Capítulo 04
Su cabello escarlata se movía suavemente por la brisa matutina frente al río Este. Gustaba pasar sus mañanas caminando en las calles adoquinadas de lo que alguna vez fue el barrio de Dumbo, hasta perderse en las vistas del imponente puente de Brooklyn y el de Manhattan. Sally conocía Nueva York a través de las películas, siendo las de Navidad sus favoritas. Así que cuando pudo vivir las cuatro estaciones se dio cuenta que era un lugar muy diferente al que conocía. Cuando el sol terminaba de elevarse en su punto, visitaba un pequeño parque que rodeaba el río y se sentaba en unas bancas para apreciarlo. Contemplar aquellos edificios altísimos la tranquilizaba. En el fondo creía que si no le hubiera tocado una miserable vida en su pueblo, Nueva York habría sido su hogar.
Lamentaba no haber podido conocerla cuando era una metrópolis bulliciosa y transitada por millones de personas. Sabía de algunas comunidades de humanos, pero con tan solo verle sus ojos rojos, era atacada con cualquier cosa que funcionara como arma. Nunca devolvió el ataque, ya que en el fondo los entendía: era un monstruo desde que se atrevió a matar a Ivantie. Aquel niño aún vivía en sus pensamientos y se imaginaba una vida criándolo como su hijo, viviendo en Nueva York o viajando por el mundo.
Desde que Dimitric y Owen la dejaron temporalmente para ir a una misión, la dama escarlata se dedicó a viajar entre ciudades del mundo humano y del "Bajo mundo" para rescatar criaturas indefensas o aquellas que fueron marginadas. Si no pudo salvar al niño, les daría una oportunidad a ellos. Y aunque la mujer disfrutara su compañía, realmente le gustaba tomarse un largo momento a solas para pensar y tratar de conectar con sus vidas pasadas, que desde la última vez no había conseguido. Debía buscar a la trinidad divina para recuperar su memoria y ayudar a sus amigos en la misión. El problema es que no sabía cómo encontrarlos. Había viajado a todos los continentes y visitó cada ciudad que pudo del otro mundo. Todo indicaba que no era el momento.
Cuando el mediodía se hizo llegar, el cantar de las gaviotas le indicaron que era hora de regresar al campamento. Se levantó de la banca para caminar hasta el barandal, donde se subió y extendió sus alas de murciélago. En ese momento sintió la mirada de un extraño, pero no podía descubrir su dirección, ya que se movía con rapidez. Así que se tomó impulso y voló lo más alto que le permitía de estar cerca de las nubes. Cuando perdió la presencia de su vigilante, bajó de nuevo para sobrevolar los rascacielos, en lo que logró avistar algunas fogatas.
―¡Detente! ―le ordenó una voz masculina en su cabeza que era la misma que había escuchado otras veces.
Por supuesto, Sally la ignoró. Cuando llegó al área del parque Bryant, se estrelló contra lo que parecía ser un campo de fuerza. Sally cayó al parque, lo que hizo un gran hundimiento en el pasto. Mientras se levantaba, notó algunas runas púrpura desapareciendo junto al campo de fuerza invisible.
―No sé quién eres, pero ya deberías presentarte, ¿no crees? ―le dijo Sally a su voz interna―. ¿Qué diablos es esto?
―Hay un demonio herido ―respondió la voz―. Y creo que nos llama.
―La única voz que escucho es la tuya ―soltó Sally con enojo―. Siento que alguien me asecha y por ello debo proteger a mi comunidad.
―Lamento tener que obligarte.
―¿Obligarme a qué? ―preguntó exaltada.
De repente, su cuerpo se comenzó a mover por sí solo acercándose al campo de fuerza. Sally creó un portal en el suelo por el cuál entró. Se encontró en la estación de metro más cercana, con una temperatura demasiado baja que llegó a helar su sangre. Bajó a los rieles del metro, intrigada por un destello opaco de color púrpura. Cuando estuvo lo más cerca posible, Sally recuperó su movilidad.
―¡Qué sea la última vez que ocupas de esa manera mi cuerpo! ―exclamó muy enojada, pero luego se serenó―. Bueno, trataré de ayudar a esa cosa si eso quieres, pero deja mi cuerpo en paz.
