Prólogo

Skylier

Hoy era el día, el día más esperado de mi corta vida.

Era quedarme sin dignidad, o tener novio. Esperaba con ansias que fuera la segunda, aunque conociendo mi suerte, tenía el presentimiento de que sería la primera.

Esperaba que estuviera equivocada y que en verdad Jake me dijera que también sentía algo por mi.

Me mire en el espejo y acomode mi coleta, hice una mueca y la quite para dejar mi cabello suelto, coloqué un poco de rubor y un poco de labial rojo. Puse muy poco rimel para que resaltaran mis ojos y después que me mire en el espejo di unos cuantos respiros, sentí como las manos me temblaban y sentía como me estaban sudando.

Yo era ridícula.

Mis manos no habían dejado de sudar mientras Harriet, peinaba mi cabello, me sentía muy nerviosa y ansiosa, ya que hoy era el día en el que me declararía a Jake Henderson. ¿Que podría salir mal? Espero que nada.

Mire el reloj de mi muñeca y me di cuenta que ya era la hora acordada, me levanté de un brinco de la cama y corrí hasta mi closet para poder cambiarme la blusa.

—¿Cuál es mejor? —Balanceé dos blusas y Harriet ladeó la cabeza.

—Esta —La señaló.

—Ayúdame a buscar mis botas, no recuerdo dónde las dejé por última vez.

—Sky, sky. Eres un desastre. —Buscó de bajo de mi cama.

Se me hacía muy raro que Jake nunca me hubiera dicho que recibía notas anónimas, aunque claramente iba a fingir interés.

Le restó importancia y coloco mis calcetines, mientras tomo mis tenis ya que no encontraré hoy mis botas.

—Debo de irme.

—Mucha suerte, Sky.

—Donde está mi amuleto de la suerte, espero que el me prometa amor eterno y me diga que nos casemos y quiere que tengamos un perro y dos hijos.

—Creo que eso me lo has copiado.

Me reí para intentar quitar el nerviosismo de mi sistema, tome mi amuleto y lo colgué en mi cuello.

—Adiós —Hice un ademán al salir de la casa, ella sonrió y salió de mi habitación, para despedirse.

Me sentía muy ansiosa mientras venía conduciendo. Al llegar al lugar donde lo había citado, me mire en el espejo una vez más y acomode mi cabello nuevamente, mientras lo peinaba con mis dedos, y suspiré nuevamente calmando los nervios.

Mis labios aún seguían perfectamente pintados, aunque quizás después de esta confesión el labial terminaba arruinado pero valdría la pena, se valía soñar, no perdía nada.

Puse un poco más de perfume y sonreí frente al espejo pero mi sonrisa tembló un poco, comencé a caminar hasta la fuente de agua, dónde le había pedido que nos viéramos.

A lo lejos observé una silueta, cabello rubio, ojos azules, ese no era Jake. Era Thiago. ¿Él que hacía aquí?

—¿Que haces aquí? —Dije confusa al acercarme a él.

—No lo sé, dímelo tú. Tu eres la que me ha estado mandando notas anónimas todo los días, desde hace dos meses

—No eran a ti —Casi chillé—Eran para Jake.

—¡Sorpresa, le han cambiado el casillero hace cuatro meses!

Si, debí suponerlo, mi suerte no dejaría que hiciera algo bien. Nunca.

—Maldita sea —Gruñí, y no me sentía para nada apenada.

—¿Entonces, yo no te gustó? —Thiago murmuró.

Negué, realmente él no me gustaba. A mí me gustaba jake.

—Pues si tú objetivo con esas notas eran conquistar a Jake déjame decirte que lo ibas a lograr, aparte no eras muy cuidadosa dejando las notas, que digamos.

—¿Que quieres decir con eso? —Mi voz tembló un poco.

—Lograste conquistarme a mi, notas muy románticas. —Apareció una sonrisa en sus labios.

—¿Como sabes que era yo? —Pregunté y mi voz sonó ridículamente cortada, de los malditos nervios.

—Ashton te vio y me lo confesó, dijo que por eso quizás tenías la costumbre de chocar conmigo, que porqué yo te gustaba y así querías llamar mi atención.

—No me gustas Thiago.

—Entonces ahora será esa mi misión, ahora yo te mandaré notas anónimas y te conquistare.

—Pero tu odias a las chicas, a todas no hay ninguna excepción.

—A ti no, a ti nunca te he odiado, tu eres la única excepción Skylier, siempre ha sido así.

¿Que me estaba tratando de decir...?

Se acercó a mí y dejo una pequeña presión en mis labios, al separarse me sonrió y acomodo un mechón rubio atrás de mi oreja.

—Pronto sabrás de mi, chica anónima—Y sin decir más, él desapareció de mi vista.

Supongo que nos estaremos viendo, otra vez.

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