Capítulo único
¿Qué podemos decir de las cosas que nos rodean? En realidad muy poco supongo. Es como cuando te llaman por tu nombre por primera vez en esta vida, no sabes que esa es la forma en que te reconocerán durante toda tu existencia, sin embargo, en base a muchas repeticiones comprendes y aprendes que debes reaccionar a esa palabra sólo porque a tus padres se les ocurrió nombrarte así.
¿Por qué digo todo esto?
Esa es otra pregunta que muy seguramente a muchos les ha de parecer sin sentido y con poca importancia, es decir nadie recuerda cuando fue que lo llamaron por primera vez por su nombre. Pero si bien esto es irrelevante si es una buena forma de comparación para un tema tan tonto y trivial como es el amor.
Porque querido diario, yo no recuerdo cómo fue que empezaron a llamarme Wolfram, o quien fue la primera persona en pronunciarlo.
De esa misma forma tampoco se cuando me enamore, ni como empezó, ni quien fue el primero en dar un paso dentro de ese vórtice de sensaciones, sentimientos y pasiones que nos arrastran a un mundo irreal lleno de dolor y felicidad.
Se que suena burdo, sin embargo, nadie vendrá a decirme nada, ni leerá nada, así que puedo estar tranquilo y escribir como fue que él cambio mi vida.
¡Oh! Sí, la cambio como no tiene idea.
Y eso es algo que no estoy dispuesto a admitir ante nadie, ni siquiera frente a él.
Bien, ¿por dónde debería comenzar? ¡Ah! Sí. Te diré que llevamos ya tres años de compromiso. Sí, ese es un buen comienzo.
Bueno. Llevamos tres años de compromiso, en ese tiempo hemos vivido experiencias de todo tipo, y si bien es cierto que los primero dos años ese debilucho enclenque de mi prometido. ¡¡Oh!! Disculpa se llama Shibuya Yuuri, y sólo yo tengo el derecho de insultarlo. Regresando al tema ¿qué era? ¡¡Ah!! Sí. Te decía del enclenque que no aceptaba eso de que fuera su prometido, porque sus prejuicios se lo impedían.
¿Pero cuáles prejuicios? Me preguntaba yo constantemente, su madre Miko-san es una mujer encantadora y de pensamiento libre, ella me ha recibido desde el primer momento con los brazos abiertos y me ha propuesto ir a buscar un vestido de novia.
No estaba en mis planes usar uno. Aclaro. Pero no voy a pienso negarme a esa mujer que para mí ha llenado un gran hueco en mi vida.
Su padre es un mazoku, de baja categoría, pero un mazoku a fin de cuentas. Él tampoco parece tener inconveniente con nuestra relación. Muy por el contrario, cuando supo mi nombre y mi rango puedo jurar que le vi levantándose el cuello. No era para menos, la casa de los Von Bielefeld se ha enorgullecido siempre por su linaje. Fue amable conmigo y su forma de ser me hace sentir un miembro más de esa pequeña pero adorable familia, tanto así que a veces sueño que de verdad puedo llamarlos papá y mamá.
Sueños utópicos lo sé, pero es lo único que puedo hacer con respecto a Yuuri.
Que puedo decir de Shori. Shori es... es... es Shori...
Se que no es una gran descripción, pero si tengo que decir algo bueno de él es que; fue una patada de mula en el hígado para él saber de nuestro compromiso. Pero me hace, sino feliz, si por lo menos estar tranquilo, saber que su reacción para conmigo fue la misma que si tratara de una mujer. Para su hermano mayor no era el hecho de que se tratara de un hombre, más bien que alguien le estaba quitando a su hermanito.
"ESTAS ACAPARANDO A MI HERMANO Y PERVIRTIÉNDOLO" creo que esa es la frase correcta.
Pero aparte de eso me dio gusto entender que no me despreciaba.
¿Entonces de donde diablos ese miserable infiel saco los prejuicios si nadie en su familia los tiene? Me pregunte casi al borde de la histeria.
O tal vez esa no era la pregunta.
¿Era yo tan poca cosa que incluso tenía que mentir y salirme con esa excusa tan estúpida para que no me le acercara?
Eso me puso triste pero nunca se lo demostré.
Prosiguiendo con mi relato.
Después de pasada esa faceta de "ESTE COMPROMISO FUE POR ERROR" la cual por cierto le costó mucho superar, ya dije dos años, vino lo de "ESTA BIEN, SOMOS PROMETIDOS LO ADMITO, PERO NO NOVIOS" y es en la que estamos ahora.
