuerdos más cercanos. Alguna vez el padre Paige habló acerca de una guerra entre ángeles y demonios, donde también se vieron involucrados los humanos. ¿Acaso ese peculiar trío buscaban lo mismo que su orden?
―Dante, ¿sabes que escuchar sin permiso es de mala educación? ―fueron las palabras del sacerdote después de colocarle las manos en los hombros―. Mejor abre la puerta y preséntamelos.
Deseó que le cayera un rayo. No era la primera vez que lo encontraba husmeando a sus compañeros de orden. Prefirió callar y obedecerle. Entró rápido y se colocó entre el sacerdote y los nuevos. Fausto Paige imponía mucha presencia espiritual, que a pesar de conocerlo personalmente, el cuello de Dante se erizó.
―¡Bienvenidos a mi orden de exorcistas! ―dijo el sacerdote haciendo una pequeña reverencia―. Creerás que estoy loco, ¿de casualidad conoces a Owen Rhodes?
―Sí, era mi padre ―respondió con mucha duda de revelar su identidad.
―Trabajé con él hace tiempo, fue un buen agente ―dijo Fausto y luego se dirigió a su silla para acomodarse―. Seré sincero con ustedes, no suelo aceptar a muchos reclutas. ¿A qué vinieron realmente?
―Samuel Rhodes de SOIS nos ha enviado a investigar la ciudad ―respondió Maura ante la miradas nerviosas de sus compañeros―. Hemos escuchado hablar sobre su orden, señor Paige, y necesitamos entrenar con ustedes para continuar con nuestra misión.
―¿De verdad? No me suena convincente, señorita ―dijo el sacerdote apoyando su barbilla en sus puños―. ¿Qué buscan realmente?
―No pienso repetirlo una vez más ―desafió Maura―. No le estamos pidiendo que nos revele los secretos de su organización, señor Paige, solo que nos ayude a entrenar nuestras habilidades espirituales.
―Creo que se está equivocando ―replicó Fausto―. ¿Habilidades espirituales? Eso suena muy descabellado incluso para un mundo convulsionado en el que vivimos.
Maura hizo aparecer la energía ámbar en todo su cuerpo y luego de un chasquido, el techo se rajó con poca profundidad.
―¡Imposible! ―exclamó el sacerdote levantándose de la butaca―. Si son capaces de utilizar el "velo de las almas" significa que...
―Hemos estado en mundos donde solo habitan almas de guerreros y dioses ―completó Thomas al ver que el sacerdote no se atrevía a terminar―. Por favor, señor Paige, necesitamos su ayuda para nuestra misión.
―No sé si me arrepentiré de esto, pero aceptaré que se queden―dijo Fausto rascándose la cabeza―. Dante, llévalos a las habitaciones que se encuentren disponibles―. El sacerdote dirigió su mirada hacia el trío y a pesar de su sonrisa, era como si estuvieran ante el doppelganger de Morani West―. Son libres de salir y entrar al edificio en el momento que deseen, también de ocupar las zonas comunes, pero recuerden cuidar bien las instalaciones.
Después de que Fausto los dejara para ir a sus actividades normales, el pelirrojo los llevó al tercer piso, donde aparentemente funcionaba como capilla, pero terminaron remodelando para hacer pequeñas habitaciones. Thomas y el licántropo compartirían una habitación de una litera con un baño incluido; mientras que Maura se quedaría en la habitación vecina. Dante les dio un tiempo para que pudieran instalarse, así que una vez solos, Thomas y Bull hicieron aparecer el cargamento de municiones y las escondieron arriba del cielo falso, para luego colocar un hechizo de escondite.