Se agachó para tomar la luz y luego creó un círculo mágico para colocarlo. Sally se llevó una mano al corazón y la otra al círculo, logrando que una luz dorada la cubriera por completo. En pocos segundos, la luz púrpura se esfumó dejando visible a una rata gris con tres ojos negros.
―¿Y qué demonio se supone que eres tú? ¿El famoso Lucifer? ―preguntó Sally examinando a la rata y en el momento que sus miradas se cruzaron, Sally sintió una presión en el pecho―. Siento que te conozco desde hace tiempo y no me agrada nada el sentimiento que me produces.
Los ojos de la rata emitieron un brillo púrpura que pusieron en trance a la dama escarlata. De un instante a otro, Sally se encontró en diferentes partes del mundo donde observó a ángeles y demonios siendo cazadas sin piedad por una gigantesca serpiente de escamas esmeraldas y grises, así como alas de murciélago.
―¿Esther? ―preguntó la criatura―. Tienes un parecido a esa maldita traidora que se hizo llamar mi madre ―Sally no contestó o al menos sus palabras no salían de su boca por la impresión―. ¿No piensas contestar? Sea quién seas, no te metas en mi camino porque te mataré.
―¡Ella no está sola! ―respondió su voz interior y con ella apareció un fuerte resplandor dorado que hizo retroceder a la criatura―. Los años que pasaste encadenado por nuestros elegidos te dejaron muy debilitado. Si buscas volver al tablero significa que la batalla final también se encuentra cerca.
La misteriosa criatura trató de pronunciar palabras, pero solo soltaba sonidos sin sentido. Era como si estuviera bajo un hechizo.
―Veo temor en tu semblante al verme ―se burló la criatura plateada―. En nuestro próximo encuentro, ¡serás vencido por las trinidades de la profecía!
La criatura alada se abalanzó al grupo dispuesto a tragárselos, pero en ese momento se deshizo como humo. Mientras que Sally, con la rata en su mano, apareció en los rieles del subterráneo, donde un metro estaba a punto de estrellarse con ellos. Sally abrió un portal y aparecieron de nuevo en el parque. No entendía lo ocurrido y le resultaba más confuso que Esther se convirtió en la madre de una criatura de esa índole. ¿Acaso tenía que ver con el castigo que los dioses les impuso a ella y Lilith? Llamó a su voz interior, pero todo indicaba que la conexión mental con ella se había terminado, así que colocó a la rata en el suelo y extendió sus alas para volar hacia el campamento.
―¿No me llevarás? ―preguntó la rata sorprendiendo a Sally―. ¡Válgame Satán! Eres una vampiresa y te sorprende que una rata te dirija la palabra―. La dama escarlata se giró para observarlo con detenimiento―. Soy un demonio, o al menos, un fragmento del príncipe Asmodeo.
―¿Y cómo quieres que te llame, rata? ―preguntó Sally con molestia al escuchar ese nombre.
―Ya te lo he dicho, soy Asmodeo ―respondió la rata emitiendo un chillido al final de la oración.
―Yo soy Sally Scarlet ―dijo extendiendo su mano para que Asmodeo subiera por ella y una vez se acomodó en el hombro de la mujer continuó―. No me agradas, rata, pero creo que no podré librarme de ti por un buen tiempo, ¿verdad?―. Asmodeo asintió y luego Sally comenzó a batir sus alas―. ¡Sujétate bien!
La dama escarlata emprendió vuelo sin saber que se acababa de convertir en el blanco fácil de Koras, el hombre búho. Oculto entre lo que antes parecía ser un pequeño kiosko de café, fue testigo de como Sally se dirigía en dirección del Central Park. Poco a poco la invisibilidad del cazador desapareció hasta dejar al descubierto un tronco superior cubierto de plumas cafés y una máscara de aviador de color negro.
―¿Así que hay demonios involucrados? ―pronunció acercándose al lugar donde antes se encontraba Sally―. Con esta información es posible que obtenga más de lo que busco―. Koras sacó unas pequeñas bolas metálicas que lanzó al cielo, donde sacaron helices que les permitieron sostenerse por su cuenta―. Muy bien, ha llegado su turno.
El hombre-búho apretó un botón en su reloj que volvió invisible a los mini drones. Miró la pantalla comprobando que ya se encontraban siguiendo a la dama escarlata. En pocos días, su misión estaría completa.