Las cosas han mejorado. Ahora me mira a los ojos y me dice cosas dulces, me abraza frente a la gente y me toma de la mano, reconoce que soy el otro padre de Greta. Nuestra linda nenita. Mas mía que de él.
Eso debería reprochárselo, después de todo soy yo quien la educa, quien en sus travesuras la censura y saca la cara por ella. ¡Dios! es una niña, obvio que no es una santa. Además, el estar con Anissina no ayuda.
El sólo la ve debes en cuando, la mayoría del tiempo está en la tierra y cuando regresa se las ingenia para irse en alguna misión. Yo lo acompaño, si no fuera así estoy seguro que ni se acordaría que existo. Eso duele.
Mi pequeña ahora va a cumplir ya once años y estoy orgulloso de ella, estoy seguro que cuando se marche; para eso me estoy preparando psicológicamente; ella será una gran soberana de Suberea. Quiero un gran futuro para mi niña. Se que no podré escogerle marido, Anissina le ha dicho que en su corazón sólo ella manda. Estoy de acuerdo, pero me gustaría que buscara mi aprobación.
Se que dirás. Apenas tiene once años, falta mucho para eso. Pero el tiempo corre rápido y mi linda hija es humana, para cuando me dé cuenta la veré con un bebe en brazos.
Cuando lo imaginé, casi me arranco los cabellos de la cabeza. Mataría al maldito violador que se atreviera a tocarla. Luego reí a carcajadas. Yo podría ser su padre, pero necesitaba de otro tipo de amor en su vida. Así que muy a mi pesar. Y encontrándome que el seudo de sobre protector endemoniado que tanto le cuelgo a mis hermanos era también de mi medida, suspire prometiéndome que nunca le pondría trabas a su vida sentimental, muy por el contrario, si ella me pidiera ayuda, sería su alcahueta. Y antes que lo preguntes, no, no me daría pena que me llamaran así, después de todo se trata de la felicidad de mi bebé.
Mi bebé. Eso se escucha bonito. Si tan solo fuera cierto.
Ya estoy divagando. Ahora que lo pienso hacia tanto que no escribía en tus paginas que me había olvidado como te llamaba en ese entonces.
Mi conciencia.
Eres mi conciencia.
Cualquiera pensaría que estoy loco, un diario debe llevar un nombre de persona, porque es como tu mejor amigo. Le puedes contar todo y nunca dirá nada. Pero para mí es más como hablar conmigo mismo. Después de todo nunca he obtenido respuesta.
El día ya acabo por hoy, la vela esta casi consumida por completo y quiero ir a dormir. Muy seguramente Yuuri estará recostado contra la cabecera de la cama leyendo un cuento, mientras Greta descansa sobre las almohadas ya casi dormida aun así atenta al final de la historia.
Una muy linda estampa la verdad. Talvez haga un dibujo de eso y lo coloque aquí para poder verla siempre, porque mi sueño no creo dure tanto.
Talvez uno de estos días me encuentre escribiéndote otra vez, ahora con lagrimas en los ojos y una gran tristeza en el corazón, porque mi compromiso con el infiel enclenque se ha terminado. No creas que no lo he imaginado. Claro que lo he hecho. Y hasta he llegado al extremo de visualizarlo con alguien más.
Me parte el corazón y quisiera arrancármelo.
¿Sabes que es lo peor, el absurdo total?
Que, si bien lloraría y moría de pena, no sería capaz de manchar su felicidad con mi dolor.
Soy un tonto, no, un imbécil total.
Bien es hora de marcharme, mañana por la mañana estaré de patrulla en el lado norte del reino, no sé cuándo volveré. Me encuentro algo nervioso, las disputas en esa parte de la frontera son añejas y difíciles.
No quisiera irme sin despedirme de él, pero si le informara a donde tengo ordenes de ir muy seguramente encontraría la forma de impedirlo. Y eso está en contra de mi orgullo, después de todo soy un militar, un soldado al servicio de la corona, al servicio de un pueblo al cual me debo.
Se supone que llevo tiempo queriendo cerrar tu portada, pero mis dedos aun sujetan la pluma y las palabras aun están siendo estampadas en esas hojas blancas que te constituyen. Desearía que fueras real, que tuvieras boca para contestarme y consolarme. Quimeras mías.
Ya mañana será otro día, espero que el sol brille más que hoy.
Espero que haya un mañana.
Atte. Sir Wolfram Von Bielefeld.