Dante apareció luego con el uniforme negro de la Orden, el cual no fue nada agradable para el trío. Iba a resultar muy complicado moverse con vestimentas pesadas a las que no estaban acostumbradas, y más cuando sospechaban de la personalidad del sacerdote. Incluso Maura, siendo humana, podía percibir las energía negativa alrededor de este. ¿Serían capaces de convencer a Dante o se dejaría influenciar por la fuerte presencia de su maestro? Para Thomas la respuesta era clara. Cumpliría la promesa que hizo y se llevaría al pelirrojo, aunque tuviera que amordazarlo o hechizarlo.
En Cuatro Lunas, el grupo de investigación aceptó el apoyo de los agentes SOIS, así como de las habilidades del niño zombie-quimera para buscar las pistas en la escena del crimen. Samuel y Wallace fueron llevados al laboratorio del reino, que para su sorpresa, no tenía nada que envidiar a los de SOIS, pero llegaron a la conclusión que necesitaban implementar más la fusión de magia con tecnología. Después de que Timothy encontrara un pequeño recipiente cilíndrico a las afueras del castillo, los agentes se encargaron de analizarlo.
Unas horas bastaron para encontrar una nueva pista: "vello corporal". No obstante, no pertenecía a algún humano o elfo, sino a un hada, un centauro y un coyote. Esa misma noche, Helena e Irinda ordenaron el interrogatorio con dichos clanes y al final de la misma, dieron con la verdadera culpable: Jolenne Radiant, una hada guardiana. Su reina estaba devastada con la traición, ya que era una de las más veteranas que sirvió durante el reinado de su madre, Tina Deuceur. Por su traición, el hada se sometería a un juicio que dictaría su periodo de castigo y tratarían de investigar que más información había sido revelada al monarca oscuro.
El hada traidora fue llevada al calabozo para ser llevada a juicio, donde autorizaron su muerte en público.
Luego la transportaron al gran árbol, con una turba de brujas lanzándole hechizos que terminaron quemando sus alas. Cuando la nueva reina se encontró presente, tres representantes del reino, la bañaron en una sustancia líquida y la quemaron con sus gritos siendo escuchados por todos. Corrina, no quiso presenciar más, por lo que se escabulló entre la turba enfurecida. Mientras huía, tuvo asco de sí misma por sentir lástima por la traidora que contribuyó a la muerte de su madre.
Corrió tanto que ni siquiera notó que había salido del castillo y se encontraba en el bosque. Aquellos gritos aún eran escuchados, por lo que supuso que aquella sustancia solo prolongaría la vida del hada para que muriera en mayor sufrimiento. De pronto, un impulso le hizo vomitar y casi se manchaba su cabello, de no ser por las gentiles manos que se lo sujetaron hasta que ella acabó.
―Eres el humano del otro día, ¡qué verguenza! ―dijo la princesa al tiempo que se limpiaba los restos de sus labios y las lágrimas en sus párpados, pero sin voltearse aún.
―Me llamo Ryan Wallace ―respondió el agente―. Y no se encuentra sola, majestad.
Corrina se giró molesta con un fuerte deseo de golpearlo, ya que en ese momento deseaba estar acompañada de su soledad. Sin embargo, se sorprendió ver al viejo licántropo, a la reina Uay y al famoso hijo de los Vonnes.
―¿Qué es todo esto? ―preguntó sin entender aquella reunión.
―Las dos reinas nos pidieron ayudarla, majestad ―respondió Viljem acercándose a ella―. Nosotros la ayudaremos a convertirse en la reina que la señora Coralin hubiese querido.
―No me interesan las leyes, solamente quiero vengarme del que causó todo esto ―expresó con mucha furia, que parecía que sus ojos temblaban. Fue tanto odio expulsado en sus palabras que terminó mareándose un poco, pero Ryan y Timothy lograron sujetarla antes que cayera al suelo―. Solo mirenme en la situación patética en la que me encuentran.
―Señorita Corrina, si realmente quiere vengarse de Jonathan van Vonter, necesitará asumir su papel como la líder de su clan ―dijo Ixchel, quién se acercó para darle una poción verde que le dio energía―. Para eso estamos todos nosotros. Mientras estemos aquí no permitiremos que deshonre la memoria de su madre.