Habían transcurrido algunos días después de que la reina de los vampiros fuese envenenada. La noticia se difundió más rápido que de costumbre. Muchos seguidores estaban preocupados no tanto por el bienestar de su reina, sino por la supuesta estabilidad que nunca trajo; además que no comprendían cómo era posible que una diosa con siglos de experiencia no detectara el veneno. Todo estaba claro: Lilith ya no era la guerrera fuerte de antes. La leyenda contaba que fue la primera mujer creada por un dios, pero tras desobedecer las exigencias divinas, fue desterrada de la dimensión del "paraíso" para vagar en el mundo humano. Tras años de sufrir penurias, terminó encontrándose con el clan de los demonios y ahí conoció a la misteriosa Katzleva, la diosa lunar y primera en practicar el vampirismo.
Debido a su tenacidad, Katzleva la escogió como parte de los doce elegidos de diferentes mundos para convertirse en los primeros vampúmanos. Lilith fue conocida por ser la más despiadada entre los doce y por supuesto, la más creativa e inteligente, ya que fue la primera en emplear la magia lunar. Toda su imagen y devoción pendía de un hilo. Por una parte comprendían que su alma estuvo encerrada durante milenios en una dimensión, pero por otra sabían que eso podría significar debilidad. ¿Cómo pensaban invadir el mundo humano y traer el mundo prometido?
Esa misma pregunta se realizaba Lilith desde su cama. El veneno le había atrofiado varios músculos, por lo que su recuperación estaba siendo muy lenta para su pesar. Al menos le permitían salir a la terraza para respirar un poco de aire fresco, si es que así se le podría decir al olor a podredumbre del terreno aledaño. Aunque prefería eso a las visitas de Jonathan. Estaba arrepintiéndose de haberlo escogido como esposo y como el ayudante de su plan. Solo le quedaba esperar a recuperar su verdadero cuerpo.
Tras aburrirse de la vista se acercó al tocador para cepillar su cabello. Amaba a su recipiente, eso no lo podía negar. Sin embargo, este la rechazaba constantemente. En tres años, Lilith tuvo batallas mentales con Santiel. Pero desde hacía seis meses que no entablaba contacto con el rey de los ángeles. Mientras se preguntaba qué habrá sido de este, una presencia fría detrás de la puerta la devolvió a la realidad. Con ayuda de su magia, giró la perilla, puesto que sabía que se trataba de Claude van Vonter. Ella asintió para indicarle que pasara y tomara asiento en su cama.
―De acuerdo a las enfermeras estará recuperada muy pronto, mi señora ―dijo Claude acomodándose en la cama. Notó como la reina de los vampiros se acomodaba su bata debido al frío, por lo que trató de controlar su magia―. Lamento incomodarla, estoy demasiado acostumbrado a la nieve que siempre olvido que los demás podrían no soportar.
―Descuida, Claude, pero por favor, ya te dije que me llames Lilith ―dijo la mujer con una amable sonrisa. Por una extraña razón, Claude le resultaba confiable a pesar de la traición que cometió y por un segundo pensó en devolverle Wintera―. Sé que mi hijo se encuentra a salvo y de todos los rumores que circulan en el reino. Así que desenrolla la lengua y dime qué te ha traído a mi habitación.
―¿No recuerdas lo de anoche? ―preguntó Claude viéndola con la mirada seria.
―Después de tomar la poción de Trinas me acosté para dormir...
―Ayer volviste a ser Amber y mató a los que intentaron detenerla ―soltó el Lunar de hielo y sin necesidad de su magia, logró que la piel de la vampiresa se erizara―. No ha sido la primera vez que ocurre.
―Es imposible, el alma de Amber me pertenece ―dijo Lilith―. En algún momento se desligó de mí, pero sigue siendo mi alma.
―Eso fue en el pasado―corrigió Claude después de un pequeño suspiro―. El alma reencarnó varias veces hasta que llegó al de Amber. Comparten sus "datos", pero lamento decirte que ya no te pertenece.
―¡Maldita perra! ―pronunció Lilith a la vez que lanzaba el cepillo al suelo. Se paró con fuerza olvidando su estado, por lo que cayó al suelo. Claude se levantó de inmediato para socorrerla, pero esta lo rechazó y se incorporó lentamente por su cuenta―. Dime, Claude, ¿qué puedo hacer mientras espero recuperar mi verdadero cuerpo?