El librito de portada roja fue cerrado con tanta delicadeza que cualquier pensaría estaba conformado por alas de mariposa en lugar de papel. Era demasiado pequeño, tan aparentemente insignificante para el tamaño de los secretos que en sus páginas se escondías. Los mismos que al ser expuestos habían provocado un sunami sentimental, demasiadas emociones erupcionaron con violencia en el pecho del lector, tantas que incluso se vio imposibilitado para reprimir las lágrimas que corrían por sus ojos.
A su espalda la puerta se abrió sin que él, meditabundo como se encontraba, se percatara de ello.
-Yuuri ¿qué estás haciendo levantado a esta ahora? -pregunto Wolfram entrando a la habitación y que curiosamente a pesar de la hora se mantenía casi a oscuras, pues había una única vela junto al rey brindando claridad.
-Nada en especial Wolfram -contestó limpiando apurado los rastros de agua salada de su rostro. -Sabes deberíamos ir mañana a pasear.
-¿Que te ha dado enclenque? -cuestiono Wolf tintando su tono con cierto recelo mientras una sonrisa triste adorno su boca. -Pensé que habías dicho que mañana regresabas a la tierra -comento a la ligera mientras sus pies lo conducían al armario para tomar el camisón de dormir y así comenzar a prepararse para ir a la cama.
-No iré a ningún lado -afirmó Yuuri con demasiado aplomo. -Ya no...
El príncipe lo miró primero con curiosidad y algo más que Yuuri no supo definir, igual a una fiera que a pasos lentos va acercándose a un posible peligro, con cautela, pero listo a reaccionar.
-¿Te sientes mal? -Wolfram lo escaneo preocupado buscando solo con los ojos algún posible síntoma de malestar o tal vez una herida pasada que le causara dolor. Elevó su mano a la altura de la frente del rey con la intención de tomarle la temperatura. -¿Quieres que llame a Gisela?
Yuuri pensó que ese chico al que todos tachaban de egoísta, ególatra o hasta mocoso insufrible, en realidad podía ser tan dulce e inocente, atento y servicial. Y al verlo dar la vuelta, listo para correr en busca de la mencionada sanadora, no dudo en sujetar su mano evitando que se fuera.
-No es necesario -aseguro sin soltarlo sino más bien apretándola amablemente, y luego como un acto de valentía tiró de él un poco más hasta que sus rostros estaban muy cerca, lo suficiente para que las siguientes palabras fueran apenas un murmullo. -Lo único que necesito ya está aquí -agregó acariciando con la otra mano los suaves cabellos rubios.
-Yuuri... -suspiró Wolfram intentando con toda su voluntad no temblar o dejar que sus piernas se doblaran ahí mismo.
-¿Te casarías conmigo? -preguntó con el coraje ganado gracias a la hermosa expresión de entrega que en el rostro de su prometido se dibujó.
-¡Eh! -fue el único sonido que logro articular.
-¿Te casarías conmigo? -por un momento pensó que Wolfram se había desmayado, la respiración de su prometido se detuvo, sus ojos se abrieron cuan grandes era y sus labios se abrieron en una exclamación que nunca fue pronunciada. Posteriormente cuando al fin pareció racionalizar lo sucedido Wolfram se apartó con brusquedad.
-Muy bien ¿quién eres y que le hiciste a Yuuri? -cuestionó con la mano ya aferrada a la empuñadura de su espada. Su dulce expresión remplazada por la fiera determinación por descubrir lo que sucedía.
Yuuri solo río de buena gana ante ese cuestionamiento y comportamiento.
-Yo soy tu enclenque y la pregunta va en serio -con tranquilidad se puso de pie y deshizo la distancia que los sepraba para tomar la mano del príncipe Mazoku y colocar un casto beso sobre los nudillos. -Lamento la demora, pero ahora estoy seguro de mis palabras y no voy a retractarme. Así que lo pregunto una vez más. ¿Quieres ser mi esposo Wolfram Von Bielefeld?
Yuuri casi pudo ver cuadro a cuadro como las emociones fueron pasando, desde la sorpresa, la incredulidad, el miedo, la esperanza, el anhelo, el casi temeroso alivio, la gratitud y por último la avasalladora y liberadora felicidad.
-Si, si quiero -y se lanzó a sus brazos pidiendo mentalmente que esto no fuera un sueño del cual pronto despertaría, y que como en ocasiones pasadas solo lo haría llorar.
-Si hay un mañana, al menos para nosotros -susurro quedito Yuuri al oído de su próximamente esposo mientras lo estrechaba con mayor fuerza entre sus brazos sintiendo el temblor del llanto que mojaba ya su hombro derecho.
-¿Dijiste algo Yuuri? -pregunto aterrado de considerar el arrepentimiento.
-Nada Wolf, nada de importancia.
Fin
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