―Todos aquí hemos perdido algo a causa de Jonathan y sus allegados ―prosiguió Timothy―. Pero si hay algo que jamás nos quitarán, es la esperanza del mundo que todos aquellos no tuvieron la oportunidad de ver y eso incluye a tu madre.
―En algo tienen razón ―dijo la princesa un poco sonrojada―. Creo que sí necesitaré de su ayuda, pero no sé si ustedes están dispuestos a tener una estudiante muy complicada.
Los cuatro soltaron una carcajada, que hizo sentir un poco apenada a la princesa.
―¿Has visto a los miembros de nuestro clan y a los uay? ―preguntó Ryan con una sonrisa que la hizo recordar cómo los demás clanes los abucheaban―. Habemos de todo un poco y muchas veces hay discusiones, pero eso nos vuelve mejores y ¿sabes por qué? ―Corrina negó con la cabeza―. Conocer pensamientos e ideologías diferentes te abren la mente y aprendes de todas. Entonces, ¿qué dice princesa Corrina? ¿Volvemos al castillo?
―Me encantaría, pero solo debo hacerte una corrección, Wallace ―dijo Corrina y con ayuda del agente y del zombie se puso de pie―. No soy princesa, soy la reina Corrina .
―Entonces, ve y reclama tu título frente a tu reino ―sugirió el agente.
―Esperen y lo verán.
Corrina hizo aparecer un círculo mágico debajo de cada uno, que los envolvió en un brillo verde. Al cruzar sus brazos, todos se elevaron y en cuestión de segundos aparecieron frente a la gran puerta de madera que daba a la plaza. Todos los ciudadanos y visitantes se detuvieron ante el resplandor que bajó hasta tocar el suelo.
―Yo la princesa Corrina de Roses, ante el reino de los tres clanes y donde las cuatro fundadoras de la magia erigieron cada muro de este pueblo...―pronunció lo más fuerte que los nervios le permitían―. Proclamo que desde este día, dejo la corona de plata de princesa, para tomar la corona de oro que mi madre anhelaba. Ante ustedes, Corrina de Roses, se declara la nueva reina y líder del clan de las brujas y brujos.
Pronto, el silencio imperante de los testigos desapareció para volverse en los vítores de los habitantes de Cuatro Lunas: ¡Salve la reina Corrina, digna heredera de la casa de Roses! ¡Oh, salve la reina Corrina! Y todos los miembros de su clan se hincaron para expresar su aprobación. Mientras que las hadas y espíritus de la naturaleza se encargaron de iluminar con fuegos artificiales y cánticos aquel momento que Cuatro Lunas recordaría como la coronación de una de las mejores reinas de su historia.
La oscuridad cubrió a la ciudad que nunca dormía alrededor de las veintiun horas. Eran pocos los edificios que sus luces permanecían encendidas por el resto de la noche; mientras que en las calles, permanecían en penumbra. En la casa de arzobispos, la cena había sido servida y al terminar, cada uno fue enviado a su habitación. Ninguno tuvo la oportunidad de acercarse a Dante Walsch. Así que esperaron hasta las once para separarse y realizar sus investigaciones pertinentes.
Thomas bajó acompañado del licántropo al piso de abajo y trató de buscar con su intuición la habitación del pelirrojo. Finalmente, detectó su energía proveniente en la tercera habitación del pasillo. Thomas le pidió a su compañero que se quedara en caso de que viniera alguien. Una vez el licántropo se escondió con ayuda de magia, Thomas tocó la puerta y esperó. Supo que Dante lo había escuchado, pero que temía abrirle la puerta. Escuchaba el corazón del pelirrojo latiendo con mucha velocidad, que ya comenzaba a molestarte. Tocó una segunda y una tercera. Iba a dar un cuarto toque, cuando Dante abrió la puerta.
―Pasa, pero por favor habla suave―invitó el chico.