Claude chasqueó su dedo y delante de él se dibujó un pentagrama celeste en el suelo. A continuación, cruzó los brazos y luego los separó. En el pentagrama comenzó a materializarse una figura femenina, con botas plateadas, de pantalón holgado celeste con estampado de copos plateados; además de un abrigo blanco que aparentaba de ser de piel; mientras que el rostro era cubierto por un barbijo blanco y sus ojos por un antifaz plateado.
―Te presento a Beth, ella será tu doncella ―presentó el Lunar a la misteriosa chica de blanco―. Confía en ella, te ayudará a controlar tus disociaciones.
―Será un placer asistirla ―dijo Beth haciendo una reverencia. Su voz era gentil, aunque le costó entenderla un poco debido a que hablaba bajo. Beth se giró a su amo y habló―: Puede dejarnos a solas, señor Claude.
―Te quedas en buenas manos, ¡hasta pronto, Lilith! ―le dijo y finalizó con un guiño.
Claude cruzó los brazos y desapareció dejando un montículo de nieve que se derritió en cuestión de segundos. Lilith se quedó analizando de pies a cabeza a la chica, quien aparentaba una edad cercana a la de su recipiente. Esperaba que dirigiera algunas palabras más, pero Beth únicamente se dedicó a sonreír, causando incomodidad en la reina.
―Agradezco que quieren ayudarme, pero sigo sin entender cómo lo harás ―dijo Lilith para romper el silencio incómodo―. ¿Qué quieres que haga?
―Primero, póngase cómoda ―respondió Beth y haló la silla frente al tocador para colocarla a la par de la cama―. ¿Qué espera para moverse?
―¡Insolente jovencita! ―gritó con exaspero y sin pensarlo dos veces levantó la mano para soltarle una bofetada―. ¿Cómo te atreves a hablarme en ese tono? ¡Soy tu reina!
―Le pedí que se pusiera cómoda ―dijo la chica con una voz dulce que molestó aún más a la vampiresa y luego bajó las manos―. Mientras esté bajo mi tutela, señora Lilith, necesito que confíe en mí y obedezca mis indicaciones. Si no le gusta puedo irme, pero eso significa que la verdadera dueña del cuerpo la expulse y el alma de su majestad termine por morir―. El rostro de Lilith se enrojeció de la cólera y se pudo ver algunas venas sobresaltadas, pero terminó acatando las palabras. Se acostó en la cama y apoyó sus manos en el abdomen―. Bien, me alegra que nos entendamos.
―¿Y ahora?
―No me interrumpa ―respondió Beth con una voz un poco molesta―. Necesito que cierre los ojos, despeje su mente y abra el tercer ojo―. Cuando Lilith se animó a seguir la indicación, Beth hizo aparecer un círculo mágico dorado debajo de la cama, que envolvió a Lilith por completo. Después de ello, un cuenco tibetano apareció en las manos de la chica y dio los primeros toques―. Cuando llegue a diez, dejarás este mundo para encontrarte con Amber Hills...Uno, dos...
Un toque hizo que cada célula del "cuerpo" de Lilith vibrara. Incluso por un momento pudo sentir un fuerte calor en la frente, además como si dos manos le presionaran en esa zona. Beth iba por el seis, pero el volumen de su voz ya se escuchaba distante. Y por fin llegó el último toque que hizo que la mente de Lilith se apagara.
―Puedes abrir los ojos ―indicó Beth―. Ahora, dime tu nombre.
―Am...Amber Hills ―respondió.
―¿Qué ocurrió con Lilith? ―preguntó con mucha sorpresa viendo como Amber se levantaba como si su cuerpo no estuviera afectado.
Amber se quitó la bata, quedando en la completa desnudez, lo que permitió que de su espalda se extendieran dos hermosas alas tan brillantes. Esto hizo que Beth se cubriera con la mano y cuando bajó la guardia, Amber desapareció de su vista. Solo bastó unos pocos segundos para que Amber la tumbara en el suelo mientras la sujetaba del cuello.