Al entrar, Dante cerró la puerta con cuidado y llevó a su nuevo compañero a sentarse a la cama. Por su parte, Bull se había escondido entre los pilares del pasillo. Guardaba la calma para evitar que el hechizo de encubrimiento no fallara. Sin embargo, los pasos fuertes en el piso y un olor que pensó haber olvidado con los años, se hizo presente. ¡Era imposible! Tendría que estar muerta. Los pasos se iban acercando y cuando la figura se posó sobre las escaleras, su corazón latió con mayor fuerza.
Aquella figura era femenina. Apenas distinguía sus facciones con la capucha que la cubría. Pero tenía pecas y sus ojos ámbar. Contuvo la respiración cuando la chica caminó a su lado, pero de repente, esta se detuvo y giró hacia él.
―¿Sabes qué puedo sentirte? ―preguntó la chica observándolo con mucho asco y sus ojos brillaron con más intensidad―. ¿No piensas responder?
La mujer extendió su mano hacia el cuello y apretó con mucha fuerza. Bull no pudo contener su magia y reapareció frente a ella.
―Veo que eres de los nuevos, déjame decirte algo ―dijo la mujer acercándose a su rostro―. Tal vez a Diana le gustará lo casual, pero conmigo ni lo intentes―. Yo me llamo Ava, espero que se te quede grabado.
―¿Qué haces con mi novio? ―preguntó Maura desde el otro extremo, logrando que Ava soltara al licántropo―. Creo que entendiste mal, Bull me buscaba a mí.
Al escuchar aquel nombre, Ava se llevó una mano a la frente y se la tocó como si sintiera una infinidad de punzadas en su cabeza.
―Como sea, estoy cansada ―dijo Ava y se dirigió hacia la habitación frente a la que estaba parada Maura. Abrió la puerta y dijo unas últimas palabras antes de encerrarse ―. Deberían ir a sus habitaciones, está prohibido salir después de la cena.
Bull no quiso discutir con su amiga con lo que había dicho, ya que al final lo había sacado de un apuro. No podía decirle aún sus sospechas hasta estar seguro. Maura lo ayudó a apoyarse en la pared y pronto su corazón también latió con mucha ansiedad. Una fuerte luz se escapaba entre la rendija de la habitación. Thomas las había invocado.
―Mira, no quiero sonar pesado ―pronunció el pelirrojo―. Pero ya me interesa alguien, no quiero tener sexo contigo.
―Eso lo sé, es evidente que Alan y tú tienen algo ―dijo el agente Thomas aguantando una carcajada, que logró poner colorado al chico, pero luego el ambiente se puso tan tenso ante la respuesta que tanto esquivaba―. Pero no vine por eso y creo que lo sabes.
―Creo que te equivocas ―cortó levantándose de la cama.
―Puede que yo sí―dijo Thomas y luego se levantó para materializar un círculo mágico con un pentagrama púrpura. Thomas introdujo sus manos al círculo y de estas sacó tres espadas que hizo levitar: una que parecía de cristal, una de material gris y otra de obsidiana―. Pero ellas nunca se podrían equivocar.
Dante se acercó embobado ante la fuerte luz proveniente de las espadas. Cada vez que se acercaban, los recuerdos de aquel sueño se repetían. La voz de John van Vonter resonaba en su cabeza, sentía su cálido apoyo y una fuerte atracción hacia las espadas. Quería tocarlas y sin darse cuenta, sus manos rodearon la espada de obsidiana.
―¡Dante! ―pronunció una voz en su cabeza, al principio un poco distorsionada, pero en el segundo llamado se dio cuenta que se trataba de John―. Las espadas te reconocen como un descendiente van Vonter...En tus manos, ¡depende el despertar de los hermanos!
La voz de John se fue apagando, mientras que sus ojos se cerraron sin poderlo controlar. Entonces el pelirrojo cayó al suelo al mismo tiempo que el brillo de las espadas se apagaron.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top