―Pareces ser una chica amigable, no me gustaría matarte ―dijo Amber bastante tranquila a pesar que unas venas negras le saltaban en el rostro―. Así que necesito que me lleves donde Jonathan para acabar con la maldita batalla.
―La batalla que dices terminó hace tres años ―expresó Beth casi quedándose sin aire, pero luego de las últimas palabras, Amber la soltó del cuello debido a la fuerte noticia―. Lilith regresó y ha estado ocupando tu cuerpo.
―¿Y mis amigos?
―Desconozco si sobrevivieron o perecieron en el campo de batalla.
―Me niego a creer que estén muertos. Aún así...¡debo matar a Jonathan! ―expresó Amber y en su mano se materializó una espada dorada que extendió para cortar a Beth―. Aunque eso implique matarte.
De repente,la temperatura en la habitación disminuyó al punto que alrededor de ellas se formaron estalagmitas; mientras que del techo caían copos de nieve. Amber supo que esa magia podía tratarse de Claude van Vonter, pero no percibía su energía cerca. Intentó atraer la espada, pero un escudo de hielo se formó protegiendo a Beth. Amber saltó hacia atrás y se incorporó mientras giraba en búsqueda del lunar.
―No sea tan cobarde y aparezca, señor Claude.
―Te equivocas, él no se encuentra aquí ―le corrigió Beth sujetando dos cimitarras―. Es mi magia. Deja que me presente...Soy Beth, la sucesora del señor Claude―. Antes de que la chica continuara presentándose, Amber envolvió su espada con fuego y asestó un golpe que apenas la hizo retroceder un metro. Sin embargo, fue mayor su sorpresa al ver el hielo se mantenía como si no se viese afectado por el calor. Amber saltó hacia atrás y apuntó su espada―. Creo que no entendiste cuando te dije que soy la sucesora del Lunar del hielo. Si usas esa magia de fuego, recuerda que no es como la magia del señor Vonnes.
―Bien, entonces, Santiel te lo dejo a cargo ―dijo Amber mientras en sus ojos aparecían el símbolo de la estrella―. Salve Divina Magia: Lumen Divinum: iudicium dei.
En el momento que una estrella de David se dibujó enfrente de Amber, la sucesora de Claude corrió en zig-zag en su intento de escapar de los meteoritos que salían del círculo mágico. Desde cierta distancia, parecía que Beth danzaba en cada esquivo, salto y desvío con sus cimitarras. Cuando estuvo a unos cuantos metros de Amber, saltó por encima e hizo desaparecer las cimitarras, para darle un fortísimo golpe en la espalda con sus palmas. Amber fue arrojada hacia la pared, logrando que el hechizo de los cometas se esfumara.
―No quiero ser tu enemiga, Amber Hills ―dijo Beth extendiendo la mano, en la que era visible un tatuaje púrpura con un símbolo que creyó haber visto antes en el castillo―. ¿Sabes que es doloroso tener la mano así?
―¿Me ayudarás en contra de Lilith y de Jonathan? ―preguntó levantando la mano, pero sin tocar la de Beth.
―Vencerlos dependerá de ti, Amber ―respondió muy seria, pero pronto le devolvió una sonrisa genuina. Incluso Santiel le comentó que Beth transmitía confianza―. Estoy aquí para ayudar a Lilith, pero tú en parte también eres ella. Si te vuelves fuerte conmigo, podrás derrotarla a tu manera.
Sonaba convincente, pero algo le preocupaba a Amber. ¿Qué pasaría si Beth le comunicaba sus reuniones al alma que vivía forzadamente en su cuerpo?
―No te queda otra opción que darme la oportunidad, has pasado sin entrenar por tres años ―aclaró Beth y después de esperar un buen rato por su respuesta, Amber asintió y le tendió la mano―. Será un placer asistirte, pero es una pena tener que vernos más adelante.
―¿Qué estás..?
Sin embargo, Amber no pudo completar su pregunta. Beth hizo tocar el cuenco con ayuda de telekinesis y su estudiante cayó en un profundo sueño. Después del séptimo toque, Lilith despertó. La chica ayudó a levantarla y la llevó a la cama. Lilith creyendo que había ganado la confrontación se alegró como nunca. Estaba segura de que podría vivir más tiempo habitando aquel cuerpo, mientras esperaba que el festival se llevara a cabo.
Jonathan decidió regresar al castillo después de varios días recluido en una cabaña. ¿De qué le serviría esconderse siendo el rey absoluto del Bajo Mundo? Si continuaba atemorizado solo conseguiría que sus súbditos le perdieran respeto (o al menos eso era lo que él creía). En el fondo deseaba más tiempo alejado, disfrutando con Palkha. Nunca en su vida pensó llegar a amar a un hijo de su estirpe, después de haber sacrificado a tantos por conseguir la vida eterna.
Llegó a la sala del trono y tomó asiento mientras esperaba a los invitados para una reunión de emergencia. Notó el piso agrietado donde la batalla con su sobrino se llevó a cabo. Le producía éxtasis tenerlo como una especie de trofeo, pero lo que más le fascinaba era los vitrales representando la muerte de Dimitric clavado a las espadas; la de Clementika sollozando en el suelo y la escena de Lilith quitándole la vida a John. Gracias al sistema de luces mágicas podía disfrutarlo cada vez que se encontraba en la sala. Pronto, Lilith conseguiría su cuerpo original y la invasión finalmente se llevaría a cabo. Mientras se siguió perdiendo entre recuerdos y sueños anhelados, ni siquiera notó la presencia de Claude y el matrimonio Vonnes.
―¿Quién más falta? ―preguntó Elizabeth acomodándose la mascarilla que le cubría la mitad de la cara, o mas bien las cicatrices que le proporcionó Sawyer en Venecia. Notó como Jonathan mostró disgusto al verle parte del hueso expuesto en la mandíbula, por lo que Elizabeth alzó la voz―. ¿Así que me has citado para burlarte de mí? No me extraña que intentaran matarte.
―No le hagas caso, Elizabeth ―intervino Claude y luego le regaló una sonrisa muy genuina―. Con o sin cicatrices, sigues siendo una vampiresa muy hermosa―. Aquellas palabras sonrojaron al Lunar de Sangre, quién tuvo que girar la cabeza para esconder su vergüenza. Claude volteó hacia Jonathan esperando que le indicara en su cabeza el momento adecuado―. ¡Lo que ordenes!
Claude caminó hacia la gran puerta para luego abrirla. En el exterior se encontraba una figura alta, que vestía una armadura plateada y un casco que le impedía mostrar su identidad. Claude esperó unos segundos para que el invitado se adelantara y luego cerró la puerta, teniendo cuidado que nadie más se diera cuenta.
―Señor Jonathan, es un honor estar frente a usted de nuevo ―pronunció el caballero haciendo una reverencia―. Se está orquestando un complot para iniciar una guerra con su reinado y el de la señora Lilith.
―¿Estará relacionado con el intento de asesinato de hace días? ―preguntó Jonathan un poco molesto―. Espero que la información valga la pena si quieres seguir teniendo nuestro apoyo.
―Los clanes se están reuniendo para ir a la guerra en contra de usted ―soltó el caballero y esto hizo que los cuatro Lunares se voltearan a ver―. Desde hace meses se ha planeado "el concilio de clanes". Todos han sido invitados y es posible que los amigos de su sobrino asistan, o como le llaman en el Bajo Mundo, "el clan Van Vonter".
―Entonces, te ordenaré que te infiltres y se hagan aliados ―expresó Jonathan y de pronto, un aura púrpura le rodeó―. Quiero que los maten a todos, no me importa si hay niños presentes. En cuanto al supuesto "Clan Van Vonter", dejamelos a mí cuando llegue el momento.
―Así será, su majestad ―respondió el caballero inclinando su cabeza en señal de respeto.
El invitado sin nombre se retiró por la misma puerta donde había ingresado, dejando en completa tensión a los invitados, en especial al matrimonio Vonnes. Incluso Claude percibió el temeroso olor que despedía como si escondieran algo. ¿Era posible que fueran ellos los que intentaron envenenar a Jonathan? No tenía mucho sentido si se contrastaba con las acciones que habían trabajado en los últimos años. Los Vonnes consiguieron importantes fuerzas aliadas en el reino de Calguta, que se encontraba detrás de la muralla fronteriza entre los mundos. Pero aquel silencio sepulcral en el que Jonathan acostumbraba en sus reuniones, los ponía más en evidencia su miedo.
―No creo que fueran ustedes ―pronunció el monarca oscuro, por lo que el matrimonio Vonnes suspiró en su interior ―. Han demostrado su fidelidad con creces...Elizabeth, a pesar de tus heridas, me has apoyado con tus soldados y has traído un producto muy exquisito desde el mundo humano. Mientras que Tártaros, gracias a ti, he podido expandir mi reino―. Al finalizar el mensaje para los Vonnes, su mirada se centró en su hermano, del cuál desconfiaba desde que dejó escapar a la chica―. En cambio tú eres complicado de descifrar, Claude...Aun así, mis sospechas recaen en Ruffus y Astryd.
―¿Ruffus y Astryd? ¿Hablas enserio? ―preguntó Elizabeth en un tono de burla, puesto que todos conocían la actitud de Ruffus―. Nadie los ha visto y no creo que quieran involucrarse en una guerra que perderán.
―Los estudios que realizaron los doctores indican que el veneno contiene espiga nubosa ―refutó Jonathan y se dirigió a Tártaros―. ¿Recuerdas qué es, querido primo?
―Fue un regalo para la boda de Ruffus y Astryd ―respondió Tártaros con una sonrisa que denotaba orgullo―. Creé esa flor pensando en las habilidades de ambos y además se quedaron con la la fórmula. Puede que no estés tan del todo equivocado, ¿quieres que los busquemos?
―Quiero que visiten cada región hasta encontrarlos, pero quiero ser yo mismo él que cobre venganza por lo que hicieron ―respondió Jonathan―. Pero además, quiero que apoyen a los infiltrados del Concilio. ¿Quién sabe? Es posible que ambos puedan vengarse de sus armas traidoras.
De pronto, un fuerte ruido proveniente del castillo sacudió las paredes, además de esparcir el molesto polvo del techo. Esto continuó por mucho tiempo, por lo que Jonathan indicó a su hermano de averiguar lo que ocurría. Cuando se dirigió a aquella torre confirmó que se trataba de su aprendiz. Por lo visto logró convencer al alma humana que todavía residía en aquel cuerpo. Estaba orgulloso de Beth. Sabía que no lo necesitaría cerca, por lo que tomó una importante decisión. No obstante, los historiadores sólo consiguieron registro de la siguiente conversación.
―Me embarcaré en un viaje, del que quizás no regrese pronto ―dijo Claude al mismo tiempo que dibujaba un círculo mágico y de este sacó un collar de un copo de nieve suspendido ente una luna menguante que posteriormente colocó en las manos de la chica―. Recuerda: 1) No sigas las órdenes de Jonathan,¡lo tiene prohibido! 2) Mantente cerca de la chica y no dejes que ningún Lunar se acerque, a no ser que sea Jonathan―. Claude apretó suavemente las manos de la chica―. 3) Cuando te sientas en peligro, este amuleto te protegerá.
Claude soltó las manos de la chica y se dispuso a abrir un portal.
―¿Puedo saber dónde se dirige? ―preguntó Beth un poco preocupada ante el tono de su maestro.
―Entre menos sepas, más segura estarás ―respondió Claude sonriéndole―. Nos veremos pronto, ya lo verás.
Cuando su maestro desapareció, Beth se acercó a verificar a la habitación de Lilith. Por suerte seguía dormida y no logró escuchar su conversación. Mucho más tranquila, bajó las escaleras en búsqueda de la habitación que le habían asignado, donde a pocos metros se encontraba el matrimonio Vonnes conversando en voz baja. No lograba distinguir sus palabras debido a que no tenía su oído vampiro muy desarrollado. Continuó caminando y se detuvo frente a su puerta para meter la llave.
―Espero no ser una vecina molesta, señores Vonnes ―dijo Beth sonriendo con hipocresía―. Soy Beth, la guardiana asignada para la señora Lilith.
Los Vonnes la miraron con disgusto, pero a Beth no le importó y no borró su sonrisa. Cuando se encerró en la habitación, los Vonnes entraron a su respectiva. ¿Estaban ocultando algo? No importa lo que fuera, Beth estaba dispuesta a averiguarlo para no decepcionar a su maestro.
¿Qué tan confiable podrá ser Beth? ¿Aliada o enemiga? Tiren sus teorías, lxs leo.
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